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31 May 2011

Aportaciones teóricas en la concepción del entrenamiento deportivo moderno

LA CARGA Y SU RELACIÓN CON EL PROCESO DE ADAPTACIÓN: CARACTERIZACIÓN, TIPOLOGÍAS Y CLASIFICACIÓN.

La carga constituye la categoría central del entrenamiento (Campos-Granell y Ramón, 2001; Tschiene, 1987) ya que debido a su naturaleza, magnitud y orientación permite que se produzca una reacción de adaptación, o lo que es lo mismo, se consigue un efecto a través del entrenamiento (Platonov, 1988; Pablos y Huertas, 2000; Navarro y Rivas, 2001). En esta misma línea Lehnert (1996) asegura que la unidad entre ejercicios, planteamiento metodológico y carga de trabajo del entrenamiento representa el factor decisivo que determina la dinámica del rendimiento.

Por su parte Satori y Tschiene (1988) señalan que la carga de entrenamiento indica muy a menudo la medida cualitativa y cuantitativa del trabajo desarrollado y representa la medida fisiológica de la solicitud generada en el organismo, se manifiesta a través de reacciones funcionales concretas con una determinada profundidad y duración que, según su magnitud, provocan fatiga y disminución de las reservas energéticas (Teodorescu, 1996).

Por carga se entiende cada una de las dosis de entrenamiento que es aplicada al deportista con el fin de desencadenar los procesos adaptativos en el organismo (Paish, 1992), o dicho de otro modo, la carga es el estímulo necesario que debe producirse sobre los diferentes órganos y sistemas del deportista con el objetivo de provocar una serie de adaptaciones que influyan en su rendimiento (Mirella, 2001).

El deporte actual se enmarca dentro de un contexto de creciente exigencia física y psicológica en cuanto a desarrollo, mantenimiento y disponibilidad de rendimientos deportivos máximos, en donde las cargas de entrenamiento que son utilizadas deben ser cada vez mayores para poder disponer de garantías de éxito en contextos de rendimiento (Ballesteros, 2001; Berger y Minow, 1996, 1995; Pablos y Huertas, 2000). Algunos autores (Lorenzo-Calvo, 2001) denominan esta situación como Estado de Rendimiento Óptimo (ERO).

Sin embargo, no debemos caer en la idea errónea de “cuanto más mejor” a la hora de establecer las cargas, ya que éstas deben estar diseñadas de acuerdo a las posibilidades individuales y a las características del deportista que está siendo entrenado. Si las cargas sobrepasan ciertos límites de rendimiento personal el resultado consecuente puede ser negativo, del mismo modo que si fuesen insuficientes para el progreso en el entrenamiento (Ballesteros, 2001; Navarro y Rivas, 2001). En tanto en cuanto las cargas se aproximen a un nivel óptimo en función del rendimiento alcanzado, mejor será la adaptación provocada (Harre, 1987), de ahí que esta situación sea una de las mayores preocupaciones actuales para los especialistas en entrenamiento deportivo. Navarro y Rivas (2001) consideran que la carga total de entrenamiento de una sesión corresponde con la suma de todos los ejercicios realizados durante la misma, la cual dependerá también del descanso que se haya producido. Estos autores, al igual que Smith y Norris (2002), describen un sistema de clasificación de la carga total en función de su expresión durante una sesión de entrenamiento o durante un microciclo de trabajo (figura 1):

Niveles de carga. Adaptado de Navarro y Rivas (2001)

Figura 1: Niveles de carga. Adaptado de Navarro y Rivas (2001).

      1. Cargas Excesivas: superan el límite de la capacidad de adaptación del organismo provocando el síndrome de sobreentrenamiento.
      2. Cargas Entrenables: provocan adaptación en la dirección específica en que se produce el efecto de entrenamiento.
      3. Cargas de Mantenimiento: son insuficientes para provocar adaptación, pero son suficientes para evitar el efecto de desentrenamiento.
      4. Cargas de Recuperación: no evitan el proceso de desentrenamiento pero tienen efectos positivos en el proceso de regeneración después de una carga entrenable previa.
      5. Cargas Ineficaces: no tienen ningún efecto de cara al desarrollo, mantenimiento o recuperación del organismo.

La tipología de cargas expuesta anteriormente en función de la tolerancia y utilidad se corresponde también con otra clasificación muy similar propuesta por Milanovic (1997) y Zhelyazkov (2001) (figura 2):

  1. Cargas Máximas: situadas en el 90-100 % de la intensidad máxima de trabajo.
  2. Cargas Submáximas: situadas en el 75-90 % de la intensidad máxima de trabajo.
  3. Cargas Medias: situadas en el 60-75 % de la intensidad máxima de trabajo.
  4. Cargas Moderadas: situadas en el 45-60 % de la intensidad máxima de trabajo.
  5. Cargas Pequeñas: situadas en el 30-45 % de la intensidad máxima de trabajo.
  6. Cargas Insignificantes: por debajo del 30%.

grafico de intensidades

Según estos autores, las cargas más elevadas provocarían cambios funcionales y estructurales en el organismo tras su aplicación. Las cargas medias tienen una función principalmente estabilizadora, mientras que las cargas pequeñas contribuirían en los procesos de recuperación del organismo y servirían para predisponerlo ante nuevas cargas elevadas.

Siff y Verkhoshansky (2000) aseguran que el volumen y la intensidad son considerados como los componentes más importantes de la carga. En relación a ello, Harre (1987) y Paish (1992) hablan de:

    1. Cargas extensivas: la intensidad del estímulo se sitúa en la zona inferior del rango óptimo de intensidad, por tanto son cargas de intensidad baja. Consecuentemente el desarrollo de la capacidad orgánica es lento y estable, pero continuo en el tiempo. Se precisa un gran volumen de entrenamiento.
    2. Cargas intensivas: la intensidad del estímulo se sitúa en la zona superior del rango óptimo de intensidad, por tanto son cargas de intensidad alta. Provocan un incremento rápido del rendimiento, pero son ganancias más inestables y necesitan de otras cargas extensivas de consolidación.

Atendiendo a la relación entre la estructura externa de la carga y su influencia real en el organismo Matveiev (1983), Navarro y Rivas (2001) y Teodorescu (1996), entre otros autores, clasifican las cargas en:

    1. Cargas externas: son los ejercicios reales a los que se someten los deportistas durante el entrenamiento, es decir, las tareas que tienen que realizar y que constatan de manera objetiva el trabajo realizado al venir determinadas por una magnitud (volumen, intensidad y duración) y una orientación.
    2. Cargas internas: se corresponde con la reacción del organismo frente a la carga externa que se le aplica, es decir, el nivel de respuesta que alcanza el organismo ante la carga. Este nivel de respuesta tiene una variación interindividual que puede constatarse a través de parámetros fisiológicos (frecuencia cardiaca, frecuencia ventilatoria, consumo de oxígeno, concentración de lactato, actividad eléctrica muscular, etc.) o a través de parámetros motores relacionados con la ejecución (velocidad, amplitud, frecuencia, ritmo, etc.).

Zhelyazkov (2001) se refiere a las cargas externas e internas como cargas físicas y cargas funcionales respectivamente.
Igualmente Siff y Verkhoshansky (2000) se refieren a la carga externa como la cantidad de trabajo realizado, y a la carga interna como su efecto sobre el organismo. Estos autores realizan una aportación muy interesante al establecer un tercer tipo a partir de la manifestación subjetiva de la carga interna, la cual denominan carga psicológica, correspondiente con el efecto psicológicamente percibido por el deportista (percepción de esfuerzo, estado de ánimo, etc.).

En definitiva, podemos comprobar que hay diferentes clasificaciones de la carga en función de diversos criterios, sin embargo es de gran interés considerar su naturaleza conjunta independientemente del ámbito de trabajo en el que se pueda desarrollar (Siff y Verkhoshansky, 2000), principalmente cuando estamos hablando de contextos prácticos o aplicados.

Por último cabe resaltar un aspecto importante de la carga que, a nuestro juicio, resulta relevante y que tiene un fuerte vínculo con lo expuesto hasta ahora. A pesar de que en este trabajo no se tratará en profundidad, queremos hacer constar lo que Navarro y Rivas (2001) denominan como vertientes de la carga (figura 3), las cuales van a incidir tanto en sus elementos externos, por tanto, ajenos al sujeto, como en los elementos internos dependientes de las características individuales, que explicarían el porqué una carga favorece el desarrollo de un aspecto específico, múltiple o nulo de la potencialidad deportiva, en un tiempo determinado o a unos niveles concretos; por qué una misma carga en sujetos diferentes provoca efectos distintos ya sean de adaptación, recuperación, mantenimiento, lesión o simplemente de ningún tipo. En definitiva, estas vertientes son la naturaleza, la magnitud, la orientación y la organización, las cuales han sido tratadas con anterioridad por numerosos autores (Bompa, 2003, 1983; Bondarchuck, 1988; Matveiev, 2001, 1983; Platonov, 1988; Verkhoshansky, 1998, 1990; Zhelyazkov, 2001).

Vertientes fundamentales de la carga. Adaptado de Navarro y Rivas (2001)

Figura 3: Vertientes fundamentales de la carga. Adaptado de Navarro y Rivas (2001).

CONCLUSIONES

En este trabajo hemos intentado recoger algunas de las consideraciones actuales más importantes relacionadas con el concepto de entrenamiento deportivo, sus características y algunos de los aspectos más representativos, como los componentes del entrenamiento en la preparación de los deportistas, así como unas de sus herramientas principales: los estímulos y las cargas de trabajo. A través de los distintos apartados hemos pretendido realizar una contribución teórica, terminológica y taxonómica sobre muchos de los elementos que pueden ser de gran utilidad en contextos aplicados en la preparación de los deportistas, así como en contextos docentes y de investigación en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.

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