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15 May 2012

Diferencias de género en los niveles de flow disposicional de jóvenes jugadores de voleibol

Los antecedentes del flow podemos situarlos en las teorías de la motivación formuladas en las décadas de los cincuenta y sesenta. Pero ha sido recientemente cuando el concepto ha adquirido entidad propia. Uno de los autores pioneros en el estudio del flow es Mihaly Csikszentmihalyi que en 1990 publicó la obra “Flow: The Psychology of Optimal Experience”. Esta obra de Csikszentmihalyi, intenta señalar que las personas comunes, y no sólo los artistas, pueden tener la posibilidad de obtener satisfacción en el día a día no solamente a través de acontecimientos excepcionales, inesperados y raros.

Autor(es):Fernando Claver Rabaz; Alexander Gil Arias; Luis García-González; Ruth Jiménez Castuera; M. Perla Moreno Arroyo
Facultad de Ciencias del Deporte. Universidad de Extremadura. Avda de la Universidad s/n 10071. Cáceres

Congreso: IV Congreso Internacional de Ciencias del Deporte y la Educación Física. (VIII Seminario Nacional de Nutrición, Medicina y Rendimiento Deportivo)
Pontevedra, España, 10-12 Mayo 2012
ISBN: 978-84-939424-2-7
Palabras Clave: :Flow, género, voleibol, etapas de formación.

Diferencias de género en los niveles de flow disposicional de jóvenes jugadores de voleibol

RESUMEN COMUNICACIÓN/PÓSTER

El objetivo principal de la investigación fue determinar las diferencias existentes en los niveles de flow disposicional (experiencia autotélica) en función del género en jóvenes jugadores de voleibol. La muestra de estudio estuvo compuesta por 173 sujetos (74 de género masculino y 99 de género femenino) de edades comprendidas entre los 12 y los 16 años (M=14.63; DT= 1.05). Los sujetos pertenecían a la totalidad de los 16 equipos de voleibol (8 masculinos y 8 femeninos) de una liga de máximo nivel regional en España durante la temporada 2010/2011. Para la medida de la variable flow se utilizó el factor experiencia autotélica de la versión española (González-Cutre, Sicilia, Moreno & Fernández-Balboa, 2009) de la Dispositional Flow Scale-2. Los resultados obtenidos muestran mayores niveles de flow disposicional en el género masculino que en el femenino, confirmándose la existencia de diferencias significativas en función del género. Estos datos se discuten en base a investigaciones previas que corroboran nuestra hipótesis de partida. Se proponen una serie de conclusiones en la línea de reforzar el flow como variable a tener en cuenta en el contexto deportivo.

INTRODUCCIÓN

Los antecedentes del flow podemos situarlos en las teorías de la motivación formuladas en las décadas de los cincuenta y sesenta. Pero ha sido recientemente cuando el concepto ha adquirido entidad propia. Uno de los autores pioneros en el estudio del flow es Mihaly Csikszentmihalyi que en 1990 publicó la obra “Flow: The Psychology of Optimal Experience”. Esta obra de Csikszentmihalyi, intenta señalar que las personas comunes, y no sólo los artistas, pueden tener la posibilidad de obtener satisfacción en el día a día no solamente a través de acontecimientos excepcionales, inesperados y raros. Csikszentmihalyi investigó la naturaleza y condiciones del hecho de divertirse, disfrutar y gozar. Su metodología se basó en entrevistas a jugadores de ajedrez, escaladores, bailarines, artistas y otras personas que realizan actividades en las que se enfatiza el disfrute o divertimento como la principal razón para practicarlas.

En esta línea, otras investigaciones se han centrado en este tipo de prácticas (deporte, música, juegos), donde la recompensa intrínseca es evidente. Este autor describe el concepto de flow referido a una “experiencia óptima” que ocurre cuando una persona esta motivada y capacitada para realizar una actividad, se siente desafiado por la tarea, totalmente concentrado hasta el punto de perder la noción temporal, y emplea todas sus potencialidades. La persona se esfuerza al máximo sin darse cuenta y este esfuerzo esta dirigido a la consecución de metas al tiempo que experimenta control sobre la situación y sobre sí mismo. La satisfacción  no se encuentra en los resultados, sino en el proceso de la actividad en su conjunto, lo cual permite una sensación más prolongada. Es posible así distinguir en el proceso de flow diferentes partes, tales como antecedentes, pre-requisitos, consecuencias, etc. Cuando Csikszentmihalyi habla del flow tiene en cuenta todos estos aspectos que forman parte del digamos ‘contexto’ de las experiencias de flow (Salanova, 2005).

La investigación ha señalado algunas de las características más relevantes de la experiencia de flow en sí misma. Por ejemplo, Ellis, Voelkl y Morris (1994), Ghani y Deshpande (1994), Lutz y Guiry (1994) conceptualizan el flow señalando la concentración e inmersión, el disfrute y el interés intrínseco en la actividad, como sus dimensiones más relevantes. Por otro lado, Chen, Wigand y Nilan (1999) consideran que el proceso de flow se caracteriza por tres dimensiones o estados principales. En primer lugar, una serie de “antecedentes” que se refieren a la percepciones de metas y retos claros, de feedback inmediato y la oportunidad de actuar percibiendo capacidades y habilidades ajustadas para la acción.

En segundo lugar, la “experiencia” caracterizada por la fusión entre conocimientos y acción, concentración y alto sentido de control. Finalmente, los “efectos” que consisten en perdida de la conciencia de sí mismo y distorsión temporal.
En términos generales, el flow se entiende como un estado psicológico óptimo, en el que los atletas y deportistas consiguen abstraerse completamente en la ejecución de su propio rendimiento, hasta el punto de llegar a experimentar sus propias sensaciones, percepciones y acciones de una forma extraordinariamente positiva, y aparentemente logran efectuar un buen rendimiento en forma casi automática. (Jackson, 2000).

También, de una manera general, el flow se ha considerado como un constructo central y unificado que puede ser importante para el estudio de las experiencias positivas u óptimas en el deporte; en este sentido, Jackson (2000) señala que el flow está asociado con experiencias positivas como la diversión, el gusto y la satisfacción que se experimentan durante la práctica de una actividad física o deportiva, y que podría ser un precursor de las emociones de gozo que también llegan a experimentarse durante el rendimiento deportivo intenso; aclarando que el flow no es el camino para el goce, la alegría y la felicidad, pero sí una importante vía hacia las experiencias positivas en el deporte (Salanova, 2005).
De esta manera la experiencia de flow resulta de un equilibrio dinámico entre las oportunidades de acción y la percepción de capacidades o habilidades necesarias. Cuando este equilibrio no está compensado se pueden producir otros efectos como ansiedad (las demandas no pueden ser atendidas) o aburrimiento (las habilidades exceden a las demandas ambientales) (Nakamura & Csikszentmihalyi, 2002).

Csikszentmihalyi (1988) considera que existen diferencias individuales respecto a la capacidad de experimentar el estado de flujo, de manera que hay personas más propensas a ello, que tienen una “personalidad autotélica”, debido tanto a  condiciones innatas como al aprendizaje. Estas personas son consideradas como “disposicionalmente” dotadas para la  experimentación de flujo en actividades deportivas.   Asimismo, igual que hay personas más propensas a experimentar flow, hay actividades particulares en las que es más probable que el estado de flow aparezca (Csikszentmihalyi, 1990). En este sentido, Csikszentmihalyi (1997) y Jackson y Csiks- zentmihalyi  (1999)  destacan  que  el  deporte  presenta  una oportunidad especial para que el estado de flujo tenga lugar, ya que la práctica deportiva está asociada con muchas cualidades positivas, y presenta mayores niveles de implicación, deseo, desafío y placer, que otras actividades. Dado que, en situaciones similares existirán diferencias individuales en la frecuencia e intensidad de las experiencias de flujo, no sólo se deben fomentar situaciones más conducentes al flujo, sino también educar a los sujetos para que sean capaces de experimentar flujo sin tener en cuenta la situación en la que se encuentran, es decir, incrementar su flujo disposicional (Moreno, Cervelló & González-Cutre, 2006).

Tal y como señalan Sicilia, Ávila, González-Cutre & Moreno-Murcia (2011) dentro de este campo, la práctica deportiva, la mayoría de las investigaciones sobre flow se han centrado en el deporte competitivo (Jackson, 1996; Kowal & Fortier, 2000), aunque existen estudios que muestran que puede darse en actividades recreativas (Jackson, Kimiecik, Ford & Marsh, 1998; Stein, Kimiecik, Daniels & Jackson, 1995). Los estudios se han focalizado en reconocer dicho estado durante la ejecución de actividades físicas y deportivas en personas jóvenes, en especial en la exploración de su relación con el clima motivacional y con el trato del docente o el entrenador  involucrado  en  la  actividad  (González-Cutre,  Sicilia  &  Moreno,  2006; Moreno, Cervelló, Martínez Galindo & Alonso, 2007). También se hallaron antecedentes en  relación  al  aprendizaje escolar  (Calderón-Sánchez,  2003)  y al  trabajo  (Salanova, Martínez, Cifre & Schaufeli, 2005).
En cuanto a los trabajos que relacionan el estado de flow con la motivación, podemos afirmar que diversos estudios ponen de manifiesto la importancia que tiene la motivación en la aparición del estado de flow en competición (Cervelló, Nerea, Jiménez, García & Santos-Rosa, 2001; Csikszentmihalyi, 1990; Jackson, 1995; Jackson & Marsh, 1996; Jackson & Roberts, 1992; Karagerorghis, Vlachopoulos & Terry, 2000; Kowal & Fortier, 1999; Martin & Cutler, 2002).

Csikszentmilhalyi (1990, 1993, 1997) considera que el estado de flow se compone de nueve dimensiones: equilibrio entre habilidad y reto (la clave está en la percepción del deportista de su propia habilidad para afrontar el reto que tiene delante, de manera que perciba que tiene la habilidad suficiente para afrontar desafíos importantes), combinación/unión de la acción y el pensamiento (sería una sensación de realizar las cosas de forma automática, sin pensar),claridad de objetivos (para lograr el estado de flow es necesario que se definan las metas de forma clara previamente a la actividad), feedback claro y sin ambigüedades (describe el conocimiento recibido por los deportistas sobre su actuación, permitiéndoles continuar en la persecución de sus metas y ajustar su ejecución), concentración sobre la tarea que se está realizando (es fundamental aprender a excluir pensamientos irrelevantes), sentimiento de control (libera al deportista del miedo al fracaso y crea un sentimiento de fortalecimiento para ejecutar tareas desafiantes), perdida de cohibición o de autoconciencia (después de la experiencia de flow la percepción de uno mismo es más firme y positiva, liberando al individuo de sus preocupaciones y dudas), transformación en la percepción del tiempo (habitualmente lo que se percibe en el estado de flow es una reducción del tiempo, de manera que parece que este pasa rápidamente) y experiencia autotélica (es una experiencia reconfortante, valiosa, divertida, que deja una buena impresión y que el discente desea repetir) (Csikszentmihalyi, 1990, 1997; Jackson, 1996).

La experiencia autotélica ha sido destacada  como un de los factores que más fuertemente definiría la experiencia de flow (López-Torres, Torregosa & Roca, 2007). Vendría a ser la experiencia misma del disfrute, resultante de la integración o combinación de algunos o todos los elementos que la conforman (Csikszentmihalyi, 2003). Se le identifica como una sensación muy positiva, placentera, de profundo disfrute, producto de la realización misma de la actividad, o sea que es recompensante en sí misma, que genera una fuerte motivación intrínseca y que por lo tanto, deja en segundo   término   el   logro   de   resultados,   incentivos   externos,   consecuencias   o recompensas posteriores (Csikszentmihalyi y Csikszentmihalyi, 1998). En el deporte, se supone que la experiencia autotélica es la resultante de los otros ocho componentes del flow, pero también se le ha identificado con la experiencia misma del flow, o al menos como su cualidad básica (Jackson y Csikszentmihalyi, 2002)

De hecho, algunos autores han resaltado que la experiencia autotélica es el elemento más importante en la actividad física recreativa (Jackson, 1996; Jackson & Marsh, 1996). La experiencia autotélica resaltaría precisamente la práctica realizada como una vivencia con finalidad en sí misma y, por tanto, intrínsecamente recompensada. Una tarea reconfortante que produce altas dosis de placer y que, por tanto, fomenta la adherencia y el compromiso hacia la actividad física regular (Jackson, 1996; Kimiecik, 2000). La tendencia a percibir experiencias autotélicas, de acuerdo con Csikszentmilhalyi (1990), no sólo dependerá de condiciones innatas, sino también ambientales.

Así, el flow es un objeto de estudio reciente y actualmente en auge. Pero por el momento, en el ámbito del entrenamiento deportivo y en la comunidad científica, tal vez la mayor dificultad es el de lograr vencer  la  tendencia  a  ignorarlo  o  pasarlo  por  alto  al  considerarlo  un  fenómeno anecdótico o concepto secundario, irrelevante, difícil de definir o acotar, y sin posibilidades de ser estudiado objetivamente. Una vez superado este  prejuicio,  se  podría  empezar  a  desmitificar  el  concepto  que  se  tiene  de  este fenómeno, y a reconocer la importancia y trascendencia que puede llegar a tener su estudio, explicación y aplicaciones en el deporte.

Ante esto se plantean una serie de interrogantes ¿Cuál sería el mejor término para conceptualizar este fenómeno?,  ¿Influyen la edad, el sexo, el nivel o el deporte específico que se practica en la experiencia de flow?, ¿En que  condiciones  se  presenta?,  ¿En  quiénes  surge  “espontáneamente”,  es  decir,  sin haberlo entrenado o aprendido?, ¿Se puede aprender y desarrollar la experiencia de flow?, etc.; así como aspectos más particulares como, ¿Tiene alguna relación con el control de la respiración y la postura corporal?, y muchos más (López-Torres, Torregosa & Roca, 2007).

En relación al género algunos estudios han demostrado que las mujeres son las que experimentan menos situaciones de flow disposicional o estado psicológico óptimo en comparación con los varones (Moreno & Cervelló, 2003), así gran parte de los estudios coinciden en indicar una cierta conexión entre la menor oportunidad de la mujer al acceso de la práctica de actividad física y la cultura reproducida en la educación física (Moreno et al., 2006).

Así nuestro objetivo de investigación se centra en hallar las diferencias existentes en los niveles de flow disposicional (experiencia autotélica) en función del género en jóvenes jugadores de voleibol. Además, se trata de un concepto muy novedoso que, a pesar del esfuerzo de algunos autores por explicarlo en el ámbito de  la  motricidad  humana  (Csikszentmihalyi,  2003;  García  Calvo  et  al.,  2006;  García  Calvo, Cervelló,  Jiménez,  Iglesias  y  Santos-Rosa,  2005;  García  Calvo,  Jiménez,  Santos-Rosa  y Cervelló, 2003) la escasez de estudios existentes revelan que, aunque va en aumento, el estudio de este constructo aún está en sus inicios (Amado et al. 2011).
La hipótesis de estudio plantea que los niveles de flow disposicional (experiencia autotélica) en el género masculino serán significativamente superiores que los valores de flow disposicional en el género femenino en jóvenes jugadores de voleibol.

 

MÉTODO

Participantes
La muestra de estudio estuvo compuesta por 173 sujetos (74 de género masculino y 99 de género femenino) de edades comprendidas entre los 12 y los 16 años (M=14.63; DT= 1.05). Los sujetos pertenecían a la totalidad de los 16 equipos de voleibol (8 masculinos y 8 femeninos) de una liga de máximo nivel regional en España durante la temporada 2010/2011.

Medida
Flow. Para la medida de la variable flow se utilizó el factor experiencia autotélica de la versión española (González-Cutre, Sicilia, Moreno & Fernández-Balboa, 2009) de la Dispositional Flow Scale-2 (Jackson & Eklund, 2002). Este factor mide la propensión del practicante a la experiencia autotélica y constaba de cuatro ítems (e.g. “me gusta lo que experimento con mi ejecución y me gustaría sentirlo de nuevo”) que se respondían mediante una escala tipo Likert de 1 (nunca) a 5 (siempre). El encabezado fue “Cuando práctico ejercicio físico…”. Dicho factor mostró un valor alfa de Cronbach de .811.

Procedimiento
El investigador principal fue el encargado de la toma de datos,de proporcionar los cuestionarios a los participantes, informar cómo cumplimentar los mismos y solucionar dudas que aparecieran durante el proceso. La recogida de datos se produjo en los lugares de entrenamiento de los 16 equipos participantes en la investigación.
Para tal fin, se contactó en primer lugar con la Federación de voleibol y con los entrenadores de los equipos. En segundo lugar, los padres de los participantes dieron su consentimiento firmado, siguiendo las normas del Comité Ético de Investigación de la Universidad de Extremadura (2010), para la participación de los jugadores en el estudio y para la toma de datos.

 

RESULTADOS

Tabla 1. Análisis descriptivo e inferencial para la variable dependiente género

Tabla 1. Diferencias de género en los niveles de flow disposicional de jóvenes jugadores de voleibol

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº 21

 

En primer lugar se realizó un análisis descriptivo. Los resultados obtenidos muestran como los niveles de flow son ligeramente superiores en el género masculino (4.608) que en género femenino (4.341).
En segundo lugar se realizó un análisis inferencial. A través de la “Prueba T para muestras independientes” se observa la existencia de diferencias significativas en los niveles de flow en función del género de los deportistas.

 

 DISCUSIÓN

Ante la emergente necesidad de ampliar las líneas de investigación en torno al flow disposicional  en el contexto deportivo el objetivo de la investigación fue determinar la existencia de diferencias en función del género en los niveles de flow disposicional (experiencia autotélica) en jóvenes jugadores de voleibol. Siendo nuestra hipótesis de partida que los niveles de flow disposicional del género masculino serán significativamente mayores que los niveles de flow experimentados por del género femenino.
En este sentido, los resultados obtenidos muestran mayores niveles de flow disposicional en el género masculino que en el femenino, confirmándose  la existencia de diferencias significativas en función del género, datos que corroboran nuestra hipótesis.

De esta manera, nuestros resultados son acordes con los hallados por Moreno et al. (2009) en nadadores de salvamento deportivo, en los que hallaron diferencias significativas en función del género, con valores superiores en el género masculino.
Sin embargo, existen trabajos anteriores (Russell, 2001; Moreno, Cervelló, & González-Cutre, 2006), en los que no se encontraron diferencias en el flow según el género del practicante. o que las encuentran, pero con valores superiores en el género femenino. Este es el caso del trabajo desarrollado por Salazar (2010) en una muestra multideportiva en Colombia.

En contraste con otras investigaciones, las mujeres mostraron valores superiores de flow, especialmente en el Futbol Sala, demostrando que la práctica de este deporte representa para ellas una experiencia óptima, más que en los hombres.  Factores asociados a la cultura pueden ser los responsables de esta tendencia. Es por ello que sería interesante profundizar en el análisis de estas diferencias en el flow de una forma más cualitativa.
En el contexto educativo hay, igualmente, múltiples estudios que refuerzan nuestros resultados. Ferriz y Moreno Murcia (2009) trataron de establecer relaciones entre la práctica físico-deportiva y la propensión a experimentar flow disposicional según el  género en 300 estudiantes de E.S.O con edades comprendidas entre los 12 y 16 años. Se les administró la versión validada al contexto español de la Escala de flow Disposicional-2 (DFS-2) en las clases de educación física.

Tras un análisis de varianza multivariado los resultados mostraron que los chicos  los que practican actividad física en horario extraescolar presentaban una mayor propensión a experimentar flow disposicional en las clases de educación física que las chicas.
Resultado similares fueron encontrados en un estudio reciente realizado por Cervelló et al.  (2005), en el que se analizaban las diferencias en el flow disposicional en función del género del alumno, encontraron que los chicos mostraban un mayor flow disposicional que las chicas. En otro estudio realizado en clases de educación física (Moreno et al., 2006) consideran que quizá la mayor propensión a experimentar flow sea una variable que prediga la práctica deportiva extraescolar.

Igualmente, en un contexto sociodemográfico, Sabatini (2010) en cuanto a las diferencias por género, las actividades físicas, recreativas, artísticas y laborales fueron las más mencionadas por las mujeres; en cambio los varones refirieron las actividades recreativas, deportivas y físicas como aquellas en las cuales se experimentaba flow predominantemente. Este estudio sugiere que el hecho de practicar por el placer de la propia actividad podría favorecer la vivencia de experiencias reconfortantes y satisfactorias con mayor frecuencia.
En el deporte, la experiencia autotélica es muy valorada por los atletas, ya que tanto sus efectos positivos como su recuerdo pueden permanecer durante mucho tiempo. Su carácter intrínsecamente gratificante tal vez explique porqué los atletas encuentran al estado de flow como algo tan gratificante. Esta valoración y atracción puede deberse a que las sensaciones que genera el estado de flow pueden ser sus experiencias más preciadas   (Jackson  &  Csikszentmihalyi, 2002).

Además,  otro de   los componentes de la experiencia autotélica, que la vuelve muy preciada para los atletas y hace que intenten experimentarla una y otra vez, es la sensación de estar rindiendo de la mejor forma posible, según las posibilidades de cada uno; de tal manera que el estado de flow les permite desarrollar sus habilidades y competencias,  y  poder vislumbrar ejecuciones óptimas en su rendimiento deportivo (Jackson y Csikszentmihalyi, 2002).
Tal y como refleja la bibliografía, es necesario continuar analizando las variables que influyen en el logro de estas experiencias óptimas, con el objetivo de incrementar el rendimiento y conseguir un mayor crecimiento personal del deportista. Por ello, el objetivo del estudio fue, comprobar si existían diferencias en la en la propensión a experimentar flow disposicional según el género.

CONCLUSIONES

La propensión a mostrar valores elevados de flow (experiencia autotélica) es más elevada en el género masculino que en femenino, en jóvenes jugadores de voleibol
Es importante reforzar el valor del flow a nivel deportivo, más aún si nos encontramos a nivel de iniciación deportiva, donde hay alto nivel de abandono a medida que se incrementa la edad. Si una persona logra alcanzar frecuentemente experiencias autotélicas durante  la práctica de ejercicio físico obtendrá grandes niveles  de logro  y disfrute  y probablemente querrá practicar de nuevo para volver a sentir lo mismo (Jackson, 1996; Kimiecik,  2000).
Pero, tal y como señala López-Torres (2006) el deporte también es una actividad dura que requiere de mucha disciplina y esfuerzo  por  parte  de  los  atletas,  y  hay  factores  como  el  cansancio,  el  dolor,  la frustración,   entre   otros,   que   pueden   dificultar   en   muchos   momentos,   disfrutar completamente de su práctica.

Por eso, se ha visto que la recomendación simple y directa que muchas veces se hace a los atletas, de que se diviertan o que procuren divertirse  con  su  rendimiento,  regularmente  no  es  suficiente  para  que  alcancen  o recuperen la experiencia autotélica, y entonces se han encontrado algunas “claves para el disfrute” (Jackson y Csikszentmihalyi, 2002, p. 202), que facilitarían al atleta lograr ese objetivo, aunque se debe aclarar que para lograrlo, lo primero es querer o estar dispuesto a disfrutar realmente, ya que no es posible forzar a nadie a divertirse, ni siquiera  a  uno  mismo,  y  que  “el  disfrute  empieza  cuando  apartamos  todos  los obstáculos, y nos perdemos en la actividad” (Jackson y Csikszentmihalyi, 2002, p. 202).

Se necesita que el atleta sienta una genuina predisposición para poner su mayor esfuerzo y concentración durante el rendimiento, teniendo al mismo tiempo preparada “la mente para que esa diversión aparezca más fácilmente” (Jackson y Csikszentmihalyi, 2002, p. 202); además de tratar de mantener el  buen humor tanto en los entrenamientos como en las competiciones y prepararse para tomar positivamente los resultados negativos que pudieran  presentarse,  recordando  siempre  que  “el  deporte  está  pensado  para  ser divertido” (Jackson y Csikszentmihalyi, 2002, p. 202).

En caso de que el atleta sienta que las condiciones del entrenamiento o la competición son muy adversos y no sea capaz de volver a disfrutar de una experiencia autotélica durante el rendimiento, le sería conveniente que tratara de recordar aquellos aspectos de la  ejecución  que  regularmente  le  proporcionan  más  disfrute,  como  pueden  ser  por ejemplo, la sensación de velocidad y fuerza corporal, la capacidad de mover el cuerpo haciendo maniobras difíciles, la coordinación de manos y pies, etc., habilidades cuyo dominio resultan divertidos y gratificantes para los atletas (López-Torres, 2006).

Se  ha  encontrado  que  el  aprender  a  dominar  las  habilidades  tanto  físicas, psicológicas o técnicas de cualquier deporte, así como incrementar el nivel de desafío para desarrollar las habilidades,   proporcionan una gran satisfacción y un profundo placer  (Jackson  y  Csikszentmihalyi,  2002).    Otra  recomendación  para  favorecer  la aparición de una experiencia autotélica es la de desarrollar la capacidad de convertir la competición en un juego, concentrarse más en la tarea que en el resultado y admitir que el deporte se puede disfrutar aunque no se gane o se haga una ejecución perfecta (Jackson & Csikszentmihalyi, 2002). La última recomendación es revisar la relación entre los desafíos que se plantean y las habilidades con que se cuenta, ya que cuando hay un desequilibrio entre estos dos factores, el atleta no podrá llegar a tener una experiencia  autotélica,  y  tenderá  más  a  tener  experiencias  negativas  y  frustrantes (Jackson & Csikszentmihalyi, 2002).

Puesto que el diseño de este estudio es inferencial y no permite  establecer relaciones  causales,  es necesario  que futuras  investigaciones  traten  de  someter  a  prueba  a  través  de  diseños experimentales para contrastar si la puesta en marcha de estas pautas de actuación por parte del técnico deportivo se ve reflejada en una mayor experiencia de flow mostrada por el género masculino que el femenino, así como su adherencia a la práctica.

 

 

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