Emociones … en movimiento
Resumen emociones
La presente comunicación trata sobre la necesidad de trabajar las emociones en educación infantil por medio de propuestas psicomotrices y de movimiento expresivo. El conjunto de habilidades personales y sociales que conforman la denominada inteligencia emocional (autoconciencia, control de las emociones, automotivación, empatía, facilidad para la conversación, expresión de emociones, asertividad), resultan de gran utilidad en el ámbito de la educación a causa del proceso de crecimiento personal que implica, y sus consecuencias en cuanto a la interacción social. En el ámbito de la educación, es imprescindible fomentar desde la etapa infantil unas relaciones que ayuden al alumnado a crecer mediante el trabajo en común. El conocimiento de uno mismo implica ser consciente de las emociones cuando estas aparecen, pues resultarán un elemento clave de nuestras percepciones y reacciones. Al final de la comunicación ofrecemos los procedimientos específicos de un taller sobre el trabajo de las emociones en educación infantil, llevado a cabo con profesorado en ejercicio de la comunidad de Castilla-León el 29 de Junio de 2006.
1. Introducción
El mundo de las emociones impregna de forma decisiva toda la actividad del ser humano, tanto en lo individual como en lo social. El componente emocional influye en nuestros comportamientos y decisiones. Citando a Darder: “Conocer la relación y dependencia mutua entre las dimensiones racional y emocional en la vida de la persona tiene una importancia capital para la educación y formación de los niños y de los jóvenes”. Las personas que llevan recorrido un largo camino en el mundo de la educación, experimentan a diario las grandes diferencias que coexisten en el aula a la hora de recibir una propuesta de trabajo, de funcionar en equipo, de implicarse en la tarea, …La reflexión sobre estas vivencias nos hace percibir la importancia de la formación emocional en el marco de una educación integral cuya necesidad nadie cuestiona. El conocimiento de uno mismo implica ser consciente de las emociones cuando estas aparecen, pues resultarán un elemento clave de nuestras percepciones y reacciones. Una observación atenta nos permite, en ocasiones, relacionar la falta de control de las emociones con el rendimiento escolar. Las emociones pueden representar un impulso para la acción; por ello es importante canalizarlas para la consecución de objetivos. El conocimiento de las emociones propias facilita la comprensión de las emociones ajenas, lo cual nos permite acercarnos a los demás y manifestar nuestros sentimientos, interactuando desde una base de respeto. En el ámbito de la educación, es imprescindible fomentar desde la etapa infantil unas relaciones que ayuden al alumnado a crecer mediante el trabajo en común. Educar las emociones tiene enorme importancia en el mundo de hoy. Ello significa hacerlas conscientes y canalizarlas de forma positiva. Obviamente, el trabajo con las emociones afecta a las dinámicas globales que se establecen en el aula, a la relación docente-alumnado, al desarrollo de los grupos y a la organización del centro. Ello nos lleva, en primer lugar, a la necesidad de formación del profesorado en este ámbito. Como sugiere Adam: “Una mejoría en la formación psicoeducativa del profesorado, implicaría mayor nivel de organización, de motivación, de comunicación humana y de reflexión sobre los objetivos educativos, lo que sería muy favorable para la motivación y satisfacción de los alumnos, para el desarrollo de cualquier disciplina y para una mejor preparación profesional en el servicio a la sociedad”. Factores como la afectividad y la motivación repercuten de forma decisiva en el proceso de enseñanza-aprendizaje. La afectividad en su doble vertiente de incremento de la eficacia del aprendizaje y, al mismo tiempo, dotar al alumnado de una educación afectiva. La motivación como impulso para llevar a cabo una actividad y como deseo para mantener el interés requerido por la tarea hasta alcanzar el objetivo. Desde el prisma de la intervención educativa en la etapa infantil, la persona docente, mediante estrategias y estilos e enseñanza que primen la afectividad, puede influir no solo en la motivación extrínseca sino también en la intrínseca. El conjunto de habilidades personales y sociales que conforman la denominada inteligencia emocional (autoconciencia, control de las emociones, automotivación, empatía, facilidad para la conversación, expresión de emociones, asertividad), resultan de gran utilidad en el ámbito de la educación a causa del proceso de crecimiento personal que implica, y sus consecuencias en cuanto a la interacción social. En el mundo occidental podemos observar que aún predomina el enfoque de aprendizaje como educación de la inteligencia racional, cuando la experiencia nos dice que el mayor porcentaje de fracaso escolar se da en alumnado cuya trayectoria familiar-social ha estado marcada por emociones que no fueron contempladas y orientadas en su momento. Suscribimos la afirmación de Gómez Bruguera: “Nuestros alumnos no aprenden solo porque organizamos determinadas estrategias didácticas, sino porque ellos mismos comportan saberes, y estos saberes están asentados en pulsiones básicas, entrañables, definitivas. Más aún, difícilmente se puede esperar que las nuevas adquisiciones sean verdaderamente significativas si no se implica el conjunto de la persona en el acto de aprender”. El compromiso del centro respecto a la educación emocional, resulta imprescindible para crear un marco de acción ere familia y escuela, que permite llevar a cabo proyectos de colaboración y participación, así como establecer vínculos positivos con el alumnado.
2. Emociones y Educación Infantil
En el caso de la educación infantil, resulta vital la excelencia en la comunicación con las personas adultas. A éstas corresponde buscar una relación de calidad, sincronía, autenticidad, respeto y coherencia con el alumnado. Los niños y niñas en la etapa infantil, deben sentir la disponibilidad del profesorado a nivel corporal, afectivo y mental, aludiendo a la perspectiva willemsiana del paralelismo entre naturaleza y ser humano. Pero también estas personas deben ser capaces de establecer límites para posibilitar una educación de calidad en la convivencia y en la asunción de responsabilidades. Dentro de los límites posibles, determinados en gran medida por la ratio de las aulas y por la existencia o no de personal de apoyo en las mismas, el diseño de los procedimientos de aula tendrá en cuenta al niño o a la niña como persona única que aporta al grupo-clase un bagaje corporal, intelectual y social. En la educación infantil es muy importante que el alumnado se sienta considerado y ello lo favorecemos trabajando los signos de identidad y de autopercepción. Igualmente enfatizaremos la percepción del entorno próximo, tanto a nivel humano como a nivel físiconatural y físico-arquitectónico. El planteamiento de tareas comunes desarrollará el sentido de pertenencia a una comunidad. Resulta especialmente interesante la toma de decisiones respecto a los temas a trabajar, y las fuentes de posibles alternativas son variadas: un problema individual, un acontecimiento en el centro, una noticia, una fiesta tradicional, un cuento, .. Cualquiera de estos elementos puede provocar un proceso dinámico y globalizador de trabajo en el aula, en el cual pueden converger lo cualitativo y lo cuantitativo dentro de un ambiente de creatividad y empatía. Asimismo, dentro de las dinámicas de aula, intentaremos encontrar un equilibrio entre las búsquedas, sugerencias y actuaciones a nivel individual, de pequeño grupo y de grupo-clase. Durante el primer ciclo de educación infantil, las emociones son más auténticas, pues no están falseadas por experiencias vividas; también los vínculos afectivos son extraordinariamente fuertes en esa etapa. Por este motivo es tan importante comenzar la educación emocional en este momento de la vida. Como afirma Ortega: “Parece que se focaliza la necesidad de ir llevando hacia la conciencia y el lenguaje los matices emocionales que acompañan la vida de relación social de las personas y de los propios niños y niñas, lo que resulta importante porque se abre con ello una suerte de alfabetización emocional”. Nuestros estudios científicos han constatado el estrecho vínculo entre las interrelaciones emocionales y el pensamiento, tanto a nivel psicofisiológico en la autonomía del cerebro como en nuestra manera de ser y estar en el mundo. No nos podemos olvidar de la importancia del entorno familiar en estos primeros años; incluso antes del nacimiento. Siguiendo a Palou: “Hablar de desarrollo emocional de niños y niñas es impensable sin hablar de desarrollo emocional de padres y madres, en primer término; en segundo término, pero no menos importante, de todo el mundo de relación y de cultura afectiva al que la criatura tiene acceso y del que recibe significados desde que nace”. Consultamos el diccionario Durvan y leemos: – Sentimiento. Acción y efecto de sentir o sentirse. Impresión y movimiento que causan en el alma las cosas espirituales. – Emoción. Estado de ánimo caracterizado por una conmoción orgánica consiguiente a impresiones de los sentidos, ideas o recuerdos, la cual produce fenómenos viscerales que percibe el sujeto emocionado, y con frecuencia se traduce en gestos, actitudes u otras formas de expresión. La diferencia más específica entre ambos, es que el sentimiento es más duradero, mientras que la emoción suele ser más repentina, breve, puntual. Han pasado tres lustros desde que Harris, tras exhaustivas investigaciones sobre alumnado de la etapa infantil, sostenía: “Los niños son conscientes de sus estados mentales y pueden proyectarlos en los demás usando un mecanismo que depende de modo crucial de la imaginación”. Todas las personas que trabajan como docentes en el segundo ciclo de la educación infantil tienen pruebas de la autoconciencia del alumnado, del juego de simulación, de la distinción entre realidad y ficción, de la manifestación de emociones propias y percepción de emociones ajenas. Además, es en ese tramo de edad cuando niños y niñas empiezan a ser conscientes de que el estado emocional de una persona está influido por el estado emocional de otra. Igualmente establecen una dicotomía entre las situaciones que producen sentimientos positivos y las que producen sentimientos negativos. Podemos trabajar entre los 3 y los 5 años de edad, tanto expresiones emocionales básicas (alegría, tristeza, miedo, sorpresa, enfado, …), como sentimientos (felicidad, disgusto, tranquilidad, preocupación, simpatía, cariño, ayuda, …).
3. La influencia del soporte sonoro
Desde la perspectiva de la educación musical, una visión pluridisciplinar aúna en la etapa infantil el cuerpo, la palabra, la imagen y la música. Estas cuatro dimensiones puestas al servicio de una educación integral, generan una atmósfera de aula lúdica y solidaria en la que niños y niñas, además de desarrollar capacidades motrices, lingüísticas, visuales, musicales y creativas, expresan sus sentimientos y emociones. La experiencia sonoro-musical origina en el ser humano, ya desde la etapa prenatal, una serie de procesos complejos de impregnación, asimilación y expresión. Los estímulos sonoros y musicales representan una singular nutrición para nuestro espíritu y constituyen una importante fuente de energía. La capacidad de utilizar el lenguaje expresivo sonoromusical posibilitará la apertura de un nuevo canal para expresar sensaciones, emociones y sentimientos. Como afirma Hemsy de Gaínza: “Las percepciones sonoras y musicales placenteras alimentan el psiquismo humano de una manera muy particular. Pero además, el trato cotidiano con los objetos musicales vuelve a la persona naturalmente sensible a la vez que experta en el manejo de las estructuras sonoras”. Dentro de las dimensiones de la música, la pulsación y las estructuras rítmicas nos inyectan una cantidad determinada de energía, que produce movimientos corporales de diferente nivel de definición, así como una diversa utilización espacial. Por otra parte, las evoluciones de la melodía invitan a subir, bajar, girar, deslizarse, saltar, etc. La música crea imágenes mentales que invitan al movimiento, incidiendo directamente sobre las emociones y los estados de ánimo. Volviendo a Hemsy: “En un proceso interactivo regido por el movimiento y la creatividad, la música tiene la virtud esencial de seducir a los humanos, quienes ceden al hechizo sonoro, no solo permitiendo que la música penetre en su interior sino abriendo espacios cada vez más amplios para albergarla”. La motivación sonora principal para los niños y las niñas en la etapa infantil es el elemento afectivo, destilado por la persona que ofrece a la criatura la experiencia musical. Frente a este estímulo, el alumno se sentirá también invitado a entrar en un diálogo sonoro, y ese es el inicio del proceso de musicalización. El punto de partida de este camino será la audición; escuchar y producir música con la voz, con el cuerpo, con objetos sonoros e instrumentos musicales, serán las actividades básicas hacia una mejor comprensión y un mayor disfrute del fenómeno sonoro-musical, así como hacia un mayor dominio de la expresión de emociones por medio de este lenguaje.
4. Materiales específicos de un taller sobre el trabajo de las emociones a través del movimiento en el marco de la Educación Infantil
1) Para comenzar. Autoconciencia y conciencia de l@s demás. Canción de saludo: “Good Morning” Texto: “Good morning, I say good morning, I say good morning to you”. (bis) Es una canción con movimiento asociado en la que al cantar ‘to you’ estaremos frente a otr@ compañer@, señalando dos veces con los dedos índices de ambas manos. Durante el resto de la canción, caminaremos libremente por el espacio. 2) Creación de textos. Emoción: Felicidad. Texto inicial: “Hoy yo me siento feliz porque … porque … hoy yo me siento felíz”. Las personas asistentes al taller contribuirán a la búsqueda de ‘motivos’ a partir de la propuesta de un determinado esquema rítmico encuadrado en una métrica binaria. Trabajamos el movimiento expresivo asociado a cada uno de los textos. 3) Interpretación de imágenes. Diversas emociones. Estructura: Emoción-Motivación. Libro: “Ay que risa”. N.S. Rosenberg. Ed. Beascoa. Trabajo sobre dos esquemas rítmicos a modo de pregunta-respuesta. Conciencia rítmica mediante combinaciones palmas / pies. Seis subgrupos de trabajo. Inicios de frase: – Ay, que risa! – Que tristeza! – Vaya susto! – Yo sonrío – Si tu miras las estrellas – Muy atentas las orejas Cada grupo deberá buscar una frase con rima para realizarla con el ritmo de la respuesta. El resultado se convertirá, al final, en una canción. Montamos una coreografía de dos grupos-aula sin/con desplazamiento a partir del texto final. 4) Contrastes: Tranquilidad / Miedo, desasosiego Sobre una historia representada en forma no-verbal por la música improvisada. 5) Canción para un cuento. Emociones: cariño, ternura. Libro: “El gato”. Kimiko. Ed. Corimbo. Texto: “Conozco un gatito que casi blanco es, y abre sus ojitos con mucho interés. ¡Ay que lindo este gatito, que dulce y suave es! ¡Ay que lindo este gatito, su nombre no lo sé! Le gusta tomar leche, y después de comer, con su pelota rosa lo va a pasar muy bien. ¡Ay que lindo …! Se sube al tejado y desde ese lugar contempla los caminos, las flores y hasta el mar. ¡Ay que lindo …! Y si os ratoncitos al gato ven llegar, se van a su agujero; intentan escapar. ¡Ay que lindo …! El día se termina, la luna va a salir; al fin llegó la hora de irse a dormir. ¡Ay que lindo …!” (lento, como una nana) 6) Emociones: Culpa /perdón. Canción estreno mundial. “Bajando la escalera después de la función, yo iba muy lanzad@ y te dí un pisotón. Perdona, perdona, lo hice sin querer (bis). Pasé junto a tu mesa a la hora de comer, yo iba despistad@ y el vaso te tiré. Perdona, … Tú me prestaste un cuento sobre el Mago de Oz, me fui a jugar al parque y el libro se perdió. Perdona, … Tenías en la mano un helado de limón, yo tropecé contigo, y al suelo se cayó. Perdona, … “ 7) Emoción: El placer de compartir. Juego motor de despedida sobre música grabada.
Bibliografía
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