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8 Jun 2012

El deporte escolar: Sus valores educativos

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La participación de los alumnos en las diferentes actividades físico-deportivas propuestas por el centro escolar, es uno de los elementos que permite valorar la intervención docente de los profesionales de Educación Física.

Autor(es): José Mª Cancela Carral
Entidades(es):Universidad de Vigo
Congreso: III Congreso Internacional de las Ciencias del Deporte
Pontevedra 2007
ISBN:9788461160310
Palabras claves:

El deporte escolar: Sus valores educativos

EI conocimiento de una realidad educativa escolar que, aún hoy en día, vive, en muchos casos, de espaldas a las problemáticas sociales en las que se ve inmersa, y la concienciación de la necesidad de proponer estrategias que hagan más dinámicos e integrados, en su propio entorno, a los centros escolares, es el origen de este documento. Es por ello, que me gustaría felicitar a las/los propulsoras/es de esta iniciativa por permitir proponer vías de conexión entre lo académico y lo práctico, entre el presente y el futuro inmediato, no sólo pensando en el presente sino también en el futuro inmediato. Procesos sociales como el incremento del tiempo liberado en amplios sectores de la población, la consolidación de la sociedad de consumo, el ascenso de nuevos valores sociales y nuevas expectativas en los estilos de vida, el aumento de la capacidad adquisitiva, el proceso ininterrumpido de terciarización, las nuevas instituciones democráticas, entre otros, son la causa del gran crecimiento de la demanda de actividad física en general y de la actividad física de tiempo libre en particular, así como de los recursos necesarios para su desarrollo. La educación del ocio y el tiempo libre, no sólo como tema de debate, sino singularmente como preocupación y ocupación educativa merece una atención creciente, que es, como expresa Martínez (1995: 13) “tanta y de tal magnitud que puede considerarse como un auténtico deber social”. El buen uso del ocio y el tiempo libre es, fundamentalmente, un problema que debe ser abordado desde la perspectiva educativa, tanto desde el punto de vista individual como desde el colectivo. Por ello se debe ir, con paso firme y seguro, hacia una racionalización del tiempo libre, en el que éste se viva de la manera más positiva, para llegar a gozar plenamente del ocio con dignidad.

Es por ello que la escuela, como exponen Puig y Trilla (1985), incluso en su actividad curricular, podría tener como una de sus finalidades preparar para un ocio rico y creativo. En esta línea López Andrada (1982) considera que la educación del tiempo libre no puede dejarse al capricho del individuo sino que debe existir una preparación y una formación para que sea un enriquecimiento para el hombre, a la vez que una ayuda para alcanzar la educación integral correspondiente El D.C.B. del área de Educación Física del M.E.C. en el primer párrafo de la introducción manifiesta: “…existe una demanda social de educación en el cuidado del cuerpo y de la salud, de la mejora de la imagen corporal y la forma física, así como de la utilización constructiva del ocio mediante las actividades recreativas y deportivas” El D.C.B. del área de Educación Física, en otras comunidades también en la introducción se marcan directrices en la misma línea: “La Educación Física debe atender a las demandas que la sociedad actual genera respecto a su campo de conocimiento. Estas demandas se centran, por un lado en el cuidado del cuerpo, atendiendo a su mejora funcional, a la imagen corporal y a la salud, y por otro, en la utilización constructiva del tiempo de ocio mediante actividades físicas, recreativas y deportivas”. El primer objetivo del DCB del área de Educación Física, hace una clara referencia al ocio: I. Conocer y valorar su cuerpo y la actividad física como medio de exploración y disfrute de sus posibilidades motrices, de relación con los demás y como recurso para organizar el tiempo libre. En los bloques de contenidos del DCB no se encuentra ninguna referencia concreta a actividades de tiempo libre y ocio, ni ningún criterio de evaluación en concreto, si bien el criterio de evaluación número II dice: II. Participar en actividades físicas ajustando su actuación al conocimiento de las propias posibilidades y limitaciones corporales y de movimiento. Dentro de este análisis del DCB también encontramos directrices respecto a la metodología a seguir para desarrollar los aprendizajes motrices, deportivos o recreativos: “con una actitud crítica, paralelamente a la socialización potencia una individualización y autonomía, con una autocrítica, para tomar iniciativas, reflexionar sobre la propia actividad, progresar según sus posibilidades, para vivir de una manera autónoma y crítica, racional y creativa, en el ámbito escolar y fuera de él, colaborando con otras personas y resolver conjuntamente interrogantes de forma creativa, planificando y realizando actividades de grupo, desarrollando hábitos para la calidad de vida…” Ante este planteamiento que nos hace la administración nos preguntamos si sólo el modelo deportivo es válido en la escuela para alcanzar estos objetivos de educar para autorganizarse el tiempo libre, ¿por qué a pesar de haber aumentado la oferta deportiva, el nivel de preparación de los técnicos, haber tenido presente el aspecto de género en la práctica deportiva, incluso habiendo realizado una gran inversión en instalaciones y en estructuras organizativas, no se ha producido un aumento del número de practicantes?, incluso hay estudios que hablan de una disminución, ¿por qué se produce un mayor abandono de la práctica deportiva en edades más tempranas?, ¡por qué hay prácticas deportivas de gran aceptación y el resto apenas tiene incorporaciones?, ¿está muy marcado el aspecto de género en las prácticas deportivas?, ¡de qué hablamos, de deporte escolar, deporte en la edad escolar, deporte en la escuela?, ¿qué quiere decir eso de recreación, de actividades físicas recreativas?… Aunar deporte y recreación, potenciar nuevas posibilidades buscando nuevas expectativas para educar ese tiempo libre, ese tiempo de ocio, es una inquietud que a todos nos mueve y seguro que todos hemos realizado acciones para conseguirlo.

La realidad nos demuestra, frecuentemente, que esas inquietudes, esas necesidades desbordan los recursos disponibles, lo que requiere no sólo un incremento de esos recursos, sino también su racionalización. Para ello es necesaria una buena planificación (consistente en prever y decidir por anticipado una serie de acciones, proyectando un curso de actuación con el fin de conseguir unos objetivos). La mayoría de los errores que se producen al llevar a cabo una planificación de actividades físicas son consecuencia de planteamientos unipersonales. Una óptima planificación debe tener en cuenta muchos factores que aún siendo de ámbitos convergentes, requieren diferentes especialistas para ser tratados adecuadamente. El trabajo en equipo se hace imprescindible si realmente queremos obtener los mejores resultados. Los avances que se han producido en el mundo de las ciencias del deporte y la intervención del mundo científico en el campo deportivo han transformado significativamente la iniciación deportiva y la oferta deportiva a la población en edad escolar. No obstante, la velocidad con la que ha cambiado la realidad deportiva cotidiana ha impedido que avanzase el discurso y la reflexión sobre los efectos, valores y oportunidad del deporte en general y de alguna de sus manifestaciones en particular. Este discurso no ha evolucionado a la misma velocidad que lo han hecho las prácticas en sí mismas, las tecnologías, la investigación en torno al rendimiento o el mercado en torno al deporte. Este desfase es fácilmente perceptible en el mundo de la iniciación deportiva y del deporte escolar. Se ha hecho crónica una polémica en torno a las virtudes del deporte escolar y del federado o entre la competición y la recreación en el deporte infantil. Pese a las horas de discusión, poco se ha avanzado más allá que la de declaración de intenciones. Este constante punto muerto parece no tener ninguna salida operativa si persiste la dinámica de las últimas décadas. Este conflicto es fruto de la perversión semántica y de los intereses sectoriales que giran en torno del deporte en general y del infantil en particular. El mundo del deporte parece encontrarse inmerso en un conjunto de pares antagónicos y opuestos entre sí: Deporte competitivo frente a deporte recreativo, deporte escolar frente a deporte federado, deporte educativo frente a deporte de rendimiento o deporte escolar frente a deporte en la edad escolar. Estas dicotomías, a mi modo de ver, ficticias, surgen básicamente de la utilización de estereotipos, más o menos mitificados, de supuestos valores del deporte y de lucha de competencias entre instituciones públicas y privadas, que de alguna forma tienen intereses y competencias en el ámbito del deporte y de la educación. Un caso paradigmático es el de una liga de fútbol sala escolar. ¿Qué tipo de deporte es? Indudable que los jugadores se lo pasan estupendamente, juegan para ganar, y la práctica está integrada en el marco de la escuela.

Es por tanto, deporte recreativo, competitivo, de rendimiento y escolar. Pero ¿Estas manifestaciones deportivas son educativas en el sentido más académico del término? Basta observar las actitudes de no pocos padres y entrenadores que presencian el partido para obtener una respuesta poco grata. Es muy frecuente encontrarse con partidos escolares donde las voces de los adultos gozan de una riqueza léxica digna del diccionario del insulto. Sus actitudes no varían respecto a las del fútbol adulto ni del fútbol infantil federado. Estas actitudes demasiado frecuentes se dan tanto en el deporte escolar como el federado. En uno y otro caso los equipos son similares, las instalaciones las mismas, los entrenadores y árbitros también, y el reglamento igual de burocratizado. Un deporte competitivo puede ser recreativo y educativo a la vez. Un campeonato escolar está tan burocratizado e institucionalizado como el federado, y las actitudes de padres, entrenadores y jugadores, frente al árbitro y al equipo contrario dependen de la educación y la sensatez de las personas y no del hecho de que el campeonato sea escolar o federado. La incidencia que una actividad deportiva tendrá sobre un individuo o sobre una población vendrá determinada, entre otros factores del entorno, por la aptitud y actitud del educador y del alumno, y por la coherencia y oportunidad de los contenidos reales que se llevan a cabo durante el período de entrenamiento. Poco importará que el equipo juegue una liga escolar, federada o un torneo recreativo de verano. No se puede caer en la simplificación de que el deporte escolar educa y el federado no, ni que la competición es perjudicial para los niños o que lo importante sea participar. Es necesario poder elaborar una taxonomía del deporte en función de la intencionalidad de la práctica que permita analizar de forma operativa una actividad, crear un marco de valores, límites y competencias en cada caso.

A efectos formativos hemos de considerar la actividad deportiva desde dos puntos de vista: 1. Como entidad digna de ser tenida en cuenta al valorar los medios que dispone la educación física para colaborar con otras áreas formativas destinadas a la educación del individuo y, por tanto, como un medio formativo orientado a la educación integral de la personalidad, lo que, cuando determinemos objetivos de la formación deportiva, permitirá establecer un primer nivel de objetivos de consecución: los objetivos generales y específicos de la formación integral de la persona, mediante el aprendizaje y la práctica de los deportes y la actividad física.

2. Como entidad que debe ser objeto de enseñanza y aprendizaje por sí misma. Esta perspectiva permitirá establecer otro nivel de objetivos relacionados con dicha noción: los objetivos específicos de cada deporte y de sus factores componentes.

Si bien a efectos generales educativos, para el ser humano sólo importa la primera perspectiva (educación integral), que sólo se alcanzará de modo conveniente si se profundiza de modo suficiente y de forma pedagógicamente correcta en el desarrollo de la segunda, debido a que durante el proceso de formación, y teniendo en cuenta que el deporte está subordinado a la educación, ambas interactúan y se insuflan los valores adquiridos del nivel que les es propio, a modo de alimentaciones recíprocas potenciadoras. Así, a mayor capacidad para el juego físico y deportivo, mayor desarrollo formativo de los diversos factores componentes del ser humano. Visto en otro sentido, el aumento de los valores personales, parte de los cuales provienen de la influencia de la práctica deportiva y otros de experiencias extradeportivas, a su vez acrecienta la capacidad para el juego, lo cual, de nuevo, incidirá sobre la capacidad para el juego, con lo que se organizará una espiral de interacciones con tendencia creciente.

Para un enfoque educativo de la actividad físico-deportiva se deben aprovechar todas las oportunidades que aparezcan para que los alumnos puedan plantear, explorar y analizar críticamente situaciones, hechos y conductas derivadas de una concepción del deporte elitista, eficientista, segregadora y mercantil. Concienciar al alumnado, a través de la reflexión y la práctica, de la existencia de una actividad física y deportiva de carácter lúdica, abierta, integradora y saludable, en la que la competición se subordina al juego y al desarrollo personal, y que es promotora de sentimientos de autoestima, de cooperación, de solidaridad y de bienestar individual y social.

El deporte polarizado hacia la competición, en su búsqueda del mayor rendimiento, ha generado y fomentado unas técnicas y métodos de entrenamiento cuya imitación descontextualizada y acrítica por parte del profesorado ha conducido al desarrollo de técnicas que orientan el proceso de enseñanza hacia la repetición de tareas y habilidades aisladas de la citación real de juego, que fomentan un aprendizaje mecánico y de total dependencia del alumno respecto del profesor, que subordinan el desarrollo de las capacidades cognitivo-motrices a la mejora de la técnica, que no toman en consideración el nivel de partida de los diferentes alumnos y cuya rentabilidad requiere una gran necesidad de tiempo del que no se dispone en las clases. Tampoco incluye el respecto al deseo individual y a la práctica en contextos lúdicos no competitivos. Entre las consecuencias que esta forma de orientar el proceso de enseñanza y aprendizaje tiene, se pueden señalar las siguientes: • La mayor parte del alumnado progresa muy poco en la utilización de las habilidades propias del juego.

• No existe apenas progresión en la comprensión táctica del juego y, por tanto, en el desarrollo del pensamiento táctico y de la capacidad de tomar decisiones.

• Aparece frecuentemente una falta de motivación hacia el aprendizaje al no apreciar el alumno la coherencia entre las tareas fraccionadas que realizan y el objetivo del juego.

• Fracaso en la formación de espectadores conscientes y entendidos. Para que el deporte y la actividad física infantil se conviertan en un hecho educativo, no basta con la mera organización y realización de actividades físicas y deportivas. Es necesario, además:

• Dotar a dicha práctica de todos aquellos recursos organizativos, pedagógicos y materiales que favorezcan la existencia de situaciones en las que los alumnos puedan analizar y reflexionar críticamente sobre la finalidad y el sentido que tienen las actividades.

• Que atiendan a la diversidad de sus intereses y de sus capacidades.

• Que orienten el planteamiento de las actividades de forma abierta e integradora.

• Que tiendan a realzar los aspectos recreativos y saludables de la práctica, por encima de los meramente competitivos y eficientistas, que promuevan las relaciones entre el alumnado en un ambiente solidario, cooperativo y tolerante.

Las actividades físicas deben enmarcarse en principios pedagógicos y finalidades educativas. Deben contribuir a la educación para la salud y el ocio, profundizando en la adquisición de conocimientos, habilidades, actitudes y valores que favorezcan el aprovechamiento saludable del tiempo libre, y consecuentemente, la obtención de mayores niveles de bienestar personal y social.

Han de seleccionarse aquellas actividades que fomenten la participación, que requieran un mínimo nivel técnico necesario para una práctica gratificante, actividades lúdicas con capacidad de motivación, y adecuación a los niveles educativos. Puede constituir una excelente oportunidad de recuperar y practicar aquellos juegos y deportes autóctonos, contribuyendo a potenciar un mayor sentido de identidad cultural y respeto a la comunidad a la que se pertenece.

Ha de diversificarse la oferta para que todos puedan participar y para que cada uno adquiera el mayor bagaje cultural. No ha de durar un curso escolar necesariamente, se pueden organizar por trimestres para facilitar el acceso a varios de ellos. Tendrán un especial tratamiento las clasificaciones y premios, valorando además de la eficiencia, la participación, el esfuerzo, la tolerancia, la cooperación, la generosidad, etc. Desde el punto de vista de la enseñanza comprensiva de los juegos deportivos, la labor didáctica del profesor se centra en provocar en el alumno el análisis de diferentes situaciones que se originan durante el juego, ralentizando o simplificando, en una primera fase, el ritmo o la complejidad de las acciones naturales que se producen, e incitando al alumno a la reflexión sobre la utilidad y utilización que se hace de las diferentes habilidades técnicas que posee. En este momento, el profesor se ocupa más del desarrollo de las capacidades de observación y de decisión que del resultado último de la utilización de una determinada habilidad técnica. A la diversidad de intereses y motivaciones del alumnado debe darse respuesta desde la variedad en la selección de las actividades, de manera que exista siempre, al menos, una posibilidad para los más reticentes a la participación. Han de aprovecharse las situaciones de discriminación que surjan para promover el análisis y reflexión crítica. Ha de hacerse un esfuerzo para la integración del alumnado con necesidades educativas especiales porque tienen derecho. A veces no será fácil ni para ellos mismos, debiendo ser motivados unas veces reforzando su autoestima, y otras, provocando el análisis y reflexión sobre su posible inferioridad competitiva, en algunas áreas. Algunas veces habrá que fomentar actividades para ellos, adaptando las generalistas realizadas por el resto de compañeros, … Se primará el aspecto lúdico. Dentro de una concepción abierta e integradora frente a otra eficientista y selectiva, reforzando la inclinación natural hacia la práctica deportiva, beneficiando así el desarrollo de actitudes positivas hacia la práctica de actividad físico deportiva a lo largo de la vida.

El deporte es en sí mismo un subsistema social desde el que es posible tratar valores reflejados en la propia actividad. Del conflicto inherente al ser humano e intrínseco en la actividad físico deportiva, por medio del diálogo democrático y el consenso en las reglas, se pueden desarrollar actitudes tolerantes y potenciar el comportamiento cívico y la solución reflexiva y crítica de la violencia que en algunas ocasiones se genera. Algunas situaciones son susceptibles de hacer reflexionar sobre la justicia o la solidaridad y conseguir personas equilibradas con un mayor respeto de la persona y armonía en la convivencia. El deporte y algunos de sus elementos constituyen bienes de consumo unidos a la calidad de vida. La publicidad, los diferentes objetos comercializados, incluso los ídolos hacen que el deporte sirva de instrumento para la educación del consumidor, la compra crítica, la incidencia sobre la propia salud, el análisis calidad/precio y las repercusiones en la economía familiar, … son factores que se han de analizar. La educación moral y cívica ha de repercutir en el cuidado de las instalaciones, sin que ello quiera decir que no se exija la mejora de las mismas. Otro aspecto es el de la educación medioambiental y el respeto y cuidado en la conservación del entorno natural. La educación vial entra en juego en los desplazamientos, el uso y desenvolvimiento de la vía pública con respeto de uno mismo de los demás. La práctica escolar de juegos y deportes no puede considerarse como una actividad neutra desde un punto de vista psicológico, social, cultural o afectivo, sino que, por el contrario, constituye un contexto de interacciones donde se producen multitud de aprendizajes de distinto tipo, de forma más o menos intencionada, consciente o explícita. Por ello es susceptible de aprovechamiento el potencial formativo, además de fomentar los aspectos gratificantes, lúdicos, saludables, enriquecedores, universales y de desarrollo personal y adquisición de conocimiento. Será necesaria la adopción de planteamientos metodológicos que permitan que los alumnos puedan sentir la falacia de unos estereotipos culturales que surgen de la hipertrofia del valor del rendimiento y de la victoria, que transmiten una imagen de la actividad física y deportiva dura, selectiva y gratificante únicamente para los vencedores y que esconde, frecuentemente, intereses económicos a la sombra del espectáculo deportivo. La comprensión de la competición como una parte del juego, la valoración del esfuerzo y de los resultados en función de las posibilidades de cada uno, la sensación del placer del movimiento por el movimiento, la proximidad afectiva que se establece en el trabajo en equipo a partir de actitudes cooperativas, tolerantes y solidarias, constituyen aspectos que, entre otros, deben asumirse metodológicamente como parte inseparable de una práctica físico-deportiva educativa, saludable y recreativa.

 

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