El deporte escolar y la cohesión social
A priori, el sentido común nos dice que la práctica deportiva es una herramienta educativa muy eficaz tanto para la formación de niños y niñas en términos generales, como para la integración de las poblaciones más vulnerables, en términos más concretos.
El deporte escolar y la cohesión social
Resumen
El deporte y las múltiples prácticas que se derivan de él pueden ser un arma de doble filo: ser educativo y generar beneficios en las comunidades e individualidades, o ser deseducadora y provocar desajustes en esta misma comunidad o practicantes. Veremos en este artículo algunas de las condiciones y requisitos necesarios para el primero de estos fines.
Introducción
A priori, el sentido común nos dice que la práctica deportiva es una herramienta educativa muy eficaz tanto para la formación de niños y niñas en términos generales, como para la integración de las poblaciones más vulnerables, en términos más concretos. De la misma manera creemos que los niños y niñas en edad escolar pueden ver en el deporte un contexto donde disfrutar y aprender, de una manera informal, conceptos y conocimientos que en las aulas no adquieren con tanta facilidad.
Pero la observación directa, y cada vez más, la literatura publicada en este sentido, nos da a entender que no existe una relación causa-efecto tan evidente entre práctica deportiva y beneficios para los practicantes.
Además, en los casos de las poblaciones en situación de vulnerabilidad social, la relación causa-efecto, está mucho más mediatizada y condicionada por otros agentes y circunstancias diversas.
Este artículo pretende resumir las claves metodológicas y conceptuales de los resultados de mi tesis doctoral. Ésta tenía como objetivo, estudiar las posibles relaciones directas entre los beneficios de la práctica deportiva y las poblaciones de niños y niñas en situación de riesgo social.
Se formuló una pregunta de investigación que dio lugar a todo el proceso:
¿Bajo qué condiciones sociales, físicas y cognitivas, la práctica deportiva puede devenir herramienta socializadora para jóvenes y niñas y niños en situación de riesgo social?
Marco teórico
Para contestarla era preciso definir previamente dos conceptos teóricos: qué es el deporte y qué entendemos por exclusión social. Una vez definidos los conceptos, se establecieron variables e indicadores para poder medirlos y definir, o no, las relaciones causa-efecto que supuestamente se establecen entre práctica deportiva y niveles de integración de poblaciones en riesgo social.
Cuando preguntamos a los chicos y chicas de nuestras aulas, qué entienden por deporte, la mayoría citan el nombre de sus ídolos: Messi, Cristiano Ronaldo, Rafa Nadal… hecho que nos da a entender claramente que la concepción que tienen del deporte se reduce a personajes, generalmente relacionados con el espectáculo del futbol y la competitividad. El deporte es una construcción humana, una actividad, por tanto, poliédrica, plena de caras y aristas; el deporte tiene, además de la dimensión de espectáculo, una dimensión comercial y económica, una dimensión instrumental y estética, una dimensión de salud, una dimensión lúdica y una dimensión socioeducativa (Gómez, 2009).
Si queremos responder a la pregunta de investigación, y por tanto, saber si el deporte deviene instrumento educativo para jóvenes y niños y niñas en situación de riesgo social, deberemos fijarnos en la dimensión socioeducativa, y establecer unos indicadores para comprobar en qué medida esta concepción del deporte transmite normas, crea espacios de relaciones sociales, capacita a los que lo practican en competencias, fomenta las posibilidades cognitivas, y da oportunidades para expresar emociones y argumentaciones morales.
En la figura 1 establecemos para cada variable de la dimensión socioeducativa del concepto de deporte, unos indicadores que han sido registrados de manera sistemática durante 7 cursos escolares a nuestra muestra. La muestra a su vez, eran 10 casos distintos de niños y niñas menores de 12 años y en situación de riesgo social.
La plantilla de indicadores de registro nos daba información sobre cómo evolucionaban en relación a la aceptación a la norma, qué tipos de relaciones sociales establecían con sus iguales, cómo mejoraban sus condiciones cognitivas y emocionales y en relación a su capacidad argumental con respecto a temas morales.
Veíamos si con el deporte aprendían a respetar la norma social y si expresaban o no acciones de conformidad o de obediencia. Veíamos si el deporte potenciaba sus capacidades de relacionarse e identificarse con el grupo si durante la práctica deportiva usaban habilidades sociales de relación. A través de la resolución de los conflictos y de la adquisición de los hábitos higiénicos, veíamos si la práctica deportiva les ofrecía capacidades y competencias. Con la misma plantilla podíamos ver si el niño o niña mejoraba en variables como la cognitiva o la emotiva, en función del uso o no de procesos psicológicos básicos o de la capacidad para la expresión y gestión de las emociones.
Figura 1, Variables e indicadores de la dimensión socioeducativa del deporte
Fuente: Lecumberri, C.
Sobre el concepto de exclusión social podemos definirlo como un proceso, y no como un estado, al que se llega por un conjunto de circunstancias de desigualdad respeto al grupo mayoritario (Gil, 2002). Es el conjunto de problemáticas sociales, personales y políticas, que en un proceso dinámico de reproducción y acumulación de factores, dificultan o imposibilitan a la persona o al grupo social desarrollarse con las mismas oportunidades que los otros miembros de la misma comunidad (Subirats, 2004).
Históricamente la exclusión social ha existido en todas las culturas y grupos sociales. Se modifican y evolucionan las manifestaciones de lo que es la exclusión en función del contexto y la realidad sociocultural.
A la vez, la intervención hacia las poblaciones vulnerables también ha evolucionado en función de este mismo contexto (Jolonch, 2002).
Hoy día podemos decir que la exclusión social se manifiesta como una consecuencia directa del sistema capitalista, donde la diferencia de clases y grupos sociales viene determinada, no sólo por el nivel económico, sino también por el acceso a las TIC o el nivel socio-cultural de cada grupo o persona (Maza, 1999).
Según Gómez (2009), hay tres posibles entradas a las dinámicas de la exclusión social (ver figura 4). Una es la desafiliación progresiva, donde la persona, después de algunos cambios en su cotidianidad y como consecuencia de una baja resiliencia, no es capaz de afrontar su nueva realidad ni de buscar las redes de apoyo social. Una segunda vía de acceso a las dinámicas de la exclusión es la llamada autoestigmatización, donde la persona muestra una disconformidad de la norma social común, y se produce una auto-expulsión voluntaria del grupo mayoritario (Karsz, 2004). Finalmente, la reproducción social implica ir reproduciendo lo que hemos visto en nuestra socialización primaria, en nuestro entorno, en nuestra casa… un entorno que puede estar caracterizado por la fragmentación social y puede estar percibido por uno mismo como natural (Bourdieu, 2001).
Figura 2.
Para saber si el deporte contribuye al fortalecimiento de los procesos de integración de los niños y niñas en situación de riesgo social a través de la práctica deportiva, establecimos, de la misma manera que lo hicimos con el concepto de deporte, unas variables y unos indicadores mesurables. Veamos en la figura 3, las variables e indicadores:
Figura 3, Variables e indicadores del concepteo de exclusión social
Fuente: Lecumberri, C.
La exclusión social tiene una variable económica. Tal vez ésta sea la más extensa, la más asociada a la exclusión y vulnerabilidad social. Con nuestra muestra, medíamos la evolución de los recursos económicos de los practicantes durante los 7 años que estuvieron haciendo práctica deportiva. De la misma manera, una segunda variable de la exclusión social es la formativa y académica. Con las plantillas, veíamos si el porcentaje de asignaturas aprobadas o la asistencia a clase aumentaban por el hecho de hacer deporte. Con el mismo criterio observábamos si las condiciones socio-sanitarias, relacionales o familiares, también experimentaban mejorías con la práctica del deporte.
Análisis de los resultados.
Para poder responder a la pregunta de investigación, sobrepusimos los registros de la dimensión socioeducativa del deporte a los registros de los indicadores de la exclusión social.
La cultura popular nos decía que a mayor práctica deportiva, mayores son los niveles de integración (figura 3), pero en realidad no se establecía ninguna correspondencia directa y fiable entre la práctica deportiva y las mejoras en sus niveles de integración. Las mejorías que se establecían eran puntuales y discontinuas, y las que había no podíamos asegurar que fueran producidas por la simple práctica del deporte. Las graficas que aparecían con el registro de los indicadores guardaban aproximadamente la forma de la figura 5.
Figura 4.
Teníamos dificultades para saber dónde estaban los límites reales de los beneficios de la práctica deportiva. Científicamente no podíamos demostrar que las mejoras en sus niveles de integración (mejoras académicas, mejoras económicas, mejoras cognitivas…) eran consecuencia directa de la práctica del deporte.
Conclusiones
Creemos que en aquellos casos en los que sí había mejora en los niveles de integración, se daba por la suma de varios factores, y no por el uso de una sola herramienta (el deporte). La clave podía estar en el trabajo en red: profesionales, menores, familias y comunidad.
La implicación y el trabajo en red posibilitan establecer una misma línea pedagógica entre todos los agentes sociales y el mismo usuario. Esta misma línea de intervención da coherencia interna a todo el proceso de integración del menor, sea des del ámbito del deporte, o sea des de otros ámbitos como la música, la escolarización o el trabajo en familia.
Hemos establecido 4 ejes de trabajo:
-Niñas y niños. Para usar el deporte como herramienta de integración, necesitamos por parte del usuario, una cierta motivación intrínseca y una cierta capacidad de autorreflexión (metacognición).
-Profesionales. La implicación y formación de los profesionales es básica. Tanto los profesionales de la educación física como los de la educación social, deberían tener nociones sobre la complejidad social, y sobre los ámbitos deportivos de forma recíproca.
-Familias. La participación de las familias no debe reducirse sólo a las reuniones y tutorías. Es importante establecer puentes de participación también en otros espacios de encuentro como comisiones de trabajo, actividades extraescolares, charlas pedagógicas…
-Comunidad. Ayuntamientos, políticas públicas, agentes sociales del entorno, etc., deben contribuir a la responsabilidad compartida que implica el hecho de educar en valores a través de la práctica del deporte.
Una segunda clave está en lo que hemos llamado transferencia de los conocimientos. El deporte nos educa y ayuda a integrarnos en sociedad si somos capaces de transferir los conocimientos y habilidades adquiridos en el campo deportivo a nuestra vida cotidiana. Es decir, si en el campo deportivo hemos aprendido lo que es el valor del esfuerzo, el trabajo en equipo y la solidaridad entre iguales, deberíamos ser capaces de aplicar todos estos valores y conocimientos, por ejemplo, al ámbito doméstico y que los niños y niñas se esfuercen también en casa, trabajen en equipo con sus familias y sean solidarios con sus hermanos.
Si lo aprendido en el campo deportivo no es transferido a otros ámbitos vitales de nuestro día a día, el deporte se convierte en un mero divertimento, en una herramienta educativa contextualizada en un espacio y tiempo concreto, y pierde así su carácter formativo holístico.
Bibliografía
BOURDIEU, P., J. PASSERON, (2001): La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza. Barcelona, Proa.
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FOER, F., (2004): El mundo en un balón. Cómo entender la globalización a través del fútbol. Barcelona, Debate.
GARCIA FERRANDO, M., N. PUIG, F. LAGARDERA, (coord) (2002): Sociología del deporte. Madrid, Alianza Editorial.
GIL, F., (2002): La exclusión social. Barcelona, Ariel.
GÓMEZ, C., PUIG, N., MAZA, G., (2009): Deporte e integración social. Guía de intervención educativa a través del deporte. Barcelona, Inde.
HEINEMANN, K., (2001): Els valors de l’esport. Una perspectiva sociològica, a Apunts Educació física i Esports, 64, pp.17-25.
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KARSZ, S., (2004): La exclusión: bordeando sus fronteras. Definiciones y matices. Barcelona, Gedisa, Biblioteca de educación.
MAZA, G., (1999): Producción, reproducción y cambios en la marginación urbana. La juventud del barrio del Raval de Barcelona 1986-1998. Tesi doctoral, Universitat Rovira i Virgili, Tarragona.
SUBIRATS, J., (2004): Pobresa i exclusió social. Una anàlisi de la realitat espanyola i europea. Barcelona, Fundació “la Caixa”.