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11 Jun 2012

¿Aprovechamos nuestro tiempo?

¿Por qué estudiamos el uso del tiempo en las clases de Educación Física?. Simplemente porque consideramos que su incidencia en el proceso de enseñanza-aprendizaje es muy elevado.

Autor(es): Francisco Javier Aparicio Sánchez.
Entidades(es): I.E.S. “Aravalle “. El Barco de Ávila
Congreso: VII congreso internacional sobre la enseñanza de la educación física y el deporte escolar
BAdajoz 2007
ISBN: 9788461184170
Palabras claves: Windsurf

¿Aprovechamos nuestro tiempo?

1.- INTRODUCCIÓN:

¿Por qué estudiamos el uso del tiempo en las clases de Educación Física?. Simplemente porque consideramos que su incidencia en el proceso de enseñanza-aprendizaje es muy elevado. Teniendo en cuenta que en los dos ciclos de educación secundaria y en primero de bachillerato se imparten dos horas semanales y que en cada trimestre del curso se dispone de unas 11 semanas lectivas completas (descontadas ya las festividades), es fácil calcular como partimos de la posibilidad de impartir un máximo de 66 sesiones por año académico. A este número debemos restar los días en los que no se imparte la clase prevista por diversos motivos: actividades extraescolares, faltas del profesor, malas condiciones climatológicas; ausencias masivas, etc. Aunque es muy variable, podemos estimar que entre los tres trimestres se alcanzaría como mínimo entre 9 y 12 sesiones perdidas. Si además, como viene siendo habitual, se imparten y evalúan unos escuetos contenidos teóricos, descontaremos de la práctica al menos dos sesiones a1 trimestre (una para explicar la teoría, ver un video, etc. y otra para realizar la prueba teórica.) Todo este recuento nos hace disminuir el número de sesiones prácticas a un máximo de 51 por curso.

Pero esto no es todo, cada alumno suele faltar a clase o no estar en disposición de realizarla algunos días, que calculamos sobre 6 u 8. Por tanto cada alumno podrá recibir a lo sumo 45 sesiones prácticas por nivel. Si en cada clase la parte práctica es de unos 40 minutos, obtenemos una reducida cifra de tiempo individual disponible para la actividad física en cada curso académico: 30 horas. En los cuatro niveles de la educación secundaria un alumno solamente dispondrá de 120 horas, y si cursa bachillerato, un total de 150. A esta escasez de horas se añade el escaso refuerzo fuera del centro (exceptuando casos puntuales como futbito), tan común en otras materias y que tanto ayudaría a afianzar los aprendizajes. A la vista de este recuento parece difícil la tarea de que los alumnos asimilen en la práctica contenidos (sobre todo procedimentales) tan amplios y diversos como los de nuestra área: deportes individuales, deportes colectivos, condición física, expresión corporal, juegos, actividades en la naturaleza, deportes alternativos, etc. De esta manera queda justificado el interés por el “aprovechamiento” del tiempo en nuestras clases, puesto que hemos visto que es escaso.

2.- CLASIFICACIONES DEL TIEMPO EN EDUCACIÓN FÍSICA.

Muchos autores han estudiado, denominado, clasificado y parcelado el tiempo en las clases de Educación Física, pero existe poca coincidencia entre las taxonomías realizadas. Una primera clasificación atiende primordialmente a la existencia o no de actividad en la conducta del alumno. De esta manera hay una primera división en tiempo activo y pasivo. Tiempo activo sería aquel en el que el alumno está realizando cualquier actividad física. Se subdivide a su vez en tiempo activo específico, que es aquel que el alumno dedica a los contenidos específicos de la sesión y tiempo activo ajeno, que es el empleado en conductas diferentes a las requeridas para desarrollar los contenidos de la sesión. Tiempo pasivo sería aquel en el que el alumno no realiza ninguna actividad física, ya sea porque está atendiendo explicaciones, esperando turno, etc. Una segunda clasificación también bastante genérica nos lleva a estudiar el tiempo atendiendo al uso que de él hace el profesor. Así se pueden incluir sus acciones dentro de los siguientes apartados: Tiempo para enseñar: Incluye las explicaciones, demostraciones, correcciones, evaluaciones, etc. Tiempo para organizar: aquí se encuadra el tiempo empleado no sólo en las acciones sino en las órdenes y el control de la organización: disposición de los alumnos, del material, etc. Tiempo para las relaciones: Es aquel que el profesor utiliza para las relaciones afectivas: saludos, preguntas por lesiones, etc. La tercera clasificación es la más utilizada en la actualidad. Implica ya una “disección” más ajustada del uso del tiempo atendiendo a la actividad del alumno. Abarca las siguientes divisiones:

a)Tiempo total: Es el que el centro asigna a la materia. Suele ser de unos 50 ó 55 minutos.

b)Tiempo real: Es el resultado de descontar al total, el invertido en traslados, cambios de ropa, aseo personal, etc. Suele ser de unos 40 minutos.

c)Tiempo de práctica: Es aquel en el que el grupo está practicando alguna actividad física. Resulta de descontar al real el dedicado a explicar, demostrar y organizar.

d)Tiempo efectivo: Es el tiempo que cada alumno dedica a realizar cualquier práctica física. Se obtiene de descontar al tiempo de práctica las esperas en los turnos de actuación.

e)Tiempo de actividad específica: Es el tiempo que cada alumno emplea en practicar tareas directamente relacionadas con los objetivos concretos de la sesión o los aprendizajes deseados. Evidentemente, resulta de restar del tiempo efectivo el empleado en aquellas tareas no vinculadas con los objetivos de la sesión.

Otros autores utilizan diferente terminología para referirse a los mismos apartados. Por ejemplo, Maurice Pieron (1.988) designa a los anteriores de la siguiente manera: a) Tiempo del programa. b) Tiempo útil. c) Tiempo disponible para la práctica. d) Tiempo de compromiso motor. e) Tiempo empleado en la tarea. A partir de ahora usaremos la terminología indicada en la tercera clasificación, por ser ésta la más empleada.

3.- ESTUDIOS SOBRE EL TIEMPO EN EDUCACIÓN FÍSICA.

El estudio dirigido por Sánchez Bañuelos I.N.E.F. de Madrid (1.981) obtiene las siguientes conclusiones que exponemos a continuación:

– El tiempo real corresponde a un 77 % del total como media (aunque en algunos casos se aprovecha hasta un 85 %). Esto significa que si nos otorgan 50 minutos por sesión, utilizaremos normalmente menos de 40 de tiempo real ( pudiendo llegar a 43 en profesores experimentados).

– Del tiempo real cada alumno dedica del 10 al 17 % a conductas ajenas a la clase, lo que supone entre 4 y 7 minutos (considerando 40 minutos de tiempo real).

– Cada alumno está pasivo debido a las explicaciones del profesor y a la organización el 40 % del tiempo real, lo que equivale a unos 16 minutos por sesión.

Si resumimos los puntos anteriores, solamente entre un 40 y un 50 % del tiempo real se emplea en la actividad específica. Esto significa entre 16 y 20 minutos por sesión. Otros estudios realizados para determinar el tiempo efectivo por sesión obtienen valores medios próximos al 20 % del real, lo que significa que si se dispone de 40 minutos de tiempo real (respecto a 55 totales), solamente unos 10 se transformarán en tiempo efectivo. Zakrajzek (1.974) concluye en su estudio afirmando que únicamente un 70 % del tiempo total se convierte en real, lo que supone pasar de 50 a 35 minutos aprovechables. La importancia de la diferencia entre estos dos tiempos es tal que en el estudio de Pieron, Cloes y Dewart (1.985) en el que analizan la actuación de varios docentes y la comparan, concluyen observando que la diferencia entre el aprovechamiento del tiempo real respecto al total puede suponer el equivalente a nueve sesiones en un solo curso. El tiempo de práctica debería, abarcar una gran parte del real, aunque Pieron (1.982) encontró valores tan reducidos como el 45 %. Otros estudios cifran esta proporción alrededor del 70 %.

4.- CONCLUSIONES GENERALES.

Todos los estudios revisados apuntan a la consideración del uso del tiempo en las clases como un indicador válido de la calidad de enseñanza. De hecho la diferencia entre profesores poco experimentados y muy experimentados arroja en todos los casos resultados superiores en estos últimos respecto al aprovechamiento del tiempo. Existe la tendencia de citar como valor más representativo el porcentaje del tiempo total correspondiente al de actividad específica. Si bien es cierto que los aprendizajes motores se basan en la ejecución de un número mínimo de repeticiones, no debemos por otro lado caer en el error de aumentar el tiempo de práctica olvidando proporcionar unas condiciones óptimas. Es preferible no dedicar demasiado tiempo a la actividad específica si ello acarrea mermas tales como falta de concentración, mal calentamiento, riesgo físico, etc. Algunas actividades poseen de forma casi inherente unos tiempos muy escasos de práctica, efectivo y de actividad específica, como por ejemplo la gimnasia deportiva. No por ello debemos desdeñarlas sino que buscaremos la mejora de la organización (distribución del material, agrupación de alumnos, turnos de actuación, etc.) y de las condiciones de práctica, para que la asimilación sea máxima en un tiempo reducido.

5.- CONCLUSIONES PRÁCTICAS.

Todos estos estudios y aportaciones diversas nos llevan al compromiso de analizar nuestra eficacia como docentes a través del control del uso del tiempo en nuestras clases. A continuación se recogen algunas indicaciones prácticas a modo de conclusión:

– No pasar lista en el tiempo que puede convertirse en práctico sino buscar otras soluciones: anotar las faltas al final de la sesión, en el tiempo para cambiarse, que las anoten los alumnos que no realizan la práctica, etc.

– No emplear en calentamientos y vueltas a la calma más tiempo del necesario, a no ser que tengamos objetivos relacionados con éstos. La mayoría de las actividades no requieren una larga e intensa preparación ni recuperación, por lo que parece más adecuado destinar ese tiempo a la parte principal.

– No alargarnos mucho en las explicaciones, sobre todo si los ejercicios propuestos son conocidos. Además el exceso de información aturde y no se puede asimilar correctamente.

– Definir claramente los objetivos para que los alumnos se interesen en las tareas principales que les permitan alcanzarlos.

– Utilizar métodos de enseñanza que “economicen” tiempo tanto como la situación nos lo permita (sobre todo los contenidos, el material y las instalaciones). – Mantener la distribución por grupos del mismo número de alumnos lo máximo posible, sobre todo con los de menor edad. Perderíamos mucho tiempo si tras cada ejercicio se deben redistribuir en grupos diferentes.

– Aprovechar el material y las instalaciones. Si se ha desplegado material abundante o aparatoso, se debe hacer un apropiado uso de éste, dedicando el mínimo tiempo a su recolocación o recogida.

– Siempre que se pueda hay que evitar proponer tareas que requieran para su ejecución la presencia “in situ” del profesor. Quedan exceptuadas aquellas con cierto riesgo y las que buscan una corrección individual específica.

– Establecer turnos de actuación y actividades que posibiliten acercar el tiempo de compromiso motor al tiempo disponible para la práctica; esto es, evitar las grandes colas, esperas largas y aburridas etc. De esta manera limitaremos a la vez las conductas indisciplinadas debidas a la falta de actividad de los alumnos que suelen producirse en estos momentos.

– Debemos promover la práctica externa al horario escolar (en actividades sin riesgo) para afianzar los aprendizajes y así dedicar el tiempo de las sesiones a enseñar más que a repasar.

– Hay que motivar a los alumnos para que aprovechen el tiempo. Animarles a cambiarse rápidamente, iniciar los calentamientos autónomamente, acudir a las llamadas de forma veloz, concentrarse en los ejercicios propuestos para lograr los objetivos de la sesión, etc.

– Tener bien preparadas las clases, evitando las contínuas improvisaciones que impliquen pérdida de tiempo por diversos motivos: explicaciones prolongadas, redistribución de alumnos y material, traslados, etc.

– Poseer capacidad de improvisación ante situaciones especiales, de forma que también aprovechemos el tiempo bajo condiciones desfavorables.

– Finalmente debemos autoanalizarnos, reflexionar sobre cómo utilizamos el tiempo y en qué podemos o debemos mejorar. Para ello tenemos a nuestro alcance múltiples técnicas, desde las más sencillas hasta las más complejas. A modo de ejemplo se citan algunas de las más fáciles de llevar a cabo:

Grabación en vídeo: Posteriormente se revisa anotando los tiempos total, real, de práctica, efectivo y de actividad específica, bien de algunos alumnos o bien de toda la clase. Grabación de sonido: Con esta técnica conoceremos al menos el tiempo real y el invertido en explicaciones tanto generales como a alumnos concretos o pequeños grupos. Control visual del tiempo efectivo o de actividad específica realizado por un alumno: Se trata de una técnica muy interesante consistente en pedir a un alumno que no participa en la práctica, que observe a un compañero y mantenga un cronómetro en funcionamiento mientras realice cualquier práctica física (si se pretende medir el tiempo efectivo) o bien mientras esté realizando aquellas tareas directamente relacionadas con los objetivos de la sesión (si se pretende medir el tiempo de actividad específica y el observador es capaz de diferenciarlo). Realizada varios días con varios alumnos, obtendremos datos reales del aprovechamiento de nuestras clases. Placheck (Plauned activity check): Sidentop (1976) propone una sencilla técnica consistente en “barrer con la mirada” en determinados momentos de la sesión, contando el número de alumnos que se encuentran en actividad en ese momento. Después de varias observaciones se dispone de unos datos aproximados de la participación en las actividades.

 

BIBLIOGRAFÍA:

– Pieron, M. (1.988) Didáctica de las actividades físicas y deportivas. Madrid: Ed. Gymnos.

– Pieron, M, Cloes, M. y Dewart, F. (1985) Variabilité intra-individuelle des comportaments d’enseignement des activités physiques: les variables de temps. Revue de l’Education Physique. Vol 25, 1, 25-29.

– Sánchez Bañuelos, F. (1.981) Conclusiones del seminario sobre análisis de la enseñanza. Instituto Nacional de Educación Física. Madrid.

– Síedentop (1.976) Physical Education. Introductory analysis. Dubuque. Wm. C. Brown.

– Zakrajsek, D. B. (1.974) Patterns of instructional time utilization and relatíon teacher characteristics for seventh grade physical education in selected school. Ph. D. Kent State University.

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