Propuesta de formación del entrenador en Baloncesto. Aplicaciones prácticas.
Resumen propuesta de formación del entrenador en Baloncesto
El objetivo del presente trabajo es investigar y comprender en profundidad los itinerarios utilizados por los entrenadores de baloncesto, desde su iniciación hasta llegar a ser expertos en su disciplina. Para ello, se han entrevistado a 8 entrenadores de formación, considerados expertos en baloncesto de acuerdo a los estándares establecidos en la literatura (Ericsson et al., 1993; Schinke, Bloom y Salmela, 1995; Salmela, 1995; Hauw y Robin, 1997; Ruiz y Sánchez, 1997; Pérez, 2002; Moreno y Del Villar, 2004; Castejón, 2004;…) , mediante entrevistas semiestructuradas (Pujadas, 1992; Sánchez, 2002). Los resultados muestran que la autoformación se encuentra siempre presente y es la base del desarrollo de la pericia del entrenador. Además, los entrenadores destacan que, a lo largo de todo su proceso formativo, siempre debe existir la ilusión, la reflexión y el compromiso hacia el deporte, así como hacia los jugadores como cimientos de todos los conocimientos posteriores. Por último, se observa que i) la heteroformación, a partir de las experiencias de otros entrenadores, destacando en ella como vía fundamental el “Mentoring”; ii) la interformación, valorando sobre todo el intercambio de información dentro de “grupos de tertulias” específicas entre entrenadores; y iii) la observación de otros entrenadores son prioritarios para alcanzar ese nivel de excelencia como entrenadores.
1. INTRODUCCION
El principal objetivo de esta investigación es comprender cómo ha sido el recorrido vital de los profesionales para conseguir los máximos desarrollos de excelencia en su campo, en nuestro caso, esta investigación se desarrollará en el ámbito del baloncesto, mientras otras personas haciendo aparentemente lo mismo no lo consiguen. Y, en función de esto, establecer propuestas de formación para que otros puedan intentarlo. Hemery (1991, en Sánchez, 2004) comenta que “…, debemos estudiar a los mejores y conocer cómo se puede favorecer que otros puedan llegar a serlo” (p. 1). Partiendo de esta idea principal, encontrar propuestas estables que determinen la excelencia en los entrenadores de baloncesto nos permitirá aumentar la calidad de nuestro deporte en diferentes aspectos como los entrenadores, los entrenamientos y, por tanto, en los jugadores. Buscamos una formación más eficiente de los entrenadores para alcanzar altos grados de pericia. No obstante, debemos señalar que las investigaciones actuales sobre el desarrollo de la pericia se están centrando principalmente en el desarrollo de la pericia de los jugadores (Bloom, 1985; Fioresse, 2001; Sánchez, 2002,…), dejando de lado a los entrenadores, a pesar del papel relevante que se les otorga en formación de los deportistas.
2. MARCO TEÓRICO
2.1 El Entrenador Cualquier profesional que se precie y tenga la aspiración de querer ser mejor en su campo, tiene la obligación de estar bien formado y, por supuesto, en este sentido, el campo del baloncesto y del entrenador no es una excepción. Esta obligación no se refiere a limitaciones económicas ni temporales, si no fundamentalmente hacer referencia al compromiso que exige a un entrenador estar lo mejor formado posible, simplemente porque está influyendo en la vida diaria de personas (Giménez, 2003). El entrenador, hoy en día, destaca como un factor clave en el rendimiento de un equipo. Así, Delgado (1994, p.8), argumenta que “existe una coincidencia generalizada en que un factor determinante para que el deporte alcance cotas satisfactorias de calidad radica en el entrenador. Éste tiene que tener una sólida formación académica y profesional, una elevada capacidad de reflexión sobre su práctica (análisis del entrenamiento), una profunda convicción de la validez del trabajo colectivo y que se adapte a los avances del conocimiento científico, técnico y profesional del entrenamiento deportivo”. El entrenador ha pasado de ser una figura que, en muchos casos, ni siquiera existía a ser un gestor de un equipo de trabajo, de jugadores,… Moreno y Del Villar (2004), conciben al entrenador como el máximo responsable del grupo deportivo y director del mismo durante el proceso de entrenamiento y competición, por lo que debe poseer una formación específica que le permita realizar sus funciones de manera óptima. Se observa que la mayoría de los autores expertos en este tema, inciden en la importancia de la formación del entrenador. Sin embargo, es preciso considerar que no sólo debemos entender al entrenador como un “estudioso” de su deporte. El entrenador debe dominar gran cantidad de campos de actuación y, más allá de dicho conocimiento didáctico o técnico, en la actualidad, se exigen otro tipo de conocimientos relacionados con la gestión de los recursos humanos, con la psicología, con los principios del aprendizaje, con la teoría del entrenamiento, etc. ya que, en todo grupo humano tiene que haber alguien que establezca las metas comunes, indique el camino y los métodos que deben seguirse, marque los roles correspondientes a cada uno de los integrantes del grupo, active emocionalmente a los deportistas para que cumplan con las metas prefijadas y elimine los posibles problemas que puedan surgir. La figura que necesariamente debe llevar a cabo todas estas funciones es el entrenador (Mendelshon, 2000). Además, al entrenador le corresponde incidir en el desarrollo integral de su personalidad, principalmente cuando hablamos de formación. Tal y como señala Baur (1993, p.18), “la ayuda personal a los atletas adolescentes y la creación de un ambiente extradeportivo lo más favorable para el deportista están dentro de las obligaciones del entrenador”. 2.2 El entrenador experto en formación. La excelencia es “sobresalir por encima de los demás” (Ruiz y Sánchez, 1997, p.226). Para varios autores, todos podemos llegar a ser excelentes con unas expectativas personales bien planteadas y con gran dedicación. Podemos entender que la expresión experto “denota tiempo, trabajo y correcta tutoría y supervisión técnica, aunado con la voluntad de la persona por querer llegar a lo más alto y el conocimiento necesario para lograrlo, lo que conduce a la pericia”. (Ruiz y Sánchez, 1997, p. 236). Giménez (2003) establece que las principales características que debe poseer un gran entrenador de formación son: trabajador, líder, educador, entusiasta, conocimiento del juego, imparcial,… Es destacable que en esta definición no se menciona en ningún momento la competición o el resultado. La mayoría de las investigaciones intentan determinar el éxito desde el alto rendimiento. Así, Thomas (1994; en Sánchez, 2002), subraya que la más fácil definición de experto es ser ganador. Por tanto, en el ámbito de la alta competición, se entendería que el experto es el que gana. No obstante, en formación, es conveniente precisar que el análisis del entrenador experto puede ser algo problemático si son juzgados por sus derrotas o por sus victorias en la competición, con lo que la definición de entrenador experto basada en el resultado crea un alto grado de incertidumbre (Coakley, 1994; en Horton, 2003). Grandes entrenadores son considerados expertos por ganar, pero las victorias y las derrotas no son los mejores indicadores de las habilidades del entrenador. Se observa por lo tanto, que el proceso de llegar a ser experto en formación está directamente unido a variables como formación, entusiasmo, tiempo, cantidad y calidad de trabajo, sabio, liderazgo, gestor grupos humanos… Lo que nos lleva a estar de acuerdo con determinados especialistas que afirman del experto que es necesaria la coincidencia de numerosas variables para que una persona alcance este grado de excelencia (Ruiz y Sánchez, 1997; Abraham y Collins, 1998; Singer y Janelle, 1999; Sánchez, 2002; Walsh, 2004). Aún así, Abraham y Collins (1998), citando a Cratty (1988), señalan que no existe un modelo único y adecuado de entrenador o metodologías que aseguren el éxito en el entrenamiento. 2.3 La formación del entrenador En cuanto al proceso de formación que les ha llevado a conseguir este desarrollo de su pericia, se pueden considerar tres vías principales establecidas por Debesse (1982, en Moreno y Del Villar, 2004): 1. Autoformación: El entrenador decide aprender por sí mismo. Son sujetos capaces de realizar autoaprendizaje, y por tanto, pueden dirigir, planificar y seleccionar las actividades de formación. Las principales actividades que se desarrollan son consultas de documentos técnicos y científicos (libros, revistas, bases de datos, Internet) y el autoanálisis de la propia práctica como entrenador (grabación en video, diarios). Todo esto, por supuesto, unido a mucha reflexión. 2. Heteroformación: La responsabilidad recae en las instituciones formativas (Federaciones Deportivas y Facultades de CC de la Actividad Física y del Deporte) para formar a los entrenadores deportivos. Las principales actividades que se suelen realizar son: cursos de formación, congresos, clinics,… y la más importante, aunque menos afianzada, el programa de supervisión de expertos (Mentoring). 3. Interformación: El desarrollo profesional se realiza a través del intercambio de conocimientos con compañeros que, según los entrenadores en las investigaciones citadas, son los procesos formativos más eficaces. Se puede decir que hay dos tipos de actividades de interformación: intercambio de conocimiento profesional con colegas (transmisión de experiencias, observación de compañeros,…) y el análisis recíproco de su práctica como entrenadores, realizando informes de los entrenamientos de compañeros y el visionado conjunto de éstos. Bloom, Salmela y Schinke (1995) investigaron sobre el método empleado para formar a futuros entrenadores. Entrevistaron a 20 entrenadores expertos de cuatros modalidades colectivas diferentes sobre cuales eran los mejores métodos de formación de los entrenadores. Entre los resultados obtenidos, destacaron que dichos entrenadores consideraban como los mejores métodos de formación los siguientes: • Clinic, seminarios y simposios, como forma de transmisión de conocimientos y experiencias. • Transmisión directa de experiencias en las que los entrenadores participaban activamente. • Observación pasiva de otros entrenadores. • Un programa estructurado de “mentores”, donde los estudiantes estuviesen acompañados por expertos. Se trata de la actividad formativa a la que más importancia se le concede, basándose ésta en los conocimientos adquiridos mediante las actividades comentadas anteriormente. Salmela, Draper y Laplante (1993), desarrollaron una investigación en la que entrevistaron a 21 entrenadores expertos canadienses, identificados como tal por la Nacional Sport Organizations, para conocer con detalle el desarrollo y evolución del conocimiento especifico del deporte y sus procedimientos empleados. Se les preguntó por su propia historia como deportistas, su evolucionada visión del entrenamiento (dirección de equipo), sus procedimientos de construcción del equipo, su forma de abordar el proceso de entrenamiento y competición, así como por su visión o perspectiva de la forma de mejorar la formación o educación del entrenador. Entre las conclusiones obtenidas en el estudio, se destacan las siguientes relacionadas con su proceso formativo: • Todos los entrenadores expertos habían practicado muchos deportes en su infancia. La pasión y el liderazgo distinguían a estos sujetos del resto, pero no necesariamente tenían un nivel elevado del juego. Pocos de ellos llegaron a tener un rendimiento elevado en su deporte como deportistas. • En la mayoría de los casos, los entrenadores habían aprendido de varios mentores o profesores y buscaban o ampliaban sus conocimientos viendo como actuaban otros expertos y como enfocaban los aspectos psicológicos, nutricionales, pedagógicos. • Habían comenzado pronto a desarrollar la función de entrenadores, madurando poco a poco en el desarrollo de su profesión de entrenadores. • Los entrenadores usaban la competición como una evaluación del entrenamiento, intentaban autocontrolar sus emociones durante el desarrollo de la misma, crear y consolidar las normas de actuación, controlar y evitar la sobrecarga de los atletas. • En cuanto a la propuesta para la formación de futuros entrenadores, consideraban adecuado formalizar las experiencias educativas de este campo, combinándolas con la supervisión realizada con mentores, y así, se podría cambiar el proceso educativo del entrenador.
3. METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN
La metodología utilizada es la narración de su biografía o su itinerario vital, para analizar su proceso de formación, tratando de encontrar aquellas variables críticas o dominios específicos que establezcan las diferencias entre los distintos rendimientos alcanzados por los entrenadores de baloncesto. Esta nueva propuesta en el estudio del desarrollo de la pericia en entrenadores, coincide con la orientación que se propugna desde distintas investigaciones que proponen que el estudio de este tipo de personas excelentes (deportistas, entrenadores,…) se realice desde una perspectiva más sociocrítica o cualitativa, de tal forma que, dicho análisis se haga con una orientación de abajoarriba o bottom-up, buscando aquellas variables discriminantes o analizando el proceso de formación llevado a cabo por estos sujetos (Régnier et al., 1993; Schinke et al., 1995; Salmela, 1995; Ruiz, 1998; Ruiz y Arruza, 2004; Jones et al., 2004;…). 3.1 La entrevista: El sistema que hemos utilizado para la obtención de la información biográfica es la entrevista. El guión que se siguió para la realización de la entrevista biográfica fue el desarrollado por el estudio de Sánchez (2002): 1. Selección de los temas principales para el estudio. 2. Elaboración de las preguntas relacionadas con cada uno de los temas que habíamos fijado anteriormente. 3. Revisión de las preguntas por parte del director de la investigación. 4. El guión de la entrevista resultante se sometió a juicio de tres investigadores expertos en metodología cualitativa. 5. Realización de dos entrevistas piloto a dos entrenadores de baloncesto y doctores en Ciencias del Deporte. Estas entrevistas nos sirvieron de gran utilidad para añadir, eliminar o modificar preguntas, así como para familiarizarnos con la técnica de la entrevista abierta por parte del investigador. 6. Elaboración del guión de la entrevista definitivo. 3.2 La muestra del estudio: En nuestra investigación hemos entrevistado a 8 entrenadores expertos que debían cumplir las siguientes características que establece la literatura específica: 1. Tener al menos 10 años de experiencia en el mundo del baloncesto como entrenador y de forma deliberada (Ericsson et al., 1993; Gardner, 1993, en Sánchez, 2002; Salmela, 1995; Hauw y Robin, 1997; Ruiz y Sánchez, 1997; Sánchez, 2002; Baker y Côté, 2003;…) 2. Tener una formación académica específica con el baloncesto o suplantado por un trabajo especifico de muchos años de experiencia en la élite deportiva (Marcelo, 1989; Pérez, 2002; Moreno y Del Villar, 2004; Castejón, 2004;…) 3. Corresponderse como un entrenador de reconocido prestigio en el mundo del baloncesto. (Salmela, 1995) 4. Haber ganado algún titulo con su equipo (Thomas, 1994, en Sánchez, 2002; Schinke, Bloom y Salmela, 1995;…) 5. Haber entrenado equipos y jugadores de categoría internacional (Schinke, Bloom y Salmela, 1995; Salmela, 1995). Una breve descripción de los entrenadores expertos nos permite comprobar como cumplen los criterios expuestos anteriormente: 1. 4 Seleccionadores Nacionales. 2. 2 Directores Técnicos ACB de las canteras más prestigiosas de España. 3. 2 Entrenadores de canteras y equipos ACB y que han estado con los mejores jugadores/as internacionales.
4. RESULTADOS Y DISCUSIÓN DE LOS MISMOS
Siguiendo a Debesse (1982, en Moreno y Del Villar, 2004), en relación a las vías de formación, en este caso de los entrenadores, se observa que la vía más relevante de todas y la que va a marcar las bases en el desarrollo de la pericia, es la autoformación. Se requiere de una serie de “actitudes” personales, que desarrollarán un gran abanico de habilidades específicas como entrenador, y desembocarán en la realización de actividades interformativas y heteroformativas como complemento ideal para alcanzar un alto grado de excelencia. Así, todos los entrenadores destacan como factor fundamental y base para aumentar su pericia, la pasión, la ilusión y el amor por el deporte que debe tener la persona que empieza y que es entrenador. Estos sentimientos destapan una inquietud en el entrenador que les lleva a investigar por sí mismos (autoformación). “Realmente, yo creo que el motor de todo es la ilusión, es la ilusión por hacer una cosa, y a esa afición le dedicas todo, porque es tu vida” (S1). “Los entrenadores deben tener muy claro que aman este deporte, que les apasione este juego, si no es así, por lo menos que estén en vías de amarlo…” (S3). Las características iniciales que resaltan los entrenadores que se deben poseer cuando se empieza son el compromiso y la inquietud unida con la capacidad de reflexión (autoformación) tal y como establece Delgado (1994). El entrenador tiene que ser un profesional reflexivo sobre su práctica, consciente y crítico sobre infinidad de factores que están influyendo en el jugador para intentar seducirle. Debe poner su inquietud y compromiso al servicio del jugador. “…No tenía a los mejores, pero yo tenía el compromiso con ellos y seguía con ellos hasta la muerte. El compromiso es fundamental en cualquier cosa de la vida. Las personas que no tengan compromiso no valen para nada” (S1). “Intentas pensar en las cosas que crees que deberías hacer y al final le vas dando vueltas al coco y esto es muy formativo” (S3)”. “El consejo que yo les daría a los entrenadores que empiezan sería que tuviesen inquietud por todo lo que les rodea” (S4). Desde un principio, el compromiso marca al entrenador de forma altruista para ayudar en todo momento a los jugadores, mejorarles tanto a nivel técnico – táctico, como a nivel afectivo y social tal y como señala Baur (1993). Coincidiendo con la investigación de Bloom et al. (1995), y siguiendo como vía la interformación, llega el momento de aprender de otros. Seis de los ocho entrevistados destacan como principal fuente de formación, el intercambio de información realizado con otros compañeros mediante grupos de trabajo o lo que ellos podrían denominar “grupos de tertulia”, en la cual se pasaban horas y horas hablando de baloncesto, pero no sobre cosas irrelevantes sino de todo tipo de cuestiones técnicas, tácticas, estratégicas, psicológicas, sociales, teorías de entrenamientos,… “Todos los días nos quedábamos después de entrenar a tomar una cervecita y basket, los viernes a cenar juntos y basket, el sábado todos íbamos a Patrocinio, veíamos mil partidos, luego nos íbamos a comer y charlábamos de basket, nos íbamos a cenar y más basket, nos íbamos de copas y hablábamos de más basket” (S3). “…por nuestras inquietudes establecíamos reuniones maratonianas que nos preparábamos y teníamos mucha curiosidad,…, esto conllevaba lo segundo, tocaba las cañas, que eran eternas, horas y horas de charla sobre baloncesto” (S4). Se observa como los entrenadores destacan como fundamental, la creación de un “grupo de trabajo”, desarrollado mediante una buena estructura y dinámica de entrenadores, en los cuales se establezcan tertulias específicas sobre el deporte. Esta función creemos que, si no existe, debe ser desarrollada e inducida por la propia dirección técnica de los clubes, favoreciendo y/o motivando estas reuniones. “Yo creo que se junto fundamentalmente un entrenador que creó un proyecto serio, el cual nos llegó a enganchar a los entrenadores y podríamos estar allí implicados con el baloncesto durante horas y horas al día” (S6). “Los entrenadores en Decroli y luego aquí también en Estudiantes se hacia mucho que vinieran a ver tu entrenamiento y después te criticaran: ¡Porque has hecho esto, porque tal, a mi no me ha gustado!… esto estaba dentro de la normalidad” (S4). Otra propuesta dentro de la interformación, y siguiendo a Salmela et al. (1993), destaca la observación de otros entrenadores. “Yo como más he aprendido es en el patio de Patrocinio, viendo a otros entrenadores como entrenaban, ahí nos juntamos en esos diez años gente como…, que Patrocinio ha sido la cuna de un montón de grandes entrenadores” (S6). “Yo cuando entrenaba Díaz Miguel, ese día lo tenia marcado en rojo, no me perdía un entrenamiento” (S4). La observación de entrenamientos, o mejor dicho ciclos de entrenamientos para aumentar tu formación como entrenador es indiscutible, incluso los entrenadores destacan a profesionales que no tienen nada que ver con su deporte en cuestión. “Yo me he chupado ciclos de entrenamiento de Ivanovic, Pesic, ahora a Casimiro,…” (S5) “Alguien que me enseño mucho sobre técnica de entrenamiento fue Juan de Dios. Recuerdo que entrenaba justo antes que nosotros y yo no me perdía un entrenamiento” (S7). Una propuesta que se nos ocurre para la formación como mezcla de la observación de los entrenadores y la comunicación entre ellos, es que se podrían crear “convivencias directas” con entrenadores más expertos en contextos específicos para aumentar su pericia, en las cuales tengan acceso a intercambio de información y de observación directa del proceso de entrenamiento. Estos convivencias podrían estar subvencionadas por las federaciones, asociaciones, e incluso, por los propios clubes y serían tanto para el ámbito nacional como internacional. Dentro de la vía de la heteroformación destaca el “Mentoring”. Todos los entrenadores señalan como fundamental la acción tutorial que se realizó con ellos. “A mi realmente quien me hizo ver de otra manera el baloncesto fue Moncho López cuando estuve con él en la selección”(S5). Dicha acción es entendida como una oportunidad de estar con entrenadores mucho más expertos que ellos, y por los cuales se sienten atraídos y admiran. “Ángel Goñi era una especie de espejo en el que yo me quería ver reflejado y era la oportunidad de estar con él” (S2). “…y aunque ya es un mito del baloncesto español, para mí es más que un mito, es un genio del baloncesto por su clarividencia, es Ignacio Pinedo” (S1). Los entrenadores destacan que esta supervisión debe ser participativa, interactiva y comunicativa, y esto debe corresponder a una buena programación en la formación de sus entrenadores por parte de la dirección técnica de los clubes y como responsable máximo el entrenador tutor, el cual debe desarrollar al máximo todas las habilidades de su “discípulo”. “Todo lo que ocurría o lo resolvía yo o ese era mi problema, pero no entraba nunca. Pero al acabar el entrenamiento hablaba con los jugadores y después me montaba unas tremendas: ¡no te has dado cuenta de cómo pasaban los bloqueos!, ¡Tú vales o no vales!… Eso como formación del entrenador era la leche…” (S4). Dentro de la estructura formal (heteroformación) que las federaciones establecen para la formación de sus entrenadores, por encima de los cursos, destacan el intercambio de información que se produce entre todos los entrenadores participantes. “A mi el curso de I nivel no me gusto, el de II si y el de Entrenador Nacional pues no lo considero muy formativo” (S6). “10 días, 24 horas cada día, rodeado de gente con las mismas ilusiones, los mismos intereses, con experiencia similar aunque variada, en general, respecto a la tuya, lo que pude aprender allí, mucho más de la convivencia con los compañeros, que de lo que es el curso en sí” (S3). La mayoría de los entrenadores consideran que estos cursos son mejorables, por lo que podrían establecerse debates interactivos específicos, reales, sobre los contextos en los que se mueven los entrenadores que se dan cita en estos cursos, para intentar mejorar de alguna manera las diferentes realidades de los entrenadores que normalmente no tienen que ver con lo que se da en los cursos. Además de estas estrategias formativas, en las entrevistas aparecen reflejadas otras, como son las siguientes: 1. La asistencia a los clinics, cursos, lecturas, coincidiendo con lo expuesto por Bloom, Salmela y Schinke (1995) “He hecho infinidad de Clinics e intento ir a todos los que puedo porque al final siempre sacas algo de alguien” (S6). “Luego a través de cursos, cursillos, revistas con los medios que tenía…, pero también con mucha reflexión de las cosas” (S1). 2. Tres de los entrenadores destacan la importancia de ir a EEUU para mejorar la formación del entrenador. “…haber viajado, haber ido a Estados Unidos, a la escuela americana, tan distinta y tal, el haber escuchado tantos clinics, pues eso, yo creo que tengo una formación realmente grande…” (S3). 3. Por último, la dirección del tu propio equipo se convierte en otro elemento formativo importante. Para muchos entrenadores, son los propios jugadores los que provocan la reflexión. “Personalmente, de los jugadores he aprendido muchísimo, a veces he creído que saben más que yo, aunque no se lo he dicho” (S2). “Yo les dejo y les escucho, en entrenamientos, en tiempos muertos, incluso cambio jugadas si me convencen que es la mejor. Creo que de los jugadores se aprende muchísimo” (S5).
5. CONCLUSIONES
Se puede concluir que la esencia para ser un buen entrenador debe salir de uno mismo, de su amor por el deporte y por los que juegan, pero no cabe duda que las federaciones mediante cursos, clinics, competiciones,… y, principalmente, los clubes incentivando grupos de formación dentro de su programa de formación de entrenadores, y los propios entrenadores sobre los que recae la acción tutorial del futuro entrenador, implicándose y volcándose en su formación, ayudarán a mejorar el proceso formativo de los futuros entrenadores.
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