En busca de un modelo válido para la enseñanza del deporte durante la etapa escolar
INTRODUCCIÓN.
La búsqueda de un adecuado tratamiento del deporte durante la etapa escolar ha sido una constante entre los estudiosos e investigadores de nuestra área en los últimos años (Maiztegui y Pereda, 2000; Hernández, 2002; Giménez, 2003; Perczyk, 2003; Fraile, 2004; Muñoz, 2004; Castejón, 2008). Esta búsqueda continua ha originado importantes avances y mejoras, situando la práctica deportiva como una de las posibilidades educativas más interesantes a desarrollar entre nuestros escolares (Giménez, 2003).
En este sentido es necesario que no nos detengamos y que sigamos progresando con vistas a desarrollar un modelo integrador de práctica deportiva que pueda adaptarse a los diferentes contextos en los que se lleva a cabo durante la etapa escolar (Gutiérrez y García, 2008). Este modelo debe ayudar a definir las bases educativas sobre las que se sustentarán todas las propuesta prácticas que se diseñen y desarrollen. Además, de esta forma podremos contribuir a crear hábitos saludables y estilos de vida activos, evitar el sedentarismo y la obesidad infantil, y fomentar los verdaderos valores que este interesante contenido puede aportar.
EL CONCEPTO “DEPORTE ESCOLAR” EN LA ACTUALIDAD
A pesar de las interesantes propuestas que se vienen haciendo en torno a este concepto, la realidad es que sigue creando confusión. El deporte escolar se puede entender como el deporte que se practica en la escuela o como el deporte que practican los jóvenes en edad escolar. ”En el primer caso nos referiríamos al deporte que se desarrolla en el entorno de un centro escolar, sometido a su estructura y con una incidencia directa del profesorado del centro. Mientras, el deporte en edad escolar es un concepto más amplio que recoge todas aquellas actividades deportivas ofrecidas al niño dentro de un periodo temporal más o menos concreto” (Moreno, 1998: 168).
Calzada (2004) plantea que en España, actualmente, el deporte escolar se reduce a un deporte en edad escolar que es incompatible con el deporte educativo. Respetando y, seguramente estando de acuerdo en parte con esta afirmación, somos de la opinión de que hay que actuar y plantear modelos que hagan que durante la etapa de iniciación el deporte que se practica en la escuela y fuera de ella no varíe demasiado en los aspectos importantes (objetivos y metodología por ejemplo), y que la formación integral de alumnos o jugadores esté por encima de otras cuestiones de menor importancia en estas edades o categorías.
En definitiva, pensamos que tanto el deporte escolar como el deporte en edad escolar se deben complementar y no enfrentar, y que ambos tipos de práctica se deben identificar obligatoriamente con un desarrollo eminentemente educativo.
Siguiendo este planteamiento, es necesario aludir al concepto “deporte educativo”. La preocupación que en los años 80 se originó en España por la importancia del deporte como elemento educativo hizo que el Ministerio de Educación (MEC, 1989) propusiera una serie de principios que ayudaban a definir la práctica deportiva educativa, y que siguen siendo válidos en la actualidad:
- Tendrá un carácter más abierto, dirigido a todos aquellos que quieran participar, evitando las discriminaciones por razón de nivel, sexo, u otras.
- Tendrá unos objetivos más globales, no solo motrices. De esta forma contribuiremos a entender el deporte como parte de la educación de forma mucho más global.
Tendrá unos planteamientos que superen la excesiva importancia que se le suele dar a los resultados, buscando otros aspectos importantes que el deporte puede ofrecer y que van a ser más útiles y educativos en la formación de nuestro alumnado.
DEPORTE ESCOLAR Y EN EDAD ESCOLAR: EL PROGRAMA “DEPORTE EN LA ESCUELA” DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA
Vemos por tanto como la interrelación entre el deporte que se desarrolla dentro y fuera del horario lectivo es constante. En un intento de fomentar el deporte entre los escolares, aparece el programa “Deporte en la Escuela”, que pretende regular el deporte en edad escolar en Andalucía. En concreto estamos hablando del Decreto 6/2008, de 15 de enero (BOJA Nº 21, 30 Enero de 2008).
Aunque la aplicación real y práctica, nos consta, no está siendo todo lo buena que debería ser, los principios teóricos que lo sustenta son muy interesantes, por lo que los exponemos de forma resumida a continuación.
Comienza este decreto identificando el deporte en edad escolar con “toda actividad físico-deportiva desarrollada en horario no lectivo y realizada por los niños y niñas en edad escolar, orientada hacia su educación integral, así como al desarrollo armónico de su personalidad, procurando que la práctica deportiva no sea exclusivamente concebida como competición, sino que dicha práctica promueva objetivos formativos y de mejora de la convivencia, fomentado el espíritu deportivo de participación limpia y noble, el respeto a la norma y a los compañeros y compañeras de juego, juntamente con el lícito deseo de mejorar técnicamente”.
La finalidad más importante del programa es conseguir hábitos de práctica deportiva desde edades tempranas, en la línea marcada por la estrategia definida como “de la escuela al deporte para siempre”. Las características básicas de su aplicación serían:
- Todas aquellas actividades físico-deportivas que se desarrollen en horario no lectivo, en aplicación del Plan de Deporte en Edad Escolar de Andalucía.
- Que sean de participación voluntaria,
- Dirigidas a la población en edad escolar, entendida ésta como la población de edades comprendidas entre los 6 y los 18 años que resida en Andalucía.
Recogemos algunos de los principios que consideramos más importantes y que rigen el deporte en edad escolar en Andalucía:
- La promoción del deporte en edad escolar mediante el fomento de su práctica.
- Facilitar el acceso a la práctica deportiva de toda la población en edad escolar, mediante la implantación de una oferta polideportiva y cíclica dirigida a todas las categorías, que permita el desarrollo de diversas modalidades y especialidades deportivas, a través de la competición o al margen de ésta en función de su evolución, adaptación y motivaciones.
- La formación integral del deportista en edad escolar, así como la sana utilización del ocio y la consecución de hábitos saludables.
- Establecimiento de una oferta de actividades unificada, coherente y sistematizada, que coordine sus ámbitos de intervención, destinatarios y programas, armonice sus fases y racionalice sus calendarios.
- La preparación de los deportistas y todas las actividades deberán realizarse bajo la dirección y supervisión técnica de personal capacitado.
- La integración social de las personas deportistas en edad escolar que estén incluidas en grupos de atención especial reconocidos por el artículo 3 de la Ley 6/1998, de 14 de diciembre.
- La mejora del nivel técnico y competitivo del deporte en edad escolar, para alcanzar las cotas más elevadas de rendimiento.
- La promoción y desarrollo del asociacionismo en el deporte en edad escolar y, en particular, en los centros docentes.
- La máxima difusión de los principios de juego limpio, respeto y consideración a todo participante, erradicando cualquier forma de violencia, racismo, discriminación y xenofobia que pudiera manifestarse.
- La igualdad de trato en el ejercicio de la actividad deportiva, teniendo en cuenta las condiciones físicas, psíquicas, sensoriales, grupo social o cualquier circunstancia que suponga una limitación a la participación de la población en edad escolar.
- La igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en el acceso a la actividad deportiva en edad escolar.
Al estudiar el Decreto podemos observar como hay una clara intención de interrelacionar el deporte dentro y fuera del horario lectivo, aprovechando muchas de las ideas que estamos planteando en este trabajo. Como es lógico, no todas las ideas son de nuestro agrado, por lo que intentamos a continuación realizar una valoración global del modelo propuesto.
Entre los aspectos positivos nos gustaría destacar: la clara intención de querer fomentar la práctica deportiva entre los escolares, facilitar el acceso a todo el alumnado independientemente de su nivel de aptitud, la inclusión de alumnos con necesidades especiales, la formación global e inespecífica que se pretende, la mejora técnico-táctica de los participantes, la elección libre de participar o no en actividades de competición, y el fomento de valores educativos.
También queremos dejar constancia de otros aspectos, dos principalmente, con los que no estamos demasiado de acuerdo. Al preguntar al profesorado de educación física, dejan constancia de la dificultad de llevar el programa “el deporte en la escuela” a la realidad, ya que choca con otros modelos deportivos existentes como pueden ser el deporte federado, el deporte comarcal o las escuelas deportivas municipales. Esta variedad de modelos hace que sea dificultosa la captación de alumnado para este programa, se pierde mucho tiempo y dinero al no coordinarse los distintos modelos, y se crean incoherencias entre el alumnado al llevarse a cabo de formas muy diferentes.
El segundo aspecto con el que no estamos de acuerdo es la presencia en el decreto de algunos conceptos como “rendimiento de base” o “deportistas en edad escolar considerados de alto nivel o alto rendimiento”. Consideramos que un programa deportivo enfocado a la etapa escolar no puede hacer referencia en ningún momento al rendimiento o alta competición. Es evidente que estamos hablando de un periodo de formación en el que se debe trabajar lo mejor posible, pero sin ninguna referencia al deporte de adultos y de alta competición. Son, y deben seguir siéndolo, dos realidades muy diferentes.
DEPORTE ESCOLAR Y EN EDAD ESCOLAR: LAS APORTACIONES DE CADA UNO
Vistas las dos principales acepciones (aunque existen otras) que el deporte tiene durante la etapa escolar, intentamos ahora interrelacionarlas, y de esta forma seguir avanzando hacia un modelo deportivo escolar de interés, educativo y formativo, para todos.
La idea básica de este apartado es, por tanto, vincular a estas dos realidades y no enfrentarlas, de forma que cada una se pueda beneficiar de las diferentes aportaciones que le puede hacer la otra. De esta forma, aunque seguirán existiendo diferencias, la vinculación será máxima y el modelo será el mismo, y así el alumnado aprovechará en mayor medida la incidencia del mismo.
Aunque por supuesto habrá otras muchas aportaciones que se podrían incluir y tener en cuenta, vemos como conjugando las diferentes características de ambos contextos se puede llegar a conseguir un solo modelo deportivo mucho más completo, atractivo e interesante.
DEPORTE ESCOLAR Y EN EDAD ESCOLAR: EN BUSCA DE UN MODELO VÁLIDO
Expuestas las principales ideas e inquietudes sobre las que trabajamos en la actualidad, llega el momento de definir el modelo y su aplicación práctica. Cuatro van a ser los pilares fundamentales: el niño/alumno, el profesor/educador y el contenido. Dentro de cada uno de estos tres pilares incluimos a su vez los aspectos que nos parecen de mayor relevancia.
El alumnado
El alumnado será siempre el eje central sobre el que debe girar todo el modelo. Aunque se podrían tratar otros aspectos, hemos creído conveniente hacer algunas reflexiones en torno a la edad con la que se debe comenzar la práctica, no seleccionar jugadores en esta etapa, y diseñar un programa de formación adecuado que evite una especialización temprana.
Edad de inicio
La edad con la que iniciarse en los diferentes deportes siempre ha sido un tema controvertido. En algunos deportes se plantea la necesidad de iniciarse antes que en otros con el objetivo de rendir a más corto plazo: natación, gimnasia rítmica y gimnasia deportiva, tenis y otros. En el ámbito en el que se enmarca este trabajo, esto no es justificación para adelantar la edad de comienzo de una práctica deportiva. Pensamos en la línea de diferentes autores (Velázquez, 2003; Castejón, 1995; Blázquez, 1986; u otros) que la iniciación deportiva se debe producir en torno a los 9 años.
En este sentido Giménez y Sáenz-López (2004) indican que sobre los 8-9 años el alumno se encuentra en una etapa muy global todavía pero entiende y atiende mejor, va superando el egocentrismo de etapas anteriores, le gusta medirse con otros, es más estable y menos fantasioso, mejora la concentración, y se produce un avance general y una mejora tanto de las habilidades motrices como de las cualidades físicas. Por lo tanto, estamos en contra de la enseñanza de deportes específicos antes de esta edad. En fútbol, por ejemplo, es cada día más frecuente encontrarse con escuelas deportivas que incluso participan en competiciones oficiales de categoría prebenjamín (6 años). Nuestra opinión es que desde los 5-6 años y hasta los 9 años aproximadamente, se deberían trabajar todo lo que son las capacidades perceptivas y las habilidades motrices básicas, dejando las prácticas específicas para una etapa posterior. De esta forma evitamos un trabajo demasiado prematuro y no adaptado a los niños y niñas.
Selección
Junto a la competición, la selección de los mejores jugadores siempre ha sido un elemento que ha caracterizado a la práctica deportiva fuera del horario lectivo. Si bien esto puede estar justificado en el deporte de alta competición, no tiene ningún sentido durante las etapas formativas. Incluso con el objetivo de buscar resultados, cada día parece más evidente que la selección no se puede hacer a edades demasiado tempranas (Ruiz y Sánchez, 1997).
Si nos situamos en la óptica del deporte educativo, la selección es un elemento que deberá quedar erradicado desde el principio. Incluso vamos más allá, ya que entendemos que todos los alumnos deben tener la posibilidad de acceder a la práctica sin ningún tipo de discriminación, donde los menos dotados participarán en entrenamientos y competiciones en las mismas condiciones que los demás.
Proceso de formación
Podríamos definir globalmente el proceso de formación de un deportista como la enseñanza de los contenidos que se desarrollan en cada modalidad deportiva a lo largo de diferentes etapas, de forma progresiva y atendiendo a las características, edad y nivel de los alumnos, y buscando la mejora de éstos en los ámbitos técnico-táctico, físico y psicológico.
Tradicionalmente, este proceso formativo se ha entendido siempre con vistas a largo plazo. Es decir, normalmente se programaba el deporte con vistas a que en el futuro tal chico o chica fuera jugador del equipo senior del club, sin tener en cuenta las preferencias e inquietudes de ese chaval. Somos de la opinión de que la iniciación deportiva tiene fin en sí misma. No queremos decir con esto que haya que programar con vista a obtener resultados a corto plazo. Todo lo contrario, pero además creemos que cada año que se trabaje un deporte debe tener valor por sí mismo. Por ello, debemos aprovechar cada momento de práctica para colaborar en una verdadera educación integral del alumno, independientemente de su nivel, o de si en un futuro va a ser buen jugador o no.
Especialización o polivalencia
La perspectiva educativa en la enseñanza del deporte se decanta claramente por la polivalencia en edades escolares. Ahora bien, incluso en el ámbito del entrenamiento deportivo es cada día más frecuente ver planteamientos menos rígidos, entendiendo el proceso de formación del jugador de forma menos específica, consiguiendo con ello jugadores más completos (Sáenz-López y Giménez, 2006).
El profesorado
Creemos que este apartado debe incluir dos cuestiones fundamentales. En primer lugar la formación del profesorado, y en segundo lugar su intervención docente, centrándonos específicamente en la metodología.
Formación de los docentes
Un planteamiento alternativo en la enseñanza del deporte como el comprensivo u otro similar, debe conllevar también un profundo cambio en la forma de trabajo de los docentes. Autores como Devís (1992), Fraile (2000) o Contreras, García y Gutiérrez (2001) advierten que son necesarias estrategias diferentes en la formación del profesor y del entrenador deportivo. Plantean la necesidad de utilizar la investigación-acción donde la reflexión y el trabajo en grupo tienen tanta importancia, con el fin de conseguir profesionales de la enseñanza del deporte con verdaderas inquietudes educativas, y con las herramientas necesarias para llevarlo a la práctica.
En un trabajo anterior (Giménez, 2003), quedó constancia de la necesidad de tener en cuenta algunos aspectos en los diferentes cursos de formación:
-
- Hacer especial énfasis en las asignaturas de carácter psicopedagógico, y no sólo técnicas específicas como ha sido tradicional.
- Adaptar los contenidos que se desarrollen a la etapa específica de iniciación deportiva, y diferenciar claramente éstos, de otros contenidos más propios del entrenamiento de adultos.
- También es muy importante destacar la necesidad de realizar, desde el principio, prácticas de enseñanza real con niños y niñas de Primaria supervisadas por profesores expertos. Esto permite aplicar los contenidos teóricos de forma efectiva, y reflexionar sobre la propia práctica.
- La reflexión y el trabajo en grupo no sólo es una buena estrategia que mejora la formación de los participantes, sino que se convierte en un instrumento realmente motivador del aprendizaje, ya que permite expresarse con libertad, fomenta la reflexión y establece una dinámica muy participativa.
Metodología
Hasta hace no muchos años, parecía que no había otra posibilidad en la enseñanza del deporte que la metodología técnica tradicional. Este tipo de enseñanza se planteaba con el objetivo principal de entrenar sólo con los mejores. Independientemente de su utilidad para el aprendizaje de los alumnos, pensamos que no tiene cabida en el marco educativo. En general, la metodología tradicional se ha caracterizado, aunque no siempre, por una selección temprana de los jugadores, obtención de resultados a corto plazo, visión mecanicista del aprendizaje, competición como objetivo final del proceso formativo, excesiva importancia de la técnica, etc.
Por suerte, en la última década aparecen en nuestro país numerosos autores (Pintor, 1989; Antón, 1990; Devís y Peiró, 1992; Blázquez, 1995; Castejón, 1995; Giménez, 2000; o Contreras, Latorre y Velázquez, 2001) que abogan por un aprendizaje alternativo bien distinto, y en donde los valores educativos son muy importantes, el aprendizaje se aborda desde la óptica constructivista, todos los alumnos participan independientemente de su nivel, el proceso es el que tiene verdadera importancia y no el resultado, y donde el niño es siempre es el centro de interés e importancia de todo el proceso.
Estas metodologías activas, además de asegurar un proceso de formación mucho más rico y adecuado desde el punto de vista psicomotriz, nos ayudan a desterrar esa imagen excesivamente competitiva y selectiva del deporte más tradicional, convirtiendo a éste en un contenido educativo importante a desarrollar con nuestros alumnos de Primaria o Secundaria. En definitiva, nos aseguran una práctica deportiva educativa.
El contenido
Los modelos tradicionales que se han utilizado en la enseñanza del deporte han dividido los contenidos en físicos, técnicos, tácticos y psicológicos. Los nuevos métodos de enseñanza plantean el trabajo de todos estos contenidos de forma conjunta, lo que conlleva un aprendizaje más global, real y motivante para los practicantes. Esto quiere decir que en cada sesión de trabajo debemos tener en cuenta que a través de la práctica deportiva no sólo vamos a desarrollar las habilidades deportivas específicas que hemos programado, sino que también vamos a trabajar unas determinadas cualidades físicas y los valores educativos previstos con anterioridad.
Valores educativos
Entendemos la educación en valores con aquella perspectiva de la educación que pretende inculcar en los alumnos distintos ideales de conducta que les permitan ser en el futuro unos ciudadanos más solidarios, democráticos y comprometidos socialmente (Giménez, 2003). En nuestro caso, intentaremos que la iniciación deportiva pueda colaborar en la preparación de los alumnos en estos ambiciosos objetivos.
Los profesionales de la educación física y el deporte debemos dar el paso de una vez en la programación de los valores que queremos desarrollar, y no entender que el deporte por sí mismo va a generar valores universales como panacea de la educación. Además, debemos seleccionar aquellos valores verdaderamente importantes en la formación integral de nuestros alumnos. En este sentido debemos superar de una vez esos valores típicos del deporte tradicional (superación, esfuerzo, sacrificio, respeto a la autoridad, etc.), y volcarnos con los valores educativos de verdad (igualdad, solidaridad, libertad, tolerancia, etc).
Habilidades genéricas y específicas
Si bien la iniciación tiene que empezar en su momento y con unas características específicas del entrenamiento con niños, esto no quiere decir que no insistamos en un correcto aprendizaje de las habilidades más sencillas de cada uno de los deportes que practiquemos.
De forma general nos decantamos por una enseñanza en la que se trabajen las habilidades implicando a los alumnos cognitivamente. Para ello, emplearemos una metodología diferente con amplia variedad de medios y tareas que colaboren en una mejor formación motriz de los jóvenes practicantes, a la vez que mejoran y aumentan la motivación por esta práctica.
Otro aspecto relevante va a ser la forma con la que entendamos y apliquemos los aspectos técnicos y tácticos. En este sentido, la enseñanza será más global trabajándolos siempre de forma conjunta y evolucionando desde la táctica hacia la técnica y no al contrario.
Con estas ideas planteamos una progresión en la utilización de las habilidades durante la etapa de iniciación, y que tienen un sitio importante en el modelo deportivo que desarrollamos:
1.- Desarrollo de habilidades genéricas para varios minideportes: materiales y reglas inespecíficos y variados. 2.- Desarrollo de habilidades genéricas en un minideporte: materiales y reglas inespecíficos y variados. 3.- Desarrollo de habilidades genéricas en un minideporte: materiales específicos y reglas inespecíficas. 4.- Desarrollo de habilidades genéricas en un minideporte: materiales específicos e inicio de reglas específicas. 5.- Inicio en el trabajo de habilidades específicas.
Juego
Todos los deportes nacen como juegos, que posteriormente se van complicando tanto sus reglas como su sistema de competición, llegando a institucionalizarse. Durante la etapa de iniciación, y buscando una formación verdaderamente integral de los alumnos, es imprescindible que el juego nos sirva como instrumento exclusivo de aprendizaje. Esta afirmación tan sencilla nos obliga a plantearnos diferentes aspectos realmente relevantes ya que no todos los juegos sirven (modificado de Sáenz-López, 1997): individualizar, situaciones reales, desarrollo de la capacidad táctica, situaciones reducidas, reglas simples o variedad de actividades.
Por tanto creemos que todas las actividades que diseñemos deben tener un carácter lúdico, pero no debemos quedarnos sólo en eso y debemos buscar también un correcto aprendizaje de las habilidades que se planteen. Cada juego, como ya hemos indicado anteriormente debe tener una intencionalidad física (desarrollo de las cualidades físicas acordes a la edad y nivel de los alumnos), motriz (aprendizaje de las habilidades y las reglas de forma conjunta), y psicosocial (aspectos pisocológicos y valores educativos que se pretenden desarrollar).
Competición
La competición es el elemento que mayor influencia puede tener, positiva o negativa, para que una práctica deportiva se pueda considerar formativa o no. Nuestra opinión al respecto es clara, sin competición no puede haber deporte. Ahora bien, ésta debe cambiar de forma drástica, convirtiéndose en un elemento importante en la motivación y aprendizaje del jugador, y no de selección y rechazo de los menos dotados.
Así, la competición deberá cumplir una serie de normas como: adaptada, flexible, para todos, intrascendente, medio de aprendizaje, variada o reducida (Giménez, 2000). De esta forma la competición se entenderá no sólo como el enfrentamiento con otros equipos o jugadores, sino como una forma más de desarrollar las actividades: en baloncesto ¿a ver quien encesta antes 5 canastas?; en fútbol: ¿quién es capaz de mantener el control de su balón sin que se lo quiten los demás?; en diferentes deportes: competición de tiro o lanzamiento, juegos de oposición: 1×1, 2×2; etc.
Reglas
Las reglas en cada deporte nos van a decir cuántos jugadores participan, cómo se consigue puntuar o qué instalación necesitamos, y a partir de ellas se desarrolla el juego. En competiciones de adultos, el reglamento se utilizará de forma estricta para que los resultados sean objetivos y evitemos discusiones innecesarias. Por el contrario, a la hora de utilizar las reglas en la iniciación deportiva antepondremos siempre a los alumnos por encima de las reglas, modificando aquellos aspectos que consideremos necesarios para que el proceso sea todo lo formativo posible. De forma progresiva y a medida que vayamos mejorando, iremos planteando menos modificaciones hasta llegar a practicar el deporte como tal en edades más avanzadas.
SÍNTESIS Y CONCLUSIONES
A modo de síntesis, y para que nos sirva también de conclusiones del trabajo presentado, diseñamos un cuadro con los aspectos de mayor importancia a tener en cuenta a la hora de poner en práctica un modelo deportivo que busque la formación integral de sus alumnos.
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