Climaterio, calidad de vida y pilates
Climaterio, calidad de vida y pilates
RESUMEN COMUNICACIÓN/PÓSTER
Introducción. Con el aumento paulatino desde mediados del siglo XX de la esperanza de vida en el llamado primer mundo, cobra especial relevancia la mejora de la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS). Nuestro objetivo es comprobar si un programa de actividad basado en ejercicios de Pilates mejora la calidad de vida, en relación al plano físico, de mujeres climatéricas.
Material y método. Desarrollo de un programa de Pilates de ejercicios en suelo (trabajo en grupo, 5 grupos), 2 sesiones por semana de 50 minutos y durante 20 semanas, entre enero y diciembre de 2011. Participaron en el estudio 31 mujeres de 35 a 65 años (media 51,45; SD 7,73). Medición pre y postintervención de la CVRS con el cuestionario de salud SF-36, versión 2 española (SF-36v2). Análisis de datos mediante SPSS, versión 19.
Resultados. Las 8 dimensiones que componen el cuestionario SF-36v2 reflejaron una mejoría estadísticamente significativa.
Discusión. Los resultados obtenidos corroboran los encontrados en otros estudios sobre la relación positiva entre ejercicio físico pautado y controlado y calidad de vida de mujeres climatéricas.
Conclusiones. El método Pilates parece mejorar los distintos parámetros vinculados a la valoración del componente físico de la CVRS. Sin embargo, se necesitarían realizar más estudios con muestras mayores y con un seguimiento de las mismas que permitiesen valorar el mantenimiento a largo plazo de estos efectos positivos, y diferenciando por grupo de edad, por actividad laboral/física desempeñada y/o por la existencia de problemas de salud previos.
INTRODUCCIÓN
El climaterio es un período relevante en la vida de la mujer y en su salud. El Grupo de trabajo de menopausia y postmenopausia (2004) lo define como “el periodo de la vida de la mujer que se extiende desde 2-8 años antes de la fecha de la menopausia hasta 2-6 años después de la última menstruación” (p. 19). Consiguientemente, el climaterio abarca un período dentro de la vida normal de la mujer, es decir, es una etapa fisiológica normal de la vida femenina que va a abarcar ese momento en el que pasa de la fase reproductiva a la no reproductiva. Por ello, el climaterio gira en torno al momento de la menopausia, la cual se produce, a nivel mundial, entre los 45 y los 55 años (Organización Mundial de la Salud, 1996).
Concretamente para Europa, el estudio desarrollado por Palacios, Henderson, Siseles, Tan y Villaseca (2010) señala que la edad media de la menopausia natural está entre los 50,1 y 52,8 años, considerándose menopausia tardía cuando esta se da después de los 55 años y precoz aquella que se produce antes de los 40 años. Y en este caso de menopausia precoz, Palacios et al (2010) señalan como factores determinantes fumar, un índice de masa corporal superior a 30 kg/m2 y baja actividad física. La alteración hormonal que suponen el climaterio y la menopausia conlleva cambios físicos, psicológicos y sociales en la mujer (Li, Holm, Gulanick y Lanuza, 2000), y se le asocia una serie de síntomas y de problemas de salud.
Dentro de los síntomas, y con una prevalencia en Europa de padecerlos en un 74% de las mujeres climatéricas (Palacios et al, 2010), podemos señalar los sofocos y la sudoración nocturna o síntomas vasomotores (Avis et al, 2001; Bachmann, 1999; Brown, Mishra y Dobson, 2002; Dennerstein, Dudley, Hopper, Guthrie y Burger, 2000; Genazzani, Schneider, Panay y Nijland, 2006; Jokinen, Rautava, Mäkinen, Ojanlatva, Sundell y Helenius, 2003; Kuh, Wadsworth y Hardy, 1997; Li et al, 2000; Organización Mundial de la Salud, 1996; Palacios et al, 2010; Samsoie, 1995), la disminución de la lubricación vaginal y los dolores en las relaciones sexuales (Avis et al, 2001; Dennerstein et al, 2000; Genazzani et al, 2006; Jokinen et al, 2003; Kuh et al, 1997; Li et al, 2000;
Organización Mundial de la Salud, 1996; Palacios et al, 2010), o las alteraciones en el estado de ánimo (Avis et al, 2001; Deeks, 2003; Dennerstein et al, 2000; Genazzani et al, 2006; Hardy y Kuh, 2002; Jokinen et al, 2003; Kuh et al, 1997; Li et al, 2000; Palacios et al, 2010), mientras que a nivel músculo-esquelético las mujeres se suelen quejar de dolor y rigidez articular (Brown et al 2002; Dennerstein et al, 2000; Li et al, 2000), aunque en este caso no parece que exista evidencia suficiente con los síntomas menopáusicos (Coope, 1996). Por su parte, dentro de los problemas de salud vinculados al climaterio y la menopausia nos encontramos, fundamentalmente, con la osteoporosis (OP) (Dempster y Lindsay, 1993; La Valleur, 2002; Lyndaker y Hulton, 2004; MacKinnon, 1988; Pouilles, Tremollieres y Ribot, 1995) y el consiguiente riesgo de sufrir una fractura, así como las enfermedades cardiovasculares (La Valleur, 2002; Lyndaker y Hulton, 2004).
Unido a todos estos síntomas y problemas de salud, Genazzani et al (2006) y Palacios et al (2010) señalan que, en Europa, el 22% de las mujeres consideran que su calidad de vida ha empeorado con el climaterio. Por tanto, se le atribuye a las mujeres postmenopáusicas, respecto de aquellas que conservan aún su período menstrual, una peor calidad de vida (Blumel et al, 2000). Teniendo en cuenta, por tanto, lo comentado hasta ahora, así como el hecho de que desde mediados del siglo XX ha ido produciéndose un aumento paulatino de la esperanza de vida en el llamado primer mundo, con lo que a la mujer aún le queda una parte importante de vida por vivir, cobra especial relevancia la mejora de la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS).
Uno de las acciones que pueden conllevar esa mejora de la CVRS pasa por realizar actividad física, la cual, además, en el caso de mujeres climatéricas, se le suponen beneficios en la prevención tanto de la sintomatología asociada a la menopausia (Coope, 1996; Teoman, Ozcan y Acar, 2004), como del riesgo de OP y de fractura ósea (NIH Consensus Development Panel on Osteoporosis Prevention, Diagnosis, and Therapy, 2001). Nuestro trabajo, a partir de estas condiciones, pasa por ver las aportaciones beneficiosas que puede suponer el empleo del método Pilates en mujeres en edad climatérica en términos de calidad de vida. El método Pilates se emplea para el acondicionamiento físico y mental (Anderson y Spector, 2000; Lange, Unnithan, Larkam y Latta, 2000; Latey, 2001).
Es un método que se expresa en la realización de ejercicios, empleados tanto para el acondicionamiento físico como para la recuperación y la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad, fundamentados en los siguientes principios: control de la respiración, elongación axial y control central, articulación de la columna vertebral, eficiencia del movimiento mediante la organización escapulohumeral y de las columnas cervical y dorsal, alineamiento de las extremidades e integración del movimiento (Anderson y Spector, 2000). Teniendo en cuenta lo señalado por Heinonen, Kannus, Sievannen, Pasanen, Oja y Vuori (1999), Lane y Nydick (1999), Malmros, Mortensen, Jensen y Charles (1998) y McMurdo, Mole y Paterson (1997) en cuanto a que los ejercicios para la prevención de la OP y de cara a disminuir el riesgo de fractura pasan por flexibilizar, fortalecer, trabajar el equilibrio, así como realizar ejercicios de impacto, vemos que el método Pilates bien realizado podría cubrir estos requisitos.
Asimismo, este método cumple con el condicionante que señalan Rubin y Lanyon (1985), quienes indican que las cargas intermitentes son más osteogénicas que las continuas. Nuestro objetivo, por tanto, es comprobar si un programa de actividad basado en ejercicios de Pilates mejora la calidad de vida de mujeres climatéricas.
MATERIAL Y MÉTODO
Se desarrolló un programa de Pilates de ejercicios en suelo realizado en pequeño grupo, el cual se realizó 2 veces por semana, con una duración cada sesión de 50 minutos. Inicialmente, la muestra la conformaron 5 grupos de 5 mujeres y otros 2 de 6, con edades comprendidas entre los 35 y los 65 años. El programa se desarrolló en el Centro de Fisioterapia y Pilates Galifisio C.B., en Vigo (Pontevedra, España).
A la hora de desarrollar el trabajo, se diseñó un estudio longitudinal pretest-postest de una muestra, haciendo una valoración al inicio de la intervención y otra tras completar el programa de Pilates después de 20 semanas. Finalmente, la muestra estuvo compuesta por 31 mujeres, con una edad media de 51,45 años (SD 7,73), por el abandono del programa de Pilates por parte de 2 de ellas y por faltar a más de 8 sesiones, en las 20 semanas de duración de la intervención, las otras 4. De cara a cumplir con el objetivo de nuestra investigación, se llevó a cabo una medición pre y postintervención consistente en valorar la CVRS a través del cuestionario de salud SF-36, en su versión 2 española (SF-36v2) (Alonso, Prieto y Antó, 1995).
Este cuestionario, que fue desarrollado por Ware y Sherburne (1992), se compone de 36 ítems que se estructuran en 8 dimensiones diferentes: función física (Physical function, PF), rol físico (Role physical, RP), dolor corporal (Bodily pain, BP), salud general (General Health, GH), salud mental (Mental health, MH), rol emocional (Role emotional, RE), función social (Social functioning, SF) y vitalidad (Vitality, VT). A estas 8 dimensiones, se les añade un ítem sobre el cambio de salud en el tiempo (Reported Health Transition, HT).
Las respuestas a los ítems fueron codificadas, sumadas y transformadas a una escala de 0 a 100 para cada dimensión, donde 0 era el peor estatus de salud posible y 100 el equivalente al mejor posible. Para la puntuación de cada ítem se siguió la puntuación del RAND Group (Hays, Sherbourne y Mazel, 1995). Para el procesamiento y análisis de datos, se empleó el paquete estadístico SPSS, versión 19, y se llevó a cabo una comparación entre los datos iniciales y los de la 40ª sesión, tras finalizar el programa de 20 semanas de ejercicios Pilates, con un intervalo de confianza del 95%.
Los datos fueron valorados en base a estadísticos descriptivos (medias y desviación típica) y se observó si cumplían o no los requisitos de normalidad a través de la prueba de Kolmogorov-Smirnov para una muestra (la cual podemos observar en las Tablas 1 y 2). Como alguno de los valores no cumplía con la normalidad, se procedió a realizar un contraste no paramétrico de dos muestras relacionadas mediante el test de Wilcoxon (Tabla 3).
Tabla 1. Climaterio, calidad de vida y pilates
Tabla 1. Prueba de Kolmogorov-Smirnov para una muestra de las dimensiones función física, rol físico, dolor corporal y salud general
Tabla 2. Climaterio, calidad de vida y pilates
Tabla 2. Prueba de Kolmogorov-Smirnov para una muestra de las dimensiones salud mental, rol emocional, función social y vitalidad.
RESULTADOS
Las 8 dimensiones que componen el cuestionario SF-36v2 reflejaron una mejoría estadísticamente significativa, tal como se puede ver en la Tabla
Tabla 3. Climaterio, calidad de vida y pilates
Tabla 3. Resultados del test de Wilcoxon de dos muestras relacionadas.
DISCUSIÓN
Los resultados obtenidos corroboran los encontrados en otros estudios sobre la relación positiva entre la mejora de la calidad de vida de mujeres climatéricas y el ejercicio físico pautado y controlado, sea este siguiendo el método Pilates (Cruz-Ferreira et al, 2011; Eyigor, Karapolat, Yesil, Uslu y Durmaz, 2010; Siqueira Rodrigues, Ali Cader, Bento Torres, Oliveira y Martin Dantas, 2010) o no (Gonçalves et al, 2011). Sin embargo, aún son muy escasos los trabajos que analicen la efectividad del método Pilates en relación a la CVRS. Los principios básicos que componen el trabajo con el método Pilates se pueden manifestar de gran interés para mujeres en edad climatérica. Sus beneficios provienen de un doble aspecto.
Por un lado, y debido al hecho de componerse de una serie de ejercicios que implican tracción mecánica sobre los huesos por acción de la contracción muscular, puede ayudar a frenar la resorción ósea y, consiguientemente, previene la osteoporosis y sus negativas consecuencias. Por otro, es un método que ayuda a la prevención de las caídas y de las fracturas al aumentar el tono abdominal y la estabilización lumbopélvica, flexibilizar y reforzar la musculatura, trabajar la coordinación y el equilibrio e integrar dichas acciones musculares dentro de patrones funcionales de movimiento, aspectos que, indirectamente, pueden contribuir a la mejora de su calidad de vida (de Souza y Vieira, 2006; Kloubec, 2010; Rydeard, Leger y Smith, 2006; Segal, Hein y Basford, 2004; Sekendiz, Altun, Korkusuz y Akin, 2007).
Además, estos beneficios del método Pilates, así como nuestros resultados, se ven reforzados por los hallazgos que van en la misma línea pero con personas mayores de 65 años, como son los de Babayigit-Irez, Ozdemir, Evin, Irez y Korkusuz (2011), Kaesler, Mellifont, Swete Kelly y Taaffe (2007) o Siqueira Rodrigues et al (2010). En relación al programa de Pilates desarrollado, señalar que aunque nuestro diseño coincide con el de otros autores en cuanto a número de sesiones por semana (Cruz-Ferreira et al, 2011; Kaesler et al, 2007; Kloubec, 2010; Siqueira Rodrigues et al, 2010), otros señalan bien 1 (Segal et al, 2004), bien 3 sesiones por semana (Babayigit-Irez et al, 2011; Eyigor et al, 2010; Rydeard et al, 2006; Sekendiz et al, 2007).
Tampoco hay coincidencia en el tiempo de intervención, siendo próximos a nuestro trabajo las investigaciones realizadas por Cruz-Ferreira et al (2011) y Segal et al (2004), las cuales duraron 6 meses, pero en los demás estudios la duración fue de 4 semanas (Rydeard et al, 2006), 5 semanas (Sekendiz et al, 2007), 8 semanas (Eyigor et al, 2010; Kaesler et al, 2007; Siqueira Rodrigues et al, 2010) o 12 semanas (Babayigit-Irez et al, 2011; Kloubec, 2010).
Este hecho confirma lo señalado por de Souza y Vieira (2006) cuando señalan que no hay protocolos establecidos en Pilates que sean de uso común, siendo una de las cuestiones que se debiera analizar en futuras investigaciones, y más cuando hay trabajos como el de Cruz-Ferreira et al (2011) que señalan que las mejoras significativas alcanzadas por la práctica del método Pilates en cuanto a satisfacción vital, autoconcepto físico y percepción de salud se obtuvieron en la valoración de los 6 meses, pero no en la hecha a los 3.
Otra de las limitaciones de nuestro trabajo está en el hecho de que no determinamos el tamaño muestral necesario para poder generalizar los resultados obtenidos, ni establecimos un grupo control que nos permitiese validar que los datos positivos obtenidos se deben realmente al efecto del programa de Pilates seguido. Tampoco podemos determinar, al no ser comparados estos datos con los obtenidos por otro tipo de actividad física o método basado en ejercicios, que Pilates es más o menos efectivo y eficaz que otros métodos en relación a la calidad de vida de las mujeres climatéricas, así como, por no haber realizado un seguimiento a medio y largo plazo tras finalizar la intervención, saber si los efectos alcanzados se mantienen en el tiempo.
Por ello, sería adecuado realizar en futuras investigaciones, la aplicación del método con un control del tamaño muestral, diseños que implicasen un grupo control y/o con otro grupo experimental donde se comparase el trabajo con el método Pilates con otro tipo de método, y con un seguimiento a medio-largo plazo que permita confirmar los posibles beneficios en el tiempo. De todas formas, no debemos de dejar de destacar lo positivo de los datos obtenidos.
CONCLUSIONES
El método Pilates parece mejorar los distintos parámetros vinculados a la valoración del componente físico de la CVRS. Sin embargo, se necesitarían realizar más estudios con muestras mayores, con grupo control y con un seguimiento de las mismas que permitiesen valorar el mantenimiento a largo plazo de estos efectos positivos, y diferenciando por grupo de edad, por actividad laboral/física desempeñada y/o por la existencia de problemas de salud previos.
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