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30 Ene 2012

¿Influyen las horas de entrenamiento en la clasificación final de un equipo? Estudio en la liga cadete extremeña de voleibol

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El objetivo del presente trabajo es analizar la influencia del número de horas de entrenamiento semanales de un equipo en su rendimiento deportivo, vinculando éste a un indicador como la posición final del equipo en la clasificación. La muestra objeto de estudio estuvo compuesta por 175 jugadores de voleibol que compiten a nivel regional. Las variables de estudio fueron, el número de horas de entrenamiento semanales de los jugadores y el puesto ocupado por el equipo en la liga regular.

Autor(es): Fernando Claver Rabaz, Alexander Gil Arias, Luis García González, Fernando Del Villar Álvarez, Alberto Moreno Domínguez, M. Perla Moreno Arroyo
Entidades(es): Facultad de Ciencias del Deporte de Cáceres
Congreso: IX Congreso Internacional sobre la Enseñanza de la Educación Física y el Deporte Escolar
Úbeda 11 de Septiembre de 2011
ISBN: 9788461536665
Palabras claves: Horas de entrenamiento, rendimiento, voleibol, deporte escolar

¿Influyen las horas de entrenamiento en la clasificación final de un equipo? Estudio en la liga cadete extremeña de voleibol

Resumen

El objetivo del presente trabajo es analizar la influencia del número de horas de entrenamiento semanales de un equipo en su rendimiento deportivo, vinculando éste a un indicador como la posición final del equipo en la clasificación. La muestra objeto de estudio estuvo compuesta por 175 jugadores de voleibol que compiten a nivel regional. Las variables de estudio fueron, el número de horas de entrenamiento semanales de los jugadores y el puesto ocupado por el equipo en la liga regular. Los resultados muestran que existe una relación significativa entre ambas variables. Además existen diferencias significativas en el número de horas de entrenamiento semanales de aquellos equipos que terminan en las cuatro primeras y en las cuatro últimas posiciones de la clasificación

Introducción

Introducción

La percepción y toma de decisiones se definen como características del rendimiento experto en el deporte. Existen evidencias empíricas de que, en habilidades abiertas, los expertos  poseen superior capacidad que los noveles para reconocer y recordar patrones de juego, para anticiparse a las acciones de sus oponentes y explotar sus debilidades (McPherson, 1999a, 1999b)
La teoría de la Practica Deliberada supone un avance en el paradigma experto-novel dentro del estudio de la pericia deportiva, ya que nos aporta información relevante sobre los procesos y sucesos que pueden acontecer en el camino al rendimiento experto.
Esta teoría se sitúa dentro de un enfoque “ambientalista”, existiendo la idea de que el rendimiento experto está mediatizado por mecanismos adquiridos, no proveniente de la herencia genética (Ericsson y Lehmann, 1996).

En las ciencias comportamentales, tal y como señalan Davids y Baker (2007), hay una fuerte relación entre el tiempo dedicado a la práctica y las mejoras en el rendimiento, en nuestro caso, el rendimiento deportivo.
El concepto de práctica deliberada parte de los esfuerzos iniciales de Bloom (1985), que dieron pie a trabajos posteriores como el Ericsson y colaboradores (1993) apareciendo ya definiciones, constructos e hipótesis sobre la condiciones necesarias para facilitar o condicionar el desarrollo del rendimiento experto (Da Matta, 2004).

En la actualidad se define la Práctica Deliberada como una práctica dedicada específicamente para mejorar el rendimiento, incluyendo actividades especialmente diseñadas para mejorar el nivel de rendimiento de ese momento, y que se caracteriza por: requerir esfuerzo (demandas atencionales y concentración), no es inherentemente divertida, y la motivación debe provenir del deseo de mejora de los sujetos; requiere periodos de descanso y requiere feedback y asesoramiento por un profesor o entrenador; debe incluir la provisión de feedback inmediato, y debe incorporar tiempo para la resolución de problemas y para la evaluación, así como oportunidades para conseguir rendimiento repetido para refinar el comportamiento; con oportunidades para la repetición, detección de errores y corrección, y estando relacionada directamente tanto con el aprendizaje como con el rendimiento, proponiendo actividades bien definidas, con un nivel de exigencia adecuado (Ericsson, 1996, 2008; Ericsson et al., 1993).

Una de las principales premisas de esta teoría se centra en la necesidad de una determinada cantidad y calidad en las horas de práctica como base para alcanzar el rendimiento experto, existiendo cierto debate entre estas dos variables y su relación (Davids y Baker, 2007). Según estos autores los expertos dedican más tiempo a la práctica que los noveles. Pero, no sólo dedican más horas en la práctica deportiva propiamente dicha, sino que también dedican más tiempo a participar en actividades relevantes para la mejora de destrezas  que se asocian a  mejores niveles de rendimiento, tales como entrenamiento con video, competición, actividades organizadas de equipo o charlas individuales con el entrenador.

La teoría de la Práctica Deliberada refuerza la idea de la necesidad de una especialización temprana, así podría surgir el debate respecto a esta idea como una de las principales críticas que se le plantean. Los autores se justifican, para afirmar esto, que los progresos son mucho más rápidos y fáciles de producirse en etapas tempranas porque hay mucho espacio para mejoras en el rendimiento. Más adelante, cuando este campo de mejora en el rendimiento es ya más reducido, es necesario ya una práctica altamente estructurada y específica en los entrenamientos para producir avances

En cuanto a las condiciones de práctica deliberada se hace alusión a la necesidad de una  iniciación multideportiva. Estudiando jugadores de baloncesto, hockey y netball Coté, Baker y Abernethy (2003) encuentran relaciones significativas entre el número de horas dedicadas a otros deportes y el rendimiento en el deporte en el cual se pretende ser experto. Así se evidencia que algunas capacidades generales son transferibles a actividades similares. Además, según los postulados de los creadores de esta teoría, se afirma que es mayor el beneficio de practicar varios deportes en etapas tempranas que el riesgo de que los  atletas cambien de deporte. Sería necesario jugar a otros deportes, por tanto, no solo por la transferencia positiva, sino para dar más ímpetu y motivación a los entrenamientos del propio deporte, más organizados y rigurosos.

Esta propuesta, tal como señalan Lorenzo y Sampaio (2005) ha sido investigada en los últimos años en el ámbito de distintos deportes como patinaje artístico (Starkes et al., 1996), karate (Hodge y Deakin, 1998), lucha (Hodges y Starkes, 1996), fútbol (Helsen et al., 1996;  Helsen et al., 1998), hochey sobre hierba (Helsen et al., 1998) y baloncesto, netball y hockey hierba (Baker y Côté, 2003b), confirmándose los distintos principios planteados por Ericsson, excepto el hecho de que la práctica resulta intrínsecamente divertida para los deportistas, ya que en estos estudios se destaca que las actividades consideradas por los deportistas como más importantes y necesarias para mejorar el rendimiento son las consideradas como más divertidas (Starkes, 2000; Helsen et al., 2000).

Refrendando las pilares de la teoría de la Práctica Deliberada, García-González (2011) señala algunas de las principales conclusiones de los estudios sobre la práctica deliberada. Según estas bases los expertos en distintos dominios acumulan más de 10.000 horas de práctica en un mínimo de 10 años hasta conseguir niveles de rendimiento individual, ya que se necesita un compromiso temporal extenso para alcanzar el rendimiento experto, siendo el entrenamiento intensivo un precursor de la pericia, y estableciendo una relación importante entre práctica y rendimiento, destacando la necesidad de exigencia en la tarea, la práctica y el entrenamiento (Abernethy, Côté y Baker, 2002; Ericsson, 1996; Ericsson at al., 1993; Ericsson y Lehmann, 1996; Helsen, Starkes, y Hodges, 1998; Ward, Hodges, Williams, y Starkes, 2004).

Por tanto, tal como evidencia la literatura consultada y estableciendo de esta forma los objetivos de la investigación surge la necesidad de describir la cantidad de horas que dedican al entrenamiento los jugadores de voleibol en etapas de formación y de discriminar si existen o no diferencias significativas en el rendimiento en competición entre aquellos que practican más horas y aquellos que ocupan menos tiempo al entrenamiento

Completa la información

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº18.

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Método

Participantes.
La muestra de estudio estuvo compuesta por un total de 175 sujetos de la categoría cadete masculino (75 sujetos)  y cadete femenino (100 sujetos) de los juegos deportivos extremeños de edad escolar, Judex. Los 16 equipos adquirieron, el total de la categoría cadete, nos permitió el acceso a la muestra. La media de edad se sitúa en 14,49 años, siento la desviación típica de 1,103.

Diseño.

Se trata de un diseño descriptivo-correlacional mediante el cual se pretende analizar cómo  influye el número de horas de entrenamiento en el rendimiento que obtiene el equipo en la liga.

Variables.

Las variables de estudio fueron el número de horas de entrenamiento semanales (horas que dedican los jugadores a entrenamiento grupal, sin tener en cuenta los partidos) y la clasificación obtenida por el equipo en la competición a la conclusión de la misma (puesto en la clasificación).

Instrumentos.

Para la medida de la variable número de horas se empleó el cuestionario, en el cual se solicitaba a los jugadores que indicaran el número de horas semanales dedicadas al entrenamiento en voleibol. Para la medida del rendimiento se atendió a la clasificación del equipo al final de liga marcada por la Federación Extremeña de Voleibol.

Resultados

La Tabla 1 recoge los estadísticos descriptivos de la muestra. Se evidencia que los equipos situados en la zona alta de la clasificación (del 1º al 4º) entrenan un total de 6,233 horas semanales, frente a las 4,326 horas semanales de media que entrenan los equipos que acaban del 4º al 8º clasificados, existiendo una diferencia media de 1,907 horas entre ambos grupos.

Tabla 1. Estadísticos descriptivos

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

Se realizó un ANOVA de un factor para establecer si existían diferencias significativas entre los grupos creados. El análisis mostró que existen diferencias significativas en la cantidad de horas de entrenamiento en función del puesto final obtenido en competición (F (49, 97);  p<.001).

Tabla 3. Análisis de varianza en función del puesto obtenido en clasificación

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

 

Discusión

El objetivo fundamental de este estudio era determinar la relación entre el número de horas de entrenamiento y la clasificación obtenida por los equipos en la liga cadete extremeña de voleibol. Para ello se aporta una discusión en base a dos líneas.
En relación a los resultados descriptivos En nuestro estudio, los equipos situados del 1º al 4º, que practican una media de 6.23 horas, obtendrán una mejor clasificación que los que practican de media 4.9 horas. Hay, por lo tanto, en nuestro estudio, una diferencia de casi dos horas de media entre los cuatro primeros clasificados y los 4 últimos, algo que se traduce en más de una sesión de diferencia si tenemos en cuenta que los entrenamientos suelen ser de una hora y media. Así, podríamos encontrar en esta sesión de entrenamiento de diferencia la responsable de que los mejores sean mejores y de que los peores clasificados sean peores.

En este sentido, los deportistas que se acercan a esas 6 horas semanales de entrenamiento, se aproximan al perfil de jugador experto, obteniendo mejor rendimiento. (Blomqvist, Luhatanen, Laakso, y Keskinen, 2000; García-González, Moreno, Moreno, Iglesias, y Del Villar, 2008; Macquet, 2009; McPherson y Kernodle, 2007; Mesquita y Graça, 2002).
Ericsson y col. (1993) observaron que existía una relación monotónica entre el número de horas de práctica deliberada y el nivel de rendimiento alcanzado entre pianistas y violinistas. Sugerían que la práctica deliberada debe ser sostenida sobre un período de al menos 10 años o 10.000 horas de práctica deliberada para llegar a ser un experto en alguna especialidad. Esto supone, alrededor de 20 – 22 horas semanales de entrenamiento. Los mismos autores refrendan estas afirmaciones con estudios posteriores en jugadores de béisbol, hockey y netball.

Van Rossum (2000), dice que no son necesarias la mitad de las horas de práctica deliberada, que propone Ericsson para llegar a ser un experto en una modalidad dada, si las condiciones genéticas del individuo son las específicamente adecuadas al deporte practicado. Y da ejemplos: de beisbolistas, jugadores de fútbol americano y  halterófilos.

En cuanto a los resultados relativos al análisis de varianza. A partir de los estudios de Simon y Chase (1973), se plantea que al menos se requieren 10 años de entrenamiento planificado para alcanzar el nivel de deportista experto, no quiere decir esto que nuestros sujetos, con practicar 6.23 horas se les asegure obtener los puestos del 1º al 4º en clasificación sino, como reflejan otros estudios, se necesita una cantidad mínima para alcanzar el rendimiento deseado. En línea con los estudios que dicen que existe una cantidad mínima necesaria para adquirir en rendimiento experto.

Tal como evidencian los resultados y avalan las premisas de la teoría de la práctica deliberada enunciadas por Ericsson y cols. (2003) los jugadores que dedican más tiempo practicando obtienen mejor rendimiento que los que practican menos. Dentro de nuestro estudio obtendrán mejor puesto en clasificación aquellos equipos que entrenan mayor número de horas.  En la misma línea  que otros estudios que observan diferencias en el tiempo empleado en la práctica deliberada entre los deportistas expertos y los no expertos. Según los estudios consultados, los primeros dedican más tiempo a su actividad que los segundos (Helsen et al., 1998; Starkes et al., 1996; Hodge y Deakin, 1998; Baker y Côté, 2003b).

Habrá que tener en cuenta otros factores tanto o más importantes como puede ser la calidad de las horas de entrenamiento (Ericsson , 1996),

Conclusiones

  • En categoría cadete de voleibol se considera necesario dedicar un mínimo de 6 horas de entrenamiento semanales para obtener óptimos niveles de rendimiento.
  • Existen diferencias significativas entre los cuatro equipos mejor clasificados y los cuatro equipos siguientes en el número de horas semanales de entrenamiento de sus jugadores.
  • No sólo se debería tener en cuenta el número de horas de entrenamiento semanal sino también la calidad de esas horas de entrenamiento.

Bibliografía

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