La flexibilidad como medida preventiva de distensiones musculares en voleibol
La lesión deportiva es el factor más limitante de los deportistas, por lo que es interesante dirigir los esfuerzos profesionales hacia la prevención de lesiones, entendiendo que prevenir es siempre mejor que curar.
Esta revisión bibliográfica pretende profundizar en la realidad lesional del voleibol, en concreto en lo relativo a la distensión muscular.
RESUMEN COMUNICACIÓN/PÓSTER
La lesión deportiva es el factor más limitante de los deportistas, por lo que es interesante dirigir los esfuerzos profesionales hacia la prevención de lesiones, entendiendo que prevenir es siempre mejor que curar.
Esta revisión bibliográfica pretende profundizar en la realidad lesional del voleibol, en concreto en lo relativo a la distensión muscular. En cuanto a medida preventiva, analizamos detenidamente el concepto de flexibilidad y sus posibilidades de prevenir distensiones musculares.
Los objetivos de esta revisión son:
– Conocer y describir el estado de la cuestión de las lesiones en general en voleibol y concretamente de distensiones musculares, como primer paso importante hacia la prevención.
– Revisar y aclarar los conceptos de distensión muscular y flexibilidad, y analizar la posible relación entre ambos.
-Abordar la flexibilidad como medida preventiva de las distensiones musculares.
Las bases de datos utilizadas fueron Medline y Sportdiscus, y se seleccionaron artículos de alto impacto (JCR), así como algunos libros de interés.
Los resultados obtenidos nos llevan a concluir que las distensiones musculares no son lesiones comunes en voleibol. Además, encontramos diversidad de opiniones entre autores en cuanto a considerar la flexibilidad como medida preventiva de distensión muscular.
Palabras clave: volleyball injuries, muscle strain, flexibility, range of motion, injury prevention
INTRODUCCIÓN.
La lesión deportiva representa el factor más limitante de los deportistas. Uno de los objetivos prioritarios de los profesionales del mundo del deporte es mejorar las medidas preventivas y reducir el número de lesiones, para poder disponer de sus deportistas el mayor tiempo posible y no amenazar su rendimiento, entendiendo que la prevención es siempre mejor que el tratamiento.
Siguiendo la propuesta de prevención de lesiones de Van Mechelen (1992), en primer lugar hay que establecer la magnitud del problema en cuanto a número, incidencia, y severidad lesional, y a continuación identificar los factores de riesgo y los mecanismos que hacen que se originen las lesiones. Una vez superadas estas dos fases, se introducen las medidas preventivas para reducir los riesgos y/o severidad de las lesiones. El último paso consistiría en evaluar el efectos de las medidas repitiendo el primer paso (establecer la magnitud del problema). Es decir, para poder introducir medidas preventivas en un deporte se requiere de un amplio conocimiento de la realidad lesional del deporte en cuestión.
Esta revisión bibliográfica pretende profundizar en la realidad lesional del voleibol, en concreto en lo relativo a la lesión muscular. En cuanto a medida preventiva, se pretende analizar detenidamente el concepto de flexibilidad y sus posibilidades de prevenir lesiones musculares. Como se comentará a continuación, los estudios analizados que han investigado sobre lesiones en este deporte no han destacado las lesiones musculares como relevantes en voleibol, de hecho, apenas se nombran. Por otro lado, en lo relativo a la prevención, en concreto de lesiones musculares, se verá que hay autores que consideran la flexibilidad como una estrategia preventiva, aunque se dan opiniones contrarias en la literatura.
Los objetivos de esta revisión son:
– Conocer y describir el estado de la cuestión de las lesiones en general en voleibol y concretamente de lesiones musculares, como primer paso importante hacia la prevención de las mismas.
– Revisar y aclarar los conceptos de distensión muscular y flexibilidad, y analizar la posible relación entre ambos.
-Abordar la flexibilidad como medida preventiva de las distensiones musculares.
MÉTODO.
Las palabras clave utilizadas fueron: volleyball injuries, muscle strain, flexibility, range of motion, injury prevention. La búsqueda de bibliografía se realizó principalmente en las bases de datos Medline y Sport Discus, así como en las siguientes revistas electrónicas en las que se tuvo acceso:
- American Journal of Sports Medicine:
- British Journal of Sports Medicine: http://bjsm.bmj.com
- Journal of Athletic Training: http://www.journalofathletictraining.org/
- Journal of Science & Medicine in Sport:
- Sport Sciences for Health:
En cuanto a las revistas analizadas, la gran mayoría se encuentran en el ranking JCR de revistas de Ciencias del Deporte más reciente (2008), ocupando las siguientes posiciones (el factor de impacto de la revista correspondiente se presenta entre paréntesis):
- 2º lugar: American Journal of Sports Medicine (3,658).
- 4º lugar: Medicine and Science in Sports an Exercise (3,399).
- 5º lugar: Sports Medicine (3,018).
- 8º lugar: Scandinavian Journal of Medicine and Science in Sports (2,264).
- 10º lugar: British Journal of Sports Medicine (2,126).
- 16º lugar: Journal of Science and Medicine in Sport (2,051).
- 26º lugar: Journal of Athletic Training (1,651).
- 27ª lugar: International Journal of Sports Medicine (1,626).
- 46º lugar: Journal of Strength and Conditioning Research (0,815).
También se utilizó la revista Physical Therapy que ocupa el 4º lugar en el ranking JCR del 2008 del ámbito de Rehabilitación, con un factor de impacto de 2,190.
La relevancia científica de estas fuentes de información se basa en los datos que proporciona el Instituto para la Información Científica (ISI), Instituto que publica el factor de impacto de las revistas más importantes a través de la base de datos denominada Journal Citation Reports (JCR), en la plataforma online “Web of Knowledge” (véase Imagen 1.1.). Se calcula anualmente en dos ediciones, “Science” y “Social Sciences” y las revistas se agrupan en más de 160 categorías temáticas o “Subject categories”.
A continuación, se presenta un ejemplo de la información que proporciona el JCR en la “Web of Knowledge” (www.sauwok.fecyt.es), en este caso para la revista Journal of Athletic Training del año 2006. El valor del factor de impacto (1,360) se ha rodeado en color violeta (véase Imagen 1.2.).
Introdujimos las palabras clave en las bases de datos Medline y Sportdiscus (http://web.ebscohost.com para ambas bases de datos), primero de forma individual, y después de forma combinada entre sí. A continuación se presentan algunos ejemplos de los resultados obtenidos en cuanto a número de artículos encontrados en función de la palabra clave utilizada o de la combinación de varias palabras clave.
El número de resultados en la búsqueda individual de cada palabra clave resultó prácticamente inabordable en la mayoría de los casos. Véase el caso de los resultados obtenidos para “flexibility” en la tabla 1.1, obteniéndose 28.189 en Medline y 25.628 en Sportdiscus.
Combinando dos palabras clave el número de resultados se reduce significativamente (véase Tabla 1.2).
El número de resultados es aún más reducido cuando se utilizan 3 o 4 palabras clave de forma simultánea (véanse Tablas 1.3 y 1.4).
Después de filtrar estos resultados y de acceder a aquellos artículos que nos interesaron para esta revisión bibliográfica, se procedió a la búsqueda secundaria a través de las bibliografías de dichos artículos.
A continuación se expone el número de artículos procedentes de las revistas de alto impacto (JCR), observándose que el American Journal of Sports Medicine es la revista que aporta más artículos a esta revisión, seguido por las revistas British Journal of Sports Medicine, Sports Medicine y Scandinavian Journal of Medicine and Science in Sports:
- American Journal of Sports Medicine: 12
- British Journal of Sports Medicine: 6
- Sports Medicine: 6
- Scandinavian Journal of Medicine and Science in Sports: 5
- Medicine and Science in Sports an Exercise: 2
- International Journal of Sports Medicine: 2
- Journal of Science and Medicine in Sport: 1
- Journal of Athletic Training: 1
- Journal of Strength and Conditioning Research: 1
- Physical Therapy: 1
También se han utilizado dos artículos publicados en la revista española Apunts Medicina de L´Esport, y un artículo procedente de la revista Sport Sciences for Health. Ambas revistas no figuran en el ranking JCR.
Los libros utilizados fueron los siguientes:
- Alter, M. J. (2004). Los estiramientos: Bases científicas y desarrollo de ejercicios (6ªed.). Barcelona: Paidotribo.
- Berryman, N. y Bandy, W. D. (2002). Joint range of motion and muscle lenght testing. Philadelphia: W. B. Saunders Company.
- Holt, L., Pelham, T., y Holt, J. (2008). Flexibility: a concise guide. New Jersey: Humana Press.
- Johnson, D. y Ticker, J. (1998). Soft-tissue physiology and repair. In Orthopedic Knowledge update (pp.3-29). Barcelona: Medical Trends.
- Kiraly, K. y Byron Shewman. (1999). Flexibility. In Beach Volleyball: Techniques, training and tactics from the game´s greatest player. (pp. 83-93). Champaign: Human Kinetics.
- Peterson y Renström (2001). Sport injuries: their prevention and treatment. Londres: MartinDunitz.
- Taboadela, C. (2007) Goniometría: Una herramienta para la evaluación de las incapacidades laborales. Buenos Aires: Asociart ART.
Por último, también se han utilizado las siguientes páginas de internet:
La suma de todas las fuentes utilizadas incluyendo revistas, libros y webs, resulta en un número final de 50 referencias. También se consultó la Base de Datos de Tesis doctorales del Ministerio de Educación (TESEO) en la web www.educación.es/teseo, pero no se ha encontrado ningún documento que corresponda a la temática principal de este trabajo.
Para describir el estado de la cuestión de las lesiones en voleibol seleccionamos 8 investigaciones. Estas son:
- Beneka, A., Malliou P., Gioftsidou, A., Tsigganos, G., Zetou, H. y Godolias, G. (2009). Injury incidence rate, severity and diagnosis in male volleyball players. Sport Sciences for Health, 5, 93–99.
- Malliou, P., Beneka, A., Tsigganos, G., Gioftsidou, A, Germanou, E. y Michalopoulou, M. (2008) Are injury rates in female volleyball players age related? Sport Sciences for Health, 2, 113–117.
- Agel J., Palmieri-Smith R. M. Dick R., Wojtys E. M. y Marshall S. W. (2007). Descriptive Epidemiology of Collegiate Women’s Volleyball Injuries: National Collegiate Athletic Association Injury Surveillance System, 1988-1989 through 2003-2004. Journal of athletic Training, 42(2), 295-30.
- Augustsson S., Augustsson, J., Thomee´, R. y Svantesson U. (2006) Injuries and preventive actions in elite Swedish volleyball. Scandinavian Journal of Medicine and Science Sports, 16, 433–440.
- Junge, A., Langevoort, G., Pipe, A., Peytavin, A., Wong, F. y Mountjoy, M. et al. (2006) Injuries in team sport tournaments during the 2004 Olympic Games. American Journal of Sports Medicine, 34, 565-576
- Verhagen, E., Van der Beek, A., Bouter, L. Bahr R, Van Mechelen W. (2004). A one season prospective cohort study of volleyball injuries. British Journal of Sports Medicine, 38, 477–481.
Incluimos también los siguientes artículos que, a pesar de ser algo más antiguos, son citados en numerosos estudios y proceden de una revista influyente según el ISI. Estos son:
- Bahr, R. y Bahr, I. A. (1997). Incidence of acute volleyball injuries: a prospective cohort study of injury mechanisms and risk factors. Scandinavian Journal of Medicine and Science Sports, 7, 166-171.
- Aagaard H. y Jorgensen U. (1996).Injuries in elite volleyball. Scandinavian Journal of Medicine and Science in Sports, 6, 228-232.
Debido a que la mayoría de los artículos mencionados fueron seleccionados por su reconocimiento como publicaciones científicas, según la información que proporciona el Journal Citation Reports (JCR), a continuación presentamos el factor de impacto correspondiente a la revista de cada artículo según la edición científica de JCR del mismo año de publicación del dicho artículo. Los artículos son ordenados de mayor a menor factor de impacto.
- Jundge A, 2006. Factor de impacto: 2.694
- Augustsson, 2006: Factor de impacto: 1.989
- Agel 2007: Factor de impacto: 1.360
- Verhagen, 2004. Factor de impacto: 1.259
- Bahr R, 1997. Factor de impacto: 0.704
- Aagaard H, 1996. Factor de impacto: *en JCR no consta el factor de impacto de esta revista para años anteriores al 1997.
A pesar de que los artículos de Beneka, et al. (2009) y Malliou, et al. (2008) proceden de una revista que no consta en la base de datos JCR (Sport Sciences for Health), los seleccionamos porque son los estudios más recientes que encontramos en el ámbito de las lesiones en Voleibol, y porque abordaron bastantes factores relativos al tema de nuestro interés.
RESULTADOS.
En cuanto al primer objetivo: “Conocer y describir el estado de la cuestión de las lesiones en general en voleibol y concretamente de lesiones musculares, como primer paso importante hacia la prevención de las mismas”, encontramos los siguientes resultados:
Solgard et al. (1995) sitúa al voleibol en cuarto lugar respecto al índice lesional en comparación con otros deportes. Podría esperarse que la incidencia de lesión no fuese elevada, ya que es un deporte de no-contacto en el que los jugadores están separados por una red. Sin embargo, los estudios realizados han indicado que las lesiones en voleibol son bastante frecuentes.
La incidencia de lesión está entre 1´7 y 4´2 por 1000 horas de juego (Aagaard y Jorgensen, 1996; Agel, Palmieri-Smith, Dick, Wojtys, y Marshall, 2007; Bahr, R. y Bahr, I. A., 1997; Beneka et al., 2009; Solgard et al., 1995). Las diferencias tan significativas que encontramos en las investigaciones se deben, posiblemente, a las variantes en el diseño de los estudios. La comparación entre estudios se hace difícil por los diferentes cuestionarios y definiciones de lesión utilizadas (Aagaard y Jorgensen, 1996), además de las diversas características de la muestra, la duración del estudio, medios, etc.
En un intento de presentar los datos más importantes de los 8 estudios seleccionados (mencionados en el apartado de método), de intentar encontrar similitudes y diferencias entre ellos, y de llegar a conclusiones sobre la situación del tema en cuestión, utilizamos las siguientes tablas que hacen referencia a los diferentes apartados de estas investigaciones:
Tabla 2.1: Datos generales del estudio y de su muestra.
Tabla 2.2: Frecuencia lesional.
Tabla 2.3: Definición y clasificación de lesión.
Tabla 2.4: Mecanismo de la lesión, puesto específico, momento de la temporada, repercusión de la lesión.
Tabla 2.5: Conclusión de las aportaciones en cada estudio.
Hay que señalar que debido a las diferencias de los estudios, fue difícil diseñar tablas homogéneas. Las tablas que tienen espacios en blanco significan que el estudio correspondiente no facilitaba la información para esa variable. El significado de las abreviaturas utilizadas es el mismo para todas las tablas.
El estudio de mayor duración con diferencia es el realizado por Agel et al. (1996), realizando un seguimiento de una población escolar femenina durante 16 años.
Los países Nórdicos destacan por las investigaciones de este tipo, y los más actuales se realizaron en Grecia (Beneka, et al. 2009; Malliou, et al., 2008), presentando una estructura muy similar, a diferencia de que la muestra del primer estudio es femenina, y la del segundo es masculina. Como se puede observar, según nuestro conocimiento no se han publicado estudios de esta naturaleza en España, al menos de relevancia científica reconocida.
En cuanto a las edades de la muestra se han estudiado sobre todo sujetos entre los 21 y los 25 años, curiosamente las mujeres de todos los estudios son más jóvenes que la muestra correspondiente de hombres. También se han estudiado grupos de edad de juveniles y cadetes, aunque solo en las investigaciones más recientes (Beneka, et al., 2009, Malliou, et al., 2008).
El estudio de Malliou et al. (2008) presentó la muestra más numerosa, estudiando 689 jugadoras. Es probable que el estudio de Agel et al. (2007) tuviera una muestra incluso mayor que la anteriormente mencionada, pero no se concreta en el total de los sujetos estudiados.
En cuanto a la edad, en los estudios de Beneka et al. (2009) y Malliou et al. (2008) se observó que los jugadores sénior se lesionan significativamente más que los juveniles y cadetes.
Respecto a número de lesiones en partido, parece que todos los estudios coinciden en que el mayor número se dan durante los entrenamientos, excepto para Bahr, R. y Bahr, I. A. (1997), en cuyo estudio se recogió una mayor incidencia lesional en los partidos.
La incidencia de lesión se representa respecto a las 1000 horas de juego (excepto el estudio de Jundge et al., 2006), resultando en valores desde 0.5 hasta 4.58 lesiones/1000 horas. Se puede observar que la diferencia de incidencia lesional entre estudios es importante. Como se ha comentado anteriormente, la explicación podría ser las diferencias existentes entre estas investigaciones. La media de incidencia lesional de los valores recogidos en estos estudios, en jugadores sénior, sin hacer diferencias entre sexo femenino y masculino, ni entre momento de entrenamiento o partido, fue de 2.14 lesiones/1000 horas.
En cuanto a las definiciones, nos encontramos con diferentes conceptos, aunque predomina la definición de lesión como dolencia resultante de la práctica del voleibol que aleja al jugador de sus entrenamientos o partidos al menos un día.
Todos los estudios aquí recogidos coinciden en que las lesiones más frecuentes en voleibol se dieron en el miembro inferior, y más concretamente en el tobillo, especialmente lesiones de tipo ligamentosa. Otras zonas frecuentemente lesionadas fueron la rodilla, los dedos, el hombro o la espalda.
En cuanto a lesiones de tipo agudo o por sobreuso, parece que la incidencia dependió de la parte del cuerpo afectada. Por ejemplo, las lesiones de tobillo fueron fundamentalmente de tipo agudo, mientras que las lesiones en hombro fueron principalmente por sobreuso. El estudio realizado por Beneka et al. (2009), encontró que un 86.4% de las lesiones son agudas, mientras que un 13.5% son por sobreuso. La diferencia en estos datos probablemente se deba a que muchas lesiones por sobreuso permitieron seguir con la práctica deportiva, por lo que pueden no haber sido contabilizadas en el estudio.
En los últimos 10 años se ha incrementado un 50% la cantidad de entrenamiento en este deporte, incidiendo probablemente en el aumento significativo de la cifra de lesiones por sobreuso en el voleibol masculino profesional de un 16% a un 47%, correspondiéndose con un incremento significativo de la incidencia de este tipo de lesiones de 0.5 a 1.8 lesiones por jugador por 1000 horas de juego (P<0.001) (Aagaard y Jorgensen, 1996).
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Los mecanismos de lesión más comunes en voleibol se produjeron en la red, en las acciones de bloqueo y ataque, por lo que los centrales, alas y opuestos fueron los puestos específicos que más lesiones sufrieron. Malliou et al. (2008) también citaron al jugador universal y al colocador como jugadores frecuentemente lesionados. Las recepciones de los saltos, ya sea pisando o no a otro jugador, fueron los mecanismos de lesión más frecuentes según algunos de los artículos, y en general las lesiones sin contacto.
Así, en cuanto a acciones técnicas, el bloqueo y el remate fueron las acciones en las que más lesiones se produjeron, acciones protagonistas del juego en la red, especialmente lesiones de tobillo y pie en las recepciones del los saltos, en la mayoría de los casos por colisión con un compañero del mismo equipo, o por contacto con un contrario. Sin embargo, Agel et al. (2007) destacan que la mayoría de las lesiones recogidas durante los entrenamientos (más del 50 %) no se dieron por contacto externo directo en la parte del cuerpo lesionada.
En cuanto a la repercusión de la lesión, en función de la gravedad de la misma y del tiempo que ésta aleja al jugador de su práctica deportiva, las lesiones leves y moderadas parece que fueron las más frecuentes. Para Beneka et al. (2009) y Malliou et al. (2008) las lesiones moderadas representaron la gran mayoría, privando al jugador de participar en un entrenamiento o un partido entre una semana a un mes. Sin embargo, en el estudio realizado por Augustsson, A., Augustsson, J., Thomee´, y Svantesson (2006), las lesiones más comunes son las leves (menos de una semana de inactividad). Según el estudio de Aagard y Jorgensen (1996) las lesiones que privaron al jugador de entrenar o competir más de una semana fueron una minoría.
En cuanto al momento de la temporada en el que se produjo un mayor número de lesiones, mientras que Beneka et al. (2009) y Malliou et al. (2008) encontraron que los jugadores se lesionaron más durante la temporada, Agel et al. (2006) observaron que fue la pretemporada el momento de mayor riesgo para lesionarse.
La tabla 2.5 recoge las aportaciones más destacables de cada estudio, resaltando que hay unanimidad en la conclusión principal a la que llegaron todas las investigaciones, observando que las lesiones de tobillo fueron las más frecuentes en voleibol y que las estrategias preventivas deben orientarse a reducir este tipo de lesión. También se destacó la lesión previa como factor de riesgo de sufrir una nueva lesión de tobillo.
El dato sobre distensiones musculares (11.9%) del estudio de Malliou et al. (2009), se extrajo de la información de diagnóstico del médico especialista, siendo los esguinces de tobillo los más frecuentes (50.6%), seguido de las tendinitis (14.5%), las fracturas (12.9%), y en cuarto lugar las distensiones musculares.
A pesar de que las diferencias observadas entre los estudios dificultan la comparación entre los mismos (material, métodos, resultados), hemos realizado el intento de analizar las investigaciones anteriores y acercarnos a la realidad lesional del voleibol. Llegados a este punto, nos preguntamos cuál es el papel de las lesiones musculares en voleibol, así como la posible relación entre la flexibilidad y la prevención de lesiones musculares. Para ello vamos a profundizar en los conceptos de flexibilidad y lesión muscular para conocer el potencial preventivo del trabajo de flexibilidad en cuanto a este tipo de lesiones.
En cuanto al segundo objetivo: “Revisar y aclarar los conceptos de flexibilidad y distensión muscular, y analizar la posible relación entre ambos”, presentamos la siguiente información:
A pesar de que se ha investigado sobre lesiones en voleibol, no se ha profundizado en lo relativo a lesiones musculares, por lo que tampoco se han planteado las estrategias de prevención correspondientes. Hoy en día, según Woods et al. (2004) las lesiones musculares representan uno de los mayores problemas a resolver en deporte. Garrett (1996) considera que en las consultas de medicina del deporte el 30% de las lesiones se corresponden con lesiones musculares, con la importancia que esto conlleva en cuanto a nuestro conocimiento sobre las mismas para mejorar nuestras herramientas correspondientes de prevención y rehabilitación. El conocimiento que tenemos sobre lesiones musculares es limitado, sobre todo si lo comparamos con todo lo que se ha investigado y aprendido de lesiones ligamentosas, tendinosas y óseas. Siendo lesiones tan comunes y poco estudiadas, parece que debemos orientarnos a conocer más acerca de ellas (Garret, 1990; Johnson y Ticker, 1998).
Parece contradictorio que las investigaciones realizadas en voleibol no consideren la lesión muscular de forma significativa cuando según Garret (1996) son de las lesiones más comúnmente tratadas en la realidad deportiva. Esto se debe, probablemente, a que a este tipo de lesiones se les resta importancia porque muchas permiten al deportista continuar con la práctica deportiva, y a la dificultad de determinar qué consideramos lesión muscular (Peterson y Restrom, 2001). La definición de lesión muscular se puede basar en diferentes categorías (tiempo de ausencia deportiva, mecanismo de lesión, daño tisular, etc.). Probablemente no haya una definición ideal de lesión, presentando cada una sus ventajas e inconvenientes dependiendo de los intereses de cada estudio. El hecho de que no exista un consenso en cuanto al concepto de lesión dificulta la comparación entre estudios (Ekstrand y Karlsson, 2003).
Solgard et al. (1995), observaron que los jugadores de voleibol se lesionan durante los saltos sin existir contacto, coincidiendo con Agel et al. (2007) que observaron que la mayoría de las lesiones recogidas durante los entrenamientos (más del 50 %) no se dieron por contacto externo directo en la parte del cuerpo lesionada. Este tipo de lesiones, sin presencia de impacto, presentan mayor posibilidad de prevención que aquellas en las que se produce un contacto (Mack, Whitford, y Jaques, 2004). Entre las lesiones producidas sin impacto incluimos la distensión muscular, tipo de lesión muscular a la que nos referiremos en esta revisión. Las distensiones son las lesiones musculares más frecuentes, coincidiendo con el estudio de Woods et al. (2004) realizado en fútbol, en el cual el 94% de las lesiones musculares observadas eran distensiones. Parece interesante entonces, orientar los esfuerzos hacia el diseño de estrategias preventivas de distensiones musculares.
Las distensiones musculares se perciben mediante dolor durante la actividad física y son muy comunes en el deporte. El grado de estas lesiones musculares puede ir desde una lesión microscópica o desgarros parciales hasta desgarros completos y rotura palpable en el músculo. El grado de lesión muscular determinará la evolución de la reparación del músculo (Johnson y Ticker, 1998). Este tipo de lesiones se producen como respuesta a una tensión o fuerza intrínseca excesiva generada en el músculo que éste no puede soportar (Garret, 1990; Johnson y Ticker, 1998). Se produce en el estiramiento muscular durante las contracciones excéntricas poderosas (Garret, 1990). Es decir, la distensión muscular es una lesión que se produce cuando el músculo se activa mientras se estira (Peterson y Restrom, 2001). Los Servicios Médicos del Fútbol Club Barcelona (2009) coinciden con las anteriores definiciones diciendo que las lesiones de tipo indirectas o por estiramiento, son aquellas lesiones que se producen cuando la aplicación de una fuerza tensional supera la resistencia del tejido durante una contracción excéntrica.
Las distensiones musculares se corresponden con deportes basados en sprint o salto (Johnson y Ticker, 1998, Peterson y Restrom, 2001), como por ejemplo en el caso del voleibol, con requerimiento de un esfuerzo muscular explosivo en un corto periodo de tiempo. También se corresponden con acciones que incluyan paradas repentinas, deceleraciones (trabajo excéntrico), cambios de fase excéntrica a concéntrica, combinaciones peligrosas de deceleración y aceleración durante giros, saltos, y/o cambios de dirección. Se produce una lesión generalmente a la altura de la unión miotendinosa a menos que exista un lesión previa del músculo (Johnson y Ticker, 1998) debido a una tensión excesiva que lleva a las fibras a sobreestirarse (Peterson y Restrom, 2001). Predominantemente afectan a las fibras glucolíticas rápidas (Johnson y Ticker, 1998).
Garret (1996) y Peterson y Restrom (2001) coinciden en que ciertos músculos sufren más estas lesiones que otros, en concreto aquellos músculos biarticulares o de compleja arquitectura. El isquiotibial es un ejemplo, flexionando la rodilla y extendiendo la cadera. El complejo control neuromuscular requerido de las dos funciones al mismo tiempo aumenta el riesgo de lesión (Peterson y Restrom, 2001). Un historial de lesiones previas también supone un riesgo significativo para tener una nueva distensión en el mismo lado en que ocurrió la lesión anterior (Arnasson et al., 2004). Además, según el estudio de Orchard (2001), las lesiones musculares pueden depender de la edad, ya que observaron que las lesiones de gemelo e isquiotibial son más frecuentes en jugadores mayores, sin embargo no encontraron esta relación en lesiones de cuádriceps.
Según Alter, los tejidos blandos se caracterizan por unas propiedades mecánicas concretas. Una de estas propiedades es la contractibilidad muscular, entendida como la capacidad de un músculo parar encogerse y generar tensión en toda su extensión. Otra propiedad muscular es la distensibilidad (comúnmente conocida como extensibilidad o elongación), definida como la capacidad del tejido muscular para estirarse en respuesta a una fuerza externa. Este concepto se opone al de resistencia a la deformación.
Garret (1990) habla además de la habilidad que tiene el músculo de actuar absorbiendo energía para prevenir lesiones en huesos, articulaciones y en sí mismos. Esto se debe a sus propiedades viscoelásticas, propiedades que son importantes para poder comprender cómo se puede prevenir la lesión muscular. Los Servicios Médicos Fútbol Club Barcelona (2009) explican que la fuerza y la velocidad con que se aplica la tensión modifican las propiedades viscoelásticas del tejido, cambiando la susceptibilidad a la rotura, así como la temperatura tisular y la fatiga local. Garret (1996) explica que la habilidad de un músculo de soportar fuerza y tensión se representa por las energía que éste es capaz de absorber antes de fracasar y lesionarse. Cuanta más energía pueda absorber un músculo más resistente es a la lesión. Por ejemplo, un músculo activado es capaz de absorber más energía que un músculo en reposo (véase Imagen 2.1.). Aquella condición que disminuya la capacidad contráctil de un músculo reduce su habilidad para absorber energía y aumenta su riesgo de lesionarse.
Los conceptos de distensibilidad muscular y flexibilidad son utilizados comúnmente como sinónimos para definir la habilidad de un músculo de alargarse hasta el final del rango de movimiento (ROM) (Berryman y Bandy, 2002). Alter (2004) define los conceptos de flexibilidad y extensibilidad muscular, entendiendo la flexibilidad como la amplitud de movimiento disponible en una articulación o grupo de articulaciones, y la distensibilidad como la capacidad del tejido muscular para estirarse en respuesta a una fuerza externa.
Holt, L., Pelham, y Holt, J. (2008), respecto a las definiciones que definen la flexibilidad como amplitud de movimiento, consideran que se da una confusión de la propiedad en cuestión (flexibilidad) con el criterio que se usa para medirla (amplitud de movimiento). La flexibilidad de una articulación determina su rango de movimiento y se puede medir a través del mismo, pero ambos son conceptos diferentes. El rango de movimiento se define como la medida entre el ángulo de inicio y el ángulo final, así como el total de grados de recorrido a través de una articulación movida por una contracción muscular activa o por un movimiento pasivo.
Después de realizar una revisión acerca de las definiciones de flexibilidad que se han dado en la literatura y analizarlas detalladamente, Holt et al. (2008) p.4, proponen su propia definición de flexibilidad:
“Flexibility is the disposition of body tissues to allow, without injury, excursion at a joint or set of joints”.
Holt explica detalladamente su propuesta de definición de flexibilidad. Los tejidos a los que se refiere la definición son músculo, tendón, fascia, cápsula articular, cartílago, ligamento, hueso, y varios componentes del sistema nervioso, que van a determinar la amplitud de movimiento posible en una articulación. Así, considera que los componentes principales de la flexibilidad pertenecen a dos clases diferentes de tejido: los tejidos articulares propios de la articulación como tal (cartílago, cápsula, ligamento, y hueso) y los tejidos blandos de alrededor (músculo, tendón y fascia). El primer grupo de tejidos determina principalmente la estabilidad y la función básica de la articulación (aunque los tejidos blandos también intervienen). Sin embargo, el entrenamiento de la flexibilidad debe centrarse únicamente en los tejidos blandos de alrededor, y por lo tanto en el músculo. Si los tejidos articulares (primer grupo) permiten el movimiento, el rango puede restringirse entonces por los tejidos blandos.
En algunos deportes conviene tener una flexibilidad articular superior a la mínima, para prevenir lesiones musculares y/o articulares. Parece que cada deporte tiene una flexibilidad óptima para la realización de su actividad deportiva, entendiendo que tener una flexibilidad inferior o superior aumenta la predisposición a lesión. (Alter, 2004). Holt et al. (2008) define un estado de flexibilidad funcional, es decir, aquella amplitud óptima para la ejecución deportiva. Opuestamente, aquellos niveles de rango de movimiento próximos a la hipomovilidad o a la hipermovilidad, limitan la ejecución del deportista.
El modelo lesional de Woods, Bishop, y Jones (2007) se basa en que las lesiones musculares ocurren a ciertas longitudes del músculo, como resultado de un fuerza excéntrica que lo estira más allá de su “libre rango de movimiento” hasta el punto de fallo. Cada actividad física y deporte requieren un ROM específico para ser desarrollado. Para poder completar de forma exitosa estas acciones sin lesionarse, el músculo ha de tener la distensibilidad necesaria para moverse en ese ROM sin causar un incremento de tensión.
Por último, vamos a abordar los resultados correspondientes al tercer objetivo: “conocer la flexibilidad como medida preventiva de las distensiones musculares”:
Los ejercicios de flexibilidad han sido asociados a la prevención y al tratamiento de lesiones, así como a la mejora del rendimiento deportivo. A pesar de que todos tenemos una idea del significado de flexibilidad, no hay una definición satisfactoria en la literatura. Esto ha conducido a malinterpretaciones del término, aplicaciones erróneas del concepto, y a las consecuentes dificultades en la investigación de este parámetro, así como en la aplicación de los resultados obtenidos en investigación. Algunos autores sostienen que debido a “la carencia de pruebas” no es posible asumir que el trabajo de flexibilidad sea una herramienta de prevención de lesiones, sin embargo los resultados obtenidos por numerosos estudios son contrarios a esta idea (Holt et al., 2008). Según Arnason (2009), a pesar de que algunos estudios han investigado la posible conexión entre las lesiones musculares y una pobre flexibilidad, la evidencia científica de que la flexibilidad sea una medida preventiva de lesión muscular no está probada hasta el momento, por lo que no está claro el papel de la flexibilidad muscular en la prevención de las lesiones. Además, Murphy, Conolly, y Beynnon (2003) recuerdan la existencia de otros factores intrínsecos que también pueden predisponer a sufrir una distensión muscular como la edad, la lesión previa, la composición corporal y la dominancia lateral.
En la literatura se recogen varios estudios que observan que una ROM reducida aumenta el riesgo de lesión muscular. Estudios con militares reclutas encontraron que aquellos sujetos con una flexibilidad de isquiotibiales reducida presentaban el doble de riesgo de lesionarse que aquellos que tenían unos valores medios (Knapik, Bauman, Jone, Harris, y Vaughan, 2001). En el estudio de Johnagen, Németh, y Eriksson (1994) se midió el ROM de dos grupos de velocistas. Los de un grupo habían tenido distensiones musculares en los isquiotibiales recientemente, y los del otro grupo no. Se observó que los no lesionados tenían mayor ROM en la articulación de la cadera que el grupo de lesionados, ya que estos presentaban acortamientos en los isquiotibiales.
Como se podrá comprobar a continuación, muchos de los estudios encontrados que estudiaron la relación entre la ROM articular y las lesiones musculares se realizaron en fútbol. Así, Ekstrand and Guillquist (1982) en un estudio realizado en la liga sueca profesional, encontraron que aquellos que tenían una ROM reducida en pretemporada se lesionaban más. Witvrouw, Oanneels, Asselman, O’Have, y Cambier (2003) en un estudio con jugadores de fútbol profesional de la liga belga observaron que las distensiones musculares en isquiotibiales se correlacionaban significativamente con una flexibilidad de isquiotibial baja. Además, una flexibilidad disminuida en los cuádriceps se consideraba como un factor de riesgo de lesión intrínseco. Arnason et al. (2004) observaron que la flexibilidad en aductores era inferior en jugadores que padecieran distensiones musculares en los aductores en comparación con que aquellos jugadores sin lesión. Mack et al. (2004) encontraron que uno de los factores que caracterizaban a los jugadores de fútbol que padecían lesiones de tejidos blandos era la carencia específica de flexibilidad. Dadebo, White, y George (2004) encontraron que los acortamientos de la musculatura flexora de la rodilla en futbolistas conducen a múltiples lesiones por sobreestiramientos.
Otra investigación con jugadores de fútbol de primera división inglesa, pretendió determinar la influencia del ROM del miembro inferior en pretemporada en el riesgo de distensión muscular durante la temporada. En sus resultados se encontraron con que aquellos jugadores que sufrieron una distensión muscular en los flexores de cadera o flexores de rodilla, tenían un ROM menor en esos grupos musculares en pretemporada en comparación con los jugadores no lesionados. Se observaron tendencias similares en el resto de músculos analizados, pero no eran resultados estadísticamente significativos. Así, aquellos jugadores que en pretemporada presentaron valores bajos de ROM en flexores de cadera y flexores de rodilla, presentaban un riesgo estadísticamente mayor de distensión muscular en esos grupos musculares durante la temporada. Casi un 90% de los jugadores investigados sufrieron una distensión muscular durante la temporada (Bradley y Portas, 2007).
A diferencia de todas las investigaciones anteriormente mencionadas, Tyler, Nicholas, y Campbell (2001) realizaron un estudio con jugadores de hockey y no encontraron que una ROM deficiente en abducción de cadera fuese un factor predictivo de lesión en aductores.
Si consideramos que un deportista tiene, en un momento dado, un ROM a través del que se puede mover libremente, los movimientos que vayan más allá de ese ROM desembocará en lesión en el músculo. Si mediante el trabajo de flexibilidad aumentamos este rango, el sujeto podrá alcanzar un mayor ROM en el que el músculo puede moverse libremente y asumirá posiciones inusuales que de otra manera resultarían en lesión. Esto supone menos estrés en el músculo en un punto dado de su ROM y que se requiera una mayor fuerza para estirar el músculo hasta su punto de fallo (Woods et al., 2007).
Mientras que un músculo acortado limita el ROM de la articulación sobre la que actúa, un músculo con mayor capacidad de distensibilidad mejora el ROM de la articulación (Alter, 2004). Los estiramientos resultan en una elongación del músculo (Taylor, Brooks, Ryan, 1997) y un aumento de la longitud del músculo puede permitirle estirarse más y moverse a través de un ROM articular mayor antes de alcanzar el punto de fallo (Woods et al., 2007). El trabajo de flexibilidad permite estirar los músculos, reduciendo los acortamientos para prevenir así lesiones (Kiraly y Shewman,1992).
A pesar de que hay opiniones contrarias en cuanto a los métodos de prevención de lesiones musculares a través de la flexibilidad (Murphy, et al., 2003; Parkkari, Kujala, y Kannus, 2001; Woods et al., 2004), numerosos autores e investigaciones consideran que esto es posible.
Según Peterson y Restrom, (2001) la flexibilidad, además de ser concebida como una estrategia preventiva a nivel general, también juega un papel relevante en cuanto a la prevención de lesiones musculares. Al profundizar en los factores de riesgo específicos de padecer una lesión muscular, nos encontramos la falta de flexibilidad como un factor potenciador de la lesión muscular, ya que los músculos acortados que no permiten un ROM completo se pueden lesionar en deportes que requieran cierta flexibilidad.
De esta manera, a nivel general la carencia de flexibilidad es un factor de riesgo de padecer una lesión en voleibol, y en concreto, la falta de flexibilidad es uno de los factores de riesgo importantes para padecer una lesión muscular (Garret, 1996; Gleim y McHugh, 1997; Van Mechelen, Hlobil, y Kemper, 1992; Worrel, 1994). La explicación que Taylor et al. (1997) proponen se basa en que los estiramientos resultan en una elongación del músculo, y un aumento de la longitud del músculo puede permitirle moverse a través de un ROM mayor o estirarse más antes de alcanzar el punto de fallo, aumentando así el ROM de la articulación. Witvrouw, Mahieu, Danneels, y McNair, (2004) apuntan que el incremento de distensibilidad de la unidad miotendinosa mejora la ejecución y disminuye el número de lesiones musculares.
Considerando lo mencionado hasta el momento, observamos importantes aspectos en común entre los conceptos flexibilidad, distensibilidad muscular y lesión muscular. Llegados a este punto, la intención es valorar las posibilidades preventivas del trabajo de flexibilidad respecto a las distensiones musculares.
Mack et al. (2004) consideran que la flexibilidad es un contenido comúnmente presente en los programas de prevención de lesiones. En fútbol, Hawkins y Fuller (1998) realizaron un estudio basando en estrategias de prevención de lesiones e incluyeron la flexibilidad como una de ellas. Junge, Rosch, Peterson, Graf-Baumann, y Dvorak (2002) realizaron un programa preventivo a lo largo de toda la temporada introduciendo como contenido específico el trabajo de flexibilidad. Heidt, Sweeterman, Carlonas, Traub, y Tekulve (2000) realizaron una intervención con jugadores de fútbol durante la pretemporada. Consistía en un entrenamiento de acondicionamiento de la forma con la intención de prevenir lesiones. Este entrenamiento estaba basado en diferentes rutinas, entre ellas el trabajo de flexibilidad, y observaron que el grupo entrenado en comparación con el grupo que no había sido entrenado, padeció significativamente menos lesiones, y entre ellas menos distensiones musculares.
Arnasson, Andersen, Holme, Engebretsen, y Bahr (2008) realizaron una investigación basada en la prevención de distensiones musculares en isquiosural en la que compararon diferentes equipos de fútbol. La mitad de ellos realizaron un programa de entrenamiento de calentamiento mediante estiramientos y un programa de flexibilidad. A pesar de que no encontraron diferencias significativas entre los que realizaron el programa específico de prevención y los que sólo realizaron su entrenamiento habitual, sí se encontraron diferencias en cuanto a la severidad de las lesiones, saliendo favorecidos aquellos equipos intervenidos con el programa de prevención.
Un estudio en fútbol encontró que el entrenamiento reduce el ROM de sus jugadores de inmediato, hasta las 24 horas posteriores al entrenamiento y progresivamente a partir del día después. Además, observó en sus resultados que aquellos jugadores que realizaban estiramientos obtenían mayor ROM que el grupo de jugadores que no estiraba (Moller, Oberg y Guillquist, 1985). También se observó que el ROM en jugadores de fútbol era menor que la muestra de sujetos no jugadores (Ekstrand y Guillquist, 1982). La propia disciplina deportiva conduce al acortamiento de la musculatura agonista del deportista así como el alargamiento de la musculatura antagonista (Holt et al., 2008). Kiraly y Shewman (1992) argumentan que la mayoría de los deportes suponen movimientos repetitivos, a menudo en un rango de movimiento limitado, por lo que pueden desembocar en acortamientos musculares. Un programa inmediato, progresivo y cuidadoso para mejorar la flexibilidad, estirará los músculos, disminuirá los acortamientos y la posibilidad de lesión muscular. Así, consideran el entrenamiento de flexibilidad como una estrategia de prevención de lesiones en general, y de lesiones musculares en concreto.
Woods et al. (2007) creen que el trabajo de flexibilidad debería acompañar a lo largo de toda la rutina de entrenamiento para que el deportista se pueda beneficiar de los cambios plásticos a largo plazo y obtenga una longitud muscular óptima. Estos cambios resultan en un incremento de la longitud del músculo y del ROM, lo que potencialmente puede influir en la reducción de las lesiones miotendinosas durante el ejercicio físico.
Los estiramientos pueden aumentar la flexibilidad muscular si de prescriben adecuadamente (Bandy y Iron, 1994). Para evitar lesiones, cualquier programa de flexibilidad debe permitir aislar aquellas áreas susceptibles de lesión, como isquiotibiales, aductores, cuádriceps y gemelo. Solo después de ser capaz de aislar estas zonas puedes mejorarlas y hacerlas menos susceptibles a la lesión, así como reducir la severidad de la lesión cuando esta ocurre. Una condición óptima de flexibilidad, supone la mejora del equilibrio y de la precisión del movimiento, para optimizar así la mecánica del movimiento y mejorar la calidad de la ejecución, elemento relevante también en la prevención de lesiones. Además, ayuda a aumentar longevidad en la vida y en el deporte (Kiraly y Shewman, 1992).
Arnason (2009), considera que la prevención de lesiones musculares debería centrarse en la preparación de los atletas para soportar la carga biomecánica que requiere el tipo específico de deporte. Por ello, en cuanto al trabajo de flexibilidad, el deportista debe poder alcanzar el ROM propio de su actividad deportiva, y sus músculos tienen que tener la extensibilidad suficiente para no limitar este rango de movimiento óptimo. En el estudio de Bradley y Portas (2007) realizado en fútbol en el que observaron que los jugadores que padecían de distensiones musculares tenían menor ROM para ciertos grupos musculares, propusieron el seguimiento de la flexibilidad de sus jugadores durante la pretemporada, y la prescripción de entrenamiento de flexibilidad específico a aquellos jugadores con bajo ROM para reducir el riesgo de estos deportistas a desarrollar una distensión muscular.
Otros estudios no destacan el trabajo de flexibilidad como medida preventiva, como es el caso de estudio de Augustsson et al. (2006), investigación realizada en Suecia acerca de medidas preventivas en voleibol. Explica que la gran mayoría de los sujetos estudiados intervenían en programas de prevención de lesiones, constando estos primariamente de trabajo de fuerza, ejercicios de pliometría, y habilidades técnicas. Sin embargo no hizo mención al trabajo de flexibilidad como una tarea importante para la prevención de lesiones. Es destacable el hecho de que el nivel de supervisión de estos programas preventivos era escaso, con la importancia que esto supone para la consecución de los objetivos de los mismos. En este estudio se hizo un llamamiento a la importancia de la individualización de dichos programas.
A pesar de que numerosos estudios apoyan la idea de que la falta de flexibilidad es uno de los factores de riesgo más importante de lesión muscular, considerando la flexibilidad como una medida preventiva de este tipo de lesiones, Witvrouw et al. (2004) consideran que la evidencia científica en cuanto al efecto preventivo de los estiramientos en cuanto a lesiones muscular no acaba de confirmarse, a pesar de ser quizás la rutina más común de los entrenadores, por lo que las conclusiones en cuanto a la relación entre flexibilidad y lesión son contradictorias. Esto coincide con Holt et al. (2008), que creen que a pesar de que los resultados obtenidos en investigación apoyan la opinión de muchos expertos que consideran la flexibilidad como un aspecto crucial en la ejecución deportiva, no existe un acuerdo consistente en la literatura, ya que otros autores están en desacuerdo con dicho argumento.
En medio de esta contrariedad de opiniones entre los diferentes expertos, Witvrouw et al. (2004) exponen su propia explicación a estas contradicciones de la literatura. Esta explicación se basa en considerar el tipo de actividad deportiva a la que nos referimos. De esta forma, aquellos deportes basados en habilidades de tipo explosivas, o que impliquen saltos, con muchos ciclos de estiramiento-acortamiento (CEA) a una intensidad máxima (como es el caso del voleibol), requieren una unidad miotendinosa con suficiente compliance (término en inglés sin traducción precisa al español) para almacenar y liberar la alta cantidad de energía elástica que se requiere en la ejecución de dichos deportes. Si esto no sucede, las demandas de absorción y liberación de energía excederán la capacidad del músculo y fracasará (lesión muscular). Sabiendo que los estiramientos permiten aumentar la compliance de los tendones, y con ello aumentar la capacidad del tendón para absorber energía, se entiende que una condición óptima de flexibilidad es importante para prevenir lesiones del músculo.
En caso de un CEA de alta intensidad (cuando se necesita absorber una mayor cantidad de energía), cuanta más energía sea capaz de absorber el tendón que se estira, reducirá la probabilidad de lesión en la unidad miotendinosa, tolerando más absorción de energía sin lesionarse y transfiriendo menos energía a la parte contráctil de la unidad. Si la unidad miotendinosa no es flexible, supone un factor que predispone a lesión muscular en estas modalidades deportivas, ya que el tendón no es capaz de absorber suficiente energía, lo que resultará en la lesión del tendón y/o el músculo.
Si de lo contrario, el deporte no implica CEA, o los implica pero a un nivel muy bajo (como correr o pedalear), no es necesario que el tendón presente compliance, ya que la absorción de energía es baja. En este caso, ejercicios adicionales de estiramiento no desembocarían en beneficios de cara a la prevención de lesión, por lo que no parece tan aconsejable trabajar en exceso la flexibilidad.
DISCUSIÓN.
La comparación entre los resultados obtenidos por diferentes estudios es extremadamente difícil, ya que no encontramos similitudes en cuanto al tamaño de la muestra, nivel competitivo de los sujetos, deporte investigado, metodología utilizada, ni en cuanto a las circunstancias concretas de cada investigación. Otra limitación según Holt et al. (2004) es la propia confusión existente alrededor del concepto de flexibilidad así como las aplicaciones erróneas de dicho concepto.
En cuanto al modelo lesional de Woods et al., (2007) basado en que las lesiones musculares ocurren como resultado de un fuerza excéntrica que estira el músculos más allá de su “libre rango de movimiento” hasta el punto de fallo, hay que destacar que la mayoría de los deportes no requieren adoptar amplitudes de movimiento máximas y registran igualmente distensiones musculares. Además, estas lesiones no se producen siempre en amplitudes movimiento máximas. Las distensiones musculares se corresponden con deportes basados en sprint o salto (Johnson y Ticker, 1998; Peterson y Restrom, 2001), como por ejemplo en el caso del voleibol, con requerimiento de un esfuerzo muscular explosivo en un corto periodo de tiempo. También se producen en acciones que incluyan paradas repentinas, deceleraciones (trabajo excéntrico), en cambios de fase excéntrica a concéntrica, combinaciones peligrosas de deceleración y aceleración durante giros, saltos, y cambios de dirección. Muchas de estas acciones no tienen porqué corresponderse con amplitudes máximas de movimiento. Además, la naturaleza del deporte determina las amplitudes de sus acciones. En el caso de deportes como la gimnasia, el gesto técnico sí se corresponde con rangos de movimientos máximos, pero en la mayoría de los deportes estas posiciones son menos comunes.
En cuanto a las mediciones con goniómetro y otras medidas indirectas de la flexibilidad como el Sit and Reach, son técnicas que expresan un único plano de movimiento. Sin embargo, muchos movimientos realizados en el deporte requieren acciones en 2 o 3 ejes simultáneamente. El desarrollo de nuevas tecnologías podría facilitar el avance de conocimiento y la investigación acerca de las mediciones de flexibilidad en variadas situaciones (Holt et al., 2008).
Los estudios revisados utilizaron mediciones de flexibilidad pasiva, entendida por Alter (2004) como la medida de ROM en ausencia de contracción activa. Este tipo de flexibilidad se aleja bastante de la realidad de la acción deportiva. El gesto deportivo se realiza a ciertas velocidades en un corto periodo de tiempo, por ello, se identifica más con el concepto de flexibilidad dinámica. Alter define la flexibilidad dinámica como la capacidad para realizar movimientos dentro de una amplitud que pone énfasis en la velocidad o el tiempo. Holt et al. (2008) añaden que la acción se produce por una contracción muscular del antagonista al músculo estirado. Aunque numerosos estudios observaron que la flexibilidad pasiva representa un criterio para detectar a jugadoras de riesgo de lesión, el mecanismo de lesión de la distensión muscular en el deporte se acerca más al concepto de flexibilidad dinámica que al de flexibilidad pasiva. Futuras investigaciones podrían incidir en realizar mediciones de flexibilidad dinámica y ver su relación con la incidencia de distensión muscular.
CONCLUSIONES.
- Los estudios realizados indican que el voleibol es un deporte con un índice lesional elevado.
- Hay unanimidad en la conclusión principal a la que llegaron todas las investigaciones revisadas, observando que las lesiones de tobillo fueron las más frecuentes en voleibol y que las estrategias preventivas deben orientarse a reducir este tipo de lesión.
- Los artículos revisados coinciden en que las lesiones musculares no representaron gran repercusión en voleibol, a excepción de dos de los estudios revisados que sí recogen la incidencia de lesiones musculares, estos son el de Agel et al. (2007) y el de Malliou et al. (2008).
- Las distensiones musculares presentan gran posibilidad de prevención por ser lesiones producidas sin presencia de impacto.
- A pesar de que existe diversidad alrededor del concepto de flexibilidad, está relacionada con los conceptos de distensibilidad muscular y distensión muscular, lo que podría posibilitar la prevención de distensiones musculares a través del trabajo de flexibilidad.
- La mayoría de los estudios revisados en la literatura que observaron la relación entre valores de ROM e incidencia de distensión muscular concluyeron que una ROM reducida aumenta el riesgo de lesión muscular.
- Diversos autores apoyan que la falta de flexibilidad es uno de los factores de riesgo importantes para padecer una lesión muscular, entendiendo que el trabajo de flexibilidad sí es preventivo de este tipo de lesiones, aunque persiste la contrariedad de opiniones al respecto.
Futuras investigaciones son necesarias para aclarar las lagunas y las dudas conceptuales existentes acerca del concepto de flexibilidad y sus posibilidades como medida preventiva de lesión muscular.
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