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11 Jun 2012

Efectos de la realización de seis meses de ejercicio aeróbico en la salud y el estado psicológico de mujeres premenopáusicas y postmenopáusicas

La menopausia cursa en la mujer con un deterioro del estado de ánimo y, por tanto, de la calidad de vida.

Autor(es): Crespo Coco. PhD Student
Entidades(es): University of Extremadura
Congreso: VII Congreso Nacional de Ciencias del deporte y educación Física
Pontevedra – 5, 6 y 7 de Mayo de 2011
ISBN: 978-84-614-9945-8
Palabras claves: menopausia, estado de ánimo, salud, ejercicio físico aeróbico.

Efectos de la realización de seis meses de ejercicio aeróbico en la salud y el estado psicológico de mujeres premenopáusicas y postmenopáusicas

Resumen

La menopausia cursa en la mujer con un deterioro del estado de ánimo y, por tanto, de la calidad de vida. Existen algunos estudios que tratan de analizar las modificaciones del estado de ánimo provocadas por la menopausia, tanto en mujeres sedentarias como sometidas a programas de actividad física. El objetivo del presente estudio es valorar el efecto a largo plazo que produce un programa de ejercicio físico aeróbico, en concreto aeróbic, sobre el estado de ánimo de un grupo de mujeres premenopáusicas y menopáusicas sedentarias y su estado de salud percibida. Realizan un programa de ejercicio aeróbico de 24 semanas de duración, con una frecuencia de 3 días por semana, durante 60 minutos al día. Se les evalúa el perfil de salud mediante el cuestionario SF-36 antes y después de la actividad física, junto con el perfil de estado de ánimo a través del cuestionario POMS, antes y después del período de actividad, encontrándose una disminución significativa (p<0.05) en las puntuaciones obtenidas en tensión, depresión y angustia en el caso de las mujeres menopáusicas. Por tanto, podríamos concluir que este tipo de programa de actividad física produce modificaciones positivas en el perfil de estado de ánimo, en mujeres menopáusicas sedentarias.

INTRODUCCIÓN

El ser humano es una de las pocas especies que tienen un ciclo reproductor mensual. La mayoría de los mamíferos ovulan con una frecuencia menor a una vez al mes. En el ser humano hay tan sólo un 30% de probabilidades de concepción en cada ovulación. La alta frecuencia de la ovulación en nuestra especia compensa la fertilidad relativamente baja(1).
En un momento determinado de la evolución, el ciclo reproductor humano adquirió la misma duración que el ciclo lunar, 28 días. No se conoce la razón. Desde el punto de vista biológico, la duración del ciclo resulta bastante arbitraria. La regularidad de la regla en sí misma no es ningún índice de salud. De hecho, las reglas intensas pueden causar problemas como la anemia y podría argumentarse que la mujeres en general estarían más sanas si no tuvieran reglas mensuales(1).
La fertilidad de la mujer termina de modo relativamente brusco, hacia la mitad de su vida. Ese hecho resulta algo desconcertante, puesto que desde el punto de vista evolutivo cabría esperar que proliferasen los genes “favorables” para tener el mayor número posible de descendientes. En otras palabra, deberían imponerse los genes que favoreciesen que las mujeres continuasen teniendo hijos el mayor número de años posible, pero como los niños siguen dependiendo de sus madres durante muchos años después del nacimiento, si las mujeres continuasen reproduciéndose en la última parte de su vida no serían tan capaces de atender a sus hijos hasta la edad de la independencia. Eso supondría un desperdicio de recursos personales sin beneficio genético y también limitaría el soporte que la mujer puede ofrecer a sus nietos, a los que aporta una cuarta parte del material genético (1).
El punto débil de este argumento teleológico, por lo demás razonable, es que en el pasado la gran mayoría de las mujeres fallecían mucho antes de alcanzar la edad media actual de la menopausia, lo que diluiría el papel de la longevidad en el proceso evolutivo (2). Por tanto, todavía no están claras las verdaderas razones del proceso de insuficiencia ovárica, al que llamamos menopausia (1).
“Menopausia” significa literalmente “último período menstrual”, pero la palabra se usa con frecuencia para describir los cambios fisiológicos que tienen lugar durante esta época. La lenta caída de los niveles de estrógenos conforme la función ovária disminuye, conduce a una serie de cambios en diferentes sistemas y puede dar lugar a síntomas significativos. Aunque fisiológica, la menopausia tiene importantes efectos adversos  a largo plazo sobre la salud, que pueden ser compensados en parte mediante el uso del tratamiento hormonal sustitutivo (THS)(1, 3).
En estos últimos años la mujer adulta es bombardeada a través de diferentes canales mediáticos, de asociaciones científicas y de algunos médicos, por una gran información sobre una nueva etapa de su vida: la menopausia. La mujer acude a la consulta en busca de consejo adecuado, preventivo y con rigor científico para preservar y proteger mejor su salud en esta nueva época de su vida.
Por lo tanto, es un propósito primordial brindar información actualizada a las mujeres para orientarlas y educarlas sobre nuevos hábitos de vida, prevenir y combatir las posibles patologías asociadas a la menopausia y estimular y fomentar la actividad física diaria por los beneficios que el deporte conlleva (4).
Actualmente, los datos de Europa ponen de manifiesto que el 57% de las mujeres con edades comprendidas entre 45 y 65 años tiene una enfermedad crónica y un 23% una patología discapacitante. En mujeres con más de 65 años, el 80% padece patología crónica y el 31% discapacidad grave (5).
Es un hecho relevante que actualmente ni la medicina ni los médicos pueden impedir el proceso evolutivo y fisiológico de la menopausia, pero podemos actuar sobre algunas de las consecuencias que producen este déficit estrogénico, mejorar la calidad de vida y frenar los procesos evolutivos propios de la menopausia. Generalmente, esto conlleva incidir sobre la sintomatología clínica de la menopausia mediante tratamiento ginecológico apropiado, y sobre los factores individuales (estilos de vida, hábitos dietéticos y deportivos) (6).
La prevención de las manifestaciones clínicas asociadas a la menopausia debe empezar años antes. Las medidas preventivas iniciadas a esta edad pueden ser insuficientes aunque necesarias. Estas medidas deben incluir el estímulo de hábitos saludables, abandonar el hábito tabáquico, moderar el consumo de alcohol, alimentación equilibrada pobre en grasas y dulces para controlar el peso y rica en calcio y vitamina D, evitar el sedentarismo, practicar ejercicio físico diario, pasear por lugares soleados, procurar llevar una vida sexual, familiar y social satisfactoria… Muy a menudo las mujeres en este periodo tienden a olvidar los beneficios que obtuvieron de la actividad física cuando eran jóvenes y adoptan un estilo de vida predominantemente sedentario.
Los especialistas en salud de la mujer, y prácticamente toda la comunidad científica convincente apoya el concepto de que un programa regular de ejercicio físico aeróbico tiene beneficios medibles y sustanciales para la salud de cada individuo.  Los riesgos asociados con el ejercicio son insignificantes en comparación con los beneficios y los beneficios del ejercicio son enormes. Se marca una intensidad del ejercicio aeróbico moderado durante 30 a 40 minutos casi todos los días, si no todos los días de la semana (7).
Tanto es así que se establece la actividad física como ayuda o prevención de problemas vasomotores derivados de la alteración de la termorregulación como consecuencia de la participación de hormonas sexuales disminuidas en la postmenopausia  (8, 9), prevención de tumores y cáncer de mama (3, 10), beneficios cardiovasculares asociados al trabajo aeróbico y  mejoría de la flexibilidad, favorecienco el grado de independencia, la capacidad funcional y su calidad de vida (11, 12). Y por supuesto, para prevenir la osteoporosis, ya que desde los 35 años hasta que aparece la menopausia en la mujer, es normal que se produzca una pérdida de hueso progresiva (0,12% al año de masa ósea). A partir de la menopausia y hasta los 65 años esta pérdida aumenta hasta el 1% anual y decrece a partir de los 65 años hasta un 0,18% (13).
La edad es un factor muy importante puesto que el cúmulo de masa ósea se produce más fácilmente en el hueso en crecimiento que en el hueso maduro. La experiencia clínica muestra que la hipertrofia ósea es fruto de estímulos mecánicos adecuados; por esto, el tipo y la intensidad de ejercicios deben ser prescritos de acuerdo con la edad de la persona, es decir, ha de ser una actividad estrictamente individualizada (14).

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Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº15.

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OBJETIVOS

  1. Valorar la influencia de un programa de ejercicio programado y controlado, de tipo aeróbico, de 6 meses de duración, en el estado de salud general de mujeres premenopáusicas y postmenopáusicas.
  2. Analizar la relación, si existe, de la actividad física aeróbica regular, con el estado psicológico y emocional de mujeres premenopáusicas y postmenopáusicas.

MATERIAL Y MÉTODOS

Contamos con la participación de 138 mujeres, de las que 72 se correspondían con el grupo de premenopáusicas y 66 con el grupo de postmenopáusicas. Las características iniciales se muestran en la tabla:

Tabla 1. Características de la muestra.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 15

Tras firmar un consentimiento informado para participar en el estudio, y siguiendo las recomendaciones de la Declaración de Helsinki (2000), se clasificó a las participantes en función de su estado hormonal.
Todas las participantes cumplían los criterios de inclusión propuestos para formar parte del estudio:

  • En el grupo de participantes premenopáusicas
  • No presentar amenorrea.
  • No estar tomando anticonceptivos.
  • En el caso de las participantes postmenopáusicas:
  • Presentar más de 12 meses de amenorrea.
  • No estar bajo tratamiento de terapia hormonal sustitutiva.
  • En ambos casos, no padecer ninguna enfermedad que pudiera impedir la realización de la actividad física o que pudiera influir sobre los resultados y las variables analizadas (depresión, psicosis, neurosis…etc.).

Previo al comienzo del programa de ejercicios, y tras la selección de la muestra, ubicada en sus grupos correspondientes, en función de las características hormonales perseguidas en el estudio, de forma consentida y voluntaria, todas las mujeres se sometieron a un control inicial de salud, con el objetivo principal de obtener datos personales relacionados con la condición física y frecuencias cardíacas (se les realizó una ergoespirometría submáxima en tapiz, mediante test de paseo, para determinar la frecuencia cardíaca máxima de trabajo en las clases dirigidas) con las que se trabajó en las clases de aeróbic. Este control inicial, también repetido al finalizar los 6 meses de trabajo  consistió en la valoración de los siguientes parámetros: elaboración de historia clínica y reconocimiento basal (electrocardiograma en reposo, control de tensión arterial…etc), todo ello con idea de detectar posibles anomalías que impidieran a las chicas participar en el estudio. Del mismo modo, con carácter previo al programa de actividad física realizado, se les pasaron los cuestionarios SF-36 (para llevar a cabo la evaluación del estado de salud percibida) Y POMS (sensaciones y sentimientos que muestran las mujeres), y nuevamente al finalizar los seis meses de actividad física de predominancia aeróbica.
EL programa de ejercicio aeróbico tuvo una duración de 6 meses, con una frecuencia de 3 horas semanales, en días alternos y una intensidad del 65-75% de la frecuencia cardíaca máxima de las mujeres participantes. El programa de ejercicio predominantemente aeróbico, consistió en clases coreografiadas de aeróbic, en las que se podían distinguir las siguientes partes: calentamiento, parte principal con frecuencia cardíaca máxima de trabajo 75%, y vuelta a la calma.
Los resultados fueron analizados mediante el programa estadístico SPSS versión 17.0 para Windows, representándose los valores según su media ± desviación estándar.  La normalidad de los datos fue comprobada mediante la prueba de Kolmogorov Smirnov. Para valorar las diferencias en el estado de salud y psicológico de las mujeres premenopáusicas y postmenopáusicas antes y después del ejercicio se aplicó un modelo lineal general multivariante para pruebas paramétricas, concretamente el test de Bonferroni, observando la tendencia de los resultados obtenidos en cada una de las pruebas. Se consideró como significación estadística una p<0,05.

Tabla 2. Resultados SF-36 mujeres premenopáusicas, antes y después del programa de ejercicio físico.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 15

En la tabla 2 se muestran los resultados obtenidos para el test SF-36 en las mujeres premenopáusicas. En ella podemos observar que no existen diferencias significativas entre ambos momentos de valoración, aunque se muestra una ligera tendencia al aumento de todos los parámetros registrados en estas mujeres.

Tabla 3. Resultados SF-36 mujeres postmenopáusicas, antes y después del programa de ejercicio físico.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 15

En la tabla 3  observamos los resultados obtenidos en el test SF-36 en las mujeres postmenopáusicas, tras el programa de ejercicio físico. Se exponen diferencias significativas  en la valoración personal del estado de salud general, que se ve aumentada tras los seis meses de actividad física; la salud mental también se ve aumentada tras el ejercicio físico, por lo que el componente mental estandarizado también se ve aumentado de forma significativa una vez finalizado el programa de aeróbic.

Tabla 4. Resultados test de POMS mujeres premenopáusicas, antes y después del programa de ejercicio físico.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 15

En la tabla 4,  en relación a los resultados obtenidos en el test de POMS en las mujeres premenopáusicas, antes  después del programa de ejercicio físico, el vigor se muestra aumentado significativamente al finalizar dicho programa de actividad física.

Tabla 5. Resultados test de POMS mujeres postmenopáusicas, antes y después del programa de ejercicio físico.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 15

En la tabla 5, los resultados del test de POMS a cerca de las mujeres postmenopáusicas, tras finalizar el programa de ejercicio físico de seis meses, muestran disminución significativa en la tensión, la depresión, la angustia y la confusión. En este caso, y por alusión a los datos de la tabla 4, el vigor permanece constante, después del proceso de trabajo físico controlado.

DISCUSIÓN

Hemos elegido el aeróbic como práctica deportiva porque se trata de una actividad con una gran aceptación por parte de las mujeres, que consigue una gran adherencia por lo motivantes que son las clases y porque el factor social juega un papel importante al ser una actividad de tipo colectivo. Por ello, hemos querido estudiar qué efectos reporta esta práctica, tan extendida y tan comúnmente practicada por las mujeres de este grupo de edad, sobre diferentes test que informan sobre el estado emocional y de salud de la población.
Estudiando los datos obtenidos en las mujeres premenopáusicas observamos que no aparecen diferencias significativas en cuanto al estado de salud percibida, por lo que la actividad física regular y controlada, de carácter predominantemente aeróbico, a intensidad 60-75% de la frecuencia cardíaca máxima no produce modificaciones a nivel  del test SF-36, que informa de la salud percibida en mujeres premenopáusicas.
En cuanto al test de POMS en este grupo, se muestra significativo el vigor,  que aumenta tras el programa de ejercicio, en relación a otras poblaciones (hombres, niños, etc), sin que las posibles modificaciones hormonales tengan influencia en el aumento de vigor tras el programa de ejercicio (15). Cabe destacar que las mujeres premenopáusicas aun no han padecido el descenso de estrógenos, principalmente, por lo que siguen contando con cierto poder anabólico con el que generar fuerza con más facilidad que las mujeres que cursan el periodo de postmenopausia.
El grupo de mujeres postmenopáusicas muestran diferencias significativas en el caso del test SF-36 al finalizar el programa de ejercicio, aumentando las variables designadas como salud general y salud mental. Esto indica que la actividad física realizada genera en las mujeres postmenopáusicas un estado de estabilidad, y mejoras a nivel de salud general y de salud mental, a pesar de las variaciones bioquímicas y fisiológicas a las que se ven sometidas en esta transición hormonal en la que se encuentran (16).
Los resultados obtenidos con el empleo del test de POMS en las mujeres postmenopáusicas  coinciden con los observados por Slaven y Lee, ya que se observa una mejora en el perfil del estado de ánimo (17). Por otro lado,  observamos que el ejercicio físico regular realizado también presenta beneficios potenciales en el estado de ánimo de las mujeres postmenopáusicas, tal y como muestran muchos de los estudios existente en la bibliografía (18, 19).
Observamos únicamente disminuciones significativas en las escalas de tensión, depresión, angustia y confusión en nuestro grupo de mujeres postmenopáusicas; mientras otros estudios detectan, además, disminuciones en las puntuaciones de la escala de fatiga en grupos de adultos, con tan sólo una sesión de aeróbic (18) lo que sería normal en nuestro estudio dado que las tomas se han realizado antes de cualquier ejercicio.
Llama la atención en nuestro estudio el hecho de que las puntuaciones obtenidas en la escala de vigor en las mujeres postmenopausicas se mantengan estables en el pre-test y el post-test. Podríamos esperar un aumento en la escala de vigor tras un programa de este tipo, ya que esta modificación positiva en la escala de vigor fue observada por Blumenthal y cols en un grupo de adultos, considerando en el mismo grupo tanto a hombres como a mujeres (15). Quizá esta falta de generar sensación de vigor se pierda debido a la falta de secreción de estrógenos, como consecuencia de la menopausia. Sin embargo, estudios realizados únicamente con mujeres, sin especificar  si son pre o postmenopausicas, no han observado mejoras significativas a través del cuestionario POMS, tras un período de  entrenamiento (20).
En mujeres ya se ha observado una disminución en la escala de vigor y tensión, junto con un aumento de la fatiga, pero justo tras el esfuerzo físico (21). Mientras que en nuestro estudio no se ha valorado este efecto agudo, por lo que cabría esperar un aumento del vigor y no un estancamiento. No se han encontrado datos en grupos de población similares, ya que todos los datos que se refieren a un efecto a largo plazo sobre el estado de ánimo, lo hacen en grupos de adultos de menor edad, incluyendo en muchos casos dentro del mismo grupo tanto a hombres como a mujeres.
Esto nos hace pensar que el programa puede no haber sido el adecuado, tal vez en duración o intensidad, para provocar una mejora en el vigor (sensación de fuerza) manifestado por las mujeres postmenopáusicas. Los cambios hormonales que sufren estas mujeres tras la menopausia, debido a la disminución de los estrógenos principalmente, pueden afectar considerablemente a su estado de ánimo, fuerza y salud, por lo que podría ser  normal que el parámetro vigor no sufra cambios significativos.

 

 

Bibliografía

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