Requerimientos cardiovasculares de los árbitros de fútbol: estudio de la carga fisiológica en competición
Autor(es):Eduardo Parra García2, Efrén Alvarez Prada2 y Luis Casáis Martínez1,2
RESUMEN.
El estudio de la información surgida tanto del análisis de la carga externa (distancia recorridas, tipos de esfuerzo y acciones realizadas,…) como de la carga interna (frecuencia cardíaca, concentración de la lactato, consumo de oxigeno, depleción de sustratos,…) ha permitido conocer los requerimientos fisiológicos de los deportistas en diferentes modalidades, lo que facilita la orientación del entrenamiento. Parece relevante aplicar esta propuesta para determinar las necesidades especificas de los árbitros, lo que posibilitará un diseño más adecuado del entrenamiento condicional. Se presenta un estudio de seguimiento de la carga fisiológica del árbitro de fútbol en competición, a través del registro de frecuencia cardíaca, para determinar la tipología del esfuerzo y obtener directrices para el entrenamiento físico de los mismos, en especial en lo concerniente al entrenamiento de la resistencia. Se registraron partidos de primera división española, realizándose un análisis descriptivo de los datos y una comparación de medias entre los partidos y entre la primera y segunda parte utilizando el ANOVA.
CONTENIDO.
En el fútbol actual la tarea del arbitraje está expuesta a constantes críticas por parte de todos los sectores, haciendo que las decisiones tomadas durante el transcurso de un partido sean recordadas en ocasiones durante semanas. Esta compleja labor de los árbitros, caracterizada por la toma de decisiones de forma inmediata ante acciones únicas, irrepetibles e imprevistas, suele darse en entornos adversos y hostiles, bajo condiciones de una importante carga física. La preparación de los árbitros y asistentes debe basarse en un entrenamiento integral con orientación específica para los requerimientos de la tarea que desarrollan. Además de la formación técnica y psicológica que adquieren a lo largo de su formación como árbitros, es fundamental que estén adecuadamente preparados en el plano condicional, por un lado para seguir el desarrollo del juego a la distancia oportuna y por otro para que el proceso de toma de decisiones no se vea perjudicado e interferido por una deficiente condición física. En las últimas décadas han sido varios las investigaciones que se han centrado en determinar cuál es el perfil condicional de los jugadores de fútbol, es decir, se han dado a conocer datos cuantitativos del rendimiento de los futbolistas en relación a diversos parámetros: volúmenes globales de metros recorridos (Pirnay, Geurde y Marichal, 1991; Zubillaga, 2002; Martínez, 2004; Casajús, 2004), intensidad de los esfuerzos (Bosco, 1991; Bosco y Luthanen, 1993; Gorostiaga, 1993; Ekblom, 1999; Martínez, 2004; Bangsbo, 2006), relación trabajo-recuperación (Mombaerts, 2001), valores de consumo máximo de oxígeno (Bosco, 1991; Dufour, 1993; Ekblom, 1999), frecuencia cardiaca (Jiménez et al., 1996; Hoff y Helgerud, 2002; Masach, 2004; Stole et al, 2005), etc., de manera que hoy se conocen los tipos de esfuerzo que realiza el jugador de fútbol en función de su demarcación en el campo (Zubillaga, 2002) y las veces que repite esos esfuerzos durante un partido. Toda esta información ha permitido conocer la carga externa e interna a la que están sometidos los futbolistas para planificar el entrenamiento en función de los requerimientos bioenergéticos y fisiológicos de la competición. Parece interesante que el mismo conocimiento sobre las acciones que realiza el futbolista en el transcurso de un partido, se tenga sobre las acciones que realizan los árbitros y asistentes, puesto que, al igual que ha ocurrido con la preparación de los futbolistas, el conocimiento de los requerimientos técnicos, fisiológicos y psicológicos de la competición ayudará a orientar y modelar el entrenamiento de los árbitros, todo ello con el objetivo final de optimizar su rendimiento. La distancia total que recorre a lo largo del transcurso de un partido de fútbol un árbitro principal se sitúa en valores similares a los de los propios futbolistas. D’Ottavio y Castagna (2001a; 2001b), en sendas investigaciones realizadas con árbitros italianos de la Serie A, obtienen valores que se sitúan casi en los 11.500 metros recorridos,. Valores similares se encuentran en otras investigaciones publicadas recientemente: Weston et al. (2007), en uno de los trabajos con mayor validez por la calidad y cantidad de la muestra estudiada, observaron y cuantificaron los desplazamientos de 19 árbitros profesionales de la Premier League inglesa en 254 partidos, obteniendo un volumen medio total de 11622 metros, repartidos casi equitativamente entre la primera y la segunda parte. Krustrup et al. (2007), consideran una cifra ligeramente inferior a las investigaciones anteriores, fijando en 10300 metros la distancia total recorrida por un árbitro durante un partido. El estrés físico del árbitro dependerá de cómo se reparta el volumen de metros recorridos durante el partido en función de la intensidad del desplazamiento. Rebelo et al (2002), registraron la distribución de la intensidad de los esfuerzos tomando como referencia la duración de los mismos, observando que los esfuerzos de baja y media intensidad suponen alrededor del 60% de la duración del partido (andando: 33,4%; trote: 25,9%, carrera a media intensidad: 3,4%), lo que equivale aproximadamente a unos 60 minutos de partido. En cuanto a la modalidad de desplazamiento, realiza un 1,8% en desplazamiento lateral y un 17,7% en desplazamiento hacia atrás. Los esfuerzos de máxima intensidad suponen un 0,8% de la duración del partido, lo que se traduce en alrededor de 45-60 segundos por partido. Realizan aproximadamente 10-15 sprints de duración inferior a 6 segundos en cada partido, lo que corresponde a distancias inferiores de 30 metros. Permanece parado un 17,1% del tiempo de juego. Johnston y McNaughton (1994) realizan la distribución de la intensidad de los esfuerzos en función de los metros recorridos en cada categoría de desplazamiento, expresándolos finalmente en porcentajes de la distancia total recorrida. Aún así, obtienen datos similares a los de Rebelo et al, en cuanto a porcentajes de trabajo a intensidades medias y bajas (un 65,5% de la distancia total recorrida) y en el desplazamiento hacia atrás (16,2%). Por otro lado, encuentran que un 6,2% del volumen total de metros recorridos por el árbitro principal durante un partido lo realiza a intensidad máxima (sprint), lo que equivaldría aproximadamente a unos 500 metros. En investigaciones más recientes como la de Weston et al (2007) se encuentran valores relativos similares (6,8% de la distancia total recorrida); en cambio, los valores absolutos son mayores, al ser mayor el volumen total, calculando alrededor de 700-800 metros por partido a intensidad máxima, es decir, a velocidades superiores a 5,5 metros por segundo. En la tabla 1 se reflejan los volúmenes totales de metros recorridos y la distribución de las distancias recorridas en función de la intensidad del desplazamiento por los árbitros principales en los trabajos revisados.
Tabla 1. Volumen total y distribución de las distancias recorridas por el árbitro en función de la intensidad de desplazamiento.
Con respecto a las diferencias encontradas entre la primera y la segunda parte, parece que en la primera parte corren más que en la segunda (Johnston y McNaughton, 1994; D´Ottavio y Castagna, 2001 a), constatándose un descenso en el volumen de metros recorridos en el último cuarto de hora con respecto al primero, lo que se traduce en un 11% menos de distancia recorrida en los minutos 75-90 que en los minutos 0-15 (Krustrup et al, 2007). Trabajos más recientes (Weston et al., 2007; Krustrup et al., 2007) no encuentran diferencias en la distancia recorrida a máxima intensidad entre ambos periodos. Con respecto a los árbitros asistentes, los estudios muestran que la distancia total recorrida es sensiblemente inferior a la del árbitro principal, oscilando entre 7280 metros (Krustrup, Mohr y Bangsbo, 2002), y los 6228 metros (Mallo et al, 2004),. Aproximadamente un 10-15% (800-1000 metros) son recorridos en esfuerzos de alta intensidad y un 15-20% (1000-1200 metros) en desplazamiento lateral. Con respecto a las diferencias entre la primera y segunda parte, en la primera recorre un 6,65% más de la distancia total que en la segunda (Mallo et al, 2004, Krustrup, Mohr y Bangsbo, 2002).