Comportamiento de los equipos de fútbol masculino y femenino de élite en las acciones de finalización
Autor(es): Maite Gómez López, Jordi Alvaro Alcalde, Maribel Barriopedro Moro
RESUMEN:
El objetivo de este estudio fue analizar las conductas de finalización de equipos de fútbol masculino y femenino de élite y determinar las diferencias en función del género. No se observaron diferencias estadísticamente significativas en función del género en el promedio de remates (t152 = 0,32; p > 0,05). Hubo efecto de la interacción entre los diferentes tipos de remate según la jugada y el género (F3, 456 = 4,43; p < 0,01). El efecto de la interacción entre el resultado de los remates y el género fue significativo (F2, 304 = 4,46; p < 0,05). No se observaron diferencias significativas en función del género ni para las zonas desde donde se marcaron los goles (F3, 456 = 1,03; p > 0,05) ni en las zonas desde donde se realizaron los remates (F3, 456 < 1).
ABSTRACT
The aim of this study was to establish the pattern of play in female soccer teams and to determine if there are significant differences between male and female elite soccer teams. Statistically significant differences in the shots average were not observed depending on the genre (t152 = 0,32; p > 0,05). There was a significant interaction effect between the different types of shots and the genre (F3, 456 = 4,43; p < 0,01). There was also a significant interactive relationship between the results of the shots and the genre (F2, 304 = 4,46; p < 0,05). There were not significant differences between male and female neither on the zones from were the goals were scored (F3, 456 = 1,03; p > 0,05) nor the places were the shots were done (F3, 456 < 1).
INTRODUCCIÓN.
Los patrones de actividad física a partir de los indicadores externos de esfuerzo han sido ampliamente estudiados en el fútbol masculino (Bangsbo, Norregaard y Thorso, 1991; Grosgeorge, 1990; Reilly, 1996; Yamanaka et al., 1988). De igual manera sucede con las demandas fisiológicas a partir de los indicadores internos (Bangsbo, 1997; Castellano, Masach, y Zubillaga, 1996; Ekblom, 1999; Tumilty, 1993; Pino, 1999). Mientras tanto, en el fútbol femenino la investigación en estas áreas empieza a emerger (Andersson, Krustrup & Mohr, 2007; Hewitt, Withers & Lyons, 2007; Krustrup et al., 2005; Scott & Drust, 2007) y el conocimiento de este tipo de demandas en la competición aún se está perfilando. La necesidad de aproximarnos a lo que sucede en la competición y utilizar esa información como elemento de toma de decisión para entrenadores y jugadores ya ha sido expuesta desde hace años y por distintos autores (Cramer, 1987; Roach, 1970), poniendo el énfasis tanto en la modelización de los entrenamientos (Garganta, 1997; Korcek, 1981), es decir, entrenar en función de las necesidades propias de la competición, así como en el análisis del rendimiento de sus equipos o de sus oponentes. En esta tendencia de registro de las conductas de juego, en lugar de las de esfuerzo, se controlan tanto variables puramente conductuales (Castellano y Zubillaga, 1995; Gayoso, 1980, 1982; Luhtanen, 1988; Ohashi et al., 1988, 1993; Pino, 1999, 2002; Weineck, 1994), como parámetros espaciales y temporales (Álvaro, 2005; Anguera, 2004; Dufour 1990; Dufour y Verlinden, 1994; Gómez y Álvaro 2002; Yamanaka, Liang y Hughes, 1994; Zubillaga, 2006). Pese a que la información que existe sobre el fútbol femenino aún es insuficiente, varios estudios han puesto en evidencia las diferencias que existen entre el fútbol femenino y el fútbol masculino. Kirkendall (2007) indica que estas diferencias son consecuencia de las desigualdades técnicas, tácticas y condicionales. Las limitaciones técnicas están relacionadas principalmente con el juego al primer toque, el regate o los desplazamientos largos del balón y han provocado adaptaciones tácticas tanto en ataque, como en defensa. Para Gómez (2008), las carencias de tipo técnico, en ocasiones producidas por una incorporación tardía de la mujer a la práctica del fútbol así como por el menor volumen de entrenamiento, condicionan aspectos técnico-tácticos en el desarrollo del juego. Del mismo modo, las limitaciones biológicas, inherentes a la mujer, podrían influir en algunas de las conductas técnico-tácticas relacionadas con las demandas de fuerza. Por todo ello, el objetivo del presente estudio fue caracterizar el comportamiento de los equipos de fútbol masculino y femenino de élite en relación a las conductas de finalización propias de este deporte y determinar si el patrón de comportamiento de estas conductas era diferente en función del género de los jugadores. Este análisis puede permitirnos elaborar un modelo de referencia para el fútbol femenino a partir del cual se establezcan las demandas específicas que nos permita planificar, enseñar y entrenar de acuerdo a las necesidades del fútbol femenino.
MÉTODO
La muestra estuvo compuesta por 64 partidos del Mundial de Fútbol masculino de Alemania 2006 y por 13 partidos del Mundial de Futbol femenino de China 2007. Se utilizó la metodología observacional como método de análisis. La técnica de observación fue indirecta, específica y sistematizada (Anguera, Blanco y Losada, 2001). La toma de datos se realizó mediante el programa informático Infofútbol, que utiliza un sistema de categorías cuya fiabilidad ya ha sido comprobada (Álvaro, 2005). Para analizar las diferencias en función del género se realizó un estudio de comparación de medias, utilizando la prueba T para muestras independientes y ANOVAS de dos factores de medidas repetidas en uno de ellos. Las comparaciones múltiples a posteriori se realizaron con la prueba de Bonferroni. Todos los análisis estadísticos se realizaron con el programa SSPS (versión 15.0).
RESULTADOS
Goles totales: Como se puede observar en la Tabla 1, los equipos femeninos consiguieron un promedio de goles superior a los logrados por los equipos masculinos, aunque esta diferencia sólo resultó marginalmente significativa (t28 = 1,45; p = 0,08).
Tabla 1. Goles en función del género
Goles según el tipo de jugada: La Tabla 2 muestra como la mayor parte de los goles se consiguieron de jugada colectiva, tanto para los equipos femeninos como para los masculinos. En segundo lugar se observa un conjunto bastante semejante de goles generados en dos tipos de jugada: goles a balón parado y goles de jugada individual. Por último, aparecen una serie de categorías de menor frecuencia, como goles de penalti, goles en propia puerta y otros de difícil categorización.Para el análisis inferencial de los goles según el tipo de jugada y el género, no se consideraron los goles de penalti porque se obtuvieron en situaciones especiales del juego, ni los goles en propia puerta por su carácter fortuito, ni los goles de “otro tipo” por su baja frecuencia. El promedio de goles marcados por los equipos femeninos fue significativamente superior al obtenido por los masculinos (F1, 152 = 4,1; p < 0,05). El promedio de goles marcados fue diferente para las distintas categorías según el tipo de jugada que generó el gol (F3, 456 = 10,4; p < 0,001). En concreto, el número de goles marcados en jugadas colectivas fue significativamente mayor que el marcado en jugadas individuales, a balón parado y de rebote (p < 0,05 para las tres comparaciones). El número de goles marcados de jugada individual y a balón parado fue superior al obtenido de rebote (p < 0,05 para ambas comparaciones). No se observaron diferencias en función del género de los equipos (F3, 456 < 1).
Tabla 2. Goles según el tipo de jugada en función del género
Goles en función de las zonas: La distribución de las zonas utilizadas para la descripción de las categorías zonales se muestra en la Figura 1.
Figura 1. Distribución zonal del terreno de juego
Los goles, tanto en los equipos femeninos como en los masculinos, se consiguieron principalmente desde dentro del área. En la Tabla 3 se observa como la mayor parte de los goles se consiguieron desde la zona 5.2 1. Las siguientes zonas desde las que se consiguieron más goles fueron la 5.1, 4 y 5.3. Dado que desde algunas de las zonas consideradas no se consiguieron goles, para el análisis estadístico sólo consideraremos estas cuatro zonas.
Tabla 3. Goles según las zonas y el género
En promedio los equipos femeninos marcaron más goles que los masculinos (F1, 152 = 4,97; p < 0,05). Las diferencias entre los promedios de goles marcados desde las distintas zonas fueron significativas (F3, 456 = 31,5; p < 0,001): el número de goles conseguidos desde la zona 5.2 resultó estadísticamente mayor que el obtenido desde el resto de zonas (p < 0,05 para las tres comparaciones). Por último, el efecto de la interacción entre el género y las zonas de los goles no resultó significativa (F3, 456 = 1,03; p > 0,05), es decir, los equipos marcaron los goles desde determinadas zonas sin diferenciarse por el hecho de ser masculinos o femeninos. Remates totales: El número promedio de remates (Tabla 4), no fue diferente para los equipos femeninos y masculinos (t152 = 0,32; p > 0,05).
Tabla 4. Remates totales en función del género
Remates en función del tipo de jugada: La frecuencia de remates según las distintos tipos de jugadas (Tabla 5) fue, de mayor a menor: remates de jugada colectiva, remates a balón parado, de jugada individual, remates provenientes de algún rechace de la defensa o del portero, y, por último, de penalti. En el análisis de las medias no se consideraron los lanzamientos de penalti por su carácter especial y esencialmente distinto al resto de situaciones de juego que finalizan en remate.
Tabla 5. Remates según el tipo de jugada en función del género
Como se ha señalado en el apartado anterior, los equipos femeninos y masculinos realizaron en promedio el mismo número de remates (F1, 152 < 1). Los equipos realizaron promedios de remates significativamente diferentes en función del tipo de jugada previa (F3, 456 = 11,04; p < 0,001). Las comparaciones múltiples a posteriori pusieron de manifiesto que el promedio de remates realizados en jugada colectiva fue significativamente superior al resto de remates de otro tipo de jugada (p < 0,05 para las tres comparaciones). Por último, hubo efecto de la interacción entre tipo de remate y género (F3, 456 = 4,43; p < 0,01). Aunque en general los equipos masculinos y femeninos realizaron en promedio el mismo número de remates, los equipos masculinos realizaron un número significativamente mayor de remates de jugada individual que los femeninos (p < 0,05) mientras que los femeninos realizaron más remates de jugada colectiva que los masculinos (p < 0,05).
Remates según resultado del remate: Los datos de la Tabla 6 muestran como hubo una frecuencia similar de remates que fueron a puerta y de remates que terminaron fuera de la portería. En el análisis se excluyeron los remates al poste por su baja frecuencia. El promedio de remates totales no se modificó en función del género (F1, 152 < 1). Las diferencias entre las medias de los resultados de los remates fueron significativas (F2, 304 = 25,90; p < 0,001), en el sentido de que el número de remates rechazados fue significativamente menor al número de remates a puerta y fuera de portería (p < 0,05 para ambas comparaciones). Por el contrario no se encontró una diferencia significativa entre los remates a puerta y los remates fuera (p > 0,05). Finalmente, el efecto de la interacción entre el tipo de remate según su resultado y el género resultó significativo (F2, 304 = 4,46; p < 0,05). Mientras que en promedio se produjeron más remates a puerta en el futbol femenino que en el masculino, los hombres realizaron un número significativamente mayor de remates rechazados por los defensas que en el fútbol femenino (p < 0,05 para ambas comparaciones).
Tabla 6. Remates y resultado: análisis en función del género
Remates en función de la zona de lanzamiento: Como se puede observar en la Tabla 7, las zonas desde donde se efectuaron la mayor parte de los remates fueron, en orden decreciente: zona 5.2, zona 4, zona 5.3 y zona 5.1, siendo marginales el número de remates desde el resto de zonas (1,2,3; 5.4 y 5.5). En el análisis de los promedios de remates según las zonas, sólo se consideraron las categorías de mayor frecuencia de remates (zonas 4, 5.1, 5.2 y 5.3).
Tabla 7. Remates y zona de realización: análisis en función del género
No hubo diferencias significativas en el número de remates entre los equipos femeninos y masculinos (F1, 152 < 1). Se observaron diferencias significativas en los promedios de remates desde las diferentes zonas (F3, 456 = 103,65; p < 0,001). El promedio de remates realizados desde las zonas 4 y 5.2 no fue significativamente diferente (p >0,05), siendo éstos superiores a los realizados desde las zonas 5.1 y 5.3 (p < 0,05 para las cuatro comparaciones); el promedio de remates realizados desde la zona 5.3 fue significativamente superior al realizado desde la zona 5.1 (p < 0,05). Por último, las diferencias entre los promedios de las distintas categorías de los remates no se vieron modificadas en función del género (F3, 456 < 1).
Intervenciones de los porteros: Del análisis de la Tabla 8 se obtuvo que los porteros realizaron un promedio de intervenciones igual al que realizaron las porteras (t152 = 0,44; p > 0,05).
Tabla 8. Intervenciones totales de los porteros en función del género
DISCUSIÓN
El presente estudio mostró que al realizar un análisis partido a partido los equipos femeninos alcanzaron un número marginalmente superior de goles que los masculinos. Estos datos coinciden con el mayor número de goles obtenidos por las mujeres al comparar los datos de los últimos Campeonatos del Mundo, Campeonatos de Europa y Ligas Nacionales en función del género. Los resultados de este estudio mostraron que no existieron diferencias entre el fútbol masculino y femenino en el promedio de remates. Sin embargo, se observaron diferencias entre los géneros en función de la jugada previa que dio lugar al remate, ya que en el fútbol masculino se realizaron un mayor número de remates de jugada individual mientras que en el fútbol femenino se alcanzó un mayor número de remates de jugada colectiva.
Estos datos refuerzan la impresión de que las acciones de finalización en el fútbol femenino se corresponden con un patrón de comportamiento que es más organizado, estructurado y controlado colectivamente y con menor cabida a la individualidad que en el fútbol masculino. Este comportamiento podría ser debido a que las mujeres son más disciplinadas tácticamente, toman menos decisiones por sí mismas y asumen menos riesgos estando, en general, más orientadas al trabajo colectivo. Sin embargo, los hombres tienen un mayor carácter o experiencia competitiva lo que les podría impulsar a buscar más opciones individuales y asumir más riesgos en el juego. El abundante número de remates de jugada individual realizado en el fútbol masculino con relación al femenino, puede hacer pensar que los jugadores no sólo compiten contra sus oponentes sino “contra” otros compañeros que puedan jugar en su posición. Además, los jugadores tienen una mayor calidad, bien porque su capacidad para desbordar al defensor es mayor, bien porque sus rasgos de personalidad les permiten asumir una mayor iniciativa así como un mayor riesgo La intervención del entrenador podría ser otro de los factores que explicara el comportamiento observado ya que la dirección de los equipos masculinos y femeninos puede ser diferente. Mientras que en el fútbol femenino se confía más en el rendimiento del juego colectivo y hay una menor permisividad para que la jugadora pueda manifestarse de forma autónoma, en el fútbol masculino se deja un mayor margen de maniobra y libertad al jugador. En relación a los resultados de los remate, llama la atención que en el fútbol femenino se produjera un mayor número de remates a puerta que en el masculino, mientras que en éste último hubo un mayor número de remates rechazados por la defensa. Al no existir diferencias en las zonas desde las cuales se realizaron los remates, estos datos podrían ser consecuencia de dos circunstancias: o bien las jugadoras fueron más precisas a la hora de realizar los remates, lo que evidenciaría una mejor técnica en el golpeo y una mejor elección del momento del tiro o, por otro lado, se podría pensar que la acción defensiva en el fútbol masculino fue más intensa, organizada y eficaz que en el fútbol femenino.
A pesar de las diferencias que existen entre las mujeres y los hombres en parámetros condicionales como la fuerza, no se observaron diferencias desde las zonas desde las cuales se produjeron los remates y se consiguieron los goles en función del género. Ambos remataron y marcaron goles tanto desde dentro como fuera del área pero, sorprendentemente a pesar de estas diferencias físicas, las mujeres realizaron los mismos remates desde zonas lejanas que los hombres. Las diferencias morfológicas y condicionales fácilmente constatables entre los porteros y las porteras podrían hacer pensar que existe un peor comportamiento, en términos de eficacia, de las guardametas ante las acciones de finalización al no encontrarse las porterías adaptadas al fútbol femenino. Sin embargo, los datos obtenidos mostraron que no existieron diferencias significativas en las paradas en función del género.
Conclusiones.
Los equipos femeninos consiguieron un promedio de goles superior a los logrados por los equipos masculinos, aunque esta diferencia sólo resultó marginalmente significativa. No se encontraron diferencias significativas entre los goles obtenidos desde las diferentes zonas en función del género. No se observaron diferencias significativas en las medias de remates totales entre los equipos masculinos y los femeninos, aunque sí que se observaron diferencias en función del género al analizar los tipos de jugada que generaron los remates, así como los efectos de los mismos. Los equipos femeninos manifestaron una media superior de remates de jugada colectiva, mientras que los masculinos lo hicieron de jugada individual. En cuanto a los efectos de los remates, las mujeres mostraron una mayor media de remates a puerta que los hombres, mientras que un mayor número de remates fueron rechazados por los defensores en el fútbol masculino. El comportamiento de los porteros no explicó las diferencias observadas en las conductas de finalización entre el fútbol masculino y el femenino.
Sería interesante ampliar la muestra de partidos de fútbol femenino y estudiar si el patrón de comportamiento en el fútbol femenino difiere también en función de la categoría.
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