La actividad física en las clases de educación física
La actividad física en las clases de educación física
Resumen
Parece ser comúnmente aceptado en la sociedad del siglo XXI, el hecho de que parte de un sector de la población tenga problemas de salud provocados, entre otros factores de riesgo, por el sedentarismo o inactividad, y que exista un cierto paralelismo entre las actuaciones llevadas a cabo desde las diferentes administraciones y organismos.
INTRODUCCIÓN
Parece ser comúnmente aceptado en la sociedad del siglo XXI, el hecho de que parte de un sector de la población tenga problemas de salud provocados, entre otros factores de riesgo, por el sedentarismo o inactividad, y que exista un cierto paralelismo entre las actuaciones llevadas a cabo desde las diferentes administraciones y organismos. Todo esto no deja de estar presente en las edades escolares y de ahí que la comunidad científica y política esté centrando su atención en dicho momento evolutivo. Si las edades infantiles y adolescentes resultan de especial interés para un cambio de conducta en la población adulta, la escuela y las familias parecen adquirir especial significado como motor de cambio en todo este entramado.
La escuela, y concretamente la sesión de educación física, ha sido y es motivo de estudio como parte responsable de ese proceso de mantenimiento y mejora de los niveles de actividad física para poder satisfacer las necesidades, provocar beneficios, y evitar riesgos para la salud. A la luz de los tiempos se da fe de los programas escolares de Educación Física, sin embargo, su calidad y aplicación ha sido cuestionada por muchas organizaciones y expertos, de ahí que mientras que las recomendaciones han sido aceptadas por las comunidades médicas para la mejora de la salud pública, no han sido incorporados de forma amplia a la escuela.
Aunque la importancia del área de Educación Física es ampliamente reconocida, varios estudios sugieren que está en declive debido al mayor peso de las denominadas “áreas fundamentales” (Sibley y Etnier, 2003) unido a la falta de pruebas que evidencien su grado de eficacia, por lo que existe un amplio sector de la comunidad docente y científica preocupada por reforzar los programas de intervención con la finalidad de hacerlos más eficientes.
-
EL PROBLEMA DEL SEDENTARISMO EN LA SOCIEDAD ACTUAL.
En los últimos años están surgiendo numerosos trabajos en los que se muestra el importante crecimiento del sedentarismo entre todos los sectores de población y cómo, consecuentemente, repercute en problemas para la salud (Blasco, 1994; Mendoza, Sagrera y Batista, 1994; Ponseti, Pili, Palou y Borrás, 1998, Lasheras, Aznar, Merino y Gil, 2001; Ministerio de Sanidad y Consumo (MSC), 1999, 2003, 2006, 2009; Pate, Davis, Robinson, Stone, Mckenzie y Young, 2006; Katzmarzyk, Baur, Blair, Lambert, Oppert y Riddoch, 2008; Jean, 2005; Boraita, 2008). En la 57ª Asamblea Mundial de la Salud celebrada en el año 2004 se aprobó la Estrategia Mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud, en donde se detallaba, de acuerdo con el informe sobre la salud en el mundo del 2002, que en la mayor parte de los países unos pocos factores de riesgo muy importantes son responsables de gran parte de la morbilidad y mortalidad. En el caso de las enfermedades no transmisibles, los factores de riesgo más importantes eran los siguientes: hipertensión arterial, hipercolesterolemia, escasa ingesta de frutas y hortalizas, exceso de peso u obesidad, falta de actividad física y consumo de tabaco. Cinco de estos factores de riesgo están estrechamente asociados a la mala alimentación y la falta de actividad física. La alimentación poco saludable y la falta de actividad física son pues, las principales causas de las enfermedades no transmisibles más importantes, como las cardiovasculares, la diabetes de tipo 2 y determinados tipos de cáncer (WHO, 2004; Boraita, 2008).
En las actas de la Conferencia Internacional de actividad física y obesidad infantil celebrada en Toronto (Canada) en el 2008 y redactadas por Katzmarzyk et al. (2008) se citaba que la OMS en el 2005 había estimado que todos los años morían 1,9 millones de personas como resultado de la inactividad y que 2,6 millones morían como resultado del sobrepeso y la obesidad. Los datos de la Encuesta Nacional de Salud (MSC, 2006) indicaban que la prevalencia media de obesidad en adultos era de un 15,25% y de un 37,43% de sobrepeso. Esto quiere decir que uno de cada dos adultos pesaba más de lo que es recomendable. La última encuesta de salud realizada por este mismo organismo en el 2009 concluye que más de la mitad de las personas de 18 y más años está por encima del peso considerado como normal, este problema afecta en mayor medida a los hombres (62,8%) que a las mujeres (44,6%), el porcentaje de personas con obesidad alcanza el 16,0% y el de sobrepeso el 37,7%. Vemos por consiguiente como la obesidad se acrecienta con la edad en ambos sexos (afecta al 22,7% de hombres y al 23,7% de las mujeres mayores de 54 años) y es más frecuente en hombres que en mujeres, salvo en los mayores de 65 años.
La actual situación de sedentarismo entre la población adulta se está trasladando hacia las edades más tempranas por lo que parte del problema reside en estas últimas. Resulta evidente observar como las actividades ocio-recreativas y deportivas entre los niños/as ha cambiado en los últimos años, entre otras causas posibles por los avances tecnológicos de la información: videoconsolas, ordenadores, telefonía móvil, internet… (MSC, 2006; Ekelund, Sardinha, Anderssen, Harro, Franks et al., 2004; FISCAM, 2006); por variables socioeconómicas (Lasheras et al., 2001; Ekelund et al., 2004; Roman, Serra, Ribas, Pérez-Rodrigo y Aranceta, 2006; Ridgers, Stratton, Fairclough y Twisk, 2007), que han llevado a los niños/as a desarrollar otros hábitos de vida relacionados con la inactividad física.
-
RECOMENDACIONES INTERNACIONALES DE ACTIVIDAD FÍSICA PARA LA INFANCIA.
Las recomendaciones de actividad física propuestas por grupos de expertos a nivel internacional vienen a cubrir el vacío existente en cuanto a los requisitos necesarios para conseguir efectos beneficiosos saludables, con las consiguientes implicaciones para la promoción de la actividad física en niños y adolescentes (American College of Sports Medicine, 1990 y 2000; Sallis y Patrick, 1994; Pate, Pratt, Blair, Haskell, Macera, Bouchard, Bucher, Ettinger et al., 1995; Biddle Sallis, y Cavill, 1998; Cavill, Biddle, y Sallis, 2001).
Aznar y Webster (2006) basándose en Cavill et al. (2001) sintetizan las actuales recomendaciones internacionales de la actividad física presentadas por expertos a nivel mundial en el campo de la actividad física y la salud sobre la actividad física para la infancia y la adolescencia del siguiente modo:
1. Los niños, niñas y adolescentes deben realizar al menos 60 minutos (y hasta varias horas) de actividad física de intensidad moderada a vigorosa todos o la mayoría de los días de la semana.
2. Al menos dos días a la semana, esta actividad debe incluir ejercicios para mejorar la salud ósea, la fuerza muscular y la flexibilidad.
El conjunto de la literatura científica que destaca las relaciones positivas de la actividad física con la salud señala que estos beneficios se obtienen con la realización habitual y frecuente de práctica, con una intensidad concreta y con unos determinados tipos de prácticas. Es por tanto necesario establecer qué para conseguir dichos beneficios la actividad física requiere una intensidad determinada, para que se vea incrementado el gasto de energía en el metabolismo basal. Cavill et al. (2001) de acuerdo con el Departamento de salud de Estados Unidos definen nuevos términos como: actividad física de intensidad moderada (AFM) (Ejemplo: caminar rápido, cuyas sensaciones fueran de aumento de calor y de la respiración) y actividad física de intensidad vigorosa (AFV) como podría ser correr rápido en la que se note mucho la sensación de calor, o el aumento de la respiración y sudoración. De esta manera se acuña el término actividad física de moderada a vigorosa (AFMV) que será el utilizado en toda la literatura específica para hacer referencia al tipo de actividad necesaria para lograr efectos beneficiosos en la salud.
-
ACTIVIDAD FÍSICA EN NIÑOS Y ADOLESCENTES Y ESTADO DE SALUD EN LA EDAD ADULTA.
Veíamos al comienzo del capítulo como existen numerosos estudios en los que se constata la falta de actividad física en las edades mas tempranas y como consecuentemente repercutía en problemas para la salud. Podemos leer conclusiones de trabajos en los que se muestran datos dónde se evidencia que la práctica de actividad física saludable conlleva efectos beneficiosos para el organismo y que estos perduran en el tiempo o retrasan determinadas causas de mortalidad (Paffenbarger, Kampert, Lee, Hyde, Leung y Wing, 1994; Warburton, Nicol y Bredin, 2006), podemos analizar también estudios de carácter conductual donde se muestra que la falta de práctica deportiva y la no pertenencia a clubes deportivos aumenta con la edad (Zimmermann-Sloutskis, Wanner, Zimmermann y Martin, (2010), así como otros como Raitakari, Porkka, Taimela, Telama, Rasanen y Viikari, (1994) que estudiaron la estabilidad de las conductas de actividad física entre los 12 y los 18 años y vieron como un sector de la población que era activo en un primer momento lo era posteriormente, mientras que otro sector mayoritario no lo era.
La investigación en España en cuanto a la actividad física y la salud ha sido limitada en las pasadas décadas, pero es a partir de las Encuestas de salud del Ministerio de Sanidad y Consumo desde el año 1993 desde dónde podemos establecer un antes y un después. Los distintos resultados obtenidos mediante los cuestionarios destinados a la población adulta han ido estableciendo diferentes patrones de actividad física entre los distintos sectores de población así como los factores de riesgo y /o estilos de vida. Se desprende de la última encuesta de salud de 2009 que la realización de actividad física ha ido en decadencia con el consiguiente aumento de los problemas para la salud que conlleva.
García (2001) al analizar las encuestas llevadas a cabo sobre la práctica y comportamiento hacia la actividad física y el deporte nos reflejaba como el porcentaje de los españoles que practicaban un deporte descendía ligeramente en el tiempo. Es en el año 2005 cuando este mismo autor y por medio del centro de Investigaciones Sociológicas nos muestra como solo el 37 % de la población realizaba actividad física de manera regular reflejando así la tendencia negativa hacia la práctica deportiva.
Aznar, Naylor, Silva, Pérez, Angulo, Laguna, Lara, y López-Chicharro (2010), muestran en un estudio realizado entre escolares de la comunidad de Madrid como los niveles de actividad física de intensidad moderada a vigorosa desciende de los nueve a los quince años, aumentándose el tiempo dedicado a actividades de carácter sedentario.
Meseguer, Galán, Herruzo y Rodríguez (2011) en su estudio sobre las tendencias de actividad física en el tiempo libre y en el trabajo en la Comunidad de Madrid entre los años 1995 a 2008 con datos procedentes de encuestas anuales representativas de población de 18-64 años observaron como se ha producido un descenso en la actividad física en el tiempo libre y laboral en todas las edades, principalmente en actividades ligeras y moderadas.
En definitiva, de los planteamientos expuestos podemos extraer que en un amplio sector de la población la práctica de actividad física se reduce con la edad y que existe un problema de fondo que va mas allá del simple hecho de un pequeño sector se mantenga activo mientras que otro no, es por ello por lo que resulta necesaria una reflexión conjunta acerca del estado de la cuestión y hacia dónde debe dirigirse el trabajo, pudiendo llegar a ser planteado como uno de los desafíos más importantes para la salud pública en el siglo XXI.
- EL DEBATE SOBRE LA SALUD COMO CONTENIDO DE LA EDUCACIÓN FÍSICA
La promoción de la salud dentro de los programas escolares y concretamente dentro del área de educación física comenzó a finales del siglo XIX y comienzos del XX. En estos primeros momentos se destacaba el papel terapéutico e higienista de la gimnasia como barrera ante los problemas de salud en una sociedad industrial caracterizada por las aglomeraciones urbanas. La escuela se ve acogida por este “movimiento” y se establecen controles de las condiciones higiénicas de los mismos (aulas, ventilación, inmobiliario, iluminación, calefacción, cocinas y comedores, instalaciones sanitarias, etc.) y aparecen las primeras inspecciones escolares. La higiene corporal se convierte en el factor principal de la salud, además se hace preciso tal y como señala Pate (1995) una atención directa a los beneficios orgánicos derivados de las actividades físicas y el cuidado de la postura corporal. Con este planteamiento se hace necesario en la escuela una consideración especial hacia la salud, generando hábitos saludables que contribuyan a mejorar la calidad de vida. Así parece claro que, dentro del curriculum, es la Educación Física la asignatura que mejor responde al tratamiento de la salud. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que el ámbito de la salud va más allá y engloba un amplio abanico de acciones que es preceptivo considerar y atajar desde diversos ámbitos para lograr un adecuado tratamiento.
Existen pruebas científicas que demuestran que un incremento significativo del tiempo escolar dedicado a la educación física relacionada con la salud tiene efectos beneficiosos para la misma (Sallis, McKenzie, Kolody, Lewis, Marshall y Rosengard, 1999). En esta línea de trabajo destacan autores como Fairclough y Stratton (2006) que realizan una revisión de los trabajos más relevantes sobre la medición de la actividad física durante la sesión de educación física escolar y los métodos que han utilizado, destacando la importancia de la educación física dentro de la promoción de actividades físicas saludables. Corbin, 2002 también refuerza el papel de la educación física dentro de la sociedad como agente de cambio y propone distintas actuaciones para diversos niveles. Ahrabi-Fard y Matvienko (2005) nos describen la promoción de una educación de la actividad física orientada a la salud en las clases de educación física y parten del hecho que a la vista de los problemas de sedentarismo entre los niños se debe comenzar un cambio que se dirija hacia una educación más activa, entendiéndose como educación activa a la implicación de los alumnos/as en al menos dos horas de práctica físicamente más dinámica en el marco de los colegios, reconduciendo por consiguiente aquellos momentos más inactivos de la sesión de educación física y del periodo escolar.
Parece ser que en los últimos tiempos se le otorga a la Educación Física cierta responsabilidad para lograr determinados objetivos de salud lo cual nos lleva a un análisis pormenorizado, a la vista de los hechos, de si las clases de éste área sirven a éste propósito. En este sentido tendríamos que reflexionar sobre los distintos enfoques: por un lado aquellos sectores que parecen orientarse hacia la idea de que éste área se deba orientar exclusivamente hacia la salud y adquisición de hábitos saludables para toda la vida, y aquellos otros que defienden firmemente el hecho de que toda la responsabilidad no puede recaer en éste área cuyo campo de estudio va más allá y que además incluye el desarrollo de todas las dimensiones del movimiento.
La Educación Física ha resistido a las críticas en cuanto a la opinión generalizada que la situaba en una actividad que había consistido más en dar balones o dejar jugar libremente que a desarrollar unos programas concretos con una finalidad concreta de mejora de la salud, adquisición de hábitos, y desarrollo de los distintos contenidos que la componen. En todos aquellos países donde éste área está sujeta a un currículum, como es el caso de España, cuyo planteamiento en muchas ocasiones pasa por un carácter teórico-práctico tiende a ser escaso el tiempo real de clase, con la consiguiente falta de actividad durante la sesión, ocasionándose multitud de pérdidas de tiempo dedicadas a las explicaciones teóricas, demostración de habilidades, disciplina del aula, reuniones del grupo y otras competencias asociadas a la misma, por lo que queda patente que el problema va más allá del simple hecho de que sea
Figura 1. Categorías en el grado de comportamiento hacia la actividad física. Adaptado de Prochaska y DiClemente, (1983)
La aportación del modelo es precisamente identificar en que momento de práctica de actividad física se encuentran las personas y de ahí que la intervención podría expresarse en preguntas dentro de cada estadio, donde a partir de la respuesta del sujeto seríamos capaces de situarnos en un antes y un después, lo cual nos permitiría orientar la actividad en un sentido o en otro consiguiendo así una mayor individualización del programa. Así podemos hablar de:
Figura 2. Identificación del estado de cambio en cada categoría. Adaptado de Prochaska y DiClemente, (1983)
Del análisis de la figura 2 podemos extraer cómo en una sucesión en el tiempo cada sujeto caminaría en función de la respuesta a cada planteamiento. Conforme las preguntas van perdiendo validez para el sujeto y se cuestionan las siguientes podemos decir que se pasaría de un estado de cambio a otro. Debiéramos considerar a su vez que desde el momento que un sujeto se plantea las cuestiones del primer estadio hasta que llega a la fase de mantenimiento de la actividad física en un periodo estable, contribuye de algún modo al cambio en los hábitos de vida, pues ya supone una reflexión acerca de los mismos de cada sujeto.
Bibliografía
- -Ahrabi-Fard, I. y Matvienko, A.O. (2005). Promoción de una educación activa de la actividad física orientada a la salud en las clases de educación física. Cultura, Ciencia y Deporte, 1(3), 163-170.
-American College of Sports Medicine (1990). The Recommended Quantity and Quality of Exercise for Developing and Maintaining Cardiorespiratory and Muscular Fitnes in Health adults. Medicine and Science in Sports and Exercise, 22, 265-274.
-American College of Sports Medicine (2000). Manual ACSM para la valoración y prescripción del ejercicio. Barcelona: Paidotribo.
-Aznar, S. y Webster, T. (2006). Actividad física y salud en la infancia y adolescencia: guía para todas las personas que participan en su educación. Madrid: Ed. MSC-MEC.
-Aznar, S., Naylor, P. J., Silva, P., Pérez, M., Angulo, T., Laguna, M., Lara, M. T. & López-Chicharro, J. (2010). Patterns of physical activity in Spanish children: a descriptive pilot study. Child: Care, Health and Development, no. doi: 10.1111/j.1365-2214.2010.01175.x
-Biddle, S., Sallis, J. & Cavill, N. (Eds.). (1998). Young and active? Young people and health enhancing physical activity: evidence and implications. Londres: Health Education Authority.
-Blasco, T. (1994). Actividad física y salud. Barcelona: Martínez Roca.
-Boraita, P. A. (2008). Ejercicio, piedra angular de la prevención cardiovascular. Revista Española de Cardiología. 61 (5), 514-528.
-Cavill, N., Biddle, S. & Sallis, J. (2001). Consensus Statement. Health enhancing physical activity for young people: statement of the United Kingdom Expert Consensus Conference. Pediatric Exercise Science, 13(1), 12-25.
-Cecchini, J.A. y Echavarría, L.M. (2001): Intensidad de la motivación hacia el deporte. Universidad de Oviedo.
-Contreras, O.R.; Gonzalez, S.; Pastor, J.C.; Martínez, J. (2007): Los programas de salud en educación física. En: Tándem; Didáctica de la Educación Física. nº 24. 25-36. Ed. Grao. Barcelona.
-Corbin, B. Ch. (2002). Physical Education As an Agent of Change. Quest, 54. 182-195.
-Ekelund, U., Sardinha, L., Anderssen, S., Harro, M., Franks, PW., et al. (2004). Associations between objectively assessed physical activity and indicators of body fatness in 9- to 10-y-old European children: A population-based study from 4 distinct regions in Europe (the European Youth Heart Study). Am J Clin Nutr, 80, 584–590.
-Eptein, J. (1988): “Effective schools or effective students?”. Dealing with diversity” en Haskins, R.; MacRae, B. (eds.): Policies for America´s public schools. Nueva York. Academic Press, vol. 3. 259-295.
-Fairclough, J.S. & Stratton, G. (2006). A review of physical activity levels during elementary school physical education. Journal of teaching in Physical Education, 25. 239-257.
-FISCAM (2006). Encuesta de Salud de Castilla la Mancha. [En línea]. Disponible en: http://www.jccm.es/sanidad/FISCAM/ensa06/adultos/ADUL_1_PPALESINDICADORES.pdf [2008, 23 de Octubre]
-García, F.M. (2001). Los Españoles y el Deporte: prácticas y comportamientos en la última década del siglo XX. Encuesta sobre los hábitos deportivos de los españoles. Madrid: Consejo Superior de Deportes.
-Hardman, K., & Marshall, J. (2000). The state and status of physical education in schools in international context. European Physical Education Review. 6 Issue 3. 203-229.
-Hardman, K. (2008). The situation of physical education in schools: A european perspective. Human Movement, 9 (1), 5-18.
-Jean R. F.Ch. (2005). Actividad Físico-Deportiva y Condición Física saludable en adolescentes de 14-15 años del Colegio Claret de Sevilla: un estudio de caso. Proyecto de Investigación. Universidad de Sevilla.
-Katzmarzyk, P., Baur, L., Blair, S., Lambert, E., Oppert, J.M. & Riddoch, C. (2008). Internacional conference on physical activity and obesity in children: summary statement and recommendations. Applied Physiology, Nutrition and Metabolism. Vol. 33, 371-388.
-Lasheras, L., Aznar, S., Merino, B. & Gil, E. (2001). Factors associated with physical activity among Spanish yooth through the Nacional Health Survey. Preventive Medicine, 32, 455-464.
-Martinez, M, J., Contreras, J, O. y Aznar, L, S. Niveles de actividad física medido con acelerómetro en alumnos de 3º ciclo de Educación Primaria: actividad diaria y sesiones de Educación Física. (En prensa)
-McKenzie, T.L., Feldman, H., Woods, S.E. et al (1995). Children´s activity levels and lesson context during third-grade physical education. Research Quarterly for Exercise and Sport, 66, 184-193.
-McKenzie, T.L., Marshall, S.J., Sallis, J.F. & Conway, T.L. (2000). Student activity levels, lesson context, and teacher behaviour during middle school physical education. Research Quarterly for Exercise and Sport, 71, 249-259.
-Mendoza, R., Sagrera, M. R., y Batista, J.M. (1994). Conductas de los escolares españoles relacionadas con la salud. 1986-1990. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
-Meseguer, C, M., Galán I., Herruzo C, R. y Rodríguez A, F. (2011). Tendencias de actividad física en tiempo libre y en el trabajo en la Comunidad de Madrid, 1995-2008. Revista española de cardiología, ISSN 0300-8932, Vol. 64, Nº. 1 21-27
-Ministerio de Sanidad y Consumo (1999). Encuesta Nacional de Salud, 1997. Madrid: Autor. Disponible en: http://www.aesa.msc.es/aesa/web/AESA.jsp. [2008, 8 Septiembre].
-Ministerio de Sanidad y Consumo (2003). Encuesta Nacional de Salud, 2001. Madrid: Autor. Disponible en: http://www.aesa.msc.es/aesa/web/AESA.jsp. [2008, 8 Septiembre].
-Ministerio de Sanidad y Consumo (2006). Encuesta Nacional de Salud, 2006. [En línea].Madrid: Autor. Disponible en: http://www.aesa.msc.es/aesa/web/AESA.jsp. [2008, 8 Septiembre].
-Ministerio de Sanidad y Consumo (2009). Encuesta Europea de Salud de salud en España [En línea].Madrid: Autor. Disponible en: http://www.msc.es/estadEstudios/estadisticas/EncuestaEuropea/home.htm [2011, 26 Enero]
-Nader, P.R. (2003). Frecuency and intensity or activity of third-grade children in physical education. Nacional Institute of Chile Health and Human Development Study or Early Chile Care and Youth Development Network. (2003). Archives of pediatric and adolescente medicine, 157(2), 185-190.
-Nicholls, J. (1989): “The competitive ethos and democratic education. Cambridge, MASS: Harvard University Press
-Paffenbarger, R.S., Kampert, J.B., Lee, I.M, Hyde, R.T, Leung, R.W., Wing, A.L.,(1994). Changes in physical activity and other lifeway patterns influencing longevity. Medicine and Science in Sports Exercise, 26 (7), 857-865.
-Pate, R. (1995).Physical activity and Healh: dose-response issues. Res Q exerc Sport, 66,313-317.
-Pate, R., Davis, G., Robinson, N., Stone, J., McKenzie, L., & Young,C.(2006). Promoting Physical Activity in Children and Youth: A Leadership Role for Schools: A Scientific Statement From the American Heart Association Council or Nutrition, Physical Activity, and Metabolism (Physical Activity Committee) in Collaboration With the Councils on Cardiovascular Disease in the Young and Cardiovascular Nursing. [En línea], Circulation: Journal of the American heart Association, 114, 1214-1224.Disponible en: , 11 Febrero].
-Pate, R., Pratt, M., Blair, S., Haskell, W., Macera, C., Bouchard, C., Bucher, D., Ettinger, W., Heath, G., King, A., Kinska, A., Leon, A., Marcus, B., Morris, J., Paffenbarger, R.,Patrick, K., Pollock, M., Ripper, J., Sallis, J., & Willmore, J. (1995). Physical Activity and Public Health: Recommendation from the Centers for Disease Control and Prevention and the American College of Sports Medicine. Journal of the American Medical Association, 273, 402-407.
-Ponseti, F. X., Pili, M., Palou, P. y Borrás, P.A. (1998). Intereses, motivos y actitudes hacia el deporte en adolescentes: Diferencias en función del nivel de práctica. Revista de Psicología del Deporte, 7 (2), 259-274
-Prochaska, J. O. & DiClemente, C. C. (1983). Stages and processes of self-change in smoking: towards an integrative model of change. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 51, 390-395.
-Raitakari, O.T., Porkka, KV., Taimela, S., Telama, R., Rasanen, L. and Viikari, J.S. (1994). Effects of persistent physical activity and inactivity on coronary risk factors in children and young adults. The Cardiovascular Risk in Young Finns Study. American journal of Epidemiology, 140: 195-205.
-Ridgers, N., Stratton, G., Fairclough, S, J., & Twisk, J, (2007). Children’s physical activity levels during school recess: a quasi-experimental intervention study. [En línea], International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, 4, 19.Disponible en: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/PubMed/. [2008, 15 Febrero).
-Roman, B., Serra, L., Ribas, L., Pérez-Rodrigo, C., y Aranceta, J. (2006). Actividad física en la población infantil y juvenil española en el tiempo libre. Estudio enKid (1998-2000). Apunts, Medicina de l’Esport, 151, 86-94.
-Sallis, J.F., & Patrick, K. (1994). Physical activity guidelines for adolescents: Consensus statement. Pediatric Exercise Science, 6 (4), 302-314.
-Sallis, J.F., McKenzie, T.L., Kolody, B., Lewis, M., Marshall, S., & Rosengard, P. (1999). Effects of healh-related physical education on academic achievement: project SPARK. Res Q Exerc Sport, 70, 127-134.
-Simons-Morton, G.B., Taylor, C.W., Zinder, A.Sh., & Huang, W.I. (1993). The physical activity of fifth-grade students during physical education classes. American Journal of Public Health, 8 (2), 262-264.
– Sibley, B.A., & Etnier, J.L. (2003). The relationship between physical activity and cognition in children: a meta-analysis. Pediatric Exercise Science, 15: 243-256.
-Warburton, D., Nicol, C., & Bredin, S. (2006). Health benefits of physical activity: the evidence. CMAJ: Canadian Medical Association Journal: Journal De L’association Medicale Canadienne, 174(6), 801-809. Retrieved from EBSCOhost.
-World Health Organization (2004). Global Strategy on Diet, Physical Activity and Health, [En línea]. Geneva: Autor. Disponible en:
. [2008, 21 Septiembre].
-Zimmermann-Sloutskis, D., Wanner, M., Zimmermann, E., & Martin, B. W. (2010). Physical activity levels and determinants of change in young adults: a longitudinal panel study. International Journal of Behavioral Nutrition & Physical Activity, 71-13. doi:10.1186/1479-5868-7-2