Factores individuales y sociales que facilitan la práctica físico deportiva de tiempo libre en adolescentes. Un análisis de la realidad.
INTRODUCCIÓN.
Hace algún tiempo que se viene denunciando que una gran cantidad de la población mundial puede ser considerada como sedentaria, gracias al proceso de urbanización social al que estamos sometidos. Esta nueva situación social se traduce en un predominio de trabajos con bajo gasto energético, un uso generalizado y casi exclusivo de transportes motorizados y un mayor empleo del tiempo libre en actividades sedentarias como pueden ser ver la televisión o jugar con el ordenador/videoconsola.
Ha sido ampliamente demostrado que el sedentarismo es un factor de riesgo que contribuye al aumento del síndrome metabólico (LaMonte, Barlow, Jurca, Kampert, Church y Blair, 2005), de la obesidad (Photiou, Anning, Mészáros, Vajda, Mészáros, Sziva, Prókai y Ng, 2008), así como de la proliferación de otras enfermedades, algunas asociadas a ésta, entre las que se sitúan las enfermedades cardiovasculares (Elousa, 2005), cerebrovasculares (Elousa, 2005), la diabetes tipo II (Healy, Wijndaele, Dunstan, Shaw, Salmon, Zimmet y Owen, 2008) y la osteoporosis (Toigo, Beatrici, Azevedo y Roubuste, 2002).
El estilo de vida sedentario propio de una gran parte de la población que vive en el mundo desarrollado es considerado, por sus repercusiones sobre la salud, como la epidemia del siglo XXI, siendo actualmente centro de atención internacional de las políticas sanitarias y educativas (Hernández, Velázquez, Martínez, Garoz, López y López, 2008), al constituir una de las principales causas de muerte y disminución de la calidad de vida. Como puede intuirse, el estilo de vida influye en la salud teniendo una influencia directa en la morbilidad e incluso en la mortalidad (Wei, Kampert, Barlow, Nichaman, Gibbons, Paffenbarger y Blair, 1999). Un estilo de vida activo, saludable, contribuye a un funcionamiento más eficiente de diversos sistemas corporales, al mantenimiento de peso, a una reducción de enfermedades degenerativas, a una reducción de la mortalidad y a un incremento en la mejora global de calidad de la vida.
Esta enorme preocupación social se extiende hasta los más jóvenes, ya que los hábitos adoptados durante los últimos años y el estilo de vida han provocado una evolución negativa de los mismos (Moreno, Muñoz-Tinoco, Pérez y Sánchez-Queija, 2004), materializándose en un incremento importante del sedentarismo en la población más joven (Kann, Kinchen, Williams, Ross, Lowry, Grunbaum, y Kolbe, 2000; Trost, Pate, Sallis, Freedson, Taylor, Dowda y Sirard, 2002).
Pero las consecuencias de este estilo de vida van más allá. Así, Pastor, Balaguer y García-Merita (2006), en un estudio realizado con adolescentes de entre 15 y 18 años, concluyeron que la realización de actividad físico-deportiva ejerce una influencia indirecta sobre las conductas de salud. La inactividad física se asocia con hábitos de consumo de sustancias perjudiciales para la salud como son el tabaco (Carrasco, 2004; Moreno y cols., 2004) y el alcohol, problema muy preocupante en la juventud española (Espada, Pereira y García-Fernández, 2008). Además, la práctica regular de actividad física se ha relacionado con la lucha contra la drogodependencia (Moreno y cols., 2004).
No es de extrañar que ante esta situación, la Organización Mundial de la Salud y el Parlamento Europeo, promocionen a la actividad física como una de las prácticas de mayor relación con condiciones de vida saludables, en oposición al sedentarismo, y otras conductas poco recomendables, como puede ser el tabaquismo y consumo de drogas, que son factores de impacto negativo sobre la salud especialmente de las dolencias crónicas no transmisibles.
Factores que condicionan la práctica de actividad física de tiempo libre
Es aquí donde entra el profesor de Educación Física como agente de promoción de la actividad física de tiempo libre puesto que sabemos que diversos elementos que rodean al individuo, facilitan o dificultan la realización de práctica de actividad física. Ser activo o sedentario es una decisión personal, que sin embargo está determinada por diferentes factores (Chillón, Delgado, Tercedor y González-Gross, 2002). La realización de práctica de actividad física, como cualquier otro comportamiento, está influenciado por factores de dominios múltiples: psicológico, social y ambiental. Optamos por clasificar estos determinantes en dos grupos, tal y como lo hizo Eyler (2002):
- individuales
- socioambientales.
Figura 1. Factores individuales y sociales que inciden en la realización de actividad física de tiempo libre.
Entre los factores de tipo individual, en los que se incluyen aspectos biológicos y psicológicos, se incluyen de la misma manera otros determinantes como los sociodemográficos, biológicos, cognoscitivos, emocionales y los atributos relativos a la destreza.
El género es una de las variables más analizada en relación a la práctica de actividad física. Se ha comprobado en diferentes trabajos como los de McKenzie, Sallis, Broyles, Zive et al. (2002) y Nuviala, Ruiz y García (2006), que las mujeres son más sedentarias que los hombres. De la misma forma, la edad, aunque sea de forma negativa, condiciona la práctica física tal y como se ha observado en numerosos estudios e incluso a lo largo de la propia adolescencia (Gavarry, Comoni, Bernard, Seymat y Falgairette, 2003; Nuviala, Ruiz y García, 2006).
Si seguimos profundizando en los estudios que analizan la influencia de factores de tipo psicológico en la realización de práctica deportiva, continuaremos citando a Bungum, Dowda, Weston, Trost y Pate (2000) quienes manifiestan que la satisfacción y la autoeficacia son unos excelentes predictores de la práctica de actividad física.
La autoeficacia se entiende como la capacidad percibida para ejecutar con éxito un determinado comportamiento y actúa como determinante de la elección de la actividad, del esfuerzo a realizar y de la persistencia en la actividad elegida (Balaguer, Escartí y Villamarín, 1995). La autopercepción de la competencia física o deportiva está asociada positivamente con la actividad física practicada por los niños y los adolescentes (Bungum et cols., 2000).
El segundo de los predictores de la realización de actividades físicas es el placer de su práctica. Existe una línea común en la literatura que apoya la idea de que el disfrute por la práctica física se correlaciona con el hábito físico deportivo (Sallis, 1994). El goce de la práctica parece influenciar en los niveles de actividad de adultos (García y King, 1991) y de niños (Stucky-Ropp y DiLorenzo, 1993). Una de las influencias principales en el disfrute es la cantidad de esfuerzo requerida por la actividad. Niños (Epstein, Smith, Vara y Rodefer, 1991) y adultos (García y King, 1991) prefieren actividades con los niveles medio-bajos del esfuerzo.
Otro de los elementos que influyen en la realización de actividades físicas de tiempo libre son las clases de Educación Física a través del desarrollo del sentimiento de competencia y la atracción por la actividad o desarrollo del clima motivador. Fox (2000) destaca el clima favorable que esta materia tiene en el posterior desarrollo de hábitos físico-deportivos. En la misma línea, los resultados obtenidos por Standage, Duda y Ntoumanis (2003), revelaron que un clima a favor de la autonomía, y en menor magnitud un clima de maestría, influían positivamente en las necesidades psicológicas básicas (autonomía, competencia y relación con los demás) para desarrollar la motivación autodeterminada, la cual predice positivamente la intención de hacer actividad física en el tiempo libre, mientras que la amotivación lo hace negativamente. Los trabajos de Adams y Brynteson (1992), Casimiro (1999) y Torre (1998) confirman la influencia y asociación entre la percepción de la clase de Educación Física y la práctica extraescolar, de tal forma que los adolescentes más activos son aquellos que tienen una visión más positiva de la Educación Física.
A pesar de los resultados de los estudios aludidos anteriormente, podemos afirmar que la influencia genética es escasa en la adherencia a la práctica deportiva frente a las influencia sociales (Seabra, Mendonca, Göring, Thomis, y Maia, 2008). Por ello, y tras haber descrito brevemente algunos de los factores individuales que afectan a la realización de actividad física de tiempo libre, vamos a estudiar otros de tipo colectivo. Dentro de estos factores se encuentran características sociopolíticas y factores socioambientales. Este conjunto de personas, acciones y recursos es conocido como motivación externa o social, entendida como resultado de los agentes de socialización, grupos o contextos sociales dentro de los cuales se producen importantes procesos de socialización (Giddens, 1995). Nosotros en este capítulo sólo vamos a hacer referencia a los grupos o personas, dejando a un lado otros factores de tipo ambiental. Entre estos agentes Boixadós, Valiente, Mimbrero, Torregrosa y Cruz (1998) y Delgado y Tercedor (2002) citan a padres, educadores, entrenadores, organizadores, árbitros, deportistas y medios de comunicación.
La familia, como ya se sabe y además ha sido demostrado, es el primer agente socializador, ejerce influencias y además lo hace de una manera importante, lo que se manifiesta especialmente cuando la persona se encuentra aún en la infancia. Los niños adoptarán los comportamientos que cada familia con sus pautas culturales, modelos de educación, escala de valores y expectativas, les transmitan reproduciendo generalmente los mismos (Giddens, 1995). Así, en el tema que nos ocupa, la práctica de actividad física de los padres, junto con la de los iguales, está positivamente asociada con la práctica de actividad física de los adolescentes (King, Tergerson y Wilson, 2008).
Los miembros de la familia, en este caso los padres, juegan papeles diversos entre los que se incluyen la creación de un clima positivo para la participación deportiva, el aumento de oportunidades para participar en el deporte, o incluso actuando como modelos (Boixadós y cols. 1998; Delgado y Tercedor, 2002). Afortunadamente la mayoría de los padres y madres con hijos en edad escolar creen conveniente que éstos realicen algún tipo de deporte extraescolar lo que se convierte en una influencia positiva hacia la misma (Nuviala, Ruiz y García, 2003).
El grupo de iguales, juntos con los padres en los primeros momentos, se convierte para el adolescente en un agente de socialización de especial importancia, aceptando o rechazando los valores, normas y modos de conducta según los criterios del grupo de jóvenes. Los resultados del estudio realizado por Erasmo y Márquez (1994) corroboran estos aspectos y dejan especialmente claro que a partir de la adolescencia existe un claro predominio del papel de los compañeros en el proceso de socialización y que la influencia de éstos puede llegar a constituir un factor motivacional. La aceptación del adolescente en el grupo está asociada con características como la edad, el sexo, clase social, atractivo físico y logro académico, a los cuales debemos añadirle uno más: el ser deportista (Boixadós y cols., 1998).
No podemos olvidar el papel que desempeñan los técnicos deportivos en la motivación dentro de las actividades físico deportivas al ser importante hasta el punto que su filosofía repercute en la autoestima de los participantes. Según Goñi y Zulaika (2000), los participantes en el deporte escolar presentan valores más altos en el autoconcepto que los no participantes. De igual forma, los titulares de los equipos deportivos presentan niveles superiores a los suplentes. Estos tienen menor autoconcepto que los no practicantes, por lo que parece evidente que se debe favorecer la práctica igualitaria de todos los niños en la competición, invitando al mismo tiempo a fomentar la práctica de deporte escolar a la mayor parte del alumnado.
Creo que es importante hablar de la repercusión que tiene el deporte de élite o deporte espectáculo en cualquier niño o niña que comienza a practicar. Es bastante frecuente afirmar, especialmente por parte de los políticos que quieren justificarnos las inversiones millonarias que se hacen en este deporte como medio de promoción de la actividad físico deportiva entre los más jóvenes, que los niños se siente atraídos por los ídolos que conocen a través de la televisión. Sin embargo son escasos los trabajos que han estudiado este tema y algunos como el publicado por Nuviala, García, Ruiz y Jaenes (2006), manifiestan que el peso de este grupo de deportistas es mínimo en la motivación para realizar actividades físico deportivas.
La escuela y especialmente el área de Educación Física, considerados agentes socializadores, influyen en las experiencias personales de los alumnos hacia las prácticas físicas. La escuela influye de diferente manera en función de la edad. Según Puig (1996), la escuela es fundamental hacia los 14 años, puesto que en edades anteriores su influencia es menor.
El papel del profesor de Educación Física como agente motivador de la práctica deportiva extraescolar entre los jóvenes que estudian Educación Secundaria Obligatoria, ocupa posiciones muy atrasadas entre los diferentes agentes sociales (Nuviala, García, Ruiz y Jaenes, 2006), llegando a estar por detrás de los ídolos de la televisión y el monitor deportivo.
Agentes sociales y práctica deportiva organizada
Pero cuál es la realidad de la influencia social en la ocupación activa del tiempo libre. Para tratar de resolver esta duda voy a presentar los resultados de un trabajo de investigación que tenía como fin estudiar la actividad físico deportiva organizada realizada por adolescentes. La población de este estudio han sido 809 adolescentes que realizan este tipo de prácticas. El porcentaje de niños es superior que el de niñas (55,8% y 44,2% respectivamente). La distribución en los diferentes ciclos educativos es desigual, alumnos matriculados en el tercer ciclo de Educación Primaria suponen el 14,1%, los alumnos matriculados en primer ciclo de Educación Secundaria ascienden al 31,7%, en el segundo ciclo de Educación Secundaria Obligatoria tenemos el 40,8%, y en Bachillerato un 13,4%.
Cuando les preguntamos a los adolescentes quien les motiva más para que hagan actividades físicas organizadas, la respuesta es clarísima. Son dos personas o grupos de personas las que más les motivan. El propio adolescente, con un porcentaje de respuesta muy superior al resto de posibilidades, resultado similar al obtenido por Nuviala, García, Ruiz y Jaenes (2006), y los padres a casi treinta puntos de distancia de la primera respuesta (figura 2).
Figura 2. Personas que motivan al alumnado a realizar actividades físico deportivas.
Hemos encontrado relación entre el sexo y los agentes motivacionales (p=.000). Para las adolescentes, profesores, monitores y ellas mismas han obtenido porcentajes más altos de respuesta que los obtenidos por los adolescentes masculinos en esas mismas opciones. Por el contrario para los niños, los amigos y los ídolos de televisión son grupos que inciden en mayor medida en la práctica deportiva de tiempo libre. Debemos aclarar que en la opción de respuesta padres, las diferencias entre sexos han sido mínimas, 20,6% para los niños y 19% para las niñas (figura 3).
Figura 3. Personas que motivan al alumnado a realizar actividades físico deportivas en función del sexo.
Al igual que ocurre con el sexo, la edad, en este caso el ciclo educativo, está relacionado con la motivación (p=.000). Observamos que la influencia que ejercen padres, profesor de Educación Física, monitor e ídolos deportivos, en el alumnado de Primaria es mayor que en el resto de ciclos educativos objeto del estudio. El alumnado del primer ciclo de Secundaria podemos calificarlo de alumnado puente, puesto que se puede considerar que se encuentra entre las respuestas de los más pequeños y tiende hacia las respuestas de los adolescentes de más edad. El alumnado de segundo ciclo de Secundaria destaca del resto en la opción de respuesta “amigos” y en la de “monitor”. Finalmente, el alumnado de Bachillerato se caracteriza por que su propia experiencia personal es la que más le motiva para la realización de la práctica deportiva (figura 4).
Figura 4. Personas que motivan al alumnado a realizar actividades físico deportivas en función de la edad.
Para finalizar analizaremos tres grupos de personas muy relacionadas con la práctica físico-deportiva. En primer lugar los ídolos deportivos. Según los resultados obtenidos en este trabajo hemos de poner en entredicho a las figuras deportivas como agentes de motivación de la práctica deportiva, puesto que este grupo ha obtenido una frecuencia de respuesta muy baja, especialmente entre el sexo femenino, descendiendo su peso según aumenta la edad, resultado que confirma el obtenido por Nuviala, García, Ruiz y Jaenes (2006),
Es importante que reflexionemos sobre los otros “profesionales” de la actividad física. La escuela, el docente de Educación Física, como teórico agente facilitador de la práctica física de tiempo libre ha obtenido la peor valoración. Al igual que Nuviala, García, Ruiz y Jaenes (2006) hemos apreciado que su peso es el menos relevante. El papel del profesor de Educación Física como agente motivador de la práctica deportiva extraescolar entre los adolescentes, ocupa un preocupante lugar en relación con los otros agentes mencionados en el trabajo, el último.
Para concluir con el análisis de los resultados obtenidos en este trabajo, hemos de decir que si la función de los técnicos deportivos extraescolares, en la motivación, es importante para Goñi y Zulaika (2000), en nuestro estudio, como en el publicado por Nuviala, García, Ruiz y Jaenes (2006), hemos podido observar que su relevancia es escasa, siendo junto con los docentes, los que menor peso tienen en la motivación hacia la práctica deportiva del alumnado.
CONCLUSIONES
La decisión personal por practicar se ha visto como determinante, ningún otro agente social ha obtenido una frecuencia próxima a esta respuesta. Si a ello unimos que con la edad aumenta la relevancia de este agente, nos parece crucial acercar la actividad físico deportiva a los intereses y necesidades de los más jóvenes.
Los padres son el segundo agente social, cuantitativamente hablando, de la motivación y adscripción a actividades físicas organizadas. Su papel es importante y esencial en este grupo de edad, especialmente entre los más jóvenes. Deben, en la medida de lo posible, facilitar el acceso a la práctica deportiva de los niños y niñas de Primaria, puesto que ya en Secundaria su relevancia, como agentes motivadores, desciende.
El deporte de élite no es un agente motivador para la gran mayoría de los jóvenes deportistas. Debemos dudar de la creencia, especialmente por parte de los políticos, de que las inversiones millonarias que se realizan en el deporte espectáculo tiene una repercusión positiva en el incremento de práctica deportiva de los escolares. Pensamos que una mejor inversión en material, instalaciones, formación de técnicos y organización de actividades, es decir, un incremento en la calidad general de la actividad, proporcionará más motivación y un mayor número de practicantes que la inversión en compra de jugadores por parte de clubes, financiada en ocasiones por las instituciones públicas.
Como datos para la reflexión, por sus valores tan bajos, están la escasa influencia tanto de los docentes de Educación Física, como la de los técnicos deportivos de las escuelas o equipos. Creo necesario realizar estudios más pormenorizados que descubran las causas de esta situación, a partir de los cuales podamos plantear medidas correctoras y que la escuela y la escuela deportiva, cumplan con la función educativa y/o formativa que la sociedad le está demandando en la actualidad.
En resumen, según los resultados obtenidos podemos manifestar que los factores individuales, especialmente el sentimiento de satisfacción, la autoeficacia y la competencia, son las estrategias principales que debemos fomentar para conseguir una adherencia a la práctica deportiva de tiempo libre. Todas ellas adornadas con medidas sociales y ambientales que favorezcan esas percepciones, pero reconociendo que nunca tienen el mismo peso que la propia satisfacción personal por la práctica física.
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