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21 Sep 2006

Nivel de dominio de las habilidades psicológicas en deportistas jóvenes de tenis de mesa, bádminton y fútbol

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El rendimiento deportivo es una combinación del nivel de dominio de las habilidades y capacidades físicas, técnicas, táctico-estratégicas y psicológicas, a lo que se destina todo el proceso de preparación del deportista durante los entrenamientos.

Autor(es): D. Godoy-Izquierdo, M. Vélez, F. Pradas
Entidades(es): Universidad de Granada y sección de psicología del colegio oficial de psicólogos-Andalucía Oriental. University of Zaragoza, Spain. Universidad de Zaragoza
Congreso: IV Congreso Mundial de Ciencia y Deportes de Raqueta
Madrid-21-23 de Septiembre de 2006
ISBN: 84-611-2727-7
Palabras claves: Habilidades psicológicas, Tenis de mesa, bádminton, Fútbol

Resumen nivel de dominio de las habilidades psicológicas en tenis de mesa, bádminton y fútbol

El rendimiento deportivo es una combinación del nivel de dominio de las habilidades y capacidades físicas, técnicas, táctico-estratégicas y psicológicas, a lo que se destina todo el proceso de preparación del deportista durante los entrenamientos. La identificación, de manera individualizada, de los déficit y recursos y el grado de dominio en la ejecución de estos últimos de cada jugador/a y de sus necesidades específicas nos ayudará a plantear los objetivos del entrenamiento psicológico y a diseñar nuestra intervención para desarrollar las destrezas mentales que resultan relevantes para cada deportista considerando sus necesidades, su deporte, su nivel de conocimientos, experiencia y autodominio y su nivel de competición. OBJETIVOS: Conocer las habilidades psicológicas de deportistas jóvenes de tenis de mesa y bádminton de distintas categorías infantiles y juveniles y compararlas con las de jugadores de fútbol de la misma edad/categoría en función de su experiencia con el deporte y la competición (años jugando y años compitiendo). METODOLOGÍA: Sujetos: Participaron en el estudio 12 jugadores de tenis de mesa (4 mujeres; edad: M= 11.09, dt= 1.38), 4 de bádminton (1 mujer; edad: M= 16.25, dt= 0.5) y 25 jugadores de fútbol, 12 pertenecientes a la categoría juvenil (0 mujeres; edad: M= 17.00, dt= 0.85) y 13 a la categoría de alevines (0 mujeres; edad: M= 11.31, dt= 0.48). Todos federados y participando en competición organizada de forma habitual. Medidas: Se administró el Cuestionario de Habilidades Psicológicas y Conductas en el Deporte de Competición–Escala infantil-juvenil (CHPCDC; Godoy-Izquierdo, Vélez, Ramírez y Andréu, 2006a, c) para la evaluación de las variables y habilidades psicológicas en deportistas. Procedimiento: El cuestionario fue contestado en una o dos administraciones colectivas en cada uno de los grupos. RESULTADOS: Se presentan los resultados obtenidos por todos los grupos en el CHPCDC y las diferencias encontradas entre jugadores de deportes de raqueta y de fútbol. Asimismo, se comentan posibles diferencias en función de su grado de experiencia con el deporte y la competición. En general, los resultados señalan que el dominio de las habilidades psicológicas por parte de los deportistas jóvenes es deficiente y que no existen diferencias estadísticamente significativas entre los grupos, IV Congreso Mundial de Ciencia y Deportes de Raqueta aunque en el caso de los deportistas de categorías inferiores aparecen diferencias significativas en el caso de algunas variables y habilidades psicológicas. Tampoco existen diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos en función de su experiencia en el deporte y la competición. CONCLUSIONES: Los resultados señalan la necesidad de incluir el entrenamiento psicológico en la preparación deportiva integral de los deportistas, con el fin de dotar a los deportistas de habilidades psicológicas que les permitan afrontar adecuadamente las crecientes demandas del deporte conforme aumenta su nivel de implicación, tanto en el caso de modalidades individuales como colectivas. Ello es muy relevante en la identificación y formación de talentos deportivos en deportes de raqueta y pala y fútbol.

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Introducción

El deporte es una de las actividades que más interés tienen para niños y jóvenes. Muchos chicos y chicas se adhieren a la práctica de deportes durante un amplio período de tiempo a lo largo de su desarrollo, y no pocos continúan dedicándose al deporte cuando se convierten en adultos. Los motivos que llevan a un niño a acercarse e implicarse en el deporte son diversos. Les gusta jugar y pasarlo bien con sus amigos o compañeros, aprender un deporte, aprender o mejorar habilidades, destacar en algo que dominan y que les atrae, la emoción de competir o tener experiencias nuevas y distintas a sus actividades habituales (Godoy-Izquierdo y Vélez, en prensa a). La actividad deportiva puede ser una experiencia muy importante para los niños porque les permite desarrollar, además de aptitudes y funciones físico-corporales, un conjunto de características personales, actitudes y habilidades psicológicas y sociales muy útiles tanto para el deporte como para su vida cotidiana y su adaptación al mundo que le rodea (Godoy-Izquierdo y Vélez, en prensa b). El deporte es (puede ser si sus características son apropiadas) una actividad saludable, divertida y formativa que puede tener profundos beneficios no sólo para su salud y su bienestar sino también para el desarrollo personal integral físico, psicológico y psicosocial del niño, además de sobre su desarrollo deportivo. El niño o joven puede aprender o adquirir a través de él diversas habilidades y destrezas físicas y psicológicas, hábitos saludables (entre ellos hacer ejercicio físico) así como valores y actitudes ético-morales y sociales que les ayudarán a funcionar mejor ahora y luego como adultos. Además, esta práctica inicial es clave para su formación y desarrollo posterior como deportista. Por estas razones, se acepta que, si la actividad deportiva tiene la estructura, organización, características y liderazgo adulto apropiados, constituye un medio muy adecuado para conseguir estos objetivos (Godoy-Izquierdo y Vélez, en prensa a). Por otra parte, el rendimiento deportivo, el éxito y el fracaso de un jugador o atleta, es el resultado de la combinación, o mejor integración, de sus capacidades físicas (p.e. fuerza, velocidad, resistencia, equilibrio, coordinación), técnicas (p.e. dominio de los movimientos de la modalidad deportiva), táctico-estratégicas (p.e. conocimiento de las estrategias de la especialidad deportiva, decisiones tácticas, reglamento) y de sus destrezas psicológicas (p.e. capacidad para mantener la concentración, para autorregular los niveles de activación, autoconfianza o cooperación con el resto del equipo). Para conseguir altas cotas en este nivel de dominio, se destinan largos períodos a la preparación del deportista en los que se le entrena en todas las competencias específicas de su deporte. Este adiestramiento y perfeccionamiento está dirigido finalmente a aumentar sus posibilidades en sus actuaciones en la competición, de forma que se puedan conseguir los mejores resultados posibles en ésta (Godoy-Izquierdo, Pradas y Vélez, en prensa). Por otra parte, es de esperar que la propia práctica deportiva y la experiencia previa contribuyan a la mejora de estas habilidades, incluso cuando no ha existido un entrenamiento específico de éstas. Sin embargo, asumiendo que en el nivel físico, técnico o táctico-estratégico es relativamente poco lo que distingue a los mejores deportistas entre sí, sólo queda explicar sus diferentes rendimientos (o el distinto rendimiento de un mismo deportista en dos momentos diferentes) a partir de su dominio y manejo de las habilidades psicológicas. La preparación psicológica de los deportistas incluye tanto el entrenamiento de habilidades mentales que potencian la ejecución y el rendimiento en entrenamientos y competiciones así como en períodos de reposo y recuperación, como el establecimiento de rutinas o planes de acción dirigidos a organizar la actuación del deportista antes, durante y después de las competiciones poniendo en práctica las habilidades psicológicas aprendidas. El objetivo final del entrenamiento psicológico es enseñar al deportista a encontrar un estado mental ideal (Orlick, 2004) en el que las variables psicológicas que son relevantes en el aprendizaje y ejecución de las destrezas deportivas quedan configuradas en sus niveles óptimos para incrementar el rendimiento del deportista en ambos procesos, y enseñarle a potenciar este estado mental óptimo de cara a un rendimiento superior, especialmente en la competición, mediante la autoaplicación de las habilidades psicológicas autorreguladoras entrenadas. Se trata de enseñar al deportista un conjunto de herramientas cuyo dominio le permita automanejar sus recursos psicológicos (Chen y Singer, 1992), de una forma autónoma y adaptada a las demandas de su deporte y a los requerimientos específicos de cada momento y situación, con el objetivo de preparar al deportista para una ejecución plena, aumentar su grado de control sobre su actuación y rendimiento e incrementar sus posibilidades de éxito tanto en entrenamientos como en competiciones. La identificación, de manera individualizada, de los déficit y recursos y el grado de dominio en la ejecución de estos últimos de cada jugador/a y de sus necesidades específicas nos ayudará a plantear los objetivos y el diseño del entrenamiento psicológico para desarrollar las destrezas mentales que se consideran importantes para cada deportista considerando sus necesidades, su deporte, su nivel de conocimientos, experiencias y autodominio y su nivel de competición. Para ello es necesario disponer de adecuados instrumentos de obtención de esta información relevante. Aunque existen algunos instrumentos para adultos, son escasos los elaborados específicamente para deportistas infantiles y juveniles. El objetivo general de este estudio fue comparar las habilidades psicológicas de deportistas de distintas categorías infantiles y juveniles de tenis de mesa, bádminton y fútbol de la misma edad/categoría, utilizando un instrumento diseñado específicamente para la evaluación psicológica en el deporte infantil-juvenil, y comparar el grado de dominio sobre éstas de ambos grupos en función de su nivel de experiencia con el deporte (años jugando y años compitiendo).

Metodología

Sujetos Participaron en el estudio un total de 16 jugadores de deportes de raqueta y pala con edades comprendidas entre los 9 y 17 años (M= 12.47, dt= 2.64). De ellos, 12 eran jugadores de tenis de mesa, de los que 8 eran chicos (66.67%) y 4 chicas (33.33%). La edad de estos jugadores fue de 9 a 13 años, con media de 11.09 años y desviación típica de 1.38. Los 4 restantes eran jugadores de bádminton, de los que 3 eran chicos (75%) y 1 chica (25%). La edad de los jugadores de bádminton fue de 16 a 17 años, con media de 16.25 y desviación típica de 0.50. Además, participaron 61 jugadores de fútbol, todos ellos chicos, 12 pertenecientes a la categoría juvenil, con edades comprendidas entre los 16 y los 18 años, media de 17.00 años y desviación típica de 0.85, y 13 a la categoría de alevines, con edades comprendidas entre los 11 y 12 años, media de 11.31 años y desviación típica de 0.48. Todos estos jóvenes deportistas estaban federados y participaban en competición organizada de forma habitual. La tabla 1 muestra los principales datos de los participantes, incluyendo información sobre los años que llevan jugando y compitiendo en su deporte.

Tabla 1. Media, [rango] y (desviación típica) de la edad y experiencia deportiva de jugadores de tenis de mesa, bádminton y fútbol.

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tabla1

DRP: Deportes de raqueta y pala; TM: Tenis de mesa; B: Bádminton; F: Fútbol; FJ: Fútbol, categoría juvenil; FC: Fútbol, categoría cadete; FI: Fútbol, categoría infantil; FA: Fútbol, categoría alevín. Medidas Se administró el Cuestionario de Habilidades Psicológicas y Conductas en el Deporte de Competición–Escala infantil-juvenil (CHPCDC; Godoy-Izquierdo, Vélez, Ramírez y Andréu, 2006a,c) para la evaluación de 21 variables y habilidades psicológicas en deportistas. El CHPCDC tiene en total 45 items que evalúan tanto conductas como habilidades psicológicas de autorregulación relevantes en el deporte infantil-juvenil. El instrumento recoge información sobre el grado de experimentación y el nivel de dominio de diferentes variables y competencias psicológicas, en concreto:

2

El contenido de cada subescala se presenta de forma más detallada en otro lugar (Godoy-Izquierdo y cols., 2006c). Las respuestas para cada pregunta se encuentran graduadas en una escala Likert de 5 puntos, cada uno de los cuales incluye una descripción de las distintas posibilidades, señalando el deportista aquélla que más se adecua a su caso concreto. Las respuestas se evalúan de -2 a +2, indicando 0 un claro desconocimiento o falta de dominio sobre la habilidad, los valores negativos actitudes o comportamientos en la línea opuesta a la habilidad y los valores positivos un mayor conocimiento, actitudes positivas o nivel de dominio sobre la habilidad. La última pregunta del cuestionario no se incluye en las puntuaciones parciales y total, pues en ella los deportistas señalan aquéllas variables y habilidades psicológicas (hasta 5) que les gustaría trabajar y mejorar. Las puntuaciones de las subescalas se obtienen sumando las puntuaciones de las preguntas que las conforman, y la total a la escala se obtiene sumando las parciales de las subescalas. Los deportistas entienden perfectamente el contenido de las distintas preguntas y respuestas, de forma que el instrumento no supone grandes dificultades de respuesta. El cuestionario puede ser rellenado en 20-30 minutos. El estudio de las propiedades psicométricas de este cuestionario se ha presentado en otro lugar (Godoy-Izquierdo y cols., 2006c). Baste decir aquí que el cuestionario muestra unas propiedades apropiadas de fiabilidad y sensibilidad. Procedimiento El cuestionario fue contestado en una o dos administraciones colectivas en cada uno de los grupos por separado. En los grupos de deportistas más jóvenes, se dieron las instrucciones y se fueron leyendo las preguntas y respuestas consecutivamente en voz alta, y al finalizar cada pregunta el deportista señalaba en su cuestionario la opción que consideraba más ajustada a su caso. En los grupos de deportistas mayores, cada jugador recibió su cuadernillo y se dieron sólo las instrucciones en voz alta.

Resultados

En primer lugar, se realizaron pruebas no paramétricas de Mann-Whitney de diferencia de medias para muestras independientes con el objetivo de comprobar si existían diferencias entre los grupos de deportistas en las variables edad, años jugando y años compitiendo. Las muestras comparadas fueron «jugadores de tenis de mesa»-«jugadores de fútbol categoría alevín» y «jugadores de bádminton»-«jugadores de fútbol categoría juvenil» por la mayor semejanza entre las edades de estos grupos (ver tabla 1). Respecto a la primera comparación, aparecieron diferencias estadísticamente significativas tanto para años jugando (U= 25.000, p< 0.05) como para años compitiendo (U= 23.500, p< 0.05), pero no para la edad. Respecto a la segunda comparación, también aparecieron diferencias estadísticamente significativas tanto para años jugando (U= 0.000, p< 0.01) como para años compitiendo (U= 4.000, p< 0.05), pero tampoco para la edad. Dado que no se pudo emparejar a los grupos para los siguientes análisis en función de otras variables, se optó por realizar las agrupaciones por la variable edad. Los resultados obtenidos en el CHPCDC por todos los grupos (tenis de mesa, bádminton, fútbol-juvenil y fútbol-alevín) se presentan en la tabla 2.

Tabla 2. Media (y desviación típica) obtenidas por todos los grupos en las subescalas del CHPCDC y en el cuestionario completo.

tabla2 mitad tabla2

Puede observarse que las medias en la escala completa (TOTAL) de todos los grupos son relativamente bajas en comparación con la puntuación máxima obtenible en el cuestionario, si bien los jugadores de deportes de raqueta y pala muestran mayores niveles de habilidad psicológica en general que los jugadores de fútbol, y los de tenis de mesa ligeramente superiores a su vez que los de los demás deportes, incluidos los de bádminton, que son los que han mostrado menores niveles en el cuestionario (ver figura 1). En cuanto a las IV Congreso Mundial de Ciencia y Deportes de Raqueta subescalas, para algunas los valores se hallan próximos a los valores máximos obtenibles en dichas subescalas, mientras que en otros casos se hallan muy distantes. Las diferencias en las subescalas entre los distintos grupos comparados son dependientes de la subescala en concreto.

Figura 1. Puntuaciones obtenidas por todos los grupos en la escala CHPCDC.

figura1

Se realizaron nuevas pruebas de Mann-Whitney para estudiar posibles diferencias entre los jugadores de deportes de raqueta y pala y los de fútbol. Aparecieron diferencias estadísticamente significativas (ver tabla 3) en las variables INFLUENCIA DEL RESULTADO y AUTOEVALUACIÓN DEL RENDIMIENTO, en las que los jugadores de deportes de raqueta y pala mostraron mayores niveles, y VISUALIZACIÓN, en la que mostraron mayores niveles los jugadores de fútbol, estando próxima a la significación la variable MOTIVACIÓN BÁSICA, en la que los jugadores de deportes de raqueta y pala mostraron mayores niveles (ver tabla 3).

Tabla 3. Media (y desviación típica) en jugadores de deportes de raqueta y pala y fútbol.

tabla3

La correspondencia de las siglas con las subescalas del CHPCDC se presentan en la descripción del instrumento en le apartado Medidas. DRP: Deportes de raqueta y pala; F: Fútbol. Dado que la edad y las variables de experiencia asociadas a ésta (años jugando y años compitiendo) resultaron muy diferentes entre los jugadores de los distintos grupos, se procedió a realizar una comparación mediante pruebas de Mann-Whitney del nivel de habilidades psicológicas y el grado de dominio sobre ellas entre los grupos de mayor semejanza en edad, en concreto «jugadores de tenis de mesa»-«jugadores de fútbol categoría alevín» y «jugadores de bádminton»-«jugadores de fútbol categoría juvenil». La comparación entre los jugadores de tenis de mesa y los alevines de fútbol arrojó diferencias estadísticamente significativas (ver tabla 4) en las variables MOTIVACIÓN BÁSICA y VISUALIZACIÓN, mostrando los jugadores de tenis de mesa mayores niveles, y AUTOEVALUACIÓN DEL RENDIMIENTO, mostrando en esta variable mayores niveles los jugadores alevines de fútbol, estando próximas a la significación las diferencias en INFLUENCIA DEL RESULTADO y AUTOFRASES NEGATIVAS, en las que los jugadores de fútbol muestran mayores niveles, y RELACIONES EN EL EQUIPO y RELACIÓN CON EL ENTRENADOR, en las que los jugadores de tenis de mesa muestran mayores valores (ver tabla 4). En cuanto a las diferencias entre los jugadores de bádminton y los juveniles de fútbol (ver tabla 5), ninguna diferencia resultó estadísticamente significativa, si bien estuvieron próximas a la significación las diferencias en las variables AUTOFRASES NEGATIVAS, AUTOFRASES POSITIVAS y VISUALIZACIÓN, en las que los futbolistas juveniles mostraron mayores niveles, y CONTROLABILIDAD PARA FRACASOS, AUTOEVALUACIÓN DEL RENDIMIENTO y RELACIÓN CON EL ENTRENADOR, en las que los jugadores de bádminton mostraron mayores niveles.

La correspondencia de las siglas con las subescalas del CHPCDC se presentan en la descripción del instrumento en le apartado Medidas. TM: Tenis de mesa; FA: Fútbol, categoría alevín.

La correspondencia de las siglas con las subescalas del CHPCDC se presentan en la descripción del instrumento en le apartado Medidas. B: Bádminton; FJ: Fútbol, categoría juvenil. Finalmente, se realizaron nuevas pruebas de Mann-Whitney para estudiar posibles diferencias entre los jugadores más jóvenes (tenis de mesa y alevines de fútbol) y más veteranos (bádminton y juveniles de fútbol) de todas las modalidades deportivas estudiadas. Se encontraron diferencias estadísticamente significativas sólo para las variables REFLEXIVIDAD-IMPULSIVIDAD, RELACIÓN CON ENTRENADORES, ACTUACIONES DE LOS PADRES Y AUTOCONCIENCIA, estando próximas a la significación MOTIVACIÓN COTIDIANA, MOTIVACIÓN COMPETITIVA, FAIRPLAY, AUTOCONCIENCIA y EXPECTATIVAS (ver tabla 6). En todas ellas, son los jugadores más jóvenes los que obtienen mayores puntuaciones, salvo en el caso de las variables AUTOCONCIENCIA y EXPECTATIVAS, en las que los jugadores de mayor edad obtienen mayores puntuaciones.

La correspondencia de las siglas con las subescalas del CHPCDC se presentan en la descripción del instrumento en le apartado Medidas. NOV: Jugadores noveles; VET: Jugadores veteranos.

Discusión

En general, los deportistas jóvenes han mostrado un nivel de dominio bajo de las habilidades psicológicas (control de la activación y ansiedad, uso de autofrases, atribución de éxitos y fracasos, afrontamiento de éxitos y fracasos, uso de la visualización, control de la concentración, reflexibidad vs. impulsividad y autoconfianza) y moderado sobre otras habilidades y variables relevantes en el deporte (motivación deportiva, motivación cotidiana y motivación competitiva, relación con los compañeros del equipo, con el entrenador o los padres y fairplay) (ver tabla 2). Estos resultados coinciden con los encontrados por otros autores utilizando otros instrumentos para evaluar habilidades psicológicas en el deporte infantil-juvenil de rendimiento (p.e. Lines, Schwartzman, Tkachuk, Leslie-Toogood y Martin, 1999; Smith, Schutz, Smoll y Ptacek, 1995). En cuanto a las diferencias encontradas entre jugadores de deportes de raqueta y de fútbol, en general no aparecieron diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos de modalidades deportivas (ver tablas 2, 3, 4 y 5), ni siquiera en función del grado de experiencia con el deporte y la competición. Los deportistas de raqueta y pala muestran en general mayores niveles en las distintas variables y habilidades psicológicas relevantes en comparación con los jugadores de fútbol, pero aún así siguen siendo niveles muy modestos de dominio. Por otra parte, todos los deportistas, especialmente los más mayores, confían en que un trabajo psicológico puede ayudarles a mejorar estas habilidades y plantean objetivos claros al respecto (p.e. “mejorar la confianza en mí mismo” o “no perder fácilmente la concentración”). Uno de nuestros objetivos era comprobar si estas diferencias podían ser explicadas por la experiencia en el deporte, habida cuenta de que los años jugando y compitiendo en los distintos grupos estudiados son muy diferentes. En principio, lo esperable es que la propia experiencia deportiva vaya ayudando a los deportistas a desarrollar estas habilidades de autorregulación. Singer (1988) señaló que las distintas estrategias son utilizadas de forma diferente por deportistas noveles y más expertos. Sin embargo, algunos resultados apoyan justo lo contrario. Por ejemplo, Lines y colaboradores (1999) no encontraron diferencias estadísticamente significativas entre los deportistas jóvenes de distintas edades incluidos en su estudio, y Pandelidis, Chamoux, Fargeas, Robert y Lac (1997) encontraron que los deportistas de hasta 11 años sufrían menos ansiedad precompetitiva que sus compañeros más mayores, lo cual puede ser interpretado como que estos últimos poseen menos competencias o menor dominio de sus habilidades para afrontar las demandas deportivas a las que han de responder. Nuestros resultados, tanto al comparar los grupos de deportes de raqueta y pala (ver tabla 2) como al comparar los grupos de edad (ver tabla 6), han señalado que los deportistas con más años de experiencia en el deporte y la competición obtienen, curiosamente, puntuaciones inferiores en el caso de muchas habilidades psicológicas y en general en el cuestionario, aunque las diferencias significativas entre ambos grupos son pocas. Lo que sí se obtiene con la edad y la experiencia es un mayor grado de conocimiento de las capacidades y habilidades de uno mismo, esto es, de su grado de competencia, de sus posibilidades y de sus limitaciones, y una mayor conciencia de la necesidad de un entrenamiento apropiado para desarrollar estas cualidades relevantes para el éxito deportivo. En general, los resultados señalan que el dominio de las habilidades psicológicas por parte de los deportistas jóvenes es deficiente y que no existen diferencias estadísticamente significativas entre los distintos grupos estudiados, aunque en el caso de los deportistas de categorías inferiores aparecen diferencias significativas en el caso de algunas variables y habilidades psicológicas. Tampoco existen diferencias estadísticamente significativas en función de su experiencia en el deporte y la competición. Estos resultados tienen inmediatas implicaciones en la evaluación psicológica y la preparación deportiva integral de los deportistas jóvenes en deportes individuales y colectivos y en la identificación y formación de talentos deportivos. Es necesario incluir una evaluación exhaustiva de las capacidades y habilidades de los deportistas jóvenes con el objetivo de proporcionarles un entrenamiento psicológico adecuado a sus recursos y necesidades con el fin de mejorar su formación deportiva y optimizar su rendimiento en entrenamientos y competiciones. El instrumento utilizado, el CHPCDC, se muestra como una herramienta útil en este sentido, aunque la información aportada por el mismo debe ser complementada con la procedente de otras estrategias de evaluación, como observación del deportista o entrevista a entrenadores. Existe una versión del CHPCDC (Godoy-Izquierdo y cols., 2006b) en forma de entrevista para administrar a los deportistas y recabar más información sobre los puntos que se consideren pertinentes. Igualmente, resulta necesario incluir esta información una vez concluido el entrenamiento para comprobar la eficacia de la intervención. Además, los resultados señalan la necesidad de incluir el entrenamiento psicológico en la preparación deportiva integral de los deportistas, con el fin de dotarles de las habilidades psicológicas que les permitan afrontar adecuadamente las crecientes demandas del deporte conforme aumenta su nivel de implicación, tanto en el caso de modalidades individuales como colectivas. En los momentos iniciales de formación del deportista, estas habilidades psicológicas pueden ayudarle a aprender con mayor rapidez o eficacia las habilidades físicas, técnicas y tácticas de su deporte, a optimizar la implicación y compromiso con su actividad o a obtener los beneficios biopsicosociales de la práctica deportiva, y en niveles de exigencia superior, a incrementar su rendimiento en entrenamientos y competiciones, a conseguir una mayor y más rápida recuperación del esfuerzo o a disminuir el riesgo de lesiones. Así, Godoy-Izquierdo y colaboradores (en prensa) presentan una posible planificación estructurada de un programa de entrenamiento psicológico para toda una temporada en tenis de mesa infantil-juvenil, y Godoy-Izquierdo y Vélez (no publicado) en las categorías inferiores de un club de fútbol y en otro de bádminton. Diferentes estudios señalan que los deportistas de todas las modalidades y categorías pueden beneficiarse enormemente de un entrenamiento psicológico para mejorar su ejecución, rendimiento y compromiso deportivos, su satisfacción personal con sus logros y trayectoria, su bienestar y su salud y su motivación para continuar dedicándose al deporte. Generalmente se trata de paquetes multicomponente de intervención que incluyen el entrenamiento o asesoramiento en varias habilidades psicológicas, como control de la concentración, activación, motivación, autohabla y pensamientos, visualización, autoconfianza o cohesión de equipo, por nombrar sólo algunas. Weinberg y Williams (2001), revisando 45 estudios sobre algún tipo de entrenamiento psicológico, concluyen que 38 (85%) encuentran resultados positivos.

En el caso de deportistas jóvenes, numerosos estudios encuentran también resultados positivos (Crocker, Alderman y Smith, 1988; Davis, 1992; Hellstedt, 1987; Mamassis y Doganis, 2004; Marí, 1997; Orlick y McCaffrey, 1991; Seheult, 1997; Terry, Coackley y Karageorghis, 1995; Thelwell y Maynard, 2003). Una adecuada planificación de la preparación psicológica, organizada dentro de la planificación de la preparación física, técnica y táctica, con la que necesariamente debe interactuar, persigue la preparación completa del deportista para la competición y la mejora del funcionamiento integral del deportista. Así, ayudaría a facilitar y consolidar el aprendizaje y dominio de las habilidades deportivas (físicas, técnicas, táctico-estratégicas y psicológicas), a tolerar/ajustarse a las cargas de entrenamiento y demandas de la preparación, a aumentar sus percepciones de control y su autoconfianza, a mejorar su bienestar, a eliminar los obstáculos que interfieren en el rendimiento y potenciar al máximo la ejecución deportiva en entrenamientos y competiciones (Godoy-Izquierdo y cols., en prensa). La planificación del entrenamiento psicológico constituye una herramienta más, que se integra dentro de la planificación global de preparación del deportista, para optimizar su ejecución y rendimiento y garantizar de esta forma que los deportistas, en potencia, alcancen el máximo rendimiento, ya que la obtención de buenos resultados, a partir de una buena planificación y dirección de la preparación de un deportista, depende no solamente del entrenamiento físico, técnico, táctico o estratégico, sino también, y de manera primordial, de una adecuada “actitud mental” y del manejo de habilidades de autorregulación que posibiliten una óptima predisposición hacia los entrenamientos y las competiciones y una excelente ejecución de las habilidades que domina el deportista (físicas, técnicas, táctico/estratégicas y psicológicas) en entrenamientos y competiciones (Godoy-Izquierdo y cols., en prensa). Siguiendo a Godoy-Izquierdo y cols. (en prensa), los conocimientos y estrategias de la Psicología, y en concreto de la Psicología del Deporte, pueden ayudar al deportista a automanejar de manera eficaz sus recursos, procesos y estados psicológicos y así rendir al máximo nivel en el entrenamiento y la competición, sin olvidar su salud, bienestar y desarrollo personal. El conocimiento especializado del comportamiento de la Psicología y su metodología para evaluarlo, comprenderlo y modificarlo puede ser de gran utilidad para potenciarlo y mejorar el funcionamiento y rendimiento del deportista (Buceta, 1998). El entrenamiento en destrezas mentales puede ser beneficioso para deportistas con cualquier nivel de destreza y edad (Williams, 2001). Si implementamos de manera temprana esta preparación física-técnica-táctica-psicológica integrada, como podría ser el caso de nuestros jóvenes deportistas, podemos garantizar la consolidación de una buena base en destrezas psicológicas que les permitirá enfrentarse con éxito a las distintas situaciones deportivas y facilitará el logro de un potencial rendimiento óptimo en sus actuaciones y de los beneficios del deporte (Williams, 2001). Por otra parte, no se debe olvidar que el entrenamiento psicológico persigue siempre, y especialmente en el caso del deporte infantil y juvenil, contribuir a que la participación deportiva ayude al desarrollo total de la persona (Balagué, 1993). Para Vealey (1988), el modelo educativo o de desarrollo humano en el que se fundamenta el entrenamiento psicológico centra su atención en el crecimiento y el cambio para ayudar a las personas a lograr un mayor control sobre sus vidas, tanto dentro como fuera del deporte. Se trata de enseñarles diferentes habilidades que les permitan un mejor afrontamiento de las demandas deportivas y, también, de su vida cotidiana. El dominio de las habilidades psicológicas en el ámbito deportivo puede generalizarse a otras esferas de la vida, y los deportistas pueden beneficiarse de las capacidades de autorregulación que han aprendido en otras situaciones cotidianas, como en sus responsabilidades profesionales o académicas o sus relaciones sociales. Finalmente, es importante entender que el objetivo último del entrenamiento psicológico en el deporte es aumentar el bienestar y la salud del deportista. El éxito deportivo no puede conseguirse a cualquier precio, y el entrenamiento psicológico para conseguir lo máximo del deportista sólo puede realizarse bajo esta perspectiva. Todo ello es muy relevante en la identificación y formación de talentos deportivos en deportes de raqueta y pala y fútbol. Como señala Llames (1999) para la selección y formación de talentos en fútbol, las características psicológicas que, junto con las físicas, técnicas y tácticas, distinguen a los deportistas con talento son completamente entrenables, y no cualidades innatas e inmodificables. Una de las mayores limitaciones de este estudio se refiere a las muestras utilizadas, tanto en referencia a su tamaño como a su composición (género, modalidades deportivas…). Ello se asocia a la gran disparidad de características entre las muestras utilizadas. Es deseable confirmar los hallazgos encontrados en muestras de mayor tamaño y heterogeneidad, pero manteniendo ciertos criterios comparativos comunes. Como conclusión general, este estudio resalta la conveniencia de un trabajo psicológico sistemático y metódico con los deportistas más jóvenes en la etapa de formación deportiva que suponen las categorías infantiles y juveniles, con el objetivo de favorecer el desarrollo y perfeccionamiento de las habilidades físicas, técnicas, táctico-estratégicas y psicológicas que resultan necesarias para afrontar la competición deportiva, tanto en estos momentos iniciales de la carrera deportiva como base del futuro deportivo de estos jóvenes deportistas. En el diseño de la intervención psicológica hay que tener especialmente en consideración no sólo el tipo de tarea o habilidad deportiva para la que la habilidad psicológica se aprende y utiliza, sino también la edad del deportista, su nivel de desarrollo evolutivo y el nivel de dominio de la habilidad por parte del deportista. La conclusión fundamental a este respecto es que los jóvenes deportistas pueden beneficiarse de un entrenamiento psicológico que les ayude a potenciar su aprendizaje y rendimiento deportivos, su satisfacción con el deporte y su bienestar subjetivo.

Bibliografía

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