Actitudes hacia la obesidad de los estudiantes de Magisterio de la Universidad de Huelva
Actitudes hacia la obesidad de los estudiantes de Magisterio de la Universidad de Huelva
Resumen
El presente estudio analiza la actitud hacia la obesidad y el sobrepeso que presenta el alumnado de primer y tercer curso magisterio de la Universidad de Huelva (N=299) comparando los estudiantes de educación física (N=123) con los de educación infantil y primaria (N=176). Para medir la actitud hacia la obesidad se emplearon instrumentos explícitos, Antifat Attitudes Questionnairee implícitos, Antifat Implicit Association Test.También, se aplicó un cuestionario de hábitos físico-deportivos.
Los resultados confirman que todo el alumnado presenta una actitud negativa hacia la obesidad y el sobrepeso, siendo mayor en los estudiantes de educación física, y dentro de estos mayores entre el alumnado de tercer curso (F(1,290) = 6.74, p =.010). Por otro lado, el alumnado que muestra más interés hacia el deporte, así como aquellos estudiantes que practican más deportes, poseen una actitud más negativa hacia la obesidad y el sobrepeso que aquellos estudiantes a los que no les interesa o no practican deporte.
Concepto de obesidad, prejuicios asociados y consecuencias de los mismos.
La obesidad es una enfermedad crónica, compleja y multifactorial en cuyo origen existe una interacción genética y ambiental: sedentarismo, alimentación, educación, familia, ocio, medios de comunicación…. Se caracteriza por una excesiva acumulación de grasa corporal, manifestándose por un exceso de peso y volumen corporal. Tomando como referencia el Índice de Masa Corporal (IMC) se considera que una persona padece sobrepeso cuando supera el valor de 25, y obesidad al superar el valor de 30 (Brochu y Morrison, 2007).
La estudios que abordan la actitud de la población hacia las personas obesas y con sobrepeso, ponen de manifiesto que “el cuerpo delgado es bueno” (Swami et al., 2008, p.577), mientras que “es socialmente aceptable expresar actitudes negativas hacia las personas (hombres y mujeres) con sobrepeso” (Crandall, 1994, p.884), aun cuando “en nuestra cultura se consideran gruesas personas con un peso absolutamente dentro de la normalidad” (Raich, 2001, p.84). Estos estereotipos y prejuicios relacionan la obesidad con la dejadez, descuido, insalubridad, enfermedad, fealdad, pereza (Wang, Brownell, y Wadden, 2004), inaptitud deportiva (Chambliss, Greenleaf, Rhea, Martin y Morrow, 2005) y soledad y ausencia de atractivo (Greenhalgh, Chowdhury, y Wood, 2005).
En consecuencia, la discrepancia entre el cuerpo real y el ideal socialmente impuesto, unido a los prejuicios y estereotipos asociados, hace que las personas que se perciben como obesas o con sobrepeso vean seriamente deteriorada su autoestima al no lograr alcanzar el ideal (Brochu y Morrison, 2007). Provocando una infravaloración de su competencia atlética y su apariencia física por una mayor preocupación por el peso y la forma corporal (Burrows y Cooper, 2002). Todos estos factores hacen que esta población presente mayores síntomas de presión y estrés.
Destacar que “la preocupación por el peso corporal no necesariamente va unido a presentar obesidad” (Raich, 2001, 48). Resulta que, indistintamente de su edad y género, las personas con un peso normal se perciban con un mayor volumen corporal del real y quieran perder peso (Al Sabbah, Vereecken, Abdeen et al., 2008).
Actitud hacia la obesidad desde el ámbito físico-deportivo y de la educación física.
Considerando este complejo contexto social, la influencia que la práctica de ejercicio físico tiene sobre la imagen corporal y la actitud hacia la obesidad puede ser negativa o positiva en función de su orientación o finalidad. Resulta negativa cuando la finalidad de la práctica es la búsqueda de un ideal corporal no saludable, ya sea por excesiva esbeltez en el modelo femenino (Noreña, Rojas, y Novoa, 2006), o por la obsesión de verse musculoso (vigorexia) en el modelo masculino. Por otro lado, resulta positiva cuando la finalidad de la práctica es la autoaceptación corporal y la salud personal, buscando una mejora de la propia satisfacción corporal (Annesi, 2007). Es por ello que los participantes en actividades deportivas, poseen una imagen corporal más saludable que aquellos que participan en actividades centradas en la modelación de la figura (Camacho, Fernández, y Rodríguez, 2006).
En el ámbito de la educación física (EF) escolar, la bibliografía refleja la existencia de prejuicios y estereotipos hacia la obesidad y el sobrepeso por parte del profesorado (Greenleaf y Weiller-Abels, 2005), que de modo consciente o inconsciente, puede estar transmitiendo un culto al cuerpo esbelto, cuidado, firme y definido que propicie que el alumnado “aprenda más sobre cómo odiar su cuerpo que como convertirlo en saludable” (Sykes y McPhail, 2008, p.90). En contraposición, existen corrientes que defienden una EF más empática y comprensiva con la obesidad y el sobrepeso, tanto en su desarrollo práctico como teórico (Sykes y McPhail, 2008).
Conocida éstas investigaciones llevadas a cabo en el contexto escolar, se propone estudiar y las actitudes hacia la obesidad y el nivel de actividad física que presenta el alumnado de magisterio de la Universidad de Huelva, para conocer si éstos prejuicios hacia la obesidad se ponen de manifiesto en el contexto universitario. La hipótesis de partida que el alumnado de la especialidad de EF presentará una actitud más negativa hacia la obesidad y el sobrepeso, siendo más negativa en tercer curso que en primero. Así mismo se espera que aquellas personas que practiquen más actividad físico-deportiva muestren mayor aversión hacia el sobrepeso y la obesidad. Se ha de incidir que estos aspectos están escasamente explorados en nuestro país, lo cual incrementa el interés por conocer la realidad concreta de esta problemática en nuestro contexto sociocultural.
Método
Participantes
La muestra ha estado formada por 299 alumnos estudiantes de primer y tercer curso de magisterio de la Universidad de Huelva. De estos, 123 (41% de la muestra) pertenecían a la especialidad de EF (57 de primero y 66 de tercero), 49 a la especialidad de educación primaria (26 de primero y 23 de tercero), y 127 a la especialidad de educación infantil (52 de primero y 75 de tercero). Para su posterior análisis la muestra fue dividida en dos grupos: estudiantes de EF (N=123; ?41% del total de la muestra) y estudiantes de otras titulaciones (N=176; ?59% del total de la muestra).
Instrumentos
Los instrumentos de medida que configuraron la prueba administrada, pueden agruparse en cuatro grandes bloques:
- a) Datos de identificación: edad, género.
- b) Composición corporal. Mediante el IMC: cociente resultante de dividir el peso corporal (kg) entre la estatura (m2).
- c) Hábitos de práctica físico-deportiva. Se elaboró un cuestionario de trece preguntas para conocer los hábitos de práctica físico-deportiva de los participantes en el estudio basándonos en la “encuesta de hábitos deportivos de los españoles 2005” elaborada por García Ferrando (2006) para el Consejo Superior de Deportes. Además, se incluyeron dos preguntas más relacionadas con la EF escolar para conocer el grado de satisfacción que en ella habían experimentado, así como la importancia que le concedían en su formación personal.
- d) Actitud hacia la obesidad.
Antifat Attitudes Questionnaire (AFA; Crandall, 1994): empleado para medir de manera explícita la aversión hacia el sobrepeso y la obesidad. El AFA está compuesto de 13 ítems divididos en tres subescalas (aversión, miedo a engordar, y fuerza de voluntad). Se contesta según una escala Likert de 9 puntos (1= “Completamente en desacuerdo”; 9= “completamente de acuerdo”).
Antifat Implicit Association Test (IAT). El IAT es una prueba que encuentra diferencias implícitas de asociación entre una serie de categorías y de atributos positivos o negativos basándose en el tiempo de reacción empleado para la realización de las diversas tareas propuestas y los errores de asociación cometidos (Greenwald, McGhee, y Schwartz, 1998). Para medir la actitud negativa hacia la obesidad se emplean las categorías obesidad y delgadez, los cuales son emparejados alternativamente con los atributos bueno y malo. Los estímulos empleados han sido palabras relacionadas con las categorías y atributos (Tabla 1). Las diferencias existentes entre la contestación a las asociaciones compatibles e incompatibles será el indicador empleado para determinar la existencia de sesgos.
Tabla 1: categorías, atributos y estímulos a clasificar en el IAT.
Resultados y discusión
Datos de identificación de la muestra.
En la tabla 2 puede apreciarse que los grupos formados en función de la titulación y el curso son aproximadamente homogéneos respecto al IMC. Tampoco existen diferencias significativas de edad entre los estudiantes de EF y los estudiantes de otras titulaciones. Atendiendo al género sí existen diferencias significativas entre ambos grupos (Yates ?2=108.49, gl=1, p= .001), de modo que en el grupo de EF predomina un alumnado masculino (69.9% de hombres y 30.1% de mujeres) y en el grupo de otras titulaciones (educación infantil y primaria) predomina un alumnado femenino (89.2% de mujeres y 10.8% de hombres).
Tabla 2: edad e IMC de la muestra.
Al considerar la relación existente entre el IMC y la actitud negativa hacia la obesidad en las diferentes titulaciones y cursos, encontramos una correlación significativa entre el IMC de los estudiantes de primero de EF y la subescala de Crandall miedo a engordar, de modo que a mayor IMC muestran una mayor aversión a ganar peso (r =0,433, p menor que.001). En el resto de grupos no se encontraron correlaciones significativas entre el IMC y la actitud hacia la obesidad. En la tabla 3 se muestran los estadísticos descriptivos de las variables que evalúan actitud hacia la obesidad diferenciados en función del género. Los resultados del análisis comparativo indican unas diferencias estadísticamente significativas en la subescala “Miedo a engordar” (t = 4,25, gl = 295, p< .001), con las mujeres mostrando un miedo a engordar significativamente mayor que los hombres. Morrison y O’Connor la atribuyen a que los hombres “tienen menor capacidad empática” (1999, p.443). Respecto al miedo a engordar son las mujeres quienes obtienen valores más altos, lo cual puede deberse a la alta exigencia de delgadez que les exige el estereotipo social impuesto (Raich, 2001)
Tabla 3: estadísticos descriptivos del IAT electrónico y el cuestionario de Crandall, diferenciados por género.
Actitud negativa hacia la obesidad atendiendo a la titulación y curso.
La tabla 4 muestra los resultados obtenidos en las pruebas de actitud hacia la obesidad diferenciando a los estudiantes en función de la titulación y el curso. En el IAT electrónico se analiza la medida D, resultante de obtener la diferencia de latencias en la respuesta a la prueba entre los pares socialmente compatibles (obesidad-malo y delgadez-bueno) y los pares socialmente incompatibles (obesidad-bueno y delgadez-malo). Los resultados de la prueba explícita de Crandall aparecen diferenciados en sus tres subescalas.
Tabla 4: Estadísticos descriptivos del IAT electrónico y el cuestionario de Crandall, diferenciando titulaciones y cursos.
En primer lugar se analizó si las puntuaciones medias en la medida D eran estadísticamente diferentes de 0. Hay que tener en cuenta que una puntuación D igual 0 indicaría la inexistencia de sesgo, que valores positivos apuntan a actitudes negativas hacia la obesidad y valores negativos la existencia de un sesgo favorable a la obesidad. Los resultados muestran la existencia de actitudes negativas hacia la obesidad en los cuatro grupos analizados. Este hecho no resulta sorprendente debido a que es socialmente aceptable expresar una actitud negativa hacia la obesidad (Crandall, 1994; Vartanian, Herman, y Polivy, 2005), hecho que ha quedado demostrado en maestros y profesores de diferentes especialidades (Jiménez-Cruz, Bacardí-Gascón, Castellón-Zaragoza, García-Gallardo, y Hovell, 2007), profesores de EF (Robertson y Vohora, 2008), y población en general (O’Brien, Hunter, y Halberstadt, 2007).
Para determinar si existen diferencias de actitudes en función del curso y la titulación se realizaron varios análisis de la varianza. En todos los casos se usó un diseño 2 (Curso) x 2 (Titulación). Cuando se usó la medida D como variable dependiente el ANOVA indica un efecto principal del curso (F(1,290) = 4.49, p =.035) que indica la existencia de un mayor sesgo o actitud negativa en tercer curso que en primero. Igualmente se obtuvo un efecto interactivo (F(1,290) = 6.74, p =.010) que permite matizar la información anterior en el sentido de que esas diferencias entre primero y tercero se dan únicamente en el grupo de estudiantes de EF.
El ANOVA correspondiente a la subescala de desagrado del AFA indica que ambos efectos principales son significativos: Curso (F(1,295) = 6.87, p =.009) y Titulación (F(1,295) = 5.20, p =.023). En cuanto al curso se observa un mayor desagrado respecto a la obesidad en los alumnos de primero. Por otra parte, los alumnos de EF tienen actitudes más negativas en términos de desagrado que los alumnos de otras titulaciones de Magisterio. Se observa que los alumnos de 1º tienen actitudes más negativas. El ANOVA correspondiente a la subescala Miedo a engordar no mostró ningún efecto signiticativo. Por último, cuando se usó el subescala Fuerza de voluntad, los resultados del ANOVA muestran únicamente la existencia de un efecto principal de la variable Titulación (F(1,295) = 20.42, p<.001). Los alumnos de EF parecen responsabilizar a los obesos en mayor medida que los alumnos de otras titulaciones.
Resultados similares a los de O’Brien, Hunter y Banks (2007), los cuales atribuyen este hecho a un proceso de sobreaprendizaje de prejuicios en sus estudios de EF relacionados con una creencia de superioridad frente a las personas obesas. Existen más estudios en los que no existe correspondencia entre los resultados del anti-fat explícito e implícito (Brochu y Morrison, 2007), ya que la respuesta de la prueba explícita puede ser políticamente correcta, mientras que no posible en la prueba explícita (O’Brien, Hunter, y Banks, 2007). Así pues, se podría pensar que el alumnado de tercero de EF intentó enmascarar su elevada actitud negativa hacia la obesidad y el sobrepeso en la prueba explícita.
Actitud negativa hacia la obesidad atendiendo a los hábitos de práctica físico-deportiva.
Para analizar la relación entre la práctica físico-deportiva y la actitud hacia la obesidad se realizaron varios análisis de la varianza. Las variables independientes fueron el interés mostrado hacia el ejercicio físico y el deporte (poco, bastante, mucho), el número de deportes que se practican habitualmente (ninguno, uno, varios), y el tipo de deportes que prefieren (individuales, de adversario, colectivos). Las variables dependientes fueron de nuevo las cuatro medidas de la actitud hacia la obesidad antes señaladas. En total se realizaron 12 ANOVAS unifactoriales. Los resultados de estos análisis muestran que las variables relativas a la práctica físico-deportiva muestran una relación estadísticamente significativa únicamente con la subescala Fuerza de voluntad del AFA.
Esto puede ser debido a una falta de empatía por parte de este alumnado hacia las personas con obesidad o sobrepeso al considerar que la actividad físico-deportiva es un medio para el control del peso corporal (Robertson y Vohora, 2008), lo cual proporciona una retroalimentación positiva por la posesión de un físico en consonancia con el ideal estético impuesto (Camacho, Fernández, y Rodríguez, 2006).
Los análisis post-hoc indican que atendiendo a la percepción que de la fuerza de voluntad de los obesos tienen los estudiantes, las actitudes más negativas se producen en los alumnos que tienen mucho interés por el deporte con respecto a los alumnos que tienen poco o bastante interés, en los alumnos que practican muchos deportes frente a los alumnos que no practican ninguno, y en los alumnos que prefieren deportes de adversario con relación a los alumnos que prefieren deportes individuales o colectivos.
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