RETIRADA DEPORTIVA vs. JUBILACION LABORAL (II)
Retirada Deportiva vs Jubilación Laboral: Semejanzas y Diferencias (2ª parte)
1ª Parte: https://altorendimiento.com/retirada-deportiva-jubilacion-laboral-1/
Análisis del proceso de la retirada deportiva
La retirada deportiva no debe ser considerado un momento puntual sino un proceso más o menos extendido en el tiempo, en función de las circunstancias en que se produzca. Ogilvie y Howe (1986), señalan 4 fases en la retirada deportiva, quizá desde un plano más emocional: 1ª) Impacto, 2ª) Negación / Agresividad, 3ª) Depresión reactiva (que en algunos casos deriva en mayor) y 4ª) Aceptación / Integración. En la 1ª, el deportista queda un tanto aturdido por el momento de la retirada deportiva, tanto más cuanto más brusco haya sido el cese (lesión, rescisión o finalización de contrato, etc.). La 2ª se caracteriza por la negación de lo que es un hecho (un “mecanismo de defensa” según Ogilvie y Howe (1986, p. 531); pueden aparecer conductas agresivas (contra los demás, las instituciones y/o contra sí mismos) y, en algunos casos, adictivas (alcohol, drogas…); estas etapas, aunque intensas, suelen ser temporales (Ogilvie y Howe, o.c.). En la 3ª, aparecen conductas propias de la llamada depresión reactiva: alejamiento de los otros, sentimientos de desamparo y soledad, lo que se dará con tanta más intensidad cuanto la antigua vida (deportiva) llenara más en exclusiva al deportista y menos en el caso de que los mismos hubieran llevado a cabo otras actividades significativas durante su etapa competitiva.
En España, el proceso de la retirada deportiva ha sido profusamente estudiado por González (González, 2002; González y Bedoya, 2008; González y Torregrosa, 2009), así como por Lorenzo, M. (2010) y por Torregrosa, Sánchez y Cruz (2004), entre otros. A la hora de analizarlo hay que tener en cuenta numerosos factores causales y circunstanciales que van a determinar –interactivamente- los efectos psicológicos de la retirada deportiva así como la adaptación a la nueva situación. Algunos de estos factores serían la temporalidad, los motivos, la toma de decisión y la aceptación.
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Temporalidad
La retirada deportiva puede ser provisional, por ejemplo, debido a una lesión o enfermedad, o definitiva, por ejemplo, por la finalización de su vida de atleta o también a causa de una lesión o incapacidad muy grave.
Motivos
Múltiples circunstancias pueden llevar al deportista a retirarse (González y Torregrosa, 2009); entre ellas, como se ha dicho, el cese de la vida deportiva o las lesiones, pero también la edad, la disminución de las prestaciones, el bajo rendimiento, el trabajo o estudio, los traslados, el logro (o no) de los objetivos, el burnout, y un largo etcétera. Con respecto al logro o no de objetivos es precisa una aclaración. Es frecuente en este ámbito que cuando un atleta consigue el máximo de los logros posibles difícilmente pueda conseguir un logro mayor, por lo que decide retirarse en la cúspide. Ello le aporta el beneficio secundario de ser recordado por una hazaña muy brillante y poco usual. Una frase muy frecuente en el mundo del cine, dice: “muere joven y dejarás un bello cadáver”; parafraseándola y aplicándola al ámbito del deporte, podría decirse “retírate joven (y en la cúspide) y dejarás un bello ídolo”.
Toma de decisión
El atleta puede decidir retirarse voluntariamente –como acabamos de explicar en el párrafo anterior– o impelido por circunstancias que le llevan a esa decisión forzadamente y en contra de lo que serían sus deseos y voluntad. Este segundo tipo de circunstancias pueden incluir lesiones, enfermedad, no renovación de contrato (generalmente por la edad), etc., en cuyo caso las consecuencias asociadas pueden ser diferentes y, por ello, el proceso de adaptación y el logro de una adaptación satisfactoria serán más complicados, prolongados y con mayores reacciones emocionales adversas.
Aceptación
Finalmente y como consecuencia de la interacción de los factores antedichos, se producirá una aceptación de la retirada deportiva más o menos satisfactoria, propiciando o dificultando la adaptación a la nueva vida.
Efectos psicológicos de la retirada deportiva sobre el deportista
De acuerdo con Rodrigo (1984), la magnitud de la influencia de la retirada deportiva sobre los cambios psicológicos, así como el sentido de tales cambios va a depender de la naturaleza o tipo de los acontecimientos que se produzcan, de la actitud del sujeto, de la manera de afrontarlos y de la capacidad para manejarlos. La realidad contextual se podrá cambiar o no, pero las otras variables -actitud del sujeto, manera de afrontarlos y capacidad para manejarlos- sí.
Tipos de acontecimientos
Lo que ocurre cuando un deportista se retira puede tener, en general, un matiz positivo o negativo (González y Torregrosa, 2009), si bien en muchos casos este matiz va a depender no tanto del acontecimiento en sí como de la actitud con que el deportista lo perciba y las condiciones en que lo afronte.
Entre los acontecimientos a priori positivos se cuentan: tener más tiempo libre, disponer de una mayor dedicación a la familia, atender otras actividades, ampliar la formación académica y/o profesional, realizar trabajos diferentes o relacionados con el deporte, alivio del estrés y la presión competitiva –sobre todo si se empezó muy joven a competir–, viajar y conocer sitios con calma, etc.
Por el contrario, entre los factores en principio negativos se pueden dar: inadaptación social y/o profesional, estrés generado por esa misma inadaptación (u otros factores), encontrarse sin trabajo (y sin competencias para desempeñarlo), problemas familiares (sobre todo conyugales, si es el caso), pérdida de estatus social y mediático, relaciones escasas al margen del deporte, pérdida de fama y reconocimiento público (bajada de autoestima), y otros.
Estos efectos se pueden ver magnificados o paliados en los casos en que el deportista haya previsto ciertas contingencias durante su vida en activo. Estas previsiones incidirán de las siguientes formas.
En un deportista que ha estado centrado casi en exclusiva al deporte, los efectos negativos se potenciarán; al contrario ocurrirá si además del deporte ha tenido una mayor amplitud de miras y de actividades.
Si se ha preocupado de formarse profesionalmente mientras estaba en activo, al retirarse contará con herramientas para ocuparse en algún tipo de empleo bien al margen del deporte, bien en el mismo deporte (por ejemplo, cursos de entrenador, de agente de jugadores, medicina deportiva, etc.).
En cuanto a las previsiones económicas, es frecuente encontrar deportistas que durante su vida como tales, por ser jóvenes (a veces muy jóvenes), tener dinero relativamente fácil (a veces –como se dice en una popular película– una cantidad indecente de dinero) y desproporcionado con relación al salario de cualquier trabajador normal, despilfarrando sin la más mínima previsión de futuro. Esto va a incidir muy negativamente en los momentos posteriores a la retirada deportiva, sobre todo si –como suele ser habitual– esta forma de vida va acompañada de una nula preparación profesional. En cambio, una buena planificación económica para el día de mañana –hay profesionales de la economía especializados en asesorar a deportistas y otros profesionales similares (actores, toreros, etc.)– va a posibilitar el afrontar el porvenir con cierta seguridad, muy especialmente en los primeros momentos del retiro y en la transición hacia una vida “normalizada”.
Finalmente –aunque la casuística podría ser más amplia– algunos deportistas viven en una especie de burbuja donde todo es adulación, facilitación de la vida, compañía constante, casi “idolatría” de los aficionados, los medios, etc. Todo ello crea un concepto de sí mismo ficticio, pues se apoya en valores a veces irreales y siempre efímeros. Esto, lógicamente, incidirá de forma negativa cuando llegue el momento de decir adiós a la práctica profesional. Algunos deportistas ya experimentan algo parecido durante periodos de convalecencia y recuperación de lesiones, lo cual casi podría constituir una buena experiencia (salvando lo negativo y doloroso), por cuanto blinda un tanto al deportista en relación con lo que va a ser ese abandono que sufrirá cuando le llegue la retirada definitiva. Es difícil encontrar deportistas de élite que sean lo suficientemente realistas para detectar cuánto hay de ficticio y pasajero en esos momentos y, sobre todo, actuar en consecuencia. Esta podría ser una buena tarea para los psicólogos del deporte que trabajen con este tipo de profesionales.
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Actitudes hacia la retirada deportiva
Teniendo en cuenta este cúmulo de circunstancias es frecuente encontrarse con ex-deportistas que –como apuntaban antes Ogilvie y Howe (1986)- atraviesen un periodo de transición durante el cual se experimentan sensaciones tales como shock inicial, no aceptación de la nueva situación, enfado y resentimiento consigo mismo y con otros, sensación de pérdida y aislamiento, etc. Consecuentemente, no es improbable la aparición de episodios depresivos, a veces transitorios, a veces cronificados, a veces de consecuencias trágicas, llegando algunos casos a la drogadicción e incluso al suicidio.
Una vez superada esta fase transicional –que, por fortuna, no en todos los casos cursa necesariamente en la forma descrita– se produce una respuesta más estable que puede ser más o menos adaptada a la nueva situación. González y Bedoya (2008), han descrito ciertos aspectos que facilitan el proceso de adaptación. Ésta dependerá de los recursos (sociales, familiares, económicos, formativos, profesionales…) de que disponga el deportista. Las personas que no se adaptan adecuadamente pueden desarrollar cuadros clínicos con somatizaciones, obsesiones, agresividad, desajustes sociales y conyugales, además de algunos de los descritos en el párrafo anterior. Estos individuos suelen tener poco éxito en las actividades que emprenden, lo que agrava el cuadro. En cambio, los hay que reaccionan de una forma más amortiguada; no es infrecuente la actitud de cortar totalmente con el deporte y su ámbito, buscándose el olvido de tal contexto. O bien hay una reacción inicial de satisfacción con la nueva situación, por los motivos ya vistos. Esta reacción es seguida un tiempo después, en algunos casos, por una cierta nostalgia: se echa de menos el pasado y aquella vida más satisfactoria. Pero si esa nostalgia no se produce, o es bien manejada por el ex-deportista, queda en buenos recuerdos que no tienen por qué interferir en una buena respuesta adaptativa a los nuevos tiempos.
No quisiéramos que el lector acabara con mal sabor de boca, pese a que ha podido dar la impresión de que el balance entre los aspectos problemáticos y los satisfactorios que acarrea la retirada deportiva de los deportistas –sobre todo los de alto nivel– sea más bien negativo. Diríamos que sucede como en todo proceso de jubilación laboral, con las peculiaridades que se han puesto de manifiesto en párrafos anteriores. El deporte es una magnífica escuela donde se pueden aprender conceptos, hábitos, valores, competencias, etc., muy útiles para la vida no sólo deportiva sino también extradeportiva, tanto presente como futura. Por tanto, un deportista bien orientado –por sí mismo o por la ayuda de algún profesional (entrenador, psicólogo, profesor…)– puede aprender un bagaje muy aprovechable para su futuro de no deportista.
Por acabar como empezamos, nos permitimos recomendar vivamente al lector el libro de Gabriel Masfurroll –un antiguo nadador de competición– Aprender de los mejores (vid. Referencias), donde se recopila un conjunto de testimonios de ex-deportistas de élite (Butragueño, fútbol; Jané, waterpolo; Doreste, vela; Epi, baloncesto; Bruguera, tenis; y otros/as más) acerca de algunas de las cuestiones que nos han ocupado hasta ahora. Estas figuras destacan:
- La importancia de compaginar deporte y formación.
- Cómo la práctica deportiva les enseñó y preparó para afrontar la vida después de la misma (o en el deporte de otra manera).
- La importancia de fijar unos objetivos claros tanto para el periodo activo como para los posteriores.
- La conveniencia de contar con algunas personas que orienten al deportista tanto en su época formativa como en su preparación para la retirada deportiva.
Las personas que afronten un proceso de jubilación laboral deberían aplicar algunas de las estrategias descritas en el caso de los deportistas para manejar los efectos y circunstancias de la transición a una etapa vital diferente. Así, deberían empezar a prepararse para lo que se les avecina antes de que llegara el momento; procurarse algún tipo de afición u ocupación no necesariamente retribuida para el tiempo libre y de ocio que van a disfrutar en adelante; planificar el tipo de actividad física (aspecto esencial) que van a ejercitar como hábito, lo cual resulta imprescindible para retardar el envejecimiento y para prolongar el mantenimiento de ciertas capacidades y aptitudes psicológicas en las mejores condiciones posibles. Tiempo atrás se consideraba que el envejecimiento constituía una fase del ciclo vital de índole deficitaria, caracterizada por las pérdidas en las condiciones tanto física como psicológica, que se iban deteriorando progresivamente. Frente a este pensar tan negativo, se alza otro mucho más positivo, basado en las competencias que se mantienen (Fernández-Ballesteros, 1985) y que incluso se podrían mejorar si las personas mantienen hábitos de ejercicio físico e intelectual a lo largo de su vida y dichos hábitos se prolongan durante la etapa de jubilados. Por su parte, los deportistas que se retiran también pueden aprovechar algunas de las orientaciones y herramientas establecidas en los casos de jubilación laboral, tanto de tipo psicológico (por ejemplo, Bayés, 2009; Fernández-Ballesteros, 2009), como social y de salud (por ejemplo, Torres y Perea, 2010) y las pequeñas grandes estrategias descritas por Skinner y Vaughan (1983). Afrontar el proceso de jubilación laboral o de retirada deportiva sin saber qué va a pasar ni qué se va a hacer cuando llegue el día es una actitud negativa; debe encararse ese momento con unos objetivos claros, realistas y novedosos. Las instituciones, organismos, empresas, clubes, etc., deben plantearse que no sea un momento brusco sino progresivo; por nuestra parte, los profesionales de la Psicología tenemos ahí un reto profesional (Torregrosa, Sánchez y Cruz, 2004) y un posible yacimiento de empleo. O nos preparamos bien o los “coach”, esa nueva secta de intrusos, nos comerá también ese terreno.
REFERENCIAS
- Atchley, R.C. (1977). The social forces in later life. (2ª ed.). Belmont, CA: Wadsworth.
- Bayés, R. (2009). Vivir: guía para una jubilación activa. Barcelona: Paidós.
- Blinde, E.M. y Greendorfer, S.L. (1985).A reconceptualization of the process of leaving the role of competitive athlete. International Review of Sport Sociology, 20, 87-94.
- Lorenzo, M. (2010). Diagnóstico de la empleabilidad ante la retirada deportiva en jugadores profesionales de un club de fútbol. Tesis de Master. Universidad de Sevilla (no publicada).
Centro de Psicología Gerontológica (1985). Imagen de la vejez percibida en medios de comunicación social en Colombia. Bogotá: Centro de Psicología Gerontológico. - González, M.D. (2002). La retirada deportiva: perspectivas teóricas para una mejor comprensión del fenómeno. En J. Dosil (Ed.), Psicología y rendimiento deportivo, (pp. 189-199). Ourense: GERSAM.
González, M.D. y Bedoya, J. (2008). Después del deporte ¿qué? Análisis psicológico de la retirada deportiva. Revista de Psicología del Deporte, 17(1), 61-69. - González, M.D. y Torregrosa, M. (2009). Análisis de la retirada de la competición de élite: antecedentes, transición y consecuencias. Revista Iberoamericana de Psicología del Ejercicio y el Deporte, 4(1), 93-104.
- Fernández-Ballesteros, R. Hacia una vejez competente: un desafío a la ciencia y a la saociedad. En M. Carretero, J. Palacios y A. Marchesi (compils.), Psicología evolutiva. Madrid: Alianza.
Masfurroll, G. (2005). Aprender de los mejores. Barcelona: Planeta. - Ogilvie, B.G. y Howe, M. (1986). El trauma de la finalización de la vida deportiva. En J.M. Williams, Psicología aplicada al deporte, (pp. 523-548). Madrid: Biblioteca Nueva (1991).
- Roca, J. (1983). Desarrollo motriz y Psicología. Barcelona: Instituto Nacional de Educación Física.
- Rodrigo, M.J. (1984). Ciclo familiar y ocupacional. En J.L. Vega, Psicología evolutiva, (pp. 117-152) . Madrid: UNED.
- Rosenberg, E. (1982). Athletic retirement as social death: concepts and perspectives. En N. Theberge y p. Donnely (Eds.), Sport and the sociological imagination (pp. 254-258). Forth, TX: Texas Christian University Press.
- Sinclair, D.A. y Orlick, T. (1994). The effects of transition on high performance sport. En D. Hackfort (Ed.), Psycho-social issues and interventions in elite sports (pp. 29-55). Frankfurt: Lang.
- Skinner, B.F. y Vaughan, M. (1983). Disfrutar la Vejez. Barcelona: Martínez Roca, (1986).
- Torregrosa, M., Sánchez, X. y Cruz, J. (2004). El papel del psicólogo del deporte en el asesoramiento académico-vocacional del deportista de élite. Revista de Psicología del Deporte, 13(2), 215-228.
- Torres, M.A. y Perea, L. (2010). Vivir mejor la jubilación. Madrid: Marcial Pons.
- Vega, J.L. (1984). Psicología evolutiva. Madrid: UNED.
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