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6 May 2010

La planificación del entrenamiento en deportes de equipo

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Hasta hace muy poco tiempo el entrenamiento deportivo estaba basado en el rendimiento del deportista, muchas veces guiados por patrones extraídos del atletismo. Incluso para los deportes colectivos, el entrenamiento tan solo consideraba situaciones de carácter puramente…

 
Autor(es): Prof. D. Ramón Riverola i Sabater
Entidades(es):
Congreso: III Congreso Internacional de Ciencias del Deporte y Educación Física
Pontevedra– 6-8 de Mayo de 2010
ISBN: 978-84-613-8448-8
Palabras claves: Competencias, Preparación Física, Deportes De Equipo

Resumen

Hasta hace muy poco tiempo el entrenamiento deportivo estaba basado en el rendimiento del deportista, muchas veces guiados por patrones extraídos del atletismo. Incluso para los deportes colectivos, el entrenamiento tan solo consideraba situaciones de carácter puramente basados en la mejora individual del jugador y obviaba aspectos de gran importancia como la cooperación, la coordinación de las diferentes acciones técnicas, la toma de decisiones, la resolución de los problemas que se derivan del juego…A su vez la interacción tan esencial entre los diferentes factores del entrenamiento, la preparación física, la técnica y la táctica se consideraban una al margen de la otra.

Desde un tiempo a esta parte, afortunadamente, se han propuesto algunos modelos donde se ha intentado desmarcar el entrenamiento de los deportes individuales al de los colectivos. Es cuando aparecen diferentes tratados especializados en el entrenamiento específico de distintos deportes de equipo. Pero, aunque existen factores que diferencian un deporte de otro es evidente que también concurren otros aspectos que son comunes para todos los deportes colectivos.

1.- LOS DEPORTES DE EQUIPO Vs LOS DEPORTES INDIVIDUALES.

Introducción. Estructura funcional de los deportes de equipo. La incertidumbre como característica.

Hasta hace muy poco tiempo el entrenamiento deportivo estaba basado en el rendimiento del deportista, muchas veces guiados por patrones extraídos del atletismo. Incluso para los deportes colectivos, el entrenamiento tan solo consideraba situaciones de carácter puramente basados en la mejora individual del jugador y obviaba aspectos de gran importancia como la cooperación, la coordinación de las diferentes acciones técnicas, la toma de decisiones, la resolución de los problemas que se derivan del juego…A su vez la interacción tan esencial entre los diferentes factores del entrenamiento, la preparación física, la técnica y la táctica se consideraban una al margen de la otra.

Desde un tiempo a esta parte, afortunadamente, se han propuesto algunos modelos donde se ha intentado desmarcar el entrenamiento de los deportes individuales al de los colectivos. Es cuando aparecen diferentes tratados especializados en el entrenamiento específico de distintos deportes de equipo. Pero, aunque existen factores que diferencian un deporte de otro es evidente que también concurren otros aspectos que son comunes para todos los deportes colectivos.

A diferencia de otras disciplinas, los deportes de equipo, coexisten con algunos elementos que son dignos de resaltar, que de una manera u otra influyen en el entrenamiento y en consecuencia en el rendimiento del colectivo.

Por un lado lo conforman un conjunto de deportistas, cada uno con unas características distintas y que se compenetran para buscar un mismo objetivo, la victoria del equipo. Y por otro, intervienen infinidad de factores que pueden interferir en la consecución de dicho objetivo. Factores algunos relacionados directamente con el entrenamiento y otros vinculados a los demás aspectos que envuelven su entorno. Pero si existe un factor que caracteriza el desarrollo del juego colectivo este es el de la incertidumbre.

La presencia de adversarios y compañeros es fundamental en casi todas las acciones del juego, donde se compaginan los comportamientos de decisión con los de ejecución, y en consecuencia surgen infinidad de “momentos de incertidumbre”. Situaciones donde el jugador deberá rápidamente tomar una decisión, desconocida en la mayoría de los casos, y que además deberá ser lo más efectiva posible con el fin de sacar el máximo rendimiento para el equipo. En definitiva, la incertidumbre aparece en infinidad de momentos durante un partido de cualquier disciplina donde interactúen dos equipos.

Si avanzamos rápidamente en este sencillo análisis seguramente podremos comprobar que existe otro factor que caracteriza al deporte de equipo con respecto a las disciplinas individuales; La velocidad con que se desarrolla el juego. Ya de por sí, tomar una decisión precisa de un tiempo, tiempo que puede ser determinante para encontrar la mejor opción a una buena ejecución. Este tiempo de decisión se acentúa en aquellas situaciones donde el apremio de la velocidad del juego es determinante. En este momento podemos observar que tomar una adecuada decisión a una situación de “incertidumbre” viene determinado básicamente por la velocidad en la que esta se realiza.

Por el momento tenemos dos elementos que interactúan en el desarrollo del juego colectivo. La incertidumbre y la velocidad en la decisión. Pero seguramente estaremos de acuerdo que estos dos aspectos coexisten con una larga lista de factores que en mayor o menor medida también participan en el rendimiento final. A partir de esta idea parece sencillo pensar, y seguramente estaremos de acuerdo, que el contenido de entrenamiento debe considerar todas aquellas acciones y situaciones que el jugador realiza en competición. A la interminable lista de requisitos de entrenamiento: la fuerza, la velocidad, la resistencia…entre otros contenidos físicos; pasar, chutar, driblar… como ejemplo de algunos contenidos técnicos, y el desmarque, la cobertura, el apoyo…ejemplos de la larga lista del contenido táctico, debemos incluir este nuevo concepto; “la incertidumbre”.

Clasificación de los deportes colectivos según diferentes autores.

Algunos autores, como Gandelsman y Smirnov (1970), establecen una distribución de todos los deportes en siete grupos en función de la finalidad del entrenamiento, otros como Parlebas (1979) proponen una clasificación basados en tres conceptos, compañeros, adversarios y el grado de incertidumbre. Todos ellos presentan una categoría esquemática a las diferentes modalidades deportivas. En definitiva podríamos definir variedad de clasificaciones, pero no cabe duda que los deportes de equipo ponen el acento en dos aspectos importantes que se derivan de las características del juego; por un lado la presencia de compañeros y adversarios y por otro como un efecto resultante la incertidumbre que brota en casi todas las acciones que estos realizan.

Los deportes colectivos con respecto a las disciplinas individuales.

Existen diferentes formas de abordar un análisis de todo lo que sucede en un deporte en concreto. Cada uno tiene unas características que lo identifican, e incluso en una misma disciplina deportiva concurren notables diferencias. Pero cuando dos equipos interactúan para un mismo fin conviven elementos comunes. Hemos visto que la incertidumbre es uno de ellos, ya que se reproduce infinitas veces a lo largo de un encuentro. La resolución puede o no tomarse con la ayuda del compañero, pero en cualquier caso la opción de colaboración existe. En las disciplinas individuales la responsabilidad en la toma de una decisión recae únicamente en el jugador, atleta o deportista.

Pongamos como ejemplo un jugador de tenis. Éste, ante una situación donde debe tomar una decisión – subir con rapidez a la red o mantener la posición en el fondo de la pista – deberá ser capaz de solventarlo sin ningún condicionante de ayuda externa. Es una decisión personal. Sin embargo, ante una misma situación un deportista de un deporte colectivo, éste puede apoyarse por las diferentes acciones que puedan realizar los miembros de su mismo equipo – desmarques, coberturas, apoyos…-. Este instante del juego que depende en gran medida de la capacidad que posea el jugador para la lectura e interpretación del juego, debe aprovecharse como un elemento que sirva para enriquecer todo el contenido de los programas de entrenamiento.

En relación a lo expuesto, y con respeto al contenido de entrenamiento y a las ya citadas diferencias existentes entre los deportes colectivos y las disciplinas individuales, es interesante destacar la importancia que recae sobre uno de los factores de entrenamiento. La táctica deportiva.

El jugador de los deportes de equipo debe estar preparado para obtener las máximas prestaciones en los tres factores básicos del entrenamiento; estar dotado de una excelente condición física, una buena aptitud técnica y además tiene que ser capaz de aplicar estas condiciones a una adecuada disposición táctica que le coordine con los demás miembros del colectivo. El deportista de las disciplinas individuales en cambio precisa de una buena condición física, pero el elemento técnico en ocasiones se desarrolla mediante la repetición de cíclica del gesto, (correr, pedalear, remar) o simplemente con poca variedad de movimiento, lanzar, golpear…. La gran diferencia se sitúa en el despliegue táctico. Seguramente el jugador de una disciplina individual considera muy importante la faceta táctica y estratégica para evolucionar en el rendimiento, pero esta claro que se refiere a la táctica individual. Los deportes de equipo sin la táctica colectiva, es decir sin la coordinación de todos los jugadores de un mismo equipo en una misma dirección probablemente verán mermado el rendimiento final. Desarrollo físico, táctico y técnico, sin duda factores que van estrechamente uno vinculado de los otros.

Un escenario como este muestra la importancia que estos tres factores de entrenamiento inciden en los deportes colectivos y por consiguiente merecen un tratamiento esencial. Encontrar la metodología adecuada que ayude a relacionar e interaccionar cada uno de ellos puede suponer el gran reto para el preparador físico.

Análisis del juego. Cómo entender el método de entrenamiento.

En todas las modalidades deportivas donde se enfrentan dos equipos, se pretende un mismo objetivo, la victoria del equipo. El jugador mediante los recursos que obtiene del entrenamiento pone en marcha todos los mecanismos reglamentarios para obtener este fin.

En el juego colectivo son un número determinado de jugadores que se enfrentan a sus adversarios, poniendo en juego todos los recursos que tienen en su mano, para sacar el máximo rendimiento de todas las opciones que se desarrollan del juego. Estos recursos deben estar sacados de las dinámicas que se proporcionan en el entrenamiento. Aquí la importancia de conseguir que cada propuesta de entrenamiento sea la más adecuada para obtener el beneficio deseado.

Sencillo análisis de lo que pasa en un partido.

La presencia de los jugadores de un mismo equipo es necesaria para evolucionar en el juego, estos colaboran entre ellos con el objetivo de establecer tareas de cooperación para conseguir la victoria del equipo. A su vez, la presencia de los jugadores contrarios, provoca que cada acción sea contrarestada por una serie de situaciones en el equipo adversario. El objetivo principal del equipo oponente es elaborar tareas de oposición con el objeto de evitar la victoria del equipo contrario, y que a la vez colaboran entre ellos para conseguir sus objetivos de ataque o defensivos con una misma finalidad, ganar el partido. Esta situación induce al jugador para que tenga que tomar decisiones en todas aquellas acciones que pretende iniciar. Se crean pues una gran variedad de momentos de incertidumbre.

Tareas de cooperación, tareas de oposición, incertidumbre…conceptos que por el momento ya hemos visto que parecen esenciales para el desarrollo del juego, y que a continuación mediante un ejemplo práctico trataré de ampliar:

El jugador durante el transcurso de un partido de competición concentra en su mecanismo de actuación un factor que le puede ser determinante para el desarrollo de su juego. La decisión. Decisión que debe ser rápida, concluyente y acertada. En cualquier acción del juego ya sea en situación defensiva, ofensiva, de apoyo, con o sin la posesión de la bola, el jugador incorpora en su proceso mental una constante pregunta a la que debe dar respuesta en la máxima brevedad posible: “¿paso la pelota o no la paso?”, “¿regateo o no regateo?”, “¿me desmarco o espero el apoyo?”, “¿lanzo a portería o aguanto la posesión de la pelota?”… así podríamos definir infinidad de situaciones que se reproducen a medida que el juego evoluciona. Estos instantes de juego solicitan del jugador un persistente dilema:

La incertidumbre entre el SI o el NO.

SI lanzo a portería o NO lanzo a portería “, si no lanzo a portería, “SI paso la pelota o NO la paso y regateo al adversario “.

A partir de esta descripción podemos interpretar que durante el desarrollo de un partido el jugador, quizás sin ser muy consciente de ello, entra en una duda constante sobre la evolución de su juego. Si paso, no paso, si regateo, no regateo, si chuto, no chuto, si me desmarco, no me desmarco…y así sucesivamente en todas aquellas acciones donde pretende que su intervención sea decisiva.

Es lo que me atrevo en denominar, la incertidumbre entre el Sí y el NO.

Pero el concepto de incertidumbre no puede quedarse en esto. Requiere de una respuesta inmediata y como no eficiente, que permita obtener un beneficio en el juego. Y la respuesta la encontraremos a partir de tomar una buena decisión. Será imprescindible que se tengan muy presente las tareas de cooperación realizadas entre los miembros de un mismo equipo, y analizar las tareas de oposición que presenta el equipo adversario, para lograr obtener eficientemente esta respuesta. En definitiva, el entrenamiento de la “decisión” parece que debe presentarse como un elemento fundamental en los programas de entrenamiento.

De la misma manera que cuando detectamos que un jugador que esta mermado de fuerza se le programa un trabajo específico en el gimnasio, y cuando nos apercibimos que precisa mejorar la precisión del chute montamos tareas que ayudan a conseguirlo, hemos visto que la decisión también es un factor esencial del rendimiento y en consecuencia debemos entrenarla.

De entre todos los diferentes factores que intervienen en el rendimiento de un jugador existen unos que quizás obtienen un protagonismo mayor por una cuestión “histórica”. A nadie se le olvida entrenar los sistemas tácticos, los gestos técnicos más habituales y como no el trabajo específico de fuerza en el gimnasio. Indudablemente cada uno de ellos precisa de una atención especial pero la idea que pretendo fomentar es la de intentar coordinar cada uno de estos factores hacia una misma dirección. Chutar por chutar, o correr por correr, o levantar pesas por levantar no conduce a nada si no va acompañado de todo lo que rodea al juego en competición. El jugador debe ser capaz de chutar posiblemente modificando cada vez el gesto habitual dependiendo de la situación de su oponente, la posición de sus compañeros o de la visión que tenga del portero. En definitiva el jugador realizará el chute de una forma u otra en relación a muchas otras variables que suceden en torno a él y de las cuales deberá tomar una decisión en un espacio de tiempo muy pequeño. Esta situación como un ejemplo de la infinidad de ocasiones diferentes que suceden a lo largo de un partido solicita un entrenamiento específico, pensado y profundamente estructurado. Se trata pues de encontrar tareas que interactúen con los distintos factores que intervienen en el rendimiento de manera que unos vayan coordinados con el resto, pero siempre hacia una misma dirección. Esta es la estructura formal con la que baso gran parte de la teoría del entrenamiento del juego colectivo.

PLANIFICACIÓN DEPORTIVA.

Justificación y estado de la cuestión.

“Planificar no es más que pensar en todo aquello que puede condicionar e influir a la consecución de un objetivo en concreto sea de la índole que sea”.

El concepto de planificación se relaciona con el control, el método, la organización. En cualquier ámbito de nuestra vida, personal, social, profesional… estamos dispuestos para planificar todo aquello que en un principio consideramos interesante o necesario conseguir, siempre y cuando lo que tratemos lograr se pretenda desde una visión objetiva i programada. Planificamos unas vacaciones, un curso escolar, un fin de semana, una proyección profesional, un sistema de vida…en definitiva planificamos objetivos. En ocasiones son objetivos a corto plazo y en otras para un período de tiempo más lejano. En el ámbito deportivo es impensable conseguir buenos resultados sin antes pensar en aquello que nos puede ayudar a conseguir dichos objetivos. Este “pensar” se relaciona con la planificación deportiva.

El proceso de planificación es un procedimiento metódico, pensado, basado en conocimientos científicos y como no de experiencias vividas de otros procesos de planificación. La planificaciónes el arte de utilizar mediante el estudio de todos los factores que intervienen, y complementados con el conocimiento de la teoría de la ciencia deportiva, para crear las estrategias que han de ayudarnos a poner en marcha todo el proceso de entrenamiento. No parece nada complicado adivinar que el objetivo final es conseguir un rendimiento óptimo para nuestros deportistas.

Una planificación pensada y bien organizada prescinde de decisiones tomadas al azar y sin un criterio previamente definido. Estructurar conscientemente la planificación descarta modificaciones decididas sin rigor. Al fin todo ocurre siguiendo un curso lógico, cada acontecimiento responde a un planteamiento premeditado donde en ocasiones este puede estar equivocado y en consecuencia el resultado no será el deseado. Una planificación puede verse alterada por diferentes aspectos imprevistos inicialmente (la no consecución de resultados, lesiones deportivas, eliminación prematura de competiciones, cambios en la estructura técnica…) pero que en cualquier caso debemos tener los recursos necesarios para reconducir la línea de trabajo más adecuada.

Cuando esto ocurre, no hay que alarmarse, tan solo habrá que reconsiderar la planificación inicial reestructurando los objetivos en función de dichos imprevistos y volver a dar forma a la planificación. Este “volver a reestructurar” no debe considerarse como un error en la planificación inicial, si no de una “adaptación sobre la marcha.

¿Quién o quienes deben ser los responsables de diseñar todo el proceso de planificación?

El entrenador y su equipo técnico es el encargado de llevar a cabo la planificación deportiva. Para ello deberán unir esfuerzos con todas aquellas áreas y medios que pueden influir en la consecución de los objetivos deseados. De esta manera, los conocimientos técnicos, físicos, tácticos y metodológicos se deben coordinar con las funciones que se desempeñan a través del equipo directivo y el equipo médico. Asimismo es ineludible considerar la infraestructura logística con la que se dispone, así como todas aquellas actuaciones que intervienen en la organización y en el propio funcionamiento del equipo deportivo. Una buena planificación debe considerar todas las áreas influyentes y dejar de un lado todos aquellos tópicos y afirmaciones retóricas del tipo, “hemos de ir partido a partido” “podemos repetir el mismo entrenamiento que la pasada semana por que nos fue muy bien “, o la que utilizan los entrenadores nostálgicos “en mi época…”, o quizás la menos científica cuando se trata de evaluar el rendimiento de un jugador “si estás cansado es que te falta entrenamiento”…

Afirmaciones que en un principio carecen de un fundamento científico, pero que están siendo utilizadas aún en nuestros días. El primer paso debería ser la sustitución de estas afirmaciones por el rigor de las acciones pensadas y en consecuencia del entrenamiento inteligente. Si realmente se confía en el entorno de un cuerpo técnico deportivo, y estos trabajan conjuntamente para sacar el máximo partido de los propios conocimientos, difícilmente equivocaremos la dirección. Se trata pues de un esfuerzo colectivo.

“En el entrenamiento nada ocurre por accidente, sino por diseño

Para conseguir que en el diseño de los planes de entrenamiento estos esfuerzos sean efectivos, el entrenador y su equipo técnico deben tener muy claro cuales son los objetivos que persiguen. Esta capacidad viene dada por dos aspectos; por un lado apoyado por un elevado nivel de experiencia de otras situaciones vividas, y por otro del conocimiento teórico proveniente del estudio y análisis de la teoría del entrenamiento deportivo, es decir, del estudio de la ciencia deportiva. Cualquiera de los caminos trazados precisan de decisiones tomadas en un sentido lógico, pensado y estudiado de tal manera que nunca se dé pié a la improvisación. Sin duda acertar en una correcta decisión se verá reflejado en el rendimiento del equipo.

Variables determinantes de la planificación.

Las características generales de la planificación de los deportes de equipo conforman el marco de referencia básico para todos ellos. Ahora bien, los condicionantes y las situaciones de cada deporte son los que van a determinar el diseño de cada planificación. Estas variables son:

  1. Las características específicas de cada deporte que vienen definidas por su propia “lógica interna “, por la importancia de los factores de rendimiento y su sistema de interrelaciones.
  2. El sistema y calendario de competición.
  3. La composición de la plantilla de jugadores.
  4. Concepción, sistema de juego y características individuales de los jugadores.

Si analizamos las características propias de cada deporte observamos una clara diferencia en su “lógica interna”, desde las necesidades empleadas por cada jugador en su posición, hasta una amplia disparidad de conductas y gestos motrices. Variables que marcan las diferencias entre cada uno de los deportes y están determinadas a su vez por los reglamentos y el desarrollo evolutivo del propio juego.

El proceso de adaptación al esfuerzo. Requisito imprescindible para llevar a cabo la planificación.

Diferentes autores ( Bomba, Matveyev, Verkoshanski ), pueden aportarnos ideas sobre como planificar un periodo de tiempo correspondiente a un ciclo natural que oscilará entre un año, o corto plazo ( temporada deportiva ), dos años o medio plazo ( ciclo de competiciones de carácter mundial para selecciones ), y cuatro años o de largo plazo ( correspondiente a un ciclo Olímpico ). En cada una de ellas existe un mismo denominador común, la búsqueda del rendimiento óptimo en un momento justo. En cualquier caso se pretende lograr un objetivo deportivo, donde independientemente del tiempo que se destine, se deberán respetar los plazos de adaptación que precisa el jugador. Esta situación representa que para sacar el máximo rendimiento de un jugador se deben cumplir con unas condiciones ideales de práctica. Tratar de elevar el nivel inicial de un jugador sin atender al efecto de como los anteriores programas se han afianzado sobre él, puede devenir en un error en nuestra programación. A este proceso se le denomina “Proceso de adaptación al esfuerzo”.

Es evidente que la herramienta de trabajo que utilizaremos para llevar a cabo la planificación es a través del entrenamiento. En este momento el jugador debe utilizarse como un termómetro, al cual recurrimos para “tomar el pulso” sobre como esta calando cada uno de los nuevos programas en su rendimiento y actuar en relación a esto. Veremos más adelante que uno de los dispositivos de evaluación será mediante el control de la carga de entrenamiento.

Planificación deportiva. Tipos.

  1. La planificación del rendimiento deportivo de un colectivo.

Planificación que se diseña con el objetivo de estudiar y                                                          ordenar el rendimiento de un equipo durante una                                                                    temporada. Ciclo anual.

  1. La planificación del rendimiento individual.

Planificación que se diseña con el objetivo mejorar el                                                   rendimiento personalizado de un jugador en concreto. (Puede ser a corto, medio o largo plazo)

  1. La planificación de la proyección deportiva.

Planificación que esta pensada para diseñar la proyección de un jugador o de un equipo para un largo periodo de tiempo como puede ser un ciclo olímpico. (Planificación a largo plazo).

La eficacia del entrenador y su equipo se refleja muchas veces por su capacidad en organizar y emplear todos sus conocimientos en el diseño de una temporada o ciclo temporal. Posiblemente este sea el periodo de tiempo más habitual del entrenamiento deportivo. El deporte de élite demanda inmediatez y el entrenador de un deporte colectivo necesita obtener buenos resultados ya al inicio de las temporadas deportivas. Un ciclo olímpico, cuatro años queda muy lejos, ocurren muchas situaciones inesperadas que desafortunadamente en ocasiones acaban con la paciencia de los dirigentes que no entienden de planificaciones a largo término y quieren de resultados inmediatos. ¿Qué es lo primero que tenemos que tener en cuenta a la hora de iniciar la planificación de nuestro equipo?

En primer lugar será necesario tomar el máximo número de datos sobre lo que rodea al equipo deportivo. Datos que directa o indirectamente pensamos puedan ser influyentes para el rendimiento de nuestro equipo. Desde el conocimiento personalizado sobre las características de cada jugador, hasta la disponibilidad logística que precisamos para la organización de la actividad deportiva. A partir de esta idea parece sencillo pensar que el proceso de planificación empieza con la máxima recopilación de información. Se trata de “conocer” todo aquello que rodea a nuestro equipo deportivo.

Así pues iniciamos una planificación mediante el conocimiento.

El conocimiento.

“El conocimiento se relaciona con el saber, y la ciencia del saber ayuda para la obtención de muchos objetivos”

Por el momento hemos visto que cuando nos disponemos a planificar una temporada deportiva, en lo primero que hemos de abocar esfuerzos es en “conocer” todo aquello que de una manera u otra puede ser determinante para el rendimiento de nuestro equipo. Cuantos más aspectos conozcamos más datos podremos barajar y por tanto concluiremos con mejores resultados.

¿Cuáles son estos aspectos importantes que debemos conocer?

Existen multitud de elementos que son importantes para llevar a cabo una planificación a corto plazo. Precisamos saber con exactitud las características de los jugadores para diseñar un sistema que se adecue a ellos, necesitamos estar al corriente sobre la disponibilidad de infraestructuras, gimnasios, horarios de entrenamientos y cómo no tener claro aquello que pretendemos conseguir. Objetivos. La lista podría ser interminable pero centraré el estudio sobre los indicadores que se relacionan directamente con el proceso de entrenamiento, o más sencillo aun, sobre todo aquello que se dirige directamente para la mejora del rendimiento del equipo.

El periodo competitivo provoca la necesidad de estructurar las cargas de entrenamiento de forma muy específica y normalmente esta situación causa un gran estrés de competición en los equipos. Además la cantidad de competiciones que se superponen en el calendario producen periodos de gran densidad competitiva en los que entre viajes y partidos, no sólo no se puede desarrollar ningún objetivo de entrenamiento, sino que es muy difícil la recuperación entre competición y competición.

A nadie se le escapa que el propósito mayor de los equipos deportivos es ganar títulos. Pero para ganar esos títulos hay primero que ganar muchos partidos que se suceden uno tras otro y que no dejan prácticamente tiempo para muchas experiencias. Los partidos se sacan adelante gracias al trabajo que se realiza en los entrenamientos semana tras semana, y el contenido de entrenamiento debe estar programado de tal forma que se consigan los objetivos sin que esto de pié a errores de difícil solución. Esta responsabilidad recae sobre la planificación deportiva.

Información imprescindible para iniciar el proceso de planificación.

1.– Objetivos deportivos que perseguimos. 2.- Nº de partidos totales que deberemos jugar a lo largo de la temporada. 3.– Competiciones que se participa. 4.– Sistema de las competiciones. 5.- Categoría de los rivales.

La información extraída de estos cinco puntos es imprescindible para desvelar las incógnitas sobre todo lo que rodea la búsqueda del rendimiento óptimo de nuestro equipo en el año en curso. La planificación deportiva es personalizada y no sirve de nada copiar de otros procesos de planificación. En principio es tan sencillo como comprender que una planificación corresponde a las características, pretensiones y estructura de un equipo en concreto y que no sirven las planificaciones anteriores o las que se han empleado para otros equipos. ¿Parece obvio, no? Veamos la información que se obtiene de cada uno de estos cinco puntos.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 13.

Y si los objetivos previstos no se cumplen inicialmente ¿Cómo podemos reconducir el resto de la temporada? ¿Borrón y cuenta nueva, o por el contrario se van adaptando los programas a la nueva situación?

Por el momento parece claro pensar que para encontrar la respuesta a estas y otras preguntas, los entrenadores necesitan tener en sus manos algunos documentos donde obtener esta información. El calendario y los reglamentos técnicos de las competiciones, las plantillas y la estructura general de los equipos rivales… se transforman en instrumentos imprescindibles para llevar a cabo el diseño de la planificación.

Estructura funcional de la planificación.

“No pretendamos nunca emprender una planificación sin tener sobre la mesa el calendario de competiciones con los equipos rivales, las fechas exactas donde se sitúa cada partido y las competiciones a las que se toman parte”

El primer paso es ordenar y clasificar todos los datos que se obtienen de las diferentes competiciones a las que se participa. El calendario nos enseña como se distribuye la secuencia cronológica de partidos de cada competición. Mediante el estudio de cada rival podremos determinar aquellos partidos que sobre el papel ofrecen una dificultad mayor. Además si intercalamos cronológicamente los diferentes calendarios de competiciones y las fechas exactas donde se sitúa cada partido, observaremos que durante la temporada conviven momentos de concentración de partidos importantes con otros donde sobre el papel los partidos parecen más asequibles. Un escenario como este no puede dejarnos inadvertidos. Para lograrlo existe siempre un momento adecuado, una fase o un período oportuno para realizar los programas específicos. Esta es una de las responsabilidades de una planificación que no deja nada al azar.

Primer paso.- Conocer el total de partidos a jugar durante la temporada, así como de las competiciones y el sistema de competición.

Saber el número de partidos que el equipo debe jugar a lo largo de la temporada, es uno de los principales indicadores que ofrece las primeras pistas sobre como orientar el proceso de planificación. Para ello, es necesario saber las competiciones en las que se tomará parte y el sistema de competición. La importancia en conocer estos datos es incuestionable, puesto que no es lo mismo planificar una temporada con 60 partidos que con 30 o 70. Es como saber de antemano la distancia de la prueba que debe correr un atleta. Preparamos a un corredor para correr una distancia de 1Km, 10km, o una maratón. ¿Parece bastante distinto, no? Por lógica en nuestro caso no puede ser lo mismo la planificación de una temporada para un equipo que juega 30 partidos por año, que para otro que juega más del doble. Se trata de recopilar todo lo referente a la puesta en marcha de cada competición, los posibles emparejamientos en las fases previas de las competiciones y como se estructura el sistema de competición para cada una de ellas, ¿El Ko? ¿Liguilla? ¿Grupos?

Todos estos datos deben estructurarse en una planilla a la que denominaremos “mapa deportivo”.

MAPA DEPORTIVO

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 13.

De entre toda la información que sacaremos de este “mapa” existe un dato que servirá para hacernos una idea sobre la magnitud del esfuerzo que deberemos emplear para soportar la temporada. Se trata del número total de partidos que el equipo deberá jugar a lo largo de todo el curso deportivo.

En relación al primer paso. Adaptación sobre la marcha.

No cabe la menor duda que es imposible predecir de antemano que un equipo jugará 56,58 o 60 partidos por temporada. Es obvio que dependerá de los resultados que se van obteniendo en el transcurso de cada competición. Para las competiciones que se juegan en un sistema de liguilla cerrada es más sencillo, pero en aquellas donde existe la probabilidad de la eliminación lógicamente es impredecible. De todas formas, este es un dato que debe servir de referencia,  y que estará sujeto a variaciones en función a los resultados obtenidos por nuestro equipo. Una eliminación prematura en una competición de copa o la consecución de malos resultados en una fase regular, puede alterar la clasificación prevista inicialmente del equipo, y en consecuencia deberemos realizar los retoques que se consideren oportunos de la planificación inicial. Estos posibles cambios imprevistos inicialmente corresponden al plan de “adaptación sobre la marcha”. Es tan sencillo como ajustar la planificación a medida que transcurren acontecimientos, sean de la índole que sean. Este proceso en ningún caso ha de suponer un “borrón y cuenta nueva” simplemente hay que reconducir objetivos. Posiblemente los malos resultados, o las eliminaciones no esperadas condicionan el transcurso del rendimiento del equipo, pero lo importante es saber reorientar estos objetivos y fijar de nuevos.

Interpretación de los datos del Mapa deportivo.

Nº de partidos totales: De entrada ya conocemos que nuestro equipo deberá jugar un máximo de 60 partidos a lo largo de la temporada. Este es un indicador muy a tener en cuenta, entre muchos otros aspectos, para el momento de configurar el número de integrantes que formará la plantilla. Jugar 60 partidos por temporada representa jugar muchas semanas en doble sesión de partidos. Esto significa que el esfuerzo empleado irá en detrimento a la exigencia que se pretenda en las sesiones de entrenamiento. Será preciso llevar un control exhaustivo sobre el volumen y la carga de los entrenamientos si no se pretende agotar las energías antes de hora.

Competiciones a las que se participa: Liga, Copa del Rey, competiciones internacionales. Forma parte de la aspiración deportiva. El equipo que pretende como objetivo sacar buenos resultados en cada una de las competiciones en las que toma parte deberá tener muy presente la cantidad de trabajo que esto supone. El secreto reside en centrar la atención en los momentos de la temporada donde pensamos que el equipo ha de estar en plenitud de condición.

Sistema de competición: Determina la concentración de la carga en los momentos importantes donde el equipo deberá estar en plenitud de condición. Jugar una Liga en sistema de fase regular o en Play Off es bastante distinto. Lo mismo sucede con las competiciones llamadas del KO, (Copa del Rey) y de las competiciones internacionales donde existen eliminatorias directas o la concentración de fases finales. Conocer el sistema de competición es anticiparse a los acontecimientos y poder regular con más precisión los programas específicos de entrenamiento.

Segundo Paso.- Estudio de cada uno de los rivales directos, estableciendo una categoría diferente, basado en el nivel de dificultad que sobre el papel cada uno de ellos puede ofrecer.

Normalmente, en la elite deportiva, los deportes de equipo están inmersos en un sistema de competición donde cada uno de los equipos tiene conocimiento bastante exacto sobre la categoría de sus rivales. Las estructuras técnicas facilitan el conocimiento de los mercados deportivos hasta el punto, que en un inicio de temporada cada equipo conoce la configuración de los equipos rivales y por tanto puede hacerse una idea sobre el grado de dificultad al que puede someterse un partido.

Mantener un estado de forma óptimo durante toda la temporada es prácticamente imposible. Que ningún entrenador pretenda tener sus jugadores en las máximas prestaciones de condición a lo largo de toda la temporada deportiva. Y mucho menos que la plenitud de forma se consiga en las últimas semanas de la temporada después de más de nueve meses de competición exigente. Para evitar que esta situación suceda, y sin que esto suponga un trastorno en los esquemas teóricos de los entrenadores, existen afortunadamente en las competiciones unos partidos más asequibles que otros. Esta situación debe aprovecharse como un factor importante en la distribución de las cargas de entrenamiento. Cada rival precisa un modelo de preparación distinto con el cual trabajaremos para encontrar el programa de entrenamiento ideal para cada caso. La misión del preparador físico es saber interpretar los momentos donde se precisa realizar trabajos específicos, dosificar o aumentar la carga de trabajo o simplemente controlar como están calando los programas de entrenamiento en el equipo. Todo este proceso se llevará a cabo en función de la categoría de los rivales al que nos deberemos enfrentar de inmediato y de los objetivos que perseguimos a corto plazo. Pero está claro que todo esto solicita un estudio pensado, organizado y perfectamente estructurado.

A través de la programación, del control de la carga y del contenido de entrenamiento podremos regular la administración de esfuerzos en función a los partidos más inmediatos. El objetivo es mantener un nivel elevado de rendimiento y regular los esfuerzos en la medida que se avanza en relación a las necesidades deportivas. Estas “necesidades deportivas” vienen determinadas por la categoría de los rivales. Conocer el potencial deportivo de cada uno de los equipos a los que deberemos enfrentarnos representa poder decidir sobre la carga y el contenido de entrenamiento más apropiado para preparar el encuentro. Incluso para aquellos momentos de la temporada donde el equipo no presenta un estado de forma óptimo, o simplemente necesita de unos retoques tácticos de juego seguramente hallaremos el momento idóneo para realizar los trabajos específicos.

Sobre la importancia de conocer de antemano el calendario de competiciones.

La inmediatez de los partidos representa muchas veces ansiedad en los equipos. Sobre todo cuando los resultados no acompañan. Sin saber muy bien porqué un equipo entra en una racha de malos resultados de la cual es difícil salir. Ahora bien, seguramente la solución no se encuentre en la planificación de una manera sencilla pero sí posiblemente en los programas específicos de entrenamiento. El microciclo es la base de la programación y el responsable del contenido del entrenamiento inmediato. De esto se desprende que si conocemos la entidad de los rivales y somos capaces de interpretar las necesidades que precisamos en cada partido posiblemente podremos diseñar un programa de entrenamiento adecuado para cada caso. Ni que decir tiene que cada partido, cada rival precisa de un programa distinto y específico. Si se respeta este principio conseguiremos regular el entrenamiento en función a los requisitos que precisemos para cada encuentro. En el análisis sobre la evolución de los resultados que obtiene un equipo podremos observar que esta puede oscilar bastante a lo largo de la temporada. Hay equipos que sin saber porqué entran en un bache de malos resultados, o bien al contrario, equipos que con un potencial menor consiguen sacar adelante los partidos. En el argot deportivo esta situación se denomina “dinámicas de resultados”, inercias positivas o negativas que se suceden en ocasiones sin encontrar un sentido claro. Podemos oír en aquellos equipos que han entrado en “una dinámica de malos resultados” que la solución pasa por romper esta inercia ganando un partido. O aquellos equipos con más fortuna que sin jugar bien y por una “dinámica positiva de resultados” son capaces, quizás tropezando con excesiva facilidad con el factor suerte, de ganar partidos.

Tener de inicio un calendario de competición asequible al potencial deportivo del equipo, puede minimizar futuros problemas por la obtención de malos resultados. Cuando un equipo encadena 3, 4 ,5 partidos complicados en un espacio de tiempo relativamente corto, la posibilidad de sufrir una bajada en el rendimiento por malos resultados aumenta. En cambio salir exitoso en esta misma secuencia puede suponer un salto cualitativo a la carrera del éxito deportivo. De todo esto se desprende que lógicamente sin poder tener de antemano el control, la interpretación del calendario de competición y la posterior preparación puede ser el factor determinante que influya para obtener una buena o mala trayectoria de resultados.

Indudablemente el calendario de competiciones viene dado por el reglamento de la estructura técnica de las federaciones. Hasta aquí los equipos deportivos no pueden hacer nada. Ahora bien, una vez conocidos los calendarios, cuando estos caen a las manos de los responsables técnicos estos sí tienen algo más que decir. Si sabemos de antemano donde se ubican y como se agrupan todos los partidos que deberá jugar nuestro equipo indudablemente obtenemos mucha información a nuestro favor. Lo siguiente será gestionar esta información de tal manera que nuestro equipo siempre salga favorecido. A través de la planificación podremos interpretar todo aquello que nos convenga y como tramitarlo. Se trata de realizar a consciencia un estudio de donde se sitúan los partidos que pueden tener una trascendencia para la competición a medida que la temporada avanza. Este es un punto clave en la planificación. Como hemos visto antes no es lo mismo empezar enfrentándose a equipos asequibles deportivamente que realizar un inicio de temporada ante equipos de un nivel superior. Ocurre lo mismo en otros momentos de la temporada.

En resumen conocer el calendario de competiciones servirá para realizar un estudio mediante el cual podremos identificar aquellos momentos donde el equipo precisa de trabajos específicos que servirán para preparar los encuentros transcendentes. En este momento la planificación es decisiva para programar el entrenamiento, tanto por lo que se refiere a la carga y el volumen que se distribuye para cada microciclo como al contenido de entrenamiento de cada sesión e inclusive de cada ejercicio.

¿Cómo establecer la categoría de los equipos rivales?

Se trata de dar un valor (1, 2,3) a cada equipo rival que corresponde siempre sobre el papel y sujeto a posibles variaciones, al nivel de dificultad que el equipo en cuestión puede ofrecer cuando nuestro equipo se enfrente a este.

Este valor estará basado en el análisis que podamos substraer de cada uno de nuestros rivales. Cualquier dato relacionado con los equipos contrincantes puede ser de gran ayuda para establecer el valor que lo identifique. Algunos de ellos los podremos conocer analizando los siguientes factores:

  • Conocimiento de la plantilla: Se refiere a la configuración de las plantillas. Saber cómo se estructura el equipo base, las posibles incorporaciones o marchas de jugadores puede servir para hacernos una idea sobre el potencial del equipo ¿El rival se ha reforzado o ha perdido jugadores…?
  • Cambios en la estructura técnica. Quizás un nuevo entrenador puede dar un giro al sistema y forma de juego del equipo rival. Conociendo las características y la forma de pensar del entrenador podemos entrever el tipo de juego que el equipo empleará. Si por lo contrario el equipo mantiene el mismo entrenador y lo tenemos estudiado posiblemente intuiremos si el equipo presentará grandes variaciones con respecto a las anteriores campañas.
  • La clasificación obtenida en la pasada temporada. Las clasificaciones en anteriores temporadas pueden ser un indicador sobre rendimiento histórico que acumula cada equipo. Hay equipos que de antemano ya sabemos que no pasarán de media tabla o que acaban siempre en la lucha para el título.
  • Jugar en casa o en pista contraria: Es quizás un aspecto clave para muchos equipos. Algunos son realmente un “fortín” cuando juegan en pista propia y muy vulnerable en pista contraria. Para muchos equipos se hace cuesta arriba pensar en vencer contra según que adversarios en cancha ajena.
  • Seguimiento de la trayectoria a los equipos rivales: Es quizás uno de los aspectos que pueden ayudarnos más a conocer el estado de forma del equipo al cual deberemos enfrentarnos. El seguimiento representa llegar a saber si el equipo rival está siguiendo una trayectoria ascendente, quizás con una “inercia positiva” de buenos resultados, o por lo contrario ha entrado en un bache de malos resultados. Inclusive si este rastreo se realiza no tan solo sobre el rendimiento personal de cada uno de los jugadores sino también en relación a la situación con la que se encuentran en las cuestiones del tipo sanciones, minutos de juego, rendimiento personal, relaciones internas…posiblemente aumentemos el bagaje de información con la cual ajustar nuestra preparación.
  • Estudio y análisis técnico del juego rival. Es sin duda uno de los grandes indicadores del rendimiento. Cada equipo tiene un sistema y estilo propio de juego. Debemos conocerlo de antemano si pretendemos sacar adelante el partido. Utilizaremos el video y el análisis proveniente de la observación directa de partidos para lograr abastecer del máximo numero de datos útiles a nuestro equipo.
  • Conocimiento exhaustivo del rendimiento del propio equipo. Debemos conocer si el estado de condición físico/técnico se corresponde con el instante que en un inicio habíamos pensado. Este es el indicador clave. Estar al tanto del estado de forma, de la situación personal de nuestros jugadores, de las relaciones internas o si el equipo consigue una óptima adaptación a los estímulos a los que se somete, forma parte del conocimiento del rendimiento de nuestro equipo. Conocer los equipos rivales y no parar atención al desarrollo del nuestro, significaría un claro deterioro en el proceso de preparación del rendimiento.

En definitiva la base de la planificación se centra en el conocimiento. Conocimiento de todo lo que rodea a la competición. A partir de aquí el siguiente paso es establecer un valor que se relaciona con el nivel de dificultad que cada equipo pensamos pueda presentar. Emplearemos hasta tres categorías.

¿Cuáles son estas categorías?

A través del análisis que podamos substraer de cada equipo rival en relación a las formulaciones anteriormente apuntadas asignamos un valor a cada uno de ellos. Valor que se relaciona con la facilidad o complejidad que sobre el papel pensamos pueda ofrecer cada rival.

La responsabilidad de llevar a cabo esta valoración recae sobre los responsables técnicos de cada equipo. El procedimiento es muy sencillo. A partir de este preciso instante el calendario de competiciones es imprescindible, deberemos tenerlo encima de la mesa, y siguiendo cronológicamente todos los partidos hemos de catalogar (dar un valor 1-2-3-) a cada equipo rival desde el primero hasta el último partido de la temporada. Es importante destacar que todos los rivales tienen que estar ubicados de manera cronológica en relación a las fechas de juego de cada partido, independientemente de la competición a la que pertenecen. Intercalando competiciones distintas. De esta manera quedará confeccionada toda la sucesión de partidos en una secuencia temporal que posteriormente facilitará la programación.

Todo este proceso culminará en una planilla o documento donde se podrá apreciar de una manera muy gráfica y muy clara donde se ubican los momentos más exigentes de la temporada y aquellos donde la concentración de partidos no presenta tanta dificultad. A este documento lo denominamos “Mapa de la temporada”

¿Qué interpretaciones podemos hacer del Mapa de la temporada?

Es el documento clave mediante el cual podremos adivinar aquellos momentos donde la preparación del equipo precisa de una atención especial. Lógicamente no debe ser lo mismo preparar un partido de los denominados “asequibles” (valor 1) a otro catalogado de “muy complicado” (valor3). De la misma manera, a partir del análisis del mapa de la temporada podremos identificar de manera muy clara y visual como de se distribuye la concentración de partidos y en que momentos hemos de efectuar los trabajos específicos. Es obvio que existen grandes diferencias en cuanto a la programación idónea del entrenamiento para un programa destinado a un período donde se concentran partidos asequibles, al del programa pensado y preparado para un período de partidos muy complicados. Como veremos más adelante es interesante destacar que el Mapa de la temporada debe modificarse a medida que la temporada avanza. Es indudable que los equipos evolucionan hacia un sentido u otro durante el transcurso de la misma. Existen equipos que por su potencial deportivo los consideramos muy complicados al inicio de la temporada, pero se ven inmersos en una racha de malos resultados y posiblemente son muy asequibles en el momento de enfrentarnos a ellos. En el lado opuesto podemos encontrar equipos que sorprendentemente están realizando una campaña muy superior a sus prestaciones, y lo que en un inicio podíamos pensar sería un partido asequible puede muy bien transformarse en un partido muy complicado.

Tercer Paso.- Ordenar cronológicamente cada uno de los datos sobre el “Mapa de la Temporada”.

Es tan sencillo como “hacer el puzzle” de todos los partidos que nuestro equipo deberá jugar a lo largo del curso deportivo. Se trata de elaborar una secuencia temporal, partido a partido, hasta completar toda la temporada. De estos datos se desglosa el número de partidos que deberá jugar nuestro equipo cada semana, cada mes, por períodos o por cualquier otra estructura temporal. Sabremos donde se ubican los días de descanso, las vacaciones o las semanas donde se dispone de tiempo libre. Y lo que es más importante, como se concentran los partidos y la dificultad que ofrece cada uno de ellos. Todo ello visto de forma gráfica y de sencilla interpretación. Además una vez ubicados todos los datos en el documento, el “Mapa” ha de servir para determinar las diferentes fases del entrenamiento, definidos en períodos, mesociclos y microciclos. Y aquí es donde empieza el proceso de planificación.

¿Cómo debe ser el “Mapa de la temporada”?

El “Mapa de la temporada” es como una previsión al seguimiento cronológico a partir del cual podremos estructurar todas y cada una de las fases y periodos de entrenamiento. Ha de facilitar una observación rápida y clara sobre la concentración de los partidos, valorados según el nivel de dificultad. Es tan sencillo como concebir que mediante su lectura podamos saber no tan solo cuantos partidos debe jugar nuestro equipo durante un período, un microciclo o un mes en concreto, sino saber también sobre el papel, la facilidad o complejidad que puede presentar cada uno de ellos. La conexión enlazada de cada partido devendrá en unas curvas a diferentes niveles que facilitarán a simple vista y de manera muy gráfica la lectura y posterior interpretación.

Primer Paso.- Establecer los periodos de trabajo.

Basado en la estructura de planificación propuesta por Matveev se trata simplemente de determinar en función del calendario de competición, los instantes que corresponden al inicio de cada periodo. Puesto que en los deportes de equipo la competición oficial nos ocupa mayoritariamente el volumen total de la temporada, este dato no será muy determinante para la planificación. Básicamente nos servirá para situar el inicio de la pretemporada con respecto al inicio de la competición y del período transitorio que inicia una vez finalizada la competición.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 13.

Segundo Paso.- Determinar los diferentes mesociclos de trabajo.

El procedimiento es muy sencillo, desde que se inicia la temporada buscamos un primer objetivo deportivo. Puede ser una concentración de partidos catalogados de valor 3 (partidos muy complicados), o simplemente un solo encuentro donde consideramos puede ser un punto de inflexión en nuestra planificación. A lo largo de la temporada existen momentos donde bien por que hay títulos en juego (Final Four, Copa del Rey, Play Off…) o bien por que coinciden con el inicio de periodos de vacaciones (Navidad, Semana santa…) la planificación queda condicionada a obtener de los jugadores un estado especial de forma. Es lo que en el argot deportivo se denomina “picos de forma”.

Concepto de Mesociclo.

“Espacio temporal que se extrae de un periodo previamente fijado, básicamente del competitivo, y que se orienta hacia la consecución de un objetivo deportivo anteriormente definido” Se empleará para organizar los programas específicos de entrenamiento.

A medida que la competición avanza y vemos cumplidos los objetivos ponemos el punto de mira hacia nuevos fines.

Tercer Paso.- Establecer los Microciclos de trabajo.

Un Mesociclo está compuesto de varios microciclos, a partir de los cuales diseñaremos las sesiones de entrenamiento. Para los deportes colectivos el microciclo es la base donde se estructura todo el contenido de entrenamiento que se realiza para la preparación de un partido.

Concepto de Microciclo.

“Microciclo es el espacio de tiempo donde se organiza el contenido de trabajo que precede al objetivo más inmediato”

Su estructura la conforman las sesiones con las cuales se intentará cumplir con los requisitos de entrenamiento que precisa la preparación de cada partido. Podemos relacionar el microciclo como el espacio de tiempo que va de un partido al siguiente, aunque en ocasiones un mismo microciclo puede incluir dos partidos distintos.

2.-PROGRAMACIÓN DEL ENTRENAMIENTO.

Microciclos

Justificación.

El término Microciclo procede del griego “mikros” que significa pequeño, y del latín “cyclus” que significa ciclo o secuencia de fenómenos que se repiten regularmente. “Pequeño ciclo”.

“En la terminología deportiva este término se refiere al período de entrenamiento, temporalmente corto y que precede a la consecución de un objetivo previamente definido”

En el marco de la planificación, el microciclo de entrenamiento se puede considerar como la herramienta funcional más importante para conseguir el óptimo rendimiento de los deportistas vinculados a los deportes de equipo. Su estructura la conforman las sesiones, las cuales incluyen el contenido según objetivo que se persigue en cada momento.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 13.

Esta es la estructura base del entrenamiento. Por la naturaleza de la competición, el jugador del deporte colectivo debe demostrar tener un alto acondicionamiento a lo largo de todos y cada uno de los partidos que conforman la temporada, por lo que el entrenamiento sugiere propuestas en cortos espacios de tiempo, dado que precisan de resultados muy inmediatos. Aunque las competiciones se ubican en largos periodos de tiempo (hasta de 10 meses al tratarse de ligas estatales) la realidad demuestra que las urgencias de victoria ejercen una presión añadida a los deportistas y quizás en mayor medida a los entrenadores y responsables técnicos, por lo que una visión a largo termino deviene en la inmediatez de cada partido.

Este fenómeno requiere acertar en cada propuesta de entrenamiento, con el objetivo de sacar un buen resultado deportivo en el inmediato partido de competición. Es en este aspecto donde surge la necesidad de establecer unos buenos criterios de entrenamiento, para que sean los más adecuados para estructurar los diferentes microciclos de trabajo. De nada, o de muy poco serviría, realizar una muy buena planificación anual de la temporada si posteriormente no fuéramos capaces de pensar diseñar y ubicar un acertado programa y secuencia de ejercicios de entrenamiento que se ajusten a las necesidades de cada microciclo. Para ello debemos prestar atención a lo siguiente:

Por un lado ser consecuentes en la consecución de objetivos. Marcarse objetivos inalcanzables o no ser realistas en el potencial propio o de los rivales puede falsear la realidad, y en consecuencia la no consecución del objetivo. En segundo lugar es muy importante estructurar la carga y volumen de entrenamiento en relación a las necesidades que precisa el equipo para cada momento. Por consiguiente hay que pensar en ubicar correctamente los microciclos en el programa. Y en tercer lugar, seguramente el aspecto que directamente más influye en el rendimiento del deportista, diseñar un programa de entrenamiento conforme a cada necesidad, es decir de los ejercicios. Si el microciclo es la herramienta de trabajo, el “ejercicio” es el acto de saber utilizarla.

“Ser consecuentes en los objetivos marcados, ubicar correctamente los microciclos y diseñar ejercicios apropiados. En principio parece la formula mágica que debe permitir el logro del óptimo rendimiento del equipo”

 

Existe pues una clara Interacción entre lo “qué” pretendemos hacer (el objetivo en base a un programa de ejercicios), “cuando” loqueremos hacer (acertar en el día adecuado para realizarlo) y “como” deben ser las condiciones ideales de puesta en práctica (volumen, carga e intensidad y organización).

Por muy bueno que sea un ejercicio probablemente no conseguiremos los beneficios deseados si no se realiza en el momento justo y en las condiciones óptimas. Y esto no es más que pensar muy bien en “cuando y como” proponer cada ejercicio a los jugadores. Esta responsabilidad recae principalmente sobre la estructura de los microciclos.

Acercamiento teórico al proceso de programación.

Muchos son los modelos que se han estudiado para el planteamiento del entrenamiento de los deportistas, pero muy pocos de estos modelos se pueden aplicar a la realidad de los deportes de equipo. Matveiev fue el impulsor de las bases para la organización racional del entrenamiento deportivo. Ya en 1965 publicaba diferentes artículos sobre periodización del entrenamiento, en los cuales se pretendía despertar el interés para un diseño de la temporada donde se estructuraba la temporada en distintas fases de trabajo.

A estas propuestas iniciales, Matveiev aparece con un primer Modelo, pensado y basado para los deportes individuales, donde proponía tres fases diferenciadas para considerar el contenido de entrenamiento (fase de preparación, competición y transición), cada una de ellas se corresponde con un período de tiempo, bajo mi punto de vista suficientemente largo como para no prestarle mucha atención cuando se trata de la programación de los deportes colectivos. Quizás por su poca trascendencia en el diseño de una planificación, estas fases cada vez son menos solicitadas aunque actualmente aún se emplean. Se utilizan para delimitar el período que va desde el inicio de los entrenamientos hasta el inicio de la competición (fase de preparación), el periodo donde se disputa los partidos de la temporada (fase de competición) y desde el final de esta, hasta el inicio de la siguiente (fase de transición). Siguiendo con esta misma estructura, cada fase puede a su vez fraccionarse temporalmente según los requisitos de entrenamiento que cada equipo precise en cada momento, y es cuando surgen los conceptos de Macrociclo, Mesociclo y Microciclo.

A partir de esta primera distribución han salido algunas tendencias discordantes acerca del sistema de organización propuesto por Matveiev en cuanto que no cubre las garantías mínimas para los deportistas de los deportes colectivos, (Portmann,1986). Cada deporte tiene una estructura muy particular donde la intervención de los factores que afectan al rendimiento es muy diversa, y en consecuencia este aspecto debe verse reflejado en la planificación.

En estos últimos años ha habido diferentes alternativas que intentan acercarse más para los deportes de equipo. Entonces, es cuando aparece el sistema contemporáneo, promulgado por Verkhoshansky (1990), (discípulo de Matveiev) que propone un Modelo bajo los conceptos de Mesociclo de carga, transformación y de competición, donde dependiendo de cada disciplina deportiva su duración es distinta, y permite mantener durante más tiempo el estado de forma. Este modelo pretende ser más específico a cada modalidad deportiva a diferencia del Modelo de Matveiev que se consideraba demasiado genérico y muy adaptado para los deportes individuales.

Más adelante basado en los mismos criterios que Verkhoshansky, y adaptado por diferentes autores (Valdivieso,Issurin,Kaverin…) aparece el Modelo ATR. Lo conforman tres tipos de mesociclos diferentes (Acumulación, Transformación, Realización) y que fomenta la concentración de las cargas de trabajo para después transformarlas en contenido propio de competición, con la idea de poder ser una buena formula para la programación de los deportes de equipo. Este Modelo presenta hasta seis tipos de microciclos diferentes (microciclo de Ajuste, impacto, carga, aplicación, competición y recuperación). Todo este panorama tan diverso parece evidenciar que para una adecuada administración de las cargas de trabajo de los deportes colectivos es necesario resaltar la importancia del Microciclo.

Más adelante, Tudor Bompa (1994) establece el modelo de estado de rendimiento prolongado (basado en el mantenimiento de tres estados de forma) y estructurado en cuatro microciclos (Microciclo de desarrollo, de choque, de regeneración y de puesta en forma y descarga).Siguiendo con esta idea e inspirado en los Modelos de bloques concentrados, Seirul.lo (1994) agudiza aun más la propuesta de Verkhoshansky creando un Modelo donde se aplica una carga específica durante más tiempo. Este modelo tiene muy presente las características de los deportes de equipo con 60 o 70 partidos por temporada y en ocasiones hasta dos partidos por semana. Se pretende con este Modelo que los jugadores estén en un estado de alta forma deportiva al menos durante 6-8 momentos durante la temporada y que este estado coincida con las competiciones claves de la temporada. Para conseguirlo hay que estructurar la carga de trabajo por Microciclos creando el concepto de “microestructura”, concepto abreviado de Microciclo estructurado, en las tres fases de la temporada (Pretemporada, Competición y Descanso). Se empieza con un bloque de volumen concentrado de condición específica, para luego dejar paso a un bloque específico de volumen técnico-táctico y se va reproduciendo esta misma secuencia a lo largo de la temporada.

Sin llegar a profundizar demasiado en cada Modelo ya se puede adivinar que todas estas distintas opciones se orientan en base a un mismo denominador común, la importancia que el Microciclo obtiene sobre la programación del rendimiento para los deportes de equipo.

Quizás por esta razón es necesario que la estructura formal de la programación, ya de por sí compleja, sea lo más simple, funcional y operativa posible. No puede ser que nos perdamos en modelos de entrenamiento excesivamente teóricos y de difícil aplicación para el entrenamiento cotidiano. Incluso para aquellos entrenadores, quizás con una menor experiencia en el entrenamiento, encontrar un Modelo que se adecue a las necesidades de su equipo deportivo no parece una tarea sencilla. Es evidente que a partir de este instante la figura del microciclo cobra un protagonismo fundamental.

La estructura competitiva del deporte de equipo, hasta 60 partidos por año, requiere que el jugador mantenga un nivel alto del estado de forma durante gran parte de la temporada. Los partidos se suceden uno tras otro con pocos días de por medio y los instantes donde hay que elevar el nivel de condición se repiten en varios momentos de la temporada. Aquellos que coinciden con partidos muy importantes o fases donde se deciden los títulos en juego. Un planteamiento de este tipo solicita programaciones para cortos espacios de tiempo y por supuesto que el contenido de cada programa esté pensado acorde a las necesidades que requiere el equipo.

Bajo todo lo expuesto hasta el momento se descubren dos elementos determinantes de todo el proceso de programación. “Microciclo y Ejercicio”.

Modelo para la estructura de los MICROCICLOS para los deportes de equipo.

Tenemos en el punto de mira un objetivo que perseguimos. Quizás una fase final de una competición, o simplemente uno o varios partidos que consideramos importantes para seguir evolucionando en la trayectoria del equipo. Este objetivo debe disponerse relativamente cercano en el tiempo, en torno a las 2-4 semanas pensando que a lo largo de este espacio acontecen otros objetivos, no menos importantes a los que también deberemos prestarle atención. Llegado a este punto lo siguiente será estructurar y organizar el tiempo que consideremos necesario para su consecución, en base a tantos microciclos como se requieran. Lógicamente cada microciclo perseguirá unas adaptaciones distintas.

¿Por qué la importancia del Microciclo en la programación del entrenamiento?

La continua sucesión de partidos hace muy compleja la programación del entrenamiento a largo plazo. Las temporadas son muy largas, ligas de hasta diez meses con partidos en ocasiones cada cinco o menos días y con muchas competiciones jugándose a la vez, la Liga, la Copa, Competiciones Europeas, de Selecciones…. Todo este panorama va unido a otras constantes que van surgiendo a medida que el programa avanza, la mayor parte de las veces surgen de manera imprevista y que dificultan la buena marcha del proceso: nos encontramos con las lesiones deportivas, la incidencia de buenos o malos resultados sobre el rendimiento, los cambios repentinos de los días de partido, los momentos de baja forma de nuestros jugadores o del equipo, la ausencia de jugadores seleccionados para entrenamientos o competiciones internacionales….

Estos y otros aspectos que normalmente condicionan el planteamiento inicial de la temporada, desembocan en la idea que la programación no ha de ir más allá del objetivo más inmediato o importante que en cada momento se considere, seguramente lo hemos oído en infinidad de ocasiones “partido a partido”.

Ahora bien, esta situación no exime que dediquemos un tiempo a estructurar y elaborar un plan de temporada desde una perspectiva más global que abarque todo el curso deportivo. A medida que los resultados van aconteciendo y en relación a las incidencias que vayan sucediendo iremos adaptando cada uno de los programas a las necesidades que el equipo precise. El contenido de cada microciclo debe de ser funcional y por tanto tan simple como sea posible.

Modelo para la programación de los microciclos.

El Modelo que se presenta a continuación distribuye los microciclos en tres categorías. Cada una de ellas corresponde a un nivel de actuación que depende en gran medida del objetivo que se pretende y del tiempo que se dispone para conseguirlo. La idea inicial surge de la necesidad de simplificar al máximo el proceso de programación. Cuantas más clasificaciones y tipificaciones distintas la interpretación e aplicación deviene en una tarea cada vez más difícil para el entrenador.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 13.

Objetivo general del Modelo.

Obtener el estado de forma óptimo de los jugadores en función a las necesidades que precisa el equipo para cada momento de la temporada.

Descripción de cada Microciclo.

Microciclo de carga.

Justificación:

Cuando se pretende preparar al equipo para llegar a un estado de forma óptimo en un momento determinado de la temporada, debe existir una serie de criterios que de alguna manera ordenen todo el contenido de trabajo que tenemos previsto realizar. Nunca pretendamos que esta preparación se desarrolle durante la semana que precede al objetivo. El microciclo de carga está pensado para crear la base estructural que sustente el trabajo dirigido a las necesidades funcionales que tanto el deportista como el equipo posteriormente precise.

Objetivo. Preparar, mantener o mejorar el estado físico del jugador en vistas a que en posteriores microciclos progrese en la mejora de su condición inicial.

Características de planteamiento.

Aumenta el volumen, incrementando el número de sesiones habituales, incluida puntualmente la doble sesión diaria. La intensidad de trabajo se realiza en valores altos inclusive máximos, y en ocasiones disminuyendo los tiempos de recuperación. Se trata de realizar esfuerzos siempre por encima de los valores medios que se consiguen en competición. Si bien no es oportuno llegar a estados de fatiga importantes, sí es necesario experimentar situaciones con una elevada exigencia de esfuerzo.

Contenido y metodología de trabajo:

Es muy sencillo. Los programas que requieren esfuerzos exigentes son aptos para este microciclo. Resistencia Resistencia anaeróbica bien sea en capacidad o potencia, pudiendo llegar a estados en fase de acumulo de lactato. Velocidad Básicamente velocidad de larga distancia. Resistencia a la velocidad y potencia. Fuerza Hipertrofia, fuerza máxima y de resistencia muscular.

Ubicación en el programa: Siempre previo al Microciclo de activación. No sería conveniente proponerlo en las sesiones precedentes a los objetivos deportivos más importantes. Duración del Microciclo: Entre dos y cinco sesiones. Pudiéndose incluso intercalar contenido relacionado con los demás microciclos.

Microciclo de activación.

Justificación.

Está pensado para afinar el proceso de preparación que deberá culminar con la obtención del estado óptimo de condición. La finalización de un microciclo de activación coincide con el momento en el cual hemos puesto el punto de mira, bien sea un partido o una secuencia de partidos importantes.

Objetivo.

Ajustar el proceso de rendimiento para que al final coincida con el objetivo que previamente se ha definido. El partido importante.

Características de planteamiento.

Debe haber una reducción importante de las cargas y del volumen de trabajo y aumentar notablemente los tiempos de recuperación en relación a la demanda importante de la intensidad en la ejecución de los ejercicios. De esta manera alcanzaremos la súper compensación antes de la competición y en consecuencia el pico óptimo de forma. Se trata de proponer tareas donde la ejecución se realice a intensidad elevada, inclusive máxima, ofreciendo la recuperación suficiente para que el jugador en ningún caso trabaje en estados de fatiga.

Contenido de trabajo.

El valor fundamental de este microciclo es la intensidad en la ejecución. Cualquier programa de entrenamiento que se presente bajo los principios de una ejecución intensa y exigente sin que sobrepase el trabajo con fatiga es apto para este microciclo. Por esta razón los estímulos que favorecen la rapidez y la explosividad en cualquiera de sus manifestaciones son programas excelentes para trabajar en este microciclo. Velocidad Velocidad de corta distancia explosiva y de reacción. Fuerza Fuerza explosiva en transferencia al gesto técnico específico. Resistencia En principio es la capacidad menos requerida. Pueden realizarse tareas relacionadas con la resistencia y potencia aeróbica siempre y cuando se gestione eficazmente la recuperación. Características metodologicas.

Sin duda los ejercicios deberán ajustarse a las condiciones que más se asemejen a las propias de la competición. Para ello será imprescindible la utilización de elementos técnicos conjuntamente a los físicos, reproducidos en un escenario que incluya también movimientos tácticos empleados en la competición. Los entrenamientos de este microciclo preparan para la competición y por tanto preceden a los partidos catalogados de muy importantes. Por esta razón es imprescindible que la ejecución de cada tarea se realice en los valores máximos de intensidad. Se trata de extraer instantes de la competición y presentarlos al jugador en forma de ejercicios de entrenamiento.

Ubicación en el programa: Propuesta siempre posterior al microciclo de carga y previa al objetivo principal. Duración del Microciclo: Entre dos y cinco sesiones. Pudiéndose incluso intercalar contenido relacionado con los demás microciclos.

Microciclo de recuperación.

Justificación.

Está diseñado para recuperar de los esfuerzos realizados y reducir la fatiga psicofísica adquirida a lo largo de los microciclos precedentes. Después de que un equipo se haya sometido a un período donde la exigencia del esfuerzo ha sido constante y la intensidad elevada, independientemente de los resultados deportivos obtenidos es necesario disminuir la carga de trabajo. Para conseguirlo es necesario diseñar un programa de entrenamiento basado en tareas donde el nivel de exigencia física no sea muy elevado y de intensidad relativamente baja. En consecuencia disminuye el volumen e intensidad de la carga de trabajo.

Objetivo.

Reestablecer los niveles de activación del jugador y prevenir de la sobrecarga del entrenamiento, pudiendo de esta manera mantener un nivel que permita posteriores cargas de trabajo.

Características de planteamiento.

Este microciclo tiene un formato menor que los otros dos, aproximadamente entre 1 y 3 sesiones dependiendo de la fase de la temporada, del estado de forma de los deportistas y del nivel de fatiga que acumula el jugador y/o del equipo. La duración también puede verse condicionada al calendario de competición. En ocasiones la inmediatez de partidos importantes no permite destinar el espacio de tiempo adecuado para realizar trabajos de este tipo, pero si es muy aconsejable realizarlos.

Contenido de trabajo.

El equipo no deja de entrenar, simplemente varia el planteamiento referente al contenido de trabajo. Momento idóneo para los programas que persiguen una mejora sobre conceptos de técnica individual y sobre el aprendizaje de los sistemas tácticos colectivos. Es entonces donde pueden organizarse sesiones con un contenido distinto al habitual. Partidos de otros deportes, paseos en bicicleta o actividades en la piscina, entre muchos otros.

Ubicación en el programa: Este microciclo debe proponerse justo después de la consecución de un objetivo importante y en aquellos momentos de la competición que se detecte un exceso de fatiga que pueda condicionar la adaptación a esfuerzos posteriores.

Duración del Microciclo: Entre una y tres sesiones. Pudiéndose incluso intercalar con el contenido relacionado con los demás microciclos.

Criterios generales de aplicación del Modelo de microciclos. Respuesta a grandes dudas. El método de aplicación del Modelo es muy sencillo, el microciclo de carga prepara, el microciclo de activación ajusta y como su nombre indica el de recuperación trata de reponer los niveles de fatiga. Al no disponer de grandes espacios de tiempo deben concentrarse dichos estímulos en espacios temporales relativamente cortos (2 -4 sesiones) por lo que la gestión de cada microciclo dependerá de las necesidades que se requieran en función del calendario de competiciones. Incluso a en la semana previa a cualquier partido de competición es necesario intercalar el contenido de entrenamiento de ambos microciclos. Se inicia con programas de carga y a medida que el partido de competición se acerca se finaliza con contenido de activación. Ya hemos visto que el microciclo de carga reclama programas con un valor muy alto de exigencia de esfuerzo, por lo tanto las sesiones de este tipo nunca se podrán proponer en los días previos a los partidos importantes.

¿Qué aspectos se consideran más importantes para elaborar los Microciclos de trabajo?

1.- Establecer los objetivos del Mesociclo.

A partir de los cuales se distribuirán los distintos microciclos. Imaginemos que en un Mesociclo de 4 semanas existen dos partidos considerados de muy complicados en la semana 3 y la semana 4. Posiblemente estos partidos estén en nuestro punto de mira a partir de los cuales organizaremos el entrenamiento en función al tipo de microciclo que se considere más oportuno. Empezaremos con un microciclo de carga y finalizaremos con uno de activación y posiblemente gestionaremos las sesiones específicas de carga activación a medida que los partidos menos importantes se avecinen. Sin tener un objetivo como punto de referencia probablemente no seamos capaces de estructurar ya no tan solo las cargas y la distribución del entrenamiento si no también el contenido del mismo. Además el jugador deberá ser conocedor del porqué y para qué del trabajo que se le propone de cada tarea y así recordárselo si fuera necesario.

2.- Estructurar el número, la frecuencia y la duración de las sesiones. En función del tipo y de las características del microciclo hemos visto que cada uno de ellos persigue una adaptación distinta. Mientras en el microciclo de carga el volumen de las sesiones de entrenamiento aumenta, en el microciclo de activación disminuyen. Lo mismo sucede con la duración de cada sesión. Es obvio que a medida que la temporada avanza el jugador acumula fatiga y no tiene sentido mantener la misma duración de la sesión que al inicio de la temporada donde el jugador está mucho más fresco.

3.- Establecer los criterios y demandas del entrenamiento.

El volumen, la intensidad y complejidad se constituyen como los factores determinantes según establecen las características que requiere cada microciclo. Excederse en una demanda inadecuada o simplemente que el contenido de entrenamiento no se corresponda a las necesidades del microciclo puede entorpecer todo el proceso de la programación. En ocasiones por exceso y en otras por defecto erramos tanto en la carga así como en la intensidad del contenido propuesto para cada sesión. Según el momento de la temporada, del microciclo y del objetivo que se persiga cada ejercicio precisa de una presentación distinta. Para ello existen unas tareas más sencillas y otras más complejas, donde además la exigencia de esfuerzo deberá ser tratada según las necesidades que se persiguen. Se trata de acertar en aquella que ajuste a las exigencias de ejecución acorde con las demandas de esfuerzo. 4.- Elaborar un buen programa de ejercicios.

Sin duda es el factor más importante de la programación. El ejercicio es la herramienta que empleamos para obtener del jugador el rendimiento óptimo. De nada sirve pensar en la elaboración de una estructura de un microciclo, acertar en el volumen, la carga, la intensidad y errar la puesta en práctica por un inadecuado ejercicio que no se ajuste a los mínimos que requiere la obtención del objetivo.

¿Podemos emplear los mismos ejercicios para cada uno de los microciclos?

Lo más lógico es responder negativamente a esta pregunta, pero la realidad impone la siguiente reflexión. La mayoría, por no decir todos los ejercicios son apropiados para cualquier tipo de microciclo. “¡pero supuestamente alguna diferencia debe existir para diferenciar el contenido…!” La diferencia reside en las características de la carga que se destina a cada uno de ellos y en el procedimiento metodológico para llevarlo a cabo. Posiblemente se vea más claro en el siguiente ejemplo práctico:

EJEMPLO Pongamos por caso un ejercicio de velocidad de desplazamiento de corta distancia en principio diseñado para llevarlo a cabo durante un microciclo de activación. Esta misma tarea puede transformarse en un ejercicio de gran exigencia de esfuerzo, más propio de un microciclo de carga, si no se realiza en las condiciones adecuadas, es decir si se excede en las repeticiones y no se respetan los tiempos de recuperación. También podemos observar como un ejercicio de gran exigencia física como puede ser la repetición de transiciones defensa/ataque, pensado para un microciclo de carga, puede transformarse en un ejercicio de velocidad de larga distancia si tan solo se realizan un par de repeticiones y dejamos el suficiente tiempo para la recuperación entre series. En este caso, este mismo ejercicio aun siendo característico de un Microciclo de carga podrá emplearse para un Microciclo de Activación.

“todos los ejercicios son buenos para cualquier instante de la temporada, acertar en la distribución de la carga de trabajo será determinante para conseguir el beneficio que cada tarea en un inicio persigue”

¿Bajo que criterios se establece la duración de un microciclo de recuperación?

-Estado de forma de los jugadores. ¡Ellos son el termómetro! Debe existir una continua comunicación entre el preparador físico y los jugadores a partir de la cual se ha de valorar los instantes donde reforzar esta actuación. Se estudiarán en base a estos dos momentos: 1-Objetivos más inmediatos. Muchas veces por la inmediatez de los partidos se hace muy difícil encontrar los instantes adecuados que permiten la recuperación del equipo. Cuando esto sucede, no hay que dejar escapar ningún instante para la recuperación. En ocasiones una sesión con una bajada total de la carga puede ser una medida quizás no excelente pero sí suficiente para frenar el proceso de fatiga. El microciclo de recuperación está pensado para ello. No se trata tan solo de dar descanso unos días, si no también de gestionar los programas de entrenamiento de tal manera que los espacios de tiempo donde la finalidad sea la recuperación de esfuerzos se sucedan sucesivamente. 2-Pasados los picos donde el equipo debe estar en plenitud de condición. Después de una fase donde el jugador ha sido sometido a esfuerzos exigentes es apropiado bajar este nivel de exigencia. Si el calendario lo permite es justo establecer unas sesiones de descanso. Por ejemplo después de la participación en una fase final de competición, independientemente de los resultados deportivos obtenidos parece oportuno destinar unas sesiones a la recuperación.¡No hay que tener miedo en proponer descansos! Alternar descansos activos con el descanso absoluto y las sesiones específicas con una menor carga física puede ser la medida más beneficiosa.

¿Qué pasa con los períodos largos de vacaciones?

La coincidencia de las pausas en el calendario de competición con períodos de vacaciones debe aprovecharse para dar descansos. Las vacaciones de Navidad, Semana Santa o los fines de semana libres de partidos oficiales son momentos donde el objetivo debería ser la recuperación. Dar 6-10 días de vacaciones por Navidad puede ser una medida muy beneficiosa para facilitar la recuperación, por ejemplo. Seguramente el jugador lo agradecerá. Existe la idea, por una parte fundamentada en base a estudios específicos, que durante un periodo de inactividad superior a los 6-8 días la capacidad condicional del deportista disminuye. Bajan los valores de fuerza muscular, el ritmo cardiovascular se modifica, e incluso puede suceder que el jugador pierda la “finura” técnica. Si bien estos apuntes son ciertos, también me parece justo destacar que unos días de descanso pueden suponer una excelente medida para el descanso psicológico.

¿Podemos intercalar en una misma semana contenido referente a dos microciclos distintos?

Esta claro que sí. En ocasiones nos encontraremos, sobre todo cuando existe una concentración de partidos, que no se dispone de grandes momentos para el entrenamiento. Cuando esto sucede la duración del microciclo se acorta hasta el punto que podemos estructurar en una misma semana sesiones de carga con sesiones de activación y recuperación. Quizás en este momento el concepto de sesión gana protagonismo al de microciclo.

3.-ESTRUCTURA DE LA SESIÓN Y DISEÑO DE EJERCICIOS

La sesión de entrenamiento.

“Desde un punto de vista metodológico, la sesión se establece como el medio útil para realizar los diferentes programas de entrenamiento, que deben servir para conseguir los objetivos de rendimiento del equipo y que además se empleará para su organización y control”

La complejidad del deporte colectivo indica que en una misma sesión se pueden entrenar múltiples aspectos del entrenamiento, algunos relacionados con el factor físico ( la velocidad, la resistencia, la fuerza..) incluso con la variedad de los sistemas energéticos empleados (con o sin suficiencia de oxigeno, en estados de fatiga, con la aparición del ácido láctico…) además de los propios factores que afectan al sistema nervioso y la motricidad (ejecución de los elementos técnicos y gestos específicos) y de los que se relacionan con la conducta deportiva y la coordinación de distintos elementos (aprendizaje de movimientos tácticos, sistemas de juego…). Todo ello en un marco donde deben relacionarse varios individuos componentes de un mismo equipo y que a su vez deberán de coordinarse en la búsqueda de un mismo fin. Obtener el óptimo rendimiento del equipo para ganar partidos.

Todo este abanico de distintos factores, como hemos visto determinantes para el rendimiento final, deberán entrenarse de manera conjunta durante el transcurso de una misma sesión, o incluso como veremos más adelante a lo largo de un mismo ejercicio.

Estructura práctica de la sesión.

Si echamos mano a distintas publicaciones podemos observar como amparados por conceptos teóricos, algunos de ellos basados en el entrenamiento de los deportes individuales, varios autores dividen el contenido de una sesión en distintas partes (introducción, calentamiento general, calentamiento específico, parte principal, vuelta a la calma y conclusión). Cualquiera que sea la estructura teórica, lo cierto es que la utilidad práctica de cada una de estas distribuciones deja de ser funcional cuando el contenido de las propuestas de entrenamiento no es el más indicado para conseguir el objetivo que nos proponemos.

En ocasiones desde la teoría de entrenamiento se pretende en demasía la búsqueda de un ordenamiento excesivamente teórico y se deja un poco de lado como llegar al planteamiento práctico de cada situación estudiada. Contrario a esta idea no soy muy partidario de estructurar los espacios temporales de una sesión de entrenamiento para los deportes colectivos. Por ejemplo, es indudable que debe existir un tiempo destinado al calentamiento, pero este espacio nunca ha de presentarse sin una relación directa al contenido que posteriormente pretendemos trabajar. Me explicaré. Para la puesta en marcha del equipo necesitamos elaborar un programa que simplemente amparados por el principio de progresión de la carga e intensidad prepare a cada jugador para los estímulos que se presenten a posteriori. A partir de esta idea, ¿Cómo podemos apreciar en qué momento justo conseguimos el punto óptimo de preparación de cada jugador? Si además estamos de acuerdo que cada individuo presenta unas características distintas y considerando que el colectivo de un equipo lo conforman un grupo numeroso de jugadores, probablemente parece sencillo pensar que encontrar el momento de preparación óptima para el entrenamiento puede devenir una tarea si más no curiosa.

Se trata de gestionar adecuadamente la progresión en la intensidad del esfuerzo que se realiza en cada tarea y la dificultad que se plantea para la ejecución de cada ejercicio. Progresión en la intensidad y en la dificultad. Si como entrenadores somos capaces de proponer tareas que estén diseñadas de simples a complejas, por lo que se refiere a la dificultad de ejecución, y bajo el control progresivo que representa la distribución de la intensidad idónea para cada tarea, posiblemente no será necesario detenernos a pensar en estructurar temporalmente la sesión ni de crear un ordenamiento excesivamente cerrado del contenido. Quizás de esta manera incluso sea más sencilla su aplicación.

Es resumen, cuando los jugadores entran en el espacio de entrenamiento, una vez informados por los responsables técnicos sobre el contenido general que se va a realizar, estos han de ponerse a su disposición para que mediante la administración de una serie de ejercicios se intente lograr las adaptaciones previstas según las necesidades de rendimiento. A partir de este preciso instante el protagonismo recae sobre el ejercicio, ejercicio donde cada uno persigue unas adaptaciones distintas. La función del responsable técnico se centra en ordenarlos y presentarlos según los criterios apuntados anteriormente, progresión en la dificultad e intensidad.

Contenido de las sesiones.

Primero la táctica, después la técnica y por último la preparación física, o quizás primero la preparación física, después la técnica y por último la táctica. Y sobre el contenido físico, ¿primero fuerza, después resistencia y por último velocidad, o primero velocidad y dejamos para lo último la fuerza y la resistencia?

¿Cuantas ocasiones nos hemos preguntado, sin obtener una respuesta clara, estas preguntas? La complejidad del deporte colectivo donde entran en juego tantos factores de entrenamiento hace difícil encontrar formulas idóneas para cada propuesta. Si bien, existen razones fisiológicas y metodológicas que favorecen el orden de aplicación para cada contenido, la puesta en práctica no parece tan sencilla. Quizás podamos comprenderlo mejor mediante el siguiente ejemplo práctico.

EJEMPLO 4 Intentemos visualizar la siguiente situación de juego. Pongamos como ejemplo un partido de Hockey sobre Patines, donde un jugador desde su propio campo defensivo es capaz de interceptar la bola a su adversario mediante un movimiento rápido y explosivo de anticipación. Una vez con el control de la bola este mismo jugador recorre a máxima velocidad unos 10 metros realizando inmediatamente un pase largo y preciso a la banda contraria a un compañero al que ve desmarcado. Con el fin de seguir en la jugada dicho jugador realiza un desplazamiento, empleando distintas intensidades y cambios de dirección, con la intención de posicionarse adecuadamente en área contraria de juego para realizar tareas de apoyo en ataque. Ante la perdida repentina de la bola por parte de su compañero de equipo, este debe de retroceder a máxima velocidad a su zona defensiva recorriendo una transición de 20mts, indudablemente empleando la máxima expresión de velocidad puesto que se trata de llegar lo antes posible para disponerse en labores defensivas que incluyen diferentes acciones de frenadas y arrancadas en defensa, salvando la presión implantada por el oponente.

Podríamos continuar en la jugada pero por el momento nos detenemos aquí y procederemos a realizar un análisis sobre las diferentes características de rendimiento de cada una de las acciones que este jugador ha realizado.

Este instante de juego en un partido de Hockey sobre Patines puede durar en torno a los 40” a 60”. Veamos que más ha sucedido:

Cuando el jugador mediante un movimiento rápido y explosivo se anticipa e intercepta la bola a su oponente lo consigue por la capacidad explosiva de su tren inferior, y a un adecuado análisis y lectura del juego defensivo. La posterior conducción de la bola a máxima velocidad y el pase de larga distancia, logra realizarlo con precisión gracias a una excelente capacidad técnica en el control, la conducción y el pase. Si seguimos en el análisis observamos que gracias a una buena capacidad en el desarrollo de la reacción y del desplazamiento logra escaparse de su defensor. A partir de este instante el jugador progresa empleando diferentes cambios de ritmo y dirección en la búsqueda de espacios libres. Las continuas frenadas y arrancadas a intensidad elevada responden al desarrollo de la fuerza explosiva. A partir de una acertada lectura del juego ofensivo este mismo jugador procesa toda la información y toma la decisión que considera más adecuada para posicionarse en el juego de ataque. En este instante entra en juego su táctica individual. Pero la pérdida inoportuna de la bola por parte de su compañero, induce al jugador a emplearse a fondo en una transición defensiva. 20 mts a máxima velocidad. Aunque posiblemente el cansancio acumulado no le permita lograr la velocidad en su máxima expresión, seguramente gracias a la energía generada por la potencia aeróbica máxima podrá conseguir llegar a la zona defensiva en buenas condiciones. Por si faltara poco, este mismo jugador, cuando llega a las posiciones defensivas debe someterse a distintos esfuerzos exigentes en forma de cortos desplazamientos que incluyen frenadas y arrancadas, donde sin duda deberá sacar fuerzas de los residuos de energía restante, apurando el gasto energético y posiblemente incrementando la fatiga psicofísica. En este momento entran en juego los valores relativos a la resistencia a la fatiga, casi con seguridad en insuficiencia de oxigeno y seguramente con la aparición del lactato. ¡Fijaros¡ digo “seguramente” ya que nunca sin un control exhaustivo de evaluación podremos averiguarlo con certeza.

Lo que sin duda podemos ahora mismo asegurar es que todo este proceso fisiológico no es posible desarrollarlo sin una buena resistencia de las catalogadas como mixtas (aeróbica-anaeróbica).

¡Parece increíble la cantidad cambios fisiológicos y distintas exigencias físicas que aparecen en un espacio temporal tan corto! ¡En no más de 60”¡ Ahora imaginaros lo que puede suceder a lo largo del tiempo real de un partido o entrenamiento.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 13.

¿Dónde se pretende llegar con este análisis?

Todo este contenido de juego se desarrolla en un espacio de tiempo no superior a los 60”. Observamos que podemos diferenciar hasta 7 contenidos de entrenamiento relacionados con el factor físico, 4 contenidos técnicos 3 de los cuales vinculados directamente a los elementos físicos, y 4 contenidos tácticos relacionados tanto a conceptos de táctica individual como colectiva. ¡Todo esto en 60”¡ Ahora tratemos de imaginar todo lo que puede llegar a suceder tanto física, técnica, táctica i psicológicamente durante el transcurso global de juego de un partido ( en Hockey sobre patines 50’, futbol 90’, básquet 40’…), o incluso en una sesión de entrenamiento que en líneas generales puede desarrollarse a lo largo de 120 minutos.

Con todo lo apuntado hasta el momento, ¿aún pensamos que es tarea sencilla establecer un orden del contenido para cada factor de entrenamiento?, ¡Por supuesto que NO!

Es indudable que existen y deben existir unos parámetros teóricos que orientan sobre cual puede ser la disposición mas adecuada para proponer cada contenido. Criterios que muchos de ellos están basados en el rendimiento de deportistas de disciplinas individuales, y que bajo mi punto de vista en ocasiones carecen de una aplicación clara para los deportes colectivos. Ahora bien, si hacemos caso a los principios básicos del entrenamiento de los deportes colectivos, podemos destacar lo siguiente:

– Principio de individualidad (cada deportista es diferente). – Principio de especificidad (cada jugador precisa de un entrenamiento orientado hacia sus características de juego). – Principio de alternancia de los diferentes factores que intervienen en el entrenamiento (relación existente entre el entrenamiento físico, el técnico y el táctico).

Seguramente estos tres principios reflejan la realidad del deporte de equipo.

“Cada deportista es diferente, precisa de un entrenamiento orientado a las características que emplea en su juego y en una estrecha relación con los demás factores que también intervienen en el rendimiento”

A partir de este planteamiento inicial la responsabilidad recae sobre los responsables técnicos. Ellos deberán ser capaces de poner en juego estos requisitos y conseguir los frutos deseados a partir de la elaboración de los ejercicios de entrenamiento.

Tareas, ejercicios…

Un equipo deportivo lo conforman un grupo notablemente alto de jugadores, cada uno de ellos con unas características distintas y que requieren de estímulos distintos según su posición de juego. Jugadores que a la vez de ser eficientes en la ejecución técnica y que dispongan de una buena condición física se les requiere con capacidad para resolver los conflictos del juego colectivo. Imaginaros la cantidad de variables que pueden intervenir directa o indirectamente en su rendimiento. Y lo que quizás aún más dificil, para lograrlo disponemos de un par de horas en cada sesión de entrenamiento. Ante todo este panorama, parece difícil que pueda existir una receta donde extraer la formula “mágica” que ordene y estructure toda la variedad de requisitos que el jugador precisa en cada momento.

Los continuos estímulos a los que se ve sometido el jugador en el desarrollo del juego permiten que las opciones de entrenamiento sean muy variadas, y el abanico de posibles combinaciones puede llegar a ser muy extenso. Esto no debe ser un problema, más bien todo lo contrario. A más variedad de situaciones se incrementan las posibilidades de coordinar diferentes requisitos en una misma tarea, obteniendo de esta manera una riqueza mayor de cada propuesta. Y este es el secreto del entrenamiento. Se trata de combinar los distintos elementos y factores que participan en el juego, buscar las condiciones ideales para su puesta en práctica y esperar que el resultado dé los frutos deseados. El medio para llevar a cabo todo este proceso lo encontramos en el ejercicio o lo que algunos autores prefieren denominar como tareas de entrenamiento.

Ejercicios, tareas…posiblemente si cada uno de nosotros nos paramos a pensar en una nueva denominación, seguramente encontraremos el concepto que bajo nuestro punto de vista mejor lo defina.

Pero si cuando estamos con los jugadores empleamos el concepto “ejercicio” ¿por qué cambiar ahora?

Con todo lo argumentado hasta ahora, y con la intención de entusiasmar al entrenador para que sea capaz de elaborar ejercicios que se acerquen a las necesidades y características del jugador que en cada momento precise, a partir de este momento centraremos la atención en el procedimiento para la elaboración de los mismos.

Pero antes de entrar en este tema considero oportuno destacar un elemento que al final será determinante en el rendimiento final del jugador. Se trata de saber cómo perfilar la gestión sobre la capacidad cognitiva.

Quizás el concepto pueda parecer extraño pero su interpretación es bien sencilla. A lo largo de un partido o incluso en el desarrollo de un entrenamiento el jugador, independientemente del nivel de práctica, desarrolla toda una serie de acciones que derivan hacia múltiples y distintas respuestas. El jugador en este momento pone en marcha todo su mecanismo motor para obtener la máxima eficiencia de cada estímulo al que se ve sometido. Pero este “mecanismo motor” no puede funcionar a la perfección si previamente no recibe la orden de ponerse en marcha. Esto tan sencillo obedece a lo que en entrenamiento se denomina proceso de decisión que depende del sistema cognitivo y se relaciona directamente con la capacidad del jugador para pensar, decidir y posteriormente actuar. ¿Todo esto se puede mejorar con el entrenamiento? ¿Cómo debe proponerse el entrenamiento de la capacidad cognitiva?

Entrenamiento de la capacidad cognitiva.

Una vez más las diferencias existentes entre las disciplinas individuales con respecto a los deportes colectivos demuestran que el entrenamiento debe administrarse de manera diferente. Una de estas diferencias se relaciona con la conducta que desarrolla el deportista para desenvolverse en el juego. El jugador en todo momento debe coordinar todas sus acciones y movimientos conjuntamente a los que puedan realizar sus compañeros de equipo, y a su vez adaptarlos a las acciones y movimientos que el adversario al mismo instante también realiza. Conseguir que toda esta secuencia finalice de manera exitosa precisa de jugadores capaces de tomar decisiones eficientes en intervalos de tiempo muy pequeños. Este proceso depende directamente del sistema cognitivo del deportista.

¿Imagináis un jugador que ante una nueva situación no fuera capaz de tomar una rápida decisión? Posiblemente este no sea un jugador que ayude a marcar diferencias. El juego precisa de jugadores “inteligentes” capaces de resolver problemas en el mínimo de tiempo posible y sin que esto trastoque excesivamente el desarrollo del partido. En definitiva precisamos jugadores rápidos en el pensar y hábiles en la ejecución. A partir de este momento la capacidad cognitiva será determinante.

Si retrocedemos unos instantes y repasamos el ejemplo práctico que hemos analizado anteriormente, recordemos; “aquél jugador que en funciones defensivas se anticipa a su adversario para robarle la bola…” Sin duda este jugador reacciona en función del movimiento que realiza su oponente y a la situación de la bola, es lo que se denomina “estimulo de juego”. A partir de este estímulo el jugador piensa y toma una decisión, “anticiparse al adversario”. El resultado viene de inmediato, el jugador consigue apoderarse de la bola, “respuesta inmediata”.

Luego existe la relación:

“Aparición del estimulo, pienso, actúo y se logra una respuesta”

Toda esta secuencia que transcurre en un espacio temporal muy corto y en este instante la decisión se transforma en un elemento clave en el desarrollo del juego colectivo, que deriva directamente en una mejora del rendimiento individual del jugador y en consecuencia del equipo.

Por el momento hemos estudiado una pequeña secuencia de apenas unos segundos pero, ¿cuántas situaciones de este tipo se le presentan a un jugador durante el transcurso de un partido? ¡Infinitas!. Si esta afirmación tan rotunda parece evidente y tenemos muy claro que debemos entrenar todo aquello que sucede en el transcurso de un partido, parece fácil pensar que los programas de entrenamiento deberán incluir elementos que potencien la toma de decisión, ¿no?

A partir de esta última idea, podemos recapitular que el rendimiento depende en cierta medida de la intervención de los factores de entrenamiento en relación a tres sistemas:

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 13.

“Lograremos mejorar el rendimiento global del jugador si conseguimos coordinar el desarrollo de los tres sistemas de manera conjunta”

¿Cómo podemos lograr una mejora sobre el sistema cognitivo a través de los ejercicios de entrenamiento?

El entrenamiento cognitivo no es mas que el desarrollo de todos los factores funcionales del entrenamiento enmarcados en un contexto donde el deportista deba dar una respuesta lo más idónea posible a un estimulo propio del juego.

Es necesario diseñar tareas que provoquen en el jugador una toma de decisión que progrese en cuanto a su dificultad, sin olvidar que la “decisión” el deportista debe tomarla al mismo tiempo que se somete a otros estímulos. Físicos, tácticos, técnicos…

Recordemos el concepto de incertidumbre: Incertidumbre entre el SI y el NO. “SI paso la bola o NO paso el bola”, “SI realizo un desmarque o NO lo realizo”. Esta constante, se reproduce durante el juego en infinidad de acciones, por no decir todas, lo que sugiere que el jugador que pretenda salir exitoso de una situación de este tipo deberá esmerarse a “pensar” para obtener de cada situación la solución más acertada. Fijaros que la finalidad esencial es potenciar el pensar, a través del cual el jugador desarrollará la toma de decisión.

Siguiendo en esta misma línea y si verdaderamente estamos de acuerdo que el entrenamiento de los deportes de equipo debe considerar  todos y cada uno de los factores que intervienen en el juego, sean de la índole que sean, no tendría ningún sentido dejar de incluir ejercicios donde se potencie la toma de decisión en el entrenamiento. Se trata tan solo de diseñar tareas donde el jugador tenga la necesidad de pensar para actuar. Por esta razón los ejercicios donde la respuesta es de carácter excesivamente cerrada que se realiza a merced de la repetición y automatización de diferentes acciones no son válidos para potenciar este sistema.

Con todo lo apuntado hasta el momento y dada la importancia que para el jugador de un deporte de equipo puede suponer un entrenamiento de este tipo, ¿Seremos capaces de diseñar tareas que incluyan elementos relacionados con todos estos factores de entrenamiento? Está claro que SÍ.

Los ejercicios de entrenamiento.

“Reproducción de situaciones que se realizan en un partido y se presentan en el entrenamiento de forma simplificada con el objetivo de conseguir mejorar algún aspecto que nos interese potenciar”

La sesión la conforman todo un conjunto variado de ejercicios. Cada uno de ellos persigue un objetivo claramente definido y son el único medio que nos acercará a conseguirlos. A lo largo de una temporada deportiva durante el entrenamiento suceden infinidad de situaciones distintas. Un equipo que aspira a conseguir títulos y por lo tanto accede a jugar todas las finales puede tener una media de entrenamientos que se sitúan en torno a las 120 y 140 sesiones por temporada. Si por término medio cada sesión tiene una duración de 2h, estamos hablando que un equipo de estas características tiene por delante entre 240 y 280 horas de entrenamiento al inicio de una temporada. ¿Podéis imaginaros cuantos ejercicios distintos podemos llegar a realizar durante todo este período de tiempo?

Sin duda muchos de estos ejercicios se irán repitiendo a lo largo de la temporada, pero también es cierto que los entrenadores debemos tener un bagaje importante y variado de ejercicios para ofrecer en cada entrenamiento diario. Con el fin de no ser repetitivo y de evitar utilizar los mismos ejercicios, el entrenador deberá emplearse a fondo para ser creativo utilizando todos cuantos medios estén a su alcance para elaborar ejercicios nuevos. Este trabajo representa para los entrenadores una labor importante y decisiva, labor que si se realiza pensando en todo momento en obtener el máximo rendimiento del jugador, probablemente consiga crear ejercicios no tan solo apropiados en un sentido funcional, si no también tareas atrayentes y motivantes para el jugador.

Diseño de ejercicios de entrenamiento.

A partir de este instante hemos llegado al punto más interesante y bajo mi punto de vista más atractivo del entrenamiento deportivo. El diseño de los ejercicios. El ejercicio es la herramienta con la que alimentamos el contenido de cada sesión. Como preparador físico cuando me dispongo a diseñar un ejercicio sobre un papel intento visualizar cada acción y cada movimiento como si de un entrenamiento real se tratara. Posteriormente cuando este mismo ejercicio se presenta a los jugadores en la pista se ve reflejado aquello que en un inició “era ficticio” pero que en cierta medida es el resultado de una labor pensada y estructurada. Además en la puesta en práctica existen otros elementos que son muy interesantes experimentar. Los cambios y las posibles variantes que sobre la marcha pueden realizarse y que supuestamente sobre el papel en un inicio fueron más difíciles detectar son un aliciente más para la riqueza del entrenamiento. Toda esta experiencia parece improbable apreciarla si planteamos los entrenamientos empleando siempre los mismos ejercicios. Además los jugadores agradecerán la variedad y supuestamente ofrecerán una mayor predisposición para la práctica.

“El ejercicio es la principal forma que tenemos los entrenadores para llegar a conocer el comportamiento motor de cada jugador y modificarlo con el único fin de obtener la mejora”

En diferentes tratados deportivos se insiste mucho en la importancia de planificar y programar todo lo que puede devenir en la temporada deportiva. Ahora bien, todo este planteamiento inicial no conduce a nada si posteriormente no somos capaces de elaborar los ejercicios de entrenamiento en relación a las necesidades de rendimiento que el equipo precisa. El ejercicio debe estar pensado y diseñado para obtener de él los objetivos que nos hemos propuesto, si no es así hemos fracasado en el diseño. Por consiguiente debemos prestar la máxima atención en su diseño, preparación y puesta en práctica.

También, desde la teoría del entrenamiento se tiene muy presente las interrelaciones entre los diferentes factores del entrenamiento. La preparación física, la mejora de la técnica, el aprendizaje de los sistemas tácticos…todo ello en un marco que se acerque lo máximo posible a las situaciones que el jugador se encontrará en la competición.

Todo este abanico de posibles variantes se debe poder entrenar de manera conjunta en un mismo ejercicio para extraer de él sus máximas prestaciones. En este sentido Paco Seirul.lo pensó y elaboró un Modelo al que denomina “Modelo de Sistemas” en el cual pretende que cada factor de entrenamiento interactúe con los otros de tal manera que se logren distintas adaptaciones en una misma tarea.

Justificación al Modelo.

El jugador fuerte, resistente, ágil, veloz es muy necesario para el equipo, pero a su vez este mismo jugador debe poder ejercitarse con una técnica eficiente empleando estas mismas condiciones. Pero la búsqueda del óptimo jugador no finaliza aquí. Un equipo ganador precisa jugadores con estas características pero además de desenvolver todo este potencial físico-técnico, el jugador debe ser capaz de interaccionar con los demás miembros del equipo. Para lograr esta coordinación se requiere poner en marcha algo más que la condición física y la aptitud técnica. Precisa ser un jugador inteligente, capaz de resolver cualquier situación extraña que se le presente. Nuestra misión será la de potenciar “el pensar” a partir de los ejercicios de entrenamiento. Conseguiremos de esta manera una mejora sobre tres condiciones esenciales del jugador del deporte colectivo:

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 13.

Sistema condicional.

Se refiere a todos aquellos mecanismos que podemos emplear para elevar los niveles de condición física del jugador y que a su vez le permita una mejora en los demás campos. Ya hemos visto que la condición física por sí solo no es suficiente para crear un jugador completo de aptitudes. Pero también es cierto que lograr el funcionamiento eficiente se hace muy difícil sin una buena aptitud física. De estas afirmaciones se desprende que la condición física debe ir siempre de la mano de los factores responsables del desarrollo coordinativo.

Contenido de entrenamiento: La fuerza, la resistencia, la velocidad, la flexibilidad, la agilidad… en cualquiera de sus manifestaciones.

Sistema coordinativo.

El sistema coordinativo está relacionado con el desarrollo eficiente del acto motor que se sincroniza para finalizar en la correcta ejecución de un gesto técnico. Cualquiera de los gestos que el jugador realice, el chute, la conducción, un pase, un dribling… dependen en gran medida de la capacidad coordinativa del deportista. Para conseguir que todo el acto motor funcione deberán interactuar los distintos músculos que intervienen en cada gesto de manera coordinada y armonizada.

Contenido de entrenamiento: El chute, el pase, la recepción, el dribling, la conducción…y cualquiera de los gestos específicos que realiza el jugador a lo largo de un partido.

Sistema cognitivo.

A lo largo del transcurso de un partido suceden infinidad de situaciones distintas. Algunas de ellas vividas anteriormente pero la gran mayoría son experiencias nuevas para el jugador. Solventar eficientemente cada nueva situación del juego requiere tomar decisiones. En este instante el jugador procesa a partir de la concentración, la atención y la capacidad de lectura del juego la información de todo lo que sucede en el transcurso del partido. Lo siguiente es decidir sobre la opción más adecuada. En definitiva, el jugador una vez analizadas las condiciones del entorno y en relación a la intención que en cada caso persigue, piensa para luego decidir y actuar. Mediante el entrenamiento podemos potenciar todo este proceso de la misma manera que a través del entrenamiento mejoramos la fuerza, la resistencia o la precisión en un chute, por poner algunos ejemplos.

Contenido de entrenamiento: La concentración, la atención, la lectura del juego, la coordinación con los compañeros…en definitiva todos aquellos aspectos que sugieren tomar decisiones. O mas sencillo aún “que desarrollen el pensar”

Aplicación del Modelo en el entrenamiento.

Es muy sencillo. Se trata de elaborar un ejercicio que incluya elementos relacionados con los tres sistemas citados, aunque como veremos más adelante el protagonismo recaiga en tan solo uno de ellos. Cuando planteamos una actividad en forma de ejercicio a los jugadores, en realidad les estamos pidiendo que enlacen muchas subtareas, donde en alguna de ellas recae el objetivo principal que perseguimos y posiblemente las demás se realizan para revestir el ejercicio de forma que éste sea atractivo y motivante para el jugador. Sencillamente debe existir en cada ejercicio de entrenamiento un objetivo en el cual recae la atención y otros objetivos secundarios que se realizan para acompañar al principal. Pero la selección de los elementos que formarán parte del ejercicio no puede dejarse al azar, debe haber una secuencia pensada y guiada que conduzca hacia la mejora del rendimiento. Esto tan sencillo obedece a una necesidad primordial, la creación de jugadores que sean capaces de desenvolverse ante cualquier situación del juego.

En un sentido práctico se trata de escoger de cada sistema aquellos elementos que pensamos pueden ser beneficiosos para obtener un objetivo en concreto. Los ordenamos y creamos una secuencia lógica de ejecución en forma de ejercicio. A partir de este instante reforzamos uno de ellos (o más) como el principal, aquél donde recae el protagonismo de la práctica y los demás elementos serán los que acompañarán a este en la búsqueda del objetivo que nos hemos previsto.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 13.

Vamos a poner en práctica todo lo apuntado hasta el momento. Analicemos el siguiente ejercicio.

Buscamos un objetivo principal: Mejora de la velocidad de reacción y el desplazamiento de corta distancia. Objetivo que se relaciona con el sistema condicional.

Descripción del ejercicio: Se sitúan dos jugadores de cara a la valla y de espaldas a la pista. Definimos con conos un recorrido corto con cambios de dirección. Un tercer jugador (jugador C) realiza un chute entre medio de los otros dos (jugador A-B) de forma que la bola golpea en la valla y sale disparada en el sentido inverso. Los jugadores (A-B) reaccionan al golpeo y compiten para hacerse con la posesión de la bola después de recorrer el circuito. A partir de este momento el jugador que se hace con la posesión realiza un ataque a portería mientras que el otro jugador trata de impedirlo (1×1). Posteriormente se aumenta la complejidad mediante la implicación del jugador (C) en el ejercicio. El jugador que se hace con la posesión deberá apoyarse con el jugador (C) antes de atacar a portería. Se crea de esta manera una situación nueva (2×1).

Analicemos todo lo que sucede:

El objetivo principal corresponde a un elemento que se relaciona con el sistema condicional (la velocidad de reacción y el desplazamiento de corta distancia). La inclusión de elementos técnicos (chute, conducción, pase, driblings) pretende servir de apoyo al objetivo principal y refuerza el contenido sobre el sistema coordinativo. A su vez la presencia de la oposición a través del portero y del jugador que ejerce de adversario potencia en todo momento la toma de decisiones. El jugador deberá “pensar” para no errar en la ejecución. Por lo tanto existe un componente interesante que concierne al sistema cognitivo.

Justificación del ejercicio.

De entre todos los elementos ponemos el acento en aquellos que nos parecen más importantes para conseguir el objetivo. En el ejemplo descrito anteriormente la reacción que se realiza con un giro de 180º para conseguir la posesión de la bola parece sea el objetivo principal. Todos los demás elementos acompañan a este, de manera que la ejecución de toda la secuencia del ejercicio se acerque a la realidad del juego competitivo. Y para que esto suceda existe otro elemento clave en el desarrollo de este ejercicio. Se trata de la competencia. La inclusión de este factor estimula la motivación y el espíritu de lucha de manera que nos aseguramos la máxima predisposición del jugador en el ejercicio y por consiguiente la exigencia de la ejecución será máxima.

¿El jugador debe saber cual es el objetivo principal del ejercicio?

Sí. En todo momento debemos reforzar esta información. En este caso la atención se centra en la acción de girarse y conseguir la posesión de la bola. Lo que sucede a posteriori ya no tiene tanta importancia. El jugador debe saber donde se centra el objetivo principal y exigirle que preste su máxima atención para una correcta ejecución. Los demás elementos que acompañan al principal están diseñados para “disfrazar” el contenido global del ejercicio. Es decir, en este mismo ejemplo, desde la perspectiva del objetivo físico nos ha de importar poco si el jugador finaliza el ejercicio en gol o no.

La elaboración de un ejercicio de entrenamiento no finaliza aquí. Por el momento tan solo hemos podido diseñar el ejercicio y hemos visto que criterios hay que seguir para sacar el máximo rendimiento de cada uno de ellos. Pero la función de un ejercicio es su puesta en práctica. Para ello hay que manejar una serie de condiciones que servirán para optimizar la puesta en práctica del ejercicio.

El entrenador utiliza el ejercicio como elemento básico de la programación, siendo esta su principal herramienta de trabajo y con la que va a pasar la mayor parte del tiempo diario. Por esta razón cada tarea que se proponga deberá tener una serie de requisitos que las hagan realmente significativas y a su vez atractivas para los jugadores. El jugador que no esté motivado durante la ejecución de un ejercicio difícilmente verá mejorado su nivel de condición. Veremos a partir de este momento cuales son estos requisitos básicos que ayudarán a confeccionar ejercicios que reúnan las condiciones ideales de práctica. La metodología, es decir, la forma de presentar y ajustar el ejercicio en el entrenamiento, cobra un protagonismo especial.

A continuación todo lo referente a los ejercicios de entrenamiento. “El quid del rendimiento”

Metodología de aplicación a los ejercicios según el Modelo presentado.

Criterios básicos para su puesta en práctica.

Presentar ejercicios de respuesta abierta. Evitar automatismos y tareas excesivamente monótonas. Los ejercicios que se realizan mediante la repetición no son válidos para este modelo puesto que de esta manera no se potencia la decisión. El jugador puede incluso estar pensando en otras cosas que no están relacionadas con la ejecución, lo que significa que la dispersión gana terreno a uno de los factores más importantes del rendimiento, la concentración.

Variedad en la ejecución. Capacidad para potenciar estímulos diferentes en un mismo ejercicio. El jugador debe ser capaz de modificar una acción según la posición de los demás elementos (adversarios, compañeros…).

Variedad en el contenido y en los medios materiales utilizados. Los desplazamientos y cada unos de los distintos movimientos se deben proponer de tal manera que ofrezcan todo un abanico de distintas opciones. Las picas, las vallas, los conos, las pelotas e implementos de otros deportes deben formar parte en la presentación. El jugador tiene que ser conocedor que aquello que esta realizando corresponde a un trabajo físico. En la medida que vea implementos y material diverso disperso por la pista detectará que el objetivo es distinto al que efectúa cuando trabaja específicamente otros aspectos del entrenamiento.

Dificultad de los ejercicios. Crear ejercicios que son excesivamente complicados puede llegar a ser un problema. Para evitarlo hay que confeccionar ejercicios simples donde progresivamente se incremente la dificultad. A medida que el jugador consigue la adaptación prevista el ejercicio progresa mediante la administración de estímulos nuevos. Cada elemento nuevo debe reforzar el objetivo principal o bien servirá de ayuda como un factor más para conseguirlo. Los ejercicios complicados han de proponerse progresivamente. Se puede empezar con una parte y a medida que el jugador la aprende y asimila se progresa con elementos nuevos. Por ejemplo, el hecho de añadir la oposición a un ejercicio aumenta la complejidad.

Fomentar la motivación en la práctica. Es sabido que el jugador que no demuestre entusiasmo en la práctica difícilmente sacará el máximo rendimiento del ejercicio. Por esta razón tenemos que ser capaces de incluir en los ejercicios elementos que son atractivos para el jugador. No sirve el correr por correr. En cambio si cada ejercicio finaliza con un 1×1, un chute a portería o se fomenta la competición por la posesión de la pelota, seguramente esta situación agradará más al jugador y este se explayará más eficientemente en la ejecución. De esta manera el resultado se verá mejorado. Tenemos que conocer cuales son aquellos aspectos y situaciones que más agradan al jugador y emplearlos en la medida que el ejercicio así lo permita.

Fluidez del ejercicio. Tiene que ver con el dinamismo en la ejecución. Evitar aquellos ejercicios con excesivas paradas, e incluso que precisan de un tiempo de explicación excesivamente largo. También se refiere a los tiempos de ejecución. Aquellos ejercicios “interminables” pueden ir en detrimento del objetivo final. Es preferible estructurar el tiempo total destinado a un ejercicio en periodos cortos que excederse en el tiempo de práctica.

Tiempos de espera. En el desarrollo de cada ejercicio existe un momento de ejecución y un instante que corresponde a la espera. Debemos controlar muy bien los tiempos de espera de manera que no sean excesivamente altos. Para evitarlo lo más apropiado es cuantificar la relación existente entre los tiempos de ejecución y los de espera. Esto puede muy bien hacerse en las primeras repeticiones del ejercicio observando la evolución de toda la secuencia que emplea un jugador para completar todo el recorrido de un ejercicio.

Definir rotaciones. El jugador debe saber en todo momento donde tiene que ir después de realizar cualquier acción. Seguramente los ejercicios donde intervienen un par de jugadores esto es mucho más sencillo, pero cuando se mezclan más jugadores hay que definir exactamente donde va cada uno al finalizar su tarea. La función del preparador físico es determinar las rotaciones justo al inicio del ejercicio.

Fraccionar los ejercicios más largos o más complicados. Los ejercicios excesivamente complicados pueden entorpecer la dinámica de la práctica si los jugadores tienen dificultad en su aprendizaje. Para evitarlo es preciso dosificar el contenido en distintas partes. Primero se realiza una parte y a medida que el jugador aprende el ejercicio se incluyen tareas nuevas.

Fácil montaje. En ocasiones dedicamos más tiempo al montaje del ejercicio que a la propia práctica. Esto es un grave error. Destinar más de un par de minutos a la preparación de un ejercicio en la pista ya puede ser un motivo que entorpezca el dinamismo del entrenamiento. Si tenemos previsto elaborar un ejercicio de difícil montaje podemos emplear el tiempo previo al inicio del entrenamiento para prepararlo. Si esto no fuera posible debemos coordinar y ordenar los ejercicios de manera que la preparación técnica del ejercicio no entorpezca la dinámica del ritmo del entrenamiento. El tiempo que se destina a la hidratación o a un descanso debería ser suficiente para realizar el montaje del siguiente ejercicio. De lo contrario es preferible simplificar el ejercicio. Control de los tiempos de ejecución. Sin duda es el factor más importante. Lo primero es definir la carga del ejercicio, 3 series de 4 minutos o 4 series de 6 minutos por ejemplo. Lógicamente la carga debe ajustarse a las necesidades que cada ejercicio persigue. Ahora bien, en relación a la cantidad de series que deben plantearse de cada ejercicio creo interesante apuntar que el número adecuado sean como mínimo tres. Me explicaré. Para la ejecución de un ejercicio nuevo el jugador precisa un tiempo para su asimilación y aprendizaje. Para ello destinamos una primera serie donde la exigencia de la ejecución no debe ser excesivamente estricta. A lo largo de esta primera serie el jugador aprende el recorrido, ajusta los tiempos de ejecución y se coordina con los demás elementos del ejercicio. A partir de una segunda serie es cuando el jugador saca el máximo provecho de cada acción puesto que conoce a la perfección el sentido y el ritmo del ejercicio. Incluso antes de empezar esta segunda serie es aconsejable que el preparador físico recuerde a los jugadores donde están los elementos en los que hay que centrar la máxima atención. En definitiva avisar cuales son los movimientos o acciones donde recae el objetivo principal del ejercicio. Las series posteriores son en las que se extrae el máximo beneficio del ejercicio.

Ejercicios de entrenamiento: Distintas orientaciones.

Entra dentro de la lógica del entrenamiento deportivo que cada sesión debe ser diferente de las otras tanto a los objetivos que se persiguen como al contenido de lo presentado. Si esto no fuera así veríamos incumplido uno de los principios básicos del entrenamiento. El principio de la variedad. Incluso la administración de un ejercicio idéntico puede presentar notables diferencias en función de cómo se distribuye la carga y la intensidad.

Volvamos al ejercicio que se presentaba anteriormente como ejemplo práctico para la mejora de la velocidad de reacción. A primera vista parece un ejercicio muy acertado para mejorar la velocidad de reacción y de desplazamiento a corta distancia. Incluso el análisis de la puesta en práctica demuestra que respeta unos criterios metodológicos adecuados. ¿Es así?

En principio parece que sí, ahora bien, permitidme que proclame cierto recelo a esta afirmación. Para un adecuado desarrollo de la velocidad de reacción existen dos aspectos importantes que no podemos dejar de lado. Por una parte hay que tener muy claro que la velocidad se mejora siempre y cuando el jugador no esté en fatiga muscular, y por otra que un ejercicio de este tipo el jugador debe realizarlo a máxima intensidad.

Una vez conocidos los requisitos básicos de aplicación, si retomamos el análisis en el cual estamos inmersos observaremos que para optimizar el ejercicio a pleno rendimiento necesitamos conocer muchas mas cosas. Por ejemplo, ¿os parece oportuno realizar este ejercicio al final de la sesión o quizás es mejor al inicio? ¿Cuántas repeticiones y cuanto tiempo destinamos a los descansos? Y en la estructura del microciclo ¿Cuándo consideramos que es más apropiado presentarlo, inicio o final del microciclo? Resolver favorablemente estas preguntas se hace una labor imprescindible si lo que queremos es lograr el rendimiento óptimo del ejercicio.

Si el jugador realiza este ejercicio justo al iniciarse la sesión, por lógica después de un buen calentamiento, y no se excede en el número de repeticiones de manera que existe un equilibrio coherente entre los tiempos de ejecución en relación a los de recuperación, seguramente podemos considerarlo como un ejercicio adecuado para la mejora de la velocidad de reacción y desplazamiento a corta distancia. Ahora bien, si este mismo ejercicio el jugador lo realiza en los instantes finales de la sesión de entrenamiento, después de haber efectuado un trabajo intenso donde posiblemente ha acumulado fatiga muscular, se excede en el número de repeticiones y no se facilitan los tiempos mínimos de recuperación entre series, probablemente el ejercicio no supondrá el beneficio deseado. Observamos en este segundo caso que un ejercicio inicialmente pensado para mejorar la velocidad de reacción se puede muy bien transformar en un ejercicio más cercano a la resistencia. ¿Quiere decir esto que el ejercicio no es válido para el entrenamiento?, rotundamente no. El ejercicio es bueno, pero nos hemos equivocado en tanto en el planteamiento inicial como en la correcta distribución de la carga. Mientras que en la primera opción de este ejemplo podríamos decir que el ejercicio favorece la mejora de la velocidad de reacción, en la segunda opción, el ejercicio puede determinarse como un ejercicio más apropiado para el mantenimiento de la velocidad en estados de fatiga.

Un escenario como este plantea que ante la administración de un mismo ejercicio se pueden presentar orientaciones distintas en relación al beneficio que inicialmente se persigue. Dependiendo de cómo se distribuye la carga y en qué momento tanto de la sesión como del microciclo el jugador lo realiza el resultado puede diferir mucho.

Tipos de ejercicios de entrenamiento. Ejercicios de mejora.

Es tan sencillo como entender que cuando un ejercicio se presenta en las condiciones ideales de práctica se logrará una mejora en el rendimiento inicial del jugador. Acertar en “las condiciones ideales” significa tener muy claro como gestionar cada factor que interviene en el rendimiento. El instante del entrenamiento, la duración y las características empleadas para la puesta en práctica representan factores elementales.

Ejercicios de mantenimiento.

Son aquellos ejercicios que por las razones que sean, no se consigue elevar el nivel de rendimiento del jugador, tan solo mantenerlo. Normalmente son ejercicios que el jugador no asimila por un inadecuado planteamiento, bien sea por un exceso en la carga o simplemente por no acertar en el momento más adecuado para su puesta en práctica. De todo el conjunto de ejercicios que se programan en una sesión de entrenamiento, no siempre de todos los jugadores lograrán una adecuada adaptación, y ¡no pasa nada! Lo que realmente importa es que el conjunto de ejercicios de se programan en una sesión mejoren el nivel inicial del jugador. Ejercicios de recuperación.

Como su propio nombre indica son ejercicios que están pensados para favorecer la recuperación del jugador. No pretendamos nunca obtener una mejora del rendimiento en todos y cada uno de los ejercicios que presentamos a lo largo de una sesión de entrenamiento. Por lógica deben existir tareas que ayuden a recuperar de los esfuerzos acumulados. Si el planteamiento no fuera de esta manera, posiblemente nunca lograríamos optimizar el rendimiento del jugador con el consiguiente acumulo de cansancio psicofísico, cargando consigo con todas las consecuencias que esto conlleva.

Ejercicios que desentrenan.

Aunque el concepto parezca insólito si se detienen a analizar algunos ejercicios “de estos que no sabemos muy bien por que se realizan” posiblemente encontremos la lógica a esta definición. A lo largo de un programa deportivo existen ejercicios que por un inadecuado planteamiento inicial y con el añadido de un exceso de tiempo en su ejecución, desentrenan. Es tan sencillo como esto. Hay muchos ejercicios que no aportan nada, el jugador los repite de forma mecánica sin saber muy bien porqué pero que al final carecen de un objetivo en concreto. Me refiero a que un ejercicio desentrena cuando además de no aportar nada para el rendimiento, los tiempos excesivos de ejecución resultan cansinos para el jugador.

Los responsables de llevar a cabo la puesta en práctica de los ejercicios. Los entrenadores y el preparador físico.

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