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6 Sep 2007

Luces y sombras de las drogas y el deporte.

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El deporte y las drogas son dos fenómenos en principio contradictorios; si preguntamos a la mayoría de la gente sobre estos dos conceptos nos dirían que el primero es sinónimo de salud y el segundo antónimo…

 
Autor(es): Carlos Cobo Corrales y José Manuel Castanedo Alonso
Entidades(es): Carlos Fernández Barros
Congreso: VII Congreso Internacional sobre la Enseñanza de la Educación Física y el Deporte Escolar
Pontevedra: 6-9 de Septiembre de 2007
ISBN: 978-84-611-8417-0
Palabras claves: salud, deporte, drogas

 

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Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº4.

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INTRODUCCIÓN

El deporte y las drogas son dos fenómenos en principio contradictorios; si preguntamos a la mayoría de la gente sobre estos dos conceptos nos dirían que el primero es sinónimo de salud y el segundo antónimo de esta misma palabra. Incluso muchas personas se atreverían a decir que el deporte es sinónimo de prevención de la problemática de las drogodependencias. Si bien, esta afirmación está respaldada por amplios estudios y experiencias, hay que ser críticos y vigilantes ante las sombras que oscurecen el deporte en relación con las drogas. Hay que evitar visiones desde una óptica radicalmente positivista al tratar el tema de las drogas y el deporte, ya que en ciertas ocasiones, la propia práctica deportiva, junto a otros factores, puede dar lugar al consumo de fármacos y drogas.

Para evitarlo, abogamos en primer lugar por desenmascarar, sin perjuicios este problema, para acto seguido tratar de afrontarlo mediante medidas educativas y preventivas, tratando en pos de una limpieza del deporte que haga brillar de nuevo su capacidad como fuente generadora de salud y bienestar físico, psíquico y social. Debemos quedarnos con la idea de la utilidad del deporte y la actividad física en la prevención y rehabilitación de toxicomanías, especialmente por la racionalización y optimización del tiempo de ocio.

“La posibilidad de organizar tiempos libres o de ocio enriquecedores y saludables es otra de las dimensiones profundamente educativas que nos ofrece el Área de Educación Física. En ese sentido, los alumnos y las alumnas deben conocer y valorar las actividades físicas y deportivas y aficionarse a ellas, estimándolas como alternativas de ocio que, además de contribuir al desarrollo y al disfrute personal, pueden ser una defensa o una acción protectora contra la drogodependencia, el alcoholismo, el aburrimiento o cualquier otra situación o conducta que pueda implicar peligros o riesgos para la salud.” (González, 1994, p.124).

Las drogas están ahí, ocultarlo no va a remediar el mal. Hay quienes opinan que una mayor información favorece el consumo de drogas y que tampoco propicia un cambio de actitudes, creencias, etc., hacia posiciones contrarias al uso de estas sustancias. Lo que importa no es la cantidad de información ni su fácil acceso, lo vital es su calidad y un buen manejo de la misma. El hecho de que los jóvenes sepan manejar con autonomía y libertad ésta información es imprescindible para evitar la utilización y el consumo de drogas. “Educar de forma responsable requiere: responsabilidad, respeto, conocimiento y ejemplo. Educar requiere de un proceso de instrucción que supone reflexión, adquisición de conocimientos teóricos y puesta en práctica de los mismos” (Macià, 1998, p. 25).

LAS DROGAS

El fenómeno de las drogas es uno de los problemas que más preocupan actualmente a la población, ya que pone continuamente en peligro la salud, física y psíquica, de sus consumidores y de quienes están a su alrededor.

Las drogodependencias no son algo que hayan aparecido únicamente en las sociedades desarrolladas desde mediados del siglo pasado, como mucha gente puede pensar erróneamente, se trata de un fenómeno que actualmente ocurre en todo el planeta y a lo largo de la historia se ha repetido en multitud de épocas y espacios, por desgracia, no es nada nuevo, aunque, lo que si es cierto es que, en la actualidad esta sobrepasando todo límite imaginable.

Dicho problema parece ir en aumento, especialmente entre los jóvenes, a pesar de los esfuerzos de numerosos ciudadanos e instituciones para poner freno a este mal. En la última encuesta realizada por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (2006), los resultados favorecen esta sensación: frente a algunos consumos que se estabilizan, aumenta el consumo de cocaína (el 7% de los jóvenes la ha probado alguna vez) y de cannabis, disminuyendo la edad con la que se inician los jóvenes en estas prácticas. Las drogas psicoactivas de consumo más extendido siguen siendo el alcohol y el tabaco. Entre las drogas de comercio ilegal predominan los derivados cannábicos, la cocaína y el éxtasis.

Ante todo ello nos deberíamos preguntar las causas de este problema. En opinión de De la Garza y Vega (1983), algunas de ellas pueden ser las siguientes (p. 15):

1.- Satisfacer la curiosidad sobre el efecto de las drogas.

2.- Adquirir la sensación de pertenecer a un grupo y de ser aceptado por otro.

3.- Expresar independencia y a veces hostilidad.

4.- Obtener experiencias placenteras, emocionantes, nuevas o peligrosas.

5.- Adquirir un estado superior de conocimiento o de creatividad.

6.- Conseguir una sensación de bienestar y tranquilidad.

7.- Escapar a las situaciones angustiosas de la vida.

A simple vista se podría pensar que una buena forma de prevenir las drogas es eliminando estas causas, o mejor, que los jóvenes puedan conseguir las acciones enumeradas anteriormente pero con otros medios, mucho más sanos y constructivos que el consumo de sustancias perniciosas.

El propio Ministerio de Educación y Ciencia (1992) habla de varias propuestas educativas para evitar las drogas, entre ellas están los proyectos basados en propiciar alternativas a las drogas; estas tratarían “de promover desde el Centro educativo actividades comunitarias destinadas a ofrecer alternativas gratificantes a los alumnos, como deportivas, musicales, intelectuales, recreativas, etc.” (p.76)

EL DEPORTE COMO PREVENCIÓN DEL CONSUMO DE DROGAS

La actividad física y el deportepueden proporcionar al jove experiencias y medios para conseguir la mayor parte de los objetivos enunciados anteriormente; así, por ejemplo uno puede sentir sensaciones de peligro con los deportes de aventura, pertenecer a un grupo y crear amistades a través del asociacionismo deportivo, liberar de forma controlada y segura sus hostilidades mediante la catarsis que ofrecen las actividades luctatorias, etc.

Los jóvenes buscan en las drogas sensaciones o experiencias que no encuentran en otras partes, una pieza clave para prevenir el consumo de estupefacientes es proporcionarles mejores medios de conseguir lo que buscan.

En una referencia más próxima en el tiempo Macià (1998), dentro de los factores relacionados en la génesis del consumo de drogas, cita, entre los factores del entorno próximos (microsociales), la inexistencia de alternativas en el tiempo de ocio de los jóvenes. Cada vez hay más tiempo libre, ¿en qué emplear este tiempo ocioso? El ocio de los jóvenes se suele dar en cafeterías, bares, discotecas, etc., ambientes en los que el consumo de drogas, sobretodo las legales, es habitual; además de otras actividades pasivas como la televisión. Se trataría de ampliar y mejorar las opciones de ocio de los jóvenes, especialmente los fines de semana y en horario nocturno, como forma de ofrecer alternativas que frenen el consumo de drogas. El número de experiencias que se proponen estos objetivos es considerable.

Siguiendo con la obra de Macià (1998), la atracción de los jóvenes por el deporte no es mayoritaria, a pesar de apreciarlo y reconocer su importancia, su práctica es relativamente baja. En edades infantiles el número de deportistas es mayor, pero por desgracia, a partir de los 15 años comienza a producirse un abandono deportivo, en ambos sexos. La principal razón por la que hacen deporte es la diversión, y el motivo principal por el que no lo hacen es la falta de tiempo

Como ya se ha repetido con anterioridad el deporte es visto por muchos como un elemento preventivo ante las drogodependencias. De las Heras (2001) señala el abandono de deportes que antes se practicaban como un indicio, que puede indicar la posibilidad de que un joven este consumiendo sustancias estupefacientes. El hecho de realizar actividad física implica una actitud activa y acarrea una especie de disciplina (cuidar la alimentación, madrugar, horarios que cumplir, concentración en la tarea, etc.) que a priori parecen poco compatibles con el mundo desordenado y anárquico con el que se suele asociar el mundo de las drogas, sin olvidar que, en principio, el que practica actividad física suele tener presente el tema de su salud, algo que parece no ocurrir con los que consumen drogas.

Por otro lado, la utilización efectiva de la actividad física en la rehabilitación de toxicómanos esta puesta de manifiesto. Guiñales (1991) expone la importancia de la práctica deportiva como una manera de adoptar una postura centrada en el cuerpo sano y en la salud, lo que facilita al toxicómano darse cuenta de los efectos negativos provocados por las drogas, a la vez que los progresos le permiten valorar la mejora de su salud. El deporte también ayuda a estos sujetos a tener una distribución más racional del tiempo libre. Este autor resalta que, poniendo un adecuado énfasis en el deporte, este puede integrarse en la vida futura del sujeto, actuando de medio de prevención antes posibles recaídas, ocupando su ocio y viendo en su propio cuerpo las ventajas de estar apartado de las drogas. De su estudio saca interesantes conclusiones, por un lado el interés mostrado por los sujetos hacia todo lo relacionado con la práctica deportiva, la cual, por otra parte, mejora la autovaloración del estado físico de los sujetos.

Valverde (1994) también defiende la actividad física como parte de la terapia de los toxicómanos que están en rehabilitación, siendo un proceso relativamente novedoso. Blanco, 1979, citado por Valverde (1994) se suma a esa opinión y expone: “es un método educativo que tiene mayores posibilidades que otras materias para poder llegar a lo más profundo de la personalidad, que es donde radica la base de la inadaptación social” (p. 104). Este último autor señala tres tipos de objetivos en este tipo de terapias (a nivel físico, a nivel psicológico y a nivel social). Además no sólo habla de la capacidad rehabilitadora de la actividad física, también de su función preventiva. Esta claro que si vale para rehabilitar, también vale para prevenir, “la actividad física practicada de forma continua (no esporádicamente), va a proporcionar unos hábitos saludables, una estabilidad psíquica y un ajuste social correcto” (Valverde, 1994, p.108).

Mowbrai, 1993, citado por Valverde (1994), realiza las siguientes aportaciones:

1.- La actividad física constituye una alternativa de ocio saludable.

2.- El deporte puede contribuir a la adquisición de nuevos valores personales.

3.- El deporte es una actividad colectiva que favorece el proceso de socialización (obliga a adaptarse a unas reglas o normas) (p. 108).

LAS DROGAS EN EL DEPORTE

Parece que ha quedado claro que el deporte y la actividad física pueden prevenir el consumo de drogas, por lo menos de las que se podrían llamar “convencionales” o “normales”; pero, por desgracia, dentro del mundo del deporte también hay otras drogas: el fenómeno del doping o dopaje. Esta manifestación no se da sólo en el deporte de elite, también ocurre en otros ámbitos deportivos, como se ha venido comprobando últimamente (Agencia EFE, 2005). Pero no es algo nuevo, se estima que a principios de la década de los noventa, en EEUU, había un millón de consumidores habituales de anabolizantes esteroideos y hasta el 12% de los adolescentes americanos admitían haber consumido estos productos (Alonso, 2005). Podíamos hablar de otras sustancias y deportes, pero lo que queremos es abstraer la idea de que el doping no sólo se da en el marco de las grandes competiciones y de los deportistas campeones y recordmans. Es una realidad que esta demasiado cerca, no podemos ignorarla y mirar hacia otro lado.

Como futuros profesionales del deporte y de la Educación Física, nos creemos en la obligación de dar a conocer a los jóvenes los peligros de estas sustancias. Hay muchos materiales y recursos didácticos preparados para abordar las drogas es en la escuela, pero, por ejemplo, al analizar la guía de materiales didácticos existentes en España de Mora (1996), vemos que los mismos se centran casi exclusivamente en el alcohol y el tabaco, apareciendo en otras ocasiones el nombre genérico de “drogas” y en muy contadas ocasiones los medicamentos. No se encontró ninguna referencia al mundo del dopaje, parece que la dimensión social del mismo contrasta, con la escasa, al menos aparente, atención que recibe de las instituciones académicas y sus profesores. Creemos que es necesario hablar del dopaje en las escuelas, siendo la asignatura de Educación Física la más apropiada para ello (sin menospreciar por ello la capacidad de otras materias o la posibilidad de un enfoque multidisciplinar para tratar estos contenidos).

Tampoco podemos olvidar que los deportistas, ya sean profesionales o no, también pueden ser consumidores de drogas convencionales (tabaco, cannabis, alcohol, etc.). El dopaje se diferenciaría de esto en que se realiza para aumentar su rendimiento deportivo, mejorar su recuperación o para enmascarar otras sustancias. En Alonso (2001) dicho autor expone que el dopaje se caracterizaría por un consumo ligado a la competición, la cual es inductora del mismo, y por el hecho de que el sujeto no es consumidor habitual de esos compuestos.

PAPEL DOCENTE ANTE ESTA PROBLEMÁTICA

Según Valverde (1994), el profesional de Educación Física debería atraer a los jóvenes, que son el grupo con más riesgo de caer en las drogas, a la actividad física y al deporte, que encuentren en estas tareas una forma positiva y constructiva de ocupar su tiempo libre. Rodríguez, 1993, citado por Valverde (1994) escribió: “Tenemos la posibilidad de servir como canalizadores o mediadores para introducirlos en el mundo del deporte. Debemos reflejar un modelo que sea creíble y que esté basado en la propia realidad que viven los jóvenes” (p.108).

Lo dicho sobre las competencias del profesor de Educación Física, no impide que se deba colaborar con el resto de profesores y de agentes sociales. Para la prevención de drogodependencias lo más acertado es un trabajo pluridisciplinar, se educa entre todos. Una buena forma de hacerlo puede seguir el espíritu de los Temas Transversales, con los cuales la LOGSE de 1990 dio un amplio espaldarazo a la educación en valores, pero que pasaron con más pena que gloria; por lo que la actual LOE no les contempla, ubicando algunos de sus objetivos y contenidos en disciplinas tradicionales o en la novedosa Educación para la Ciudadanía, por lo que se rompe con el carácter multidisciplinar que tenían los Temas Tranversales. Uno de estos Temas era la Educación para la Salud (EPS). Dicho Tema Transversal, no dejaba de ser una concreción más del tercer punto del artículo 43 de la ley de la cual emana el resto de la normativa legislativa en este país, la Constitución Española.

Como es lógico el tema de las drogas aparece reflejado en el material impreso preparado para el Tema Transversal de la EPS, pero no se ve ninguna referencia al fenómeno del dopaje. Ni siquiera se hace alusión a la misma en referencias bibliográficas que relacionan los temas transversales con el área curricular de la Educación Física (González, 1994). Esto es una razón más por la que creemos conveniente tratar estos contenidos en la escuela, sería muy interesante hacerlo en Secundaria, ya que aquí algunos alumnos comienzan a estar muy involucrados en el mundo deportivo y, al igual que ocurre con las drogas tradicionales, es una época crítica para aprender a afrontar estos problemas. Incluso se podría hacer desde Primaria con contenidos adaptados a su edad y madurez. No es nuestro objetivo con esta comunicación especificar las pautas, metodologías, contenidos, temporalización, etc. para tratar el tema del dopaje en la escuela; concretar estos puntos puede ser un tema interesante para futuros trabajos. Creemos que un buen inicio puede consistir en partir de lo que ya esta hecho sobre otras drogas (sean o no legales), ya que no vemos tantas diferencias entre unas sustancias y otras.

Por otro lado, como bien afirma Savater (1997), no se trata de dejar todo el peso a la escuela, sin darla nada a cambio. La escuela tiene mucho potencial, es un factor social, capaz de propiciar cambios en la sociedad, pero a la vez también es un producto social, que refleja lo bueno y lo malo de nuestra estructura social. No se puede pedir a la escuela que logre un objetivo con un alumno, cuando ese mismo alumno recibe a diario mensajes contrarios a lo que busca la escuela, a menudo de forma más convincente y atrayente. Es difícil ir en contra del dopaje y de las drogas, en una sociedad donde “tanto tienes, tanto vales”, donde se busca la victoria fácil sin tener en cuenta el proceso para conseguirla, donde el segundo es considerado como el primero de los perdedores y donde se busca siempre el máximo rendimiento. No es solo un mal propio del deporte, es más amplio, es algo intrínsicamente social.

Se debe reconocer al sujeto como agente y referente necesario de los procesos socioeducativos. Debemos ser conscientes de “la transformación en los contextos socioculturales y de la consecuente crisis de las instancias socializadoras, y, en especial, de la escuela” (Saldarriaga, 2002, p.194). Hay que dar procedimientos y herramientas a la gente para que puedan decidir libre y conscientemente, asumiendo toda responsabilidad, cualquier elección relativa a la actividad física y su salud. Freire opina que la función principal de la educación es hacer personas libres y autónomas, capaces de analizar la realidad que esta a su alrededor, participando en la misma y transformándola. La educación “busca desarrollar la toma de conciencia y la actitud crítica gracias a la cual el hombre escoge y decide; una educación que libere al hombre en vez de someterlo, de domesticarlo o de adaptarlo” (Freire, 1972, citado por González, 1993. p.126). No hay conocimiento más útil y práctico para el alumno que comprender sin tapujos la realidad social que le rodea, para poder actuar en ella, buscando un beneficio social y no sólo individual.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

  • Agencia EFE (2005, 1 de Junio). Setenta detenidos, seis de ellos en Cantabria, al ser desarticulada una red de tráfico de sustancias dopantes. El Diario Montañés.
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  • González Lucini, F. (1993). Temas transversales y educación en valores. Madrid. Ed. Anaya
  • González Lucini, F. (1994). Temas transversales y áreas curriculares. Madrid: Ed. Anaya.
  • Guiñales Ruiz, L. (1991). Evaluación de la actividad deportiva en los programas de rehabilitación de alcoholismo y drogodepedencias, Revista de Investigación y Documentación sobre las Ciencias de la Educación Física. 18, 64-74.
  • Heras De las, J. (2001) Rebeldes con causa. Madrid. Espasa- Calpe Bolsillo.
  • Macià Antón, D. (1998). Las drogas, conocer y educar para prevenir. Madrid: Ediciones Pirámide.
  • M.E.C. (1992) Educación para la Salud. Educación sexual. Madrid: Autor.
  • Mora Roche, J. (1996). Prevención de drogodependencias en la comunidad escolar. Guía de materiales y recursos. Madrid. Ministerio de Educación y Ciencia.
  • Saldarriaga, J. (2002). Drogas, escuela y formación. Educación XXI. 4, 189-199.
  • Savater, F. (1997). El valor de educar. Barcelona: Editorial Ariel.
  • Valverde Romera, J.M. (1994). La actividad física para sujetos toxicómanos en rehabilitación. Apunts: Educación Física y Deportes. 38, 104-108.

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