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15 May 2012

Determinación de los factores antropométricos y de la condición física asociados al riesgo de enfermedad cardiovascular en adolescentes mexicanos con obesidad y sobrepeso

Es de conocimiento general, como lo demuestran diferentes informes, que la prevalencia de la obesidad en niños y adolescentes se ha incrementado en las últimas dos décadas; convirtiéndolo en un problema de salud pública (Balas et al., 2010).

Autor(es):MC. Guzman-Marquez(1), P. Tlatempa-Sotelo(1), R. Valdes-Ramos(1), E. Gomez-Gomez(3), R. Manjarrez-Montes de Oca(1), J. Gonzalez-Gallego(2), I. Alvear-Ordenes(2)
Entidades(es): Institute of Biomedicine (IBIOMED), University of León, León, Spain

Congreso: IV Congreso Internacional de Ciencias del Deporte y la Educación Física. (VIII Seminario Nacional de Nutrición, Medicina y Rendimiento Deportivo)
Pontevedra, España, 10-12 Mayo 2012
ISBN: 978-84-939424-2-7
Palabras Clave: ): VO2máx, masa grasa, bajo peso al nacer, enfermedad cardiovascular.

Determinación de los factores antropométricos y de la condición física asociados al riesgo de enfermedad cardiovascular en adolescentes mexicanos con obesidad y sobrepeso

RESUMEN COMUNICACIÓN/PÓSTER

Antecedentes: La presencia de obesidad y sobrepeso en la etapa adolescente es un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular que se relaciona con la presencia de un aumento del porcentaje de masa grasa, hipertensión y bajo nivel de condición física. El consumo máximo de oxigeno se considera como un factor de riesgo cardiovascular predictor de la presencia de enfermedades cardiovasculares en la etapa adulta. El bajo peso al nacer se ha asociado con la presencia de hipertensión, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares en la edad adulta. Objetivo: evaluar los factores antropométricos y consumo máximo de oxigeno en adolescentes con obesidad y sobrepeso y su relación con el bajo peso al nacer.
Metodología: Estudio transversal, observacional y descriptivo, en una muestra de adolescentes (n 180) de 12-14 años de edad, con presencia de obesidad y sobrepeso. Se evaluó el IMC, circunferencia de cintura, porcentaje de masa grasa, presión arterial diastólica, diastólica y el consumo máximo de oxigeno, se relaciono con los datos de peso al nacer de los sujetos. Resultados: En los adolescentes con bajo peso al nacer, del sexo femenino, se presento alta asociación entre el IMC y el porcentaje de masa grasa (r2 0.418 p<0.004), y en el grupo de alto peso se observaron relaciones negativas con el consumo máximo de oxígeno, presentándose la misma relación en los adolescentes hombres con pero con bajo peso al nacer. Conclusiones: es importante realizar la medición del consumo máximo de oxígeno como parte de la valoración de factores de riesgo cardiovascular en este tipo de población.

INTRODUCCIÓN:

Es de conocimiento general, como lo demuestran diferentes informes, que la prevalencia de la obesidad en niños y adolescentes se ha incrementado en las últimas dos décadas; convirtiéndolo en un problema de salud pública (Balas et al., 2010). El aumento de la obesidad ha pasado a ser el resultado de una población con una baja actividad física pero con una ingesta calórica demasiado elevada para ese nivel de actividad (Beherman et al., 2005). La probabilidad de que persista la obesidad infantil en la adultez alcanza valores medios del 20% y del 80%, a los 4 años de edad y en la adolescencia, respectivamente. 

En la adolescencia,  uno de los aspectos más importantes en la prevención de la obesidad implica la reducción de los factores de riesgo para la salud asociados con el exceso de tejido adiposo (Barbeito et al., 2006). Sin embargo, en México, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (ENSANUT), uno de cada tres hombres o mujeres adolescentes tiene sobrepeso u obesidad; esta población representa alrededor de 5,7 millones de adolescentes en todo el país. Es así que, la proporción de adolescentes obesos o con sobrepeso debe ser visto con interés debido a que ambos representan factores de riesgo de enorme incidencia en el desarrollo de enfermedades crónicas como la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes mellitus, las dislipidemias o el cáncer (Olais et al., 2006).

La interacción de la obesidad, con un estado inflamatorio de bajo grado, junto a una menor condición física, medida como consumo máximo de oxígeno (VO2máx), se consideran factores de riesgo para el síndrome metabólico y el desarrollo de resistencia a la insulina. Son escasas las investigaciones que han descrito valores de condición física en niños y adolescentes, utilizando la medición del VO2máx, por lo que se ve dificultada la identificación temprana de los factores de riesgo cardiovascular y metabólicos a estas edades (Aguilar et al., 2011).
Se han publicado algunos valores de referencia en niños y adolescentes (Ortega et al., 2005; Twis et al., 2002) que muestran, utilizando la capacidad aeróbica, que 1 de cada 5 niños presentan riesgo cardiovascular.

En términos de población, poseer un nivel de condición física inferior al percentil 5, según el Estudio AVENA (Ortega et al., 2005), es potencialmente patológico y sitúa al sujeto ante un certero riesgo cardiovascular futuro (Hasselstrøm et al., 2002).
Kurl et al., en 2003, señaló que en sujetos del sexo masculino, la capacidad aeróbica y la fuerza muscular son potentes predictores de la morbilidad y de la mortalidad provocada por las enfermedades cardiovasculares. En el caso de las mujeres, esta situación también ha sido mostrada por otros autores (Gulati et al., 2003). Por ello, es que el riesgo cardiovascular producto de una baja forma física es mayor al provocado por las dislipidemias, la hipertensión y la obesidad (Myers et al., 2002).

El peso corporal de nacimiento ha sido considerado como un buen predictor en el desarrollo adecuado de un individuo (Chavino et al., 2010). En particular e independientemente de su edad gestacional, el bajo peso al nacer (BPN) se ha establecido cuando el peso corporal llega a ser inferior a 2500 g (Zayas et al., 1999). Se estima que, en el mundo, 1 de cada 6 niños nace con bajo peso; un índice que equivale al 17%. Sin embargo, en Latinoamérica y el Caribe las cifras se presentan más favorables, con valores que rondan el 10%  (Pons et al., 2000). Esto es importante, ya que la mortalidad infantil durante el primer año de vida, entre niños normopeso y niños con bajo peso al nacer (BPN), es 14 veces más elevada en estos últimos. Es habitual, por lo tanto, observar múltiples problemas en el período perinatal, en la niñez, así como en la vida adulta.

Las características antropométricas, como las nutricionales, socioculturales y demográficas de la madre, parecen formar un grupo multifactorial asociado al BPN (Velázquez et al 2004). Este complejo afectará, evidentemente, a la funcionalidad y suficiencia placentaria, así como a un mayor riesgo de presentar enfermedad, desnutrición y el desarrollo de enfermedades metabólicas/crónicas en la fase adulta (De Curtis et al., 2000).
Lucas et al., en 1998, señaló que una disminución en la calidad de la nutrición intrauterina, con un consecuente BPN y una nutrición excesiva y de elevado valor proteico, en etapas tempranas de la vida, serán también factores de riesgo para el desarrollo de la obesidad, las hiperlipidemias y otras enfermedades crónicas.

Es así que, la llamada teoría de Barker, que elaboraron los estudios que dieron base a la hipótesis del “orígen fetal de las enfermedades”  o de la “programación fetal” (Moreno y Dalmou, 2001) o simplemente hipótesis del “origen fetal” (Barker, 2006), propone que alteraciones en la nutrición fetal, como en el estado endocrino, resultan en cambios permanentes de estructura, fisiología y metabolismo, y predisponen a enfermedades metabólicas y endocrinas en la vida adulta.

 
Todo parece indicar que, además de los factores genéticos, el bajo peso al nacer, sumado a una vida sedentaria y a un exceso en la alimentación (que estará asociado normalmente a sobrepeso y obesidad), determinará una mayor incidencia de enfermedades metabólicas o cardiovasculares (Barker, 2006; Eriksson et al., 2001; 2000; Cheung et al., 2000). Este trabajo forma parte de un estudio más extenso, realizado en adolescentes de dos ciudades diferentes de México (Toluca y Tuxtla Gutiérrez). Es así que, estos trabajo representan la primera parte de los datos recogidos del estudio longitudinal, de 26 semanas de duración, llamado “Efecto de la dieta y actividad física en los indicadores bioquímicos y biomarcadores de inflamación crónica de bajo grado en adolescentes con sobrepeso y obesidad en las ciudades de Toluca y Tuxtla Gutiérrez”.

El objetivo de este estudio preliminar es evaluar los factores antropométricos y el consumo máximo de oxígeno, y la relación que tienen con el riesgo de enfermedad cardiovascular en adolescentes con sobrepeso y obesidad.

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MATERIAL Y MÉTODOS

Estudio transversal, observacional y descriptivo, en un grupo de sujetos de 12 a 14 años de edad, de 3 escuelas secundarias de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, México. La muestra fue seleccionada a conveniencia, con adolescentes con sobrepeso y obesidad (IMC entre el rango del percentil 85 a 96.9). El estudio fue aprobado por el Comité de Ética de la Universidad Autónoma del Estado de México y se ha desarrollado siguiendo los criterios establecidos por la Declaración de Helsinki (revisado en Hong-Kong, en septiembre de 1989). Se envío una carta informativa y se explico personalmente el procedimiento experimental a todos los padres/tutores y a los adolescentes evaluados. Posteriormente, ambos (padres/tutores y adolescentes) firmaron una carta de consentimiento para participar en el estudio.
Se realizó la evaluación antropométrica midiendo el peso corporal y el porcentaje de masa grasa por bioimpedancia eléctrica (báscula TANITA Corporation modelo 1631, Tokio, Japón) y la estatura (estadiómetro SECA Corporation modelo 222, Columbia, MD, USA), para calcular el Índice de Masa Corporal (IMC), por edad y género. Los valores se interpretaron según las tablas de National Center for Health Statistics y de la National Center for Chronic Disease Prevention and Health Promotion (NCHS, 2001). Para la bioimpedancia eléctrica se aplicaron todos los criterios necesarios para estabilizar el contenido de agua en el cuerpo y para evitar cualquier tipo de interferencia eléctrica.

Se midió la circunferencia abdominal (cinta antropométrica ROSSCRAFT, modelo 4333) para evaluar obesidad central definida como una circunferencia abdominal igual o mayor al percentil 90 por edad y sexo (Esmaillzadeh et al., 2006).
Se obtuvo de cada adolescente su historia clínica incluyendo el dato de peso al nacer. La tensión arterial se midió por duplicado con un esfigmomanómetro de mercurio (Tycos CE0050), de acuerdo a las técnicas descritas por la Asociación Americana del Corazón (Pickering et al., 2005). Para su evaluación se emplearon las tablas de presión arterial, desarrolladas por el Programa Nacional de Educación en Hipertensión de los Institutos de Salud de los Estados Unidos (NIH, 2004). Se consideró prehipertensión cuando la presión arterial, por sexo y estatura, para la edad, fuera igual o mayor al percentil 90 e hipertensión igual o mayor al percentil 95.
Para la evaluación de la aptitud cardiovascular se aplicó la prueba Course Navette, de la Batería Eurofit Modificada, para evaluar la capacidad aeróbica máxima, a partir de un test de campo indirecto-incremental-máximo de ida y vuelta de 20m. Se utilizó la ecuación propuesta por Léger et al, en 1988, para estimar el consumo máximo de oxígeno (VO2máx) (Ortega et al., 2005): 

VO2máx = 31,025 + 3,238V 3,248E + 0,1536VE
Donde:
   V = velocidad final.
   E = edad en años.

Se aplicó estadística descriptiva y las diferencias fueron identificadas utilizando T-student y U de Mann-Whitney; donde los datos fueron analizados por sexo y peso al nacer. Se aplicó regresión lineal para identificar las relaciones entre los grupos de datos. Se utilizó el programa estadístico SPSS (versión 14) para todos los análisis. Las diferencias fueron consideradas significativas cuando la p<0.05.

RESULTADOS

La proporción de las muestra, por sexo, fue similar entre hombres (50.6%) y mujeres (49.4%). De acuerdo a los datos de IMC, la población evaluada mostró obesidad  en un 45.9% y el 56.1% sobrepeso. El 27.8% de la población presentó una circunferencia de cintura mayor del percentil 90 (para su edad y sexo) y si diferenciamos la muestra por porcentaje de masa grasa, la media para mujeres fue de 32.73% y para hombres de 26%.

Con respecto a la presión arterial, el 8.9% de los adolescentes presentó cifras mayores al percentil 95 y el 27.2% cifras por arriba del percentil 90.  De los datos obtenidos del peso al nacer de los adolescentes, el 19.4% tuvo un peso bajo al nacer (< 2,500kg), el 30% presentó un peso insuficiente, el 33.3% peso normal y el 17.2% un peso elevado.
Al realizar la determinación del consumo máximo de oxígeno, se observó que el 90.1%, en mujeres, y el 69.7%, en hombres, se encontraron por debajo del percentil 5 (para su edad y sexo).
De acuerdo al género, las mujeres presentaron datos de circunferencia de cintura y porcentaje de masa grasa mayores que los hombres;  presentando también un consumo máximo de oxigeno menor (para su edad y sexo) (Tabla 1).

Tabla 1. Determinación de los factores antropométricos y de la condición física asociados al riesgo de enfermedad cardiovascular en adolescentes mexicanos con obesidad y sobrepeso

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 21

 

Dentro del análisis de regresión lineal ajustado por género, en las mujeres se encontraron asociaciones significativas entre el IMC y la circunferencia de cintura (r2 0.105 p< 0.002) y el porcentaje de masa grasa (r2 0.180 p< 0.000). También se encontró asociación entre la circunferencia de cintura y el porcentaje de masa grasa (r2 0.128 p<0.000).
En relación a la presión arterial sistólica, diastólica y consumo máximo de oxígeno no se encontraron asociaciones con las variables antropométricas y de presión arterial.

Tabla 2. Determinación de los factores antropométricos y de la condición física asociados al riesgo de enfermedad cardiovascular en adolescentes mexicanos con obesidad y sobrepeso

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 21

Para los hombres se encontraron asociaciones positivas entre IMC, circunferencia de cintura y porcentaje de masa grasa (r2 0.114 p<0.001; r2 0.109 p<0.002, respectivamente). Se observaron también, asociaciones entre el porcentaje de masa grasa y el consumo máximo de oxígeno (r2 -0.102 p<0.002), circunferencia de cintura y presión arterial diastólica, aunque en estas últimas dos de las correlaciones son significativas pero muy débiles  (Tabla 2).
Cuando se ajustó el análisis de regresión lineal por género y peso al nacer, en el grupo de mujeres con bajo peso y peso normal, se siguió manteniendo la relación entre el IMC y el porcentaje de masa grasa; siendo más alta en las primeras (r2 0.418 p<0.004, r2 0.277 p<0.007).

La relación de IMC con circunferencia de cintura se presentó en las adolescentes con peso insuficiente y peso normal  (r2 0.109 p<0.049, r2 0.214 p<0.020). Y, en las mujeres con peso insuficiente al nacer, la relación entre el porcentaje de masa grasa y circunferencia de cintura fue de  (r2 203 p<0.006).
Para las mujeres que presentaron un alto peso al nacer, en el consumo máximo de oxigeno se observaron relaciones negativas con el IMC (r2 0.521), porcentaje de masa grasa (r2 0.608) y la presión arterial diastólica (r2 0.517; p<0.01).

En el grupo de adolescentes varones con bajo peso fueron los únicos en los que se observó asociación, y más alta entre el IMC y la circunferencia de cintura (r2 0.404 p<0.006).
En los grupos que reportaron peso bajo al nacer, peso normal y peso alto, se observó  relación entre  IMC y porcentaje de masa grasa (r2 0.410, r2 0.149, r2 0.214; p<0.05), observándose la asociación más alta en los adolescentes con bajo peso de nacimiento.

La relación de circunferencia cintura y masa grasa se mantuvo, y fue más alta en los adolescentes que presentaron bajo peso al nacer (r2 0.356 p<0.01).
El consumo máximo de oxígeno presentó relación negativa con la circunferencia cintura (r2 0.395 p<0.007), en el grupo de adolescentes con bajo peso al nacer; y también se presentó con el porcentaje de masa grasa (r2 0.146 p<0.024) en los sujetos que reportaron peso normal.
Al ajustar el análisis de regresión por peso al nacer y sexo, se observa que la relación entre la presión arterial diastólica en los hombres ya no se hace evidente; y en la presión arterial sistólica no se presentó relación con las variables antropométricas ni de consumo máximo de oxígeno en ambos análisis de regresión.

DISCUSIÓN

Al ser una población conveniente la que se estudio en ésta investigación, se tienen implícitos la obesidad y el sobrepeso como factores de riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV). Sin embargo, es importante señalar la prevalencia de los factores antropométricos que se asocian con ECV, por género, y el peso al nacer de los adolescentes, ya que éstas variables independientes dieron como resultado asociaciones diferentes.
Diversos estudios hacen evidente la importancia de detectar factores de riesgo de ECV en la etapa infantil y adolescente, teniendo como base el diseño de intervenciones que reviertan esta tendencia.

Los resultados de presión arterial, coincidieron con los de otros estudios realizados en poblaciones similares (Uscátegui et al., 2003; Perichart et al., 2008), demostrando que el sobrepeso y la obesidad, en ésta etapa de la vida, es factor importante para la presencia de hipertensión arterial.
De los datos que se obtuvieron del peso al nacer, se observa que el 49.4% de la población presento bajo peso o peso deficiente al nacer. Estos datos, se relacionan con las investigaciones que ponen de manifiesto que el bajo peso al nacer es factor determinante para el desarrollo de enfermedades metabólicas en la edad adulta (Eriksson et al., 2000; Moreno et al., 2001; Velázquez et al., 2004)

Los resultados de la determinación del consumo máximo de oxigeno sobrepasan  los presentados por el estudio AVENA (Ortega et al., 2010), donde reporta que el 19.3% de los hombres y el 17.3% de las mujeres presentan riesgo cardiovascular. Tomando en cuenta que nuestra población evaluada tiene como antecedente obesidad y sobrepeso, los valores de ésta variable se incrementan ya que también se ven inversamente afectados por el porcentaje de masa grasa, dando como resultado que el 69.7% de los hombres y el 90.1% de las mujeres presenten riesgo cardiovascular.
Como era de esperar, en ambos sexos se encontraron  asociaciones significativas entre las tres variables antropométricas estudiadas.

En el caso de los hombres, también se encontró asociación positiva, pero débil, entre el porcentaje de masa grasa y la presión arterial sistólica. Estos resultados contrastan con los observados en la investigación realizada por Balas et al., 2008.
Al aplicar el ajuste por peso al nacer, se mantuvieron las asociaciones entre el IMC y el porcentaje de masa grasa, pero sólo en las adolescentes que presentaron peso más bajo al nacer fue más fuerte la asociación.
Tomando como factor predictor el peso alto al nacer, las mujeres que reportaron este dato, mostraron fuertes asociaciones negativas, mostrando que un IMC mayor al percentil 85 y un elevado porcentaje de masa grasa, que afectan un adecuado consumo de oxígeno, dando como resultado la presencia de un factor de riesgo cardiovascular futuro (Hasselstrøm et al., 2002).

En el grupo de los hombres de bajo peso al nacer se encontró que una circunferencia de cintura por arriba del percentil 90, tiene relación inversa con el consumo máximo de oxigeno y relacionandose con el porcentaje de masa grasa, por lo que podemos inferir que cuando mayor porcentaje de masa grasa se localiza en el área abdominal, hay tendencia a presentar menor consumo de oxígeno.

En el primer análisis de regresión se presento asociación positiva entre el porcentaje de masa grasa y la presión arterial diastólica, sin embargo al analizar por peso al nacer se pierde esta relación, y al igual que con la presión arterial sistólica no se encontraron relaciones significativas con los factores antropométricos y de condición física para los adolescentes del presente estudio.

Hay diferentes estudios que hacen evidente la presencia de hipertensión en la población adulta que presentó bajo peso al nacer, así como el desarrollo de enfermedades metabólicas (Eriksson et al., 2000; Cheung et al., 2000; Moreno et al., 2001),  haciendo referencia que durante la etapa infantil y adolescente se desarrollan estos factores de riesgo para después presentarse en la etapa adulta.

CONCLUSIONES

Con los resultados observados, podemos concluir que es importante realizar la medición del consumo máximo de oxígeno, pues como se describió antes éste es un importante factor de riesgo de enfermedad cardiovascular, que puede ser revertido al realizar intervenciones efectivas para mejorar la condición física, y con ello éste factor de riesgo. También es importante hacer énfasis, que en las asociaciones que se presentan entre los factores de riesgo antropométricos y el peso al nacer, éste último es relevante en las poblaciones con bajo y alto peso al nacer.

Apoyo: El presente estudio fue financiado por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), Toluca (2982/2010SF).

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