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7 Jun 2012

Mujer y deporte

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Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº13.

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En primer lugar deseo agradecer muy sinceramente a la organización del III Congreso Nacional de Ciencias del Deporte, y de manera especial a Victor Arufe y a María José Martínez Patiño, la invitación que he recibido para poder participar en esta mesa redonda sobre Mujer y Deporte.

Autor(es): Aurora Martínez Vidal. Universidade de Vigo
Entidades(es): Universidad de A Coruña
Congreso: III Congreso Internacional de las Ciencias del Deporte
Pontevedra 2007
ISBN:9788461160310
Palabras claves:

Mujer y deporte

En primer lugar deseo agradecer muy sinceramente a la organización del III Congreso Nacional de Ciencias del Deporte, y de manera especial a Victor Arufe y a María José Martínez Patiño, la invitación que he recibido para poder participar en esta mesa redonda sobre Mujer y Deporte. Sin ninguna duda, el impulso y desarrollo de estas iniciativas son tremendamente necesarios para sensibilizar a la población sobre la discriminación que, todavía en la actualidad, sufren las mujeres en muchos sectores de la sociedad, incluido el deportivo. Por ello, me encuentro muy satisfecho de intervenir en este debate, máxime con la categoría que tienen las personas que me acompañan en la mesa. Considerando el tiempo disponible me limitaré, en una primera intervención, a realizar una breve exposición que permita contextualizar el estado de la cuestión con el objeto de concretar y profundizar, de forma más detallada, sobre algunos aspectos más concretos en el turno de debate. La historia de la práctica deportiva femenina representa las vicisitudes que las mujeres han tenido que sortear en el transcurso de la evolución de la humanidad. Una vista hacia el pasado permite recordar una gran cantidad de situaciones que delatan cómo la mujer estaba relegada a un segundo plano. Por ejemplo, en la época de los filósofos Platón y Aristóteles en plena cultura helénica, la mujer sufría la discriminación de la participación en los antiguos Juegos Olímpicos, realizados en honor al dios Zeus. “Yo Cyniska, descendiente de los reyes de Esparta, coloco esta piedra para recordar la carrera que gané con mis rápidos pies, siendo la única mujer de toda Grecia en ganar” Esta frase fue escrita por Pausanias, historiador griego, y se encuentra esculpida en un monumento de Olimpia, reflejando la arbitrariedad que sufrían las mujeres en la práctica deportiva de los antiguos juegos olímpicos, como en otras esferas de la vida pública. Bien es cierto que para contrarrestar este impedimento, las griegas organizaban los Juegos de la Era (diosa), en la que participaban las mujeres solteras en una carrera pedestre. No obstante, hubo excepciones, como en el caso de Esparta, en que se impartía una misma educación a los niños y niñas, pero con una finalidad puramente militarista.

Las mujeres tenían la obligación de entrenarse para ser fuertes y sanas, lo que contribuía a procrear seres capaces de participar con eficacia en las guerras, sin distinciones entre sexos. Hasta hace todavía pocas décadas, la política realizada reforzaba una educación diferenciada, dando prioridad a la educación masculina sobre la femenina, bajo el argumento de que era el responsable de mantener a flote la supervivencia familiar. La progresiva independencia económica de la mujer estimula al mismo tiempo su liberación en todas las esferas. Pero, todavía ha sido en 1910 cuando las mujeres adquieren el derecho de acceder a la universidad o, todavía aún más próximo, fue en la década de los años 30 cuando adquieren el derecho de participar en las elecciones. Estos cambios han sido notorios y palpables en la XXVII edición de los Juegos Olímpicos Modernos en Sydney (2000), justamente en el primer centenar en el que se conmemora la primera participación de la mujer en los juegos de la II Olimpíada de la Era Moderna, celebrada en París (1900), aunque con una presencia inicial muy tímida, sólo 24 féminas, ya que únicamente lo hicieron en cinco deportes. Con posterioridad, los programas deportivos femeninos han ido equiparándose en relación a los masculinos. Por ejemplo en el atletismo, cuya presencia olímpica de la mujer se produjo en Ámsterdam 1928 con muy pocas disciplinas (100m; 800m; salto de altura; lanzamiento de disco y relevos 4×100 m.), gozan en la actualidad prácticamente de las mismas especialidades que los hombres. En los Juegos del 2000 (Sydney) el 38% de los 10.382 participantes inscritos, fueron mujeres, en cualquier caso cifras inferiores a la intervención masculina. Pero este recorrido no ha sido fácil. En el camino ha habido muchas dificultades que sortear, si bien todavía persisten obstáculos.

El ex Presidente del Comité Olímpico Internacional, el español, Juan Antonio Samaranch, indicó que: “Por fortuna, la mentalidad respecto a las mujeres ha evolucionado enormemente con el paso del tiempo, lo que, naturalmente, ha repercutido en el movimiento Olímpico”. Tras su elección al frente de este organismo en 1980 definió una de las prioridades en su mandato: que las mujeres tendrían acceso a la Junta Directiva del COI. Ello se cumplió y desde 1981 por primera vez en la historia Olímpica las mujeres pueden ser elegidas como miembros del Comité Olímpico Internacional, en el que se incluye un grupo de trabajo sobre Mujer y Deporte, presidido por una mujer. Incluso el restaurador de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna, Pierre de Coubertin, defendió que la mujer sólo servía para coronar al hombre vencedor, por lo que, inicialmente, no tuvieron cabida en la restauración olímpica. Este pensamiento es consecuencia de una sociedad patriarcal, hecha para los hombres y dirigida por los hombres. También han influido los estereotipos femeninos, cuyos valores de la feminidad se basan en la gracia, la belleza, el espíritu de sacrificio y la renuncia a su propio cuerpo. La primera conferencia Internacional sobre la Mujer y el Deporte se desarrolló en el Reino Unido, en Brihton en 1994, organizada por el British Sports Council y con el importante respaldo del Comité Olímpico Internacional. En el preámbulo de la misma se indica, entre otras consideraciones, que:

• El deporte y las actividades deportivas forman una parte esencial de la cultura de cada nación. No obstante, a pesar de que las mujeres y chicas forman parte de la mitad de la población mundial, el porcentaje de su participación en el deporte, aunque varía de país en país, es siempre inferior al porcentaje de los hombres y chicos.

• Durante los últimos años se ha apreciado un aumento en la participación femenina en el deporte y en las oportunidades para mujeres de participar en competiciones nacionales e internacionales; sin embargo las mujeres no han llegado a disfrutar una mayor representación en puestos de decisión y dirección del deporte.

• Las mujeres están sensiblemente subrepresentadas en las funciones de director, entrenador y juez, especialmente a los niveles más altos. Mientras que no haya mujeres que dirijan, decidan o sirvan de modelo dentro del deporte, no habrá igualdad de oportunidades para las mujeres y chicas.

Se diseñó en esta Conferencia sobre la Mujer y el Deporte, como objetivo general, el fomentar una cultura deportiva que permita y valore la participación plena de la mujer en todos los aspectos del deporte. Asimismo se requería a los organismos gubernamentales y no gubernamentales, al igual que todas las instituciones implicadas en el deporte que se comprometieran a aplicar políticas que permitan: • Asegurar que todas las mujeres, jóvenes y niñas tengan la oportunidad de participar en el deporte en un ambiente seguro y alentador, que proteja los derechos, la dignidad y el respeto del individuo. • Incrementar la participación femenina en todos los niveles, funciones y papeles del ámbito deportivo.

• Garantizar que los conocimientos, experiencias y valores de la mujer contribuyan al fomento del deporte.

• Promover el reconocimiento de la participación femenina en el deporte como contribución a la vida pública, al desarrollo de la comunidad y a la construcción de naciones sanas.

• Alentar a las mujeres a reconocer el valor intrínseco del deporte y su contribución a la expansión individual y a una vida sana.

La posterior declaración de estas jornadas definió la estrategia en todos los continentes y campos del deporte femenino en los próximos años: acentuar una cultura deportiva que permita y valore la plena participación de las mujeres en todos los campos del deporte. Pero, como decía anteriormente, es importante conocer los problemas que han sufrido las mujeres a lo largo de la historia para poder aplicar políticas eficaces de igualdad entre ambos sexos. A través de los siglos se han asentado unas falsas concepciones sobre un correcto desarrollo físico de las mujeres. Hay también que considerar que las influencias de las religiones han jugado un papel determinante, transmitiendo una idea contradictoria y ambigua sobre la mujer. Por ejemplo en la Iglesia Católica se contrasta entre la figura de Eva, protagonista de caer en el pecado original y María, cuya santidad, pureza y castidad provoca la admiración de todos. Prácticamente durante la Edad Media y el Renacimiento, las actividades físico deportivas han estado reservadas sólo para los hombres de clases altas, con una enorme discriminación hacia la mujer, cuya consideración biológica se basaba en su capacidad reproductora. El cuerpo de la mujer no es un patrimonio personal sino que es asociado a todos los demás: sus hijos, su marido y su patria. Con esta concepción del cuerpo femenino se justifican todo tipo de actitudes dirigidas a diferenciar su tratamiento en relación al masculino, expresándose en muchas esferas sociales, entre ellas el deporte. Bien es cierto que, en el siglo XVIII, la revolución francesa (1789) genera el comienzo de un nuevo pensamiento que se va a exportar fuera de sus fronteras a todo el continente europeo, bajo el lema de: Igualdad, Fraternidad y Libertad. Pero los cambios sociales son sumamente lentos en este sentido. A pesar de que el deporte moderno tuvo un enorme impulso en la Inglaterra del siglo XIX, se siguió arrastrando la idea de que la fragilidad de la mujer era incompatible con la práctica deportiva, de tal manera que, desde la concepción científica médica de la época se sentenciaba de que “El deporte es peligroso para la mujer”. Únicamente la orientación hacia la función maternal justificaba la inclusión de ejercicios físicos. Durante las primeras décadas del siglo XX, se sigue arrastrando estas concepciones erróneas sobre la práctica deportiva de la mujer, focalizándose en varios mitos:

• La actividad deportivo – atlética masculiniza a las mujeres.

• La práctica deportiva es peligrosa para la salud de las mujeres.

• Las mujeres no están interesadas en el deporte: cuando lo hacen no poseen la habilidad adecuada.

Sin embargo, paralelamente, surgen movimientos y reacciones de las mujeres de las clases altas, que aprecian en el deporte la oportunidad de acentuar la utilización de la libertad del uso del propio cuerpo. Por ello, comienzan a practicar golf, esgrima, equitación, tenis, tiro con arco, natación… si bien es cierto que utilizaban el deporte como un instrumento que les permitía intensificar una mayor relación social. Pero también en la actualidad siguen persistiendo obstáculos que contribuyen a que la presencia femenina en el deporte sea todavía inferior a la masculina, afectando no sólo a la esfera competitiva sino también a la actividad física recreativa y saludable. Entre ellos, podemos destacar:

• El menor tiempo libre de la mujer que el hombre.

• El menor nivel de reconocimiento al talento deportivo en la mujer que al hombre. • El mayor seguimiento de la sociedad a los resultados del deporte masculino. • La mayor “responsabilidad familiar” que asume la mujer, lo que contribuye a condicionar su visión lúdica-deportiva.

• La menor atención o espacio dedicado al deporte femenino en los medios de comunicación.

Diferencias entre sexos Pero la necesidad de equiparación no debe ocultar que existen diferencias entre hombres y mujeres que tienen repercusiones, no solamente en su rendimiento sino también en la elección deportiva. Algunas diferencias son: • Las extremidades de la mujer en relación con la talla son más cortas, lo que puede reducir su rendimiento en algunas especialidades deportivas. Esto conlleva que su CG (centro de gravedad) esté en torno a un 5-6% más bajo que en el hombre (mayor estabilidad y equilibrio), favoreciendo el dominio de algunas habilidades gimnásticas.

• También poseen una caja torácica y corazón más pequeño; menor concentración de hemoglobina (10-15%); menor número de hematíes; capacidad pulmonar inferior; menor Volumen Sistólico; menor Gasto Energético: Gasto Energético = Volumen sistólisco X Frecuencia Cardíaca).

• Asimismo poseen una mayor convexidad articular en rodillas (valgo o rotación interna), por lo que aumenta el riesgo de inestabilidad y de lesiones en el ligamento cruzado anterior y fracturas de estrés.

• Pelvis más anchas que los hombres; la mayor angulación del fémur y mayor curvatura de la columna de la región lumbar, provoca mayor dificultades para el trabajo de fuerza con cargas, por lo que se aconseja fortalecer más la región abdominal y la musculatura baja de la espalda. También aplicar ejercicios que relajen la columna vertebral y fortalecer el anillo pélvico de las mujeres que hayan tenido hijos recientemente

• La mujer también produce testosterona, sino no lograría siquiera ponerse de pie, pero es inferior a la del hombre. La producción de esta hormona en el hombre llega a 10 Mg. diarios y en la mujer no pasa de 0,1 Mg. Los niveles hormonales de testosterona es claramente inferior en la mujer, entre 10 a 20 veces menos, lo que justifican una fuerza muscular más escasa. Sin embargo las diferencias son más acusadas en el tronco y brazos, a favor de los hombres. Las mujeres solo alcanzan en torno al 50- 60% de sus valores.

• Por ello las mujeres deben realizar mayor número de sesiones de fuerza que los hombres para intentar mantener su volumen muscular, que es inferior.

• La mujer posee una mayor capacidad de aprendizaje motor, por una mejor coordinación

• Su velocidad de reacción y velocidad frecuencial es muy similar a la del hombre.

Estas diferencias contribuyen a que la mujer obtenga en algunos deportes como el atletismo rendimientos inferiores al del hombre. Se indican algunos ejemplos, en relación a los récords mundiales de ambos sexos.

Tabla 1. Mujer y deporte

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 3

Situación actual y perspectivas de futuro No se puede ocultar que ha habido avances en los últimos años en la equiparación del deporte femenino en relación al masculino, pero todavía queda mucho por hacer. De hecho las conclusiones de la I Semana de la Mujer

Deportista, celebrada en Madrid en el 2003, lo atestiguan en sus conclusiones:

 

1. Se evidencia, de nuevo, la menor participación y representación de las mujeres en el ámbito deportivo.

2. Se observa un avance importante en el deporte femenino de alta competición en los últimos años, pero este no se acompaña del correspondiente reconocimiento social.

3. Estos avances han estado provocados por los cambios sociales y el esfuerzo de las propias mujeres, además de actuaciones concretas por parte de las administraciones e instituciones responsables.

4. Las mujeres siguen encontrando barreras para incorporarse al ámbito deportivo en términos de equidad. Estas barreras son de tipo biológico, educativo, socio-cultural y deportivo.

5. Los problemas que tienen las mujeres en el ámbito deportivo no son los mismos en todos los deportes, ni en todas las mujeres.

6. Los problemas que las mujeres tienen en el ámbito deportivo se ven incrementados en el caso de las mujeres con alguna discapacidad. 7. En el deporte recreativo, los problemas que tienen las mujeres están relacionados con la disponibilidad de tiempo libre y con la precariedad de su capital deportivo.

8. Las mujeres continúan estando prácticamente ausentes en los niveles superiores de responsabilidad política, administrativa y deportiva.

9. Se denuncia la poca difusión y atención que los medios de comunicación prestan al deporte femenino.

10. Se denuncia también que, dentro de esta escasa atención, el tratamiento que se da al deporte femenino, generalmente, refuerza los estereotipos tradicionales sobre la imagen de las mujeres deportistas.

11. Se detecta una desigualdad en la distribución de los recursos materiales, humanos y económicos en el deporte femenino respecto del masculino, si se exceptúan las deportistas de alto nivel.

12. Se detectan vacíos legales en relación a los problemas específicos de las mujeres en el ámbito del deporte profesional, como la posible situación de embarazo.

13. Se solicita a las Instituciones y Organismos responsables del deporte una mayor y diferenciada atención y protección a las jóvenes deportistas y para aquellas que ya han finalizado la vida deportiva.

14. Se reclama una atención específica a la formación deportiva de las mujeres en las etapas escolares, con el fin de proporcionarles hábitos y recursos que les permitan integrarse en las diferentes formas de práctica deportiva en situación de equidad con los hombres.

15. Se solicita a los Organismos e Instituciones responsables del deporte la aplicación de las directrices y recomendaciones emanadas de las Conferencias Internacionales sobre la Mujer y el Deporte, mediante la creación de un Comité Nacional de Deporte Femenino que asuma esta responsabilidad.

16. Por último, se reitera la necesidad de continuar atendiendo de forma específica la participación de las mujeres en el sector deportivo, dado que las conclusiones a las que hemos llegado, lamentablemente, coinciden con las extraídas de los encuentros anuales que el Seminario Mujer y Deporte del INEF de Madrid viene realizando desde el año 1990.

La presencia y protagonismo de la mujer en el deporte, hasta equipararse a los niveles masculinos, requieren medidas que puedan aplicarse ya desde las primeras edades. En este sentido adquiere una enorme importancia el tratamiento del Deporte en Edad Escolar por parte de las instituciones públicas o privadas que tienen relación con el mismo, así como el fomento de una coeducación que elimine los estereotipos entre los hombres y las mujeres. Entre un hombre y una mujer existen diferencias fisiológicas, pero no son lo suficientemente significativas como para mantener a los colectivos femeninos alejados de la práctica deportiva o actividad física. De hecho la tendencia debe dirigirse a que la oferta deportiva sea la misma para hombres que para mujeres, con pequeñas diferencias. Por ejemplo, en el caso del atletismo, se expresan en la altura de las vallas u obstáculos o pesos de los artefactos de lanzamientos, pero manteniendo el mismo programa. Pero, al margen de la reglamentación específica de deportes de competición, el desarrollo de la práctica de la actividad física y deportiva en ambos sexos debe focalizarse con más intencionalidad hacia un estilo de vida saludable que a una práctica ocasional o esporádica. Por supuesto, el respaldo y potenciación de la asignatura de Educación Física, impartida por profesorado especialista, representa una actuación importante en esta línea. El marco educativo del deporte o la actividad física es aquel que permita al practicante formar o desarrollar su personalidad. “Un deporte es educativo cuando favorece el desarrollo de sus aptitudes motrices y psicomotrices, en relación a los aspectos afectivos, cognitivos y sociales de su personalidad” (Le Boulch, 1991), por lo que debe contribuir a eliminas barreras entre sexos. Deben seguir provocándose cambios de valores dentro de nuestra sociedad para que los estereotipos históricos sigan perdiendo vigencia y la mujer pueda acceder al mundo del deporte sin tantos impedimentos ambientales.

Para que la práctica deportiva sea educativa debe respetar, al menos, las siguientes reglas:

• Que no se discrimine la práctica por motivos de sexo o de nivel de habilidades o factores antropométricos

• Que se eviten barreras sociales (núcleos urbanos y rurales).

• Que puedan participar todos los que lo desean, sin ninguna exclusión. Por ello, hay que permitir que el perdedor siga incluido en la competición. (adaptación de normas).

• Evitar toda forma de violencia física y psicológica.

• Respetar las normas y la ética del comportamiento educativo. Es preciso controlar con rigor esta situación. El practicante infractor de una norma debe de reconocer su error ante los demás. Una victoria con trampa debe ser criticada por todo el colectivo.

• Solidaridad

• No magnificar en exceso la técnica, en detrimento del aspecto lúdico: actitud esencial de diversión. Ello crea una atmósfera laboral.

• Procurar crear parejas homogéneas o equipos igualados.

• Toda la clase debe participar, inclusive los alumnos lesionados, asumiendo funciones de jueces, animadores, etc.

• Minimizar al máximo las derrotas.

• Conducir la actitud de los alumnos hacia la necesidad de mejorar.

• Evitar muestras excesivas de júbilo tras la victoria: no es tan importante ganar.

• Magnificar una disculpa

• Crear un clima de alegría y confianza.

• Modificar en la medida de lo necesario las normas para posibilitar la consecución de los objetivos por un mayor número de niños o bien para que de garantice una mayor justicia. Dentro de los objetivos generales de la asignatura de la Educación Física en la Educación Primaria de Galicia se considera la de “Participar en juegos y actividades estableciendo relaciones equilibradas y constructivas con los demás evitando la discriminación por características personales, sexuales o sociales, así como los comportamientos agresivos y las actitudes de rivalidad en las actividades competitivas”. Tampoco debemos olvidarnos de la cualificación educativa de todas aquellas personas que forman parte de las estructuras que tienen que ver con el deporte de las categorías inferiores (clubes, federaciones, concejalías de deportes, administraciones provinciales o autonómicas… etc), ya que, en última instancia, a través del trato directo de los entrenadores o técnicos se ejerce un alto grado de influencia sobre los niños y niñas en todos los sentidos.

Pero también los medos de comunicación deben contribuir al acceso de la mujer a la práctica deportiva. Con frecuencia se comprueba que el nivel de tratamiento de las noticias generadas en los deportes femeninos es claramente inferior a los masculinos. Las mujeres, en general, disponen de un menor tiempo de ocio que el disfrutado por los hombres. Incluso algunas que trabajan fuera de su casa, deben asumir las tareas domésticas al llegar a su hogar, justamente cuándo podrían disfrutar de ese tiempo de ocio si los hombres compartiesen esas responsabilidades. Avanzar en esa dirección es también favorecer la igualdad de oportunidades entre sexos en relación a la práctica deportiva. Por ello, la actividad física femenina se encamina en la actualidad hacia la esfera de la salud y recreación, en la que las mujeres pueden evadirse de sus tareas domésticas. Sin embargo el deporte de rendimiento ya exige una mayor entrega y tiempo, por lo que está acotado solamente para un sector minoritario de mujeres. Con esta introducción finalizo esta primera parte de la mesa redonda, a la espera de profundizar sobre algunas de las cuestiones indicadas en el turno de debate. Muchas gracias por su atención.

 

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