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3 Nov 2009

Imagen corporal y actitud hacia la obesidad

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Texto introducción.

Autor(es): Inmaculada Tornero Quiñones,Ángela Sierra Robles, José Carmona Márquez
Entidades(es): Universidad de Huelva
Congreso: VII Congreso Internacional Sobre la Enseñanza de la Educación Física y el Deporte Escolar
Pontevedra: 3-6 de Noviembre de 2009
ISBN: 978-84-613-3640-1
Palabras claves: salud, imagen corporal, alimentación

Problemática actual

El chándal y las zapatillas de deporte, la necesidad de asistir masivamente al gimnasio, elabordaje de los productos dietéticos al mercado, los anuncios televisivos que utilizan y explotan con meros fines comerciales la imagen corporal, el modelo o la modelo joven esbelto, atlético, dinámico, activo, motrizmente hábil, la imposición subliminar de los nuevos cánones de belleza del siglo XXI, el boom de los regímenes alimentarios y los “mágicos” productos light junto a todos sus complementos. Salud y belleza sinónimos por imposición, el nacimiento de un nuevo Dios de la sociedad de la información, los mass media y la aparición hoy de una nueva religión; el culto al cuerpo. Todas ellas en su conjunto conforman nuestra nueva realidad creando un modelo global, que no ideal, de necesidades y deseos, dejando oculta en un segundo plano la problemática que conlleva dicha filosofía, trastornos de la alimentación (anorexia, vigorexia, bulimia…), sedentarismo, prejuicios hacia la obesidad y trastornos de la imagen corporal.

Ésta problemática en cuestión, se encuentra datada y es base de estudio científico de diversos autores como es el caso de Raich, Torras y Figueras (1996) y Raich et al (2001) que llevaron a cabo estudios sobre la insatisfacción corporal a nivel general y sobre la preocupación por diferentes partes corporales, así como los de otros diversos autores (Lameiras et al. 2003, Perpiñá y Baños (1990), entre otros) con una temática múltiple siempre relacionada con la materia de estudio de nuestra investigación. Así como la relación con los trastornos de alimentación y el grado de sedentarismo (Noreña y Rojas, 2005), problemas que se agravan cuando hablamos de poblaciones de escolares y adolescentes, donde los resultados evidencian conductas alimentarias de riesgo ya en estas edades (Ballester y Guirado, 2003). El trabajo de investigación que nos ocupa, nacen de la propia atracción personal sobre la temática y la problemática a tratar. Este estudio nos ofrece la oportunidad de indagar de una manera natural y latente en la realidad cotidiana de la población que nos rodea, y más concretamente en la población adolescente, base piramidal de la sociedad actual. Población ésta, con la que interactuamos día a día y cuya problemática nos afecta directamente en un mayor o menor grado.

Por otra parte, nuestra experiencia y algunos estudios como los de Contreras et al (2006), Herrero y Viña (2005) y O´Brien et al (2007) entre otros, nos aportan datos que avalan el hecho de que en un tema tan complejo y delicado como anteriormente se ha descrito, debemos tomar parte en investigar la actitud hacia la obesidad que presentan diversas poblaciones como estudiantes, profesionales de la salud o profesores de educación física, existiendo prejuicios negativos hacia la obesidad en estudiantes de educación física, profesionales de la salud y educadores físicos (Chambilss et al. 2004).

Imagen corporal y trastornos derivados de la misma

Parece que es más importante cómo te ven por fuera que cómo te sientes por dentro respecto de tu físico. Así la ontología corporal encuentra su razón de ser no en la realidad, sino en la virtualidad: cada vez nos hallamos más cerca de una imagen del mundo que no representa al mundo, sino el mundo comprendido como una imagen (Vilanou, 2001).

La definición más clásica de imagen corporal la describe como la representación del cuerpo que cada individuo construye en su mente. Cash y Pruzinsky van más allá y señalan que la imagen corporal implica (Baile et al. 2003):

  • Perceptualmente, imágenes y valoraciones del tamaño y la forma de varios aspectos del cuerpo.
  • Cognitivamente, supone una focalización de la atención en el cuerpo y autoafirmaciones inherentes al proceso, creencias asociadas al cuerpo y a la experiencia corporal.
  • Emocionalmente, involucra experiencias de placer/displacer, satisfacción/insatisfacción y otros correlatos emocionales ligados a la apariencia externa.

 

En el mismo sentido Thompson (1990) concibe el constructo de imagen corporal constituido por tres componentes:

  • Un componente perceptual.
  • Un componente subjetivo (afectivo-emocional).
  • Un componente conductual.

 

En definitiva, Raich (2001:25) considera que la imagen corporal “Es un constructo complejo que incluye tanto la percepción que tenemos de todo el cuerpo y de cada una de sus partes, como del movimiento y límites de éste, la experiencia subjetiva de actitudes, pensamientos, sentimientos y valoraciones que hacemos y sentimos y el modo de comportarnos derivado de las cogniciones y los sentimientos que experimentamos.”

El problema aparece porque no todas las personas tienen una imagen corporal positiva y satisfactoria, en este sentido Baile (2003) señala que existen trastornos de ésta propia imagen corporal y para la cual existen algunos criterios diagnósticos, como son,  la preocupación por algún defecto imaginado del aspecto físico, la existencia de leves anomalías físicas siendo la preocupación del individuo excesiva, la preocupación provocadora de malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo y la preocupación, que no se explica mejor, por la presencia de otro trastorno mental.

Por tanto, la imagen corporal es un concepto multifacético, está interrelacionada por los sentimientos de autoconciencia, estando socialmente determinada, además no es fija ni estática, influyendo en el proceso de procesamiento de la información corporal, mediando en el comportamiento, y no sólo la imagen corporal consciente, sino también la preconsciente y la inconsciente.

Numerosos autores nos hablan de imagen corporal, así como numerosos son también los estudios sobre el cuerpo y la percepción que se tiene del mismo relacionado con trastornos de la imagen corporal. De esta manera, Cánovas et al. (2001), valoraron la concordancia entre la autopercepción corporal y el IMC calculado en una población voluntaria, así como conocer el porcentaje de sobrepeso, normopeso y obesidad en dicha población. Al valorar la concordancia entre autopercepción y peso corporal mediante la proporción de acuerdos observados la muestra corresponde con un 67,5% de concordancia global, un 55% de concordancia para los varones y un 71% para las mujeres.

Montero, Morales y Carvajal (2004) realizaron un estudio con el que pretendían valorar la percepción de la imagen corporal de un grupo de adultos jóvenes mediante el uso de modelos anatómicos y comparar dicha percepción con los valores reales del índice de masa corporal (IMC). Llegaron a la conclusión de que el 52,3% de los hombres y el 38,7% de las mujeres eligieron modelos que corresponden a sus IMC reales, es decir, los hombres se autoperciben más correctamente que las mujeres.

De la misma manera y obteniendo resultados similares Lameiras et al. (2003) en uno de sus estudios a estudiantes universitarios comprobaron que la mayor preocupación es de las mujeres por el peso y la imagen corporal, siendo ellas además las que en mayor medida recurren a las dietas para alcanzar el peso ideal; existen concordancia con las conclusiones de Baile, Raich y Garrido (2003), y Perpiñá y Baños (1990), también concluyeron en una investigación con 83 adolescentes femeninas que, todos los sujetos sobreestimaron su peso.

Consideración de la Imagen Corporal en relación a los trastornos de la alimentación

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades que posiblemente hayan existido siempre. Según las diferentes épocas históricas, sus descripciones han determinado la justificación en los comportamientos actuales de los TCA. Es reconocido que las mujeres desarrollan con mayor frecuencia desórdenes de la conducta alimentaria que los hombres, y el género femenino generalmente es considerado un factor de riesgo importante para los TCA. Al contrario de lo biológico, el rol del género es un constructo social del estereotipo cultural de lo que se considera como un comportamiento típicamente masculino o femenino.

Los TCA no están provocados por una única causa sino que son un conjunto de factores los que determinan la aparición de estas alteraciones, y por esto se han desarrollado múltiples estrategias de detección. Según la clasificación de la Asociación Americana de Psiquiatría (2002) y el Manual de Estadística de los Trastornos Mentales en su cuarta edición (DSM IV-TR, 2002), dentro de los TCA se incluyen tres grandes grupos: la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y los trastornos de la conducta alimentaria no específica.

En todo caso, el malestar producido por la percepción de la imagen corporal y su evaluación estética negativa constituye el principal factor que precede a la intención de adelgazar. A tal malestar le llamamos insatisfacción corporal, también denominado por la literatura estima corporal negativa. En el contexto de los TCA, la insatisfacción corporal es consecuencia de la discrepancia existente entre el cuerpo percibido y el cuerpo real. Cuando la discrepancia entre el cuerpo ideal interiorizado y la imagen corporal (el cuerpo percibido o experimentado) es excesiva, la valoración del cuerpo se hace negativa, con el consiguiente riesgo de que también lo sea la autoestima general. En los pacientes con TCA, clínicos y subclínicos, la insatisfacción corporal es prácticamente universal, además la insatisfacción corporal suele asociarse a síntomas y trastornos depresivos y a una baja autoestima (Contreras, 2006).

En cualquier caso, la insatisfacción corporal, las alteraciones de la imagen corporal, acompañadas de mayor o menor sobreestimación de las dimensiones corporales son ingredientes ciertos, relevantes y patógenos de los TCA.

Influencia de la práctica de actividad física en el desarrollo de la imagen corporal

En la sociedad actual la actividad física adquiere un papel importante, entre otros aspectos por su relación con la salud. La situación actual en la que nos encontramos, caracterizada entre otras cosas por los avances de la ciencia, fomenta la adquisición de un estilo de vida cada vez más cómodo. Aunque esta comodidad no tiene por qué ser sinónimo de salud, ya que esos avances nos llevan en ocasiones a vivir de una manera poco saludable, en la que el sedentarismo predomina sobre la actividad física. Nuestras preferencias de ocupación del tiempo libre evolucionan hacia patrones sedentarios tanto en niños como en jóvenes y personas adultas (OMS, 2004).

La influencia de la práctica de actividad física en el desarrollo de la imagen corporal está ligada tanto a aspectos positivos como negativos. A continuación mostraremos los resultados de algunas de las investigaciones más recientes en nuestro ámbito.

En este enfoque tenemos a Camacho, Fernández y Rodríguez (2006) que concluyeron en que existe una relación significativa entre la imagen corporal y el tipo de deporte practicado regularmente por las chicas adolescentes, de forma que son aquellas actividades fitness, centradas en la mejora de la apariencia física, las que se relacionan con una imagen corporal más devaluada; mientras que la práctica del deporte organizado propiamente dicho, independientemente de si éste es individual (gimnasia rítmica) o colectivo (baloncesto, fútbol), se asocia con la posesión de una imagen corporal más saludable. En consecuencia, concluyen los autores en los esfuerzos por promover una imagen corporal positiva entre las chicas adolescentes es este último el tipo de actividad físico-deportiva el que debe promoverse.

Cabrera de León et al. (2007), señalan en un estudio transversal de 5.814 individuos que la prevalencia de sedentarismo en mujeres (70%) fue superior a la de los varones (un 45-60%, según el concepto empleado). El tiempo de ocio mostró la misma efectividad que la energía consumida: el sedentarismo se asoció directamente con el índice de masa corporal entre otros.

Actitudes hacia la obesidad

Partimos de la base de que los tratamientos de la imagen corporal deben ser multidisciplinares, por lo que podría resultar ingenuo pensar que podemos curar o prevenir cualquier trastorno que mantienen relación directa con la imagen corporal (obesidad, TCA, sedentarismo…) desde los dos periodos de 50 minutos de la Educación Física escolar. Sin embargo, estamos convencidos de que la Educación Física puede jugar un papel importante al lado de otros ámbitos del saber, tanto en la adecuada comprensión de la necesidad de una dieta equilibrada, como en la correcta percepción de la imagen corporal. De manera especial vamos a centrar nuestra atención en este último aspecto.

La idea que nos ocupa queda fielmente reflejada en lo expuesto en el Real Decreto 1631/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas correspondientes a la Educación Secundaria Obligatoria, aunque dicha ideología no se lleve en la actualidad a una verdadera práctica por la mayor parte del profesorado de Educación Física. Numerosos estudios nos hablan de la importancia del tratamiento de la imagen corporal en educación, aunque existen “lagunas científicas” en lo referente a investigaciones que estudien el cómo se debe llevar a efecto la problemática anteriormente planteada.

De esta manera, nos interesamos por el profesorado de Educación Física, que desde su puesto tiene las competencias básicas para trabajar la imagen corporal en sus sesiones o unidades didácticas. Pero, ¿Cuál es la percepción de la imagen corporal del profesorado? ¿Tienen ellos mismos actitudes negativas hacia las personas obesas? ¿Tienen prejuicios sobre la imagen corporal del alumnado? La mayoría de los estudios sobre imagen corporal, se han centrado en estudiar la problemática desde poblaciones de adolescentes, niños, mujeres con TCA como anoréxicas o bulímicas…, quedando el profesorado al margen de la problemática.

En cuanto a estudios relacionados sobre actitudes hacia la obesidad, O´Brien et al (2007) estudiaron a una muestra de estudiantes universitarios de educación física y psicología, concluyendo que esto últimos, manifestaron niveles superiores de prejuicios hacia la obesidad que los estudiantes de psicología. De igual manera concluyeron Chambilss eta al. (2004) cuyas conclusiones tienen implicaciones importantes para la promoción de salud, como la tendencia negativa hacia la obesidad y la discriminación de peso entre profesionales de educación física, pudiendo contribuir a comportamientos de modo de vivir poco saludables y una mala calidad de vida para muchos individuos obesos que están en alto riesgo para contraer la enfermedad crónica. Otros estudios demuestran que incluso los profesionales de la salud tienen asociaciones fuertes negativas hacia personas obesas, indicando el penetrante del estigma hacia la obesidad (Teachman y Brownell, 2001).

Para reflexionar: el profesorado y el alumnado ante la imagen corporal ¿prejuicios hacia la obesidad?

Partiendo de que la educación es un medio de desarrollo a todos los niveles de la persona, es ahí donde debemos llevar a estudio la imagen corporal en cuanto a la afectación directa de las personas para ver la realidad sobre los prejuicios hacia la obesidad que tienen la comunidad educativa.

Creemos necesario la reflexión sobre una serie de cuestiones que se nos da de forma directa sobre la temática de estudio, como por ejemplo: ¿Debemos de estudiar la satisfacción corporal del alumnado?, el género, el nivel de práctica física o los hábitos alimentarios, ¿se relacionan directamente con la imagen corporal y con la satisfacción de la misma en el alumnado?, ¿Qué imagen corporal percibida y deseada tiene el alumnado de sí mismo? ¿Tienen prejuicios hacia la imagen corporal?

El estudio de estas cuestiones se nos presenta como primordial cuando se realiza directamente sobre la afectación de las mismas al profesorado, entendiéndolo a éste siempre como el medio o instrumento a través del cual se lleva a efecto el hecho en sí de la educación. Creemos que la imagen corporal debe formar parte de la programación del profesorado al igual que cualquier otro contenido, y más aún cuando el porcentaje de obesidad infantil sufre un incremento desproporcionado en la sociedad actual en comparación con datos de periodos anteriores, con riesgo de permanecer hasta la adolescencia. Entonces, ¿Tiene el profesorado actitudes negativas hacia la obesidad?, y si es así, ¿tienen los profesores de educación física más actitudes negativas que el profesorado de otras materias? ¿Debemos de estudiar la satisfacción y la distorsión corporal del profesorado? ¿Tiene algo que ver el estilo docente del profesorado con las actitudes y prejuicios hacia la obesidad en función de su grado de rigidez y autocracia?

Dando respuesta a estas cuestiones pretendemos aumentar nuestro conocimiento sobre la realidad de la imagen corporal del profesorado y alumnado. Todo ello, englobado e influenciado bajo una sociedad globalizada manejada en mayor o menor medida por los medios de comunicación de masas que llevan a efecto la estandarización de los prejuicios en el compendio de la sociedad del mundo.

Necesidades actuales

Dentro de la sociedad que nos ocupa, donde existe una desmedida obsesión por el culto al cuerpo, es cuanto menos irónico que nos veamos afectados en un alto porcentaje por la problemática de la obesidad, adoptándose cánones de salud y belleza de cuerpo perfecto que no se corresponde con la realidad. Por ello, creemos necesario llevar a efectos estudios y ampliar el conocimiento sobre la imagen corporal y la actitud hacia la obesidad en el contexto educativo, tanto al alumnado como al profesorado, haciendo hincapié al profesorado de educación física por su relación con el cuerpo y el movimiento, conociendo de esta forma los posibles prejuicios del profesorado sobre la obesidad de sus alumnos y la satisfacción o insatisfacción corporal que presentan los mismos, estudiando la influencia de los hábitos alimentarios y el nivel de actividad física de los escolares.

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