¿Existen en el deporte escolar desigualdades por motivos raciales, étnicos o de clase social?.
¿Existen en el deporte escolar desigualdades por motivos raciales, étnicos o de clase social?.
Resumen
En los últimos años se ha estudiado con profundidad el tema de las discriminaciones de género en el deporte, con algunas puestas en práctica alternativas, pero existen otras desigualdades en el mundo del deporte tímidamente abordadas. En esta comunicación nos centraremos en las producidas por motivos de clase y de etnia o raza, a menudo conexas. Para ello haremos un análisis del origen y desarrollo del deporte moderno, comparándolo con lo que ha sucedido en la propia escuela. A continuación se enunciarán algunas prácticas ya existentes y se darán posibles pautas para tratar de eliminar cualquier atisbo de exclusión o segregación en el deporte escolar, fenómenos antes los cuales se debe estar atento y ser cauteloso.
Introducción
El deporte es, en nuestra cultura, la manifestación más famosa y extendida de las actividades físicas. Es más, algunos autores hablan del mismo como el fenómeno cultural más importante de la sociedad contemporánea. Muchas personas inciden en sus características positivas, por ejemplo Barbero (1993), a partir de los párrafos introductorias de la Ley del Deporte de 1990, comenta como se presenta al deporte como una actividad social de enorme expansión y calado, como parte fundamental del sistema educativo, como elemento que ayuda al mantenimiento de la salud y como un medio para corregir los desequilibrios sociales y favorecer la inserción, a la vez que se fomenta la solidaridad, y,en definitiva “como un determinante importante de la calidad de vida de los ciudadanos de la sociedad contemporánea a los que ayuda a llenar su creciente tiempo de ocio de una forma activa y participativa”.
Por supuesto que el deporte contiene elementos sociales altamente deseables y que pueden cumplir los fines anteriormente expuestos, pero no siempre es así. A menudo se nos presenta el deporte con aires demasiados románticos e idealizados. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa, sobre el racismo y clasismo, es mundialmente reconocida la hazaña del afroamericano Jesse Owens en los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936, ganando cuatro medallas de oro, hecho que enfureció profundamente a Adolf Hitler en su intento de utilizar dicho evento como propaganda de la Alemania Nazi, en uno de los mayores desaciertos del Comité Olímpico Internacional (COI). Pero hay otros aspectos que apenas han trascendido:
Ante las presiones occidentales, el COI decidió enviar a Avery Brundage, presidente de la American Athletic Union, para comprobar los abusos cometidos con los judíos. Su informe fue favorable y Estados Unidos decidió embarcar a sus deportistas a bordo del Manhattan. En el trayecto, Brundage prescindió de dos miembros del equipo de relevos, Marty Glickman y Sam Stoller, por ser judíos. Gracias a su decisión, Jesse Owens ganó su cuarto oro.(Vitoria, 2008, p.18).
Valga este llamativo ejemplo como señal de advertencia, no hay que dar validez a ciertos discursos por su mera repetición, hay que estar vigilante, no dar nada por sentado sin contrastarlo y actuar conforme a determinados fines educativos y formativos, sólo así podremos tener la certeza de estar trabajando en el camino correcto, hacia un verdadero uso del deporte como herramienta de progreso y bienestar social.
Siguiendo a Barbero (1993), las prácticas deportivas, son “presentadas por lo general como ahistóricas y transcendentes”, pero la realidad demuestra que son construcciones sociales como otras cualesquiera; las prácticas deportivas son una característica (descriptiva y normativa) de la actual cultura occidental. Las manifestaciones motrices no son de ninguna manera monopolio del mundo occidental, pero es dicha sociedad la que ha extendido sus propias creaciones motrices al resto de la esfera terrestre. Lo cual crea un modelo dominante en la que otras culturas o subculturas no siempre encajan, y cuyo principal estandarte puede encuadrarse bajo la noción de deporte moderno; término, a su vez, que puede agrupar múltiples categorías y matizaciones, pudiendo haber tantas definiciones del mismo como autores.
A continuación hablaremos de la génesis de este concepto de actividad motriz, originado en las escuelas privadas de Inglaterra, al mismo tiempo que se conformaban los sistemas educativos modernos.
Orígenes del deporte moderno en el sistema educativo inglés
Desde el ocaso del Mundo Clásico (Grecia y Roma), las actividades físicas en el Viejo Continente habían sido muy dispersas, tratándose a menudo de prácticas puntuales (por ejemplo, juegos de bolos con motivo de la cosecha) y de marcado carácter utilitario (torneos y justas, cacerías, etc.). La práctica de dichas actividades dependía totalmente de la clase social a la que se perteneciese. Los juegos y actividades motrices eran variados, pero no tenían ningún elemento común que los vertebre y organice. Pero en Inglaterra la Revolución Industrial provoca cambios y el resto de Europa también sufre profundas transformaciones sociales, que provocaran nuevas formas de entender la actividad física.
En el siglo XIX cuatro grandes corrientes se perfilan, dando lugar a cuatro métodos: En Alemania Guts Muths lidera el método alemán; Pedro Henrique Ling hace lo propio en el norte de Europa, creando la gimnasia o método sueco; y en Francia, un exiliado español por su condición de afrancesado, el coronel Francisco de Paula Amorós, Marqués de Sotelo, sienta las bases del método francés. Pero quien consiguió mayor difusión y alcance tuvo finalmente fue el deporte (lo que sería el método inglés). Su origen esta fijado en las elitistas Public Schools inglesas. Estos centros escolares también son concebidos por algunos autores como el embrión de los actuales sistemas educativos y de la escuela obligatoria, tal como las conocemos ahora. Todas las culturas tienen sus propias formas de transmitir valores y conocimientos, así como sus propias representaciones motrices. En lo referido a la cultura occidental puede decirse que el origen de ambos fenómenos guarda una estrecha relación. Por mucho que se hable sobre el distanciamiento entre escuela y deporte es evidente que tienen una génesis común y similitudes.
Fue a Thomas Arnold a quien se le atribuye el método inglés. Considerado el Padre del Deporte, este clérigo protestante introdujo importantes reformas educativas en Gran Bretaña y fue director del Rugby College. Su método se extendió por los Colegios y universidades inglesas, propagándose por todo el mundo. Por otro lado, de forma complementaria a Arnold, surge otra persona que impulsará al deporte. Se trata del Barón de Coubertain (1863-1937), admirador de Arnold, quien tuvo la idea de retomar los Juegos deportivos helenos, especialmente atraído por los de Olimpia.
La mayoría de los deportes “clásicos” nacieron en Inglaterra durante el siglo XIX, ya fuesen innovadores y novedosos, reencarnaciones de la antigüedad o simples interpretaciones de juegos vetustos. Así se concibieron deportes como el remo, atletismo, fútbol, rugby, polo, boxeo, etc. No todos tuvieron un inicio en la escuela, pero si la mayoría de aquellos que fueron considerados como propios de caballeros.
Desigualdades en el deporte. Racismo y clasismo.
En los últimos años se ha estudiado mucho el tema de las discriminaciones de género en el deporte, así como posibles alternativas prácticas a este hecho. Ejemplo de ello es el trabajo de autoras como Susanna Soler y Mª Luisa Zagalaz en España o autoras extranjeras como Jennifer Hargreaves. Otras desigualdades, en el deporte, han sido menos analizadas.
Fernández. Enguita (2001) habla de desigualdades intracomunitarias, citando tres grandes divisiones sociales afectadas de primera mano por la educación y que pueden darse en otros productos sociales, como en el caso del deporte. Estos tres colectivos son los siguientes: las de clase, etnia o cultura y género. Aquí nos centraremos en las producidas por motivo de etnia, cultura, raza o clase social, discriminaciones a menudo conexas. Se podrían enumerar otras: por motivo de edad, orientación sexual, hacia las personas con discapacidad, etc. Lo que nunca se debe olvidar es que toda defensa de cualquiera de estos colectivos se fundamenta en la defensa de la diversidad como realidad deseable. Más que hablar sobre la integración de estas poblaciones en el deporte se debe perseguir un deporte inclusivo, donde pueda tener cabida cualquier persona.
Retomando de nuevo a Fdez. Enguita (2001) “Las escuelas nacieron como un fenómeno urbano, limitado a la burguesía- en sentido primigenio- acomodada y a un sector de la pequeña burguesía”, con lo cual se marginaba a determinados colectivos, que han luchado por lograr la integración y dejar atrás la exclusión y la segregación. Como el deporte nació en esas mismas escuelas es fácil advertir que también sería un producto masculino, urbano, burgués y blanco. No hay que olvidar que los primeros pasos del deporte moderno estuvieron dirigidos por la clase alta y esta, en ocasiones, ha usado el deporte con fines de distinción social. Con el tiempo estas prácticas se desarrollaron también entre las clases trabajadoras y otras culturas, pero no sin diferencias significativas, incluso sufriendo limitaciones y desigualdades.
En el caso de los deportistas de clases sociales bajas, la más importante marginación fue el amateurismo, prohibir competir a quienes ganasen dinero con sus destrezas deportivas, con lo cual las clases adineradas partían en ventaja al tener recursos suficientes para dedicarse al deporte en exclusividad. Pese a que generalmente las clases altas argumentaban el tema de la corrupción originada por el dinero o la falta de espíritu puramente deportivo, como enemigos del deportista amateur, parece claro que todo se debe a una simple discriminación, no dejar que las clases bajas compitan con ellos en similares condiciones, o, si lo hacen, sea en clara desventaja. El amateurismo fue un mecanismo de exclusión y distinción.
En cuanto a los deportistas de otras razas, culturas o etnias (a menudo relacionadas con las clases obreras, como en el caso de Jim Thorpe) también ha habido ejemplos llamativos de discriminación, llegando a la chanza y burla. Este es el caso de los JJOO de Sant Louis 1904, donde hubo unos juegos paralelos, aprovechando la exposición para conmemorar la adhesión de Louisiana, conocidos como “Días Antropológicos”, para los “no blancos” (negros, sioux, moros, filipinos, japoneses, sirios…)” (González, 1991, p.134). Tal evento tuvo un carácter trivial similar a las barracas de ferias ambulantes tan habituales en esa época. Otro caso muy famoso fue la expulsión de los Juegos Olímpicos de México 68 de Tommie Smith y John Carlos por realizar en el podium una protesta contra el racismo de su país. Mucho más reciente esta el caso de Eric Moussambani, cuya actuación olímpica no ayuda mucho a eliminar ciertos estereotipos raciales.
Estos colectivos puede tener, hacia la escuela y/o el deporte, una identificación expresiva (como un fin en sí misma, como un contexto en el que la persona se encuentra a gusto o no) e identificación instrumental (se confía en ella como medio para lograr un fin- promoción social, recompensas económicas, etc.-).
Las clases sociales bajas, y sobretodo, otras culturas, no siempre se sienten identificadas con la escuela, lo cual favorece el riesgo de fracaso escolar, ya que sus valores, conductas, usos del lenguaje, gustos, etc. suelen estar alejados de los de la escuela, ya que esta institución fomenta aspectos propios de la cultura dominante. En el deporte el escenario no es tan pesimista, especialmente con el género masculino. Gracias a la repercusión social y económica del deporte, una carrera deportiva significa una de las pocas vías de movilidad social ascendente para los niños y jóvenes de las clases trabajadoras, “el mercado de los deportes es al capital físico de los chicos lo que el sistema de los concursos de belleza y sus ocupaciones derivadas- azafata- etc.- es al capital físico de las chicas”; y el culto de la clase obrera hacia los deportistas de idéntico origen se explica porque sus historias de éxitos deportivos “simbolizan el único camino reconocido hacia el dinero y la fama”.
(Bourdieu, 1993). Por ello es importante incidir en el papel del deporte como posible factor de crecimiento psicosocial en contextos desfavorecidos, pero siempre con cautela, hay que buscar una plena identificación expresiva y no obcecarse en el mero rendimiento deportivo y la competitividad, lo cual puede hacer “que sea peor el remedio que la enfermedad”.
Posibles orientaciones para la mejora. Deporte inclusivo
El deporte ha sido reivindicado muchas veces como factor de integración social y como medio para prevenir problemas psicosociales (delincuencia, drogas, marginación, etc.), lo cuales pueden llegar a ser relativamente comunes en estos grupos. Hay que intentar dar cabida a todas las personas, sin excluir a nadie, “Cualquier tipo de discriminación es incompatible con un verdadero espíritu deportivo” (Zagalaz, 2005, p.201).
Para ello es conveniente abandonar la idea de integración y optar por la inclusión, término de origen escolar (con lo cual sería más fácil transferir estas ideas a dicho deporte), más avanzado y global, sorteando errores pasados. La inclusión es un proceso abierto, que asume la participación real y la colaboración de todos los implicados, aboga por la valoración y celebración de la diferencia, prestando atención especial a colectivos y sujetos con mayor riesgo de exclusión. Para ello es vital eliminar las barreras de participación y modificar las culturas, políticas y prácticas deportivas, “son las circunstancias sociales y políticas que rodean a una persona las que la limitan en el desarrollo de las actividades o en la participación social” (Rioux, 1997, en Rojas, 2005). La inclusión no trata de dar recetas en sentido estricto, aquí nos limitaremos a dar una serie de experiencias como fuentes de inspiración.
Pero bajo el nombre de inclusión, termino que comienza a estar ya muy “manoseado”, a menudo se presentan lo que Freire llama “prácticas aspirina”, que tienen una acción “anestesiante” y que sólo traen consigo la conservación de las cosas tal como están ahora (Pujolas, 2004). Estas practicas pueden ser llevadas a cabo por los “astutos” (cuando saben conscientemente que su acción no hace más que retardar el cambio social) o por los “inocentes” (actúan de buena fe, pero no son conscientes de su utilización por las clases dominantes).
Uno de los aspectos que hay que cuidar, desde el deporte escolar es evitar que factores económicos excluyan a los participantes. Deben existir becas y ayudas para menores con pocos recursos, no sólo para los que tienen mejores resultados. En este sentido es interesante la propuesta de Ventura (2007), con la creación de una asociación deportiva escolar en un centro de Secundaria y la organización de una liga interna para tratar de aumentar la practica deportiva en horario extraescolar, desarrollar valores como la igualdad y el fair play, aprender a resolver conflictos (los árbitros son los propios alumnos) e implicar al alumno inmigrante. Abaratar los costes que supone el deporte es uno de sus pilares.
Otra propuesta, en este caso desde Francia, es la que comenta Medina (2002) respecto al Rugby Club de Massy, localidad con problemas ligados al paro y con una importante presencia de inmigrantes. Desde su fundación este equipo ha tenido una fuerte vocación social, trabajando en colaboración con los servicios sociales locales, incluso realizando seguimientos sociofamiliares de sus miembros, a la vez que se ofrece una propuesta de ocio alternativa a la calle; “una institución deportiva definida como tal, puede tener una voluntad de actuación social que va mucho más allá de lo que es estrictamente deportivo” (Medina, 2002, p.22).
Dentro de la materia de Educación Física también podemos encontrar alguna propuesta relacionada con este tema. Aunque no se trate de deporte en sentido estricto puede servir de referencia para llevar nuevos deportes y juegos motrices a las aulas y los patios. González y Duran (2001) proponen la práctica de juegos y danzas de otras culturas, como medio de erradicar prejuicios culturales. Siguiendo esta línea esta la experiencia de la Asociación Cultural Hispano- Pakistaní de Barcelona, la cual organiza cursos de críquet y un torneo abierto a la participación del público en general (Medina, 2002, p.23).
Si conseguimos que el deporte escolar sea verdaderamente educativo e inclusivo estaremos sentando las bases para una transformación del deporte en general, para que lo importante sea la participación de todos en lugar del resultado de unos pocos.
Bibliografía
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