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6 Sep 2007

Actividades físicas cooperativas en la naturaleza. Estrategias para educar en valores.

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Nuestras ciudades, barrios, centros escolares e incluso en nuestras familias son cada vez más diversas; se mezclan en nuestro entorno cercano distintas culturas, diferentes etnias, variedad de lenguas e idiomas.

 
Autor(es): Guadalupe Domínguez Carrillo
Entidades(es): Grupo de trabajo de actividades en la naturaleza. FCCD. UEX
Congreso: VII Congreso Internacional sobre la Enseñanza de la Educación Física y el Deporte Escolar
Pontevedra: 6-9 de Septiembre de 2007
ISBN: 978-84-611-8417-0
Palabras claves: actividad, cooperación,naturaleza, estrategias, educación, valores

RESUMEN

Nuestras ciudades, barrios, centros escolares e incluso en nuestras familias son cada vez más diversas; se mezclan en nuestro entorno cercano distintas culturas, diferentes etnias, variedad de lenguas e idiomas.

Vivir, convivir y participar en esta sociedad tan diversa se convierte en el reto de los ciudadanos del futuro, los jóvenes que ahora están en los institutos, en las escuelas. Y es responsabilidad de todos los que trabajamos con ellos, dotarles de los recursos necesarios para ello. Los docentes como parte de esta institución debemos coger el testigo de educar para una sociedad más humana con personas cada vez más solidarias, autónomas, tolerantes, respetuosas con el medio y con los demás, democráticas y justas.

Desde el grupo de trabajo “Pedagogía de la aventura” de la UEX, investigamos y creamos propuestas educativas, que desde el área de la educación física y de las actividades en la naturaleza, promueven el trabajo de la educación en valores hacia la humanización.

En este documento, analizamos el valor de los juegos cooperativos en grupo para la educación en valores y las estrategias para la creación actividades que permitan de forma eficaz, abordar la educación en valores en el aula.

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Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº4.

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INTRODUCCIÓN.

¿Es posible una educación sin valores?”

Nuestras ciudades, barrios, centros escolares e incluso en nuestras familias son cada vez más diversas; se mezclan en nuestro entorno cercano distintas culturas, diferentes etnias, variedad de lenguas e idiomas.

Para lograr la convivencia y la participación democrática en esta sociedad intercultural, plurilingüe y multiétnica es necesario un esfuerzo importante de todos aquellos que nos sentimos responsables de la educación, en diferentes contextos.

En el grupo de trabajo “Pedagogía de la aventura” de la UEX, coordinado por Manuel Parra Boyero, y formado por alumnos de la Facultad de Ciencias del Deporte y profesores de Educación Primaria y Secundaria, decidimos abordar el tema de la educación en valores a través de las actividades en la naturaleza principalmente, dentro del ámbito educativo.

A lo largo de los años, hemos creado estrategias y actividades que han nos han permitido dar un sentido humanizador a nuestras intervenciones educativas, y así formar parte del proceso de crecimiento personal de todos los que participan en estas actividades, incluidos nosotros mismos.

En este documento, analizamos cuáles son las claves para crear actividades cooperativas para educar en valores, basándonos en la Pedagogía de la Aventura y en la Tarea Milagrosa. (Parra Boyero, M; Rovira Serna, C.;2001)

LA EDUCACIÓN EN VALORES Y LA PRÁCTICA DEPORTIVA.

Tradicionalmente, se ha considerado la práctica deportiva competitiva como un medio importante de transmisión de valores. En la sociedad ha calado que el mero hecho de que hacer deporte supone a las personas que lo practican cierto crecimiento personal, gracias a los valores intrínsecos que se le supone a la práctica deportiva, casi siempre, de carácter competitivo: El deporte nos hace más respetuosos hacia el contrario, fomenta la superación, el esfuerzo, la solidaridad, mejora la autoestima, nos enseña como afrontar el éxito y el fracaso, etc…

Si analizamos nuestra experiencia dentro y fuera del entorno escolar, en torno a la práctica deportiva, detectamos que es necesario matizar el papel del deporte y de la práctica de actividades físicas como medio o herramienta en la educación en valores.

Es fácil detectar que no siempre el deporte o la práctica física, por sí mismos, consiguen hacer mejores personas. Todos conocemos casos en los que el efecto logrado es totalmente el contrario.

Para que una práctica deportiva o actividad física sea un medio adecuado que consiga educar en valores debe estar planificada y tiene que tener como objetivo claro y prioritario la consecución de un conjunto de valores, y no el éxito o rendimiento deportivo.

El primer paso para planificar nuestra actuación en torno a la educación en valores a través de la actividad física es saber qué queremos conseguir y posteriormente, cómo lo vamos a conseguir.

NUESTRA EXPERIENCIA EN LA EDUCACIÓN EN VALORES

Cuando en nuestro grupo de trabajo comenzamos a ocuparnos de la educación en valores a través de las actividades en el medio natural, surgieron entre otras, las siguientes cuestiones, en las aún seguimos profundizando:

¿QUÉ ES EDUCAR EN VALORES?

El fin de la educación en valores es formar personas autónomas, con capacidad de justificar su elección y de participar en la organización de la convivencia con sabiduría, valorando también la dimensión estética del entorno. (Martín Gordillo, M., et.alt., 2000) Nada más y nada menos

Es decir, es necesario abarcar tres tipos de valores:

  • éticos, desarrollando actitudes para un juicio moral autónomo.

  • políticos, fomentando la adquisición de actitudes hacia la convivencia social y la búsqueda de la justicia

  • estéticos, favoreciendo actitudes que permitan apreciar y producir belleza en las obras humanas y en la naturaleza

 

Y ESTO, ¿CÓMO SE HACE?

Este tipo de reflexiones ya las hemos escuchado antes, están por todas partes en el contexto escolar. Muchos docentes llevan bastante tiempo trabajando la educación en valores en el aula, pero no es fácil y nos faltan recursos, nos faltan herramientas. Existe la necesidad por tanto, de crear estrategias y actividades para conseguir este fin.

Qué hacer para crear actividades

Partimos que de los valores se aprenden practicándolos. También de que sólo es posible desde la interrelación personal. Es en los demás, a partir de la acción, dónde vemos reflejadas el resultado de nuestros comportamientos.

Poner en práctica los valores significa que los alumnos/as revelen sus actitudes y se posicionen, que tengan que elegir para conseguir su bienestar personal o grupal, entre opciones que les supongan un conflicto. Por ello, las actividades a diseñar deben ser situaciones de confrontación o controversia.

Para que haya interrelación y cooperación tiene que existir un grupo. El grupo, como una pequeña representación de la sociedad, con su evolución y crecimiento se convierte en un escaparate excepcional, en el que sus componentes actúan, se manifiestan, eligen, se comunican…

Además el grupo:

  • Ayuda a conocer más y mejor a los demás y a nosotros mismos

  • Eleva la autoestima personal y grupal

  • Responde a un uso social, necesitamos sentirnos parte de un grupo y compartir, repartir,…

  • La responsabilidad se asume de forma colectiva

  • Cada uno encuentra su lugar, porque sus componentes se sienten aceptados y valoran a los demás

Las actividades cooperativas en la naturaleza en forma de reto y en grupo se convierten en la mejor herramienta para conseguir estos fines.

Estrategias para abordar las actividades

La forma de llevar a cabo estas actividades es fundamental para conseguir los fines que pretendemos. Por ello, elegimos como estrategias metodológicas más afines a nuestros objetivos la Pedagogía de la Aventura y los fundamentos teóricos de la Tarea Milagrosa (Parra, M. Rovira, C., 2001). La aplicación principal de ambas teorías ha sido en el ámbito de las actividades en la naturaleza, pero también se han realizado experiencias basadas en ellas con otros tipos de contenidos.

Pedagogía de la aventura

La característica principal de esta pedagogía es que el proceso de enseñanza-aprendizaje, se convierte en un reto, para el monitor/profesor/educador como para el participante:

  • El reto del educador: Éste concibe la práctica diaria como un reto cuyo objetivo es la humanización, a través de mantener viva la ilusión y la mejora de la calidad docente, estructurada en tres pilares básicos: los conocimientos técnicos, la metodología práctica, y la I+C (innovación y creatividad). Persigue la interacción, prestando especial atención a la creación de canales de comunicación efectivos que favorezcan las relaciones interpersonales y la empatía entre ambos, y la relación con todo lo que nos rodea y los que nos acompañan. Es en definitiva, una forma de encontrar nexos de unión entre mundos particulares.

  • La fascinación de los participantes por el reto de los educadores. Para aproximarse al proceso de humanización, es imprescindible contar con la participación activa de los participantes, que se constituye como una parte fundamental del reto del docente. Para ello se debe auspiciar la creación de las siguientes condiciones:

+ Generar sensaciones de seguridad.

+ Favorecer el “sentirse a gusto”.

+ Crear espacios, materiales y actividades que inviten a aprender.

Las propuestas se clasifican en actividades de familiarización/conocimiento, redescubrimiento sensorial, afirmación, confianza, de cooperación simple y compleja, de reto y resolución de problemas, de instinto/sensaciones y de asimilación/reflexión.

Éstas pueden actuar y tomar como referencia varias direcciones: la personal (profesorado y alumnado), la del grupo, la de la naturaleza y la de la sociedad. Esto quiere decir que por ejemplo, podremos plantear actividades de confianza con uno/a mismo/a, con el grupo, con la naturaleza y con la sociedad. Los estilos que van a predominar son la resolución de problemas, el descubrimiento guiado y la enseñanaza en pequeños y grandes grupos.

Los valores que se pretenden desarrollar y van asociados a la aplicación de las tareas por medio del estilo de enseñanza adecuado son la disponibilidad, la alegría, la capacidad de esfuerzo y decisión, la autoestima, la responsabilidad, el respeto a los demás y a uno/a mismo/a y la sabiduría. Con ello, el proceso de humanización culmina con la adquisición de competencia social, personal y motriz.

La Tarea Milagrosa

Surge a partir de un análisis de los atributos que deben tener las tareas, dilucidando las claves del éxito de nuestra intervención educativa, entendiendo como éxito un paso más en el proceso de crecimiento personal tanto del educador como de los alumnos.

Algunos de los atributos de las tareas son:

    • Se plantean en forma de reto, como un desafío que les motiva a participar, adaptado a sus capacidades. Es importante que existan múltiples posibilidades de éxito
    • Tareas abiertas, con múltiples soluciones, democráticas, en las que todo el mundo encuentra su sitio y su función Pocas reglas, sencillez organizativa, con múltiples soluciones, que inviten a todos a participar y sentirse a gusto
    • Tareas cooperativas y de interrelación: Nuestros alumnos participan más si están juntos. Se plantean tareas en las que es necesario cooperar por un objetivo común, en el que se sientan parte de un grupo, en el que cada uno tiene su rol les permite afianzar su identidad personal.
    • Propician tanto el éxito individual como el colectivo, de forma que la responsabilidad ante el fracaso se diluye y se desdramatiza dicho fracaso. Conseguimos poner en valor el hecho de tener vivencias positivas, en la propia experiencia, que les permitan descubrirse emocionalmente, quitando el acento en la ejecución correcta en la que sólo unos pocos consiguen el éxito
    • Existe un hilo conductor que da sentido al proceso y que crea un clima diferente, que invita a la creatividad y a la imaginación.Para ello, las actividades tienen que emocionar, con elementosque llamen su atención. Para llegar a emocionar, es necesario crear canales de comunicación, importando elementos de su vida diaria, para empatizar son sus intereses

 

APLICACIÓN EN EL ENTORNO ESCOLAR

Las actividades cooperativas que hemos llevado a cabo en los centros escolares se han desarrollado en los siguientes contextos:

  • Como unidad didáctica específica, sobre todo al inicio del curso

  • Como actividades dentro de unidades didácticas de habilidades específicas o deportes colectivos

  • Como actividades puntuales extraescolares (día del centro, acampadas,) en forma de jornadas lúdicas, dinámicas de grupo, grandes juegos, etc.

Algunos ejemplos de actividades cooperativas:

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BIBLIOGRAFÍA

  • Martín Gordillo, M. Y J.A. López Cerezo (2000): Acercando la ciencia a la sociedad: La perspectiva CTS y su implantación educativa”, en: MEDINA, M. (coord.) Perspectivas y retos de Ciencia, Tecnología, Naturaleza y Cultura. El Siglo XXI, Barcelona, Anthropos.
  • Parra, M. et. alt. (2001): Bondades Educativas de las Actividades Físicas en la Naturaleza y los Deportes de Aventura y Riesgo. Curso: Aventúrate en tu Centro. CEP.: Luisa Revuelta. Marzo de 2001. Córdoba.
  • Parra, M. y Rovira, C. (2007): La tarea milagrosa. Reflexiones sobre la significabilidad socio-afectiva de las tareas. Revista Habilidad Motriz, nº 28., pp 33-47.
  • Vopel, KW. (2001) Juegos de interacción. Manual para el animador de grupos. Editorial CCS. Madrid

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