17may2012
Implementación y evaluación de un programa formativo de técnicos especialistas en prevención terciaria de la violencia en el fútbol base
A partir de experiencias anteriores (Gimeno et al, 2003) se ha diseñado un protocolo de prevención terciaria de la violencia en el deporte que se aplica en un equipo de fútbol identificado como “equipo de riesgo” en el que el “preparador físico” es el responsable de la gestión de un proceso de modificación de actitudes y conductas con los jugadores y el cuerpo técnico.
Autor(es): Gutiérrez Pablo, Héctor; Gimeno Marco, Fernando; Sáenz Ibáñez, Alfredo
Entidades(es):Universidad de Zaragoza
Congreso:VII congreso nacional de ciencias del deporte y educación física. Seminario Nacional de Nutrición, Medicina y Rendimiento
Pontevedra, 5, 6 y 7 de Mayo del 2011
ISBN: 978-84-614-9945-8
Palabras claves: Violencia, Agresividad, Deporte, Prevención, Formación
Implementación y evaluación de un programa formativo de técnicos especialistas en prevención terciaria de la violencia en el fútbol base
Resumen
IntroducciónA partir de experiencias anteriores (Gimeno et al, 2003) se ha diseñado un protocolo de prevención terciaria de la violencia en el deporte que se aplica en un equipo de fútbol identificado como “equipo de riesgo” en el que el “preparador físico” es el responsable de la gestión de un proceso de modificación de actitudes y conductas con los jugadores y el cuerpo técnico. El preparador físico debe ser un técnico con experiencia y formación específica para la aplicación de un conjunto de técnicas y estrategias que se encuadran en un modelo de “Estadios de Cambio” (Prochaska y Diclemente, 1992) En este estudio se pretende evaluar la eficacia de un programa de formación de técnicos especialistas en prevención de la violencia en el fútbol para Licenciados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.MétodoSeis alumnos de la asignatura de Psicología del Entrenamiento de la Licenciatura de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte han participado en un programa formativo con dos equipos de fútbol base de la ciudad de Huesca en la que, de forma paralela, observaban el trabajo que se realizaba con dichos equipos y recibían formación sobre habilidades psicológicas y sociales que son necesarias para desarrollar los objetivos de la intervención. Para la evaluación del programa se utilizaron 2 instrumentos: 1) informe de prácticas y 2) autoinforme de adquisición de contenidos.Resultados y DiscusiónLos datos obtenidos muestran resultados de aprendizaje en los alumnos que participaron en este programa traducidos en conductas de mejor manejo de determinadas situaciones para los futuros técnicos especialistas en prevención de la violencia en el fútbol; no obstante los alumnos detectan algunas necesidades formativas como por ejemplo “interés por mayor tiempo de práctica”. Además, el programa de formación se ajusta a la estructura hipotética inicial del modelo de Estadios de Cambio.Introducción
Cada fin de semana tienen lugar incidentes antideportivos en los partidos de fútbol base, en los que algunos equipos son desafortunadamente incitadores o propiciadores de estos incidentes de forma crónica, siendo frecuente su aparición en actas arbitrales y sancionadoras del Comité de Disciplina de la Federación Aragonesa de Fútbol. Ser capaces no sólo de detectar de forma sistemática y fiable a estos equipos, sino también llevar a cabo actuaciones de rehabilitación para modificar esta tendencia agresiva y violenta mejorará la calidad de la práctica deportiva en estos equipos con la repercusión que además tiene sobre el resto de equipos de la categoría. Considerando el carácter multidimensional del continuo Deportividad vs. Violencia en el deporte, será preciso considerar actuaciones relacionadas con los determinantes psicosociales de los comportamientos antideportivos individuales y grupales. Entre estos determinantes, el estadio de desarrollo moral y las actuaciones que puedan contribuir a su desarrollo en el manejo de situaciones potencialmente violentas. El “desarrollo moral” del deportista es un factor relevante a considerar en la prevención de la violencia en el deporte (Bredemeier y Shields, 1984). “El razonamiento moral se define como el proceso de decisión en el que se determina la rectitud o no de una línea de conducta. Así, el razonamiento moral se centra en el modo en que una persona decide si una línea determinada de conducta está bien o mal” (Weinberg y Gould, 1996, p. 558). Parece claro que la exclusión de las conductas violentas y agresivas del deporte escolar es una necesidad para conseguir avanzar en el proceso de desarrollo moral del niño, ya que, por ejemplo, en la aceptación de las normas deportivas sólo tienen cabida las conductas asertivas entendidas como las que están comprendidas dentro del reglamento. En un sentido más amplio, la educación del deportista en edad escolar pretende, además del aprendizaje deportivo específico, desarrollar en el niño y adolescente valores que guíen su conducta y comportamiento en cualquier ámbito de su vida; pero no todos los valores pueden ser adquiridos mediante la práctica deportiva indiscriminada. De esta manera, el deporte en edad escolar deberá cumplir determinadas condiciones para que realmente tenga una repercusión positiva en la educación integral del joven deportista (Duran, 2011). Una de las dificultades que se encuentra en el deporte escolar para conseguir este objetivo final de educación integral, e intermedio de generar un contexto propicio para el desarrollo del joven deportista sin actitudes ni comportamientos violentos, es el control del entorno del niño. En este entorno identificamos tres agentes fundamentales que influyen determinantemente en la educación del deportista: padres, entrenadores y profesores de educación física (Gimeno, 2003; Serpa, 2011; Olmedilla 2004). En experiencias anteriores (Saénz et al, 2008; Sáenz et al, 2009) se ha detectado la influencia que puede tener el cuerpo técnico en la prevención de comportamientos violentos y agresivos en un equipo de fútbol base cuando han aparecido indicios de posibles conductas disruptivas (prevención secundaria) y cuando hay muestras evidentes de comportamientos agresivos y violentos que no sólo se han manifestado de forma puntual si no que aparecen de forma habitual en competiciones y partidos de este equipo (prevención terciaria). En los casos más graves, se ha podido observar como la incorporación de un preparador físico al organigrama del equipo ha contribuido a la adquisición de nuevas habilidades psicológicas y sociales y a la optimización de los recursos ya existentes para el afrontamiento de situaciones potencialmente agresivas o violentas (Gutiérrez 2009). Estas experiencias han permitido el desarrollo de un protocolo de prevención que se aplica mediante la incorporación de la figura de un “preparador físico” en un equipo de fútbol identificado como “equipo de riesgo”, dicho preparador es el responsable de la gestión de un proceso de modificación de actitudes y conductas con los jugadores y el cuerpo técnico. El preparador físico debe ser un técnico con experiencia y formación específica para la aplicación de un conjunto de técnicas y estrategias que se encuadran en un modelo de “Estadios de Cambio” (Prochaska y Diclemente, 1992). La premisa fundamental de este marco teórico es la existencia de una serie de etapas o estadios cuando se pretende un cambio conductual en una persona o grupo. Sobre la base de esta premisa, en intervenciones previas, el protocolo utilizado consta de los siguientes estadios de cambio de carácter secuencial y progresivo: 1. Aceptación del agente de apoyo externo 2. Establecimiento y compromiso con objetivos individuales y grupales en el entrenamiento 3. Autoaplicación de normas de funcionamiento grupal 4. Evaluación de los partidos y establecimiento y compromiso con objetivos individuales y grupales 5. Entrenamiento de habilidades psicológicas para el afrontamiento de situaciones antideportivas 6. Establecimiento y compromiso con objetivos individuales y grupales de deportividad en los partidos. Este modelo resulta muy útil en la prevención terciaria por varias razones: 1. Facilita un trabajo realista, objetivo y eficiente al poder realizar una utilización de estrategias adaptadas a cada estadio; es decir, al objetivo específico de cambio conductual –individual o grupal- que se pretende en cada estadio. 2. Aporta una ayuda continuada y progresiva, planteando pequeños avances de cambio conductual, “construidos” sobre los avances previos. Se trata de intervenciones breves y localizadas en los escenarios clave (entrenamientos, partidos, reuniones o encuentros grupales o individuales con los jugadores, padres, cuerpo técnico y directivo) a lo largo de la temporada. 3. Una recaída no se considera un fracaso, sino una parte del proceso normal de cambio. Cada recaída no es la misma y representa un avance hacia el éxito del cambio ya que los intentos fallidos sirven de aprendizaje que acercan a la persona (jugador, entrenador, padre/madre, responsable deportivo) o al grupo, al objetivo de consolidar un cambio de tendencia hacia un estilo de deportividad. Este proceso de empowering tiene como resultado la mejora del sentimiento de control, el desarrollo de la conciencia crítica y el aumento de las conductas participativas (Fernández-Ríos, 2003). De forma que puede contribuir de forma directa a la prevención de la violencia y fomento de la deportividad en el fútbol base, y de forma indirecta en el “desarrollo moral” del deportista generando escenarios de aprendizaje de las situaciones potencialmente conflictivas que surgen en entrenamientos y partidos. En este estudio se pretende evaluar la eficacia de un programa de formación para Licenciados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte incluido en el programa de la asignatura de Psicología del Deporte de la Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte de la Universidad de Zaragoza que pueda capacitar de forma específica a estos técnicos para la incorporación en equipos de fútbol base como personal de apoyo con la finalidad de dotar al equipo (jugadores y entrenador) de habilidades suficientes para mejorar la calidad de la práctica deportiva mediante el fomento de la deportividad y la prevención de la violencia.Método
ParticipantesHan participado en esta actividad 6 alumnos de la Asignatura de Psicología del Entrenamiento que de forma voluntaria eligen este trabajo como contenido para superar el apartado práctico de la evaluación de dicha asignatura. Además los 2 Profesores de la Asignatura de Psicología del Entrenamiento han intervenido con diferentes roles durante el proceso: 1) Como profesores de contenidos teóricos en el aula, 2) Como profesores de contenidos prácticos en el aula, y 3) Como preparador físico en equipos de fútbol para servir como modelo a los alumnos Para el desarrollo de los contenidos prácticos se ha colaborado con dos equipos de fútbol base de categorías 1ª Infantil y 1ª Cadete ambas pertenecientes a la Federación Aragonesa de Fútbol. De los 6 alumnos participantes 3 han colaborado en el equipo infantil y 3 en el cadete. En las prácticas realizadas con estos equipos se ha trabajado con el coordinador del club, con el entrenador y con los jugadores con diferentes objetivos en función del momento en que se encontraba la intervención. Ambos equipos no presentan rasgos iniciales de conflictividad crónicos, ya que se pretende que sea un contexto de enseñanza aprendizaje para los alumnos de este programa formativo.InstrumentosPara la evaluación del programa se han utilizado dos herramientas elaboradas ad hoc en relación con los contenidos propios del programa:Informe de prácticasEn este documento el alumno debe recoger toda la experiencia generada en la asignatura relacionada con el trabajo práctico llevado a cabo. El informe consta de 5 bloques de contenidos evaluables:- Marco teórico o conceptual
- Proceso de evaluación conductual y establecimiento de objetivos de intervención
- Método
- Resultados
- Discusión
- Aspectos más importantes en cada una de las fases en que se ha dividido el proceso con los equipos
- Contenido Conceptual de las fases
- Grado de comprensión de cada una de las fases
- Necesidades para comprender totalmente cada fase a nivel conceptual
- Capacidad de desarrollo autónomo de las fases
- Valoración de la capacidad para desarrollar de forma autónoma lo aprendido
- Necesidades para poder desarrollar de forma autónoma lo aprendido