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26 Nov 2009

Entrenamiento y evaluación de la fuerza en el marco de un sistema crítico auto-organizado.

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En los últimos años hemos asistido a un importante crecimiento en el estudio del papel de la fuerza y sus manifestaciones en la mejora del rendimiento deportivo. Los resultados de numerosas investigaciones junto a la acumulación de años de conocimientos prácticos…

 
Autor(es): Blasco 2009. FCAFE (U.Valencia)
Entidades(es): CONSELL VALENCIÀ DE L’ESPORT
Congreso: I Congreso de Ciencias de Apoyo al Rendimiento Deportivo
Valencia-26-28 de Noviembre de 2009
ISBN: 978-84-613-6128-1
Palabras claves: ENTRENAMIENTO, EVALUACIÓN, SISTEMA CRÍTICO AUTO-ORGANIZADO.

 

Resumen

En los últimos años hemos asistido a un importante crecimiento en el estudio del papel de la fuerza y sus manifestaciones en la mejora del rendimiento deportivo. Los resultados de numerosas investigaciones junto a la acumulación de años de conocimientos prácticos han llevado a muchos autores a considerar que la fuerza es la cualidad física central sobre la que se construye el proceso de entrenamiento, o al menos una de sus variables de mayor importancia. Ante esta evidencia, parece importante recordar que, como sucede con cualquier variable relativa al comportamiento humano, la fuerza y sus manifestaciones pueden ser contempladas desde una visión reduccionista, estrechando el campo de análisis para desmenuzar los porqués de lo que observamos; o desde una visión ecológica o de complejidad, buscando conclusiones globales cuya aplicación lleve a mejorar los resultados deportivos, con independencia del porqué, o incluso en contra de la lógica esperada. En este trabajo nos planteamos la necesidad de compatibilizar ambas visiones como requisito básico para optimizar la aplicación de las mejoras de la Fuerza al entrenamiento, al tiempo que abogamos por prescindir de aquellas clasificaciones o taxonomías de las manifestaciones condicionales que lleven a análisis parciales de la realidad motriz. Todas las manifestaciones de la motricidad (fuerza, resistencia, amplitud articular, equilibrio, etc.) se dan en mayor o menor grado en cualquier tarea deportiva, por lo que su conceptualización debe facilitar su análisis global y comprensivo, y la transición entre ellas, con independencia de su significado más estrecho. Además, estas manifestaciones tratan de evaluar y explicar el comportamiento de unos Seres Humanos complejos, autopoyéticos y tendentes al caos, integrados a su vez en Sistemas Deportivos Dinámicos, igualmente complejos y caóticos. Ello supone que la más leve variación en cualquiera de ellas puede conducir a cambios imprevisibles, y seguramente irreversibles, en todos los elementos del Sistema. Pero también que el cambio en cualquier elemento del sistema modificará la forma en la que se manifiesta la motricidad. Entrenadores e investigadores de la Actividad Física aplicada estamos obligados a comprender las leyes que explican la Complejidad y a manejar los instrumentos de evaluación que nos proponen. El manejo de estas teorías puede ayudarnos a entender cómo entrenar y evaluar la fuerza dentro de un sistema crítico auto-organizado.

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Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº12.

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INTRODUCCIÓN

En los últimos años hemos asistido a un importante crecimiento en el estudio del papel de la fuerza y sus manifestaciones en la mejora del rendimiento deportivo. Los resultados de numerosas investigaciones junto a la acumulación de años de conocimientos prácticos han llevado a muchos autores a considerar que la fuerza es la cualidad física central sobre la que se construye el proceso de entrenamiento, o al menos una de sus variables de mayor importancia. Ante esta evidencia, parece importante recordar que, como sucede con cualquier variable relativa al comportamiento humano, la fuerza y sus manifestaciones pueden ser contempladas desde una visión reduccionista, estrechando el campo de análisis para desmenuzar los porqués de lo que observamos; o desde una visión ecológica o de complejidad, buscando conclusiones globales cuya aplicación lleve a mejorar los resultados deportivos, con independencia del porqué, o incluso en contra de la lógica esperada. En este trabajo nos planteamos la necesidad de compatibilizar ambas visiones como requisito básico para optimizar la aplicación de las mejoras de la Fuerza al entrenamiento, al tiempo que abogamos por prescindir de aquellas clasificaciones o taxonomías de las manifestaciones condicionales que lleven a análisis parciales de la realidad motriz. Todas las manifestaciones de la motricidad (fuerza, resistencia, amplitud articular, equilibrio, etc.) se dan en mayor o menor grado en cualquier tarea deportiva, por lo que su conceptualización debe facilitar su análisis global y comprensivo, y la transición entre ellas, con independencia de su significado más estrecho. Además, estas manifestaciones tratan de evaluar y explicar el comportamiento de unos Seres Humanos complejos, autopoyéticos y tendentes al caos, integrados a su vez en Sistemas Deportivos Dinámicos, igualmente complejos y caóticos. Ello supone que la más leve variación en cualquiera de ellas puede conducir a cambios imprevisibles, y seguramente irreversibles, en todos los elementos del Sistema. Pero también que el cambio en cualquier elemento del sistema modificará la forma en la que se manifiesta la motricidad. Entrenadores e investigadores de la Actividad Física aplicada estamos obligados a comprender las leyes que explican la Complejidad y a manejar los instrumentos de evaluación que nos proponen. El manejo de estas teorías puede ayudarnos a entender cómo entrenar y evaluar la fuerza dentro de un sistema crítico auto-organizado.

SISTEMAS DINÁMICOS, COMPLEJIDAD, SISTEMAS CRÍTICOS AUTO-ORGANIZADOS Y OTROS CONCEPTOS BÁSICOS.

De forma general se considera que un Sistema es un conjunto de elementos que unen sus respuestas o se estructuran de forma conjunta con un fin común. Decimos que un Sistema es Cerrado cuando sus elementos no comparten energía entre sí o con su entorno (elementos cercanos pero externos al Sistema) anulando cualquier posibilidad de influencia: elementos y comportamientos del sistema no se alteran ni se modifican unos a otros. Decimos que un Sistema es Abierto, cuando, como en el caso del Ser Humano, sucede lo contrario. En este caso hablamos también de Sistemas Dinámicos para explicar que el intercambio de energía y la influencia entre elementos y entorno posibilita el ser y comportarse de forma diferente según el contexto, permitiendo que lo que es de determinada forma en el estado actual, puede ser de forma diferente más adelante. Si el Sistema tiene una tendencia lógica, o una posible de evolución esperada, decimos que tiene su Dinámica. Pero esto no siempre sucede porque, en muchos casos, los Sistemas son Caóticos: caso particular de Sistema Dinámico caracterizado por la imprevisibilidad, e incluso irreversibilidad de los cambios que se dan en su interior. El último concepto que vamos a manejar es el de Sistema Complejo, terminología acuñada para explicar que los Sistemas pueden estar compuestos de subsistemas que, a pesar de ser de naturaleza muy diferente, pueden cooperan entre sí dando lugar a lo que se conoce como Estructuras organizadas. La característica más importante de estos Sistemas Complejos es precisamente que deben ser considerados en su conjunto, y nunca como la suma del comportamiento de sus partes (García Manso y Martín González, 2008; Martín Acero, 2005; Sánchez-Bañuelos, 2004; Torrens y Balagué, 2007). En el caso del deportista, hablamos de una “Estructura hipercompleja configurada por interacciones y retroacciones” entre seis Estructuras (Seirul.lo, 2003): E. Condicional; E. Coordinativa; E. Socio-afectiva; E. Emotivo-volitiva; E. Creativo-expresiva; E. Mental-cognitivo. Todas ellas se entrelazan y subyacen de forma dinámica en el resultado de nuestra motricidad, dando lugar a sistemas de alta complejidad en forma de redes donde cada Estructura se diluye, redes en las que la función de cada componente es participar en la transformación del resto de componentes, de forma que la red se hace a sí misma (autopoyesis) en un proceso de cambio y autoorganización constante (Seiurul.lo, 2003; García Manso y Martín González, 2008).     Aunque estos términos resultan inicialmente densos y teóricos, lo cierto es que el estudio de la forma en que se regulan los Sistemas y las Leyes que se generan en torno a ellos, ha conformado un sólido cuerpo de conocimiento cuya comprensión clarifica algunos  de los fenómenos relacionados con el campo del Entrenamiento (García Manso y Martín González, 2008; Martín Acero, 2005; Seirul.lo, 2003) pues explica muchos de los comportamientos que lo sustentan. La mayoría de los comportamientos del Ser humano, tanto en su visión más reduccionista o psico-biológica como en su visión más ecológica o social, son ejemplos de Sistemas Abiertos, Dinámicos, Complejos, Caóticos y Auto-organizados. Y el entrenamiento de la Fuerza es un caso claro de ello.

ORIENTACIÓN DEL ENTRENAMIENTO DE FUERZA Y FLEXIBILIDAD EN LA CATEGORIZACIÓN DE SUS MANIFESTACIONESFRENTE A LAS TAXONOMÍAS ESTANCAS.

Desde el punto de vista más fisiológico, la fuerza es la capacidad de generar tensión que tiene el músculo al activarse, por tanto el grado de estrés mecánico producido en su eje longitudinal (González-Badillo y Serna, 2002). Si lo miramos en un contexto más amplio, en el campo del rendimiento nos interesa la mejora de la manifestación de la Fuerza conocida como Fuerza Útil (González-Badillo y Serna, 2002; Blasco-Lafarga, Garrido, y Albert, 2008; Mateo, Zabala, Blasco-Lafarga, Velarde, Garrido y Oviedo, 2008) resultado de esa tensión muscular al aplicarse sobre unas resistencias externas concretas, a una determinada velocidad, con unos condicionantes técnico / biomecánicos específicos, con una orientación congnitiva y finalidad táctica concreta, etc. Stone (2005) señala que los patrones de activación intra e inter musculares se modifican por ligeras que sean las alteraciones en la ejecución de un movimiento, o los cambios en su velocidad, y que por ello “la selección de los ejercicios para el entrenamiento de la fuerza / potencia debería ser visto como algo específico para el movimiento más que simplemente el entrenamiento de un músculo” (Stone, 2005). De la misma forma, debemos respetar las exigencias energéticas, el tiempo de aplicación para cada manifestación de la fuerza solicitad, y la forma en que se combinan entre ellas (Blasco-Lafarga, 2000 y 2009; Blasco y Ruíz, 2006). Como señala Bosco (2000), las distintas manifestaciones de la Fuerza se pueden clasificar considerando tanto los aspectos neuromusculares que modulan la tensión, como los procesos metabólicos implicados que determinan su duración. Lo cierto es que cualquier tarea deportiva requiere de una determinada Fuerza, Coordinación, Equilibrio y Amplitud Articular, y desde el momento en que se repite más de una vez en el tiempo, de una determinada energía, mayor cuanto mayor es su duración. Lo que nos hace referirnos a una u otra manifestación es la mayor o menor implicación de unas u otras estructuras y/o procesos funcionales en su desarrollo. Nos parece importante buscar nomenclaturas que sean sólo orientadoras, pues el movimiento en ningún caso es parcial ni puede llevarse a cabo sin la participación de todas las estructuras que lo sustentan. Frecuencia de activación adecuada; Coordinación inter o intramuscular / Relajación; Equilibrio Postural sobre el que construir el movimiento; Amplitud suficiente para no incurrir en riesgos musculo-esqueléticos y facilitar los procesos coordinativos; Ajuste propioceptivo y exteroceptivo en función de los estímulos relevantes, cognición (comprensión espacio-temporal y reconocimiento de su finalidad), correcta integración comprensiva de toda la información; control emocional para ajustar el nivel de las respuestas, motivación suficiente para poner en ello todo el empeño… etc.  ¿Podríamos aislar totalmente cualquiera de los ítems relacionados con el control neuromuscular del movimiento al analizarlo en su contexto deportivo real? ¿Podemos pensar realmente que la Fuerza Útil, aplicada en contextos reales puede construirse sin apoyarse en la participación conjunta de todos ellos? Y finalmente, ¿sería posible mantener la eficiencia en cualquiera de los Sistemas ya citados si los sistemas energéticos no nos proveyeran continua y ajustadamente de la cantidad de ATP necesaria? Evidentemente, en nuestra visión de complejidad, el entrenamiento de la Fuerza entendida en su visión más compleja y global (Resistencia de Fuerza Específica, Blasco-Lafarga, 2009) puede y debe ser la mejora del funcionamiento integrado de todos los sistemas que se auto-organizan en el ser humano. De ahí que la Fuerza pueda ser considerada como CF central (Cometti 1998 a y b, González-Badillo 2002, Izquierdo, 2008; Martín Acero, 1997; Seirul.lo, 1998; Tous, 1999; Padial, 1993). Esta perspectiva global nos permite comprender que:

  1. Las manifestaciones de la Resistencia a entrenar dependen de aspectos musculares como la cantidad de masa muscular implicada, el nivel de exigencia de las contracciones, la duración de las mismas y la posibilidad de recuperar o no entre ellas (Hasegawa, Dziados, Newton, Fry, Kraemer, y Häkkinen, 2006; Blasco-Lafarga, 2009).
  2. Es frecuente encontrar situaciones deportivas en las que se den a la vez y de forma sinérgica:
    1. Manifestaciones de la fuerza de diferente orientación (ej. Fuerza Isométrica máxima combinada con Fuerza explosiva);
    2. Exigencias condicionales diferentes para miembros inferiores, tronco y miembros superiores;
    3. Incluso manifestaciones de la Resistencia también diferentes según la acción muscular y los grupos que participan.

Sin embargo, para llegar a esta visión holística, el recorrido comprensivo debe apoyarse en los conocimientos derivados del análisis reduccionista de la fuerza, pues las Curvas de Carga-Velocidad, Carga-Potencia, etc. (Figura 1); o las curvas de Fuerza-Tiempo, Velocidad-Tiempo, etc. (Figura 2) aportan mucha información. Los transductores, acelerómetros, plataformas, dinamómetros y otros elementos de evaluación de la fuerza, han permitido destripar la contracción muscular, aislando el verdadero significado de conceptos básicos como la Fuerza Máxima, la Producción de Fuerza por unidad de tiempo (Fuerza explosiva o RFD), la Potencia o la Velocidad de la contracción; profundizando en las relaciones que se dan entre ellas, y en la forma en que se modifican según sea la magnitud de las cargas utilizadas (% del 1RM y velocidad de la contracción) y sus parámetros temporales (número de repeticiones realizadas, duración de las pausas y las micropausas, número de series, etc.).

Figura 1. Curva de Potencia-carga (líneas, w) y Velocidad-carga (columnas, m/s) en el ejercicio Remo tendido prono. Comparación entre tres judokas masculinos.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

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Figura 2. Análisis individual de las manifestaciones Fuerza, Velocidad, Potencia y RFD en función del Tiempo. Evaluación mediante el Sistema de evaluación de la Fuerza T-FORCE System (v. 2.28).  

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

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Una vez estudiadas estas curvas se acentúa nuestra duda respecto a la supuesta barrera entre el entrenamiento de la Fuerza y la Resistencia. El concepto del “Carácter del Esfuerzo” (CE, González-Badillo y Serna, 2002) puede ayudarnos. El CE hace referencia a la cantidad de repeticiones no realizadas de las máximas posibles para una carga, siendo ésta más dura cuanto más cerca está el esfuerzo realizado del máximo posible. Los recientes trabajos del equipo de González-Badillo (Sánchez y González-Badillo, 2009) demuestran que cuanto mayor es el CE, mayor es la implicación metabólica y por tanto más limitantes los factores relacionados con los sistemas de transporte y producción energética, factores asociados al entrenamiento de Resistencia Anaeróbica Glucolítica. Por el contrario, cuanto menor es el CE, la implicación neural cobra más protagonismo y las mejoras del entrenamiento se dirigen en esa dirección. Los trabajos realizados para analizar en profundidad estos cambios en la orientación de las tareas en función del CE, presentan lactatos en el entorno de 12,5 mmol en trabajos de fuerza de 12 repeticiones máximas (RM), frente a los 6,9 obtenidos en series de 4 RM. Cuando el CE baja al 50%, el lactato desciende a 8 mmol en la serie de 6 de 12 RM, pero se mantiene en 4,9 a pesar de hacer sólo la serie de 2 de 4 RM. En cuanto a la velocidad (manifestación externa de la fuerza)  este trabajo encuentra pérdidas de porcentuales sobre la velocidad máxima para esa carga en el entorno del 60% al completar las 12 RM frente al 25% al trabajar al 50% del CE; y pérdidas menores,  (48%) al completar 4 de 4 RM, frente a pérdidas de apenas el 17% al hacer 2 de las 4 posibles. Independientemente de la carga utilizada, Sánchez y González Badillo (2009) encuentran que las pérdidas de velocidad se sitúan en una media del 15% respecto a la velocidad máxima en cada serie realizada al 50% del CE, lo que confirma a la idea de que la primera parte de la curva Velocidad-Repeticiones posibles (Figura 3) tiene una orientación claramente neural, mientras que en la segunda parte de las esa curva estaríamos incidiendo en los factores metabólicos. Según esto, la hipertrofia es una adaptación fundamentalmente “metabólica” con consecuencias estructurales (aumento en la síntesis de colágeno, aumento en la síntesis de proteínas, etc.), al igual que también son cambios metabólico-estructurales con consecuencias funcionales otros como el aumento en la síntesis de proteínas mitrocondriales, el aumento en la síntesis de glóbulos rojos y de la Hemoglobina, etc.

Figura 3. Curva de Velocidad- repeticiones posibles hasta el fallo para una carga. Valores del CE altos desplazan la orientación del entrenamiento hacia cambios estructurales, más relacionados con las manifestaciones energéticas y la resistencia. Valores del CE bajos orientan los beneficios del entrenamiento hacia las mejoras neurales, incidiendo en la calidad y velocidad del movimiento.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

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Esto mismo debe suceder cuando repetimos sucesivamente cualquier tarea a la máxima velocidad. Nuestros depósitos de alta energía van reduciéndose y el aporte de otras fuentes de energía reduce la velocidad y la calidad de la contracción, al tiempo que se acumulan metabolitos que reducen la capacidad de transmisión del impulso y la capacidad contráctil. Por ello intuimos que conceptos como el CE, como medida de magnitud, o la Orientación de la carga (Forteza, 2005), como indicador del efecto del entrenamiento, son conceptos universales y de fácil aplicación.  En cualquier caso, esta visión aparentemente más integral, seguiría siendo muy parcial. Porque sería necesario alejarse un paso más para comprender que el efecto entrenante de la tarea no estará solo en su implicación más neural o metabólico / estructural, sino también, por ejemplo, en su capacidad para desestabilizar a los sistemas, tanto los fisiológicos como los perceptivo-motrices o los informacionales. Podíamos transponer los conceptos de Reserva de Adaptación, Capacidad de Rendimiento Actual o Déficit de Adaptación (González-Badillo, 2007), propios de la fisiología del entrenamiento, a la asimilación y entrenamiento de una tarea. De hecho, los principios del entrenamiento siempre han tratado de preservar esa idea que las leyes del aprendizaje también deben estar entre ellos. Finalmente, en una visión todavía más amplia, esa misma tarea, aun manteniendo todas sus características iniciales, puede no darse aislada sino inmersa en un contexto global, pegada a otras tareas, sometida a otros estímulos o mezclada con otras exigencias que la sitúen en un contexto metabólico diferente. La mejora de la fuerza en las tareas deportivas debe estar integrada en los tiempos y estructuras energético-coordinativas del deporte. Como señalan Seirul.lo (2003) o Roca (2007) la solución está en crear Situaciones Simuladoras Preferenciales, tareas reales de interacción en las que para resolverlas sea necesaria la optimización de alguno de esos sistemas, de alguna de esas estructuras respecto a otras. Y como también concluyen estos autores al referirse al entrenamiento de los Deportes de Equipo, el Principio de Acción Sinérgica (derivado de las leyes de complejidad), explica que la mezcla y la secuencia de ciertos elementos ocasiona una acción sinérgica sobre los sistemas a los que van dirigidos, produciendo una exaltación de sus efectos, por encima del que producirá a cada uno de ellos por separado, en el mismo sistema (Seirul.lo, 2003).

EVALUACIÓN DE LA FUERZA EN LOS SISTEMAS COMPLEJOS.

Como señalan Thomas y Nelson (2007), la investigación en valoración funcional debe intentar huir del reduccionismo “que supone que la acción compleja puede reducirse, analizarse y explicarse por partes, para después poder unirlas y poder comprenderlas como un todo”, entre otras cosas porque el rendimiento deportivo es un exponente máximo del comportamiento humano complejo. Con independencia del enfoque, (fisiológico, psicológico u otros), el análisis del comportamiento humano debe hacerse desde la complejidad y la interrelación entre variables (Blasco-Lafarga 2009; Blasco-Lafarga y col., 2006) para lo que es esencial diseñar instrumentos complejos que analicen el comportamiento integral y cognitivo de la Fuerza, especialmente de las manifestaciones de derivadas de Resistencia a los diferentes tipos de Fuerza. Con esa idea de analizar el comportamiento integral de la Fuerza estos últimos años hemos trabajado sobre la evaluación funcional y el diseño de Test Integrales de Resistencia Específica (TIRE): Test integral de Bádminton (Blasco-Lafarga y Ruiz, 06; Figura 4) y el Test Blasco de Judo (Blasco-Lafarga, 08 y 09; Figuras 5 y 6). Frente a lo que sucedía al hacer 12 repeticiones hasta el fallo, el test encuentra valores medios de lactato que se situán en el entorno de los 12 mmol, a pesar de haber realizado un trabajo máximo de RFE específica…Aunque es evidente que no es el caso, podríamos pensar que el test carece de la suficiente intesidad e implicación muscular para provocar lactacidemias más elevadas, pero encontramos valores de Saturación final en el entorno de los 90-92 SaO2; y fuertes reducciones en los indicadores de la reactivación parasimpática en la HRV (Blasco Lafarga y col, 2009, Sandercock, and Brodie, 2006). Probablemente debemos referirnos a que el diseño del test permite una recuperación de 10 sec. entre estaciones, posibilitando la remoción del lactato durante esas pequeñas pausas, y dando importancia a la capacidad aeróbica del deportista. Y lo mismo sucede en los resultados del Test integral de Bádminton (Blasco-Lafarga y Ruíz, 2006). Este fenómeno nos lleva a una nueva duda sobre la relación entre las manifestaciones neuromusculares y las energéticas. ¿Podemos entrenarlas realmente por separado?

CONCLUSIONES

En la actualidad existe una clara preocupación por la interacción entre el entrenamiento de Fuerza y de Resistencia cuando se entrenan de forma conjunta. Pero quizá los llamados modelos concurrentes (Docherty & Sporer, 2000; Izquierdo, Hakkinen, Ibanez, Kraemer, & Gorostiaga, 2005; Kraemer, Vescovi, Volek, Nindl, Newton, Patton, y col.;2004), preocupados por estudiar esta relación, parten de una premisa diferente a la que nos ocupa. Estos autores se preocupan por las interacciones entre entrenamientos con diferente orientación, lo que resulta necesario. Pero también tenemos la opción de orientar las mejoras de la excelencia de la contracción muscular y su máxima eficiencia energética de forma conjunta. Al menos en las tareas más cercanas a las manifestaciones específicas de la modalidad.

Figura 4. Test Integral de Resistencia Específica (TIRE) en Bádminton. Planilla de evaluación condicional. Gráfico con Registros de Velocidad (Tec/s, en columnas) y Frecuencias Cardiacas (FC; pm, en líneas). Lactatos; Bosco (RJ-10”) en cm y watios; EP y tiempos de todo el test.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

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Figuras 5 y 6. Test Integral de Resistencia Específica (TIRE) en Judo: El Test Blasco. Ejercicios que integran el test. Estructura temporal y orientación de los ejercicios.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

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