El tiempo de reacción motora como biomarcador/indicador de longevidad y calidad de vida en mayores
Resumen
La influencia de la práctica de actividad físico-deportiva sobre el tiempo de reacción ha sido estudiada en poblaciones “normales”, permitiendo acortar el tiempo que separa la presentación de un estímulo y la respuesta al mismo (Whiting, 1979; Alves, 1990; Tavares, 1993). Diversos trabajos han mostrado que se puede reducir el tiempo de reacción en los mayores con la práctica de actividad física (Hunter et al., 2001). Asimismo, con el ejercicio físico sistemático el tiempo de reacción de los mayores se puede igualar al de los jóvenes (Light et al., 1996). 50 hombres y mujeres de la ciudad de Melilla, (52% sedentarios (M= 67,74 años) y 48% activos (M=68,82 años)) participaron en un estudio donde la variable dependiente ha sido la respuesta de reacción medida a través del tiempo de elección simple a estímulos luminosos.
Los resultados encontrados señalan que los sujetos del grupo experimental (participantes en un programa de actividad física moderada) alcanzan mejores tiempos de reacción a los estímulos luminosos presentados en las tres zonas visuales consideradas en el estudio (GE TRPeriférica M= .38 SD=.24, TRParafoveal M=.43 SD=.85, TRFoveal M=.45 SD=.30; GC TRPeriférica M=.48 SD= .24, TRParafoveal M=.75 SD= .85, TRFoveal M=.56 SD=.27.
Introducción
Hablar de longevidad o anti-envejecimiento, no es buscar obsesivamente la prolongación agónica de la vida sino crear las condiciones para vivir una vida positiva, plena y con autonomía, que es lo mismo que decir con salud o calidad de vida. Las estrategias para buscar esta concepción de longevidad deben ser integrales afectando a los tres planos del ser humano: el biológico, el psicológico y el social, en interacción entre sí; y modificando diferentes categorías de hábitos relacionados con la salud: alimentación, descanso, interacción social y, entre ellos, la actividad física.
La actividad física constituye una de las actividades claves de las intervenciones anti-envejecimiento. Los datos demuestran sus efectos positivos en términos generales y específicos sobre los distintos planos y funciones de la persona. Por tanto, podemos considerarla como instrumento clave para la salud y calidad de vida.
Pero la actividad física per-se, cualquier tipo de ejercicio físico, no produce esos efectos positivos. Una actividad extenuante, desorganizada o excesivamente genérica, puede tener efectos negativos, o al menos difusos, para la salud y, por tanto, para la longevidad (Miquel, 1991).
Como alternativa a una actividad física genérica o desorganizada, debemos ajustar las tareas y los programas de forma operativa e intencional a los objetivos concretos de anti-envejecimiento que establezcamos en los diferentes planos y funciones para la longevidad y la calidad de vida.
Los programas de actividad física para la longevidad, pues, deben integrarse con las estrategias integradas de intervención. Debemos entender que practicar sistemáticamente un programa de actividad física implica instaurar y mantener nuevos hábitos en la persona, por ello, conocer y organizar los factores psicológicos que contextualizan estos programas es clave para su optimización. Los efectos positivos de un programa de actividad física en los mayores, o contra el envejecimiento, se consiguen por su continuidad, por su mantenimiento durante un largo período (Rosenfeld, 1985; Blair & Brodney, 1999).
Aunque aceptando que envejecer es un proceso básicamente biológico y genético, no podemos restringirlo exclusivamente a ellos. La acción del medio ambiente, del aprendizaje y del entrenamiento puede influir condicionando la calidad del envejecimiento en cada sujeto.
Estudios epidemiológicos han demostrado una alta correlación entre la práctica regular de ejercicio físico y el aumento de la esperanza de vida. Investigaciones longitudinales y transversales realizadas en Finlandia (Sarna; Sahi; Koskenvuo, Kaprio, 1993) o Estados Unidos y Holanda (Bortz, 1991) han confirmado la relación positiva entre ejercicio y esperanza de vida, sobre todo con el mantenimiento de los índices de salud hasta el final de la vida por parte de la población que hacía actividad física. En sintonía con estos autores, Christensen, Payne, Wughalter, Yan, Henehan & Jones (2003) señalan que un estilo de vida donde la actividad física es regular provocará una reducción en los decrementos relacionados con la edad de tipo neuromuscular; en otras palabras, las dosis de actividad física podrían aliviar los decrementos de velocidad de entrada sensorial y rendimiento motor durante discriminaciones simples y selectas.
Diversos autores han querido concretar los efectos asociados de la actividad física con la salud. Así, Pate (1995) establece tres cuestiones básicas que se debe responde en las investigaciones sobre la actividad física y la longevidad: (a) ¿Qué tipo de ejercicio se asocia a cada beneficio específico de la salud ligado a la longevidad?, (b) ¿Existe una cantidad óptima recomendada de actividad física para incrementar los índices de longevidad?, y (c) ¿Existe una cantidad mínima de ejercicio físico para producir beneficios claros sobre la salud y la longevidad?.
Asimismo, las investigaciones realizadas han precisado las características que debe tener la actividad física que se realice con el objetivo de incrementar la longevidad. Parece ser que el ejercicio debe ser variado, orientado a cada objetivo específico de salud, adaptado a las capacidades actuales del sujeto y aplicado mediante una práctica a largo plazo (Rosenfeld, 1985). Un programa de ejercicio practicado como parte del estilo de vida personal, desde la juventud, es el que mayor longevidad aporta (Blair & Brodney, 1999). Respecto de los efectos que produce el ejercicio sobre la longevidad, debemos ser, igualmente, más precisos. La longevidad o el envejecimiento se han de interpretar de una forma específica y operativa y no ligado irremediable y genéricamente a la edad cronológica; sino a la edad funcional o a los biomarcadores de envejecimiento
Los biomarcadores que parecen mejorar con la práctica del ejercicio físico son: (a) la función respiratoria, (b) la tensión arterial y (c) los tiempos de reacción (Borkan & Norris, 1980).
La respuesta de reacción, de la que el tiempo de reacción es uno de sus componentes, es una medida tradicional del ámbito psicológico, particularmente del Control y el Aprendizaje Motor. Nos puede ofrecer información de los distintos procesos comportamentales: Percepción, Decisión, Anticipación, Memoria o Atención (Oña, 1994).
Se entiende por Tiempo de Reacción (TR) “el tiempo que transcurre entre la aparición del estímulo y la ejecución de la respuesta motora apropiada” (Alves, 1990: 72).
Dentro de este constructo, se consideran diferentes tipos de tiempos de reacción. En el presente estudio se utilizarán los tiempos de reacción simple (TRS) y los tiempos de reacción de elección (TRE). El TRS puede ser definido como la aplicación de un único estímulo para el cual existe una respuesta predeterminada. En las tareas de tiempo de reacción simple se aplica un estímulo único al que corresponde una única respuesta pre-determinada, es decir, el estímulo es siempre el mismo y la respuesta también.
Tal y como refiere Alves (1985), el TRS varía, por ejemplo, de acuerdo con el órgano sensorial estimulado y no con el tipo de estímulo, aunque habitualmente hay una relación estrecha entre estímulo y órgano receptor (Richalet et al.,1981).
El Tiempo de Reacción de Elección ha sido definido por Alves (1985) como el tiempo que transcurre entre la aparición de un estímulo, de entre los varios posibles, y la respuesta motora adecuada a ese estímulo.
En tareas de TRE son presentados dos o más estímulos diferentes, correspondiendo a cada uno una respuesta específica. En oposición a la predeterminación de la respuesta que caracteriza a las tareas de TRS, en las tareas de TRE existe un desconocimiento de la naturaleza del estímulo y del momento de su aparición, así como de la naturaleza de la respuesta.
En la tentativa de analizar la importancia del TR verificamos que esta variable es un componente fundamental en la realización de múltiples actividades, incluso de la vida cotidiana, entendiéndose como la velocidad de procesamiento de la información, de la toma de decisión y del inicio de la acción.
Según Alves (1982:35), parece que la velocidad de conducción nerviosa no puede ser mejorada de forma significativa, llevándonos a la conclusión de que, teniendo en cuenta las diferentes fases del procesamiento de información, la mejora del TR ocurre a nivel del análisis y decisión central, el denominado tiempo perceptivo. Será entonces a este nivel que los efectos del entrenamiento se harán sentir más eficazmente. A este respecto Bard y Fleury (1976) afirman que “con la práctica, el tiempo necesario para el reconocimiento de un estímulo y su interpretación disminuye considerablemente“.
La influencia de la práctica de actividad físico-deportiva sobre el tiempo de reacción ha sido estudiada en poblaciones “normales” y parece evidente la influencia de la práctica deportiva sobre el tiempo de reacción, permitiendo acortar el tiempo que separa la presentación de un estímulo y la respuesta al mismo (Whiting, 1979; Alves, 1990; Tavares, 1993).
Diversos trabajos han mostrado que se puede reducir el tiempo de reacción en los mayores con la práctica de actividad física (Hunter et al., 2001). Asimismo, con el ejercicio físico sistemático el tiempo de reacción de los mayores se puede igualar al de los jóvenes (Light et al., 1996), si bien las diferencias relacionadas con la edad respecto a la actuación, son sustancialmente más pequeñas para tareas que requieren cantidades menores de mando ejecutivo (Kramer et al., 2000). Existen datos que apoyan el pensamiento de que los niveles moderados y altos de actividad física pueden proporcionar efectos positivos frente al declive cognoscitivo; concretamente la actividad física puede mejorar la función del mando ejecutivo en los mas mayores afectando a la distribución de la amplitud de P3 (ERP –potencial evento-relacionado-) relacionado con la memoria y el proceso de atención, y disminuyendo la latencia de P3 relacionada con la velocidad del proceso cognoscitivo. Por tanto, se puede hablar de resultados beneficiosos para la salud cognoscitiva durante el envejecimiento avanzado.
Como marcador de longevidad y medida de los procesos psicológicos, el tiempo de reacción pude ser utilizado como variable dependiente para comprobar los efectos generales y específicos de la actividad física como mejora de la calidad de vida de los mayores.
Respecto a este último, diversos trabajos han mostrado que se puede reducir el tiempo de reacción en los mayores con la práctica de actividad física (Hunter et al., 2001). Asimismo, con el ejercicio físico sistemático el tiempo de reacción de los mayores se puede igualar al de los jóvenes (Light et al., 1996), si bien las diferencias relacionadas con la edad respecto a la actuación, son sustancialmente más pequeñas para tareas que requieren cantidades menores de mando ejecutivo (Kramer et al., 2000). A partir de estos hallazgos, el tiempo de reacción pude ser utilizado como biomarcador de longevidad para comprobar los efectos generales y específicos de la actividad física en la mejora de la calidad de vida de los mayores.
Christensen & al. (2003) llevaron a cabo un estudio con 3 grupos de mayores (un grupo que realizaba actividad física alta, otro grupo que realizaba actividad física moderada y un tercer grupo cuyos componentes no realizaban ningún tipo de actividad física). Los resultados encontrados mostraron que los sujetos del grupo de actividad física alta presentaban tiempos de reacción simple significativamente mejores que los otros dos grupos de estudio, mientras que no hubo diferencias significativas entre ellos en el tiempo de reacción de elección, aunque el grupo de alta actividad física mostraba mejores desempeños que los otros tres grupos.
A partir de estos datos, el estudio que aquí se describe se plantea como objetivos:
- Comprobar los efectos diferenciales que los programas de actividad física realizados sistemáticamente, con frecuencia y durante un período prolongado tiene respecto a sus efectos positivos en los componentes de la respuesta de reacción motora como indicador/biomarcador de la calidad de vida
- Determinar la existencia de diferencias en función del género
- Valorar los efectos en el subgrupo de mayor edad de los participantes en el estudio
MÉTODO
Muestra
La muestra global ha estado formada por 50 hombres y mujeres de la ciudad de Melilla (España), de los cuales un 52% son personas sedentarias en estos momentos de su vida (M= 67,74 años; SD=6,75 ) y un 48% de sujetos que mantienen una práctica habitual de actividad física moderada durante al menos 1 año (M=68,82 años; SD=8,03).
Variables y Diseño
La variable independiente utilizada ha sido la participación o no en programas de actividad física en el último año, obtenida de encuestas personales y de la base de datos de las instituciones (Centro de Mayores). La variable dependiente ha sido la respuesta de reacción medida a través del tiempo de elección simple a estímulos luminosos medido con el instrumental desarrollado por el grupo de investigación “Análisis del Movimiento Humano”.
El diseño experimental utilizado ha sido un diseño de dos grupos con solo medida postest, un grupo control que ha sido será el conformado por los sujetos sedentarios y un grupo experimental que ha sido el conformado por los sujetos que participan de forma habitual en programas de práctica de actividad física en el último año, siendo la variable independiente de clasificación y no de intervención directa en esta fase experimental.
Instrumental
El sistema de registro de la respuesta de reacción ha sido diseñado y desarrollado por los autores de este trabajo pertenecientes al grupo de investigación “Análisis del Movimiento Humano” de la Universidad de Granada (figura 1).
Figura 1. Test de evaluación del tiempo de reacción motora y tiempo de movimiento ante estímulos luminosos y/o figuras geométricas
Procedimiento
Una vez constituidos los grupos de sujetos (control y experimental), se fue citando a todos ellos de forma organizada para la realización de la prueba experimental, la cual consistía en la presentación de 20 estímulos luminosos mediante una serie de leg situados encima de unos trípodes a lo largo de todo el arco visual (ver figura 1), de forma aleatoria, teniendo los participantes en estudio iniciar su respuesta motora una vez presentado el estímulo de la forma más rápida posible, desplazándose hasta un pulsador situado a 4 m. para determinar el tiempo de movimiento. El instrumental determinaba el tiempo de reacción (tiempo transcurrido entre la presentación del estímulo y la ruptura con el haz de la célula fotoeléctrica), el tiempo de inicio de la respuesta (tiempo transcurrido entre la ruptura con el haz de la célula fotoeléctrica y el despegue del pie de la alfombrilla) y el tiempo de movimiento (tiempo transcurrido entre el despegue del pie de la alfombrilla y el contacto con el pulsador), así como el tiempo global (ver figura 2).
Figura 2: Hoja de resultados emitida por el sistema de registro
Los sujetos fueron informados de forma normalizada del funcionamiento del instrumental y de la medida del tiempo de reacción. Posteriormente realizaron un ensayo de prueba y calentamiento con sólo 6 estímulos, para pasar a realizar la prueba de registro experimental.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Los resultados encontrados señalan que los sujetos del grupo experimental (participantes en un programa de actividad física moderada) alcanzan mejores tiempos de reacción a los estímulos luminosos presentados en las tres zonas visuales consideradas en el estudio (GE TRPeriférica M= .38 SD=.24, TRParafoveal M=.43 SD=.85, TRFoveal M=.45 SD=.30; GC TRPeriférica M=.48 SD= .24, TRParafoveal M=.75 SD= .85, TRFoveal M=.56 SD=.27 (ver figura 2).
Figura 3: Comparación valores tiempo de reacción ambos grupos de estudio
Al compararlos resultados encontrados en virtud del género, se observa que en todas las situaciones de estudio (zonas visuales) las mujeres del grupo experimental alcanzan mejores resultados, mientras que los hombres del grupo experimental muestran peores desempeños que los hombres del grupo control (ver figura 4)
Figura 4: Comparación de los valores del tiempo de reacción en ambos grupos de estudio por género
Con estos datos encontrados, se seleccionaron solamente aquellos sujetos de ambos grupos de estudio con edades comprendidas entre 70-80 años, para conocer en que medida estas diferencias encontradas se mantenían en el grupo se sujetos de edades más avanzadas (ver figura 5)
Figura 5: Comparación de los valores del tiempo de reacción en el subgrupo de 70-80 años en ambos grupos de estudio
Como se observa en la figura 5, en las tres áreas visuales consideradas, los tiempos alcanzados por los sujetos del grupo experimental son sensiblemente mejores que los mostrados por los sujetos del grupo control (GE TRPeriférica M= .32 SD=.34, TRParafoveal M=.33 SD=.66, TRFoveal M=.47 SD=.42; GC TRPeriférica M=.55 SD= .34, TRParafoveal M=.82 SD= .57, TRFoveal M=.66 SD=.42), lo que parece confirmar que la participación en programas de actividad física parece ralentizar/disminuir la pérdida progresiva en la capacidad del tiempo de reacción como consecuencia de la variable edad, evitando el deterioro que en este constructo se detecta en las personas mayores de 50/60 años, tal y como señala Jensen (1985).
CONCLUSIONES
Los datos encontrados, aunque no determinen diferencias significativas entre ambos grupos de estudio, muestran la tendencia ya señalada en anteriores estudios que indicaban que la participación en programas de actividad física favorece una mejor respuesta en el biomarcador “respuesta de reacción”, especialmente en el denominado tiempo de reacción simple, a la presentación de estímulos luminosos en todas las áreas visuales. Estos mismos datos fueron ya reseñados por Christensen & al. (2003), pudiendo ser la posible causa de la inexistencia de diferencias significativas entre los valores de ambos grupos de estudio el hecho de que la intensidad exigida en el programa en el que participaban los sujetos del grupo experimental tuviera un nivel moderado, cuestión que ya se constató en el citado estudio, encontrando solamente diferencias significativas entre el grupo de práctica física intensa respecto a los otros dos grupos de estudio.
Asimismo los resultados pueden estar condicionados por la historia de vida de algunos de los participantes del grupo control, ya que como señalan Blair & Brodney (1999) los programas de actividad física tienen efectos sobre la longevidad a largo plazo, y por tanto la práctica en actividades deportivas llevada a cabo en su juventud por algunos de éstos puede estar influyendo y enmascarando los datos obtenidos y explicando la falta de diferencias significativas.
No se han encontrado diferencias significativas por cuestión de género, salvo en el caso del grupo de mujeres del grupo experimental, las cuales presentan mejores tiempos de reacción que los demás grupos considerados. Estos datos coinciden por los hallados por León, Oña, Bilbao y Ureña (2010) en un estudio con mayores de la provincia de Granada
Es también reseñable, por cuanto inciden en la importancia de la participación en programas de actividad física, los datos encontrados al comparar solamente los valores encontrados para los sujetos de ambos grupos situados en el rango de edad entre 70 y 80 años, ya que los sujetos del grupo experimental muestran desempeños sensiblemente mejores que los mostrados por los sujetos del grupo control. Este dato parece indicar como la participación en un programa de actividad física parece ralentizar/disminuir la pérdida progresiva en el tiempo de reacción como consecuencia de la variable edad, evitando el deterioro que en este constructo se detecta en las personas mayores de 50/60 años, tal y como señala Jensen (1985).
AGRADECIMIENTOS
Nuestro agradecimiento al IMSERSO, a la Dirección del IMSERSO y del Centro de Día de la Ciudad Autónoma de Melilla y a todos los participantes en este estudio por su colaboración y compromiso en el desarrollo del mismo
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