¿GRUESO Y EN FORMA O DELGADO Y FLOJO?
¿Qué es mejor, estar grueso y en forma o estar delgado y flojo?
Covert Bailey, famoso partidario del ejercicio, solía decir que tienes dos opciones en la vida: puedes estar en forma o con exceso de peso. La gente respondía a este mensaje comprando cantidades ingentes de libros y vídeos de Covert, pero sólo había un pequeño problema: estaba equivocado.
En recientes investigaciones se demuestra que la gente con sobrepeso puede estar muy en forma (ej. Tener un VO2max alto y llevar a cabo una cantidad impresionante de ejercicios de resistencia).
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Y lo que es más, estas personas gruesas y que están en forma tienen un menor riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular y de mortalidad que sus homólogos más esbeltos pero bajos de forma.
Existen investigaciones que demuestran que es tu forma física, no tu exceso de grasa, lo que cuenta de verdad en lo que respecta a la longevidad. Chong Do Lee, Steven Blair y Andrew Jackson del Instituto Cooper para la Investigación Aeróbica en Dallas, Tejas, fueron capaces de demostrar que los índices de mortalidad entre hombres obesos pero en forma no eran estadísticamente significativos respecto de los hombres delgados y en forma. Además de que los hombres con exceso de peso y en forma tenían un riesgo de muerte equivalente a la mitad que los hombres delgados y con baja forma física (“Buena forma cardiorrespiratoria, composición corporal y mortalidad por otras causas y por enfermedad cardiovascular en hombres” “Cardiorespiratory Fitness, Body Composition and All-Cause and Cardiovascular Disease Mortality in Men” American Journal of Clinical Nutritios, vol. 69, pp. 373-380, 1999).
El estudio
En su estudio, Lee, Blair y Jackson, realizaron el seguimiento de un total de 21.925 hombres con edades comprendidas entre 30 y 83 que se sometieron a evaluaciones médicas entre 1971 y 1989 en la Clínica Cooper. Todos los sujetos del estudio residían en los Estados Unidos y no tenían antecedentes de infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares o cáncer en el momento de la evaluación.
La composición corporal de cada uno se calculó para determinar el porcentaje de grasa corporal, y todos los individuos se sometieron a pruebas rigurosas en la cinta de correr con el fin de calibrar su estado de forma cardiorrespiratoria.
Los resultados del estudio
Lo mínimo que se puede decir es que los resultados fueron muy interesantes. Entre los hombres delgados (los que tenían un porcentaje de grasa corporal menor del 16’7%, los que estaban en baja forma (ej, los que tenían un rendimiento bajo respecto a la media de la población, en la prueba de ejercicio sobre la cinta de correr) presentaban el triple de riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular que los que estaban en forma.
Entre hombres con composición corporal “normal”, es decir, con un porcentaje de grasa corporal entre 16’7 y el 25%, el estar en baja forma casi duplicaba el riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Dentro del grupo de los hombres obesos (los que tenían un porcentaje de grasa corporal por encima del 25%), el estar bajo de forma triplicaba el riesgo de muerte por problemas cardiovasculares.
La mortalidad por otras causas (la muerte como resultado de un infarto de miocardio, cáncer o cualquier otra causa) seguía una tendencia similar con la única excepción de la tasa de mortalidad que se duplicaba como castigo por no estar en forma tanto en los grupos de hombre delgados como obesos (en comparación con el riesgo sólo por muerte cardiovascular que era del triple).
Aquellas personas con exceso de peso pero que están en forma viven más
No obstante, aquí están las frases claves de la investigación de Cooper: los hombres con exceso de peso que están en forma no tienen un riesgo mayor de morir por infarto de miocardio que los delgados que están en forma. Los hombres con exceso de peso que están en forma tienen aproximadamente la mitad de riesgo que los delgados que no están en forma (lo mismo se cumplía para la mortalidad por cualquier otra causa).
Así que no era el exceso de grasa lo que era un fuerte determinante de mortalidad, sino la forma física. Estar en baja forma física, tanto si estás delgado como un palo o redondo como una bola, aumenta el riesgo de muerte. Por el contrario, estar en forma minimiza los riesgos, incluso si eres bastante corpulento.
Siguiendo la misma línea, los hombres que están en forma y tienen una “composición normal”, con un porcentaje de grasa corporal entre 16’7 y el 25%, no tenían más probabilidades de morir que los delgados que estaban en forma, pero los hombres normales en forma tenían sólo la mitad de probabilidades de estirar la pata que los delgados pero en baja forma. En general, los hombres más delgados y con la condición física más baja tenían muchas más probabilidades de morir que los que tenían exceso de peso y estaban más en forma. La forma física puede restringir la actividad de los verdugos, mientras que la delgadez ejerce un papel poco protector. Hay que señalar que todas las observaciones de Cooper siguen inalteradas incluso después de que los investigadores realizaran ajustes estadísticos para el hábito de fumar, ingesta de alcohol, antecedentes de cardiopatías isquémicas o lecturas alteradas de los electrocardiogramas en el momento de la primera evaluación.
Es verdad que el exceso de grasa tiene poco que decir sobre la mortalidad, pero este era principalmente el argumento entre la población inactiva. Si tienes exceso de peso además de estar en baja forma, tu riesgo de estirar la pata es un 33% mayor que los que disponen de una composición corporal normal y están en baja forma. Hay que añadir que existe una relación lineal entre el exceso de peso y mortalidad entre hombres delgados. (ej., a medida que tu porcentaje de grasa corporal aumenta aun permaneciendo en el intervalo de los delgados, tu riesgo de morir también aumenta), esto puede representar una conexión entre la muerte y la capacidad aeróbica, y no entre la mortalidad y la grasa corporal. Entre los delgados, los hombres con mejor condición física, por dicha condición tienden a tener el mayor VO2max y también la composición corporal más delgada, y así habría sido su capacidad aeróbica, no la ausencia de grasa lo que hubiese disminuido ligeramente su tasa de mortalidad.
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¿Y que pasa con el tamaño de la cintura?
El equipo de Cooper también realizó unos cálculos interesantes con las mediciones de la cintura de sus voluntarios. La razón que les llevó a hacerlo era que muchas de las investigaciones previas que habían asociado la obesidad con un mayor riesgo de muerte, habían empleado el índice de masa corporal (BMI) para determinar el exceso de peso, a pesar de que el BMI es un indicador imperfecto del sobrepeso. El BMI es simplemente el peso de una persona en kilogramos dividido por el cuadrado de su altura en metros (ej., Kg./m2). Como puedes observar por la expresión de BMI, a medida que aumenta el peso el BMI también se eleva ya que la masa corporal está en el numerador. Si este peso se debe principalmente a la estatura (talla), el denominador (la altura al cuadrado) modera la subida de los valores en el BMI y lo mantiene en una cifra moderada. Si el peso extra se asocia con una talla baja, sin embargo (ej., la persona tiende a ser pesada para su altura, tal vez por causa de su exceso de grasa) el denominador permanece pequeño y el BMI se dispara hacia arriba. Así el BMI ha llegado a ser un indicador ampliamente aceptado de la composición corporal, y los altos BMI indican supuestamente un exceso de peso.
Sin embargo los investigadores de Cooper señalaron correctamente que el BMI no es realmente un indicador fiable de la obesidad, ya que no discrimina entre masa grasa y masa muscular (una persona puede ser pesada para su altura porque tiene mucho músculo, no muchos michelines). No nos sorprende que varias investigaciones llevadas a cabo antes del estudio de Cooper hayan demostrado que el BMI no es siempre un gran factor pronóstico de mortalidad; por ejemplo, en una investigación donde los hombres con BMI bajo (y por ello supuestamente con un bajo porcentaje en grasa corporal) tenían tasas de mortalidad más altas que los individuos con BMI alto (los que debían presentar un exceso de peso). Pues resultó que los hombres con BMI bajo de hecho tenían un gran michelín en la cintura (un signo de obesidad androide), mientras que los hombres con menor probabilidad de morir con altos BMI tenían unas medidas de cintura delgadas, y entonces los investigadores de Cooper consideraron que harían mejor prestando mayor atención a la zona media del cuerpo de los voluntarios.
No te dejes engañar por las apariencias
Lee, Blair y Jackson habían empleado inicialmente mediciones de peso hidrostatico y el grosor del tejido cutáneo (conocido por skinfold) para determinar el exceso de peso global en el cuerpo de sus voluntarios y así poder agruparles en las categorías de delgados, normales o gruesos.
Cuando comprobaron las medidas de cintura de sus voluntarios, el equipo de Cooper encontró que los hombres más grandes en la mitad de su cuerpo, no tenían riesgos elevados de mortalidad, siempre y cuando estuviesen algo en forma, y verdaderamente disfrutaban de un menor riesgo de morir, en comparación con los hombres en baja forma y con cinturas escuálidas. Además resulta que los hombres en baja forma comprendían el grupo del 25% que tenía las menores medidas de cintura (ej., personas con aspecto extremadamente delgado) tenían casi cinco veces más riesgo de morir que sus homólogos en forma. Dicho de otra forma, emplear el tamaño de cintura como indicador de exceso de peso antes que los resultados de la medición del peso hidrostático y el grosor del tejido cutáneo, no cambiaban el patrón general: la forma física prevaleció sobre ambos, hydrostatic weighing y medición de cintura como el mejor factor pronóstico de la longevidad. Las relaciones descritas más arriba eran válidas incluso a pesar de que la definición de estar en forma física empleada por los investigadores de Dallas no era exactamente rigurosa. Para “estar en forma” todo lo que había que hacer era mostrar un rendimiento sobre la cinta de correr que fuese mejor que el más perezoso 20% de la población a estudio. Esta definición hace aún más alarmante si cabe, el profundo impacto que supone estar en forma sobre el riesgo de mortalidad: si tienes sobrepeso, no tienes que convertirte en un corredor de maratón para poder disfrutar aproximadamente de la misma protección que las personas delgadas que están en forma; todo lo que tienes que hacer es ser mejor que el “peor de los infractores” de la forma física, es decir, aquellos cuyas capacidades de realizar ejercicio estaban entre el 20% más bajo.
¿Y cual es la conclusión?
Puedes estar “grueso”, ej., tener un porcentaje de grasa corporal comparativamente alto, por muchas razones, entre las que se incluyen tener una predisposición genética al exceso de grasa y/o índices metabólicos bajos asociados con tus exclusivas características endocrinas o un historial de haberte sometido en el pasado a regímenes extremos ya que un cierto nivel de sobrepeso puede ser natural para tu cuerpo y los intentos para reducir la grasa corporal de forma drástica pueden poner en peligro para tu salud. Tal y como los investigadores de la Clínica Cooper señalan, es importante tener en cuenta que ser relativamente grueso no te condena a un mayor riesgo de mortalidad. Si estás en forma, puedes disminuir de forma considerable tu riesgo de morir y disfrutar de una esperanza de vida similar a las de un individuo en forma con una composición corporal mucho más delgada. A pesar de los sermones de Covert Bailey, es posible estar en forma y tener sobrepeso.
Y entonces, ¿Por qué en estudios previos se ha relacionado el sobrepeso con una muerte prematura? Si uno observa a un grupo numeroso de hombres, se debería esperar encontrar una relación directa entre exceso de grasa y mortalidad cardiovascular y las otras causas. Es decir, que los más gruesos serían los que tenderían a morir antes y así uno puede concluir fácilmente que es su sobrepeso lo que les envía a la tumba. Sin embargo, el exceso de grasa y el estar en forma suelen estar relacionados; generalmente, la población de personas con sobrepeso tiende a estar también con peor forma física que la población de gente delgada, ya que el ejercicio mejora la composición corporal. Si la forma física es el factor pronóstico clave de la longevidad, las personas con sobrepeso tenderán a morir antes que sus homólogos más delgados. Sin embargo, una vez se empieza a clasificar a la gente por su condición física antes que por el puro exceso de grasa, queda claro que el tener exceso de peso no es una sentencia de muerte automática; los investigadores de Cooper no observaron un riesgo de mortalidad elevado en hombres con grandes cantidades de masa grasa – si éstos también estaban en forma. En contraste con esto, observaron en los hombres delgados un mayor riesgo de morir – si estaban en baja forma. Para decirlo con otras palabras, estar físicamente en forma es más importante que perder peso o estar flaco cuando se trata de reducir el riesgo de morir. No practicar ejercicio alguno parece ser un riesgo mucho mayor que tener un porcentaje relativamente elevado de grasa corporal.
Autor: Ricardo Segura Falcó
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