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30 Ene 2012

Trasformación del IES “La Marisma” en un Centro Promotor de Salud

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El trabajo que aquí se presenta nace de la necesidad de combatir la problemática que existe en nuestra población juvenil sobre hábitos pocos saludables, obesidad y sedentarismo. Uno de los indicadores es la disminución importante de la frecuencia de actividad física y la baja participación en actividades deportivas.

Autor(es):Pablo Garrido Lozano, Eduardo J. Fernández Ozcorta, Julia García Martínez y Ángela Sierra Robles
Entidades(es): Universidad de Huelva
Congreso: IX Congreso Internacional sobre la Enseñanza de la Educación Física y el Deporte Escolar
Úbeda 8 al 11 de Septiembre de 2011
ISBN: 9788461536665
Palabras claves: salud, sedentarismo, evaluación

Trasformación del IES “La Marisma” en un Centro Promotor de Salud

Introducción

Educación para la Salud

Para López Santos (2002), La Educación para la Salud (EPS) es una acción ejercida sobre un individuo o sobre un grupo, acción aceptada e incluso buscada por ellos, para modificar profundamente sus formas de pensar, de sentir y de actuar, de forma que desarrollen al máximo sus capacidades para vivir, individual y colectivamente, en equilibrio con su entorno físico, biológico y sociocultural. La Educación para la Salud debe ser esencialmente liberadora: debe contribuir a despertar en cada uno un sentimiento de responsabilidad sobre su propia salud y sobre la de los demás.

La EPS, como herramienta de promoción, va más allá de la modificación de los comportamientos individuales. Su influencia tiene que llegar hasta el ambiente y las instituciones. Exige un tratamiento integran con estrategias de formación y concienciación para despertar el interés por la salud y la asunción de la responsabilidad individual y colectiva en su protección y fomento. La reciente preocupación por la EPS surge de la constatación de que la sociedad actual ha generado nuevos problemas relacionados con la salud y que exigen de la ciudadanía una preparación más adecuada. Aprender a llevar hábitos saludables ha de perfilarse como objetivo prioritario entre niños y adolescentes.

Las administraciones públicas han visto en la escuela el contexto educativo idóneo para el desarrollo de actitudes y hábitos de vida saludables como base fundamental al derecho a la salud. A tal efecto los responsables de la política educativa han incluido en las distintas etapas objetivos y contenidos relativos a la educación para la salud; por otra parte las autoridades sanitarias a través de programas de salud escolar o de educación para la salud proponen y colaboran en distintos tipos de actividades para asegurar condiciones de vida saludables en la población escolar y la realización de actividades educativas de educación para la salud comprometiendo en ello a diversos ámbitos implicados.

Escuelas Promotoras de Salud (EpS)

Para conocer las direcciones que debe tomar una adecuada EPS y con ello una Escuela Promotora de Salud (EpS) es necesario conocer los estilos de vida y hábitos de la sociedad que están íntimamente relacionados con las actitudes que muestran hacia la actividad físico-deportiva y la salud. Los estilos de vida pueden tener una influencia decisiva en el desarrollo personal de los sujetos de una forma más o menos directa. Van a determinar el tipo de relaciones y habilidades sociales que se desarrollen, o las capacidades físicas o intelectuales que se fomenten en ellos, así como el grado de integración escolar y las posibilidades laborales que se les presenten, en definitiva, influirán en el bienestar físico y psicológico y en definitiva, en la calidad y duración de la vida misma.

Según García García (1998:286) no dice que una EpS “es aquella que proporciona unas condiciones óptimas para el desarrollo emocional, intelectual, físico y social de los alumnos”. Gallego (2006), expone que una EpS proporciona experiencias que son coherentes con la salud y la reflexión sobre posibles factores que influyen en ella. La EpS se basa en un modelo social de salud que hace hincapié tanto sobre la organización global de la escuela como sobre el aspecto individual. La actividad física, junto a los hábitos alimenticios, higiénicos y sociales entre otros, son los que van a determinar que la persona adquiera o no un estado saludable. Estas conductas, cuando tienden a ser habituales en la vida de una persona, no están aisladas unas de otras, sino que se entrelazan configurando un determinado estilo de vida. El estilo de vida lo define Mendoza y cols. (1994:17) “como el conjunto de patrones de conducta que caracterizan la manera general de vivir de un individuo o grupo”.

En una misma sociedad hay diferentes estilos de vida saludables en función de la concepción de salud que exista, por esta razón la definición de un estilo de vida saludable es relativa. Estos mismos autores afirman que un estilo de vida es saludable si, en su conjunto, ayuda a añadir años a la vida y vida a los años, y hace menos probable la aparición de enfermedades e incapacidades. No obstante, resulta más fácil valorar si una conducta es o no saludable, que el tratar un estilo de vida, el cual se conforma por diversas conductas. Además, el estilo de vida sea saludable desde el punto de vista global, no significa que pueda contener aspectos poco saludables.

La promoción de la Salud en el periodo escolar debe abarcar diversos frentes de acuerdo a las líneas de acción de la Conferencia de Otawa (OMS, 1986) y Recomendaciones de Adelaida (OMS, 1988):

  • EpS mediante el contacto del niño con un medio escolar sano.
  • EpS mediante la triangulación interrelacionada de escuela-familia-comunidad.
  • EpS mediante la enseñanza de la salud en la escuela, a través de conocimientos, procedimientos y actitudes; en definitiva, aprender a aprender.
  • EpS mediante una mejor relación de la escuela con los servicios sanitarios.

Es evidente la gran dificultad que lleva consigo el que coincidan todas estas circunstancias en el mismo contexto escolar, lo que conlleva a un cambio en la filosofía comunitaria. Estos aspectos se irán consolidando conforme los municipios y las escuelas se transformen en centros promotores de salud. Una escuela promotora de salud aplica políticas, práctica y otras medidas que respeten la autoestima del individuo, ofrece oportunidades múltiples de desarrollo y reconoce sus esfuerzos e intenciones, al igual que los logros personales.

Hace todo lo que está en su mano para mejorar la salud del personal del centro, las familias y los miembros de la comunidad, además de los estudiantes, y trabaja con los líderes de la comunidad para ayudarles a comprender cómo puede la comunidad contribuir a la salud y a la educación. Por tanto, la promoción de la salud no sólo se ocupa de promover el desarrollo de las habilidades individuales y la capacidad de la persona para influir sobre los factores que determinan su salud, sino que también incluye la intervención sobre el entorno tanto para reforzar los factores que contribuyen al desarrollo de estilos de vida saludables, como para modificar aquellos que impiden ponerlos en práctica.

Esta estrategia se ha resumido en la frase: Conseguir que las opciones más saludables sean las más fáciles de elegir (Nutbeam, 1999). Por ello, una adecuada educación para la salud con un buen nivel de calidad, ayudará especialmente a conseguir estilos de vida saludables. La OMS y la Comisión de la Unión Europea convienen que una escuela promotora de salud es aquella cuya acción responde a unos determinados objetivos, de entre los cuales destacaría los siguientes (Padilla, 2002):

  • Favorecer modos de vida sanos ofreciendo al alumnado y al profesorado, en materia de salud, opciones a la vez realistas y atractivas.
  • Definir objetivos claros de promoción de la salud y de seguridad para el conjunto de la comunidad escolar.
  • Ofrecer un marco de trabajo y de estudio dirigido a la promoción de la salud, donde se tenga en cuenta: las condiciones del edificio escolar, de los espacios deportivos y del recreo, los comedores escolares, los aspectos de seguridad de los accesos, etc.
  • Desarrollar el sentido de responsabilidad individual, familiar y social en relación con la salud, prestando especial atención al proceso de la toma de decisiones.
  • Favorecer buenas relaciones entre todos los miembros de la comunidad educativa y de ésta con su entorno.
  • Integrar la Educación para la Salud en el Proyecto Curricular, de forme coherente, utilizando metodologías que fomenten la participación del alumnado en el proceso educativo.

Si centramos la atención en la población en edad escolar, sabemos que la familia es el primer entorno educativo donde el niño o la niña aprende modelos de comportamiento relacionados con la salud, los cuales se van complementando a lo largo de su vida con otros proporcionado por la escuela, sus iguales, sus contextos de ocio, su ámbito laboral y de manera relevante, por los medios de comunicación, siendo éste último el que tiene actualmente una mayor influencia en los estilos de vida de la sociedad (Viceconsejería de Educación, 2005).

Haciendo referencia a la argumentación de Gavidia (2007), consideramos la EpS como una escuela que refuerza la idea de que los “usuarios” del profesorado no son únicamente los estudiantes sino también los demás sectores de la comunidad. Su responsabilidad debe incluirse junto con el resto de sectores interesados en la mejora de la sociedad donde vivimos. Al mismo tiempo supone una apertura de la escuela a la participación de los diversos sectores que con ella se relacionan y la colaboración con los agentes sociales pertinente, especialmente el sanitario, en el diseño y desarrollo de proyectos para la mejora de la calidad de vida del alumnado y los ciudadanos en general.

Sedentarismo en la adolescencia

La inactividad física ha llegado a ser considerada como un factor de riesgo tan peligroso como el colesterol elevado, fumar o hipertensión, debido a la vinculación que tiene con el sobrepeso y la obesidad.

Para cumplir los parámetros de actividad física saludable no es necesario ser una gran deportista, sólo se necesita realizar actividades tan simples como caminar o montar en bicicleta, siendo éstas suficientes para contrarrestar los riesgos de salud causados por el sedentarismo. La inactividad física en la juventud es s tan alarmante como la detectada en personas adultas. La relevancia de los avances tecnológicos ha restado tiempo a la práctica de la actividad física (Andersen, 1995). Que queda limitada a breves períodos, o exclusivamente a la actividad que se realiza en la clase de educación física reglada. Una persona es calificada como sedentaria cuando su gasto semanal en actividad física no supera las 2.000 calorías (Saavedra, 2000).

Está comprobado que los niños y niñas activos no sólo gozan de beneficios inmediatos en su salud, sino que además en su edad adulta tendrán una mejor calidad de vida. Hoy día, cuando hablamos del tiempo libre de un niño o niña, la escena más común que nos viene a la mente es verles frente al televisor, al ordenador o los videojuegos. Al parecer estas actividades resultan más atractivas que salir al patio o a la calle, a jugar o correr. Pero no podemos culparles en exclusiva. En los centros educativos es necesaria la oferta de más actividades extraescolares adecuadas para tareas físicas recreativas y no sólo competitivas.

Parece que todo se confabula para que la juventud sea cada vez menos activa. De hecho se estima que el 50 por ciento de menores en edad preescolar y escolar no realizan una actividad física sistemática en su tiempo libre, siendo este dato más destacado en niñas que en niños. Las personas que son sedentarias en su niñez tienen más riesgos de convertirse en adolescentes y adultos obesos. A esto se suma que tienen más del doble de probabilidades de desarrollar enfermedades como diabetes, hipertensión arterial, colesterol alto y problemas coronarios, además de una serie de malestares articulares. Por el contrario, los más activos tendrán en el futuro menos probabilidades de ser obesos y de padecer este tipo de enfermedades.

La tendencia actual es reforzar en la niñez el hábito cotidiano de practicar actividad física, siendo clave la educación. Se trata no sólo de estar acostumbrado a realizar determinadas actividades, sino que se sepa que dichas actividades son buenas y por qué beneficiarán nuestra salud. Aunque la excesiva ingesta calorífica contribuye al sobrepeso, también el insuficiente gasto energético es un factor determinante en el sobrepeso y la obesidad infantil (Martínez-López, Lozano, Zagalaz y Romero, 2009).

No podemos ignorar que la etapa escolar de las personas es fundamental para fomentar un estilo de vida activo y recordar que se trata de un periodo en el que se necesita aprender habilidades esenciales para la vida y adquirir una base de conocimiento práctico que influirá y facilitará el compromiso con una vida activa. La actividad física durante la juventud puede ser particularmente importante para incluir hábitos de actividad física en su estilo de vida, que persistan en la edad adulta (King, 2000).

La O.M.S. (2000) considera que la actividad física durante la niñez es importante para la salud y el desarrollo, y las escuelas tienen la obligación jurídica y los recursos para ofrecer la actividad física como parte del programa escolar. El alto porcentaje de sedentarismo en la escuela plantea un gran desafío: motivar al alumnado para las actividades físicas recreativas-cooperativas. Una tarea nada sencilla, sobre todo si consideramos que las horas de educación física son escasas, por debajo de las 6 horas semanales que se plantean como parámetro en los países desarrollados. Esto nos obliga a buscar fórmulas que permitan cambiar sus hábitos para que cuando lleguen a sus casas tengan más opciones que sentarse frente al televisor. El principal protagonista de este cambio debe ser el centro educativo, ya que es el más indicado para ofrecer un espacio que permita la realización de verdadera actividad física. Esto exige una reformulación de lo que se entiende por una actividad física recreativa. Es trascendental que aprendan a hacer actividad física como una necesidad, por el goce de hacerlo y por la importancia que tiene para su salud.

A fin de producir hábitos de actividad física que duren de por vida, será necesario contemplar dentro del plan de clase los factores que puedan producir ese resultado (King, 2000). Finalmente en esta tarea las familias tienen un papel central. Se ha comprobado que patrones sedentarios en las familias facilitan que los hijos e hijas sean más sedentarios.

Metodología

Contexto y participantes

En este proyecto han participado 34 profesores de las 13 asignaturas impartidas en Secundaria; además de la orientadora y directora del instituto. A parte, han contribuido las siguientes proporciones de alumnos de IES “La Marisma” de Huelva capital, colectivo con el que hemos llevado a cabo las sesiones teóricas y prácticas de hábitos saludables en la adolescencia han sido 12 alumnos/as de 3º de la ESO y 19 alumnos/as de 4º de la ESO

Diseño

El diseño de este trabajo se divide en dos partes: La primera es un estudio descriptivo, transversal, observacional y  restrospectivo. La segunda es un estudio empírico con metodología cuantitativa. Con un diseño cuasi-experimental ex post facto, una vez seleccionada la muestra sería por conglomerados y accidental.

Instrumentos

En cuanto a la evaluación inicial del centro IES “La Marisma” en relación a la salud, se utilizó el análisis documental que se basa en la búsqueda de información en los diferentes documentos del centro: El Plan de Orientación y Acción Tutorial (POAT), El Plan Anual de Centro y Las Programaciones Didácticas.

En cuanto a la evaluación del alumnado respecto a su intención de practicar actividad físico-deportiva, se utilizó el cuestionario de Intención de Práctica Deportiva (MIFA) (Moreno, Moreno y Cervelló, 2007).

Completa la información

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº18.

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Procedimiento

Primero se realizó la evaluación inicial del centro en relación a los diferentes bloques de contenidos relacionados con la creación de hábitos saludables: salud e higiene general, salud e higiene medioambiental, desarrollo de habilidades sociales, actividad física y alimentación y hábitos saludables, a través de los documentos POAT, Plan Anual de Centro y Programaciones Didácticas

Posteriormente se llevó a cabo una intervención con el alumnado de 3º y 4º de la ESO. Dicha intervención se centró en el fomento y desarrollo la creación y fomento de hábitos saludables, en relación al sedentarismo y a la obesidad. Para ella, se dieron 2 sesiones teóricas y 2 sesiones prácticas en relación a dichos contenidos.

Al alumnado se le administró el cuestionario MIFA antes y después de la intervención para el estudio de posibles cambios hacia su intención de practicar actividad físico-deportiva.Resultados

Los resultados descriptivos muestran que el 67,74% de los sujetos son hombres, mientras que el 32,3% son mujeres. El 61,29% de los sujetos pertenecían a la clase de 4 de E.S.O., mientras que el 38,71% a la de 3 de E.S.O. Para comprobar la diferencias existentes en la intención de práctica se analizaron las si existieron diferencias estadísticas significativas entre el teste inicial y el post-test, tras llevar a cabo las sesiones de Educación Física.

Tabla 1. Diferencias entre medias test-retest

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 18

 

La intención de ser físicamente activo, antes y después de la intervención, son distintas entre sí.

Tabla 2. Diferencia de medias

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 18

 

En este sentido, se puede ver que la media del test es de 3,89 (±1,00) mientras que en el retest, muestra una media de 4,45 (±0,69). Por lo que podemos deducir que la intervención ha mejorado la intención de ser físicamente activo.

Tabla 3. Diferencias entre género

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 18

 

Como se observa, los hombres tenían puntuaciones medias superiores tanto en el test como en el retest. Además, las mujeres han tenido un cambio más acentuado teniendo una puntuación en el test de 3,24 y en el retest de 4,14.

Tabla 4. Diferencias entre clases

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 18

 

En cuanto a las clases en las que se ha llevado a cabo la intervención, es observable que la clase de 4 de E.S.O. obtuvo unas puntuaciones medias superiores tanto en el test como en el retest. Sin embargo, la que obtuvo mayores mejoras, en su media, fue la clase de 3 de E.S.O.

Conclusiones

El proyecto presentado ha requerido un largo periodo de análisis de documentación, reuniones con el Equipo Directivo, orientadora y directora. De este modo, se ha obtenido una gran aproximación a lo que actualmente se trabaja en el Instituto en lo que se refiere a Salud.

Como se observa, ha existido una diferencia significativa llevando a cabo las diferentes sesiones. Este aspecto es muy relevante, ya que se puede deducir que ha habido una reflexión y un cambio de conducta positiva de cara a la intención de practicar actividad física del alumnado. Con una intervención de mayor duración, además de realizarse desde diferentes áreas, los resultados pueden modificar los hábitos saludables de los discentes de este centro, de forma probablemente.

Una de las limitaciones que se ha tenido ha sido la baja muestra a la que se le ha pasado el cuestionario, pero tal y como se especificó en el contexto, nos encontramos ante un Instituto de un bajo ratio de alumnos. En este sentido, destacar que el análisis de estos datos habría tenido una mayor calidad y representatividad si el número de alumnos/as hubiera sido mayor.

Sin duda alguna, el poder mejorar la calidad de vida de discente, es un trabajo que incumbe a la profesión docente y no docentes que trabajan en el centro; cobrando especial importancia el entorno familiar. Por lo que es responsabilidad de toda la comunidad y ha de abarcarse desde una perspectiva multidisciplinar, resultando fundamental la implicación a su vez de los Centros de Salud, medios de comunicación, políticos, etc.

Bibliografía

  • – Anderson, B.; Burke, E.; Pearl, B. (1995): Estar en forma. El programa de ejercicios más eficaz para ganar fuerza, flexibilidad y resistencia. Integral, Barcelona.
  • – Gallego, J. (2006). Una iniciativa propia para promover la salud de la adolescencia. Programa Cine y Salud. Revista científica de comunicación y educación, 27, 187-191.
  • – García García, I. (1998). Promoción de la salud en el medio escolar. Revista española de salud pública, 4 julio-agosto, 285-287.
  • – Gavidia, V. (2007). La transversalidad y la escuela promotora de salud. Revista Española de Salud Pública, 6, 505-516.
  • – King, G. (2000). El diseño de la investigación social: a inferencia científica en lso estudios cualitativos. Madrid: Alianza Edutorial.
  • – López Santos, M.V. (2002). Promoción de Estilos Saludables, la Mejor Opción para Promover la Salud. II Jornadas de Enfermería y Comunidad. Huelva.
  • – Martínez-López, E., Lozano, M.L., Zagalaz, M.L. y Romero, S. (2009). Valoración y autoconcepto del alumnado con sobrepeso. Influencia de la escuela, actitudes sedentarias y de actividad física. Revista Internacional de Ciencias del Deporte, 17, 44-59.
  • – Mendoza, R., Reyeds, M.R. y Bautista, J.M. (1994). Conductas de los escolares españoles relacionadas con la salud. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
  • – Moreno, J.A., Moreno, R. y Cervelló, E. (2007). EL autoconcepto físico como predictor de la intención de ser físicamente activo. Psicología y Salud, 17 (2), 261-267.
  • – Nutbeam, D. (coord.) (1999). Organización Mundial de la salud. Promoción de salud. Glosario. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo
  • – Organización Mundial de la Salud (1986). Carta de Ottawa. OMS: Ottawa. Canadá.
  • – Organización Mundial de la Salud (1988). Recomendaciones de Adelaida. OMS: Adelaida, Australia
  • – Padilla, A.J. (2002). Algunos indicadores de calidad en la educación para la salud en la escuela. Escuela abierta, 5, 345-355.
  • – Saavedra C. (2000). Efectos del ejercicio físico de alta y baja intensidad sobre la composición corporal. Congreso de Osteología y Metabolismo Mineral Óseo, Santiago
  • – Viceconsejería de Educación (2005). Resultados de la evaluación final de alumnos de Educación Primaria, Educación Secundaria Obligatoria, diversificación curricular, garantía social, Bachillerato y ciclos formativos: curso 2003-2004, cinco años de resultados escolares. Madrid: Comunidad de Madrid, Viceconsejería de Educación.

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