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23 Sep 2006

Evaluación y comparación del estado nutricional en futbolistas profesionales y aficionados

El propósito de este estudio está dirigido a analizar qué tipo de alimentación es llevada a cabo en el fútbol, comparando para ello dos equipos totalmente distintos, como son uno profesional y otro amateur

 
Autor(es): García García, José Antonio.¹ Robles Prieto, Francisco Javier.² (realizará la presentación oral o defensa de poster) Wärnberg, Julia.³
Entidades(es): Universidad de Málaga. España
Congreso: II Congreso Internacional de Deportes de Equipo
Pontevedra:21-23 de Septiembre de 2006
ISBN: 978-84-613-1659-5
Palabras claves: Nutrición, registro dietético, fútbol, profesional, aficionado.

RESUMEN

El propósito de este estudio está dirigido a analizar qué tipo de alimentación es llevada a cabo en el fútbol, comparando para ello dos equipos totalmente distintos, como son uno profesional y otro amateur. Para llevar a cabo dicho estudio, participaron ambas plantillas, constando con una muestra de 18 futbolistas profesionales de 2º división B y de 16 futbolistas aficionados de categoría 1º andaluza. Los jugadores registraron sus dietas durante 7 días, es decir, anotaron todo tipo de alimentos que ingirieron durante 7 días seguidos, con el objetivo de analizar y comparar ambas tipologías de ingesta dietética. Los resultados obtenidos con este estudio nos demuestran que no hay diferencia en las dietas entre los jugadores profesionales frente a los aficionados, y que los jugadores evaluados tienen que mejorar su perfil energético para recibir más energía de carbohidratos y disminuir la energía de lípidos y proteínas. Sin embargo, tienden a tener mejores hábitos alimenticios que la población sedentaria, de la misma edad, es decir, que se adecuan más a las ingestas recomendadas.

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ABSTRACT

The purpose of this investigation is to analyze what kind of food is eaten in football, comparing two totally different teams, including one professional and one amateur. The two teams included in this study consisted of 18 professional football players in the 2nd division B and 16 amateur football players in category 1 from Andalucía. For dietary analysis purpose, a 7 day registration of consumed foods and beverage was provided, with the aim to analyze and compare dietary intakes between the two teams. The results obtained in this study showed no difference in the diets between the professional and amateur football players. The energy profile should in both cases increase energy from carbohydrates and decrease energy provided from fat and proteins. However, these players tend to eat better than the sedentary population of the same age, this means, following closer to the recommended intakes.

INTRODUCCIÓN.

El fútbol es, sin lugar a duda, uno de los deportes más importantes en el mundo. Sea por el número de practicantes, por la repercusión mediática de las grandes competiciones, por la popularidad de las grandes estrellas de este deporte, por la extensa información diaria en prensa, radio, televisión,… En definitiva, el deporte del balompié ha alcanzado en la actualidad una gran trascendencia no sólo dentro de nuestras fronteras, sino también fuera de ellas, que ha desembocado dentro de la comunidad científica, en el ahondamiento de este deporte como objeto de estudio de numerosas investigaciones. Los logros de los futbolistas en las competiciones deportivas dependen de diversos factores, y uno de ellos, es en gran medida, su nutrición. Pero en muchos casos, no se tiene en cuenta tal factor, y puede desencadenar que las demandas energéticas de la competición sean mucho más altas que la ingesta de nutrientes de reserva, pudiendo de esta manera, llevar a la fatiga e interfiriendo en el rendimiento físico potencial y en el rendimiento técnico (Rosas, Muñoz. Servan & Alvarado-Ortíz, 2007). Es por ello, por lo que queremos hacer hincapié en estudios sobre la alimentación de los futbolistas en diferentes contextos y no caer en la afirmación que otros autores hacen acerca que la nutrición ocupa un lugar muy bajo en la larga lista de prioridades con que se enfrentan los entrenadores y los médicos que preparan a sus equipos. Una dieta bien equilibrada y variada compuesta de alimentos naturales ricos en nutrientes valiosos es el mejor estimulante de rendimiento que el futbolista puede utilizar. El perfil calórico procedente debe ser la dieta compuesta por >55% de carbohidratos, 12-15% de proteínas y menos del 30% de lípidos (Clark, 1994). En esta línea, Garrido, Webster & Chamorro (2007) nos demuestran que en una dieta normal el 49.5% pertenece a carbohidratos, el 35.7% a lípidos y el 14,7% restante a proteínas, lo cual nos indica un consumo bajo de los primeros y muy alto en grasas, sobre todo si lo comparamos con los resultados obtenidos por Lundy, O’Connor, Pelly & Caterson (2006) con valores medios de 51%, 25% y 18% respectivamente en jugadores de rugby. Según las distintas referencias, existe una amplia evidencia de que un incremento en el consumo de carbohidratos puede mejorar el rendimiento de deportes de equipo como el fútbol, que requiere carrera intermitente a varias intensidades. En esta línea, Saltin (1973) estudia que los jugadores que consumieron la dieta rica en carbohidratos fueron capaces de realizar un 33% más de carrera de alta intensidad durante el partido. Posteriormente (Balson, Wood, Olsson & Ekblom, 1999) se llegó a la misma conclusión con unos futbolistas que siguieron una dieta con un 65% de carbohidratos a otros con sólo un 30%. Y es que, como ya hemos mencionado, tal es la importancia de la nutrición en el fútbol, que incluso desencadena en el deportista menor riesgo de lesiones deportivas. Así, estudios revelan que alrededor del 25% de las lesiones tienen lugar en los últimos 15-20 minutos de un partido (Hawkins, Hulsen, Wilkinson, Hodson & Gibson, 2001), cuando las reservas energéticas se están agotando. Estos hallazgos explicaban que Reilly y Thomas (1976) encontrasen que los jugadores corrían menos durante la segunda parte en comparación a la primera parte de un partido presumiblemente debido a que habían agotado sus reservas de energía. Haciéndonos eco de la muestra de sujetos de nuestro objeto de estudio, comprobamos como en los equipos profesionales de fútbol, los deportistas entrenan un mayor número de horas semanales que los deportistas aficionados y por lo tanto deben ser capaces de cubrir las demandas energéticas de cada una de las sesiones de entrenamiento. Según esto último expuesto y teniendo en cuenta las investigaciones precedentes, la hipótesis planteada es que los futbolistas que pertenezcan a equipos profesionales tendrán valores mayores en kilocalorías consumidas así como una mayor adecuación a la recomendación de la dieta equilibrada.

MATERIAL Y MÉTODOS.

Participantes La muestra la componen por un lado, un grupo de 18 jugadores masculinos profesionales de fútbol (n = 18) que militan en el equipo de la Unión Deportiva Marbella de la categoría de 2º División “B” durante la temporada 2008/09; y por otro un grupo de 16 jugadores aficionados del equipo de la Unión Deportiva Fuengirola – Los Boliches de categoría 1º Andaluza y de la misma temporada. Todos los futbolistas participaron voluntariamente en el estudio, siendo requisito indispensable de selección el pertenecer a la plantilla. Ninguno de los futbolistas fue rechazado en el estudio, ni antes ni después de la toma de datos.

Instrumentos Los componentes que se han utilizado para realizar el estudio han sido: – Registro dietético de 7 días, en el que cada sujeto rellenaba los alimentos ingeridos durante una semana, divididos en cada uno de los días y en las distintas comidas a lo largo del día: desayuno, almuerzo, merienda, cena, comidas entre horas, suplementos energéticos e hidratación. – Para el análisis de las dietas de cada uno de los futbolistas se utilizó el Programa de Cálculo Nutricional CESNID de la Universidad de Barcelona. – El peso y la talla fueron evaluados para el cálculo del índice masa corporal (kg/cm2). – Para el análisis estadístico de los resultados obtenidos hemos utilizado el programa estadístico SPSS, en su versión 14.0 para Windows.

Procedimiento Para la selección de los sujetos, utilizamos las plantillas de dos clubes malagueños de fútbol diferenciados en diferentes contextos, dado que los autores de la investigación eran miembros a su vez de los equipos en la función de preparadores físicos de uno y otro equipo. Una vez que se explicó el objeto de estudio a los jugadores responsables, se les dio la hoja de registro de dietas a todos aquellos que accedieron de forma voluntaria a su participación, de tal forma que seleccionamos para la investigación a un total de treinta y cuatro jugadores. Todas las mediciones fueron realizadas en una sola semana. Previo a la realización de las pruebas, los participantes fueron medidos y pesados descalzos y con sólo un pantalón corto. A la hora de rellenar el registro dietético, se les facilito un formato estándar para que cumplieran con el objetivo de dar la máxima información posible de sus dietas respecto a términos de gramos, cantidades, tipo de alimentos, etc. para así semejarse a lo que pretendíamos en el objeto de estudio. Por otro lado, decir que ambos equipos no cuentan con profesionales de la nutrición en sus plantillas, pero que, sin embargo, si tienen todos sus jugadores y desde principios de temporada las nociones básicas de alimentación recogidas por la F.I.F.A. (2005), exigiéndoles a cada uno de ellos que sigan un tratamiento similar de las mismas.

RESULTADOS

Los futbolistas profesionales tienen una media de edad de 25.94 (± 4.83) años, con una altura en centímetros de 180.17 (± 6.24), un IMC de 23.53 (± 1.62) kg/cm² y entrenan seis sesiones semanales con una duración total de 12 horas; mientras que los futbolistas aficionados con una media de edad de 23.88 (± 3.82) años, una altura en centímetros de 179.88 (± 2.63) y un IMC de 23.95 (± 0.93) kilogramos, entrenan cuatro sesiones a la semana con una duración total de 6 horas (Tabla 1).

Tabla 1. Características filológicas de los jugadores de los dos equipos

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 9

Las ingestas absolutas de energía y gramos de macronutrientes, fibra, agua y alcohol fueron similares entre los dos equipos a excepción del agua, donde la ingesta fue superior en los jugadores profesionales (tabla 2).

Tabla 2. Ingesta diaria de energía y macronutrientes de los jugadores de los dos equipos.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 9

En la tabla 3 se muestra el perfil calórico que contribuyen los carbohidratos, proteínas o grasas de la energía total. No se encuentran diferencias en el perfil entre los dos equipos.

Tabla 3. Perfil calórico de la ingesta de los jugadores de los dos equipos.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 9

DISCUSIÓN

Tal y como podemos comprobar en los resultados de este análisis nutricional, los mismos nos demuestran que no existen diferencias significativas entre los futbolistas profesionales y aficionados obteniendo valores medios similares. En relación a la ingesta de calorías, los jugadores de fútbol muestran un aporte energético medio de 2052 Kcal/día y 2183 Kcal/día para futbolistas aficionados y profesionales respectivamente. Comparando con estudios similares en féminas de categoría absoluta (Clark, Reed, Crouse & Armstrong, 2003), con una ingesta de 2290 Kcal/día de media, y en futbolistas italianos (Caccialanza, Cameletti & Cavallaro, 2007) con cantidades medias de 2640 kcal/día, comprobamos que los jugadores de nuestro estudio tienden a consumir menos energía de la que teóricamente necesitan si los comparamos con las recomendaciones de tomar cerca de 3000 Kcal diarias para futbolistas. Estos datos se hacen aún más elocuentes en el caso de los profesionales, dado que su gasto energético es mayor por cantidad y duración de entrenamientos. Los carbohidratos son la principal fuente de energía del fútbol y por tanto se recomienda una dieta alta en ellos superior al 55% (Clark, 1994). Sin embargo, nuestros futbolistas no superan el 43% del aporte energético proveniente de los carbohidratos, por lo que no se adecuan a lo recomendado para los deportistas y están muy lejos de valores como los 53.4% recogidos por Caccialanza et al. (2007). Por ello concluímos que se debería aumentar la tasa de los mismos en la dieta, para asegurar la reposición y disponibilidad de glucógeno en el ejercicio y la recuperación (Mullinix, Jonnalagadda, Rosenbloom, Thompson & Kicklighter, 2003). Los lípidos, por el contrario, nos muestran cantidades mayores que las recomendadas por Clark (1994) con valores de hasta 35.8% en el caso de los profesionales, muy por encima de los 30% del máximo que deberían tener y en comparación con los 29.6 de Caccialanza et al. (2007). Resultados parecidos obtienen las proteínas, con cantidades superiores a los 12- 15% recomendadas, pues obtienen en nuestro estudio valores de 19.7% en aficionados y de 18.1 en profesionales. Lo mismo suele pasar también en los sedentarios que consumen más proteínas de las requeridas (Rosenbloom, Loucks & Ekblom, 2006) y en otros estudios parecidos (Caccialanza et al. 2007) cuyos valores alcanzan el 17% del total. Por ello, creemos que sería recomendable controlar la ingesta de proteínas. En cuanto a la fibra, 18 y 22 gramos, apareció con cantidades insuficientes en ambos conjuntos, aunque algo mayores en profesionales, y podría indicar un bajo consumo de frutas y hortalizas (Leclercq, Piccinelli, Arcella & Le Donne, 2004). Aún así es mayor que la media de 17 gramos del estudio con futbolistas adolescentes de Caccialanza et al. (2007). Según la Società Italiana di Nutrizione Umana (1998), la ingesta de fibra debe ser de 30 gramos diarios. El promedio de alcohol de los futbolistas (4 gramos para profesionales y 5 para aficionados) es bastante menor que la media nacional y es bastante de acuerdo con lo observado en la mayoría de estudios de grupos deportivos (Economos, Borton & Nelson, 1993). Sin embargo en una gran cantidad de jugadores y días se observó que la ingesta de alcohol fue de 0 gramos, por lo que muchos futbolistas rompen la media con valores muy altos y además los fines de semana en días próximos a partidos, lo cual no es aconsejado para la práctica de la competición por motivos de salud y por pérdida del rendimiento. Por último, la ingesta de agua es la única que muestra diferencias significativas, siendo recomendada para los profesionales con un total de 3691 gramos. Maughan (2000), nos propone 2500 ml al día, a los que Convertino, Armstrong, Coyle, Mack, Sawka, Senavy & Sherman (1996) añade también 1200 ml más debido al ejercicio físico de la práctica del fútbol. La media del equipo aficionado fue menor (2835 gramos) pero también es suficiente para mantener los valores de hidratación de dichos futbolistas, puesto que su actividad física semanal es inferior en número de horas. Hay varias limitaciones del estudio que cabe destacar. La cuantificación de la ingesta dietética mediante registros dietéticos suele ser difícil debido a la propia recogida de datos. Los factores que provocan sesgos pueden ser la falta de motivación, mala memoria o poco nivel de conocimientos dietético. No obstante, los registros dietéticos de 7 días suelen ser los más fiables y los que más se utilizan para evaluar la dieta ingerida.

CONCLUSIONES

– Los futbolistas profesionales tienen unos valores nutricionales semejantes a los futbolistas aficionados. – Los valores medios de Kcal ingeridas por los futbolistas son bajos, en especial en los profesionales, debido al nivel de entrenamiento y el tipo de actividad física que realizan. – El consumo de carbohidratos es bajo los futbolistas y debería ser superior para mejorar su rendimiento. – El consumo de lípidos y proteínas es mayor a las ingestas recomendadas para los futbolistas. – La ingesta de fibra en futbolistas profesionales es ligeramente mayor que en los aficionados, aunque insuficiente en ambos. – El consumo de alcohol es más bajo que la media nacional, sin embargo es alto para deportistas y en relación con las normas de salud, poniendo en perjuicio el rendimiento de los futbolistas. – La cantidad de agua tomada por los futbolistas profesionales es mayor que en los aficionados, lo cual se asemeja a las demandas de hidratación que su nivel de entrenamiento requiere.

BIBLIOGRAFÍA

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