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24 Feb 2012

Autoevaluaciones vinculadas al bienestar psicológico y práctica física en la adolescencia

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Este trabajo explora las variables autoeficacia, satisfacción vital y percepción de salud, intentando determinar si existen relaciones con la práctica de actividad físico-deportiva.

Autor(es): Rafael E. Reigal Garrido; Antonio Videra García
Entidades(es): FDE Santa María de la Victoria, Málaga
Congreso: XIII Congreso Andaluz de Psicología de la Actividad Física y el Deporte
Sevilla 17-19 de Noviembre de 2011
ISBN: 978-84-939424-1-0
Palabras claves: actividad físico-deportiva, adolescencia, autoeficacia, percepción de salud, satisfacción vital.

Autoevaluaciones vinculadas al bienestar psicológico y práctica física en la adolescencia

Resumen

Este trabajo explora las variables autoeficacia, satisfacción vital y percepción de salud, intentando determinar si existen relaciones con la práctica de actividad físico-deportiva. La muestra estuvo compuesta por 1648 adolescentes de Málaga capital, en edades entre los 14 y 16 años (M=15.26; DT=.72). Se trata de un estudio transversal y correlacional, en el que se ha usado la encuesta como medio para obtener los datos. Los instrumentos utilizados fueron la Escala de Autoeficacia General (AEG), la Escala de Satisfacción con la Vida (SWLS) y el cuestionario de Salud General (GHQ). Los resultados obtenidos indican que, para la muestra total, la variable práctica física genera diferencias significativas a favor de aquellos que realizaban este tipo de actividades (p< .001). Por sexo, se reproducen estás diferencias en chicos (p< .001), pero para ellas, las diferencias en SWLS no eran tan evidentes (p< .05) y no eran significativas en GHQ (p> .05). Además, hemos observado que al comparar las muestras no activas entre sí, que las chicas puntuaban más en AEG (p> .05) y SWLS (p< .05), sin embargo, en la muestra activa los chicos obtuvieron una mejor puntuación en todos los casos, siendo significativo en AEG (p< .01) y GHQ (p< .001). A la luz de los resultados, podemos concluir diciendo que, en la muestra objeto de estudio, la práctica física tiene influencia sobre las variables estudiadas, aunque se aprecia un efecto más positivo en chicos que en chicas.

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Contenido

La práctica de actividad física, cuando se convierte en un hábito y siempre que se regule adecuadamente, incide positivamente en diversos aspectos de nuestra salud. A nivel físico, se han encontrado mejoras a nivel cardiovascular, respiratorio, metabólico, inmunitario, hormonal, locomotor, etc. (Díaz, 2004; Capdevila, 2005; Márquez, Rodríguez y De Abajo, 2006). Respecto a factores psicológicos, la práctica física puede repercutir favorablemente sobre el autoconcepto, autoeficacia, estados de ánimo, depresión, autocontrol, etc. (Lyubomirsky y Dickerhoof, 2005; Macone, Baldari, Zelli y Guidetti, 2006; Olmedilla, Ortega y Madrid, 2008; Steel, Schmidt y Shultz, 2008). En tercer lugar, se puede decir que este tipo de tareas actúa en cierto modo como un buen agente socializador, dado que ayuda a mejorar y consolidar la red de interrelaciones personales, permite enfrentarse mejor a los problemas cotidianos, ejerce una importante función educativa, si se orienta adecuadamente, y genera patrones de vida saludable que repercute indirectamente sobre conductas perjudiciales, como el consumo de drogas o tener una alimentación deficiente (Carranza y Mora, 2003; Martín, 2005; Castillo y Sáenz, 2007).
En la adolescencia, el impacto de la actividad física sobre la salud tiene una importancia especial. Durante este periodo, las personas evolucionan buscando un completo desarrollo físico, emocional, social intelectual y moral, además de crear una serie de hábitos que les acompañaran a lo largo de sus vidas (Rice, 2000; Alvariñas, 2004). Los adolescentes se encuentran en un complejo proceso vital, en el que no tienen totalmente configurada su personalidad y están sometidos a numerosos cambios que pueden comprometer su bienestar. Son unos años cargados de retos, ilusiones y frustraciones, que tendrán que ir asimilando y superando para alcanzar la madurez necesaria con la que podrán vivir una vida más satisfactoria (Esnaola, 2005; Mendoza, Batista y Rubio, 2005).
Podríamos definir la autoeficacia como los juicios que tienen los individuos sobre sus capacidades, mediante los cuales organizarán y ejecutarán sus acciones (Bandura, 1986). En la vida cotidiana, lo que pensemos sobre nuestra eficacia personal va a ser fundamental a la hora de actuar, teniendo en cuenta que el efecto que tiene esta autopercepción no incide únicamente a nivel cognitivo sino emocional. De hecho, una persona no llevará a cabo una tarea si considera que no puede abordarla con éxito (Navarro, Bueno, Buz y Mayoral, 2006; Casis y Zumalabe, 2008). En la adolescencia, una buena percepción de eficacia permite tener más seguridad para afrontar situaciones y tomar decisiones, dado que mejora la percepción de control sobre nuestros actos y sus consecuencias (Bandura, 1996; Vega y Garrido, 2000).
Tradicionalmente, cuando se han estudiado aspectos del bienestar psicológico, se han medido aquellos que eran negativos como la depresión, la ansiedad, neurosis, etc. Hoy día muchos investigadores consideran que sería interesante identificar aspectos positivos como es la satisfacción con la vida (Laca, Verdugo y Guzmán, 2005). El bienestar sería el componente subjetivo de la calidad de vida (Smith, 1999), que a su vez podría diferenciarse en aspectos cognitivos y afectivos, siendo la satisfacción vital el componente cognitivo y el componente afectivo ha sido clasificado por muchos como la felicidad (Arita, 2005). Blanco y Díaz (2005) lo definen como el grado en el que una persona evalúa la calidad de su vida, en su conjunto y de forma positiva, o como apuntan también y de manera más sencilla, cuánto le gusta a una persona la vida que lleva (Veenhoven, 1994).
Cuando hablamos de salud percibida estamos considerando un elemento que influye de manera decisiva en la forma de afrontar la vida, dado que supone una interpretación que hacemos de nuestro estado de salud que no siempre coincide con la realidad (Barrientos, 2005). El bienestar subjetivo es, en definitiva, un proceso en el cual integramos aquellos aspectos objetivos de la vida en nuestra personalidad y forma de pensar. De esta manera, las consecuencias de unas circunstancias determinadas serán diferentes entre las personas, y aunque, por ejemplo, en principio se tuviera un estado de salud similar, la percepción que se haga del mismo no tiene por qué ser parecido (Abellán, 2003). Este proceso interno supone diferencias entre las personas que hace que se tenga un estado de bienestar mayor o menor (Castro, Espinosa, Rodríguez y Santos, 2007).
            La práctica de actividad física, y sobre todo cuando forma parte de un estilo de vida saludable en su conjunto, puede ayudar a las personas a tener una vida más saludable, lo que incide en su calidad de vida (Gutiérrez, 2004; Casis y Zumalabe, 2008). Habituar a nuestro organismo a disfrutar de una vida sana y activa, permite dotar a nuestro organismo de las herramientas necesarias para un mejor funcionamiento, tanto físico como psicológico (Capdevila, 2005). En concreto, son diversos los estudios que han encontrado relaciones significativas entre las variables objeto de estudio y la práctica física. En ellos, se ha observado que aquellas personas que mantenían un estilo de vida activo mejoraban o tenían percepciones más positivas de autoeficacia, satisfacción vital y salud, lo que incide en una mejor valoración de su bienestar y un mejor afrontamiento de los desafíos que se nos presentan en la vida, encarándolos con mayores posibilidades de éxito (Biddle, Fox y Boutcher, 2000; Olivari y Urra, 2007; Castillo y Molina-García, 2009).
El objetivo de este trabajo es poner de manifiesto las relaciones entre actividad física y diversas variables relacionadas con el bienestar subjetivo. La hipótesis que da lugar a esta investigación es que aquellos adolescentes que practican actividad física tendrán una mejor percepción de autoeficacia, satisfacción vital y percepción de salud.

Método

Los participantes de este estudio fueron 1648 adolescentes de la ciudad de Málaga (España), siendo el 46.18% chicos (n=761) y el 53.82% chicas (n=887), con en edades comprendidas entre los 14 y 16 años (M=15.26; DT= .72). La muestra se obtuvo del conjunto de adolescentes que estudiaban los cursos de 3º y 4º de ESO y 1º de Bachillerato en la ciudad de Málaga, siendo seleccionados mediante proceso aleatorio por conglomerados, polietápico estratificado (Cubo, 2011). Las unidades de primera etapa fueron los centros escolares, las de segunda etapa las aulas y las de tercera etapa los alumnos. El error para el conjunto de la muestra, utilizando la fórmula de poblaciones finitas y asumiendo la hipótesis de máxima varianza poblacional (p=q=50) fue de 2.27% al nivel de confianza del 95%.

Instrumentos
a) Cuestionariosociodemográficoyprácticafísica. Mediante varios ítems recogimos información sobre su edad y sexo, además de conocer si realizaban actividad física en su tiempo de ocio.
b) La percepción de eficacia personal se midió a través de la EscaladeAutoeficaciaGeneral (AEG) de Schwarzer y Jerusalem (1995), en concreto la versión en castellano desarrollada por Baessler y Schwarzer (1996). Esta escala, formada por 10 ítems, mide el sentimiento estable de competencia para manejar situaciones en la vida y ha sido analizada en población española en diversas ocasiones, siendo sus propiedades psicométricas adecuadas para su uso (Martín et al., 2002). En el estudio realizado por Sanjuán, Pérez y Bermúdez(2000) se obtuvo una consistencia interna de .87 (Alfa de Cronbach, 1951) y una correlación entre dos mitades de .88 (Spearman-Brown). Se respondía con una escala de respuesta tipo Likert con 4 posibilidades, desde muyendesacuerdo (puntuación= 1) hasta muydeacuerdo (puntuación= 4) respecto a las indicaciones de cada ítem.
c) La satisfacción con la vida se midió con laEscaladeSatisfacciónconlaVida (SWLS, Diener, Emmons, Larsen, y Griffin, 1985). En el estudio original, realizado sobre población universitaria, el instrumento alcanzó una buena consistencia interna (?= .87) y un coeficiente de correlación test-retest alto (r= .82). Los participantes del estudio utilizaron para responder una escala tipo Likert con 4 posibles respuestas, desde muyendesacuerdo (puntuación= 1) hasta muydeacuerdo (puntuación= 4) respecto a las indicaciones de cada ítem. Esta escala tuvo su correspondiente adaptación y validación al castellano gracias a Atienza, Pons, Balaguer y García-Merita (2000), precisamente en población adolescente. Se han realizado estudios en diversas poblaciones españolas donde ha demostrado buenas propiedades para medir el constructo (Tarazona, 2005; Martínez, Buelga y Cava, 2007; Nuñez, Martín-Albo y Domínguez, 2010).
d) La percepción de salud se midió con el CuestionariodeSaludGeneral(GHQ-30; General Health Questionnaire – Goldberg, 1972, 1978;  Muñoz, Vázquez-Barquero, Rodríguez, Pastrana y Varo; 1979). Este cuestionario fue diseñado inicialmente para detectar trastornos psíquicos en un ámbito comunitario y en medios clínicos no psiquiátricos, y se centra en los componentes psicológicos que identifican una salud negativa (Goldberg y Williams, 1996). Nosotros hemos utilizado una versión corta de 30 ítems, aunque existen otras como las de 12, 28, 36, 60 o 140 (Godoy-Izquierdo, Godoy, López-Torrecillas y Sánchez-Barrera, 2002). Hay cuatro posibles respuestas para cada ítem y, como indica Veiga (2004), los modos de respuesta pueden ser varios: puntuación GHQ (0-0-1-1), puntuación Likert simple (0-1-2-3) y puntuación Likert modificada (0-0-1-2). En nuestro estudio hemos utilizado una puntuación de 1 a 4, en la que 4 que significa ausenciadeproblemas, es decir, buena salud, y 1 indica la presencia de problemas de salud. El GHQ-30 ha sido utilizado en diversos estudios, como el realizado por Lobo y Gimeno (1981) en población española con valores de consistencia interna del mismo de .91 (Alfa de Cronbach).

Procedimiento
La información se recogió en los centros escolares, pidiendo permiso previamente, tanto a las familias como a la dirección del centro, para que se pudiera llevar a cabo la investigación. Se explicó a los alumnos que la participación era voluntaria y que los datos serían confidenciales, para animar así a que colaboraran en el mismo. Los cuestionarios fueron auto-administrados, aunque se explicaron adecuadamente y se estuvo presente mientras eran cumplimentados para resolver posibles dudas, controlando así que se completaban adecuadamente. Se rellenaron en el aula, siendo la duración media de 30 minutos. Tras desechar algunas respuestas por carecer de la formalidad mínima exigible, la muestra total quedó compuesta por 1648 participantes.

Análisisdelosdatos
Se han realizado en este trabajo análisis descriptivos e inferenciales. Para evaluar las diferencias entre los grupos, se utilizó la prueba t-student. Para el tratamiento informático se ha usado el paquete estadístico SPSS en su versión 15.0.

Resultados

Análisisd escriptivo yf iabilidad de los instrumentos
Como se puede observar, los valores de asimetría y curtosis cumplen con el criterio de normalidad propuesto por Curran, West and Finch (1996). Los análisis de fiabilidad realizados para nuestro estudio (Alfa de Cronbach) mostraron unos niveles de consistencia interna adecuados, que oscilaban entre los valores .83 y .91 (tabla 1).

Tabla 1: Estadísticos descriptivos y análisis de la fiabilidad de los instrumentos

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 20

 

Análisis de la autoeficacia, satisfacción vital y percepción de salud en función de la práctica física y el sexo
Los datos encontrados en nuestro trabajo indican que aquellos adolescentes que practicaban actividad física tenían valores más elevados de autoeficacia (t 1646= -6.98; p< .001), satisfacción vital (t 1646= -4.88; p< .001) y percepción de salud (t 1646= -5.15; p< .001), siendo en todos los casos diferencias estadísticamente significativas. Por sexo, hallamos que los chicos que practicaban tenían también valores más elevados, respecto a los que no lo hacían, en dichas autoepercepciones, tanto en autoeficacia (t 759= -5.94; p< .001), como satisfacción vital (t 759= -5.14; p< .001) y percepción de salud (t 759= -4.27; p< .001). Por otro lado, las chicas que practicaban tuvieron también resultados más positivos en autoeficacia (t 885= -2.92; p< .05), satisfacción vital (t 885= -2.01; p< .001) y salud (t 885=  -1.79; p> .05), aunque en ésta última las diferencias no fueron estadísticamente significativas (tabla 2).

Tabla 2: Medias obtenidas en función de la variable práctica física en muestra total y por sexo

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 20

(* p< .05; ** p< .01; *** p< .001)
En segundo lugar, al comparar entre sí al grupo que no practicaba y al que sí, hemos observado que los chicos y chicas no activas tenían valores muy parecidos en autoeficacia (t 653= -1.29; p> .05) y percepción de salud (t 653= .56; p> .05), aunque en satisfacción vital las chicas tenían una mejor valoración de este constructo (t 653= -2.15; p< .05). Al contrastar los resultados obtenidos entre chicos y chicas activas, hemos observado que los chicos puntuaban más alto en autoeficacia (t 991= 3.32; p< .01), satisfacción vital (t 991= 1.45; p> .05) y percepción de salud (t 991= 4.37; p< .001), aunque las diferencias en satisfacción vital no fueron significativas (tabla 3).

Tabla 3: Medias obtenidas en función de la variable sexo en grupos no activos y activos

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 20

 

 (* p< .05; ** p< .01; *** p< .001)

Discusión

En primer lugar, los resultados de nuestro trabajo indicaron que los adolescentes que practicaban actividad física tenían mejores percepciones de autoeficacia general, satisfacción vital y salud. Estos datos coinciden con los encontrados en otros estudios que investigaron sobre este fenómeno (Biddle et al., 2000; Ortega, 2005; Olivari y Urra, 2007; Stubbe, Moor, Boomsma y Geus, 2007; Castillo y Molina-García, 2009). La práctica de actividad física repercute en la adquisición de habilidades y destrezas que ayudan a desenvolverse mejor en la vida cotidiana, lo que genera mayor seguridad y capacidad para afrontar dificultades. Por otro lado, provoca mejores sensaciones tanto fisiológicas como psicológicas, además de aumentar la red de relaciones sociales. Todos estos ingredientes ayudan a mejorar nuestras percepciones de autoeficacia y de salud, con la consiguiente valoración de lo satisfechos que estamos con nuestra vida (Abril y Musitu, 2000; Capdevila, 2005; León, Medina y Munduate, 2008).
Por sexo, nuestra investigación ha revelado que el efecto antes descrito se ha reproducido exactamente igual en chicos, aunque no en chicas. Aquellas que practicaban actividad física tenían mejores percepciones en todos los constructos, pero las diferencias fueron únicamente significativas en autoeficacia general y satisfacción vital. La percepción de salud no era notoriamente mejor en aquellas chicas que eran activas. Por otro lado, al analizar a los grupos que no practicaban, observamos que no había diferencias significativas en autoeficacia general y percepción de salud entre chicos y chicas, pero que al comparar a los que eran activos, ellos mejoraban sus percepciones de manera estadísticamente significativa. Además, las chicas no activas tenían mejor percepción de satisfacción vital que ellos, pero dichas diferencias desaparecían cuando se comparaba al grupo que practicaba.
Estos resultados nos indican la existencia de diferencias entre chicos y chicas en este tipo de autoevaluaciones. Nos señala, además, que la práctica de actividad física, aunque favorece a todos los grupos que son activos, en chicos el efecto producido es mayor y más significativo. Estos datos coinciden con otros en los que se apreciaba estas diferencias en función del sexo e indican que hay que valorar y concretar los objetivos buscados para no incurrir en errores de generalizar un fenómeno que tiene sus particularidades (Abellán, 2003; García, Matute, Tifner, Gallizo y Gil-Lacruz, 2007; Zegers, Rojas-Barahona y Förster, 2009). En futuras investigaciones habrá que intentar observar si se reproducen los resultados de este trabajo y deberíamos buscar aquellas variables que han determinado que las chicas tengan una peor relación entre la práctica de actividad física y este tipo de autoevaluaciones.
Como conclusión, debemos decir que esta investigación pone de manifiesto los beneficios que tiene la práctica de actividad física sobre el bienestar de los adolescentes encuestados, pero que han existido diferencias entre chicos y chicas que habrá que ir concretando en futuros trabajos para determinar su origen. En cualquier caso, incidir en la adquisición de estilos de vida activos debe ser un acto de responsabilidad social para que las personas crezcan y se desarrollen de la forma más saludable posible, lo que les permita alcanzar una madurez sana y adecuada.

Referencias

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