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17 May 2012

Inteligencia emocional y práctica deportiva: un estudio con nadadores y sujetos sedentarios.

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Uno de los objetivos a determinar por la psicología deportiva, es dotar al atleta de recursos para hacer frente a demandas psicológicas derivadas de la competición y el entrenamiento, a fin de que consiga aumentar su rendimiento y disfrutar más de su actividad deportiva (González, 1996) (Gutiérrez y García, 2001).

Autor(es): -Nora Bekendam Blanco, Oscar Garcia Lopez, German Diaz Ureñay Silvia Burgos Postigo
Entidades(es): Universidad Europea De Madrid
Congreso: IVCongreso Internacional de Ciencias del Deporte y la Educación Física. (VIII Seminario Nacional de Nutrición, Medicina y Rendimiento Deportivo)
Pontevedra, España, 10-12 Mayo 2012
ISBN: 978-84-939424-2-7
Palabras Clave: -Inteligencia Emocional, Deporte, Sedentarios

Inteligencia emocional y práctica deportiva: un estudio con nadadores y sujetos sedentarios.

RESUMEN COMUNICACIÓN/PÓSTER

El objetivo del presente estudio es el de tratar de identificar  las habilidades que poseen los deportistas para controlar las emociones, discriminar entre ellas y usar dicha información para guiar su pensamiento y comportamiento y comprobar si estas difieren de las que poseen los no practicantes de deporte.
Para ello, se analizan las posibles diferencias entre nadadores y sedentarios en la variable  Inteligencia Emocional. En este sentido, a una muestra española de 132 sujetos (89 nadadores y 43 sedentarios) con una media de edad de 19,7 años se les aplicó la escala de inteligencia emocional SSRI (Schutte Self-Report-Inventory, Schutte, Malouff, Hall, Haggerty, Cooper, Golden y Dornheim, 1998).
Los datos encontrados apuntan a que no existen diferencias significativas en Inteligencia Emocional entre nadadores y sujetos sedentarios, a excepción de la variable “Valoración y Expresión de las Emociones”, en la cuál los varones sedentarios puntuaron más alto respecto a los nadadores.
En suma, la práctica deportiva en estos niveles no parece estar relacionada con una gestión diferencial de las emociones. 

 

Introducción

Uno de los objetivos a determinar por la psicología deportiva, es dotar al atleta de recursos para hacer frente a demandas psicológicas derivadas de la competición y el entrenamiento, a fin de que consiga aumentar su rendimiento y disfrutar más de su actividad deportiva (González, 1996) (Gutiérrez y García, 2001).
La natación, presenta una serie de aspectos psicológicos que pueden disminuir la capacidad de rendimiento; entre otros, el estado de ánimo, el exceso de ansiedad antes de competir, la falta de motivación y de autoconfianza, la falta de concentración, el exceso de preocupaciones y sufrimiento, la falta de apoyo y de autocontrol emocional.

El objetivo es que estos deportistas, sepan manejar sus emociones, mediante una organización temática que comienza con el autoconocimiento, el autoconcepto, continúa con la autoconfianza y la resolución de problemas, el reconocimeinto de las emociones más comunes en el deporte, la estructuración cognitiva, así como la regulación emocional y el autocontrol, cuya finalidad es que el deportista sea capaz de adquirir la capacidad de anticipar y evaluar los resultados de sus reacciones de emociones negativas y positivas, productos de encuentros deportivos, como victorias, pérdidas, o lesiones propias del proceso deportivo (Velásques y Guillén, 2010).

El término de Inteligencia Emocional fue introducido por primera vez en la literatura por Salovey y Mayer (1990) definiéndola como “una parte de la inteligencia social que incluye la capacidad de controlar nuestras emociones y las de los demás, discriminar entre ellas y usar dicha información para guiar nuestro pensamiento y nuestros comportamientos”.  Se refiere a la habilidad para reconocer el significado de las emociones y sus relaciones, y para razonar y resolver problemas en base a ello. El término se hizo muy popular tras la publicación del best-seller de Goleman (1996), convirtiéndose en un referente para posteriores investigaciones. Autores como Solis y Días 2006; Ato y cols. ( 2004) y Gucciardi (2011),coinciden al decir que el encuentro con nuevas experiencias, tanto positivas como negativas, se relacionan con diversos componentes de fortaleza mental.
La relación entre la práctica deportiva y la inteligencia emocional viene difundida por recientes estudios, como es el caso de Lane y Wilson (2011),coinciden con Eccles y Wigfield (2002), al asociar la inteligencia emocional con los estados psicológicos, lo que sugiere que puede haber una clave en la diferencia de la persona, la cuál explica por qué algunos deportistas como nadadores o corredores, responden a episodios repetidos de ejercicio duro, mejor que otros. Mostraron cómo deportistas con niveles altos de inteligencia emocional, registraron alto en emociones agradables, así como bajo en emociones desagradables, a diferencia de deportistas que presentaron niveles bajos de inteligencia emocional.

En suma, la literatura pone de manifiesto que la Inteligencia Emocional y las habilidades psicológicas en la práctica deportiva y en competición, están íntimamente ligadas, siendo la IE un aspecto a tener en cuenta por los profesionales de este área, con la finalidad de favorecer el rendimiento deportivo.
El presente estudio tiene como objetivo comprobar si existen diferencias en inteligencia emocional entre nadadores y sujetos sedentarios.

Material y Método

Sujetos

La muestra total estuvo compuesta por 132 sujetos (70 mujeres y 62 hombres), de edades comprendidas entre los 13 y 29 años (DT.= 3,91). Dicha muestra se subdividió a su vez en dos grupos, en función de la práctica deportiva:
Grupo de nadadores. Un total de 89  nadadores [55 mujeres, 34 hombres; con una media de edad de: 17,89 años,  Sx 3,06] .  Los criterios para la inclusión en este grupo fueron los siguientes: 1) pertenecer a la categoría Junior o Absoluta de natación y 2) ser nadador federado en algún club.
Grupo Sedentario. Un total de 43 sujetos [15 mujeres, 28 hombres; edad media (DE) 23,53 años, rango 19, 29; DT: 2,491], formaron parte del estudio. El criterio de inclusión en este grupo fue no realizar ningún tipo de actividad física o deporte en los últimos dos años.

Variables  e Instrumentos
Para obtener indicadores de la variable inteligencia emocional, se aplicó la Escala de Inteligencia Emocional de Schutte et al.(1998). Dicha escala está basada en el modelo de Salovey y Mayer (1997). El test aporta un indicador global de la inteligencia emocional y tres subescalas: Valoración y expresión de las emociones (13 ítems), regulación de las emociones (10 ítems),  y utilización de las emociones (10 ítems).

Resultados

Se aplicó una prueba T para muestras independientes con el fin de averiguar si existen diferencias estadísticamente significativas los nadadores y los sedentarios.

Tabla 1.Inteligencia emocional y práctica deportiva: un estudio con nadadores ysujetos sedentarios.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 21

 

Observamos cómo no existen diferencias significativas. Por otro lado, la inteligencia emocional es ligeramente superior a la de los nadadores, pudiendo ser esto debido a la diferencia de edad entre ambos grupos.

Discusión

La Inteligencia Emocional está asociado a un bienestar psicológico a través de diferentes dominios (Schutte et al, 2007;. Van Rooy y Viswesvaran, 2004.  Una mejoría en la inteligencia emocional, desarrollaría una conciencia en el deportista, así como unas estrategias de autorregulación. La mejora de este tipo de inteligencia, aumentará la capacidad de un atleta para hacer frente a una serie de factores de estrés, antes, durante y tras una competición. Autores como Devonport (2007) mostraron los beneficios de unas estrategias de enseñanza en atletas adolescentes. Este tipo de estrategias promueven la utilización de nuevas habilidades y conductas en diferentes situaciones.
En nuestro caso no hemos encontrado diferencias significativas en inteligencia emocional entre sujetos sedentarios y nadadores.  Podemos plantear algunas explicaciones. La primera, deriva del instrumento. Cabe la posibilidad de que no sea lo suficientemente sensible para detectar cambios entre grupos. La segunda es que realmente no existan diferencias entre los grupos, es decir, que realmente el papel de la inteligencia emocional no sea relevante cuando comparamos a sedentarios con deportistas. Posiblemente, estas diferencias sí pudiesen detectarse cuando planteamos grupos extremos, por ejemplo, deportistas de élite y sujetos sedentarios, tal y como se plantean en algunas investigaciones de carácter psicológico (García y Burgos,  2012).
La tercera explicación alternativa deriva del propio constructo de la inteligencia emocional. Cabe la posibilidad de que esté más vinculado al concepto de personalidad que de inteligencia, y por tanto, que tenga poco carácter predictivo.
Las futuras líneas de investigación asociadas a este estudio seguirán la línea argumental de estas tres alternativas.

Bibliografía

Ato Lozano, E., González Salinas, C., & Carranza Carnicero, J. A. (2004). Aspectos evolutivos de la autorregulación emocional en la infancia. anales de psicología.

Càmara, P. S., & Romero, M. D. (2006). Efectos de un programa de crianza para mamás y papás de niños pequeños: la importancia del nivel educativo de los padres. Revista infancia, adolescencia y familia(001), 161-176.

Devonport, T. (2007). Emotional intelligence and the coping process amongst adolescent populations: A case study of student athletes. Mood and human performance: Conceptual, measurement, and applied issues, 167-118.

Eccles, J. S., & Wigfield, A. (2002). Motivational beliefs, values, and goals. Annual review of psychology, 53(1), 109-132

García, O. & Burgos, S. (2012): Relationship between Physical Prowess and Cognitive Function. The Spanish Journal of Psychology, vol. 15, Nº 1.: 29-34

Goleman, D (1996). Inteligencia emocional. Barcelona España. Editoria: Kairos.

González, J. L. (1996). El entrenamiento psicológico en los deportes.

Gucciardi, D. (2011). The relationship between developmental experiences and mental toughness in adolescent cricketers. Journal of sport & exercise psychology, 33(3), 370.

Gutiérrez Sanmartín, M., & García Ferriol, A. (2001). El entorno escolar-familiar y la práctica deportiva en la adolescencia: una aproximación empírica.

Lane, A. M., & Wilson, M. (2011). Emotions and trait emotional intelligence among ultra-endurance runners. Journal of Science and Medicine in Sport.

Salovey, P., & Mayer, J. D. (1990). Emotional intelligence. Imagination, cognition, and personality, 9(3), 185-211.

Schutte, N. S., Malouff, J. M., Simunek, M., McKenley, J., & Hollander, S. (2002). Characteristic emotional intelligence and emotional well-being. Cognition & Emotion, 16(6), 769-785.

Van Rooy, D. L., & Viswesvaran, C. (2004). Emotional intelligence: A meta-analytic investigation of predictive validity and nomological net. Journal of Vocational Behavior, 65(1), 71-95.

Velasquez Velasquez, M. T., & Guillén Rojas, N. (2010). Regulación emocional en nadadores en proceso de formación deportiva, categoría infantil. Avances en psicología latinoamericana, 25(2), 112-125.

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