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6 May 2010

Fundamentos teóricos básicos del socorrismo en espacios acuáticos naturales (Playas Fluviales)

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El objetivo de este trabajo es presentar de forma general aspectos teóricos fundamentales para el desarrollo del salvamento acuático en espacios naturales, en concreto, en playas fluviales. Las labores de rescate en una playa fluvial difieren bastante…

Autor(es): Marcos Miragaya Lama, Marcos Mecías Calvo, Eva Álvarez Pontide, Roberto Barcala Furelos
Entidades(es): *(Lic. en CC. de la Actividad Física y el Deporte) ** (Lic. en CC. de la Actividad Física y el Deporte, Doctorando por la UVigo, España) *** (Dr. en CC. de la Actividad Física y el Deporte, Profesor de la UVigo, España)
Congreso: III Congreso Internacional de Ciencias del Deporte y Educación Física
Pontevedra– 6-8 de Mayo de 2010
ISBN: 978-84-613-8448-8
Palabras claves: Salvamento, Prevención, Playa fluvial, Material de rescate, Técnicas de rescate.

Resumen Fundamentos teóricos básicos del socorrismo en espacios naturales

El objetivo de este trabajo es presentar de forma general aspectos teóricos fundamentales para el desarrollo del salvamento acuático en espacios naturales, en concreto, en playas fluviales. Las labores de rescate en una playa fluvial difieren bastante de las labores a realizar en otros espacios acuáticos, tales como el mar o una instalación acuática. Por ello, pretendemos elaborar una guía que recoja los elementos básicos clave a tener en cuenta para evitar, en la medida de lo posible, un rescate; o en su defecto, minimizar los riesgos tanto para el accidentado como para el propio socorrista. Entre estos elementos destacaremos la prevención (como la primera de las pautas a seguir), los materiales de rescate específicos (uso y elección) y, por ultimo, las técnicas de rescate (entendiendo estas como técnicas de nado, aproximación y control del accidentado).

Introducción

España no se reduce únicamente a playas bañadas por el mar, si no que cuenta con 172.888 kilómetros de longitud total en los ríos españoles y existen cerca de 1.100 presas o pantanos. En esta cantidad de kilómetros existen infinidad de playas fluviales o tramos de río abiertos al baño, que cada año cuentan con socorristas con formación en piscinas y mar pero en escasas ocasiones tienen conocimientos de rescates en ríos. El objetivo de este trabajo no es proporcionar al socorrista acuático las habilidades ni los conocimientos necesarios para realizar un rescate en un río o una riada, ya que para esto necesitaríamos un curso especifico en el que se tendrían que estudiar aspectos como hidráulica, el trabajo con cuerdas y muchas otras materias específicas para este medio, además de realizar un gran número de prácticas. Lo que pretendemos es ofrecer unas pautas básicas de actuación y una serie de conocimiento teóricos básicos adaptados al socorrismo acuático en playas fluviales, así como destacar la importancia del uso de material adecuado para optimizar un rescate.

Materiales y metodología

Todos los rescates pueden facilitarse mediante el uso del material adecuado para cada situación. A continuación exponemos la relación de materiales básicos y su finalidad en el caso de intervención en una playa fluvial, donde las características del entorno requieren una actuación diferente a un rescate en otros espacios naturales (Tabla 1).

  • Características específicas del material y uso correcto:

  • Flopi, aro y boya torpedo: estos materiales contribuyen fundamentalmente a la flotabilidad y traslado de la víctima, sin embargo, están contraindicados en zonas de corrientes, por el posible riesgo de quedar enganchados en el río con las propias cuerdas del material. En la actualidad, la boya torpedo está en desuso ya que presenta peores características para el rescate aunque en algunos lugares aún se utilice. Por tanto, queremos resaltar que para nosotros está contraindicado su uso.
  • Aletas: existen numerosas variedades de aletas en función del ancho y largo de la pala, del agarre al tobillo, etc. Las dos características más importantes a tener en cuenta en la elección de las aletas son su longitud, que ha de ser corta, y su sistema de agarre al tobillo, que ha de permitir ponérnoslas con los escarpines. Se recomienda practicar con ellas para tener soltura a la hora de ponerlas y quitarlas con rapidez.
  • Casco: como anticipábamos en la tabla es recomendable que sea de colores llamativos y que los materiales sean resistentes y ligeros, como el polietileno o la fibra de vidrio que en caso de fuertes golpes se deforman absorbiendo el impacto y causando así menor daño. Es importante que cuando comprobemos este material veamos si el modelo elegido se amolda correctamente a nuestra morfología, protegiéndonos la frente, sienes, nuca y orejas. Además el casco ideal debe tener un sistema de regulación para que quede bien ajustado y no moleste ni reste visibilidad durante un rescate.
  • Chaleco: para que un chaleco tenga unas buenas propiedades ha de soportar un peso muerto de unos 70 kilogramos, de esta forma nos asegura mantenernos a flote y además poder ayudar mejor a la víctima. También es imprescindible que cuente con mecanismos de suelta rápida para que se pueda poner y quitar con facilidad incluso dentro del agua. Así mismo, quedará bien ajustado, evitando que se nos suba y nos moleste o reste funcionalidad. También sería recomendable que contase con un bolsillo de fácil acceso para poder llevar las comunicaciones y el cuchillo.
  • Bolsa de seguridad: está compuesta por una cuerda de entre 12 y 25 metros, la coraza de dicha bolsa (que aloja la cuerda cuando está recogida), dos asas y una boya. Todas estas partes están unidas entre sí de la siguiente forma: la bolsa posee en uno de sus extremos la boya a la que a su vez va unida la cuerda. Esta cuerda posee dos asas, una de ellas es la que utiliza el socorrista para no perder el contacto con el material y la otra queda en el extremo opuesto de la cuerda, a la que se agarrará el accidentado.

Vamos a prestar especial cuidado en explicar el uso de la bolsa de seguridad, ya que es un sistema que vamos a utilizar con mayor frecuencia que cualquier otro, y utilizado de forma incorrecta no solo deja de ser eficaz sino que pasa a ser peligroso. En primer lugar, el lanzamiento de la bolsa tiene que ser preciso para que el accidentado pueda agarrarse rápidamente; en el caso de no ser capaz de lanzar con máxima precisión tenemos que intentar que la bolsa quede a la vista del accidentado para que sea éste el que intente agarrarse.

Para tener la posibilidad de lanzar más de una vez desde el mismo punto el primer lanzamiento ha de realizarse:

  • Desde una orilla por debajo del accidentado, es decir lanzaremos la cuerda río arriba.
  • Como la cuerda está bien colocada dentro de la bolsa agarraremos un extremo con la mano menos hábil y con la otra lanzaremos la bolsa al accidentado.
  • Si el lanzamiento fue malo, o bien el accidentado no agarró o soltó la cuerda, tendremos que recogerla rápidamente en una mano sin que se nos enrede y con la bolsa llena de agua (para que pese) realizaremos un segundo lanzamiento.

Estos pasos son muy sencillos, pero requieren mucha práctica para poder realizarlos de forma eficaz, no existe una técnica específica si no que tiene que ser el propio socorrista el que compruebe de qué forma es más efectivo. En segundo lugar, una vez el accidentado agarró la cuerda, tenemos que intentar traerlo a la orilla lo más rápido posible, pero teniendo en cuenta algunos aspectos muy importantes:

  • Tenemos que controlar que la zona por la que vamos a sacar a la víctima no suponga un peligro mayor para ella.
  • Es muy importante que no atemos nunca la cuerda a un punto fijo, ya que si la corriente es fuerte y el accidentado permanece agarrando a la cuerda en medio de ella va a hundirse, por lo que soltara la cuerda y estaríamos de nuevo en la misma situación pero ahora con mayor peligro todavía.
  • El socorrista tiene que contar con la posibilidad de desplazarse por la orilla río abajo, mientras tira del accidentado para que la corriente no lo hunda.
  • La maniobra ideal sería buscar una zona para lanzar la cuerda en donde por el efecto de la corriente el accidentado describiese un péndulo y se acercase el solo a la orilla, como sucede en la imagen.
  • Comunicaciones: es muy importante que el equipo de comunicación esté preparado para poder utilizarlo dentro del agua. Si llevamos con nosotros el equipo tendremos contacto permanente con cualquier posible ayuda y poder reducir el tiempo de intervención.
  • Cuchillo: existen muchos modelos diferentes, pero como norma general debe tener un sistema de cierre seguro para evitar que se abra accidentalmente. Así mismo, el sistema de apertura también ha de ser cómodo. En cuanto a las hojas cortantes, lo ideal es que combine una de sierra y otra lisa. Las dimensiones del cuchillo han de ser reducidas para un manejo y transporte sencillo.
  • Escarpines de suela: al igual que los otros materiales, existen muchas variedades de escarpines pero lo más importante para nosotros la dureza de la suela. En zonas pedregosas es ideal una suela rígida que amortigüe la pisada.
  • Reconocimiento de la zona.

El reconocimiento en las playas fluviales es de suma importancia, tal vez más que en cualquier otro entorno en el que podamos trabajar. El reconocimiento no puede realizarse únicamente en la zona de baño sino que también debemos conocer a la perfección:

  1. Cauce y orillas del río, por lo menos un kilómetro río abajo.
  2. Todas las sendas que dan al río durante ese tramo, y que en caso de algún accidente nos servirán de vía de escape o traslado.
  3. Zonas dentro y fuera de la zona de baño en las que existan irregularidades en la profundidad, bien sean depresiones (que aumentan la profundidad) o por el contrario existan zonas de piedras o bancos de arena (que disminuyen la profundidad).
  4. Zonas en las que los bañistas puedan realizar zambullidas.
  5. Zonas de corrientes más fuertes, contracorrientes, saltos de agua o rápidos.
  6. Variaciones en las cotas de caudal y por tanto en la corriente.
  7. Cualquier elemento que esté presente en el entorno natural que nos rodea y pueda entrañar un peligro para los bañistas (animales, vertidos, etc.)

Es necesaria la señalización de todas estas zonas de una forma adecuada, mediante carteles informativos y las advertencias del personal de socorrismo. Esto ayudará a minimizar el riesgo de accidente y además facilitará el trabajo del socorrista. “La mejor intervención es aquella que no llega a realizarse”; esto se denomina PREVENCIÓN.

  • Técnicas de nado adaptado.

Uno de los aspectos más importantes durante la aproximación a la víctima es no perderla de vista mientras nadamos. Para ello la técnica utilizada es el nado adaptado de crol con cabeza fuera del agua. En zonas de aguas tranquilas el movimiento de brazos es similar al nado crol, manteniendo la vista lo suficientemente erguida para controlar visualmente al accidentado. Sin embargo, en las zonas de corrientes son válidas las siguientes técnicas:

  • Posición decúbito supino con pies por delante y rodillas semiflexionadas. Esta posición se creía ideal para afrontar cualquier tipo de rápidos con obstáculos o saltos de agua. Sin embargo, en la actualidad sus inconvenientes han hecho que se buscara otra alternativa de nado: crol con cabeza fuera. Sus principales inconvenientes son la falta de visibilidad del río y baja propulsión y maniobrabilidad, lo que ocasionaba que el socorrista adoptara una posición vertical para ver mejor, con lo que aumentaba el riesgo de quedar enganchado. Por este motivo sólo se adopta la posición decúbito supino cuando el río tiene muchas piedras y existan zonas de rápidos que no somos capaces de sortear; teniendo el riesgo de impacto.
  • Nado crol con cabeza fuera. Esta posición es similar a la utilizada en aguas tranquilas con la variante de que debemos llevar la cabeza más erguida por la presencia de olas que oscilen la altura y dificulten la visión. Esta posición es mucho más hidrodinámica que la anterior, ya que el chaleco permite que parte del pecho vaya muy cerca de la superficie. Esto, sumado al batido de pies de crol, consigue elevar las piernas, de forma que todo el cuerpo quede cerca de la superficie para evitar golpes o quedar enganchados. También es importante resaltar que esta posición permite mayor maniobrabilidad y propulsión durante el nado.
  • Control y traslado.

Las técnicas de control y traslado de un accidentado son iguales a las que utilizamos en el mar o en la piscina, salvo que en el río no siempre podremos utilizar el material de rescate. Como ya hemos explicado, el uso de flopi o aro puede dificultar el rescate, ya que podemos quedar enganchados con sus cuerdas. Por este motivo, en las zonas de corrientes y rápidos el rescate deberá realizarse con técnicas de control directo sobre la víctima.

Las características del control directo sobre una víctima son:

  1. El control tiene que realizarse de forma contundente, sin dañar al accidentado pero sin darle la mínima oportunidad de que pueda agarrarnos.
  2. Cuanto entremos en contacto con el accidentado, nos colocaremos en posición decúbito supino y mantendremos las vías del accidentado fuera del agua, para esto nos será de gran ayuda el chaleco.
  3. Cuando tengamos la posibilidad de realizar el traslado debemos intentar tranquilizar a la víctima y comprobar si es capaz de colaborar, de lo contrario tendremos que realizarlo con el mismo control que teníamos.
  4. Es muy importante hablar con la víctima durante todo el traslado, en caso de estar inconsciente es necesario que el socorrista decida si intenta realizar las insuflaciones o no dependiendo del tiempo que tarde en llegar a la orilla.

Discusión y Resultados

A tenor de lo expuesto con anterioridad, y concordando con Arruti, I. y García, M. (2009) nos gustaría destacar que todas estas pautas de actuación y material se consideran básicas a la hora de ejecutar una intervención en una playa fluvial. Tras la planificación, desarrollo y ejecución de varios cursos de formación en relación con este tipo de actividad, el resultado principal y de mayor consideración es dar a conocer el porqué y para qué de estas acciones y material, y no otras, ni otro. Cuando se da una situación de este tipo, es decir, la realización de un rescate en una playa fluvial, toda actividad por parte del socorrista que evite daños personales para el accidentado, será el mejor resultado que se pueda esperar de este conjunto de pautas y conocimientos teóricos. Por otro lado, y de acuerdo con lo expuesto por Palacios (2000), no hay que dejar de lado la Prevención, ya que es la “piedra filosofal sobre la que gira el mundo del Salvamento y Socorrismo Acuático Profesional”.

Conclusión

Durante el desarrollo de nuestro trabajo como socorristas nos podremos encontrar con muchos rescates diferentes. Es de suma importancia que el profesional que trabaje en estos espacios exija el material adecuado y en condiciones óptimas, ya que muchas ocasiones nos vemos obligados a ser conformistas e incluso a despreocuparnos por el estado del material.

Todos estos aspectos forman parte de la “prevención”, que es el factor más importante. Realizar una buena intervención requiere que la persona tenga ciertas habilidades, pero realizarla sin el material adecuado es imposible, por lo menos imposible desde el punto de vista de asumir unos riesgos aceptables.

Bibliografía

  • ARRUTI, I. y GARCÍA, M. (2009): Manual de rescate en inundaciones, riadas y ríos. San Sebastián: Eusko Jaurlaritzaren Argitalpen Zerbitzu Nagusia.
  • AGRASAR, C; BARCALA, R; GARCÍA SOIDÁN, J.L; MARTÍNEZ, P; OLEAGORDIA, A. y SANMARTÍN, M. (2003): Primeros auxilios y conceptos básicos de Anatomía y Fisiología. A Coruña: Xaniño Editorial.
  • ANGUEIRA, G; IGLESIAS, O; PALACIOS, J; PARADA, E. y XANFAÑO, J. (1998): Salvamento acuático, salvamento deportivo y psicología. A Coruña: Xaniño Editorial.
  • BARCALA, R. y PALACIOS, J. (2008): Socorrismo acuático profesional. A Coruña: Sadega SL.
  • PALACIOS, J. (2000): Salvamento Acuático: teoría y recursos didácticos. A Coruña: Xaniño Editorial.
  • PALACIOS, J. (1999): Salvamento Acuático. Santiago: Edicións LEA.
  • WISEMAN, J. (1988): Manual de supervivencia. Barcelona: Editorial Acanto.MAN, J. (1988): Manual de supervivencia. Barcelona: Editorial Acanto.

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