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7 Mar 2012

Efectos psicológicos de la obligación de la localización en deportistas de élite

Probablemente estemos todos de acuerdo en que el dopaje no sólo supone ir en contra de uno de los principios del deporte, como es la competición limpia, sino que también supone un riesgo para la salud del deportista.

Autor(es): Eva Montero Domínguez
Entidades(es): Universidad Autónoma de Madrid
Congreso: XIII Congreso Andaluz de Psicología de la Actividad Física y el Deporte
Sevilla España, 17-19 de Noviembre de 2011
ISBN:978-84-939424-1-0
Palabras claves: dopaje, localización, deporte, élite, programa, salud

Efectos psicológicos de la obligación de la localización en deportistas de élite

Resumen

Probablemente estemos todos de acuerdo en que el dopaje no sólo supone ir en contra de uno de los principios del deporte, como es la competición limpia, sino que también supone un riesgo para la salud del deportista. Las prácticas dopantes son cada vez son más difíciles de detectar, por lo que su persecución está llegando a unos extremos en que por cuidar la salud física se puede estar descuidando la salud mental. El programa de localización, consistente en que los deportistas de élite deben elaborar un planning de tres meses informando dónde van a estar para poderles realizar controles antidopaje por sorpresa. Esto significa que estés donde estés te pueden llamar para que regreses a tu casa a hacerte el control. Este estudio realizado mediante investigación cualitativa pretende evaluar el impacto en la salud mental del deportista de estas irrupciones en su vida privada, el tener que planificar su vida día a día mañana y tarde, y estar localizado permanentemente. Los resultados del análisis de las entrevistas realizadas, muestran sensación de agobio y estrés (según las propias palabras de los deportistas) y  de indefensión, injusticia y culpabilidad (aunque no hayan tomado nada prohibido) por la forma de realización de los controles antidopaje y por esa vigilancia de toda su vida, día a día, hora a hora, incluso en vacaciones.

El objetivo de este trabajo es investigar si el sistema de localización de deportistas, creado con el objeto de poder realizar controles antidopaje fuera de competición, y al que están obligados a someterse desde hace varios años un buen número de deportistas de élite, puede causar daño psicológico, y de qué modo. En vista de que no hay investigaciones al respecto, y que las similitudes con otras profesiones donde se exige estar disponible (médicos, ejecutivos) o localizable (reclusos) no son suficientemente análogas para establecer unas variables sobre las que trabajar, se ha optado por realizar una primera aproximación al problema mediante investigación cualitativa, para explorar las posibles variables que afectan a la salud mental del deportista.

La obligación de los deportistas de estar localizados

El problema del dopaje en el deporte es un tema muy controvertido y difícil de solucionar. Da la impresión que cada vez que aparece un nuevo sistema de detección de sustancias dopantes, se inventan nuevos métodos y estrategias para sortearlo, lo que hace que este problema se siga perpetuando en el tiempo, y que los dirigentes y especialistas de las organizaciones encargadas de la lucha antidopaje se rompan la cabeza buscando nuevas formas de control. La preocupación por este tema es tal que hasta se ha creado una escala de medida de actitudes ante el dopaje (Petróczi y Aidman, 2009). Y también se ha realizado un estudio sobre la cultura del dopaje (Lentillon-Kaestner y Brissonnea (2009).

El afán por erradicar el dopaje lleva a las organizaciones encargadas de velar por el “juego limpio”, es la justificación que esgrime la Agencia Mundial Antidopaje (AMA, siglas WADA en inglés) para no hacer público cómo se realizan específicamente las pruebas antidopaje (Pitsch, 2009). Según este autor (p. 88): “Los resultados del programa de ensayos de aptitud, así como cualquier otra información relativa a la prueba de calidad de las pruebas de dopaje no son publicados por la AMA. Se me informó por correo electrónico que los funcionarios de la AMA consideran que esa información es sensible, ya que podría ser utilizada para optimizar el dopaje o para evitar ser sancionado después de una prueba de dopaje positivo”.

Este organismo que acabo de mencionar, la AMA, estableció unos Estándares Internacionales de Control y confeccionó en 2003 un Código Mundial Antidopaje que entró en vigor por primera vez en 2004 (última revisión publicada, 2009). Para verificar si este Código se cumple, la AMA considera esencial el establecimiento de controles antidopaje fuera de competición, y para ello es necesario tener una información exacta sobre el paradero del deportista (artículo 11.1 de los Estándares Internacionales de Control).

En virtud de los compromisos adquiridos en la Convención Internacional contra el Dopaje en el Deporte celebrada en París en 2005, cada nación velará porque se cumpla el Código Mundial Antidopaje. Este código fue aceptado por todo el Movimiento Olímpico, que abarca a las organizaciones, atletas y demás personas que se comprometen con la Carta Olímpica. Según el artículo 22.6 del Código Mundial Antidopaje, el gobierno que no cumpliera este Código “podría no ser elegible para optar a la celebración de acontecimientos (…) y sufrir otras consecuencias, como por ejemplo, prohibición de asignarle funciones y cargos dentro de la AMA, imposibilidad de optar a la admisión de candidaturas para celebrar acontecimientos internacionales en un país, cancelación de acontecimientos internacionales, consecuencias simbólicas y otras con arreglo a la Carta Olímpica”. Para acogerse a este Código, en España se creó  la Ley Orgánica 7/2006, de 21 de noviembre.

Según los Estándares Internacionales de Control establecidos por la AMA, en su artículo 11.3.1, los deportistas deben informar, trimestre a trimestre, día a día, la dirección completa donde van a residir (si están en competición, hotel), el lugar de entrenamiento y sus horarios, y la dirección de los lugares donde va a competir con las fechas en las que compite, al objeto de poderles realizar controles antidopaje. Asimismo, deberá indicar una hora al día entre las 6:00 y las 23:00, y un lugar en el que esté de forma permanente esos 60 minutos, al objeto de que puedan ir a hacerle un control sin aviso previo. Pero esto no es aplicable a todos los deportistas que compiten, ni siquiera a todos los deportistas de élite. El artículo 5.1 el Código Mundial Antidopaje prevé que “Cada federación internacional deberá establecer un grupo de deportistas sometidos a controles para los deportistas de nivel internacional de su deporte, y cada organización nacional antidopaje deberá definir un grupo nacional de deportistas sometidos a controles que estén presentes en el país de esa organización nacional antidopaje o que sean ciudadanos, residentes, posean licencia o sean miembros de organizaciones deportivas de ese país”. Es decir, sólo un grupo de deportistas elegido por las federaciones internacionales y a su vez las federaciones de cada deporte en cada país, tendrán que dar cuenta de su paradero para que les realicen controles antidopaje fuera de competición. La forma en que los deportistas informarán de su localización, según el artículo 14.3 “se pondrá a disposición de otras organizaciones antidopaje que tengan jurisdicción para hacer controles al deportista conforme a lo dispuesto en el artículo 15 a través de ADAMS (Anti-Doping Administration & Management System)”. El Adams es una aplicación informática.

Dado que planificar a 3 meses vista hora a hora no es tarea fácil y además es susceptible de cambios, el artículo 11.4.2 establece que si hay un cambio de circunstancias (el deportista no acude a una competición prevista o cambia de lugar de residencia, hotel, etc.) debe informar de dicho cambio para que quede constancia una hora antes. Es decir, si llega al hotel y surge algún problema por el cual le tienen que mandar a otro, tiene que informarlo una hora antes de llegar al hotel previsto inicialmente.

En resumen, que el deportista tiene que dar cuenta de todo lo que va a realizar, día a día, trimestre a trimestre, a la AMA, mediante la cumplimentación de un  formulario (el del Consejo Superior de Deportes puede verse en la dirección de internet que referencio en la bibliografía), y varios impresos más (localización, competiciones), y comunicar cualquier modificación en el mismo con una hora de antelación. El formulario del CSD es un modelo de los que hay que rellenar, pero dependiendo del deporte pueden tener que rellenar más (los de la federación, del club, o los de los estamentos de otro país caso de que el deportista pertenezca a un equipo o club extranjero). Las comunicaciones de cambios en la planificación se realizan normalmente a través del sistema Adams, para lo cual es necesario tener a mano un ordenador y una conexión a internet, o también por teléfono, correo electrónico, fax o SMS.

¿Cómo afecta este sistema a los deportistas?

Pongámonos ahora en la situación de un deportista de élite, que, por lo general, suele tener una vida llena de rutinas (entrenamiento, competición, descanso, viajes) y que incluso su vida privada está condicionada por el deporte, ya que tiene que llevar una dieta, respetar unas horas de sueño, controlar su vida social, etc. Añádele a ese autocontrol el impuesto por la obligación de estar localizados: planificar tu vida día a día, hora a hora, los 365 días del año de 3 en 3 meses, y no olvidarse de comunicar los previsibles cambios que suelen darse puesto que planificar con tanta antelación es muy complicado. Es una vigilancia tan exhaustiva que muchos atletas, en prensa y en el trabajo realizado por Hanstad y Loland (2009) califican a este método como un “Gran hermano”.

Por otro lado, está la presión de lo que puede ocurrirle al deportista si se le ha olvidado comunicar dónde se encuentra y ese día van a hacerle un control antidopaje. El Código Mundial Antidopaje, en su artículo 2.4, contempla como una infracción de las normas antidopaje el no presentar la información requerida para su localización en tres ocasiones, o que se realicen tres controles fallidos en un periodo de 18 meses por no estar presente en el lugar y el horario indicados.  Esta infracción, puede suponer, según  el artículo 10.3.3 de este Código, un periodo de suspensión de entre 1 y 2 años. Es decir, les sancionan igual que si se hubieran dopado.

Al respecto, en el trabajo anteriormente citado (Hanstad y Loland, 2009, p. 7) se recogen unas declaraciones de una atleta a un diario alemán, comentando que el sistema la convertía en un manojo de nervios: ”es muy incómodo saber que un descuido o mi espontaneidad me puede hacer equivalente a alguien que usa drogas” (Roos, 2006).

Volviendo al trabajo de Hanstad y Loland, realizado con población noruega, encontramos más declaraciones de deportistas acerca de lo que significa esta obligación de estar permanentemente localizados (p.7): “Es un sistema que se basa en que todos pueden ser pecadores. Es creado por personas con buenas intenciones y un objetivo digno, pero se pierden por completo y abusan de su poder de tal manera que ningún órgano democrático deportivo lograría nunca su  aprobación. Sistemas como estos pertenecen a sistemas políticos muy diferentes a lo que se llama democracia”. Entre los artículos en prensa, tenemos las declaraciones de Rafael Nadal al periódico El Mundo (Fest, 2006): “Nos tratan como a delincuentes, y es una cosa a tener en cuenta, porque no veo que los políticos pasen controles antidopaje ni nada de todo eso. ¿Y por qué los deportistas sí?”. El tenista está denunciando que, mientras a cualquier otro ciudadano se le presume inocente hasta que se demuestre lo contrario, con los deportistas es al revés: se les presume a priori culpables de dopaje.

Uno de los propósitos del programa mundial antidopaje, y del Código Mundial Antidopaje (p.11) es: “Proteger el derecho fundamental de los deportistas a participar en actividades deportivas libres de dopaje, fomentar la salud y garantizar de esta forma la equidad y la igualdad en el deporte para todos los deportistas del mundo”. ¿Y con los otros derechos de los deportistas que ocurre? Jurídicamente, el sistema antidopaje, tanto por la obligación de estar permanentemente localizados, como por la forma en que toman las muestras para el control,  atenta contra tres derechos fundamentales contemplados en nuestra Constitución, como son (Rodríguez, 2010):

– El derecho a la libertad, regulado por el artículo 17, ya que la localización obliga al deportista a permanecer diariamente en el lugar donde ha indicado durante la hora indicada.

– El derecho a la integridad física, protegido por el artículo 15, ya que se realizan tomas de muestras corporales (extracción de sangre, orina).

– El derecho a la intimidad corporal, protegido por el artículo 18, ya que el deportista debe desnudarse desde la cintura hasta la rodilla y orinar mientras el encargado de recoger las muestras vigila atentamente la maniobra.

Respecto a esto último, de nuevo tenemos las explícitas declaraciones de Nadal en El Mundo: “te siguen hasta que vas al baño, te miran. Te vas a duchar y tienes que ducharte con la cortina abierta” (Fest, 2006).

Como puede apreciarse, además de soportar situaciones que pueden resultar traumáticas, como la falta de intimidad, los deportistas sometidos a este sistema antidopaje sufren una discriminación respecto al resto de ciudadanos al no poder disfrutar de unos derechos amparados por la Constitución española. Molina Navarrete (2009), considerando que para los deportistas profesionales el deporte constituye su trabajo, su medio de vida, señala que no sólo están siendo objeto de vigilancia laboral, sino también extra-laboral (siguen teniendo que informar de dónde van a estar en sus vacaciones).

Objetivo de la investigación

El propósito global de esta investigación fue analizar si estas situaciones de falta de privacidad, de invasión de la intimidad y de sentirse bajo sospecha cada vez que tienen que rellenar un formulario de localización, avisar de un cambio o realizar un control antidopaje puede producir daño psicológico en los deportistas, y asimismo determinar qué variables psicológicas podrían verse afectadas.

Al plantearme este trabajo, me pregunté cuál podría ser una situación similar en otros oficios, así pues, busqué en varias investigaciones realizadas con personal sanitario (p. ej. Ríos, Godoy y Sánchez-Meca, 2011; Granada, Morales y López-Ibor, 2010), ejecutivos (Ferro, 1983) y presos (Ruiz, 2007), pero los problemas de burnout, depresión y/o ansiedad encontrados en estos colectivos tenían causas diferentes a las de los deportistas: la falta de libertad de un convicto no es equiparable a estar localizado, y la disponibilidad de médicos y ejecutivos no implica tener que dar cuenta de su paradero. Hago esta aclaración para indicar por qué me decidí por utilizar la metodología cualitativa, que ya ha sido utilizada en otros trabajos con deportistas (Alonso-Arbiol, Arratibel y Gómez, 2008; Sánchez y Torregrosa, 2005;  Partington, S., Partington, E., y Olivier (2009); Jiménez y Lorenzo, 2010; Lentillon-Kaestner y Carstairs (2010).

Más en profundidad, el objetivo es determinar qué variables se ven afectadas por la obligación de la localización permanente de los deportistas, de la misma forma que Sánchez y Torregrosa (2005), analizan qué variables influyen en el rendimiento de los escaladores. Una vez determinadas estas variables, podría proseguirse este estudio siguiendo con esta metodología, o también con metodología cuantitativa, ya que, como indican López, Blanco, Scandroglio y Rasskin Gutman (2010), ambas metodologías no sólo no son opuestas sino “compatibles, e incluso complementarias” (p. 131). Siguiendo a estos autores, en el plano metodológico, los métodos cualitativos “propondrían los criterios necesarios para comprender las acciones humanas y sus productos” (p. 132). Por tanto, el propósito de este estudio es comprender cómo afecta a los deportistas las obligaciones impuestas por el Código Mundial Antidopaje, y qué efectos (productos) pueden tener en su salud mental.

Método

Enfoque

Como he comentado en el párrafo anterior, el enfoque de este estudio es cualititativo.

 

Sujetos

El muestreo se ha realizado, conforme a Ruiz Olabuenaga (1996) seleccionando a aquellos deportistas con obligación de estar localizados, ya que se pretende profundizar en cómo viven esta situación para delimitar las variables a las que afecta, y no en comparar grupos que están afectados con grupos que no lo están. La muestra estuvo compuesta por 16 deportistas de alto nivel (14 hombres y 2 mujeres), mayoritariamente ciclistas profesionales. Todos se encuentran en activo y las edades oscilaron entre 24 y 42 años, edad media 30 años.

Instrumento

El instrumento utilizado fue una entrevista en profundidad, que se desarrolló a partir de un corto guión de preguntas abiertas, ya que según López y cols (2008), cuando se trata de un primer acercamiento a un fenómeno, las preguntas deberán ser de carácter abierto o exploratorio. Para la elaboración de estas preguntas, me basé en unas entrevistas que mantuve en 2008 con ciclistas profesionales para la confección de un artículo de divulgación en una revista especializada en ciclismo (Pedalier Pro nº 5). Uno de ellos, al que todavía le quedaban unos años para retirarse, me comentó que estaba pensando en adelantar dicha retirada sólo por no soportar el tener que estar constantemente localizado, lo que podría componer un síntoma de burnout. De hecho, actualmente dicho ciclista ya no está en activo. Otros me hablaron de la tensión (estrés) que supone que un día se te olvide informar de dónde estás y justo aparezca un control, o que si cambias varias veces el plan inicial ya empiezas a parecer sospechoso de dopaje. También me hablaron de la sensación de indefensión que experimentan cuando, a pesar de haber cambiado un plan, el encargado de realizar la prueba aparece en el lugar que habías indicado inicialmente en lugar del nuevo, interrumpiendo una cena con la familia, por ejemplo. Por tanto, las preguntas de la entrevista semiestructurada estaban encaminadas a evaluar burnout, estrés y sensaciones de indefensión. No obstante, y siguiendo de nuevo a Ruiz Olabuenaga (1996), estas preguntas no tenían la intención de clasificar a los sujetos dentro de las categorías supuestas a priori, sino de indagar sobre cómo ellos percibían su propia realidad, incidiendo en los temas que más interesaban al entrevistado y encuadrándolos en su propio marco de referencia.

Siguiendo las recomendaciones de Tójar (2006), la entrevista se desarrolló de forma flexible y dinámica, en tono informal y sin interrumpirse mientras fuera productiva (la duración varió entre 30 y 75 minutos, una única sesión por sujeto) e intentando profundizar en los temas tratados. El propósito se hacía explícito al comenzar la entrevista, ya que se explicaba al participante qué se trataba de una investigación para determinar los efectos psicológicos de tener que estar permanentemente localizado para la realización de controles antidopaje. Respecto a la subjetividad, elemento muy a tener en cuenta según González Rey (2000), se tuvo en cuenta desde la primera pregunta, que fue “¿cómo recuerdas la primera vez que tuviste que rellenar el cuestionario de la localización?”. De esta forma, el entrevistado entraba de lleno en su propia vivencia.

Recogida de datos

Tres de las entrevistas fueron realizadas on-line, muy útil cuando se trata de entrevistar a personas que residen lejos del entrevistador (Martínez, 2008), mediante la herramienta Skype, y las demás en persona, en los hoteles de los deportistas al término de competiciones desarrolladas entre Abril y Junio de 2011. Los deportistas fueron informados de que todo lo que dijeran sería confidencial, y que tenían la garantía de estar hablando con una psicóloga colegiada y adscrita por ello a un código deontológico que obliga a confidencialidad. No obstante, y debido a la controversia, susceptibilidad y miedo a las consecuencias, que suscita todo lo relacionado con el dopaje, se optó por no grabar las entrevistas. Al respecto, Ruiz Olabuenaga (1996), expresa que la toma mecánica mediante cámara o grabadora “resta espontaneidad al entrevistado, y, en ocasiones, le bloquea por completo” (p. 189). La recogida de datos se realizó con algunas notas tomadas por el entrevistador durante las conversaciones con los deportistas, y otras notas más extensas escritas inmediatamente después de terminar la conversación con cada uno de los deportistas, junto con algunas reflexiones del entrevistador. Cada entrevista tuvo una duración media de 30 y 75 minutos.

Resultados

El análisis de datos consistió en revisar las notas sobre las entrevistas y proceder a su análisis según los pasos indicados por Tójar (2006).  Primero, se redujeron los datos separándolos en unidades mediante un procedimiento inductivo-deductivo: por un lado, identificando manifestaciones y expresiones que pudieran clasificarse en las categorías inicialmente previstas (síntomas de estrés, burnout, indefensión), y por otro, induciendo nuevas categorías a partir de los datos obtenidos.

Estrés, “agobio”

La preocupación constante por no olvidarte de dar cuenta de cambios en tu planificación, o de cada 3 meses tener que planificar tu vida hora a hora, podría suponer una tensión crónica que derivara en estrés (Valdés y De Flores, 1990). La mayoría de los deportistas manifiestan directamente sentir estrés (o agobio) por si en algún momento se les olvida cambiar el plan previsto y van a hacerle el control. También les preocupa no tener los medios para hacerlo, por ejemplo, que no tengan cobertura en el móvil. Uno de los entrevistados, de hecho, comentó que le gustaba los fines de semana ir a escalar y que en esos lugares no había cobertura, luego no estaba localizable y le preocupaba que ocurría si le llamaban para un control y no le podían localizar. Otro momento de tensión lo vivió un ciclista, no por él, sino por su compañero, que tenía puesta la hora diaria de localización después del entrenamiento, se retrasó y recibió una llamada de su pareja muy asustada porque los inspectores habían ido a buscarle y no querían esperar a que regresara, pese a que tenían la obligación de esperar toda esa hora.

Este estrés no parece que se vuelva crónico, sino que es más acentuado en deportistas que llevan menos tiempo (1, 2 años) rellenando el cuestionario de localización, mientras que los más veteranos reconocen que ya se han acostumbrado a estar localizados. Parece que influye en esta percepción de agobio la forma de vida del deportista: deportistas con familia, cuya vida social se limita a estar en casa con los hijos o compitiendo, manifiestan menos preocupación que deportistas más jóvenes que suelen salir con los amigos y la pareja y pasar menos tiempo en casa. No obstante, uno de los deportistas, de los que en principio manifestaba que no le agobiaba mucho porque su vida era muy “tranquila” (llevaba varios años sometido a la localización), no había competido el año anterior y manifestó que había sentido alivio por no tener que estar dando cuenta de su paradero.

Burnout

Maslach y Jackson (1981) definieron el burnout como “un síndrome tridimensional caracterizado por agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal” (p.3), y desarrollaron un inventario para su medida, el Maslach Burnout Inventory (1981, 1986). Este trastorno, que suele afectar a profesiones relacionadas con la ayuda a los demás (sanitarios, profesores…) ha sido también estudiado en deportistas (Garcés de los Fayos y Cantón, 2003; Garcés de los Fayos y Vives, 2003;  Martín, Campos, Jiménez-Beatty y Martínez del Castillo, 2007; Sierra y Abello, 2008; y Garcés de los Fayos, 2008).

En el presente estudio, para evaluar síntomas de burnout se les preguntó a los deportistas si a consecuencia del sistema antidopaje habían perdido motivación o pensado en retirarse antes de lo inicialmente previsto, dado que, según Garcés de los Fayos y Cantón (2003, p. 155) “es precisamente el abandono uno de los pilares claves en los que se basa el estudio del burnout en deportistas”. No obstante, en este estudio, al contrario que en las entrevistas que realicé para mi artículo de divulgación, no encontré ningún deportista que pensara en “tirar la toalla” a consecuencia de este control, aunque sí hubo uno que manifestó que no le extrañaría que algún compañero pensara en retirarse por este motivo. Esto pudiera estar relacionado con lo hallado al explorar el estrés, en el sentido de que hace 3 años los deportistas no estaban tan acostumbrados a la localización y el grado de estrés era superior, y, por tanto, también el agotamiento psicológico que podría conducir al burnout.

Indefensión

La indefensión ya apareció asimismo en las entrevistas que hice para el artículo de divulgación, pero en esta investigación aparecieron varias causas que llevaron a distintos matices.

Por un lado, el no estar seguro de qué va a ocurrir con las muestras que entregan de su orina y/o sangre. Cuando un deportista se somete a un control, dichas muestras se recogen en dos frascos: muestra A y muestra B (para el contraanálisis caso de dar positivo) pero ambas muestras se las llevan los inspectores y el deportista únicamente se queda con el código de barras que han pegado en los recipientes. Algunos deportistas han manifestado preocupación por si pueden ser manipuladas posteriormente, mientras que otros tienen fe en que las cosas se hacen bien.

Por otro, lo que puede dar positivo y lo que no. Un deportista manifestó que muchas  de las barritas y compuestos vitamínicos que se compran por internet y que vienen de Estados Unidos suelen tener sustancias dopantes, así que muchos optan por no comprar nada y antes de tomar una nueva vitamina o medicamento, llamar al médico para preguntarle si el compuesto tiene alguna sustancia que esté dentro de la lista prohibida.

Respecto a tener que hacer pis bajo vigilancia, parece que también se “acostumbran” pronto, y eso que, en el caso de una de las mujeres, han tenido que orinar delante de un inspector del sexo masculino.

Otra manifestación de indefensión, la que más afectación produce, en general en todos los deportistas entrevistados, es que el inspector, un extraño al fin y al cabo, entre en tu casa, en tu espacio, y que tu familia lo tenga que sufrir también. En el caso de deportistas que aún viven con sus padres, les resultaba especialmente intrusivo cuando iban a casa de la pareja o de los futuros suegros y además de tener que dar la dirección de su familia política soportar que vinieran a hacerle ese control a una casa que no era la suya.

Y lo segundo que más afecta, es el perder el derecho a hacer con tu vida lo que te dé la gana sin tener que dar explicaciones. Uno de los deportistas, que no tenía pareja, comentaba que si un día salía y conocía a alguien, por fuerza le tenía que llevar a su casa puesto que su hora de localización era por la mañana. O sea, no vale si en tu casa o en la mía, sino en mi casa o si no tendrás que darme tu dirección y que yo la comunique a cierto organismo por si quieren venir a hacerme un control. Otro deportista me comentaba que su pareja no podía darle una sorpresa del tipo “he reservado una casita rural para este fin de semana” porque si en el lugar donde está la casita rural no hay cobertura no pueden comunicar el cambio. “Y si en las vacaciones te vas de crucero ¿cómo te localizan?” me decía otro.

Sensación de injusticia

Una variable nueva que apareció es la percepción de injusticia. Este sistema no se realiza en todos los deportes, por lo cual varios de los deportistas manifestaron que no entendían por qué su deporte estaba tan perseguido y en otros apenas hacían  controles. Otros en cambio, dijeron que lo que pasara en otros deportes no era cosa suya, que tenían que mirar por el suyo. Pero al preguntarles sobre qué opinión tenían de ver que aparecían más titulares de noticias relacionados con el dopaje en su deporte que de las victorias, sí que dijeron que les parecía muy injusto.

Por otro lado, algunos deportistas parecían tener la percepción de que dentro de su deporte algunos gozan de más privilegios que otros, o de que “se enteran de más cosas” en clara alusión a que tienen  mejor información sobre cómo mejorar el rendimiento sin dar positivo. Incluso algún otro manifestó sospechas sobre si todo el mundo iba limpio, o, por el contrario, sabía cómo hacer para sortear los controles. Esto quizá sea una consecuencia de los escándalos de la Operación Puerto y la Operación Galgo y otros, que parece han levantado sospechas no sólo en el público en general, sino también dentro del propio mundo del deporte.

Un caso único dentro de las entrevistas fue uno de los deportistas que manifestó que si las cosas así era porque “se las habían buscado”. Primero, por los casos de positivo que había habido en su deporte, y por otro, porque las normas las han aceptado y no se han rebelado contra ellas.

Culpabilidad

Es la variable que emergió de forma natural entre los deportistas y que más significativa está resultando. Los deportistas son “escoltados” desde que acaban la competición hasta que hacen el control. En Francia, por ejemplo, están los llamados “chaperons” (en prensa, 31. Schyns, 2011).): aficionados voluntarios que siguen al ciclista desde que pasa la línea de meta hasta que llega al control antidopaje.

Por otro lado, está la impresión que tienen personas del entorno acerca de los controles antidopaje. Los deportistas tienen la opción de pasar el control en un hotel en lugar de en su domicilio, no obstante, y sobre todo en deportistas que viven en localidades pequeñas, prefieren que el inspector venga a su casa porque si van a un hotel se hace más público y levanta las sospechas de sus vecinos y conocidos. Un deportista manifestó, que a pesar de que los padres de su pareja sabían cómo funcionaba el sistema antidopaje, si iban a hacerle un control a casa de ellos se sentía culpable, a pesar de no haber hecho nada. Y otro deportista manifestaba que estaba harto de la pregunta “pero ¿tú te dopas?”.

Y lo que también incidía en la sensación de culpabilidad era que sólo por hacer muchos cambios respecto al plan inicial, parece que estés escondiendo algo. O que por culpa de un despiste pudieras convertirte en sospechoso, y que el equipo te aparte aunque todavía te resten dos faltas más para que te sancionen.

Discusión

La conclusión a la que he llegado a partir de este estudio es que, inevitablemente, el sistema de localización y el sistema antidopaje en general, producen unas alteraciones en la vida de los deportistas. La afectación de dichas alteraciones tiene mucho que ver con la personalidad del deportista y con sus circunstancias personales, no afecta por igual a personas con vidas más improvisadas al margen del deporte que aquéllas que tienen una vida social más rutinaria. Esto parece seguir los principios del fordismo, en los tiempos de la revolución industrial y los comienzos de la producción en cadena, en el sentido de que aquellas personas que fuera de su trabajo restringían el uso de alcohol y tabaco y se quedaban en casa solían presentar menor índice de absentismo que los que tenían más “vicios” y pasaban más tiempo fuera del hogar. De ahí que Ford ofreciera incentivos a aquellos trabajadores que llevaban ese tipo de vida y vigilara lo que hacían sus empleados fuera del horario laboral.

Por otro lado, está el problema de la indefensión, que podría estar influida, según Vázquez-Valverde y Polaino-Llorente (1982) por el estilo atribucional del sujeto. Sobre este tema se han realizado más investigaciones (Docampo, 2002; Yela y Marcos, 1992) y no parece que sea el estilo atribucional sino más bien la predecibilidad del hecho lo que puede afectar al aprendizaje de la IA. No obstante, llama la atención que dentro de los deportistas, parecen menos agobiados aquellos que atribuyen a causas internas (si hay tanto control es porque en mi deporte ha habido muchos positivos), pero que por otro lado, también encuentran causas externas cuando se les pregunta qué opinan de que aparezcan más titulares de dopaje que de triunfos, aún cuando éstos últimos sean superiores a los primeros. Y también existe una diferencia de estilo atribucional de unos deportistas a otros: los que consideran que hay compañeros que tienen más facilidades para cuidar su salud sin que signifique dar positivo en un control, que ellos mismos (causa externa). Hablando con los deportistas he tenido la impresión de que si buscan explicaciones a lo que les está ocurriendo, se quedan más tranquilos, y es por ello que no quieren pensar si se está sintiendo injusto con ellos.

Un apartado especial merece una de las nuevas variables aparecidas: el sentimiento de culpabilidad. Ningún deportista quiere reconocer que esté perdiendo motivación, han luchado mucho por llegar donde están y quieren seguir ahí, pero el trato que reciben les está creando un conflicto constante: cómo puedo seguir en este deporte con lo mal que me están tratando, cuando no he hecho nada y ya me consideran sospechoso. Uno de los deportistas entrevistados había aparecido en su día en un proceso por dopaje, y a pesar de no ser sancionado se las vio y deseó para conseguir equipos que quisieran ficharle y poder seguir viviendo de su deporte, “¿por qué no sirve tanto control para que te quiten de una vez la cruz? Llevo muchos años sin dar un solo positivo y a pesar de ello tengo que seguir luchando para conseguir que los equipos me fichen”.

Creo que la clave está en que con tanto control y tanta prohibición (la lista de sustancias que dan positivo incluye medicamentos de uso común en la población para combatir enfermedades leves como el resfriado), no sólo no consiguen erradicar el dopaje (la mayoría de los deportistas seguían pensando que este sistema no lo va a conseguir), sino que pueden incluso fomentarlo. Precisamente por considerar que es algo tan dañino están dirigiendo la atención de los deportistas hacia “lo prohibido”: muchos podrían pensar que si tanto lo controlan es que realmente funciona, y si no lo tomas entonces nunca podrán ser deportistas de élite. Estas reflexiones aparecen en el artículo de Lentillon-Kaestner, y Brissonnea (2009). Además, el sentir que según donde “caigas” (equipo, club, federación) vas a tener más facilidades para conseguir aumentar el rendimiento sin dar positivo en un control, acentúa esa sensación de que si no tomas “gasolina extra” no estarás en la élite y no podrás acceder a  mejores métodos y, por supuesto, a un salario y reconocimiento mejores, a o a esa beca que te permite vivir de tu deporte.

Este estudio es tan sólo un primer paso en la búsqueda de mejores soluciones para la lucha contra el dopaje. En concreto, se trata de realizar una llamada de atención hacia los organismos encargados de esta lucha para que empiecen a tener en cuenta otras variables, en lugar de tanta vigilancia, para conseguir un deporte más limpio. Empezando por tratar a los deportistas como personas, y no como unas máquinas conseguidoras de triunfos y medallas a las que hay que seguir de cerca para que no cometan infracciones.

Bibliografía

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Boletín Oficial del Estado. Ley orgánica 7/2006, de 21 de Noviembre. http://www.boe.es/boe/dias/2006/11/22/pdfs/A40859-40879.pdf

Comité Olímpico Internacional. Carta olímpica.

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