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4 May 2006

Iniciación deportiva: marco conceptual

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En el proceso de iniciación en la formación de un deportista, existen una serie de etapas presididas por la adquisición de una gama de elementos o modelos técnicos junto con el desarrollo de aspectos de tipo condicional, táctico y psicológico, de manera adaptada a la particular situación biológica del individuo.

 
Autor(es): A. LERA NAVARRO
Entidades(es): Doctora en Educación Física. Master en Psicología de La Actividad Física y el Deporte. Especialista Universitario en Actividad Física y Salud.
Congreso: I Congreso Internacional de las Ciencias Deportivas
Pontevedra– 4-6 de Mayo de 2006
ISBN: 84-611-0552-4
Palabras claves: Iniciación deportiva, deporte escolar, deporte en edad escolar, entrenamiento deportivo, planificación deportiva.

Resumen

En el proceso de iniciación en la formación de un deportista, existen una serie de etapas presididas por la adquisición de una gama de elementos o modelos técnicos junto con el desarrollo de aspectos de tipo condicional, táctico y psicológico, de manera adaptada a la particular situación biológica del individuo. Este progresivo aprendizaje le permitirá al deportista avanzar de forma programada, racional y pedagógica. Durante la iniciación deportiva se produce un primer contacto del practicante con la especialidad elegida, representando un punto de arranque hacia su formación deportiva. Sin duda el futuro deportivo estará condicionado, entre otras cuestiones, por el bagaje experimental de esta primera aproximación. En el siguiente texto se pretende describir y reflexionar sobre algunos aspectos importantes asociados a este proceso del individuo, en la línea que permite, según nuestro juicio, situar y establecer un eficaz y coherente enfoque metodológico dirigido hacia una adecuada iniciación deportiva. De una forma sintética se detallan los diferentes apartados que hay que considerar dentro de un marco teórico conceptual en la iniciación deportiva, a través del establecimiento de sus objetivos, la edad de inicio y de finalización de este proceso. Sus fases y su planificación, así como los derechos del niño que se inicia en alguna disciplina deportiva.

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Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº1.

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El marco conceptual de la iniciación deportiva

El marco en que se desarrolla esta exposición se sitúa en la etapa de la iniciación deportiva, que coincide habitualmente con el último ciclo de la etapa escolar de Primaria y con las denominadas categorías inferiores del deporte. Se pretende describir y reflexionar sobre algunos aspectos importantes asociados a este proceso del individuo, en la línea que permite, según nuestro juicio, situar y establecer un eficaz y coherente enfoque metodológico dirigido hacia una adecuada iniciación deportiva. En la actualidad ya se dispone de una información mucho más rigurosa sobre las respuestas fisiológicas y conductas psicopedagógicas de los jóvenes, lo cual permite actuar metodológicamente con una menor carga empírica y un mayor rigor científico. Sin embargo, todavía es preciso investigar con mayor profundidad en las repercusiones que la práctica deportiva regular tiene en las etapas de formación, ya que probablemente sea una de las áreas peor documentadas. No hay que olvidar, tal y como indica Peter Tschiene (1992), que no existe una concepción global precisa de los principios de entrenamiento que podemos aplicar al deporte de los niños y adolescentes. Es preciso meditar sobre la gran cantidad de casos de jóvenes deportistas, con una aparente y brillante proyección de futuro que, por una gran diversidad de motivos, provocan abandonos prematuros o que no llegan a alcanzar las metas previstas. Al margen de otras consideraciones, tampoco se puede minimizar ni ocultar errores de cálculo de los profesores, entrenadores o responsables técnicos, quizás por no conocer lo suficientemente bien las peculiaridades y rasgos de los niños deportistas, o bien por no respetar de manera apropiada las diferentes fases de formación, buscando rendimientos prematuros. Un error en la actuación metodológica que afecte a un deportista mayor, ya formado, tiene unas repercusiones negativas en su rendimiento que fácilmente se manifiestan, ya que la relación causaefecto puede ser inmediata; pero en el caso de los deportistas pertenecientes a las categorías inferiores, las consecuencias pueden ser mucho más graves, no solamente hipotecando su futuro deportivo o cuestionándolo, sino poniendo en riesgo su salud. El proceso de formación deportiva es largo y complejo, ya que requiere manejar y considerar gran cantidad de factores de diversos ámbitos. Por ejemplo, uno de los principales problemas al que el profesional tiene que enfrentarse es determinar la carga que debe utilizar con los jóvenes, en función de su edad y madurez. La tendencia que a veces se observa en el deporte es la de entrenar más tiempo, más intenso y en edades cada vez más tempranas. Esta realidad estimula el eterno debate entre la especialización prematura y la formación multifacética. En cualquier caso, los riesgos también son cada vez más evidentes cuando se superan los límites fisiológicos o psicológicos de los practicantes, generando alteraciones imprevisibles en su futuro deportivo y personal. Ante ello, es preciso recordar que el objetivo principal de toda formación deportiva, en la que incluimos la iniciación, es la de contribuir al mejor desarrollo general de los jóvenes deportistas y conseguir que, en función de su talento y capacidad de trabajo, alcancen las mejores prestaciones deportivas en el momento oportuno, sin precipitar los acontecimientos. No debemos olvidar que el cuerpo humano está preparado para ser entrenado a cualquier edad, si bien con diferente eficiencia (Nadori, 1.987, 13). Pero tampoco es menos cierto que, en ocasiones, el temor del entrenador a “pasarse” puede situarle en el otro lado de la moneda, imposibilitándole aprovechar las potencialidades de sus deportistas a largo plazo, al expresar una conducta de inhibición a la hora de solicitar esfuerzos físicos apropiados. Gran cantidad de profesionales vinculados al mundo infantil coinciden en afirmar que el desarrollo del niño no es un proceso que se rija por una progresión matemática, sino que es heterocrono, es decir no todos los sistemas y las capacidades funcionales se desarrollan al mismo tiempo y a la misma velocidad. Cada capacidad tiene una “fase crítica o sensible” durante la cual el entrenamiento se vuelve sumamente eficaz. Son etapas relativamente cortas del período evolutivo en las que se pueden entrenar sólo algunas cualidades (Grosser et. al. 1.986: 205). La totalidad de estas fases sensibles se localiza temporalmente entre la niñez y la adolescencia, etapas básicas en la formación deportiva. Reforzando el anterior argumento, es preciso considerar que si se descuida la preparación y el estímulo adecuado de una cualidad en su fase sensible, traerá como consecuencia un déficit en el desarrollo potencial de esa capacidad en particular y de todas las prestaciones motrices en general. Un entrenamiento posterior nunca podrá alcanzar los mismos resultados. Además, el desarrollo de las distintas capacidades está interrelacionado de modo que la mejora de una cualidad favorece o limita el desarrollo de las otras. Por ejemplo la mejora de las capacidades coordinativas es requisito necesario para el desarrollo de la fuerza (Nadori, 1.987). Difícilmente si se ignora la existencia de las fases sensibles para el desarrollo de las diferentes capacidades funcionales se podrá alcanzar altos niveles en las disciplinas que las requieran. Estas ideas deben de estar muy presentes en el pensamiento del profesional, a la hora de abordar el proceso de la iniciación y formación deportiva. Por lo tanto, es fácil entender que el técnico podría limitar las posibilidades de los deportistas, salvo que actúe de manera apropiada, bien por un exceso de celo al someterlo a un trabajo intenso e inapropiado, o bien, por defecto o descuido, al manifestar un desmedido proteccionismo. Son numerosos los factores que pueden condicionar la formación de un “gran deportista”. Muchos de ellos no están bajo el control del entrenador, pero es preciso que el conocimiento, el estudio, la experiencia y la intuición, en relación al resto, permitan aumentar el dominio del responsable técnico, evitando errores de cálculo o al menos minimizarlos. Por encima de la perspectiva competitiva y de la búsqueda de rendimiento, no se debe olvidar que las características de la relación que se establece entre entrenador y el joven practicante obligan a que el técnico se convierta en un responsable directo de la formación integral de ese niño como ser humano. Para finalizar esta introducción, recuperamos una frase escrita en el siglo XVIII por Jean Jacques Rousseau (1712-1778) en su famoso “Emile”, que muestra de manera clara la preocupación por la infancia: la naturaleza quiere que los niños sean niños antes de ser hombres. Si pretendemos invertir este orden, no produciremos más que frutos verdes, sin jugo ni firmeza: jóvenes sabios y niños viejos (Jean Jacques Rousseau, 1.971: 35).

Concepto de iniciación deportiva

El marco conceptual de la iniciación deportiva adquiere una cierta complejidad cuando se analiza con rigor sus principales rasgos y características. Desde un punto de vista genérico, representa un proceso cronológico en el transcurso del cual un sujeto toma contacto con nuevas experiencias regladas sobre una actividad física-deportiva. Tradicionalmente, se conoce con el nombre de iniciación deportiva el período en el que el niño empieza a aprender de forma específica la práctica de uno o varios deportes (Blázquez, 1986: 35). También se entiende por iniciación deportiva el proceso que permite al individuo tener una operatividad básica sobre alguna de las modalidades de la actividad deportiva en la situación real de la competición (S. Bañuelos, 1984: 173). Un aspecto relevante en el concepto de iniciación deportiva, que adquiere proyección de futuro, lo aporta Álvarez del Villar (1983: 677) al indicar que la iniciación en cualquier deporte debe buscar una variada formación de base sobre la cual poder fundamentar un rendimiento máximo posterior. En el proceso de formación de un deportista existen una serie de etapas presididas por el aprendizaje de una gama de elementos o modelos técnicos y el desarrollo de aspectos condicionales, tácticos y psicológicos, de manera adaptada a la particular situación biológica del individuo. Este progresivo enriquecimiento le permitirá avanzar de forma programada, racional y pedagógica, a la vez asegurarle una eficacia en el proceso seguido. Durante la iniciación deportiva se produce un primer contacto del practicante con la especialidad elegida, representando un punto de arranque hacia su formación deportiva. Sin duda el futuro estará condicionado, entre otras cuestiones, por el bagaje experimental de esta primera aproximación. En resumen, definimos el concepto de iniciación deportiva como el proceso seguido por un individuo desde sus primeros contactos, con una o varias de las disciplinas deportivas y el momento en que puede realizar una ejecución global de las mismas, respetando un patrón técnico básico y las características reglamentarias más relevantes y consolidando una adecuada formación que posibilite la consecución futura de prestaciones más complejas. En este sentido, es preciso diferenciar la iniciación parcial de la global: 1. Iniciación parcial, cuando sólo afecta a una parte de las especialidades deportivas, como en el caso del atletismo. Por ejemplo, un niño puede haberse iniciado en las carreras de vallas y no haber tenido ninguna experiencia con los saltos o lanzamientos, o viceversa. 2. Iniciación global, cuando el proceso incluye a todas las especialidades deportivas, de manera generalizada (carreras, marcha, saltos y lanzamientos, en el ejemplo citado del atletismo).

Objetivos de la iniciación deportiva

Los objetivos de la iniciación deportiva están condicionados por el ámbito en donde se sitúa este proceso, dentro o fuera del horario escolar, ya que estos primeros contactos pueden producirse en diferentes escenarios. Entre los más habituales podemos citar: • Las clases de Educación Física. La práctica deportiva se utiliza en los centros docentes, en la Educación Primaria y, especialmente en la Secundaria, como un medio de la asignatura de Educación Física para contribuir a obtener sus fines y objetivos; entre ellos, propiciar un desarrollo armónico y potenciar los valores del individuo. No existen exigencias de rendimiento por lo que los sistemas de trabajo se desvían de los utilizados en el entrenamiento sistematizado. No obstante, en las clases de Educación Física se deberían detectar posibles talentos deportivos, aunque el aspecto educativo debe presidir las intenciones de la iniciación deportiva en este ámbito, desarrollando el fair play. Este juego limpio, según Boixadós y Cruz (1995) implica ante todo: 1. Reconocimiento y respeto por las reglas de juego 2. Relaciones correctas con el adversario 3. Mantenimiento de la igualdad de oportunidades para todos 4. Rechazo de la victoria a cualquier precio 5. Una actitud digna tanto en la victoria como en la derrota 6. Compromiso real de dar de sí todo lo posible • La iniciación en el Deporte en Edad Escolar. Desde un punto de vista cronológico, existe coincidencia entre el Deporte Escolar y el Deporte en Edad Escolar, sin embargo,”en el primer caso nos referimos al deporte que se desarrolla en el entorno de un centro escolar, sometido a su estructura y con una incidencia directa del profesorado del centro. Mientras, el deporte en edad escolar es un concepto más amplio que recoge todas aquellas actividades deportivas ofrecidas al niño dentro de un periodo temporal más o menos concreto (Moreno, 1998: 168). El principal problema que afecta en la actualidad al deporte escolar, no se refiere a la oferta de competiciones que las administraciones realizan, sino a que no existe la figura institucionalizada, dentro del propio colegio o escuela, que se responsabilice de activar la práctica deportiva escolar, ya que los profesores de Educación Física, por diversas circunstancias, no suelen asumir estas competencias. Esta situación está originando un empobrecimiento notorio del Deporte Escolar. No obstante, también en este caso la práctica deportiva deberá estar presidida por un permanente interés de conseguir en los niños una formación integral, por encima de cualquier otra pretensión, lo que obliga a ser muy selectivos a la hora de elegir a los responsables técnicos, ya que no siempre poseen la formación adecuada para abordar la complejidad de la iniciación deportiva. • Las Escuelas Deportivas. Esta categoría se ubica dentro del concepto de deporte en edad escolar, como consecuencia del nacimiento en los años 60 de las denominadas Escuelas Deportivas. Los principales ámbitos en las que se suele desarrollar son: Municipal; Colegios; Clubes; Asociaciones, APAS… etc. Una característica importante de las escuelas es el aprendizaje de las habilidades técnicas y la participación en competiciones, aunque esta posibilidad no siempre se manifiesta. En cualquier caso, estarán presididas por planteamientos lúdicos y un sentido educativo, al margen de detectar y canalizar también a posibles talentos. En resumen, los objetivos más importantes que se deben buscar con la práctica deportiva en estas escuelas son: 1. Aprendizaje de los elementos técnicos y reglamentarios. 2. Experimentar la participación en las competiciones. 3. Contribuir a la formación motriz y educación integral de los alumnos. 4. Captar posibles talentos y encauzar su futuro deportivo. • Clubes Deportivos. En este caso existe la clara pretensión de que la iniciación deportiva implique, a su debido momento, un compromiso claro con el rendimiento deportivo. Por ello estas entidades suelen mostrar ciertas exigencias a la hora de seleccionar a los jóvenes. No obstante la tarea de la iniciación deportiva no es asumida por todos los clubes, ya que algunos desarrollan su actividad fundamentalmente con categorías superiores. Sin embargo existen otros que dirigen sus esfuerzos de manera precisa a la promoción deportiva, siendo conscientes de antemano de que, una vez formados los practicantes, serán fichados por otros clubes, con un potencial económico superior. En relación a los objetivos, no deberían diferenciarse de los relacionados en el apartado de las escuelas, pero poniendo más énfasis en la captación de deportistas-talento y en su participación en las competiciones. • Núcleos Deportivos. En ciertos escenarios geográficos surge, habitualmente en torno a un entrenador, en especial en deportes individuales, un grupo de practicantes, normalmente de disciplinas afines. Este primer movimiento puede ser la antesala de la gestación de un club deportivo, habitualmente con el respaldo municipal, y de la futura construcción de instalaciones específicas, con lo que se consolidaría el cuarteto: deportistas, entrenador/es, club e instalaciones. Podríamos añadir también la parcela recreativa como forma más moderna de iniciación deportiva, basada en la satisfacción que produce el movimiento, dirigido inicialmente al fomento de la salud o estética, así como a la relación social. Muchos deportistas, han iniciado su práctica deportiva en este contexto. Una vez expuestos los principales escenarios en los que se puede producir la iniciación deportiva, se condensan los principales objetivos que tienen que presidir su desarrollo: • Propiciar un aumento de practicantes deportivos • Favorecer el proceso de aprendizaje de las técnicas básicas. • Enriquecer el acervo motor con diversas habilidades y ejercicios. • Propiciar el aprendizaje de los reglamentos deportivos básicos. • Potenciar la socialización y el trabajo en equipo. • Conseguir un compromiso con la práctica deportiva regular. • Experimentar en competiciones las posibilidades individuales. • Favorecer una cierta emancipación, autonomía y toma de decisiones individuales. • Potenciar la salud de los deportistas.

Derechos del niño que se inicia en el deporte

Una vez definidos los principales objetivos trazados en la Iniciación Deportiva, según el ámbito en la que se desarrolle, se relacionan diez derechos básicos que presiden la actividad deportiva a edades tempranas. La idea primitiva de este decálogo surge de la carta de los derechos del niño que enuncia Wein (1995: 352) y de la declaración de derechos de Martens et al (1989: 27), siguiendo la filosofía del Código de Ética Deportiva (Giménez y Sáenz-López, 2000): – Derecho de practicar, disfrutar y gozar de la competición. – Derecho de ser tratado como niño y adolescente. – Derecho de ser entrenados por personas cualificadas. – Derecho de ser atendidos con la misma dignidad e interés, independientemente del talento, capacidad o resultados en la competición. – Derecho de no ser explotados, buscando actitudes precoces. – Derecho de competir con reglamentos adecuados a las necesidades específicas de los jóvenes. – Derecho de competir con jóvenes de su edad. – Derecho a que se respeten los principios pedagógicos, didácticos, metodológicos, y de entrenamiento. – Derecho de descubrir sus propios aprendizajes. – Derecho de no ser campeón

Edad óptima para la iniciación deportiva

Una de las preguntas básicas que debemos plantearnos al tratar las etapas de formación es ¿cuándo debemos iniciar la práctica deportiva regular? Con frecuencia aparecen tablas en la literatura específica que nos indican las edades óptimas para la iniciación en una gran diversidad de deportes. En cualquier caso, el inicio de las prácticas regulares, esta condicionado por el tipo de especialidad. En general existe una gran coincidencia por parte de diversos autores en que la iniciación deportiva, para optimizar el proceso, debe materializarse antes del comienzo de la pubertad. En general, la edad aproximada aconsejable oscila entre los 8 y 10-12 años, dependiendo del tipo de especialidad y formación deportiva del sujeto. Por todo ello podemos afirmar que cuanto mas compleja sea la especialidad (menos natural), más necesario será su aprendizaje precoz. Es decir que la iniciación deportiva a las pruebas con movimientos técnicos específicos (mayor dificultad técnica), debe de iniciarse de forma prematura si se pretende obtener los mejores resultados a largo plazo. En general podemos situar la franja cronológica de los 8 a 12 años como la más propicia para el aprendizaje de las técnicas básicas, antes de que finalice la mielinización del Sistema Nervioso Central. Esta iniciación, en absoluto debe confundirse con una especialización del niño en las disciplinas deportivas.

¿Cuándo finaliza el proceso de la iniciación?

El proceso de iniciación finaliza una vez que el niño, a través de su primer contacto con el deporte, ha alcanzado el grado de operatividad básica al que nos referimos anteriormente y decide voluntariamente integrarse en la competición con vistas a obtener resultados a largo plazo a un máximo nivel, lo cual estará muy condicionado por el talento que muestre para un determinado deporte o disciplina. Sin embargo a la hora de entender estos presupuestos sobre la realidad es necesario tener en cuenta, tal y como señala Sánchez Bañuelos (1.984, 172), una serie de matizaciones: • La edad cronológica y la edad biológica pueden no coincidir y podemos encontrar diferencias individuales grandes entre los niños que teóricamente pertenecen al mismo grupo de edad. • La iniciación deportiva lleva implícita una futura especialización con lo cual la práctica deportiva en la iniciación debe tener entidad suficiente para que el joven llegue a dominar operativamente las disciplinas. Este dominio implica por un lado conocer el significado y las reglas fundamentales de la modalidad en la que se produzca la iniciación, especialmente los que determinan el rendimiento, por otro asimilar las características perceptivas de la actividad deportiva y del entorno en el cual se desarrolla (escenario de competición), y por último dominar básicamente los modelos técnicos de ejecución característicos de la modalidad y ser capaz de integrarlos en situaciones reales de aplicación. • Adaptar, en la medida de lo posible, las exigencias de cada deporte a las particularidades de los niños, de manera que puedan alcanzar el dominio técnico. Esta adaptación debe ir más allá de las alteraciones de las normas, afectando también a los métodos y contenidos del entrenamiento.

Las fases de la formación deportiva

La formación deportiva podemos definirla como aquella fase en dónde se establecen aquellos fundamentos técnicos, condicionales, cognitivos, unidos a una actitud favorable hacia el entrenamiento y competición del deportista que permiten configurar un practicante competitivo. Esta fase, en realidad, no empieza cuando el niño decide voluntariamente practicar un determinado deporte, sino que realmente tiene lugar mucho antes, ya desde las primeras edades, a través de su propia maduración y experiencias motrices libres, ya que a veces reproducen secuencias inmersas en el propio deporte. La formación deportiva nos remite indisolublemente a otro concepto, al cual está íntimamente ligado: el término Vida Deportiva. Su significado va a estar representado por el tiempo que el deportista esté en contacto con la práctica en activo. Para obtener un alto rendimiento es preciso respetar y adaptarse a las etapas que delimitan el transcurso de la vida deportiva del practicante. Estas etapas podemos dividirlas en: A. La iniciación a la práctica. B. La obtención del alto rendimiento. C. La pérdida creciente del rendimiento. De una forma más precisa podemos expresar estos períodos en diversas fases: 1. Práctica regular inespecífica (5-7 años). 2. Formación general polivalente (8-10 años) 3. Fase de preparación multilateral orientada (11 a 13 años) 4. Fase de la iniciación específica (14 a 16 años). 5. Fase de la especialización (17 a 19 años). 6. Fase del perfeccionamiento (20 a 23 años). 7. Fase de la estabilidad y alto rendimiento (24 a 28 años) 8. Fase de la conservación del rendimiento (29 a 34… años) 9. Fase de adaptación compensatoria a la reducción del rendimiento (35 a 38 años) 10. Fase de la readaptación funcional para el rendimiento no competitivo (30 a 41… años) Con respecto a las fases de formación indicadas es preciso apuntar diversas consideraciones: 1. Es difícil determinar con exactitud la terminación de una etapa de desarrollo y el inicio de otra. Aparte de ello, cada individuo se desarrolla individualmente y tiene su propio “ritmo” de maduración. 2. A medida que transcurren las fases, la práctica deportiva se convierte en menos global y en más específica. Es decir, al principio tendrá más importancia el trabajo polivalente (condicional y coordinativo). 3. Una parte importante de los objetivos propios de cada fase, deben conseguirse en las clases de Educación Física, por lo que habrá que llevar un control de lo que el niño hace en las mismas para coordinarlo adecuadamente con el trabajo extraescolar. 4. Al abordar cada fase hay que considerar que no siempre la edad cronológica tiene una exacta correlación con su maduración biológica. Existen individuos que maduran más rápido que otros. Puede haber diferencias de tres años o más. Ello es de particular importancia en el período puberal, es decir, en el período de la maduración sexual (12-15 años), el cual se caracteriza por una profunda reestructuración en la actividad de las glándulas de secreción interna, en la regulación neurohumoral de las funciones, por sensibles incrementos de las dimensiones totales del cuerpo (estatura, masa, etc.). A esta edad puede cambiar provisionalmente las correlaciones de los parámetros biodinámicos que determinan la coordinación de los movimientos y decelerarse los ritmos de incremento de la capacidad de trabajo. Por ello en este período el pronóstico suele ser dificultado. A los 11-12 años, los cambios en la capacidad física de trabajo son bastante estables, lo que permite realizar un pronóstico confiable. A los 13-16 años, debido a que los cambios en la capacidad de trabajo son menos estables, el pronóstico resulta menos seguro. En un grupo deportivo podemos encontrarnos niños con escaso desarrollo físico con una edad biológica rezagada de la cronológica en 1-2 años. Contrariamente otros casos de adolescentes con elevado desarrollo físico con una edad biológica que puede aventajar a la “certificada” en 1-2 años. Podemos considerar tres referencias importantes en torno a esta cuestión: 1. Desarrollo antropométrico, es decir, hay que analizar si se han producido estirones o fases aceleradas de crecimiento, tanto en altura como en desarrollo muscular. 2. Desarrollo hormonal. El organismo segrega en unos períodos determinados una serie de hormonas que afectan al crecimiento. La aparición de los caracteres sexuales secundarios como el cambio de voz, el crecimiento del bello en la zona próxima a los genitales, el desarrollo de los pechos y la primera menstruación son indicadores claros de estos hechos. 3. El grado de osificación. La maduración del nivel de desarrollo óseo, mediante radiografías de la muñeca, puede determinar el nivel de crecimiento del niño y pronosticar sus posibilidades. Asimismo, hay que tener en cuenta en la edad cronológica si el joven deportista ha nacido a finales de Diciembre o principios de Enero, ya que “oficialmente” hay un año de diferencia pero, en realidad, pueden ser pocos días o semanas.

La planificación en la iniciación deportiva

Por lo tanto, es fácil deducir que si no existe una planificación previa del proceso del entrenamiento y competición, no será posible alcanzar cotas deportivas importantes. Por dicho motivo, la función de la planificación consiste en fijar de forma anticipada la estructuración del entrenamiento, según los objetivos previstos. Una adecuada planificación del deportista en las edades de formación debe posibilitarle llegar lo más lejos posible; es decir, lo importante no es llegar antes sino llegar más lejos. Por ello es preciso no acelerar etapas antes de tiempo y evitar actuar bajo presiones de anticipar resultados prematuros. La planificación del entrenamiento con niños debe de tener en cuenta además algunos factores que muchas veces son ignorados y que van a tener importantes consecuencias en el resultado final: • La evolución tecnomotriz de capacidades y destrezas que son la base de la optimización del rendimiento. • Los factores de ejecución (fuerza, velocidad, flexibilidad, resistencia) como fundamento general motriz. • Las capacidades coordinativas como amplia base de actuación motriz. • La motivación como mecanismo regulador dirigido por los intereses y actitud del deportista. • La lógica y comprensión mental que ayuda a integrar la actividad deportiva dentro del marco de evolución y educación personal. • La autonomía que le ayude a encontrarse a si mismo y su propia identidad. Uno de los objetivos de la planificación del entrenamiento debe ser preparar a lo largo de los años al deportista para que se adapte a los parámetros de entrenamiento característicos de la etapa de máxima realización de sus posibilidades. De nada sirve intentar que esta realización se haga efectiva antes de tiempo a base de copiar los métodos de entrenamiento de deportistas de edad y nivel superior. Este entrenamiento forzado puede permitir que el deportista tenga éxito en competiciones en categorías menores (infantiles, cadetes…) pero difícilmente este espejismo podrá mantenerse y se estará hipotecando su futuro deportivo en la edad adulta. El deportista joven, que utiliza en su entrenamiento unos estímulos muy duros, se adapta a estos medios y gasta las capacidades de su organismo en crecimiento (Platonov, 1.992, 38). La preparación deportiva a largo plazo depende de varios factores: • La estructura de la actividad competitiva. • Las leyes de formación de la maestría deportiva y de los procesos de adaptación a los sistemas funcionales más importantes para cada disciplina. • Las particularidades individuales, sexuales, el ritmo de maduración,… etc. Estos factores van a determinar el tiempo necesario y la edad a la que se puede alcanzar altos resultados. En las fases de entrenamiento de los jóvenes deportistas es imposible desarrollar una estructura de planificación definida como en el caso de los adultos, ya que la diversidad de objetivos, tareas y condiciones, así como las transformaciones que se producen en el organismo del joven, debido a la evolución de sus procesos fisiológicos, tienen una amplitud e importancia tales que no permiten construir ciclos de entrenamiento plurianuales que repitan su estructura fundamental. (Navarro, 1.994, 20). Dentro de las planificaciones de carácter plurianual (bianual o cuatrienal) o a largo plazo, como proceso de entrenamiento conveniente para llevar a cabo la formación de un deportista, elegiremos esta última, por adaptarse mejor a los intereses de nuestros jóvenes. Gran cantidad de autores defienden esta postura de planificar a largo plazo en las etapas de formación, hasta la consecución del máximo rendimiento.

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