El desarrollo de la pericia en jóvenes jugadores de baloncesto en España
Resumen desarrollo de la pericia en jóvenes jugadores de baloncesto
A lo largo del itinerario deportivo de los jugadores, éstos atraviesan varias etapas estudiadas por diversos autores desde la década de los 80 (e.g.; Bloom, 1985; Côté, 1999; Sánchez, 2002). En cada una de ellas, se observan una serie de características comunes a todos los casos estudiados, al tiempo que se señalan cómo influyen diversos aspectos socioculturales (padres, entrenadores,…). El objeto de este estudio es conocer y analizar la trayectoria deportiva de jóvenes jugadores de baloncesto que están teniendo sus primeros contactos con el alto rendimiento deportivo. Para ello, se ha empleado la metodología cualitativa, a través del método biográfico, para identificar las fases que han atravesado una muestra de 3 jugadores jóvenes de baloncesto con edades comprendidas entre los 17 y los 22 años. Los resultados muestran la presencia de cuatro etapas en la trayectoria deportiva del jugador antes de consolidarse en el alto rendimiento. En cada una de ellas se observa una evolución en el rol que adquieren los padres y los entrenadores, así como en el tipo de actividades realizadas.
1. Introducción
El proceso para que un jugador de baloncesto alcance el más alto nivel de rendimiento es largo y complejo. En éste se suceden una serie de etapas en las que intervienen un gran número de factores, favoreciendo o dificultando al deportista ir desarrollando su pericia. El primer autor que identificó tres fases en el proceso de desarrollo de los deportistas fue Bloom (1985). En su estudio, se identificó una primera fase caracterizada por el apoyo externo por parte de los padres fundamentalmente, pero también de los entrenadores, profesores, etc., con el objetivo de ayudar al niño a ir adquiriendo las destrezas básicas. En la segunda fase de desarrollo, se observó como el apoyo externo se va reduciendo, siendo poco a poco más independiente el sujeto en su aprendizaje. Finalmente, se observó una tercera fase de perfeccionamiento, caracterizada por un elevado nivel de competencia, y en la que la mayor parte del aprendizaje tiene lugar de forma estructurada y autónoma por parte del individuo. Coincidiendo con la primera fase planteada por Bloom (1985), se encuentran Martindale, Collins y Abraham (2007), los cuales afirman la necesidad de inculcar a los más jóvenes durante sus primeros años aspectos como la diversión, habilidades fundamentales, tanto físicas como mentales, y la pasión por lo que hacen. Esto será un requisito básico para poder desarrollar en un futuro la pericia del deportista y llegar a considerar a éste como deportista experto. Posteriormente, otros autores presentaron un modelo de desarrollo más ajustado a los jóvenes deportistas (Côté, 1999; Côté, Baker & Abernethy, 2003; Côté & Hay, 2002). En este modelo, se observó una primera fase, los “años de prueba”, que tiene lugar entre los 6 y los 13 años, y en la que lo fundamental es que los niños se diviertan y entusiasmen a través del deporte. En esta fase practican varias actividades. Los padres generan las oportunidades para que sus hijos se diviertan ejerciendo el papel de líder y limitándose a animarle para que juegue. La segunda fase, denominada “años de especialización”, tiene lugar entre los 13 y los 15 años. La diversión sigue siendo importante, pero también cobra importancia el desarrollo de habilidades específicas del deporte. El deportista se centra en una o dos actividades como mucho. Los padres facilitan la participación deportiva sacrificando su vida social y apoyándole económicamente. Posteriormente, la tercera fase, “años de inversión”, tiene lugar aproximadamente sobre los 15 años hasta el final de la adolescencia sobre los 18. El jugador se compromete con una única actividad para alcanzar el más alto nivel de rendimiento. Los factores más importantes en esta etapa son la competitividad, la estrategia y el desarrollo de sus habilidades. Los padres les apoyan tanto económica como emocionalmente. Finalmente, surge la cuarta fase a partir de los 18 años. Consiste en el mantenimiento y perfeccionamiento de las habilidades específicas de cada deporte. Comparando el modelo de Bloom (1985) con el de Côté (1999), se encuentran varias similitudes. Sin embargo, hay dos aspectos en los que se diferencian especialmente. En primer lugar, las fases planteadas por Côté han sido obtenidas en el ámbito deportivo haciendo uso de conceptos específicos como juego deliberado y práctica deliberada (Côté & Hay, 2002). En segundo lugar, las tres fases de Bloom abarcan toda la vida deportiva del individuo, mientras que las tres primeras etapas del modelo de Côté se expanden desde los 6 hasta los 18 años aproximadamente, por lo que parece más representativo para el desarrollo de la pericia en el deporte. El hecho de que las tres primeras fases de Côté finalicen sobre los 18 años, hace que este autor se plantee la existencia de una cuarta fase marcada por el mantenimiento y el perfeccionamiento de las habilidades específicas de cada deporte (Côté, 1999). Por tanto, se puede diferenciar un primer proceso que se sigue hasta que se llega a lo más alto y un segundo periodo en el cual el objetivo será mantenerse en el mayor nivel de rendimiento (Durand-Bush, 2000). Sánchez (2002) también planteó dos fases en la evolución de la pericia en el estudio que realizó al analizar a nueve ex – jugadores considerados expertos en el baloncesto español. El punto de inflexión que destacó entre ambas fases tiene lugar aproximadamente a los 16 años. Hasta ese momento el deportista presenta características similares a las que plantean Bloom (1985) y Côté (1999) en sus dos primeras etapas: entrenamientos centrados en la técnica, un elevado volumen de entrenamiento por cuenta propia y la práctica simultánea de varios deportes. A partir de los 16 años, Sánchez afirma que el jugador pasa a comprometerse con una sola actividad deportiva aumentando considerablemente el tiempo que dedican al entrenamiento con el equipo. En general, se observa que, en los diferentes modelos propuestos, las características del tipo de práctica que realizan los deportistas evolucionan a lo largo de su proceso formativo. Côté y Hay (2002) establecieron cuatro tipos de actividades que se van sucediendo desde que el niño entra en contacto con el deporte hasta que alcanza su máximo rendimiento deportivo: i) el juego libre, que es un tipo de actividad en la que prima la diversión, no está controlado por ningún adulto por lo que no existen correcciones, y el niño se centra en la propia actividad, en el proceso, con el fin de pasárselo bien; ii) el juego deliberado, cuyo principal objetivo sigue siendo pasarlo bien, divertirse, la actividad puede estar controlada por los propios niños o por un adulto o monitor que puede establecer algunas pautas u orientaciones en la actividad, y suele llevarse a cabo hasta los 12 años; iii) el entrenamiento estructurado, regulado por un entrenador que proporciona correcciones a los deportistas, y se realiza con una orientación hacia la mejora del rendimiento; y iv) el entrenamiento deliberado, similar al anterior, pero la planificación del entrenamiento es más exhaustiva y las recompensas obtenidas suelen ser extrínsecas y a medio o largo plazo. De acuerdo con la propuesta de Côté et al. (2003), parece importante el hecho de realizar juegos libres o deliberados para alcanzar un elevado nivel de rendimiento. En estudios realizados con jugadores expertos se ha encontrado que dedicaban más tiempo a actividades recreativas relacionadas con su deporte, además de los entrenamientos de equipo, que aquellos otros que no alcanzaron dicho nivel (Salmela, Marques & Machado, 2003). Abernethy, Côté y Baker (2002) llegaron a resultados similares a los de Côté (1999) en cuanto al establecimiento de tres fases de participación deportiva, y la evolución del número de actividades deportivas y su compromiso. Estos estudios corroborarían el hecho de que una práctica menos estructurada puede ser beneficiosa para desarrollar jugadores más flexibles y adaptables que una práctica más estructurada y bajo la supervisión de los entrenadores (Williams & Hodges, 2005). Sin embargo, otros estudios similares no confirman la necesidad de que los deportistas jóvenes practiquen diversas actividades deportivas (Ward, Hodges, Williams & Starkes, 2004). Hasta el momento, la mayoría de las investigaciones sobre el desarrollo de la pericia en jugadores de baloncesto españoles (Sáenz-López, Ibáñez, Giménez, Sierra & Sánchez, 2005; Sánchez, 2002; Sánchez et al., 2006) se han realizado tomando como muestra de estudio jugadores expertos. Pero el hecho de haber transcurrido muchos años desde los primeros años de la iniciación deportiva de dicha muestra, puede provocar que no recuerden todo lo que rodeó a su proceso de formación olvidando detalles que pudieran ser relevantes. Por ello, el objeto de este artículo consiste en analizar el proceso de formación de jóvenes jugadores de baloncesto, antes de que sean considerados expertos en su deporte, determinando las fases que han atravesado en su trayectoria deportiva.
2. Material y método
Se ha empleado una metodología cualitativa a través del método biográfico La técnica cualitativa utilizada es el estudio de casos múltiples (tres relatos de vida), y mediante entrevistas (biográficas y semiestructuradas). El estudio de casos múltiples permite que con pocos sujetos se pueda aprender mucho dada la gran cantidad de información que estos pueden proporcionar (Patton, 1990; Stake, 1999). Mientras que la entrevista es una de las formas básicas de hacerse con un relato biográfico (Pujadas, 1992). En la realización del estudio participó una muestra compuesta por tres jugadores de baloncesto de edades comprendidas entre los 18 y los 20 años, con relación contractual con un club participante de la liga ACB (Asociación de Clubs de Baloncesto). Todos ellos cumplen las siguientes condiciones: i) tienen una edad comprendida entre los 17 y los 22 años; ii) han jugado en selecciones nacionales; iii) entrenan al menos dos días por semana con un equipo de liga ACB; iv) se encuentran en una situación contractual con el club; y v) están considerados en su club como jugadores de proyección, realizando un trabajo específico. Las entrevistas fueron grabadas para su inmediata transcripción. Una vez que se dispone de las transcripciones (datos cualitativos) se pasa a reducir dichos datos. Este procedimiento es lo que se denomina análisis de datos cualitativos, el cual hace referencia al proceso que se sigue intentando no alterar la naturaleza del texto categorizando la información recopilada (Rodríguez, Gil & García, 1996). Siguiendo los pasos señalados por Côté y sus colaboradores (Côté, Salmela & Russell, 1995), se realizó una aproximación en la que los comentarios y frases realizadas durante las entrevistas se identificaron como las “unidades de significado” de análisis dentro de los temas establecidos. Estas unidades de significado fueron revisadas, de tal manera que aquellas similares fueran agrupadas en torno a etiquetas, posteriormente en torno a propiedades, y finalmente en torno a categorías, de acuerdo al proceso señalado.
3. Resultados
Todos los sujetos coinciden en el hecho de que comenzaron a jugar al baloncesto antes de los 11 años, aunque no todos se dedicaron exclusivamente al baloncesto, simultaneando dicha práctica deportiva con otras actividades. La falta de tiempo o el poco disfrute de las otras actividades propiciaron el abandono de éstas. Todos ellos se dedican sólo al baloncesto desde los 11 años, si bien alguno en su tiempo libre, a veces, realiza otras actividades deportivas. Todos los deportistas entrevistados señalan una primera etapa en la que prima la diversión y el disfrute por la actividad, con entrenadores más cercanos y, donde sus padres juegan con ellos. Uno de los participantes recuerda lo siguiente: “Si mi padre tenía tiempo libre, siempre le decía si quería venir conmigo a jugar o si no, llamaba a algún amigo, pero si no podía, igual iba solo. Mis entrenadores me decían que hay que jugar para divertirse.”(Sujeto 2) Todos los jugadores de baloncesto entrevistados coinciden en el incremento del volumen de entrenamiento a lo largo de los años. Las mayores diferencias se encuentran en el paso de jugar en canasta de minibasket (hasta los 12 años) a canasta grande (categoría infantil). En ese momento, aparece un aumento de la frecuencia de entrenamiento y el inicio de un trabajo de preparación física. Sin embargo, aparece otro notable incremento del volumen de entrenamiento a los 15-16 años. “Según te ibas haciendo un poco más mayor cambiaban los días de entrenamiento, de 3 pasa a 4 y al final 5 casi con el partido y todo. Pero casi siempre 3 horas. Hacía mitad físico y mitad balón.” (Sujeto 1) Los resultados también muestran un incremento de la exigencia en los entrenamientos con el paso de los años, especialmente cuando comienzan a entrenar con un equipo de liga ACB. “Con el paso de categorías te van exigiendo más, te van concretando más las cosas que puedes hacer. Todo se va haciendo como más estricto, más profesional.” (Sujeto 1) Todos los jugadores entrevistados afirmaron la importancia que tuvieron sus padres a lo largo de su trayectoria deportiva. Todos ellos destacan la ayuda que les han prestado sus padres a nivel emocional, informacional o económico, aunque para ello tuvieran que realizar determinados sacrificios: “Con mi padre siempre que quiero tirar o hacer cosas siempre viene conmigo. Mi padre está siempre ahí cuando quiero hablar de cosas y todo eso. (Sujeto 3) “Mis padres de pequeño más que nada como no puedo ir a entrenar solo, han faltado a alguna reunión o algo por llevarme a mí, me ayudaron y se sacrificaron porque la ropa y eso siempre me la dieron.” (Sujeto 2) En cuanto a la relación que mantuvieron con sus entrenadores, todos los sujetos entrevistados coinciden al afirmar que la relación con sus primeros entrenadores fue muy estrecha. Sin embargo, cuanto más alto es el nivel competitivo, más distante y formal es dicha relación, llegando a ser meramente profesional al alcanzar el alto rendimiento deportivo.
4. Discusión
En primer lugar, nuestros resultados muestran similitudes con las fases planteadas tanto por Bloom (1985), como por Côté (1999). Las características que plantean ambos autores en la primera etapa aparecen reflejadas en todos los deportistas entrevistados. Éstos señalan la importancia que se da a la diversión y el disfrute de la actividad, con entrenadores más cercanos y donde sus padres juegan con ellos. Las edades que plantea Côté (1999) en su modelo de participación deportiva, de los 6 a los 13 años, son coincidentes con las que muestran los jugadores de nuestro estudio. Todos ellos se iniciaron en el baloncesto entre los 6 y los 10 años. A partir de los 12 años, da comienzo la segunda etapa, que coincide con el paso a canasta grande. En esta fase, los jugadores entrevistados se centran a nivel deportivo solo en el baloncesto, aumentando la dedicación y el compromiso deportivo (Bloom, 1985; Côté, 1999). Es decir, el volumen de entrenamiento se incrementa considerablemente. Para Côté, esta etapa se extendería hasta los 15 años de edad. El papel de los padres evoluciona, al igual que plantea Bloom, teniendo que realizar algunos sacrificios para que sus hijos continúen con su actividad. En todo momento, los jugadores sentirán que sus padres les apoyan. Este ambiente familiar positivo también es mencionado en las entrevistas realizadas a jugadores expertos en baloncesto (Sáenz- López et al., 2005; Sánchez, 2002; Sánchez et al., 2006). Alrededor de los 15-16 años se encuentra otro punto de inflexión donde la frecuencia de entrenamiento vuelve a aumentar estabilizándose hasta que se produce otro incremento al pasar a entrenar con un equipo de liga ACB, entre los 17 y los 22 años. En este momento, los jugadores entrevistados señalan la existencia de una mayor profesionalidad, con entrenadores más distantes centrados en la competición y, donde los padres se limitan a apoyar emocionalmente a sus hijos, todas ellas características comunes con la segunda fase planteada por Sánchez (2002) o con la tercera fase de Bloom (1985) y que definió como etapa de perfeccionamiento. La práctica deportiva realizada por un individuo debe ser analizada desde una visión holística. El desarrollo de la pericia podrá ser mayor entendiendo la importancia que tiene cada una de las vivencias del deportista (Martindale et al., 2007). Además de la práctica del baloncesto, se ha de tener en cuenta el resto de las actividades realizadas por el deportista, pues éstas van a influenciar su desarrollo. En esta investigación se encuentran diferencias en cuanto al número de actividades realizadas durante los primeros años al compararlas con otros estudios que afirman que hasta los 12 ó 13 años se practican bastantes actividades deportivas (Abernethy et al., 2002; Baker et al., 2003; Bloom, 1985; Côté, 1999; Sánchez, 2002). En este estudio, sólo se constató este hecho en uno de los jugadores entrevistados. Por tanto, los resultados coinciden más con el estudio de Ward, Hodges, Williams y Starkes (2004) en el cual no se encontraron diferencias significativas con el número de deportes practicados. En una disciplina deportiva como el baloncesto que requiere de un gran volumen de entrenamiento para alcanzar el nivel de experto, los jugadores no suelen practicar un gran número de otros deportes (Baker et al.). El tipo de práctica que se va realizando con el paso de los años también debe ir evolucionando adecuando las actividades a la edad y nivel de maduración de los deportistas (Côté et al., 2003b), evitando siempre la especialización precoz. En ese sentido, nuestros resultados también coinciden con la evolución que sigue el tipo de práctica llevada a cabo por los deportistas según plantean Côté y Hay (2002). Los deportistas entrevistados afirman haber jugado por su cuenta, especialmente durante su etapa en minibasket. En algunas investigaciones (Sánchez, 2002; Sánchez et al., 2006) se destaca especialmente ese entrenamiento informal o por cuenta propia que realizan los jugadores. Sin embargo, con el paso de los años, el tipo de práctica pasó a ser eminentemente en forma de entrenamiento tanto estructurado como deliberado. Todos ellos han realizado un trabajo complementario durante la temporada en su etapa senior, y dos de ellos lo han recibido en categorías inferiores a partir de los 15 años. Si bien todos ellos disfrutan con la actividad, como sugiere Roy (2004). Ese disfrute que sienten va cambiando con los años según van reduciendo considerablemente el tiempo que juegan por su cuenta, lo que se ha denominado entrenamiento informal. Aunque la seriedad sea cada vez mayor sienten placer por el mero hecho de entrenar.
5. Conclusión
Las principales conclusiones que se pueden extraer a partir de este estudio son: i) en primer lugar todos los jugadores de baloncesto que se han entrevistado empezaron a jugar al baloncesto antes de los 11 años; ii) durante su trayectoria deportiva se observan cuatro etapas bien diferenciadas con características propias; iii) el desarrollo de la pericia de los deportistas entrevistados conjuga tres tipos de entrenamiento a lo largo de la evolución de estos jugadores de baloncesto: un entrenamiento formal con su equipo, un entrenamiento informal o por cuenta propia y, un entrenamiento complementario con la ayuda de un entrenador.
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