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La dirección técnico de un centro de fitness
11 Jul 2018

FITNESS: DIRECCION TECNICA

La dirección técnica de un centro de fitness.

¿Acabas de montar tu propio centro fitness o estás pensando en hacerlo? ¿Eres consciente de la importancia del rol de un director técnico y de dónde acaban tus competencias y dónde empiezan las de él?

Como dice el dicho, “zapatero, a tus zapatos”. Hoy en día, quien quiera montar cualquier negocio (salvo alguna excepción, obviamente), puede hacerlo, siempre y cuando disponga del capital suficiente para ello o de si los bancos o el Estado se lo facilitan (préstamos I.C.O., personales, hipotecarios…).

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Hasta ahí, “todo correcto”. El problema viene cuando quien se aventura en un proyecto de tal o cual magnitud, carece de la formación adecuada para dirigirlo y, encima, pretende llevarlo “a su manera”. Ese es el primero y el más grave de todos los errores que seguro que va a cometer.

Yo, como cualquiera de vosotros, podría montar un restaurante, pero si no sé ni siquiera freír un huevo, catar un buen vino o diferenciar entre el pescado fresco del congelado, ¿cómo pretendo hacer que mi negocio funcione? Lo más sensato es que contrate a un profesional con la formación adecuada y, si cabe, con la experiencia suficiente en el mundo de la restauración, para que se encargue de que mi local funcione y dejar que esa persona sea quien lo dirija. O llamar a Alberto Chicote cuando no sepa qué hacer para sacarlo a flote y esté con el agua al cuello…

Extrapolando el ejemplo anterior al caso que nos ocupa, huelga decir que, sin una formación adecuada (gestión deportiva, entrenamiento, nuevas tendencias en el ejercicio físico, etc.) y una dilatada experiencia en el sector fitness, el negocio está abocado al fracaso. Es por esta razón por la que resulta imprescindible contratar a un director técnico y confiar en sus criterios, pues es la persona que está capacitada para hacer que un centro fitness, gimnasio o club deportivo, funcione adecuadamente.

En el siguiente esquema que he diseñado, podréis ver cómo debería trazarse la línea lógica de actuación a la hora de gestionar y dirigir un centro fitness:

La dirección técnica de un centro de fitness

Este esquema se traduce de la siguiente manera:

  • La directiva del centro y el director técnico establecen, conjuntamente, los objetivos, tanto económicos, como técnicos, a corto, medio y largo plazo, previo estudio del capital disponible para invertir en recursos materiales y humanos (profesorado, material, publicidad…).
  • Una vez establecidos dichos objetivos, y sabiendo el director técnico de qué capital dispone, es éste quien coge las riendas del centro y el encargado de configurar el equipo de profesores, de comprar el material técnico adecuado para las instalaciones, de diseñar las tácticas de captación de nuevos socios y de fidelización de clientes, etc.

La dirección técnica de un centro de fitness

  • El director técnico está en constante comunicación e interactuación con el equipo humano involucrado en el proyecto (profesores, asesores-gestores, informáticos…). Hay un continuo feedback entre todos ellos, aportando ideas, estudiando mejoras, detectando posibles errores (y subsanándolos, por supuesto), etc. La motivación y la implicación en el proyecto, por parte de todos los empleados, será notable.
  • Las quejas, solicitudes, sugerencias, etc. de los clientes del centro, son atendidas por el director técnico, pues este aspecto también es competencia suya y debe ser él quien las atienda. Lógicamente, para que esta vía de comunicación funcione, los clientes deben estar informados y concienciados de que sus inquietudes deben transmitirse a la dirección técnica del centro y a nadie más.
  • La directiva es informada, de forma periódica, por parte de la dirección técnica, de los acontecimientos que se van sucediendo en el centro y de aquellos aspectos más relevantes.

Trabajando de esa manera, si las decisiones y las elecciones del director técnico han sido las adecuadas, el éxito está asegurado. De lo contrario y con razón, la directiva tendrá que prescindir de sus servicios.

La otra “dirección”

Desafortunadamente, esta línea de actuación puede resultar utópica para ciertos empresarios inexpertos en la materia, que han decidido aventurarse en el mundo del fitness y que optan por tomar el siguiente camino:

La dirección técnica de un centro de fitness

En ese caos procedimental no hace falta ser muy avispado para comprender que, la desorganización, la descoordinación y, en resumidas cuentas, la falta de criterio empresarial, conducirán a un desenlace en el que el primer afectado será el propio director técnico.

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En una situación así, el director técnico recibe diferentes órdenes de varios miembros directivos que, para empezar, no se han puesto de acuerdo entre ellos previamente o que, simplemente, ni siquiera han comentado sus decisiones con el resto. Aquí se produce un problema de jerarquías; ¿a quién hace caso el director técnico? ¿Quién es el enlace directo entre la cúpula del centro y la dirección técnica?

La dirección técnica de un centro de fitnessPor otro lado, tal descontrol provoca que, muchos de los aspectos propuestos, estudiados y zanjados en las reuniones con la dirección técnica, se pierdan, se traspapelen o se olviden. Y es posible que aquellos que lleguen a buen puerto, tarden en hacerlo, pues puede darse el caso de que la decisión final no dependa de nadie de los que han asistido a esas reuniones.

La comunicación y el feedback entre la directiva y la dirección técnica son muy defectuosos; no hay una respuesta, al momento, que atienda una demanda o que solucione un imprevisto. Las cosas se tienen que estudiar cuando el resto de la directiva esté disponible, lo cual lo demora todo. Los “correveydile” son la tónica de la comunicación en la línea de actuación caótica.

Además, a todo eso se le suma el defecto que tiene la directiva de querer atender a los clientes sobre aspectos estrictamente técnicos (clases dirigidas, profesores, horarios…), intentando satisfacer sus demandas (sin consultarlo con el director técnico), especialmente las de aquellos usuarios con quienes más confianza tienen o porque les une una relación familiar o de amistad. Dos grandes errores en uno: atender aspectos técnicos sin respetar el criterio del director técnico y priorizar las demandas de ciertos clientes “VIP”.

La desidia y la desmotivación no tardarán en hacer mella en los trabajadores que están cara a los clientes, es decir, los propios profesores. Sus inquietudes, sus dudas, sus problemas, no son resueltos con la eficiencia con la que se debería hacer y, pronto, caerán en el bucle caótico en el que se ha convertido el centro.

Y como en el deporte mismo, ¿quién es el primero en caer? Pues el que dirige al grupo, en este caso, el director técnico. Por dos razones, principalmente porque sea él quien decida abandonar el barco (por motivos más que razonables) o porque la directiva decide prescindir de sus servicios. En el caso de la línea caótica de actuación, las razones por las que la directiva decidirá que se produzca la ruptura entre ambas partes, pueden ir desde que no toleren la actitud “rebelde” de quien intenta hacer las cosas como deben hacerse (y no le dejan) o hasta porque no han obtenido beneficios a corto plazo.

¿Beneficios a corto plazo?

Pensar que un proyecto de tal magnitud va a dar beneficios a corto plazo, es otro gran error. A la hora de hacer funcionar un centro fitness, hay que ser conscientes de que arrancar va a ser difícil y de que dependeremos, en gran medida, de la cantidad de socios que se inscriban.

Para atraer nuevos socios, hay que crear una oferta atractiva de servicios y a unos precios, si cabe, más atractivos aún. Eso supone hacer una inversión importante en cuanto a publicidad (cuanta más, mejor), instalaciones, material variado y de última generación, en profesores cualificados y en clases dirigidas. No podemos esperar una afluencia considerable de nuevos socios ofreciendo lo mínimo y esperar que sea la clientela quien demande ciertos servicios. Normalmente, si queremos comprar un determinado producto en una tienda y no lo tienen, iremos a buscarlo a otros establecimientos, hasta que lo encontremos.

Eso implica que, al principio, habrá clases que no se impartan, material del que se prescinda o incluso, parte de las instalaciones o de las comodidades puestas a disposición de los usuarios, que no se utilicen. Lo que no se puede pretender es cortar por lo sano, a las cuatro semanas de haber abierto al público, empezar a quitar clases, reducir profesorado o prescindir de otros servicios cuando, ni siquiera, se ha hecho una campaña de publicidad amplia y agresiva. Si se hace eso, se perjudicará a clientes ya en activo y se correrá el riesgo de perderlos; por pocos que sean, es un lujo que no podemos permitirnos.

El profesorado

Lo primero que el empresario debe tener claro, a la hora de montar un centro fitness, un gimnasio o un club deportivo, es en qué división quiere jugar. Cada localidad donde haya varias instalaciones de este tipo, es una liga con varias categorías. Si se quiere jugar en primera división y marcar la diferencia, se tendrá que fichar a los mejores jugadores y éstos, por supuesto, están muy cotizados.

Un profesor no trabaja los 50 o 60 minutos que dura la clase que imparte. Esa clase tiene una preparación previa que puede durar más de 1 hora y requiere de un montaje musical específico que acompañe el “tempo” de la sesión. Eso, el empresario, tiene que tenerlo muy en consideración y ser consciente de que “entretener” a sus clientes no es cuestión de esos 50 o 60 minutos. Lo lógico es que a cada profesor, se le pague la clase a no menos de 18€, pues en realidad, el trabajo efectivo que requiere la preparación de dicha clase, le supone una ganancia de, en muchas ocasiones, menos de 6€ por hora. “¡18€, la hora! ¡Eso no lo cobro ni yo!” Eso lo dicen muchos empresarios, sí, pero, a la hora de llevar el Mercedes o el Porsche al concesionario, no se quejan de lo que les cobra el mecánico por hora… Pagar “Cristianos Ronaldos” a precio de “Perico, el de los Palotes”, no es lógico, por mucho que quiera el empresario que nos metamos en su piel.

El director técnico, volviendo al tema que nos ocupa, es el encargado de diseñar el equipo de profesores más adecuado para estar a la altura de las pretensiones del centro que va a dirigir. Sabiendo el presupuesto del que dispone para encauzar el proyecto, recomendará la contratación de profesores de mayor o de menor prestigio. Mi principal recomendación es crear un equipo en el que se conjunte juventud con veteranía y en el que haya polivalencia a la hora de impartir las clases, pues este aspecto puede solucionar, fácilmente, por ejemplo, temas de sustituciones (por vacaciones, enfermedad, lesión…).

En resumidas cuentas, cada trabajador tiene unas funciones y ciertas responsabilidades dentro de una empresa y se debe permitir que desempeñe su labor de la manera que crea conveniente, pues lo hace por el bien de esa empresa, acorde a la filosofía y a la mecánica de ésta y en pro de la consecución de los objetivos establecidos. Al fin y al cabo, para eso se ha confiado en sus capacidades. Sin embargo, sí, desde un principio no hay un proyecto claro, unos objetivos a corto, medio y largo plazo, un orden jerárquico bien definido y un respeto hacia la línea de actuación de los profesionales especializados en materias concretas, es poco probable que una empresa funcione.

Este tipo de cosas pasa, especialmente, en el mundo del fitness y el deporte se debe, ni más, ni menos, que a la poca importancia que se le puede llegar a dar a este sector. Cualquiera puede montar un centro fitness; cualquiera puede entrenar a otras personas; cualquiera puede apuntarse a un gimnasio e ir probando todas las máquinas de musculación como si de una cata de helados se tratara; y cualquiera sabe más sobre este mundillo porque, total, tampoco es tan complicado, ¿no? ¡Vaya cruz nos ha caído encima con todo eso!

Realmente, y para concluir, he de admitir lo afortunados que somos, muchos, de dedicarnos a este maravilloso mundo del deporte, el ejercicio físico y la salud, pero al mismo tiempo, hay que reconocer lo desagradecido y menospreciado que puede llegar a ser en muchos momentos de nuestra vida profesional. Pero aprendemos de cada experiencia (tanto positiva, como negativa) y nos ayuda a seguir creciendo, día a día, como profesionales y a enamorarnos, más todavía, de nuestro trabajo.

Por Juan Fco. Marco Satorre.
Profesor de Alto Rendimiento.

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