Valoración del grado de extensibilidad isquiosural en ciclistas de categoría máster 30
1 Facultad de Educación. Universidad de Almería.; 2 Facultad de Educación. Universidad de Murcia.; 3 Facultad de Ciencias del Deporte. Universidad de Murcia.; 4 Facultad de Ciencias del Deporte. Universidad de Vigo.
Resumen valoración del grado de extensibilidad isquiosural
Los isquiosurales constituyen un grupo muscular biarticular que, debido a su origen e inserción, tiene efectos sobre la rodilla, la cadera y la estática y dinámica pélvica. Además, la disminución de la extensibilidad isquiosural se ha relacionado con un mayor riesgo de lesiones musculares. El objetivo del presente estudio fue evaluar el grado de extensibilidad isquiosural en ciclistas de categoría máster 30. Un total de 25 ciclistas de categoría máster 30 (edad media: 34,48 ± 2,66 años) participaron voluntariamente en este estudio y fueron evaluados mediante el test de elevación de la pierna recta. Los valores obtenidos fueron categorizados en función de las referencias de normalidad según Ferrer (1998). Los valores angulares de extensibilidad isquiosural fueron de 83,48 ± 12,72º y 87,44 ± 12,87º para la pierna izquierda y derecha, respectivamente. El valor angular medio de extensibilidad isquiosural para ambas piernas fue de 85,48 ± 12,10º. El 82% de los ciclistas presentaron una extensibilidad isquiosural normal, mientras que el 18% presentaron una cortedad isquiosural de grado I. En conclusión, el ciclismo no influye negativamente en el grado de extensibilidad de los ciclistas de categoría máster 30. Son necesarios más estudios para conocer los factores que influyen en el grado de extensibilidad en este deporte.
INTRODUCCIÓN
Los isquiosurales constituyen un grupo muscular biarticular que, debido a su origen e inserción, tiene efectos sobre la rodilla, la cadera y la estática y dinámica pélvica (Ledoux, 1992). La disminución de su extensibilidad, además de suponer una limitación de la capacidad de movilidad del sujeto, puede repercutir sobre la pelvis y el raquis cuando ésta es acusada (Santonja y Martínez, 1992; Santonja y cols., 1995). Diversos estudios han valorado la extensibilidad isquiosural del deportista, tales como nadadores (Pastor, 2000; Sanz, 2002), corredores de larga distancia (Trehearn y Buresh, 2009; Wang y cols., 1993), piragüistas (López-Miñarro y cols. 2008b,c; 2009b), remeros (Stutchfield y Coleman, 2006), halterófilos (Chang y cols., 1988), gimnastas de rítmica (Martínez, 2004; Martínez y cols., 2001), futbolistas (Caldwell y Peters, 2009; McIntyre y Hall, 2005; Öberg y cols., 1984), jugadores de fútbol australiano (Young y cols., 2005), luchadores (Mirzaei y cols., 2009), jugadoras de lacrosse (Enemark-Miller y cols., 2009), tenistas (Kibler y Chandler, 2003), taekwondistas (Toskovic y cols., 2004) y jugadoras de voleibol (Melrose y cols., 2007).
Pastor (2000) observó que la práctica de la natación, de forma continuada en el tiempo y con un elevado volumen de entrenamiento, no producía mejoras en la extensibilidad isquiosural, encontrando un alto porcentaje de nadadores con una extensibilidad semejante a la población no deportista.
Sanz (2002) observó que el entrenamiento intenso en natación disminuía el grado de extensibilidad isquiosural. Toskovic y cols. (2004) observaron en taekwondistas experimentados una extensibilidad isquiosural superior a aquellos que eran nóveles. Melrose y cols. (2007) no encontraron diferencias significativas en la extensibilidad isquiosural al comparar un grupo de jugadoras de voleibol jóvenes con otras de mayor edad. Öberg y cols. (1984), evaluaron la extensibilidad de varios futbolistas en función de su posición en el terreno de juego: porteros, defensas, centro-campistas y delanteros. Estos autores observaron que los porteros poseían una extensibilidad significativamente superior a los demás jugadores. Wang y cols. (1993), evaluaron la extensibilidad de la musculatura isquiosural mediante el test de elevación de la pierna recta, en un grupo de 20 atletas de larga distancia y otro grupo de personas no deportistas. El grupo de atletas mostró mayores valores de extensibilidad isquiosural que el grupo de sedentarios.
Martinez (2004) encontró que el grupo de gimnastas de competición presentaba un elevado porcentaje de casos dentro de los valores considerados de normalidad, en la extensibilidad isquiosural, en comparación con otras de categorías inferiores. López-Miñarro y cols. (2008b) evaluaron la extensibilidad isquiosural en piragüistas de categoría infantil. Los autores observaron un alto porcentaje de piragüistas que presentaban una reducida extensibilidad isquiosural, especialmente los canoístas.
De estos estudios se desprende que existen diferencias en el grado de extensibilidad isquiosural en función de la disciplina y categoría deportiva practicada y volumen de entrenamiento. Sin embargo no se han encontrado estudios que hayan analizado el grado de extensibilidad isquiosural en ciclistas y su categorización dentro de los valores de referencia existentes en la literatura.
Una extensibilidad isquiosural reducida conlleva a una mayor cifosis torácica en los movimientos de flexión máxima del tronco (Gajdosik y cols., 1994) y alteraciones del ritmo lumbo-pélvico (Esola y cols., 1996). Ferrer (1998) estableció una relación directa entre las repercusiones sobre el raquis dorso-lumbar y una extensibilidad isquiosural reducida. Además, la disminución de la extensibilidad isquiosural se ha relacionado con un mayor riesgo de lesiones musculares, especialmente en la zona lumbar (Biering-Sorensen, 1984; Mellin, 1986). En este sentido, diversos autores manifiestan que el dolor lumbar es una de las lesiones/algias más frecuentes en ciclismo (Asplund et al., 2005; Clarsen et al., 2010; Marsden and Schwellnus, 2010; Salai et al., 1999; Shultz and Gordon, 2010). Por todo lo descrito anteriormente, el objetivo del presente estudio fue evaluar el grado de extensibilidad isquiosural en ciclistas de categoría máster 30.
MATERIAL Y MÉTODO
Un total de 25 ciclistas de categoría máster 30 (edad media: 34,48 ± 2,66 años; talla: 1,74 ± 0,56 m; masa: 68,44 ± 8,05 kg) participaron voluntariamente en el presente estudio.
Los criterios de inclusión adoptados para la participación de los ciclistas en el estudio fueron: estar federados por la Real Federación Española de Ciclismo en la categoría máster 30. Tener un volumen de entrenamiento sobre la bicicleta de 3 a 5 horas al día, con una frecuencia de práctica de 4 a 6 días a la semana y con un historial de entrenamiento de más de 8 años de práctica en ciclismo de manera ininterrumpida.
Procedimiento
El estudio fue aprobado por una Comisión de Bioética. Previamente a las mediciones, todos los sujetos fueron informados sobre el procedimiento y firmaron, voluntariamente, un consentimiento informado.
La extensibilidad isquiosural fue valorada en ambas piernas mediante el test angular de elevación de la pierna recta (EPR). Para la realización del test, el participante se situaba en decúbito supino sobre una camilla con un Lumbosant o soporte lumbar colocado bajo el raquis lumbar. Un investigador ayudante se encargó de fijar con las manos, la rodilla y la pelvis en el lado de la pierna no evaluada. Con las rodillas en extensión, otro investigador realizaba una flexión pasiva coxofemoral de forma lenta y progresiva, hasta que el sujeto manifestaba dolor en el hueco poplíteo, o se detectaba una retroversión de la pelvis, momento en el que se procedía a la medición en grados. Para detectar la retroversión pélvica se colocó un inclinómetro Unilevel a nivel de la espina ilíaca antero-superior. Para realizar la medición del ángulo de flexión coxofemoral se utilizó un inclinómetro Unilevel colocado en el extremo distal de la tuberosidad tibial, que se colocó a cero grados en la posición inicial y se establecieron los grados de flexión al finalizar la misma. Esta medición se llevó a cabo en ambas piernas por separado y de forma aleatoria. Las consignas que se aportaron a los sujetos a evaluar fueron: “Vamos a elevar la pierna poco a poco. Tienes que dejarla totalmente relajada y has de soportar el estiramiento todo lo que puedas hasta que la tensión te provoque dolor en la zona posterior del muslo y/o hueco poplíteo, momento en el que debes avisarnos, diciendo ¡Ya!”.
Para clasificar la extensibilidad isquiosural se utilizaron las referencias de Ferrer (1998):
- NORMALIDAD: ? 75º.
- CORTEDAD MODERADA O GRADO I: 74º y 61º.
- CORTEDAD MARCADA O GRADO II: ? 60º.
Análisis estadístico
Se realizó un análisis descriptivo de cada una de las variables. Las variables continuas se presentan como medias ± desviación típica. Así mismo, se realizó un análisis de distribución de frecuencias en función de las referencias de normalidad. Todos los datos fueron analizados usando el SPSS 15,0 y el nivel de significación se estableció en un valor de p < 0,05.
RESULTADOS
Los valores angulares de extensibilidad isquiosural fueron de 83,48 ± 12,72º y 87,44 ± 12,87º para la pierna izquierda y derecha, respectivamente. El valor angular medio de extensibilidad isquiosural para ambas piernas fue de 85,48 ± 12,10º.
En la Figura 1 se presenta la distribución porcentual de la extensibilidad isquiosural de los ciclistas de categoría máster 30 en base a las referencias de normalidad en el test de elevación de la pierna recta. El 82% de los ciclistas presentaron una extensibilidad isquiosural normal, mientras que el 18% presentaron una cortedad isquiosural de grado I.
FIgura 1. Valoración del grado de extensibilidad isquiosural en ciclistas de categoría máster 30
Figura 1. Distribución porcentual de la extensibilidad isquiosural de los ciclistas de categoría máster 30 en base a las referencias de normalidad en el test de elevación de la pierna recta.
DISCUSIÓN
En el ámbito del ciclismo es muy común la creencia de que el ciclista posee una extensibilidad isquiosural reducida, que podría deberse a la continua demanda de los grupos musculares de los miembros inferiores, con una alta exigencia para ascender pendientes elevadas, vencer la resistencia del viento, generar grandes aceleraciones para formar una escapada o en el sprint (Rouffert y Hautier, 2008). En este sentido, el principal hallazgo de este estudio fue que el 82% de los ciclistas evaluados presentaron una extensibilidad de la musculatura isquiosural dentro de los valores considerados como normales, a pesar de realizar un elevado volumen de entrenamiento en ciclismo.
En corredores de larga distancia, Wang y cols. (1993) encontraron una extensibilidad isquiosural reducida y la justificaron en base a la elevada demanda muscular de la carrera, que reduciría la capacidad de elongación de las fibras musculares. Caldwell y Peters (2009), en futbolistas semiprofesionales, encontraron una disminución de la extensibilidad isquiosural a medida que avanzaba la temporada. Así, la distancia fue menor cuando la exigencia física era mayor en las competiciones.
En otros deportes donde sus acciones técnicas requieren de una importante extensibilidad isquiosural, dedican una gran parte de sus entrenamientos a la mejora de esta cualidad, ya que si no fuese así, no podrían realizar algunas acciones técnicas propias de sus disciplinas deportivas. En este sentido,Martínez (2004) en gimnastas de rítmicas de rítmica de competición encontró valores angulares para el EPR derecho e izquierdo de 106,0 ± 19,0º y 105,3 ± 16,6º, respectivamente. Por otro lado, Gómez (2007) en bailarinas de ballet clásico y danza española, encontró valores angulares en el test EPR muy superiores a los descritos en la literatura para otros deportistas, con valores para la pierna derecha de 137 ± 12º y 124 ± 14º en los grupos de ballet clásico y danza española, respectivamente.
En fútbol 11, Öberg y cols. (1984), compararon la extensibilidad isquiosural de los futbolistas en función de su posición en el terreno de juego: porteros, defensas, centro-campistas y delanteros. Los porteros poseían una extensibilidad significativamente superior a los demás jugadores. Debido a que los porteros deben abarcar la mayor área posible de la portería, estos realizan un mayor volumen de ejercicios específicos orientados a la mejora de la flexibilidad y extensibilidad muscular.
López-Miñarro y cols. (2009b), compararon la extensibilidad isquiosural entre un grupo de 30 piragüistas y 30 corredores, todos ellos con una edad en torno a los 13 años. Para el grupo de piragüistas observaron un valor medio en el EPR de 75,2±8,7º para la pierna derecha y de 76,0±8,7º para la pierna izquierda. En el grupo de corredores estos valores fueron de 83,8±9,8º y 85,0±10,0º respectivamente (p< 0,001 entre disciplinas deportivas).
Estos autores justifican las diferencias entre los dos grupos debido a que posiblemente los piragüistas realicen un menor volumen de estiramientos específicos que los atletas. Estas diferencias estarían relacionadas con la implicación de los miembros inferiores en la consecución de un mayor rendimiento.
Ferrer (1998), en una muestra de 813 deportistas varones con una edad media de 12,9±2,9 años. Estos deportistas presentaron un valor angular medio para el EPR derecho e izquierdo de 76,9±13,0º y 75,9±12,9º, respectivamente. A diferencia del ciclismo, el atletismo siempre ha gozado de una mayor concienciación en la importancia de los estiramientos para un mayor rendimiento y, sobre todo, en la prevención de lesiones.
En cambio, en ciclismo no existe esa cultura post-entrenamiento o competición y, por ello, sólo unos pocos realizan ejercicios de estiramientos de la musculatura isquiosural. Estos deportistas prefieren dedicarle 20 minutos más de entrenamiento sobre la bicicleta, antes que dedicárselos a los ejercicios de estiramientos.
Los valores angulares medios del test EPR parecen estar muy condicionados por el volumen de entrenamiento de dicha capacidad, que a su vez parece estar determinado por la relación directa o indirecta de dicha capacidad en las acciones técnicas del deporte en cuestión. Así, bailarines y gimnastas de rítmica requieren de una gran extensibilidad, mientras que otros deportes como el piragüismo, fútbol o natación, no es una de sus principales capacidades físicas y, por tanto, no le dedican tanta importancia en los entrenamientos a su mejora y desarrollo.
No obstante, parece que el ciclismo no es un deporte que repercuta negativamente en el grado de extensibilidad isquiosural del ciclista. Son necesarios más estudios para que comparen el grado de extensibilidad isquiosural entre diferentes categorías deportivas en ciclismo y modalidades deportivas, fases de la temporada y volúmenes de entrenamiento.
En conclusión, el ciclismo no influye negativamente en el grado de extensibilidad de los ciclistas de categoría máster 30. Son necesarios más estudios para conocer los factores que influyen en el grado de extensibilidad en este deporte.
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