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15 Feb 2012

La formación en valores en el deporte en edad escolar

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Este trabajo pudo realizarse, en parte, gracias a una subvención otorgada al  proyecto de investigación  del Ministerio de Educación y Ciencia DEP 2010-15561.

Autor(es): Cruz J., Boixadós, M, Torregrosa M. y Sousa C
Entidades(es): Universitat Autònoma de Barcelona; Universitat Oberta de Catalunya Congreso: X
Congreso: II Congreso del Deporte en Edad Escolar
Valencia26 – 28 de Octubre de 2011
ISBN: 978-84-939424-0-3

La formación en valores en el deporte en edad escolar

Articulo

* Este trabajo pudo realizarse, en parte, gracias a una subvención otorgada al  proyecto de investigación  del Ministerio de Educación y Ciencia DEP 2010-15561.

la socialización de los jóvenes en el ámbito de la educación física y el deporte

Reclamamos una nueva relación entre la escuela y el deporte. Hay que establecer vínculos…que hagan posible una influencia mutua muy necesaria para hacer una escuela más deportiva y un deporte más educador

(Conclusiones del Congreso sobre la Educación Física y el Deporte en Edad Escolar, en la ciudad de Barcelona, 1998.)

Esta conclusión del mencionado Congreso pretende por un lado aumentar la práctica deportiva en la escuela y, por otro lado, lograr que el deporte practicado tenga un carácter más educativo. De hecho, el valor de la educación física y el deporte es muy importante en el desarrollo y en la educación de niños y niñas. El ejercicio físico facilita la coordinación de movimientos y el control corporal, contribuye a mejorar la condición física y la salud y, además, proporciona un tiempo necesario de diversión y de distracción en medio del horario lectivo de los niños y niñas. Además, una adecuada iniciación deportiva tiene como consecuencia una mayor participación deportiva en la edad adulta y la adopción de un estilo de vida más activo y saludable.

La iniciación deportiva de los niños y niñas en nuestro país ha mejorado notablemente en los últimos 25 años gracias a la consolidación de las clases de Educación Física en primaria y secundaria, impartidas progresivamente por titulados especializados u homologados en ciencias de la actividad física y el deporte, sin embargo, la práctica deportiva de los niños y niñas en edad escolar todavía no recibe la atención que se merece, tanto por parte de los organismos deportivos y de las instituciones educativas como de las ciencias aplicadas al deporte. Esta realidad, y el hecho que los jóvenes tienen cada vez más facilidades para ocupar su tiempo de ocio en múltiples actividades como nuevos videojuegos, diferentes cadenas de televisión a la carta, todas las posibilidades que ofrece Internet…, junto con algún momento que hay que dedicar  a las tareas escolares, ha producido una disminución de la práctica de actividades deportivas en horario extraescolar en los últimos años.

Asimismo, en los últimos años,  se han ido clarificando los objetivos curriculares de la educación física intentando fomentar estilos de vida activa en el alumnado y llevando a cabo una iniciación polideportiva con la introducción en las clases de educación física de varios deportes, algunos de ellos minoritarios entre la población adulta. Pese a estos logros, en el libro editado por Devís (2000) ”La educación física, el deporte y la salud en el siglo XXI” se apuntan una serie de reflexiones críticas para un planteamiento de la  educación física en nuestro país más relacionado con la salud que con el rendimiento deportivo.

A partir de  estas consideraciones previas se pueden sacar tres conclusiones:

  • la iniciación deportiva de los niños y niñas en España todavía no es lo suficientemente polideportiva;
  • el modelo actual del deporte en edad escolar todavía  está excesivamente centrado  en el rendimiento y en la selección de los mejores y el abandono de los menos hábiles y;
  • las actividades deportivas extraescolares están casi completamente al margen de los centros escolares.

            En resumen, las autoridades deportivas deberían ser conscientes que se necesita un cambio de modelo de participación deportiva en  edad escolar, tal como ya señalaba -desde un punto de vista sociológico- García Ferrando (1986) en su artículo “¿Un único modelo: el deporte de competición?”. El modelo actual sigue estando excesivamente vinculado al deporte de competición para los jóvenes más hábiles y descuida el logro de objetivos deportivos de tipo lúdico y recreativo en todo el alumnado. Así pues, el modelo complementario de participación deportiva debería preocuparse de que la oferta pública de deporte en edad escolar se adaptara a los motivos de participación –fundamentalmente, lúdicos y recreativos- de los jóvenes para evitar el gran número de abandonos de la práctica deportiva que se producen en la adolescencia.

Además de los cambios estructurales que necesita el deporte en edad escolar en España para aumentar su práctica y su carácter educativo, también es prioritaria la formación de los profesores de educación física, entrenadores, técnicos deportivos y padres en aspectos psicopedagógicos para evitar el abandono de la práctica deportiva de un buen número de jóvenes, pues algunas  de las razones que aducen los jóvenes  para abandonar el deporte son una serie de factores negativos –entrenamientos aburridos, padres y entrenadores que presionan mucho, participación sólo de los mejores en las competiciones…- los cuales están bajo el control de los mencionados agentes sociales

El triángulo deportivo

En el deporte en edad escolar tiene un papel muy relevante el llamado “triangulo deportivo”, formado por las tres figuras más relevantes en esta etapa: el deportista, el profesor de educación física o el entrenador y las familias, especialmente, los padres y madres. Además, otras personas como los árbitros o los organizadores de las competiciones deportivas para jóvenes, así como los compañeros, sobre todo a partir de los primeros años de la adolescencia, también influyen en la participación y en la calidad de la experiencia deportiva de los jóvenes atletas.

Según Cruz, (2001), en el deporte infantil, el psicólogo del deporte debe priorizar el  asesoramiento, fundamentalmente a entrenadores y padres, en lugar del trabajo directo con el deportista para iniciarlo en el dominio de técnicas de entrenamiento psicológico. De hecho, los niños y niñas disfrutan con la práctica deportiva y, por lo tanto, sólo hay que preocuparse de que los adultos no estropeen esta experiencia enriquecedora para el desarrollo infantil.

A partir del  enfoque educativo y preventivo de asesoramiento a padres y entrenadores, se pueden conseguir tres objetivos:

  • Clarificar el rol de cada uno de los elementos del triangulo deportivo.
  • Establecer una buena comunicación entre los tres elementos más importantes de la iniciación deportiva.
  • Lograr una orientación educativa de la práctica deportiva,  evitando la presión por los resultados inmediatos y el consiguiente estrés de los jugadores.

                               

Para clarificar el rol de cada participante, empecemos por repasar las funciones de los padres en el deporte de iniciación.

Funciones de los padres y madres en la iniciación deportiva de sus hijos.

Las familias, en nuestro entorno, acostumbran a aceptar, sin críticas importantes, la educación física que sus hijos reciben en la escuela y a delegar la educación deportiva de sus hijos e hijas  en un club o escuela deportiva. Sin embargo, ellos  pueden colaborar eficazmente en una serie de tareas, tal como han señalado autores como De Knop  et al. (1994), y Smoll y Smith (1999). Siguiendo a estos autores podemos decir que las funciones más importantes de los padres en la iniciación deportiva de sus hijos  son las siguientes:

  • Favorecer la participación deportiva y ayudarles en la elección del deporte.

El sistema educativo actual y el estilo de vida urbano no siempre conceden el tiempo que se merece a la actividad física y el deporte de los niños. Ante esta situación, los padres han de plantearse el deporte como una actividad extracurricular que se puede realizar en la misma escuela, en un club o en un patronato o escuela municipal de deportes.

Los padres pueden favorecer la participación deportiva de sus hijos de diferentes maneras:

  • informándolos sobre las diferentes posibilidades de practicar deporte;
  • animándolos a la participación, sin presionarlos para que practiquen un deporte determinado; y
  • sobre todo, actuando como modelos que llevan un estilo de vida activo en su tiempo de ocio.

2. Asegurarse de que  practican el deporte de una manera saludable.

La educación deportiva, como parte de la educación global, debe poner énfasis en la diversión y en el esfuerzo para hacerlo lo mejor posible, evitando la presión de los resultados inmediatos (Boixadós, Cruz, Torregrosa y Valiente, 2004 y Cruz, Boixadós, Torregrosa y Mimbrero, 1996). En este sentido los padres han de asegurarse que entre los objetivos del club o escuela deportiva de sus hijos están, por lo menos, los siguientes:

  • el aprendizaje de la técnica y la táctica deportivas en entrenamientos supervisados y divertidos;
  • el aprendizaje de la deportividad, a partir del respeto a las reglas, los adversarios,  los técnicos, los árbitros y el material y las instalaciones deportivas;  y
  • el asesoramiento para que el niño decida el papel que el deporte tendrá en su vida. 

Así pues, las familias al escoger un programa deportivo concreto para sus hijos deben tener en cuenta  que:

  • los entrenamientos y las competiciones se adapten a la edad de los participantes;
  • todos los niños y niñas tengan oportunidades de jugar, independientemente de su nivel deportivo;
  • la diversión, el aprendizaje técnico-táctico y la deportividad son más importantes que los resultados.

           

3. Mostrar un grado de interés e implicación adecuado en sus actividades deportivas.

El hecho de que los niños puedan hablar con los padres de sus experiencias deportivas, positivas y negativas, constituye una buena prueba del interés familiar por lo que hacen sus hijos (Gimeno, 2003, Ortín, 2009). Cuando los padres escuchan y dan consejos, felicitan cuando se produce una mejora en un punto débil del juego del niño y se preocupan por ver cómo se lo está pasando  más que por los resultados que obtiene, el apoyo familiar proporciona autoconfianza al joven deportista para intentar nuevos retos.

 

4. Actuar como un modelo de autocontrol para promover la deportividad.

Los padres deben saber que sus hijos imitan su comportamiento. Por lo tanto, durante las competiciones los padres han de tener un comportamiento respetuoso con los árbitros y con los jugadores y entrenador del equipo rival (Cruz, Boixadós, Torregrosa y Valiente, 2000). De esta manera, darán una buena imagen de su entidad deportiva, facilitarán la tarea del entrenador de sus hijos para que promueva  la deportividad y el juego limpio entre sus jugadores y, en definitiva, lograrán que los jugadores en el terreno de juego sean los auténticos protagonistas.

5. Ayudar en las tareas logísticas del club o escuela deportiva.

Además de asistir a algunos entrenamientos y competiciones y comprobar la progresión deportiva de sus hijos, los padres pueden participar activamente como miembros de la Junta Directiva o colaborar en tareas como: los desplazamientos de los jugadores o la organización de actividades sociales o recreativas para el equipo y, como se ha dicho en el punto anterior, siempre deben dar una imagen positiva del club en las competiciones a las que asisten y en las funciones que realizan.

En resumen, el papel de los padres debe basarse en el interés y la valoración positiva de la educación física y la  práctica  deportiva de sus hijos y en su actuación correcta como espectadores, proporcionando modelos adecuados para sus hijos deportistas. Este último aspecto es el que se trabajó en una Campaña para promover la deportividad entre los padres y espectadores de deportistas en edad escolar, que se resume a continuación.

Desarrollo de una campaña de promoción de la deportividad dirigida a padres.

La Campaña de Promoción de la Deportividad dirigida a Padres  “Compta fins a tres…” (Cruz, Boixadós, Torregrosa y Valiente. 2000 y Valiente, Boixadós, Torregrosa, Villamarín y Cruz (2001)), se originó a raíz del debate surgido en el marco del Congrés de l’Educació Física i l’Esport en Edat escolar en la ciudad de Barcelona que se celebró en mayo de 1998, bajo el lema: Una ciudad más deportiva y un deporte más educativo. Todas las instituciones y entidades que colaboraron en dicho congreso se interesaron en llevar a cabo una campaña de difusión de los valores implícitos en las actividades deportivas en edad escolar.

Paralelamente en la III Audiència Pública als nois i noies de la ciutat, los jóvenes de Barcelona expresaban abiertamente sus inquietudes sobre el comportamiento del público en el deporte en edad escolar con frases como las siguientes:

  • “Queremos que haya menos agresividad en el deporte y por esto pedimos que todos juntos aprendamos a controlar los impulsos y a respetar al máximo a los compañeros”
  • “La familia y los entrenadores deben ayudar a crear un buen ambiente de amistad y respeto, y tanto ellos como nosotros hemos de respetar las opiniones de los árbitros ya que ellos se limitan a hacer su trabajo”
  • “Debemos crear más normas de comportamiento para el público”           

Fruto de estas reflexiones, se llevó a cabo la campaña “Compta fins a tres”, promovida por la “Taula de l’Educació Física i l’Esport en edat escolar de la ciutat de Barcelona”, que tenía el lema: “Cuando tus hijos e hijas están en juego: Cuenta hasta tres y:

  • Aplaude el esfuerzo igual como los aciertos;
  • Respeta las decisiones técnicas y de los árbitros y;
  • Actúa con deportividad.      

Dicha campaña consta de diferentes productos de promoción del fairplay y la deportividad. Por un lado la difusión de trípticos y carteles en todas las escuelas, clubes deportivos, asociaciones deportivas, y el máximo número de familias de la ciudad de Barcelona. Asimismo, todo el material de esta campaña de asesoramiento a familias  que participan en actividades deportivas, se puede consultar en la Web: www.comptafinsatres.com

Por otro lado, se impartieron un conjunto de conferencias de asesoramiento psicológico dirigidas a padres y a entrenadores para potenciar la deportividad durante la práctica deportiva de los niños y niñas. Finalmente, se llevó a cabo un estudio de Evaluación de los Comportamientos y Actitudes de una muestra de espectadores de competiciones escolares (Cruz, Figueroa, García-Mas y Torregrosa, 2003).

El Grup d’Estudis de Psicología de l’Esport de la Universitat Autònoma de Barcelona (GEPE), elaboró el material de la campaña: “Cuando tus  hijos e hijas están en juego cuenta hasta tres”. Dicho material se publicó en un dossier de asesoramiento a las familias (Cruz et al.. 2000), que consta de cuatro apartados:

  • Objetivos y  filosofía del deporte en edad escolar.
  • Funciones de los padres y madres en los diferentes momentos de la práctica deportiva de sus hijos.
  • Recomendaciones concretas a las familias con el fin de transmitir los valores positivos de la competición deportiva a los chicos y chicas.
  • La socialización por medio del deporte: el aprendizaje de valores, actitudes y comportamientos de deportividad y juego limpio.

En el mencionado dossier después de resumir los objetivos que debe lograr un enfoque  educativo del deporte y las funciones de la familia –que hemos descrito en el apartado anterior – se derivaron diez recomendaciones para  padres y madres, que aparecen en los Trípticos y carteles de la Campaña.

Así pues, las familias como agentes sociales implicados en el deporte  en edad escolar han de preocuparse más por el aprendizaje y la mejora de las destrezas técnicas y el bienestar del deportista que por los resultados o la victoria a cualquier precio. Esta “filosofía” del deporte puede evitar la gran presión a la que se ven sometidos muchos deportistas jóvenes y mejorar el fairplay y la deportividad, tanto dentro como fuera del terreno de juego.

El deporte, además de mejorar la condición física y facilitar el aprendizaje de destrezas técnicas, constituye un entorno relevante para el desarrollo psicosocial del niño. La práctica deportiva posibilita interacciones  sociales con otros jóvenes y con adultos. Los jóvenes deportistas  aprenden competencias personales y habilidades interpersonales, como el liderazgo para trabajar en equipo y lograr un mejor rendimiento, que pueden favorecer su desarrollo y autonomía en otras áreas de su vida personal, tal como destacan Dias, Cruz y Danish (2000). Asimismo, el entorno deportivo ayuda al desarrollo moral de los participantes cuando el deporte se juega de acuerdo con unas reglas y, además, se sigue el espíritu del reglamento con una actitud de fair play (Boixadós et al. 2004; Cruz et al.. 1996a, Guivernau y Duda, 2002 y Shields y Bredemeier, 2009).

Sin embargo, hay que subrayar que la práctica deportiva en los jóvenes también comporta riesgos,  tal como señalan Lee (1993),) y Weiss (1993). Así, cuando se forman  equipos deportivos y se organizan campeonatos al margen de la escuela, copiando miméticamente el modelo del deporte profesional, el deporte de jóvenes en edad escolar responde más a los intereses de los adultos que a las necesidades de los niños. En algunos casos, el gran número de horas dedicadas al entrenamiento impide el desarrollo personal del deportista en otros ámbitos como el académico, el social o el artístico. El deportista está casi exclusivamente centrado en sí mismo y en su rendimiento deportivo, lo cual le supone, frecuentemente, tener unas relaciones interpersonales pobres y difíciles.

Por otra parte, el desarrollo moral de los deportistas jóvenes se debilita cuando observan conductas antideportivas de compañeros o de deportistas profesionales que, por medio de trampas, engaños, dopaje o conductas violentas, intentan conseguir el éxito a cualquier precio. De hecho, existe un estado de opinión bastante generalizado de que la deportividad se va deteriorando cada vez más en las competiciones infantiles y  juveniles. Sin embargo, la mayoría de psicólogos del deporte pensamos que el impacto -positivo o negativo- de la práctica deportiva en el proceso de socialización de los jóvenes depende del clima motivacional que genera el entorno deportivo (Balaguer, Castillo, Duda y García-Merita, 2011 y Torregrosa et al. 2011).

A pesar de la controversia existente sobre los efectos de las competiciones deportivas hasta principios de los noventa existían pocos estudios empíricos sobre la trasmisión de valores en el deporte. Tratando de aportar datos empíricos al estudio de este tema, el Grup d’Estudis de Psicologia de l’Esport (GEPE) de la Universitat Autònoma de Barcelonainicióuna serie de investigacionessobre valores, actitudes y conductas relacionadas con el fairplay  y la deportividad en futbolistas jóvenes.

Investigaciones del (GEPE) de la Universitat Autònoma de Barcelona sobre  valores y actitudes  que transmite el deporte.

Las primeras investigaciones sobre  valores expresados por los deportistas jóvenes -partiendo de una metodología cualitativa con la realización de entrevistas y análisis de contenido de las mismas (Cruz, Boixadós, Valiente y Capdevila, 1995)- se desarrollaron en coordinación con otros grupos de investigación europeos  y han servido para la elaboración de otros instrumentos de medida como el cuestionario de valores, The Sports Values Questionnaire, (Lee, Whitehead y Balchin, 2000), que hemos utilizado para evaluar valores en el entorno deportivo de la Enseñanza Secundaria Obligatoria (Cruz et al.. 1999, 2001). Un resumen de los estudios llevados a cabo con dichos instrumentos, puede encontrarse en Cruz et al. (2001).

En referencia a las actitudes, el GEPE de la UAB  adaptó y elaboró una Escala de Actitudes de Fairplay (EAF), que ha proporcionado datos empíricos sobre las actitudes relacionadas con el Fairplay en jugadores de fútbol, (Boixadós y Cruz, 1995a y b; Boixadós, 1997). En estudios posteriores se ha revisado el cuestionario (CAFF) y se ha  ampliado la muestra a otros deportes y a deportistas del género femenino, lo cual ha permitido comparar las diferentes actitudes en función del género, además de la edad (Cruz et al., 1999; Cruz et al., 2000).

En un estudio con futbolistas de 10 a 14 años Boixadós et al. (2004) analizaron las relaciones entre diferentes perfiles de clima motivacional y las actitudes hacia el fairplay, la victoria a cualquier precio y la diversión. Tal como muestra la Figura 1, el nivel más alto de aceptación del juego duro y el engaño se encontró  en el subgrupo de jugadores con un clima motivacional de baja implicación a la tarea y alta implicación al ego, mientras que el menor nivel de aceptación del juego duro se dio en el grupo opuesto de alta implicación a la tarea y baja al ego. Por otra parte, un clima de alta implicación al ego se relaciona con una mayor aceptación de la victoria a cualquier precio. Finalmente, hay que señalar que se encontró el mayor nivel de diversión en el grupo de alta implicación a la tarea y baja implicación al ego y el menor nivel en el grupo opuesto.

Figura 1: Relaciones entre cuatro perfiles de clima motivacional y las actitudes hacia el fairplay, la victoria a cualquier precio y la diversión.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 19

 

Además de los valores y las actitudes, los comportamientos relacionados con el fairplay suponen una evaluación complementaria del nivel de deportividad, observable en los campos de juego. Para estudiar dichos comportamientos, el GEPE elaboró un Instrumento de Observación del Fairplay en Fútbol (IOFF) . El IOFF recoge diferentes categorías conductuales, agrupadas en tres grandes bloques: A) Conductas favorables al fairplay (tirar el balón fuera, devolver el balón…), B) Conductas contrarias al fairplay (agredir, protestar al árbitro, perder tiempo…) y, C) Faltas de contacto (zancadillear o obstruir al contrario…). El IOFF se ha utilizado en distintas investigaciones para evaluar el fairplay en el fútbol de iniciación (Boixadós, 1997), en el profesional (Cruz et al.. 2000a, Torregrosa, 1997, 1998) y las posibles influencias de este último sobre los jóvenes futbolistas de iniciación (Torregrosa et al.. 1997).

Para comprobar si las conductas relacionadas con el fairplay varían en función del fútbol profesional (LFP) y juvenil (incluyendo a las categorías de juveniles y cadetes), se observaron en dos investigaciones del GEPE un total de 132 apariciones de partidos de la LFP (Cruz et al., 2000a), y un total de 30 apariciones de equipos  Juveniles y Cadetes  que participan en ligas que organiza la Federación Catalana de Fútbol (Cruz et al., 2000b).

Figura 2. Porcentajes de los bloques de categorías conductuales relacionadas con el fairplay en la Liga de Fútbol profesional y en jugadores juveniles y cadetes.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 19

 

Tal como muestra la Figura 2, si comparamos los porcentajes de los bloques de categorías conductuales relacionados con el fairplay de estas tres distribuciones se observa como los porcentajes de faltas son muy parecidos entre los tres grupos (LFP, Juveniles y Cadetes). En cambio, los porcentajes de conductas favorables y desfavorables al fairplay que presentan los jugadores jóvenes (Juveniles y Cadetes) están invertidos respecto a los presentados por los profesionales.

Así pues, los resultados hallados ponen de manifiesto que mientras que las faltas de contacto siguen un perfil similar para las tres categorías de competición, cadetes, juveniles y profesionales, no se puede decir lo mismo de los otros dos comportamientos analizados: las conductas favorables y desfavorables al fairplay. La tendencia hallada de que en los partidos de fútbol profesional – tanto a nivel del estado español como en otras ligas y competiciones europeas (véase Cruz et al.. 1999a)- se realicen mayor o igual número de comportamientos favorables al fairplay que desfavorables, se invierte en cambio, en los partidos de cadetes y juveniles. Asimismo, se encontraron resultados similares en un estudio llevado a cabo con futbolistas cadetes de la isla de Mallorca (Borrás, Palou, Ponseti y Cruz, 2003). Estos resultados pueden parecer paradójicos, puesto que la mayor importancia de los resultados de la LFP podría legitimar un mayor número de comportamientos desfavorables al fairplay (Pilz, 1995; Silva, 1983). Sin embargo, otros factores como la falta de experiencia y de autocontrol de los jugadores jóvenes, junto a la creciente importancia que dan a estas competiciones los padres y entrenadores podrían explicar, en parte, estos resultados.

Así pues, los resultados del estudio de Cruz et al. (1999) sugieren que el aumento de conductas desfavorables al fairplay empieza a producirse a partir de la categoría de cadetes y que dichas conductas se dan en un porcentaje mayor en los jugadores cadetes y juveniles que en los profesionales. Por lo tanto, en el futuro habrá que observar más partidos de cadetes y juveniles para ver si estos resultados se confirman y, en caso afirmativo, iniciar intervenciones con entrenadores y padres, como las que se describen en Boixadós y Cruz (1999), Cruz et al. (2011), Gimeno, 2003, Ortín, 2009, Smoll y Smith, 2009, Sousa et al., 2006, Sousa, Smith y Cruz, 2008 y Valiente y cols. 2001), para promocionar el juego limpio y la deportividad en estas categorías de futbolistas en formación.

En resumen, a partir de los estudios realizados sobre el fairplay por el Grup d’Estudis de Psicologia de l’Esport no se puedeafirmar que la simple participación en competiciones deportivas constituya una actividad educativa. En todo caso, se necesitan más estudios empíricos para ver en qué deportes y en qué niveles de competición se deteriora el fairplay, ver qué papel juegan los diferentes agentes de socialización y analizar las causas de este deterioro de la deportividad y presentar estrategias de intervención psicológica para su mejora, en la línea de crear climas motivacionales más intrínsecamente motivantes  y de mayor implicación a la tarea, tal como pretende el programa PAPA, que ha presentado en este Congreso la profesora Joan Duda.

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