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7 May 2009

Niveles de condición física saludable en el alumnado universitario gallego

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Un nivel de condición física óptimo es un valor seguro para el mantenimiento de nuestra salud. Cómo afirma Jiménez (2007), en base a toda la literatura especializada existente hoy en día, no tenemos ninguna duda al respecto, la condición física presenta una estrecha relación con la salud.

 
Autor(es): Diego Alonso Fernández (1) Rocio Bulnes Fraga (1) Yago Arango Fernández (2)
Entidades(es): (1) Universidade de Vigo (2) Universidade da Coruña
Congreso: V Congreso nacional de las ciencias del deporte y la educación física
Pontevedra– 7-9 de Mayo de 2009
ISBN: 978-84-613-1660-1
Palabras claves: condición física saludable, A.F.I.S.A.L.-I.N.E.F.C., health related fitness, testing, universitarios.

Resumen

Un nivel de condición física óptimo es un valor seguro para el mantenimiento de nuestra salud. Cómo afirma Jiménez (2007), en base a toda la literatura especializada existente hoy en día, no tenemos ninguna duda al respecto, la condición física presenta una estrecha relación con la salud. Además, parece ser que la condición física está más fuertemente correlacionada con indicadores de salud que la actividad física (Myers, Kaykha y George, 2004). En este sentido, autores como Hoyos (2008) encuentran que la mejora de la condición física está aún más relacionada con el descenso en el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares que la realización de ejercicio físico en sujetos jóvenes. Datos que son corroborados por otras investigaciones en individuos de edad avanzada como la de Jáuregui (2006). Por tanto, la medida de la condición física es una adecuada estrategia para ponderar el estado de salud de una población. En el presente estudio se ha testado el nivel de condición física saludable de una muestra de alumnos/as (n = 647) de las tres universidades gallegas mediante la batería AFISAL-INEFC. Los resultados obtenidos nos indican que la mayoría de universitarios gallegos presenta niveles deficitarios de condición física saludable, al menos, en tres de sus componentes: la “fuerza de prensión manual”, la “flexibilidad de tronco” y la “fuerza explosiva del tren inferior”. De ello se deriva la necesidad de implementar los medios necesarios desde los servicios deportivos universitarios para, mediante la práctica regular de actividades físico-deportivas, incrementar los niveles de condición física saludable de los alumnos universitarios gallegos.

1- Introducción

La salud es uno de los bienes más preciados del ser humano aunque suela afirmarse que solamente es apreciada cuando notamos su perdida. Hoy en día hemos aprendido a valorarla antes de que esto suceda y, para ello, intentamos tomar una serie de medidas que favorezcan que un buen estado de salud se prolongue y se estabilice. Una de estas medidas es muy económica y está al alcance de cualquiera: la práctica regular de actividad físico-deportiva, la cual conduce a la mejora de nuestra “condición física saludable”.

Según el Diccionario de las Ciencias del Deporte (1992), la condición o aptitud física es un “factor de capacidad de trabajo (físico) del hombre, determinado por el grado de desarrollo de las cualidades motrices de resistencia, fuerza, velocidad y flexibilidad”. Caspersen, Powell y Christenson (1985) la definen como el “conjunto de atributos que las personas poseen o alcanzan relacionado con la habilidad para llevar a cabo las actividades físicas”.

Desde una perspectiva más global D´Amours (1988) nos habla de que un individuo con una buena condición física es aquel que es capaz de realizar las actividades cotidianas con vigor, conservando suficiente energía para disfrutar activamente de su tiempo libre y tolerar una situación de urgencia física que pudiera llegar. Siguiendo esta línea Rodríguez (1995) define la condición física como “un estado dinámico de energía y vitalidad que permite a las personas llevar a cabo las tareas diarias habituales, disfrutar del tiempo de ocio activo, afrontar las emergencias imprevistas sin fatiga excesiva, a la vez que ayuda a evitar las enfermedades hipocinéticas, y a desarrollar el máximo de capacidad intelectual, experimentando plenamente la alegría de vivir”.

Comprobamos como el concepto va ganando en globalidad abarcando cada vez más dimensiones constitutivas del ser humano. De este modo, para Torres (1996) la condición física es “el conjunto de condiciones anatómicas, fisiológicas y motoras, que hacen falta para la realización de esfuerzos físicos y musculares, tanto en el trabajo como en el deporte”. A su vez, Delgado, Gutierrez y Castillo (1997) la designan como “la vitalidad de una persona y su aptitud real para las acciones que emprende. Dicha condición física se puede mejorar por medio del ejercicio físico, de la actividad física o por la práctica deportiva”.

Esta visión más integral de la condición física ha originado una serie de conceptos vinculados estrechamente al physical fitness como la prevención de enfermedades, lucha para retrasar el envejecimiento, conservación y aumento de la aptitud profesional, optimización motriz, bienestar personal, recreación, autorrealización, socialización… y esta inacabable significación del término hace imposible definir con exactitud su finalidad (Hellín, 2003).

No obstante, autores como Colado, Moreno y Baixauli (2002) apuestan por diferenciar los términos de fitness y performance. El primero lo relacionan con la consecución de mejoras fisiológicas con intenciones saludables, mientras que el segundo concepto busca un acondicionamiento centrado en el rendimiento deportivo. Así Colado (1997, 1998) define el fitness como “la filosofía o sistema particular de entender la vida que pretende alcanzar un nivel adecuado de salud a través de un estilo de vida equilibrado, en el que el ejercicio moderado, personalizado y continuado cobra un importancia capital, aunque complementándolo con otros hábitos que potenciarán los beneficios que este aporta”. He aquí donde podemos comprobar la relación global del fitness con un estilo de vida activo del sujeto y en una búsqueda de la salud y la calidad de vida a través de la práctica físico-deportiva pero, no solo con ella sino mediante la inclusión de aspectos biológicos, psicológicos y afectivo-sociales del individuo.

De este modo los programas de fitness actuales no solo buscan el rendimiento deportivo estricto sino que son planes de promoción de salud integral de individuo entendida desde todas las dimensiones que conforman su persona. Por tanto, desde esta perspectiva la práctica se diversifica y se expande intentando atender a las necesidades individuales, a los objetivos y características personales desde una perspectiva lúdica, segura y motivante que genere regularidad y constancia en la práctica (Meredith, 1988; Mahoney, 1993; Morrow y Gill, 1995). Ahondando en estos conceptos llegamos a una práctica físico-deportiva puesta al servicio del bienestar psíquico y social, desembocando el concepto de fitness en planteamientos que buscan un equilibrio entre componentes intelectuales, sociales, espirituales y físicos a través de los cuales se adquiere un bienestar general (Hellín, 2003).

El vínculo actual entre la salud y la condición física no es una idea antigua, sino un “matrimonio” reciente. La comunidad de Salud Pública norteamericana en la última década del siglo XX es la encargada de, a través de acciones políticas y pedagógicas, establecer nexos de unión entre la práctica de actividad física y la mejora y mantenimiento de la salud (Manidi, Dafflon-Arvanitou, 2002). A ello se unió la publicación de trabajos en las Conferencias Internacional sobre Actividad Física, Aptitud Física y Salud de 1988 y 1992 (Bouchard y col. 1990, 1994) que consolidaron suficientemente la evidencia científica de las óptimas relaciones entre actividad física, condición física y salud. En esas mismas fechas se desarrolla el modelo que asociaba la actividad física a la salud (Bouchard, Shepard y Stephens, 1993) teniendo en cuenta el nivel de actividad física habitual del individuo, su aptitud física y su estado de salud.

Paralelamente, los estudios han revelado que existe una correlación entre la falta de ejercicio y de aptitud física y un determinado número de patologías como obesidad, osteoporosis, dolores de espalda, enfermedades cardiovasculares, alteraciones del metabolismo de los glúcidos y lípidos o problemas psico-sociológicos (Jiménez, 2007). En este sentido, autores cómo Oja y Tuxworth (1995), afirman que la mayoría de las funciones fisiológicas correspondientes reacciona a la actividad física sostenida y regular porque el ejercicio físico estimula las capacidades funcionales del organismo, mejorando la aptitud física, lo que influye de forma muy favorable en la salud.

En consecuencia y cómo afirma Jiménez (2007), en base a toda la literatura especializada existente hoy en día, no tenemos ninguna duda al respecto, la condición física presenta una estrecha relación con la salud, determinada en cualquier caso por el nivel de actividad física regular de los sujetos. No obstante, existe alguna controversia a la hora de identificar cual de los dos factores es más determinante en la prevención de las enfermedades, la actividad física o la condición física (Hoyos, 2008).

Parece ser que la condición física está más fuertemente correlacionada con indicadores de salud que la actividad física (Myers, Kaykha y George, 2004). Sin embargo, ambos factores reducen el riesgo de muerte temprana (Blair y Brodney, 1999; Erikssen, 2001). En este sentido, autores como Hoyos (2008) encuentran que la mejora de la condición física está aún más relacionada con el descenso en el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares que la realización de ejercicio físico en sujetos jóvenes. Datos que son corroborados por otras investigaciones en individuos de edad avanzada como la de Jáuregui (2006).

En cualquier caso, como la mejora de la condición física se obtiene de la realización de ejercicio físico regular, la recomendación de actividad física parece más inmediata para personas sedentarias que la obtención de una forma física adecuada (Blair, Cheng y Holder, 2001). Sin embargo, parece interesante poder testar la condición física relacionada con la salud de las personas pues, valores elevados de estos parámetros indican altos niveles de profilaxis contra numerosas patologías. Por tanto, si es un hecho probado y conocido la relación entre condición física y salud, la siguiente cuestión será conseguir ponderar con corrección los niveles adecuados de dicha condición física saludable presente en los individuos. De este modo podremos valorar sus riesgos y, en consecuencia, prescribir programas de actividad físico-deportiva de manera adecuada a sus intereses y necesidades reales.

Una vez que determinamos la relación existente entre la condición física y la salud del individuo, el siguiente paso es plantear instrumentos que nos permitan cuantificar los niveles presentes de dicha aptitud en cada sujeto. En este sentido y cómo citan Ferrando, Quílez y Casajús (2000) debemos tener en cuenta que aunque la valoración de la condición física ha sido un aspecto que siempre ha preocupado al ser humano, no ha sido hasta el siglo pasado cuando han aparecido los primeros trabajos con un carácter científico.A ello se añade que las primeras indagaciones y mediciones se realizaron con una perspectiva de análisis basada en una condición física relacionada con el rendimiento deportivo y no será hasta la década de los 90 cuando los investigadores comienzan a fijarse en la vertiente saludable de la condición física.

Bovard, Cozens y Hagman, citados por García Manso, Navarro y Ruíz (1996), establecen una cronología inicial de las primeras incursiones que se producen en el ámbito de la medición de la condición física:

Tabla 1. Primeros estudios sobre la valoración de la condición física (Modificado de Manso, Navarro y Ruiz, 1996).

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

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De este primer periodo de valoración de la condición física cabe destacar algunas baterías que alcanzaron notable éxito en diferentes entornos entre las que fueron popularizadas (García Manso, Navarro y Ruíz, 1996). Entre ellas, los autores citan: en 1958, la Batería de la AAHPERD; en 1964, la Batería de Fleishman; en 1969, la Batería de la CAHPER; en 1970, la Batería de la ICSPFT; en 1980, el Test de Leuven Growth Study; en 1981, el Test de Condición Motora Moper; en 1983, el Test de Condition Motrice pour les Ecoler Finlandeses y el Test de AFROTC.

No obstante, no es hasta la segunda mitad de la década de los noventa del pasado siglo cuando aparecen instrumentos claramente orientados al ámbito de la aptitud física relacionada con la salud. Así, existen tres referencias actualmente en el mundo que merezcan ser mencionadas en el campo de la actividad física relacionada con la salud, tanto por su diseño, como por los estudios que las soportan (Jiménez, 2007):

  1. La Batería Eurofit para Adultos (Oja, Tuxworth, 1995).
  2. La CPAFLA, Canadian Physical Activity, Fitness and Lifestyle Appraisal (1996).
  3. La Health-Related Fitness Test Battery for Adults UKK (Suni y col., 1996).

Casi de manera paralela, también en nuestro país se recoge esta nueva tendencia de la aptitud física relacionada con la salud surgiendo iniciativas para su medición y valoración. Sin duda, la más significativa es la Batería AFISAL-INEFC, desarrollada en el año 1995 por el profesor Rodríguez y sus colaboradores Gusí, Valenzuela, Nácher, Nogués y Marina. Esta batería formó parte de un proyecto global denominado AFISAC (Actividad Física y Salud para adultos en Cataluña) elaborado en el INEFC de Cataluña en el periodo 1992-1995. Su objetivo era valorar la condición física saludable de la población participante en las distintas fases que conformaron el proyecto.

En 1998 se publican los antecedentes y el protocolo de aplicación de la batería (Rodríguez, Gusi, Valenzuela, Nácher, Nogués y Marina 1998) y posteriormente, a finales de ese mismo año 1998, salieron a la luz los estudios de fiabilidad, aplicabilidad y los valores normativos obtenidos sobre una muestra de 238 sujetos (Rodríguez, Valenzuela, Gusi, Nácher y Gallardo, 1998). Desde esa fecha, algunos estudios han utilizado la batería AFISAL-INEFC para testar la condición física saludable de distintas poblaciones de nuestro país. A los ya citados, elaborados por Rodríguez y sus colaboradores para construir y dotar de validez a su batería se suman los realizados posteriormente por Saavedra, Escalante, Pino, De la Cruz y Rodríguez (2006) sobre una muestra de 22 mujeres sometidas a un programa de aquerobic y por Domínguez (2006) sobre una muestra de 23 mujeres sedentarias a las que sometió a un programa de entrenamiento de 16 semanas.

Ya en el año 2008, Saavedra, Torres, Caro, Escalante, De la Cruz, Durán y Rodríguez vuelven a utilizar la batería AFISAL-INEFC en una muestra de 1.709 mujeres sanas con una media de edad de 52.6 años. En dicho estudio, los autores obtienen una relación significativa entre el nivel de condición física saludable y el nivel educativo de los sujetos, por lo que abogan por ampliar las políticas de promoción de la actividad físico-deportiva a sectores con baja cualificación.

Sin atender a la batería especifica utilizada, algunos trabajos se han centrado en el estudio de la condición física en población universitaria. Accioly (1983) compara el somatotipo de estudiantes universitarios con sus niveles de condición física realizando mediciones de esta mediante una batería de test con diversas pruebas: equilibrio, resistencia, potencia de tren inferior, resistencia abdominal y fuerza del tren superior junto con una prueba de natación. Posteriormente Madureira (1992), utiliza la batería AAHPERD en una muestra de 724 universitarios brasileños para medir sus niveles de condición física saludable proponiendo normas para que las universidades promuevan y estimulen la práctica de actividad físico-deportiva. Pak-Kwong (1995) relaciona, en una muestra de alumnado universitario, los niveles de autoestima del individuo y los parámetros que conforman su condición física testados mediante pruebas que valoraron su composición corporal, su resistencia cardiorrespiratoria, su fuerza y resistencia muscular y su flexibilidad. Solo obtuvieron relaciones significativas entre valores elevados de autoestima y de resistencia cardiorrespiratoria. En la misma línea, Chung (1995) también comprobó la relación entre la autoestima y parámetros de la condición física saludable de una muestra de 174 estudiantes universitarios varones en Hong Kong. Para ello midió su resistencia cardiorrespiratoria, su composición corporal, su fuerza muscular, su resistencia muscular y su flexibilidad. Como había sucedido en el estudio de Pak-Kwong (1995), solamente la resistencia cardiorrespiratoria fue un parámetro predictor de altos niveles de autoestima. Otros autores cómo Simpson, Brehm, Rasmussen, Ramsay y Probst (2002), estudiaron una muestra de estudiantes universitarios de primer ciclo, obteniendo que tanto en las medidas antropométricas como en los niveles de condición física se mantienen en rangos normales a estas edades. Sin embargo, también detectaron un incremento en las conductas de riesgo relacionadas con la salud que aparece en esta etapa de su vida: un aumento del consumo de alcohol y tabaco y un descenso en la práctica de actividad física regular. En ese mismo año Tremblay y Chiason (2002) comparan resultados de antropometría y condición física de población universitaria recogidos en su estudio del año 2002 con otros resultados recogidos en el año 1981. Dichos autores comprueban que en la década de los ochenta la aptitud muscular era mayor y la adiposidad menor que en la muestra del año 2002. En el año 2003, Connaughton, Hausenblas, Balog, Musto y Lovins estudiaron la relación entre el rendimiento académico y los niveles de condición física de los estudiantes universitarios, mediante una batería compuesta por mediciones antropométricas, pruebas de resistencia cardiovascular y de resistencia muscular. No encontraron evidencias significativas que relacionen ambas variables. En fechas más recientes, Loch, Honrad, dos Santos y Nahas (2006) realizaron un estudio sobre los niveles de condición física relacionada con la salud en universitarios como método para comprobar si es necesario desarrollar nuevas campañas de promoción de la salud entre esta población. En su investigación estos autores detectan que, en la mayoría de la muestra, al menos 3 parámetros de la condición física saludable son claramente mejorables. El estudio de Loch, Honrad, dos Santos y Nahas (2006) nos muestra como la medición de la condición física saludable en una población universitaria puede servir como referente para vislumbrar la necesidad de actuaciones relacionadas con la promoción de la actividad físico-deportiva.

2. Material y método

El objetivo de la presente investigación fue: Evaluar los niveles de condición física saludable existentes en el alumnado universitario gallego. El nivel de condición física es uno de los principales indicadores de la salud del individuo. Estudiando dichos niveles a través de una batería de condición física saludable (AFISAL-INEFC) podremos conocer cual es la salud potencial de los universitarios y, por lo tanto, cuales son las acciones que deberían llevarse a cabo en función de los resultados obtenidos a nivel de promoción de la salud.

Para la selección de las unidades muestrales se utilizó un muestreo polietápico, seleccionándose un total de 26 facultades (de los 7 campus) del sistema universitario gallego. Para la selección de dichas facultades se tuvo en cuenta tanto su localización geográfica (se visitó la totalidad de los 7 campus gallegos) como su tamaño o dimensión (atendiendo al número de alumnos/as y las áreas de conocimiento), tratando con ello alcanzar la mejor representatividad posible.

En cuanto a la selección de los individuos, éstos fueron abordados de forma accidental y con consentimiento previo. El tamaño de la muestra fue de 648 sujetos sometidos al protocolo de la Batería AFISAL-INEFC de medida de la condición física saludable. Las pruebas que componen dicho instrumento, son las nombradas a continuación:

  1. Cuestionario de aptitud para la actividad física (CAA-F).
  2. Valoración composición corporal (IMC, ICC y porcentaje graso estimado).
  3. Fuerza máxima de prensión.
  4. Equilibrio estático monopodal sin visión.
  5. Fuerza-resistencia abdominal.
  6. Flexibilidad del tronco (sit-and-reach).
  7. Fuerza explosiva del tren inferior (salto vertical).
  8. Prueba submáxima de predicción del consumo máximo de óxigeno (caminar 2km).

La totalidad del protocolo descrito tuvo una duración aproximada de 30 minutos para cada participante. Tras un exhaustivo proceso de revisión, fueron eliminados los datos pertenecientes a 26 sujetos por anomalías en la medición o un elevado número de preguntas no válidas en el cuestionario. La totalidad del trabajo de campo se llevó a cabo durante el mes de octubre del año 2008 de manera simultánea en las tres universidades gallegas.

3. Resultados

1. Cuestionario de aptitud para la actividad física (CAA-F) Este instrumento es un primer nivel de selección que discrimina a aquellos individuos “no aptos” para realizar las restantes pruebas de la batería. Por tanto, la totalidad de los individuos que componen la muestra respondieron negativamente a las 7 preguntas que conforman el cuestionario CAA-F indicando que no necesitan una revisión médica previa antes de enfrentarse al conjunto de pruebas de la batería. Todos los individuos que contestaron a una o más preguntas de manera positiva, fueron redirigidos a los servicios médicos de cada campus y excluidos del estudio.

2- Valoración composición corporal (IMC y perímetro de cintura).

Figura 1. Resultados de IMC en la muestra global.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

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Figura X. Resultados del perímetro de cintura en la muestra global.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

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3- Fuerza máxima de prensión manual

Figura X. Resultados de prensión manual en la muestra total.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

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4- Equilibrio estático monopodal sin visión.

Figura X. Resultados de equilibrio monopodal en la muestra total.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

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5- Fuerza-resistencia abdominal

Figura X. Resultados de Fuerza Resist. en la muestra total.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

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6- Flexibilidad del tronco

Figura X. Resultados de flexibilidad de tronco en la muestra total.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

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7- Fuerza explosiva del tren inferior

Figura X. Resultados de fuerza explosiva del tren inferior en la muestra total.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

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8- Prueba submáxima de predicción del consumo máximo de oxigen

Figura X. Resultados de fuerza explosiva del tren inferior en la muestra total.

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 1

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4. Discusión

El presente estudio ha analizado por primera vez en población universitaria española, los niveles de condición física relacionada con la salud utilizando la batería AFISAL-INEFC. Es evidente que el nivel de comparabilidad de los resultados estará condicionado por el grado de equivalencia entre los diseños y, sobre todo, los instrumentos utilizados. Dado que en nuestro país aún no hay estudios publicados que utilicen dicha herramienta sobre población universitaria y tampoco otros que utilicen otras baterías de condición física saludable con pruebas equivalentes, la discusión de nuestros resultados se basará en la comparación con estudios internacionales.

    1. Los niveles de IMC promedio de la muestra estudiada se encuentran dentro del “rango normal” (entre 18,5 y 24,9), valores muy similares a los encontrados en otros estudios con población universitaria española (Molina, 2007; Martínez, 2008) o población universitaria internacional (Simpson, Brehm, Rasmussen, Ramsay y Probst, 2002; Tremblay y Chiasson, 2002; Loch, Konrad, dos Santos y Nahas, 2006).
    2. Un 43% de los alumnos universitarios que compusieron la muestra reflejan niveles “bajos” o “muy bajos” de fuerza de prensión manual. Aunque utilizando otro tipo de prueba (flexión-extensión de miembro superior), los datos obtenidos por autores como Tremblay y Chiasson (2002) o Loch, Konrad, dos Santos y Nahas (2006) en una población similar, no arrojaron cifras tan deficitarias en esta capacidad. De este modo, parece que esta es una faceta a mejorar en la población estudiada.
    3. Los resultados obtenidos en la prueba de fuerza resistencia abdominal han sido abrumadoramente elevados en las tres universidades. Estos valores son superiores a los recogidos en otros estudios con población similar aunque utilizando otro protocolo de ejecución (Loch, Konrad, dos Santos y Nahas, 2006).
    4. El 63% de los alumnos/as que realizaron la prueba de flexibilidad de tronco obtuvieron valores “bajos” o “medios”, datos similares a los recogidos en el estudio de Konrad, dos Santos y Nahas (2006).
    5. La prueba de fuerza explosiva del tren inferior es la que ha recogido valores más deficientes en la muestra objeto de estudio. El 63% de universitarios solamente ha alcanzado niveles “bajos” o “muy bajos” en dicha prueba.
    6. El 67% de la muestra de alumnos universitarios se estableció en valores “medios” o “altos” en la prueba de predicción del consumo máximo de oxigeno. Estos datos son similares a los recogidos en estudios cómo los de Simpson, Brehm, Rasmussen, Ramsay y Probst (2002) o Tremblay y Chiasson (2002) y ligeramente superiores a los obtenidos por Loch, Konrad, dos Santos y Nahas (2006).
    7. Los alumnos universitarios que componen la muestra han presentado valores deficitarios sobretodo en las pruebas de “fuerza de prensión manual”, “fuerza explosiva del tren inferior” y “flexibilidad del tronco”. En el estudio de Loch, Konrad, dos Santos y Nahas (2006) estas variables deficitarias fueron “flexibilidad del tronco” y “consumo máximo de oxigeno”.

 

5. Conclusiones

Nuestro estudio ha pretendido arrojar un poco de luz sobre la realidad de la práctica físico-deportiva en el sistema universitario gallego cómo medio de reflexión sobre las intervenciones futuras vinculadas a la promoción. La institución universitaria tiene una gran responsabilidad en la transmisión y consolidación de hábitos saludables entre su alumnado y, a medio plazo, en el conjunto de la sociedad. Dicha potencialidad, hace imprescindible la necesidad de conocer la realidad actual de la práctica físico-deportiva en la comunidad universitaria gallega como instrumento vital para generar políticas de promoción acertadas y adecuadas que optimicen los recursos limitados disponibles. Es esta la verdadera intención de nuestro estudio; contribuir al conocimiento veraz de la práctica físico-deportiva del alumnado universitario gallego. De los resultados obtenidos se genera una conclusión general del estudio:

La mayoría de universitarios gallegos presenta niveles deficitarios de condición física saludable, al menos, en tres de sus componentes. Los tres componentes más deficitarios son: la “fuerza de prensión manual”, la “flexibilidad de tronco” y la “fuerza explosiva del tren inferior”. De ello se deriva la necesidad de implementar los medios necesarios desde los servicios deportivos universitarios para, mediante la práctica regular de actividades físico-deportivas, incrementar los niveles de condición física saludable del alumnado universitario gallego.

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