Nuevas tendencias del ocio y el tiempo libre.
Nuevas tendencias del ocio y el tiempo libre.
1. Introducción.
El tratamiento que tradicionalmente se le ha dado al tiempo dedicado al ocio es el de restaurador o reparador del trabajo, y como un premio por el rendimiento laboral. La vida se mueve en dos ámbitos diferentes: el trabajo, que es necesario pero no placentero, y el ocio, a veces placentero pero que equivocadamente se considera poco importante. Es considerado, según Aristóteles, “el principio de todas las cosas” por ser el medio para alcanzar la felicidad, la salud, el bienestar y la realización personal. Es un tiempo de recreación para “producir y crear algo nuevo”. Esa es la esencia misma del tiempo libre. Es además un significado convertido en derecho, contemplado en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, y para la población gallega y española un Derecho Constitucional recogido en el artículo 43.3 de la Constitución Española de 1978: “es deber de los poderes públicos el fomento de la educación física y el deporte, así mismo facilitarán la adecuada utilización del ocio”.
1.1. Algunas reflexiones acerca del ocio.
1.1.1. El tiempo de ocio a través de la historia. En la era pre-industrial, con un trabajo vinculado a las actividades primarias, la jornada de trabajo, y por lo tanto el tiempo libre, estaba marcado por los ciclos naturales, de permanencia invariable: noche-día, primavera-verano-otoño-invierno. Esta estacionalidad marca el tiempo de producir y el tiempo de descansar, sin una separación clara entre ambos. Habitualmente el descanso se manifiesta a través de celebraciones grupales vinculadas al remate de las tareas o al comienzo de otras: la siembra, la recolección, el solsticio.algunas de ellas perviven hasta la actualidad. En la sociedad industrial se pasa de los ciclos naturales a los productivos que se caracterizan por tener horarios fijos para realizar tareas desvinculadas de los períodos estacionales o diarios. El sol deja de marcar el ritmo, y es el reloj quien lo hace. El ocio pasa a ser antagónico del trabajo. Acontecen mejoras y conquistas sociales como la jornada de ocho horas, el descanso semanal, y las vacaciones pagadas. En la sociedad postindustrial, las responsabilidades derivan hacia una optimización del tiempo dedicado al trabajo, con fórmulas de relación laboral como la jornada continua, los horarios flexibles, el tele-trabajo, el trabajo autónomo, y los años sabáticos. Esta nueva realidad, unida a la cada vez más tardía incorporación al mundo del trabajo, la posibilidad de obtener jubilaciones anticipadas, y el aumento de la esperanza de vida, desemboca en una nueva concepción del ocio, que deja de ser entendido como una cuestión secundaria, pasando a ser la piedra angular de la cultura occidental en el plano social, político, económico y educacional.
1.1.2. El ocio se aprende. En la sociedad de consumo en la que vivimos, el impacto económico que produce el gasto en actividades de ocio obliga a replantear las dimensiones de este fenómeno, que ofrece vertientes que en algunos casos son antagónicas: puede aparecer como herramienta para alcanzar el bienestar, para ejercer libremente nuestras opciones de vida y nuestras conductas, hecho más difícil de que acontezca durante el trabajo donde priman las órdenes, la disciplina, la asignación de tareas y los horarios fijos. Pero en ocasiones puede perder este sentido positivo, siendo sinónimo de hastío, vicio y desperdicio del tiempo: es el ocio pasivo, ocasionado por la falta de hábito para dar un contenido a este espacio en la existencia del individuo, que puede derivar en conductas poco deseables: consumo de drogas, ludopatías, alcohol. Esta problemática, muy común en nuestra sociedad, obliga a reflexionar acerca de una intervención educativa continuada, fundamental mientras la persona está en el sistema educativo, pero igual de importante en la persona adulta. y es que el tiempo libre, por sí solo, no es placentero. La mente humana inactiva tiende a verse apoderada por pensamientos desagradables e incluso deprimentes. La educación formal prepara fundamentalmente al ser humano para su desarrollo profesional y para una rápida y acomodada integración en el mundo laboral. A pesar del hincapié que se ejerce para trasmitir contenidos trasversales, el desarrollo de hábitos saludables de comportamiento pasa inexcusablemente por dar unos contenidos adecuados al tiempo de ocio. y es que el ocio se aprende, porque el ser humano no tiene desarrolladas de por sí, las habilidades para utilizar el tiempo libre de forma placentera. Resulta sorprendente que las sociedades más avanzadas, tecnológicamente más preparadas, y con un índice de calidad de vida más elevado, sufren signos preocupantes con patologías sociales como la depresión, el suicidio, la soledad, además de elevados índices de consumo de antidepresivos y ansiolíticos.
1.1.3. El ocio inútil. Esta singularidad puede tener como motivo la suplantación del tiempo de ocio útil, por productos de consumo de entretenimiento que llenan de forma rápida, y sin apenas esfuerzo esa “mente desocupada”. El elevadísimo consumo de televisión, que alcanza una media de tres horas por español al día, es un buen ejemplo de ocio pasivo. Ver la televisión requiere poca más actividad mental que dormir, nada que ver con interpretar, imaginar, y recordar un texto escrito que implica un esfuerzo mayor, pero resulta más gratificante y satisfactorio a largo plazo, (un 70% de los españoles reconoce que lee poco). El consumismo, en el sentido más amplio del término, nos atrapa en una espiral de poseer cada vez más objetos materiales. Pero esta acción de consumir nunca se completa porque no llega a satisfacernos por completo. Paradójicamente, esta situación nos obliga a trabajar más, para poder poseer más, y por lo tanto tener menos tiempo para nuestro ocio personal. Parece evidente que el ocio sin participación intelectual por parte del individuo impide que sea un vehículo de realización personal, de desarrollo de nuestras capacidades, y de expresión de nuestros deseos. Participar de un ocio activo desarrolla habilidades de comunicación social, psicológicas, desarrollo social y emocional. El amplio abanico de actividades y opciones en las que los ciudadanos pueden invertir su tiempo libre, entendido este como un derecho y no como un privilegio, condiciona nuestro estilo de vida evolucionando hasta nuestros días con unas características que en muchas ocasiones parecen antagónicas, como las que planteamos a continuación.
1.1.4. La ausencia y el exceso de tiempo. La cuantificación del tiempo libre del que disponen los ciudadanos se puede estructurar en dos grupos perfectamente diferenciados: por una parte los que disponen de tiempo pero pocos recursos económicos (jubilados, parados.) que además suelen mostrar escasa motivación. y en contraposición a estos, los que con recursos económicos, derivados del rendimiento obtenido en el trabajo, cuentan con poco tiempo para disfrutar de un ocio activo. Lo que sí parece evidente es que el trabajo es considerado un bien escaso y, por lo tanto, se produce una revalorización del mismo. Reflexionar acerca de esta dicotomía resulta interesante, y se me ocurren varias preguntas:
- ¿Vivimos en una sociedad con más tiempo libre o por el contrario vamos hacia lo que los expertos denominan la sociedad apresurada?
- ¿Es nuestro umbral de esfuerzo con respecto al trabajo cada vez menor?
- ¿La sensación de no disfrutar del tiempo de ocio es un problema educacional?
- ¿Sabemos elegir entre ser ricos en tiempo y ricos en dinero?
1.1.5. Las nuevas tecnologías y la globalización. Las nuevas tecnologías abren un espectro de posibilidades inimaginable hasta hace pocos años. Chatear, navegar, juegos virtuales,.la información de todo el mundo está a nuestro alcance en segundos y se puede distribuir en tiempo real, porque participamos de una comunicación, a menudo anónima, que ya todo el mundo comparte. Los electrodomésticos dedicados al entretenimiento cada vez más numerosos y sofisticados: DVD, MP3, cámaras, video cámaras digitales,. parecen casi indispensables, y apenas acaban de aparecer en el mercado.
1.1.6. La familia y el ocio en casa. El disfrute conjunto de actividades de ocio dentro de la familia pierde importancia con respecto a otras épocas, pero en respuesta a esta situación surge el ocio doméstico, también ligado a las nuevas tecnologías: la televisión internet, videojuegos, coleccionismo, bricolaje, y actividades cada vez más especializadas alrededor de las cuales giran tiendas, publicaciones, foros especializados etc.
1.1.7. Generalización, individualización y calidad de vida. ya no es exclusivo de las clases más acomodadas la posibilidad de acceder a tiempo libre y a una oferta de actividades más o menos heterogénea y adecuada a cada edad. Cada persona elige su opción en función de sus gustos, apetencias, capacidades y necesidades, por lo que se produce una individualización de las ofertas y las demandas. En los análisis de calidad de vida de las diferentes poblaciones se bareman índices como, la renta per cápita, el número de camas de hospital por habitante, carreteras, autopistas, centros educativos, pero también el número de instalaciones deportivas, teatros, cines, centros socioculturales, parques y jardines. La calidad de vida de los ciudadanos está íntimamente ligada con las alternativas de que dispongan de utilización del tiempo libre.
1.1.8. La oferta privada de ocio. Como hemos visto anteriormente, las administraciones públicas tienen la obligación de garantizar el acceso a los ciudadanos a la actividad física, al deporte y a un disfrute saludable del ocio. Pero aquí se produce una nueva paradoja fundamentada en que las administraciones públicas encaminan sus acciones a los ciudadanos, mientras que el sistema comercial, la oferta privada ofrece servicios y contenidos a consumidores, y por lo tanto el criterio para diseñar las políticas de actuación son estrategias meramente económicas. El impacto que el ocio tiene en el Producto Lnterior Bruto de un país es difícil de calcular (las cifras apuntan a que este sector contribuye al P.L.B. en un 14’5% en España). Las industrias del turismo, la hostelería, discográficas, televisión, editorial, son fundamentales en el tejido industrial del mundo occidental, con el valor añadido de que el consumo de sus productos producen un reparto y redistribución de la renta. Consecuentemente aquellas prácticas que no tengan coste para el consumidor tienen menos apoyo para su desarrollo por parte de la Administración, independientemente de las mejoras en la calida de vida o en la salud de los ciudadanos. El gasto en ocio de las familias españolas pasó de 11% en 1985 al 13’5% en el año 1992. Surge un nuevo modelo de “centros de ocio” (a semejanza del “Mall” estadounidense) que utiliza como “locomotora” el comercio en grandes superficies, donde convive el consumismo más desmedido con el ocio deportivo o cultural, restaurantes, librerías, hoteles, centros de reuniones..Cuando un ciudadano accede a un centro de estas características no sabe muy bien lo que quiere.o más bien lo que sucede es que lo quiere todo. La falta de tiempo, con el problema añadido de la dificultad para trasladarse y estacionar el vehículo dentro de la ciudad, literalmente nos obliga a tener que satisfacer varias necesidades en el menor tiempo posible y si puede ser en el mismo recinto: vas al gimnasio, haces la compra, vas a la peluquería.y dejas a los niños en una guardería. En el año 2000 en España había 163’3 metros cuadrados de centro comercial en grandes superficies por cada 1.000 habitantes, y previstos la construcción de 180 más. Este sorprendente éxito comercial viene precedido por un exhaustivo estudio de mercado y una campaña de publicidad que tienen una finalidad perfectamente definida: generar nuevas necesidades, nuevos deseos, nuevas apetencias y mantener aquellas que son “rentables”. Nos transformamos en consumidores insaciables. El ocio mediatizado por el consumismo-materialismo produce conductas de ocio pasivo muy arraigadas y difíciles de modificar.
1.1.9. El salto generacional en la percepción del ocio.Es evidente que la población joven, con edades entre 15 y 25 años, se postulan como los grandes defensores del ocio, interpretando el trabajo como una obligación más que como una realización personal. De poder elegir optarían por no trabajar si pudiesen elegir, valorando el tiempo libre como un aspecto fundamental en la vida, por encima del trabajo, valorando la elección de este último en función del tiempo libre que nos permita disfrutar. Si bien esta percepción del tiempo de trabajo y el tiempo de ocio es inherente a esa franja de edades, se aprecia cada vez una mayor diferencia generacional con respecto a etapas anteriores, agravada con la tendencia a disfrutar de relaciones grupales especialmente a horas intempestivas: aparece el ocio nocturno. Resulta sorprendente la homogeneidad de esta tendencia que alcanza al 98% de los jóvenes.
2. Los hábitos deportivos en Galicia y en España.
La sociedad española y la gallega, modificaron sustancialmente su conducta adaptándose a lo sucedido en su entorno. Los datos y tablas que aparecen a continuación han sido obtenidos del libro Hábitos Deportivos de los Españoles (García Ferrando, M. 2000) y el estudio encargado por la Consellería de Familia, Xuventude, Deporte y Voluntariado a la analista social Begoña Arregui Luco. Un amplio grupo de ciudadanos (77%) emplean su tiempo libre en estar con la familia, y presumiblemente de forma paralela a ver la televisión (64%), un electrodoméstico que casi es un miembro más de la familia. Salir con los amigos (56%), leer (45%), escuchar música (38%), oír la radio (40%), o hacer deporte (27%). Es importante resaltar el auge de las actividades en el entorno natural (30%), como respuesta al estilo de vida urbana, motorizada y sedentaria que busca el contacto con el mar, el campo o la montaña como válvula de escape a una relación antinatural con su entrono en la ciudad. Estos datos nos dan una ligera idea del estilo de vida de la población gallega, pero es determinante completar esta información con la frecuencia con la que repiten estas conductas. Nuevamente estar con la familia (88%), y ver la televisión (78%) son conductas que se repiten a diario por parte de un amplio porcentaje da la población. En cuanto a las prácticas deportivas es destacable que un 62% de los practicantes lo haga 23 veces por semana y un 13% todos los días. Mención aparte merece que de la escasa población que sale a caminar (2%) el 50% lo haga todos los días y el 50 % 2-3 veces por semana.
Los datos extraidos del estudio mencionado anteriormente, merecen otras consideraciones: las prácticas deportivas más arraigadas, carrera a pie, ciclismo, natación, gimnasia de mantenimiento, o fútbol contrastan con los datos de utilización de nuevas instalaciones que presentaremos posteriormente, y que arrojan un cambio esencial en los hábitos de los practicantes. No parece definitivo que la falta de tiempo sea el factor más importante para abandonar la práctica deportiva, y sí el cansancio provocado por el desempeño de las tareas profesionales. Tampoco el precio, las adecuadas instalaciones o la distancia de las mismas son variables de trascendentes a la hora de valorar el abandono de la práctica deportiva. Las instalaciones públicas, y los espacios al aire libre, constituyen los lugares donde habitualmente se realiza la práctica deportiva. Los clubes privados también mantienen un elevado número de usos. El gimnasio clásico, de pequeñas dimensiones es un tipo de instalación que tiende a desaparecer a favor de las grandes superficies, también privadas, en régimen de franquicia, que se caracterizan por la amplitud de servicios y horarios. Al contrario que en otros países de nuestro entorno, las empresas no dotan los centros de trabajo con espacios específicos para realizar estas prácticas. En términos generales, la población considera que un mayor número de instalaciones y más información facilitaría la práctica deportiva, y echan en falta más personal para atenderlas. Se puede desprender de estos datos un amplio margen de mejora para atraer usuarios a las instalaciones, fomentando así la práctica deportiva.
3. Nuevas tendencias en la actividad físico-deportiva: el Wellness
La OMS define la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no exclusivamente como ausencia de enfermedad. El dramático aumento de las enfermedades modernas (estrés, obesidad, tabaquismo.) hace que el mensaje que las autoridades públicas y profesionales sanitarios nos transmiten insistentemente no pueda ser más contundente: la actividad física practicada con regularidad y una adecuada alimentación son imprescindibles para disfrutar de una vida saludable. Las medidas preventivas adoptadas por las instituciones han puesto en funcionamiento multitud de programas, informes, e iniciativas para desarrollar hábitos saludables de comportamiento, trasladando al ciudadano la necesidad y preocupación al respecto, intentando persuadirlas para que se transformen en “consumidores de salud” retrasando los efectos del envejecimiento. En este escenario, la promoción de la salud como un producto en un mercado de servicios cada vez vinculado al sector privado aparece el concepto “wellness”. Esta palabra proveniente de “well being” (en inglés bienestar) y fitness (buena forma física), persigue la armonía entre el bienestar físico y el psíquico, y abarca desde la dieta equilibrada, hasta una actitud mental positiva, pasando, por supuesto, por la práctica de actividad física moderada, la estética, la balneoterapia, la aromaterapia, talasoterapia, reflexología, la meditación, tratamientos de belleza. y todas aquellas prácticas que produzcan sensaciones placenteras y saludables. La variedad y amplitud de servicios hace difícil definir un centro de wellness, aunque esta tendencia está influyendo, y lo hará en mayor medida en el futuro, en la construcción de instalaciones deportivas. El mundo del fitness y el wellness está sufriendo un espectacular desarrollo en los últimos años. Según el CLS, actualmente en España el 4’9% de la población entre 16 y 65 años asiste a centros deportivos destinados a tal efecto, mientras que en Europa es un 12% de la misma. Se prevé que esta diferencia se iguale en los próximos 3-5 años. Sin embargo las cifras que manejan los centros a través de sus diferentes asociaciones empresariales, es de un 22% de la población española (con un total de 9’4 millones de usuarios, y un incremento del 20% en el pasado año 2055 con respecto a el año 2004) que asiste a una instalación de estas características, que parecen a primera vista un poco exageradas. Estas mismas fuentes aseguran que existen unas 8.000 instalaciones abiertas en el Estado Español a día de hoy, que facturan más de 1.200 millones de euros anuales. El tejido empresarial vinculado a esta industria crece paralelamente: la industria textil, los equipamientos específicos, los pavimentos, la formación de instructores, la formación de profesionales, la asesoría técnica.
La convivencia del sector público y el sector privado
Los modelos de construcción y gestión de instalaciones por parte de las instituciones públicas también se va adaptando en esta última década a las tendencias del mercado y a sus propias necesidades, falta de recursos, y a la demanda de los ciudadanos. Durante los años ochenta las instituciones públicas construyeron instalaciones deportivas, pensadas para un uso prioritario por parte de los deportistas federados y escuelas deportivas. La gestión de estas instalaciones se realizaba directamente por parte de la administración correspondiente, con funcionarios o personal laboral. A medida que la demanda crece, se generan órganos de gestión propios y la gestión directa se realiza a través de un estamento público creado a tal efecto: Patronato, Lnstituto, o Fundación. Estos modelos de gestión, que tuvieron la ventaja de ser totalmente controlados por la administración, plantean el inconveniente de no ser ágiles a la hora de ajustarse a las demandas de los usuarios y por lo tanto tardan en adaptarse al mercado. La gestión indirecta, recogida en la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas, a través de prestaciones de servicios, concesiones administrativas, o gestiones mixtas, con empresas privadas consigue una gestión más eficaz, más rápida pero menos controlada por la Administración correspondiente, y pueden aparecer problemas de tipo social, o de condiciones de trabajo, si no existe un férreo control del estamento correspondiente.
La entrada en vigor de la nueva Ley Reguladora del Contrato de Concesión de Obra Pública, de mayo del 2003, establece las condiciones necesarias para promover y potenciar la participación de la iniciativa privada en el sistema de provisión de infraestructuras y servicios públicos, abriendo un nuevo abanico de posibilidades para construir y gestionar instalaciones deportivas, permitiendo a entidades o particulares, promover la construcción de instalaciones que presten servicios públicos y su posterior explotación. Esta nueva Ley ofrece tres posibilidades para la realización de obras públicas:
A. La construcción mediante contrato administrativo de obras con financiación pública
B. La construcción mediante un contrato administrativo de obra con abono total del precio, es decir pago aplazado por la Administración previa financiación del contratista.
C. La tercera posibilidad que permite la construcción y explotación de los servicios, ha provocado un cambio importante en los modelos de gestión de instalaciones. Es interesante reflexionar acerca de algunas de las características de este tipo de contratos con las Administraciones.
Independientemente de que la Administración Pública pueda licitar concesiones, este procedimiento se puede iniciar a instancia de personas físicas o jurídicas. El solicitante, además de acreditar solvencia técnica, económica, y financiera, deberá acompañar su solicitud de un estudio de viabilidad, que será expuesto públicamente durante el periodo de un mes, para que los interesados o afectados, presenten las alegaciones pertinentes. En el caso de que el promotor del concurso público no resulte ser el adjudicatario, podrá pedir al concesionario el abono del coste del estudio más un 10% en concepto de compensación. Un aspecto interesante es la posibilidad de incluir actividades comerciales o industriales, y con una explotación diferenciada: “zonas de ocio, locales comerciales..”. El concesionario debe asumir el riesgo de construcción, conservación y explotación mediante el cobro de tarifas por los servicios prestados, pero el órgano contratante puede aportar recursos públicos para financiar la obra. Esta circunstancia obliga a que el éxito de la concesión se base en un adecuado reparto del riesgo, y del resultado económico de la misma en el futuro. La Administración debe garantizar el equilibrio económico de la explotación, en beneficio de la concesionaria, sólo cuando modifique las condiciones de explotación, y en ese caso podrían modificarse las tarifas e incluso ampliar o acortar la concesión.
En este modelo de gestión confluyen los servicios públicos y la iniciativa privada, conviviendo los intereses de ambos: por una parte el enfoque de la oferta de servicios deportivos como un servicio público, (así lo recoge la Constitución Española, la Ley de Bases de Régimen Local, y la propia Ley Gallega del Deporte), y por otro la viabilidad económica de la explotación. Por lo tanto los criterios a la hora de gestionar las instalaciones tienden a seguir una política de precios asequible, que permita a toda la población acceder a unas instalaciones de calidad, y unos servicios heterogéneos, donde cualquier ciudadano tenga actividades que se ajusten a sus necesidades y preferencias. El reajuste de la gestión debe mantener un volumen de usuarios”clientes, fidelizando los mismos, para hacer factible la amortización de la inversión en obra civil, los costes fijos, costes variables, recursos humanos, canones, LBL, y tasas. La entidad pública garantiza el fomento de la actividad físico-deportiva, y la empresa explota y rentabiliza la instalación. Parece, con este análisis meramente teórico que ambas entidades cumplen sus objetivos. La tendencia del sector privado es que el tradicional “gimnasio de barrio” centro de entre 500 y 1.000 metros cuadrados entendido como un negocio casi familiar, tienda a desaparecer para dejar paso a espacios mucho más amplios que van desde los 3.500 a 10.000 metros cuadrados, y con una especial incidencia en los ingresos y servicios atípicos, con instalaciones en propiedad o en alquiler.
En algunas ocasiones se instalan en grandes superficies por su potencial atracción de clientes, utilizando la formula de la franquicia, ya implantada en otros modelos de negocio (alimentación, viajes, ropa), proporcionando el “Know How”, y la formación permanente del personal de los centros. En el Estado Español existen 22 grandes franquicias, que concentran el 40% del mercado y esperan crecer un 20% en el 2006. La cifra de negocio de este sector podría superar los 14.000 millones de euros. Cadenas como Body Factory, Fitness First, 24 Hour Fitness, Fitness Place, intentan aprovechar el crecimiento del sector para posicionarse en poblaciones que carecen de estos servicios. Tanto en la iniciativa pública como privada, la tendencia es construir instalaciones cada vez más polivalentes y funcionales. Las zonas de agua además de permitir el nado libre y ofrecer formación en el ámbito de las habilidades acuáticas, se complementan con una zona termal dotada de chorros, baños de contrastes, duchas bitérmicas, pediluvios, baños de vapor, termas, o saunas, entre otros equipamientos. Las actividades dirigidas deben ser heterogéneas, con distintas intensidades, contenidos y finalidades para que todos los ciudadanos, independientemente de su edad, o condición física, tengan una actividad de su gusto. La actualización de las actividades y la formación de los profesionales debe ser permanente. También en este ámbito las actividades se diseñan y franquician, para ser programadas en los centros, acompañadas con una campaña de publicidad y una imagen corporativa homogénea.
Los datos que nos llegan de los dos países que exportan estos nuevos hábitos, E.E.U.U. e Lnglaterra, indican que siguen aumentando la cifra de construcción de centros, con 1.600 centros en el año 2000 en E.E.U.U., lo que supone un aumento del 9% con respecto al año anterior. Esta tendencia que con toda probabilidad se está trasladando a Europa, y provoca que grupos empresariales de inversión y de capital riesgo inviertan en este sector por las optimistas previsiones de negocio, lo que supone una amenaza para los operadores tradicionales de este mercado.
Bibliografía
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