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dopaje, doping
8 Abr 2020

DEPORTE Y DOPAJE. UNA LARGA HISTORIA (I)

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Deporte y Dopaje. Una larga historia (1ª Parte)

Resumen.

Desde los inicios de la humanidad, la rivalidad ha hecho que en cualquier competición deportiva se utilicen todos los medios posibles (lícitos y no lícitos) para obtener una ventaja y así, conseguir el status o dinero asociados a la victoria, recurriendo en muchos casos al dopaje; donde médicos, entrenadores y farmacólogos han trabajado de manera antiética para incrementar el rendimiento de los deportistas (Baron, Martin, & Abol, 2007).

Algunas de las sustancias que se continúan utilizando para mejorar el rendimiento son la cafeína, las anfetaminas, la hormona del crecimiento (GH), la eritropoyetina (EPO) o los esteroides anabolizantes, entre otros (Barbany, 2002), aunque todavía no estamos exentos de nuevos descubrimientos en lo que a la materia se refiere. El presente artículo es una revisión bibliográfica acerca del origen y evolución del dopaje en el deporte a lo largo de la historia y el debate del tema en el momento actual.

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Introducción.

La palabra “doping” proviene del dialecto kaffir hablado en África del Sur, donde “dop” o “dope” era conocida por ser una sustancia alcohólica (licor) que se utilizaba como estimulante en danzas ceremoniales primitivas (Barbany, 2002; Higgins, 2006; Mataix, Sánchez & González, 2006; Mazanov & McDermott, 2009; Rodríguez, 2008b; Selinger, 1999).

Actualmente el término “doping” se utiliza en el ámbito deportivo actual y se refiere al uso de sustancias prohibidas (o la presencia de marcadores de dichas sustancias en el cuerpo del atleta) o métodos que pueden mejorar artificialmente la condición física o mental de un deportista, y con ella, el rendimiento en la práctica deportiva, según el Comité Olímpico Internacional (I.O.C., 2004).
En 1933, el término dopaje apareció por primera vez en el diccionario Inglés. Aunque ya se era mencionada en la jerga americana, con el significado de “mezcla de opio y narcóticos que se administraba a los caballos” (Mataix et al., 2006: 379); por lo que en este sentido deriva del término holandés “doop”, que utilizaban los “jockeys” para aumentar el rendimiento de sus caballos (Barbany, 2002; Higgins, 2006; López, 2010; Mataix et al., 2006; Ramos, 1999; Rodríguez, 2008b; Selinger, 1999).

Para algunos autores, también parece evidente la relación existente entre este término con la palabra “dopa” referente a la dopamina (López, 2010; Mataix et al., 2006).
“Existen numerosos antecedentes históricos de la utilización de las sustancias en la práctica deportiva, que se remontan a las civilizaciones china, griega y precolombina” (Barbany, 2002:182) como por ejemplo, el uso de derivados anfetamínicos, alucinógenos, hojas de coca masticadas, etc. (Barbany, 2002: Baron et al., 2007; Laudo, Puigdeval, del Río & Velasco, 2006; Ramos, 1999).

La utilización de alcohol, alucinógenos, cafeína, y extractos de plantas y hongos también fue una práctica extendida durante la Edad Media y Moderna. Sin embargo, los primeros casos conocidos de dopaje en actividades deportivas se remontan al siglo XIX; aunque la primera muerte de la que se tiene constancia, atribuible a la ingestión de sustancias dopantes, data de finales de este mismo siglo (Barbany, 2002; Rodríguez, 2008a; Selinger, 1999).

Hoy en día el dopaje está a la orden del día, y algunos de los casos más sonados a nivel nacional e internacional han sido el caso Contador y el caso “Galgo” donde los implicados son deportistas españoles.

Los inicios del dopaje.

Algunos autores argumentan que la primera instancia de dopaje ocurrido fue en el Jardín del Edén, cuando Adán y Eva comieron la manzana del árbol prohibido para obtener poderes divinos (Bahrke y Yesalis, 2002; Rodríguez, 2008a).

Ya en la mitología nórdica, los guerreros “bersekers” consumían setas como la “Amanita Muscaria”, que contiene un alcaloide denominado muscarina, el cual tiene un efecto estimulante y alucinógeno. Además utilizaban grandes cantidades de alcohol para estimularse. Los samoyedos también utilizaban la “Amanita Muscaria” para inducir un estado de combatividad (Bahrke  & Yesalis, 2002; López, 2010; Mataix et al., 2006; Ramos, 1999; Rodríguez, 2008a).

Los antiguos africanos usaban hojas de mandrágora por sus efectos narcóticos y afrodisíacos, así como diferentes tipos de Cola (Cola Accumanita y Cola Nitida) utilizadas en carreras debido a sus efectos estimulantes (López, 2010; Rodríguez, 2008a).

Durante siglos, los indígenas del Perú han masticado hojas de coca Peyote (que contiene los efectos de la estricnina) o el mate de coca borracho para aumentar la resistencia y protegerse del mal de la montaña; testimonio del empleo de esta sustancia por los nativos son las estatuillas que presenta la cultura Nariño-Cancho donde aparecen bolsas para guardar las hojas de coca. Aunque en sus principios, el consumo de esta sustancia tenía fines religiosos, después lo utilizaban en las carreras que formaban parte de los rituales de fertilidad, entre las que se cuenta el recorrido de 1750 km en cinco días desde la capital del imperio hasta Quito. (López, 2010; Ramos, 1999; Rodríguez, 2008a). Esta sustancia fue tan utilizada que llegó a establecerse una distancia, “la cocada”, que era el recorrido que podía hacerse bajo los efectos de una dosis normal de hoja de coca (López, 2010; Rodríguez, 2008a). El consumo del mate se remonta a los aborígenes de la América actual, quienes la utilizaban para preparar infusiones debido a su efecto estimulante a consecuencia de la cafeína que contiene. Por su parte, los guaranís de Uruguay cultivaban la guaraná buscando los mismos efectos (Rodríguez, 2008a).

Los aborígenes austriacos comían la planta “Pituri” por su efecto narcótico. En China, los comandantes utilizaban “Ma Huang” (Ephedra) como estímulo, además de otras plantas (p.e. opio, ginseng) las cuales tienen el efecto de estimular y fortalecer el rendimiento físico e intelectual. Un cuadro chino del S.III muestra a un emperador masticando una rama de “Ephedra Sínica”, planta que contiene efedrina, alcaloide con efectos estimulantes adrenérgicos, que en la actualidad es una sustancia dopante (Bahrke & Yesalis, 2002; López, 2010; Mataix et al., 2006; Rodríguez, 2008a).

Grecia

Desde el siglo VII a. C. hasta alrededor del 400 a.C., el deporte alcanzó un importante estatus en la vida social griega, sobre todo gracias al inicio de los Juegos Atléticos Antiguos en el 776 a.C. en Olimpia (López, 2010; Rodríguez, 2000).

Los espectadores estaban a la orden del día en lo referente al deporte y los ganadores no sólo conseguían premios, sino que también gozaban de reconocimiento social especial, alimentación, vivienda, incluso exenciones de impuestos y servicios armados, en algunos casos eran considerados casi semidioses; por eso, los atletas estaban dispuestos a probar cualquier sustancia o método con tal de mejorar su rendimiento (Selinger, 1999). Por otra parte, todas las ciudades que participaban en los Juegos Olímpicos se jugaban su prestigio en ellos, por lo que aparte de facilitar el entrenamiento de sus representantes para que practicasen y mejoraran su disciplina, estaban dispuestos a intentar cualquier cosa que pudiera mejorar su actuación deportiva, estudiaron las técnicas de su deporte y experimentaron con su dieta. Entre otras, tenían dietas especiales basadas en gran variedad de hongos, incluidos los alucinógenos, semillas de plantas, higos secos, vino, queso húmedo o carne para mejorar el rendimiento (Bahrke & Yesalis, 2002; Barbany, 2002; Baron, Martin, & Abol, 2007; Higgins, 2006). Por ejemplo, Charmis, el ganador espartano de la carrera del “stade”, que consistía en una vuelta al estadio (aproximadamente 200 yardas, 183 m.) en los JJ.OO. del 668 a.C., usó una dieta especial de higos secos (Bahrke & Yesalis, 2002).

Por otra parte, Milón de Crotona (s. VI a.C.) contaba que los deportistas tomaban cantidades de carne en función de la especialidad que competían y sus características. Un siglo después, en tiempos de Hipócrates, los deportistas que tenían que realizar pruebas de resistencia aeróbica ingerían plantas para evitar la congestión del bazo; tal como reflejan Filóstrato y Galo en el S. III a.C. y Plinio el Joven en el siglo I d.C., quienes aseguraban que un bazo en malas condiciones era un obstáculo para la velocidad en la carrera (López, 2010; Rodríguez, 2008a).

Curiosamente, mientras la violación de las reglas olímpicas fue tratado con dureza en los Juegos Olímpicos antiguos, ya que los atletas eran descalificados por tomar analgésicos o narcóticos; sin embargo, no parece que ninguna otra cultura en la antigüedad haya hecho ningún esfuerzo para desalentar el uso de sustancias ergogénicas, como veremos más adelante.

Roma

El estado de los deportes y la posición elevada de los atletas continuaron en la época del Imperio Romano. El crecimiento del deporte como entretenimiento público se vio favorecido con la lucha de gladiadores y carreras de carros (Selinger, 1999). Para complacer a las multitudes romanas, Vespasiano mandó construir el Coliseo, en el siglo I d.C., donde aproximadamente 60.000 espectadores podían ver los eventos deportivos y concursos (Bahrke & Yesalis, 2002).

Durante este período, los atletas romanos no sólo intentaban mejorar gracias al uso de las termas o la gimnasia, sino que el consumo de drogas estuvo presente tanto en los atletas que mezclaban los estimulantes con alcohol para superar la fatiga y el cansancio, y así parecer más violentos y sanguinarios; como en las carreras de cuadrigas donde se detectó que algunos caballos habían sido alimentados con sospechosas sustancias compuesta fundamentalmente de hidromiel con tal de que corriesen más rápido (Baron et al., 2007; Higgins, 2006; Houlihan, 2002; López, 2010; Ramos, 1999; Rodriguez, 2008a; Selinger, 1999). Esto era lo que el espectador quería ver y por lo que pagaba. Semejanzas de esto, se encuentran hoy en día con los combates de lucha libre anunciados por televisión en todo el mundo, que tienen millones de seguidores (Selinger, 1999).

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Edad Media

Al igual que las sociedades anteriores, los caballeros medievales también utilizaban estimulantes para mejorar su resistencia en la batalla, como la utilización de alcohol, cafeína, alucinógenos de distintos tipos y extractos de plantas y hongos, la cual fue una práctica extendida durante la Edad Media y en posteriores etapas (Barbany, 2002; Mataix et al., 2006; Selinger, 1999). Aunque también se suministraba anís, miel y arsénico a los caballos con el fin de excitarlos para ganar las carreras (Higgins, 2006), práctica que se mantuvo durante varios siglos.

La era cristiana marcó el declive de los antiguos juegos romanos, en el siglo IV con la abolición de los JJ.OO. por parte del emperador Teodosio I. (Rodríguez, 2000), lo que también llevó a la prohibición de todas las formas de deporte (Rodríguez, 2008a).

Edad Moderna

A partir del siglo XVI comienza a utilizarse el consumo de drogas con fines militares, por ejemplo, en 1718 en la guerra entre Noruega y Suecia se utilizó la “Amanita Muscaria” como estimulo. En diversas guerras se usaron sustancias como la cocaína, la morfina, la heroína o la anfetamina como estímulo, ejemplo de ello son la Guerra Civil de EE.UU. de 1863, la guerra de Alemania de 1883 y la II Guerra Mundial (1939-1945) entre Gran Bretaña y EE.UU.; influyendo en su consumo la ideología dominante, como fue el caso de Alemania (Bahrke & Yesalis, 2002; Mataix et al., 2006; Rodríguez, 2008a).

En la II G.M., también se usaron sustancias como la efedrina y la testosterona. Con los pilotos, al trabajar en altitud, se utilizó la transfusión de sangre, así como el consumo de anfetaminas en vuelos nocturnos buscando mayor agresividad, estimulación y eficiencia. (Bahrke & Yesalis, 2002; López, 2010; Ramos, 1999; Rodríguez, 2008a).

El efecto estimulante de la cafeína hoy en día es muy reconocido; por aquel entonces, los soldados tomaban café mientras servían debido a los efectos estimulantes del mismo; ya que éste es el fármaco más elegido por quienes necesitan un buen funcionamiento de su cerebro en determinados períodos de trabajo. Debido a la eficacia del uso de estas sustancias con fines militares, los deportistas comenzaron a utilizarlas entre ellos: nadadores, corredores, ciclistas, etc. (Bahrke & Yesalis, 2002).

La Revolución Industrial trajo muchas contribuciones a la sociedad, como las nuevas instituciones políticas a nivel social, la tecnología de la comunicación y los transportes a nivel industrial y, en el ámbito deportivo, se formaron clubes de atletismo (1968), rugby (1843), fútbol (1857), etc. y competiciones; lo que irremediablemente llevó a la creación de normas sobre la competición, (Rodríguez, 2000), p.e. el primer reglamento de fútbol data de 1963 y en el caso del rugby el primer reglamento se aprobó en 1871. La introducción de la normativa dentro de la competición es el primer paso para la posterior reglamentación y control del dopaje.

Siglo XIX

A mediados del siglo XIX, se dan los inicios de la ciencia moderna y con ella, sus avances, que traen como consecuencia un aumento del consumo de drogas y otras sustancias para aumentar el rendimiento de forma fraudulenta, principalmente a través de los estimulantes como ayuda ergogénica. En este período nace la experimentación científica de los efectos de los anabolizantes (Laudo et al., 2006; López, 2010; Selinger, 1999).

En 1879, se realizaron las primeras carreras ciclistas de varios días de duración, en las cuales los entrenadores de aquella época disponían de pequeños remedios con el fin de soportar mejor la prueba por parte de los corredores, como la ingesta de cafeína, trozos de azúcar mezclados con éter o simplemente alcohol. De ésta época data la primera muerte por dopaje del ciclista Arthur Linton a causa del consumo excesivo de estupefacientes, durante las famosas carreras de los Seis Días (Bahrke & Yesalis, 2002; Barbany, 2002; López, 2010; Mataix et al., 2006; Ramos, 1999; Rodríguez, 2008a).

A partir de este período, es cuando se observa el cambio en la utilización de las sustancias, se ha pasado de las pócimas mágicas a los fármacos con tal de mejorar el rendimiento de los deportistas (Ramos, 1999; Rodríguez, 2008a). Durante este siglo continúa la administración de narcóticos a los caballos de carreras para ganar las apuestas, práctica que se remonta a la Edad Media y que no se regulará hasta 1912 cuando se realicen controles de saliva a los caballos (Higgins, 2006; Mazanov & McDermott, 2009).

El deporte en esta época vuelve a resurgir en la sociedad, ocupando el lugar y prestigio que tenía en la cultura clásica, se puede observar como las multitudes presentes en los grandes acontecimientos crecieron de unos pocos miles a centenares de miles de personas; se construyeron instalaciones deportivas y los eventos deportivos recibieron mayor cobertura en los medios de comunicación existentes. El deportista de élite regresó a la estima de la sociedad y los deportes ya no son una actividad a desempeñar exclusivamente durante el tiempo libre (Selinger, 1999).

SIGLO XX

A principios del siglo XX, en el mundo del boxeo los deportistas tomaban estricnina con alcohol y cocaína o estricnina con cafeína.  Se llegó incluso a utilizar el arsénico en forma de arseniato de potasio (licor de Fowler) o arseniato de sodio (licor de Pearson), así como la nitroglicerina, trimetileno o mezclas de ellos (Mataix et al., 2006; Ramos 1999; Rodríguez, 2008a).

Este es el comienzo del “dopaje empírico” basado en la utilización de prescripciones médicas de estricnina, cafeína, ácido crómico y derivados del arsénico; después del cual vendrá el “dopaje sintomatológico”, con el consumo de tónicos cardíacos que ralentizan el corazón, anfetaminas y extractos tiroideos, cuyos efectos interesaban especialmente a los deportistas. Posteriormente, en la década de los 60, aparecerá el “dopaje hormonal” de la mano de los atletas americanos que consumían esteroides anabolizantes con el fin de aumentar su musculatura (Mataix et al., 2006, López, 2010; Ramos 1999; Rodríguez, 2008a).

La actividad deportiva continúa siendo espectáculo pero también se convierte progresivamente en grandes negocios, ya que es una fuente importante de entretenimiento, ingresos y empleo. Los atletas ya no quieren sólo competir, sino que desean ser los mejores y quieren ganar a cualquier precio; por lo que a raíz de los avances tecnológicos, iniciados en el siglo anterior, comienza el consumo de sustancias. La sociedad hizo la vista gorda, puesto  que se tardó varios años en regular y legalizar dicha situación (Selinger, 1999). Esto podría deberse a que el consumo de drogas para aumentar la eficiencia funcional de los atletas, no se concibió como una violación a las normas de la competición o como hacer trampa hasta que en 1933 pasó a formar parte del lenguaje inglés gracias a las aportaciones del Dr. Otto Rieser y colaboradores, quienes discutían sobre la existencia del dopaje en el deporte (Bahrke & Yesalis, 2002).

Próximamente: Dopaje y Deporte. Una Larga Historia (2ª parte)

Autor(es): Cristina Menescardi Royuela y Mauro Alberola Albors

 Bibliografía

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