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7 May 2009

Reflexiones sobre la teoría y practica de la acción motriz

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Aunque a primera vista el concepto “Acción Motriz” pueda parecer que posee un significado claro y preciso que remite al aprendizaje de los aspectos técnicos, tácticos y reglamentarios de una o varias modalidades deportivas, en realidad es una expresión bastante más compleja cuyo sentido rebasa ampliamente el mero aprendizaje de tales aspectos.

 
Autor(es): Arturo Diaz Suarez.
Entidades(es):Facultad de Ciencias del Deporte Universidad de Murcia. España
Congreso: V Congreso nacional de las ciencias del deporte y la educación física
Pontevedra– 7-9 de Mayo de 2009
ISBN: 978-84-613-1660-1
Palabras claves: Reflexiones, teoría y practica , acción motriz

Resumen

Aunque a primera vista el concepto “Acción Motriz” pueda parecer que posee un significado claro y preciso que remite al aprendizaje de los aspectos técnicos, tácticos y reglamentarios de una o varias modalidades deportivas, en realidad es una expresión bastante más compleja cuyo sentido rebasa ampliamente el mero aprendizaje de tales aspectos. En primer lugar, dicha expresión lleva implícita la existencia de un aprendizaje, y muchos estudios y análisis han puesto de manifiesto que los procesos de enseñanza y aprendizaje no son neutros, sino que se sustentan en unos principios ideológicos sobre el hombre y la sociedad, los cuales determinan la elección de unos u otros objetivos, orientan la enseñanza, y, de manera explícita o latente, favorecen la transmisión de unos determinados valores y actitudes. En segundo lugar, tal aprendizaje se refiere a una práctica sociocultural.

INTRODUCCION

Aunque a primera vista el concepto “Acción Motriz” pueda parecer que posee un significado claro y preciso que remite al aprendizaje de los aspectos técnicos, tácticos y reglamentarios de una o varias modalidades deportivas, en realidad es una expresión bastante más compleja cuyo sentido rebasa ampliamente el mero aprendizaje de tales aspectos. En primer lugar, dicha expresión lleva implícita la existencia de un aprendizaje, y muchos estudios y análisis han puesto de manifiesto que los procesos de enseñanza y aprendizaje no son neutros, sino que se sustentan en unos principios ideológicos sobre el hombre y la sociedad, los cuales determinan la elección de unos u otros objetivos, orientan la enseñanza, y, de manera explícita o latente, favorecen la transmisión de unos determinados valores y actitudes. En segundo lugar, tal aprendizaje se refiere a una práctica sociocultural. El deporte, dista mucho de tener un significado y sentido unívoco y preciso, cumple diversas funciones sociales, a veces de manera contradictoria, presenta múltiples realidades, y en todas ellas subyace una forma de entender, presenciar y realizar dicha práctica. Conviene, por tanto, reflexionar para conocer los parámetros que configuran la realidad de la práctica deportiva.

Desde la concepción educativa del deporte, el eje que vértebra todo el proceso de ense­ñanza-aprendizaje es el alumno y no el deporte, es decir, no se trata tanto de “aproximar” el alumno al contenido deporte, en el sentido que dicho alumno adquiera el dominio en unas técnicas y destrezas específicas, como de “acercar” el deporte al alumno, en el sentido que el mismo alumno vea favorecido su desarrollo por medio de la práctica deportiva.

Es una realidad que el deporte presenta unas características propias, inherentes a su esencia como contenido específico, que le confieren un “potencial” valor educativo. Ahora bien, en el marco de la educación , el deporte se considera educativo siempre que el proceso de enseñanza-aprendizaje se desarrolla bajo unos fines educativos. Dichos fines educativos tienen como función última el facilitar el desarrollo del alumno. En los currículos del Área de Educación Física, se dice: “Para constituir un hecho educativo, el deporte ha de tener un carácter abierto, sin que la participación se supedite a características de sexo, niveles de habilidad u otros criterios de discriminación, y debe asimismo realizarse con fines educativos, centrándose en la mejora de las capacidades motrices y de otra naturaleza, que son objeto de la educación, y no con la finalidad de obtener un resultado en la actividad competitiva”. Creo que nunca un verdadero educador pondrá en duda el valor del deporte como medio educativo, de recreación o esparcimiento y para acrecentar o mantener la salud. La unión entre teoría y práctica es fundamental, si olvidamos la teoría, se corre el riesgo de ser meros ejecutores de ordenes y poco se puede innovar sin una teoría que sustente una practica ordenada y con unos objetivos bien definidos. Si bien tenemos que tener presente que por medio de la practicas entenderemos mucho mejor los planteamientos teóricos de nuestros estudios. (Muller, 1976) afirma que la educación es acción y contacto donde la práctica es el campo de actuación de la teoría. Partiendo de estas premisas y atendiendo a los nuevos curriculum la teoría y práctica de la accion motriz, debe atender fundamentalmente al estudio del niño/a, características del deporte y métodos de aplicación. Si nos atenemos a los diseños curriculares y buscamos una serie de actividades que tengan una relación directa con los distintos bloques de contenidos, tendremos que partir del planteamiento del trabajo de habilidades básicas, agrupándolas para facilitar el proceso de nuestros alumnos. Ejemplo: Pases, recepciones, lanzamientos Botes, impactos, golpeos, paradas. Conducciones, manipulaciones. Un segundo aspecto seria el trabajo lúdico motriz, donde planteamos las practicas en torno al juego con relación a: El cuerpo. El móvil. El tiempo. El espacio.

Posteriormente buscaremos la aplicación de distintas técnicas que desde el punto de vista de la conducta motriz, la apliquemos a distintas situaciones motrices. Para terminar veremos algunos ejemplos de juegos deportivos desde la óptica de la clasificación de P. Parlebas en cuanto a la incertidumbre. Debemos tener claro que la enseñanza supone formas continuas de adaptación y de relación del alumno/a con el entorno de las destrezas deportivas. En las acciones motrices debemos plantearnos un enfoque más relacional donde la funcionalidad del alumno/a no sea independiente a las propiedades del medio, instrumento, compañeros, adversarios, etc. El docente de educación física con respecto a la accion motriz debe adquirir una comprensión clara y precisa de los aspectos de percepción y decisión y de las condiciones que la influencian atendiendo a tres vías de actuación:

1ª.- La enseñanza orienta hacia los objetivos. 2ª.- Estudio científico del deporte. 3ª.- Conexión entre teoría y práctica.

Partiendo de estas premisas la enseñanza deportiva debe atender fundamentalmente al estudio del niño/a, características del deporte, objetivos, métodos de aplicación (Lasierra y Lavega 1993). Es fundamental que cambiemos la forma de actuación en la enseñanza deportiva dando especial atención al proceso y realizarlo con transferencia a situaciones reales de actuación por medio del juego global y progresivo para llegar al deporte jugado. La propuesta de proceso de formación en la que estamos trabajando en la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de Murcia, es la siguiente:

1.- Formas básicas de movimiento. 2.- Proceso lúdico motriz. 3.- Experiencia motriz especifica. 4.- Juegos deportivos.

1.- FORMAS BÁSICAS DE MOVIMIENTO.

Aprender sugiere que existe un cambio. Este cambio tiene lugar en la habilidad de uno para conocer algo, percibir algo o hacer algo, y el propio término aprender sugiere también que cualquiera que sea el cambio habido, no es debido a la casualidad. Por el contrario, a mayor aprendizaje la acción será más estable y predicible. En consecuencia, para ir mejorando es necesaria la práctica, especialmente una buena práctica. Las investigaciones realizadas en el área de educación fisica y hasta cierto punto con el proceso continuado del desarrollo de las habilidades, han aportado pruebas de que los fenómenos del crecimiento físico se manifiestan en modelos evidentes de comportamiento, estos muestran un desarrollo progresivo que parten de la cabeza a través del tronco siguiendo una dirección céfalo – coxal y de ahí continua hacia las extremidades; de lo global a la individualización de las partes, resultando una integración final de las partes en el conjunto. Se asume que el desarrollo del comportamiento motor es gobernado por las mismas leyes que controlan el crecimiento físico. A partir de aquí se puede esperar en los actos motores que el grado de habilidad para cualquier etapa del proceso de desarrollo dependerá de un mínimo de coordinación neuromuscular para la ejecución de dichos actos. La progresión hacia niveles mas altos de ejecución de actividades motrices se conseguirá a través de practica y la intervención educativa, existiendo una relación directa entre el grado de maduración alcanzado con el control, dominio y coordinación de la actividad.

La accion motriz no podemos analizarla únicamente desde el punto de vista biológico, sino que debemos asumir la repercusión que la misma posee sobre todas las dimensiones del ser humano. Los alumnos son individuos con especiales características (no hombres en miniatura), en los cuales el movimiento es un elemento natural de vital importancia en la conquista del medio ambiente y en la formación de su personalidad. La accion motriz representa un fundamento y una condición importante, no sólo para el desarrollo físico, sino también para el desarrollo intelectual y socioafectivo. Cualquier limitación o descuido del aspecto motor tiene efectos duraderos en las demás dimensiones de la personalidad; por el contrario, si incentivamos, organizamos y dirigimos temprana y adecuadamente la actividad motriz del alumno, estimularemos el desarrollo multilateral de su personalidad. El movimiento, cualquiera sea su forma de presentación: tarea motora, juego, deporte, danza, o cualquier otra forma del mismo, constituye en nuestra área el medio o los medios para la educación, pero nunca será un fin. No debemos centrarnos en conseguir ejecuciones correctas y/o resultados deportivos, sino que es preciso permitirle al alumno que conozca y experimente sobre sus propias dificultades y descubra, ayudado por nosotros, las mejores soluciones para él; lo cual redundará en beneficio de su autoafirmación. La sociedad ha conferido hoy, a la actividad fisica y al deporte, en sus manifestaciones recreativas, educativas o competitivas, una función trascendente para la preservación y desarrollo de la salud del ser humano, por esta razón el deporte debe manifestarse como una forma de cultura, de educación y de promoción de salud, en sus máximos objetivos.

En las formas basicas de movimiento buscamos actividades que abarcan toda la experiencia de habilidades perceptivas y habilidades básicas, desde un punto de vista globalizador y funcional, nos servirán como punto de partida, para poder lograr nuestros objetivos. Tenemos que trabajar para desarrollar una educación integral de la persona, mediante la utilización optima de sus capacidades motrices. Utilizaremos con criterio básico, la globalización utilizando los mecanismos de la cadena sensoro – motriz. Sensorial —– Percepción. Cognitiva —– Decisión. Efectora —–Ejecución. Asi el proceso de insrtuccion ha de ser pedagogico y coherente y para alcanzar los objetivos propuestos habra que proceder al ajuste de tareas o situaciones pedagogicas de modo especial en cada ciclo educativo.Es logico pensar que las tareas a realizar vendran definidas por el analisis de las caracteristicas de los alumnos y alumnas

2.- PROCESO LÚDICO MOTRIZ.

La obligación de la educación es preparar, de un modo eficaz, a los alumnos para dar respuesta a los cambios que se producen en una sociedad variable. La pedagogía de las acciones motrices, el diagnóstico y el cultivo de la misma, es un objeto capital de toda formación. El cambio constante y acelerado que experimenta la sociedad, demanda preparar al alumnado para que se conviertan en personas que resuelvan situaciones imprevistas con la mayor creatividad. Por lo que su preparación deberá incluir como aspecto novedoso y relevante, elementos para un adecuado desarrollo de las acciones motrices.

Desde el ámbito educativo y, concretamente, a través de la Educación Física se debe potenciar la motricidad del YO personal e individual con sus posibilidades y limitaciones. Para ello, se debe potenciar su capacidad de creatividad motriz.

El juego tiene un papel fundamental en esta etapa. Los alumnos/as lo entenderán como la forma más natural de realizar actividad física, si tenemos asumida la situación anterior podemos colocar a nuestros alumnos/as ante la necesidad de relacionarse y resolver distintos problemas que podamos plantearnos y si tenemos presente que el juego será reglado, tendrá que existir comunicación y estrategia donde nosotros lo plantearemos en torno al propio cuerpo, el móvil, el tiempo y el espacio. Lasierra y Lavega (1993) plantean un Período de coordinación y cooperación ludomotriz. Este período podría corresponder a los niños cuyas edades oscilan entre los 6 y 12 años. Los sujetos inician una paulatina coordinación práxica gracias a que empieza a tolerarse un sistema simple de reglas. Aparece la noción de competición y de comunicación motriz, hecho que va a facilitar el desarrollo del juego sociomotor, en detrimento del juego egocéntrico sumamente individualizado. Hasta ahora el niño centraba toda su atención en su cuerpo, a partir de estos momentos podrá organizar su actuación basándose en el balón (móvil) o en otra persona, Le Boulch, 1991 (en Lasierra y Lavega, 1993). Las reglas básicas cobran interés sobre los 8 años, momento en el que pueden ser comunes incluso a niños que procedan de distintos entornos. En esta fase, también son capaces de entender la existencia de distintos roles en los deportes colectivos. En esta etapa se está en el período denominado por Parlebas (1988) el dilema de los jugadores (caracterizado por sus múltiples dudas respecto a la coordinación motriz entre los participantes). Blazquez (1995) denomina a esta etapa Toma de Contacto con las Prácticas Deportivas que corresponde con una iniciación deportiva generalizada. Sin restar importancia a cualquiera de los otros momentos del proceso de iniciación, este período constituye un punto clave por las consecuencias posteriores. La finalidad más importante es poner al niño/a en contacto con la actividad deportiva

Los juegos para iniciación en procesos ludico motrices. Es una forma de didáctica de la iniciación deportiva donde el juego se transforma, mediante adaptaciones de su reglamento, en juegos más sencillos que progresivamente se van acercando más a la situación habitual de juego.        Las actividades de enseñanza tenderán a ampliar los conocimientos del alumno en la gama más amplia de juegos de manera que pueda elegir, no en función del peso social de cada uno de ellos, sino en función de sus aptitudes e intereses. En esta etapa ha de primar la diversificación sobre la profundización en tipos de actividades deportivas.

3.- EXPERIENCIAS MOTRICES ESPECIFICAS.

Las experiencias motrices general como forma de despegue educacional, considera la necesidad de una estimulación racionalmente dirigida en función de la iniciativa, la espontaneidad, la autonomía, en un clima de respeto y de libertad responsable. Facilitar un adecuado crecimiento, maduración y aprendizaje, construir una base rica y amplia, de uso presente y futuro y permitir la transferencia para la formación motriz específica, como forma de enfrentar el deporte con mayores alternativas de éxito y con una amplia disponibilidad de recursos, aplicables a todos los ámbitos motrices de la vida. Sin la construcción de las habilidades motoras básicas, le será al niño y al adolescente muy difícil construir habilidades motoras más complejas, como las del ámbito deportivo. Las acciones motrices seran de caracter múltiple, ya que afecta al individuo íntegramente en todo su ser, sentir, pensar y actuar, y es un proceso dinámico, porque el camino que se recorre no es lineal, implica crisis, paralización, retrocesos, avances y saltos cualitativos. La “accion motriz” no es sólo el entrenar a los niños para la competición, sino una acción dirigida al desarrollo y control de las capacidades motrices del niño, por lo tanto no se puede reducir solo a la adquisición de unos automatismos por necesarios que estos puedan parecer.

Hernández Moreno cita a L. Theodorescu en Análisis de la Estructura del Juego Deportivo (1994), diciendo que debemos entender la técnica. Nosotros, al considerar a la técnica como uno de los parámetros definidores o determinadores de la acción de juego de los deportes, lo hacemos desde la perspectiva en que la misma está integrada como un todo en el proceso estratégico en el sentido en que lo hace L. Theodorescu, cuando dice que las acciones individuales constituyen procedimientos técnicos integrados que tienen una estructura especifica, que se desarrolla bajo la égida de un proceso diferenciado de pensamiento, al que llama convencionalmente pensamiento estratégico. Con esta explicación de la acción técnica, comprobamos que la misma se sitúa en un contexto mucho más amplio y significativo, alejado en gran medida de la interpretación mecánica de la acción motriz, situándose por tanto, en el ámbito en el que la comunicación motriz juega un papel primordial. Por otro lado asumimos los términos de competencia motriz como indica Ruiz Pérez en su fonográfico (Competencia Motriz 1995). Como llegar a ser competente supone desarrollar la capacidad de adaptación y producción motriz necesaria para ajustarse a las demandas del medio. En nuestra concepción de la competencia motriz se decantan que ser competente implica ser capaz de producir múltiples y variadas respuestas. Buscaremos por medio de análisis graduados y adaptados a los factores que condicionan el aprendizaje motor: grado de madurez, experiencias motrices previas y transferencias positivas, el desarrollo de los siguientes apartados: – Entrenamiento general de los elementos que participan en el deporte, conocimiento y comprensión del juego. Se deben conocer, objetivos generales, funcionales del juego, medio donde se desarrollan, etc. – Aprendizaje lúdico donde se conozca habilidades propias del deporte. Se deben ir aplicando destrezas aisladas o tareas de menos a mayor complejidad, de gran componente lúdico. – Deportes adaptados con inclusión de algunas reglas para el desarrollo de destrezas del deporte.

4.- JUEGOS DEPORTIVOS.

Han sido muchas y controvertidas las opiniones acerca de la validez pedagógica de este tipo de juegos. La paradoja consiste en que la presentación del juego es la misma para cualquier caso, solamente como apuntábamos hallamos diferencias en el objetivo que se persiga, no en la dinámica del juego. Un simple análisis motor no deja dudas de que los juegos de tipo específico contienen los problemas más elemen­tales de la estrategia deportiva (cruces, permutas, tijeras, rotaciones, aclarados, ocupa­ciones y desocupaciones de espacios, etc.), y que definan y persigan tal o cual situa­ción. pero lo verdaderamente cierto es que los jugadores educarán, indefectiblemente, unas aptitudes y adquirirán unos dominios, lo que nos lleva más a un problema de método que de fondo. o lo que es lo mismo, de contenidos.

El juego es una actividad que genera placer y que, como medio educativo, desarrolla ciertos aspectos de la personalidad del niño:

–         Dimensión motriz: factores, perspectivas, de ejecución, coordinación motriz. –         Dimensión cognoscitiva: observación, análisis, interpretación y resolución de problemas para el juego. –         Nivel afectivo: descubrimiento del otro, aprendizaje social.

En los juegos colectivos sólo se consideran las reglas más importantes, mien­tras que en los deportes reducidos se tienen en cuenta todas las reglas, excepto las de muy compleja ejecución. La intención educativa técnico-táctica, que está presente en los deportes redu­cidos. es mínima en los juegos colectivos. El espacio y el tiempo de juego, que son flexibles en los juegos colectivos, no son susceptibles de cambio en los deportes reducidos.

Para que los efectos de transferencia resulten óptimos entre la situación y la realidad, es necesario que los ejercicios se caractericen como una situación simplifi­cada, pero no empobrecida, y que posean unas estructuras semejantes a las de la actividad global, es decir, que su contenido revele el máximo de elementos caracterís­ticos de la realidad concreta.

No obstante su potente riqueza, en el alcance y en la comprensión de todos los contenidos de este grupo de juegos, en su identidad e impor­tancia, desde nuestro punto de visto, resaltan dos rasgos fundamentales: 1.       Apelar a la cooperación entre los elementos de un mismo equipo para vencer la oposición de los elementos del equipo adversario. Entendiendo la cooperación como un modo de comunicar a través de la utilización de sistemas de referencia comunes, que en nuestro caso son esencialmente de naturaleza motora (noción de equipo). Para cooperar y vencer la oposición de los adversarios se debe de­sarrollar en los practicantes el espíritu de colaboración y de ayuda, pudiendo el juego constituirse como un campo privilegiado para que los practicantes expriman su individualidad, manifiesten sus ca­pacidades y simultáneamente aprendan a subordinar los intereses personales a los intereses del equipo. 2        Apelar a la inteligencia, entendida como la capacidad de adap­tación a nuevas situaciones, esto es, en cuanto o la capacidad de elaborar y generar respuestas adecuadas a los problemas apareci­dos por las situaciones aleatorias y diversificadas que ocurren du­rante el juego (noción de adaptabilidad). El problema fundamental de los JDC, de acuerdo con Gréhaigne & Guillon (1992), puede ser enunciado de la siguiente forma: en una si­tuación de oposición los jugadores deben coordinar las acciones con la finalidad de recuperar, conservar y hacer avanzar la pelota, tenien­do como objetivo crear situaciones finales y marcar el gol o punto. To­mando como base esta descripción

Los JDC son actividades ricas en situaciones imprevistas a las cuales el individuo que juega tiene que responder. El comportamiento de los ju­gadores está determinado por la interrelación compleja de varios fac­tores (de naturaleza psíquica, físico, táctico, técnica, etc.. En esta medida, deben los jugadores resolver situaciones de juego que, dadas las diversas configuraciones, exigen una elevada adaptabilidad, especialmente en lo que respecta a la dimensión táctico-cognitiva.

En este apartado seguiremos la clasificación de los juegos deportivos de P. Parlebas (1981), que citado por Hernández Moreno (Análisis de las estructuras del Juego Deportivo. 1994) dice: El principio o criterio que preside la elaboración de la clasificación de Parlebas, P.(1981), consiste en considerar a toda situación motriz como un sistema de interacción global entre un sujeto actuante, el entorno físico y el/los otro/s participante/s eventuales.

En esta clasificación el practicante no esta considerado como un individuo aislado de un contexto, sino que el criterio pertinente es el que testimonia una puesta en relación del sujeto actuante, por una parte con el medio y por otra parte con otra u tras personas. El factor clave, presente en toda situación, es la noción de incertidumbre (inseguridad, inquietud, variabilidad), con lo que la dimensión informacional toma una importancia de primer orden. Atendiendo a los juegos deportivos como psicomotrices (alumno/a actúa solo), oposición (alumno/a actúa contra un oponente), cooperación (alumno/a colabora con otro) y cooperación -oposición (alumno/a con compañeros y adversarios). Por lo tanto debemos buscar la integración en situaciones básicas de aplicación. Aplicar el juego con objetivos generales y específicos. Desarrollo de la actividad teniendo en cuenta las etapas evolutivas. Progresión y adecuación de las dificultades en los juegos y deportes empleados. Predominio del aspecto inteligencia (pensamiento táctico) del juego y el deporte. Búsqueda de elementos y transferencia entre los juegos y deportes. Idea de la situación real del juego (o su próxima), desde edades tempranas (uno contra uno; tres contra tres …) es decir, la esencia del propio juego. Como resumen a este método, se trataría de proponer situaciones altamente participativas, en las que los iniciantes sean capaces de analizar y solucionar situaciones tácticamente concretas que les proporciona al propio juego o deporte.

Que pretendemos: La progresión y adquisición de la formación integral no es una fase apartada o aislada de los demás, sino que se forma a los largo de las etapas anteriores, y si se desarrolla adecuadamente se consigue: afirmación de la personalidad a adquisición de un propio estilo. Es una fase plena de carácter educativo y por tanto va a existir una relación directa entre profesor – alumno. Las programaciones van a materializar en la interacción docente – discente una serie de criterios didácticos. Para poder llevar a cabo los objetivos, es indispensable como punto de partida una serie de referencias que en conjunto delimitarán las reglas del juego, a las que habrá que atenerse. El desarrollo de una manera integral de las posibilidades de utilización optima de las capacidades motrices del individuo nos lleva a establecer un principio básico de globalización. Según este el desarrollo debe tender, poner énfasis en las percepción, decisión – ejecución, ya que la vida real propone un muchas ocasiones problemas de este tipo; al igual que en el deporte.

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