TIPOS DE ENTRENADOR PERSONAL
Principales tipos de entrenador personal que podemos encontrar en el mercado
La ley de la oferta y la demanda está sujeta a que, en el mercado, ya sea del fitness, entrenador personal o de cualquier otro sector, haya de todo, bueno o malo, mejor o peor. ¿qué decir de la diversidad de entrenadores personales con los que podemos compartir instalaciones? Este tema da para mucho que hablar…
En todos estos años que llevo como entrenador personal, he tenido compañeros de los que he aprendido mucho más que en los libros; excelentes profesionales con los que es un placer trabajar y compartir espacio. Pero, por desgracia, también me ha tocado repartir el aire que respiro con algunos especímenes que, además de mostrar una notable carencia en cuanto a conocimientos, habilidades y destrezas, dejan mucho que desear como personas y ocupan gran parte de su tiempo criticando nuestra labor e intentando desprestigiarnos.
Seguro que os identificáis con alguno de los tipos de entrenadores personales de los que os voy a hablar y/o que conocéis a otros.
El entrenador personal “vintage”
Quizá sea esta tipología con la que más me identifico, posiblemente por mi edad, por mi mentalidad y por la formación recibida (de la cual me siento muy orgulloso). De ahí, que me tome la libertad de hablar en primera persona.
Os hablo de entrenadores personales más veteranos o, como también se suele decir, de la “vieja escuela”. En este grupo predominamos los hombres.
La experiencia es nuestra principal arma. Hemos visto de todo dentro de nuestra profesión, hemos trabajado con clientes de todo tipo y con deportistas de nivel amateur, profesional e, incluso, de élite, hemos asistido y/o participado en una gran variedad de competiciones deportivas, bien como entrenadores, bien como participantes o, incluso, como jueces… Otros, además, hemos tenido nuestro propio negocio, hemos coordinado o dirigido instalaciones deportivas, escribimos artículos, publicamos libros… En resumidas cuentas, hemos lidiado con todo lo “toreable” en este mundillo.
Además, buscamos estar siempre en contacto con aquellos otros entrenadores, también veteranos, que nos mantengan en constante aprendizaje y con los que podamos compartir e intercambiar información y experiencias.
Las nuevas tecnologías no son nuestro fuerte. Lo intentamos, de verdad, pero tened en cuenta que somos de la era de las Olivetti, del VHS y de las cintas de cassette…
Esto no significa que no nos reciclemos, que no sigamos formándonos y que no apliquemos sistemas de entrenamiento más actuales. Nos inunda una constante inquietud por aprender y por seguir creciendo como profesionales. Eso sí, independientemente de todo eso, somos muy fieles a sistemas y a formas de entrenamiento más clásicos con los que hemos conseguido excelentes resultados durante toda nuestra carrera, tanto en nuestros clientes, como en nosotros mismos.
Es posible que pequemos de ser muy estrictos y serios, hasta el punto de que se nos asocie a la disciplina militar y de que se nos apode con nombres tan simpáticos como el “Sargento de hierro”, la “Teniente O’Neil” o “Torquemada”… Nos tomamos muy en serio nuestro trabajo, somos constantes y muy metódicos y queremos que el cliente nos responda y que se esfuerce en un grado equitativo a nuestro nivel de autoexigencia.
Además, durante las sesiones, somos muy activos, no podemos estar quietos ni, mucho menos, sentados (como otros sobre los que luego os hablaré). Intentamos transmitir esa actividad a nuestros clientes, demostrándoles, constantemente, cómo se hacen los ejercicios o, incluso, haciendo alguno con ellos, animándolos, azuzándolos, etcétera.
Nuestra principal clientela suele ser adulta (de 30 y tantos años de edad, para arriba), pues, quizá, valoran más la experiencia del entrenador personal y están más tranquilos dejando su salud en nuestras manos.
El trato personal con nuestros clientes suele ser más amplio, pues nos preocupamos mucho por la formación extra-deportiva y por educarnos en muchos más campos ajenos a lo estrictramente profesional. Por eso tenemos más temas de los que hablar y podemos empatizar (y simpatizar) mejor con nuestros clientes.
Despertamos las más curiosas suspicacias entre aquellos entrenadores que son mucho más jóvenes que nosotros. Algunos de ellos suelen hacer alusión a nuestra falta de formación universitaria. Pues, ¡sorpresa chavales!, muchos de los veteranos tenemos más títulos universitarios de los que os podáis imaginar y los que no, os podrían dejar caer su currículum sobre vuestra cabeza e incrustaros en el suelo. Y lo que no sabéis algunos es que aprendemos hasta de vosotros…
El entrenador personal “5.0”
Suele ser joven, normalmente chico (aunque, por suerte, cada vez hay más chicas que se animan a ser entrenadoras personales), recién titulado y con bastante carencia de experiencia. Eso sí, domina las redes sociales, las nuevas tecnologías y los instrumentos de última generación. Es lo que consideramos como un entrenador personal de, valga la redundancia, “última generación”.
Su mayor cualidad es querer hacer de todo con sus clientes y hacerlo lo mejor que se pueda. Pero, a veces, quiere hacer tanto, que se ahoga con facilidad, especialmente cuando tiene un número considerable de clientes.
Es excesivamente teórico y metódico; no acaba de concienciarse de que los programas de entrenamiento son abiertos y de que pueden sufrir cambios de última hora. La improvisación no es su fuerte. Con la edad se irá espabilando…
Como ya he comentado, le encantan las nuevas tecnologías, algo que domina, por supuesto, al ser un aspecto estrechamente ligado a su edad y a los tiempos que corren. Trabaja con su ordenador portátil, la tablet, aplicaciones móviles… Posiblemente gasta más en nuevas tecnologías que en formación. De hecho, a veces, se le ven muchas limitaciones, principalmente en el aspecto técnico, a la hora de trabajar con sus clientes.
Sus métodos de entrenamiento, de evaluación, los ejercicios que aplica, etc., son muy modernos. Los circuit trainings, los H.I.I.T., los entrenamientos funcionales…, son su base de trabajo. No le hablemos de métodos clásicos como las dobles pirámides, los flushing o las super-series pre-agonísticas, porque, primero, apenas sabrá de qué demonios le estamos hablando y segundo, si lo sabe, dirá que eso son sistemas culturistas y no le interesará seguir con ese tema. (Aprovecho, a modo de inciso, para deciros una verdad como un templo: la mayoría de métodos de entrenamiento, de ejercicios y del material que utilizamos, todos los entrenadores, se lo debemos al culturismo. Y que conste que siempre que me refiero al término culturismo, lo hago en el más estricto sentido natural. El culturismo es el “papá” del fitness, del crossfit, del tabata y de prácticamente todo lo que se os ocurra. Os recomiendo leer a Marcel Rouet; veréis la filosofía y los métodos de entrenamiento que predicaba hace casi 70 años).
Para hacer los ejercicios, utiliza los materiales que más de moda están, como balones suizos de varios diámetros, plataformas inestables de diversos tamaños, formas y colores, elásticos de diferentes resistencias y grosores, etc. Las barras y las mancuernas clásicas las usa muy de vez en cuando, pues, realmente, no les tiene mucho cariño…
Los diseños de sus entrenamientos son dignos de ver; tablas, gráficas, dibujos, etc. En el mismo tiempo que él tarda en diseñar una sesión de entrenamiento, los entrenadores “vintage” planificamos un mesociclo completo…
Visualmente, llama mucho la atención. Se cuida mucho y va siempre bien vestido (está a la última en ropa de entrenamiento y en calzado deportivo), aseado, depilado… Coincide, normalmente, con el concepto de “metrosexual”. Es, en sí, un reclamo publicitario para clientes de edades similares a la suya, es decir, especialmente jóvenes. Sabe explotar muy bien su marca personal.
Este tipo de entrenador personal también peca de ser bastante permisivo y benévolo, pues, en ocasiones, le da la sensación de que, si no lo es, sus clientes se pueden disgustar y perderlos. Es consciente de que está empezando y de que, si no contenta a sus clientes, no tendrá una buena publicidad (ya sabéis que el “boca a boca” es la mejor publicidad). Esto ocurre porque, por regla general, la mezcla de inexperiencia y de juventud provoca inseguridad.
En el aspecto extra-profesional, tiende a estar muy limitado, pues los temas de conversación se le acaban pronto. Esto, quizá, es fruto del sistema educativo actual (¡toma reivindicación!). Por esta razón, a mis alumnos les insisto en que, durante la entrevista inicial con sus clientes, intenten conocer cuáles son sus aficiones, sus gustos, qué hacen en su tiempo libre, etc., para saber sobre qué leer e investigar y para poder mantener temas de conversación que hagan más amena la sesión y que les ayude a crear un vínculo algo más allá de la estricta relación “comercial” entrenador-cliente.
Eso sí, con los años, sin duda, llegará a ser un excelente entrenador personal.
El entrenador personal “4×4”
Este tipo de entrenador, por regla general, también es un chico joven, con menos (que no poca) y buena formación, pero muy maduro para su edad y con unas ganas enormes de comerse el Mundo.
Normalmente, su afición por la práctica de artes marciales u otros deportes de contacto, sumado a los entrenamientos tipo crossfit o street training, le han motivado a obtener alguna titulación básica en Educación Física (un T.A.F.A.D., por ejemplo) además de otras disciplinas más específicas, como el entrenamiento funcional y, por supuesto, el entrenamiento personal.
Tiene mucho don de gentes y destaca en las disciplinas que practica, por eso le resulta fácil tener alumnos o clientes, especialmente del área donde reside.
Es un autodidacta nato; aprende de todo y de todos y se sabe manejar y promocionar muy bien, especialmente por las redes sociales más básicas.
Posiblemente sea el más emprendedor de todos. Abre su centro o su estudio de entrenamiento personal muy pronto y, en poco tiempo, lo tiene lleno. Además, ahorra mucho dinero en la compra de material, pues se hace sus propios aparatos, soportes, racks, etc., ya que es bastante ingenioso. A la estética del mobiliario, así como al de su indumentaria personal, sencillamente, no le acaba de prestar especial atención.
Su principal oferta y su mayor fuente de ingresos son las sesiones grupales, normalmente con gente muy joven, aunque tiende, cada vez más, a individualizar los entrenamientos.
Sus sesiones son muy duras (spartan training, crossfit, tabata…), pero, a la vez, muy dinámicas, originales y divertidas. Eso sí, respeta, perfectamente, las mínimas exigencias en lo que a técnica, consciencia postural y funcionalidad, se refiere.
Utiliza todo tipo de material que pueda aprovechar para hacer cualquier ejercicio y en el lugar que se precie. Lo mismo le da un parque, que la calle, que un gimnasio…, amén de su propio local. Usa, además del material de entrenamiento más común y de última generación, neumáticos, ladrillos, maromas, etc. Todo le sirve; su imaginación no tiene límites.
Se puede dar el caso de que trabaje muchas horas, en otros lugares, además de en su propio local, por ejemplo, en otros gimnasios, casas particulares, clubes deportivos, etc.
Eso sí, puede pecar, en ocasiones, de ser un poco desastre. A veces abarca tanto, que se le despistan algunas cosas esenciales (orden, limpieza, material…).
Tiene clarísimo que quiere vivir de esto y se deja todas sus energías en ser, cada día, mejor; eso le convierte en un buen entrenador personal y con el paso de los años, a medida que vaya cogiendo experiencia, será un claro referente.
El “anti-entrenador” personal
Este tipo de entrenador es una pesadilla y una lacra para nuestra profesión. Pero por desgracia, lo hay. Lamentablemente, siempre hay ingenuos que compran este sub-producto y le confían su salud.
Por lo general, también es chico y es graduado (o casi graduado) en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte); poco más. Está convencido de que con esa carrera, uno ya es el mejor en todo lo que tenga que ver con el deporte, el ejercicio físico o la salud. Partimos de que, para empezar, es un prepotente y un iluso.
A la hora de trabajar se le ven todas las limitaciones posibles como profesional: mala técnica y posturas forzadas, correcciones insuficientes o nulas, entrenamientos repetitivos y soporíferos, etc.
Opina que todos son malos entrenadores, excepto él. Invierte mucho tiempo y esfuerzo en desprestigiar a los demás entrenadores, usando mentiras y calumnias, más si éstos trabajan en el mismo lugar que él. He podido comprobar, durante varios años en los que he tenido que compartir espacio con uno de éstos, que se trata de una persona con una excesiva autoestima y muy egocéntrica, pero con mucha inseguridad en lo que hace. Eso repercute en que se sienta amenazado en su puesto de trabajo y que por eso actúe de forma tan deleznable.
Suele ser un tipo bien parecido (o eso se cree él) y con cierta aceptación por parte de un determinado sector de clientes. Pero, cuando se percatan de cómo es en realidad, optan por prescindir de sus servicios. Por esta razón, no suele tener clientes que le duren mucho.
Es el típico que dirige la sesión sentado y abierto de piernas, aquél que, cuando tiene al cliente haciendo una plancha isométrica (por ejemplo), aprovecha para enviar mensajes con el móvil, o se lo deja solo y se sale de la sala de fitness para hablar por teléfono, no recoge el material que utiliza, pasa más tiempo mirándose en los espejos de la sala de fitness que atendiendo a los clientes, con los del género femenino suele ser sobón… y así, hasta un largo etcétera que completaría un tratado enciclopédico sobre cómo no debe ser un entrenador personal.
Este es el único incapaz de montarse su propio negocio, entre otras razones, porque (en mi humilde opinión) su cerebro no da para tanto; suele ir mendigando por los gimnasios y centros fitness, para que le permitan ser entrenador personal en sus instalaciones.
Puede llegar al extremo de causar problemas en los sitios donde “trabaja”, pues tiene mucha facilidad para crearse enemistades entre los compañeros y/o entre los propios usuarios de las instalaciones. Además, sus “alardes amorosos” pueden provocar conflictos entre parejas de clientes (es un entrenador “parchís”; se come una y cuenta veinte…).
En fin, un “perla”…
Por Juan Fco. Marco Satorre, profesor de Alto Rendimiento S.E.F.D
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Imágenes.
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