El deporte en el Reino Nazarí de Granada a partir de fuentes hispano-musulmanas.
El Reino Nazarí de Granada se consolida en 1232 tras la batalla de las Navas de Tolosa, siendo el último reducto musulmán en la Península Ibérica. La riqueza cultural de la sociedad nazarí se plasmó en diferentes manifestaciones, pintura, escultura, arquitectura, literatura, medicina, etc.
El deporte en el Reino Nazarí de Granada a partir de fuentes hispano-musulmanas.
Resumen
El Reino Nazarí de Granada se consolida en 1232 tras la batalla de las Navas de Tolosa, siendo el último reducto musulmán en la Península Ibérica. La riqueza cultural de la sociedad nazarí se plasmó en diferentes manifestaciones, pintura, escultura, arquitectura, literatura, medicina, etc. Dichas manifestaciones son fuentes magníficas que pueden aportar datos precisos sobre las actividades deportivas practicadas en esta sociedad. En la actualidad las referencias que se tienen al respecto provienen de investigaciones que se basan fundamentalmente en fuentes cristianas. Sin embargo en este estudio se propone analizar fuentes históricas de esta sociedad, para conocer las actividades de índole deportiva que practicaban y las repercusiones sociales que éstas tenían. Las conclusiones más
destacadas demuestran que las actividades deportivas, dentro del Reino Nazarí de Granada, tenían un marcado carácter de espectáculos públicos y que las clases dominantes las utilizaban no sólo como forma de esparcimiento sino como mecanismo de control social.
Introducción
Los territorios que forman la Península Ibérica se dividían durante la Baja Edad Media en diferentes reinos, los cuales fueron el embrión de los futuros estados
modernos que conforman el panorama geográfico de la península hoy día, es decir, fueron el comienzo de Portugal, España y el Principado de Andorra.
El panorama geopolítico de la época marcaba la existencia de cinco reinos peninsulares: Castilla, Aragón, Navarra, Portugal y Granada. De los cuales los cuatro
primeros eran de origen cristiano y habían conformado sus territorios a partir de la reconquista de la Península Ibérica, sobretodo a partir de la Batalla de las Navas de Tolosa en 1212, y el último de ellos, Granada, surgió como resultado de la desintegración de los terceros reinos de taifas en el siglo XIII, siendo el último reducto musulmán en la península. En este último reino se aglutinaba gran parte de la población musulmana de la península, muchos de ellos huidos de las ciudades cristianas debido a la persecución que sufrían (Arie, 2004). Su fundador, Muhammad I (1237-1273), pertenecía a la familia árabe de los Banu Nasr (de ahí el nombre Nazarí). Aparte de la capital, sus enclaves más importantes fueron Málaga y Almería. Entre las razones de su supervivencia a lo largo de más de 200 años se encuentran las barreras montañosas (Sistema Penibético) que lo protegían, la ayuda de los benimerines, guerreros musulmanes llegados del África, y las crisis políticas y guerras civiles de el Reino de Castilla durante el siglo XIV. Sin embargo, en el siglo XV sufrió debido a las frecuentes luchas entre las familias nobles que querían el trono granadino, luchas que lo llevaron a su desaparición en el año 1492. Durante el período de vigencia de este reino se produjo un fuerte impulso organizador y económico, que llevó a un notable crecimiento de las ciudades. Se estima que Granada pudo sobrepasar los cincuenta mil habitantes, Málaga los veinte mil y otras ciudades importantes como Almería, Ronda, Loja, Guadix y Baza se acercaban a los diez mil (Mitre, 2004).
La cultura, según Arie (1994), también conoció un importante auge durante el reinado de los nazaríes convirtiéndose en puente entre Oriente y Occidente, lorecieron las artes y las ciencias con personajes como Ibn Tufail (médico), Al-Garnatí (viajero y cronista), Ben Said (poeta) o Abú Hayyan (filólogo). Entre todos ellos destacaron los sabios Ibn Al-Jatib e Ibn Zamrak quienes escribieron numerosas obras sobre historia, filosofía, relatos, poesía y todo lo que constituía el saber en la edad media. Sin embargo, la obra por antonomasia que define a la dinastía nazarí es la Alhambra, Qalat al-Amra (el castillo rojo), verdadera síntesis de arquitectura palatina islámica y de los nuevos elementos de fortificación incorporados a la arquitectura militar. A ella se asocia una almunia o huerta de recreo conocida como el Generalife o Yannat al-Arif (huerta del Arquitecto). Estas joyas arquitectónicas se caracterizan por la exuberancia decorativa, que enmascara las formas y la pobreza de los materiales de construcción: mampostería, estructuras de madera, soportes de ladrillo, etc.
Como afirman varios autores (Arié, 1994; Mitre, 2004; Castilla, 2004) es inestimable la riqueza artística y cultural del Reino Nazarí de Granada, no sólo en el
campo de la arquitectura sino también en el de las artes suntuarias, la literatura, la medicina, la astronomía, etc. A través de dicha riqueza se destilan muchas de las características propias del mismo: clases sociales, actividades económicas, organización política, educación, etc. Este hecho plantea, desde la perspectiva de la historia del deporte, la necesidad de investigar el legado cultural de este reino, porque a través del mismo es posible obtener datos relevantes sobre las actividades deportivas que practicaban los granadinos; ya que, hasta hoy día, la mayoría de estudios realizados al respecto se centran, casi con exclusividad, en fuentes históricas de origen cristiano. Definición del objeto de investigación. El deporte en el Reino Nazarí de Granada a través de fuentes históricas específicas de dicho reino. Aclaración terminológica. A partir de la definición realizada sobre el objeto de estudio de esta investigación, es preciso aclarar, dentro del contexto de esta investigación, el significado del término “deporte”. En apariencia, la definición de este vocablo no ofrece incertidumbre, sin embargo cuando se profundiza en el significado del mismo, hallamos multitud de autores que a lo largo del siglo XX han plasmado diferentes definiciones de este controvertido término. De hecho, en el Diccionario de las Ciencias del Deporte (1992, 321), un texto especializado y elaborado por expertos en la materia, el vocablo
deporte se define de forma cautelosa, diciendo: “Debido a su múltiple utilización en el lenguaje corriente, no es posible delimitar esta noción con precisión”.
A esta dificultad semántica hay que sumar en este estudio otra de tipo histórico y evolutivo, puesto que el término deporte no siempre ha tenido el mismo significado. Así, históricamente valorada, la palabra deporte se aplicaba a actividades tan dispares como: conversación, burla, paseo, juego amoroso, cantar, tocar música, reposar, ejercitarse físicamente…, predominando siempre el sentido recreativo (Piernavieja, 1971; Cagigal, 1996 y Trapero, 1979). Por lo que durante la Baja Edad Media (siglos XIV y XV) existían deportes que hoy no serían aceptados como tales, y que, sin embargo, en esa época si entraban dentro de dicho concepto, como por ejemplo los juegos de cañas o los torneos. A partir de todo lo dicho, y tras una ardua revisión bibliográfica, se concluye que
de todas las definiciones actuales del término deporte, aquella que más se adapta a las actividades de esta índole durante los siglos XIV y XV, es la del Diccionario del Español actual (1999, 254): “Actividad física individual o colectiva, realizada como ejercicio o placer con sujeción a ciertas reglas y generalmente de carácter competitivo”.
Objetivo.
El objetivo de esta investigación es analizar fuentes históricas que se conservan del Reino Nazarí de Granada, con la finalidad de conocer y caracterizar las actividades deportivas que allí se practicaban. Fuentes de la investigación. La investigación histórica se basa en el estudio y análisis de fuentes, entendiendo
a éstas como todo aquello que puede interpretarse como indicio de la presencia/actividad del hombre que nos precedió (Marrou, 1968). Las principales
fuentes históricas del Reino Nazarí de Granada se pueden clasificar, según Arié (1994) y Mitre (2004), en fuentes escritas (legajos, crónicas y escritos) y no escritas (restos arqueológicos y obras artísticas propias de esa cultura). Por todo ello las fuentes históricas de esta investigación son las siguientes: • Legajos, crónicas y escritos que sobre la cultura nazarí se hallan en los siguientes archivos y bibliotecas, los cuales destacan por la su riqueza al respecto:
o Archivo Histórico Provincial de Granada.
o Biblioteca de la Escuela de Estudios Árabes.
o Archivo Municipal de Granada.
o Archivo de la Alambra.
• Vestigios históricos que sobre la cultura nazarí se hallan en los siguientes museos y
monumentos:
o Alhambra de Granada.
o Generalife de la Alhambra de Granada.
o Museo de la Alhambra.
o Museo de Bellas Artes de Granada.
Método.
El método histórico es el utilizado en este estudio, según Bisquerra (1989) se trata de un tipo de investigación descriptiva que estudia la conexión entre los hechos que han ocurrido en el pasado a partir del análisis de fuentes históricas. Como este mismo autor indica la investigación histórica significa interpretar, en el caso de este estudio ello implica analizar los vestigios históricos sobre la cultura nazarí desde la perspectiva de la historia del deporte.
El diseño de investigación propuesto para este estudio posee tres partes bien diferenciadas. En primer lugar se realiza la crítica de fuentes a partir del Análisis
Documental de las mismas, una vez asegurada la fiabilidad y validez de los datos contenidos en estas fuentes, se les aplica la técnica de Análisis de Contenido, definida por Bardin (1986) como el análisis de documentos, imágenes, objetos, etc. utilizando procedimientos sistemáticos y con una finalidad descriptiva del contenido. Finalmente la última parte de este diseño de investigación consiste en la triangulación de los datos obtenidos en cada una de las fuentes documentales estudiadas. Análisis y discusión de los resultados. Los resultados obtenidos en esta investigación, a tenor de los datos existentes en las fuentes estudiadas, indican que dentro del Reino Nazarí de Granada se practicaban los siguientes deportes. ..La caza: Esta actividad era la más apreciada entre los soberanos nasríes y su corte. Entre las fuentes que atestiguan la práctica de la montería y la cetrería hay que destacar las pinturas de la Sala de los Reyes de la Alhambra y las de la casita del Partal, sin olvidar los poemas cinegéticos de Ibn Zamrak (citados con anterioridad por Acosta, 1997) y la cerámica de la época.
En las pinturas de la Sala de los Reyes, también conocida como de la Justicia, un caballero musulmán a caballo alancea a un jabalí. Tras él dos ojeadores con lanza observan la escena, uno de ellos con un perro. Más atrás un grupo carga el jabalí cazado en un mulo y aún más atrás otro caballero ofrece una pieza de caza a una joven que sale del castillo con sus damas. En la zona izquierda un caballero alancea a un oso, mientras 806 dos batidores toca la cuerna y otro un pandero, con objeto de hacer salir a los animales de sus escondrijos. A continuación un caballero alancea a un león, mientras que un peón
le ayuda con la espada. Completan estas escenas la cantidad de aves entre el cielo y los árboles, algunas de las cuales aparecen en el momento en que son atrapadas por el halcón o el azor. Las pinturas del Partal de la Alhambra, que se encuentran bastantes deterioradas y actualmente en proceso de restauración, muestran escenas de la caza del oso; en estas pinturas, a pesar de su estado, se reconoce a un oso pardo, que anteriormente fue considerado un león, enfrentándose a un caballero acompañado por su perro. Como afirma Molina (1967), la caza se practicaba frecuentemente en la Alhambra, concretamente en las laderas del valle del Darro, amplio parque extendido entre las torres de las Armas y de los Picos. Las piezas más preciadas eran las de caza mayor: osos, jabalíes, ciervos y gamos. Las de caza menor como grullas, faisanes o conejos se reservaban para la cetrería, en la que los halcones y azores eran las aves de
presa predilectas (Juez, 1997). Por todo lo dicho es posible calificar a la montería y la cetrería como una práctica deportiva propia del estamento nobiliario, que afirmaba utilizar este entretenimiento como forma de mantener su estado físico, y el de su caballo, ante la eventualidad de posibles batallas futuras. No obstante parece ser que esto no era más que una justificación y las monterías eran realmente actividades de esparcimiento de la nobleza. Además servían como momentos de exhibición social y galantería, como se demuestra en las pinturas que representan al caballero ofreciendo la pieza cazada a una dama.
Por último decir que en esta práctica era necesario movilizar a muchos hombres (cazadores, batidores y criados) y animales (caballos, mulos de carga y raleas de perros); siendo las armas utilizadas las lanzas, aunque también existen referencias que atestiguan la utilización de ballestas y espadas.
.. La tabla: Según Arié (1994), esta actividad comenzó a practicarse en tiempos nazaríes, pues no existen referencias anteriores a este periodo. En Al-Ihata se cita la altabla como actividad practicada en el reino nazarí (Ibn al-Jatib, 1987); consistía en que jinetes a galope lanzaban unos palos a un blanco de madera colgado en el aire, consiguiendo la victoria aquel que lograba el lanzamiento más certero (Hernández, 2006). Hay que destacar que existe en la Alhambra una explanada llamada La Tabla, cerca de la Torre de los Siete Suelos, que toma su nombre de la actividad que allí solía realizarse con más frecuencia.
.. Corridas de toros: El historiador y poeta Ibn al-Jatib (1987) nos habla en sus escritos de las corridas de toros con perros que, con frecuencia, se organizaban en el Valle de la Plata, cerca del Generalife. En estas corridas los toros o vacas salvajes eran atacados primero por fuertes perros alanos que, según este autor, se colgaban de las orejas como si fueran pendientes. Luego entraban en la lidia hombres a caballo que alanceaban al toro hasta la muerte. Según Arié (1994), en la crónica de Muhammad V se relata como este soberano participaba frecuentemente en estas lidias como cualquier otro cortesano. Ello demuestra el carácter aristocrático de esta actividad. ..Torneos: Desde principios del siglo XIV los nazaríes destacaron en los torneos efectuados en campo cerrado. Esta actividad consistía en una batalla simulada entre dos bandos, formados cada uno de ellos por un número amplio aunque variable de guerreros, el objetivo de cada participante era herir, golpear y derribar al mayor número
de contrarios posibles, ya que la finalidad última de esta actividad era conseguir la rendición del grupo adversario. Esta práctica solía desarrollarse en la plaza de Bab al- Rambla, hoy conocida como Bibarrambla, y en la Alhambra, concretamente en la ya mencionada explanada de La Tabla. Ibn Abd Rabihi, en su libro sobre la batalla de los árabes, indica que los musulmanes torneaban con largas lanzas y escudos, teniendo como arma auxiliar la espada (Ramírez del Río, 2002). Hay que resaltar el hecho de que muchos caballeros, así musulmanes como cristianos, solían dirimir sus diferencias en los torneos, que en muchas ocasiones
acababan convirtiéndose en auténticos duelos (Parrondo, 1989). Uno de ellos se representa en la Sala de los Reyes de la Alhambra, en la que un caballero musulmán cae sobre otro cristiano atravesándole con la lanza y desmontándolo del caballo. .. Juego de cañas: Esta práctica es una de las más características de la cultura nazarí, según varios autores cristianos como Pérez de Hita o Tapia Salcedo (Hernández, 2006). Sin embargo, no existen fuentes iconográficas musulmanas al respecto. Las referencias halladas son dos, la dada por Ibn Hudayl, en su antología sobre los caballos (Viguer, 1977), en la que este autor cita al juego de cañas como uno de los más adecuados para el entrenamiento de jinete y equino. En segundo lugar, una carta procedente de la corte nazarí, fechada el 30 de mayo de 1418 y dirigida a Alfonso V, que enumera entre los regalos dirigidos al monarca un equipo completo para el juego de cañas (Acosta, 1997).
Según varios autores (Hernández, 2006; Ramírez, 2006) esta actividad se realizaba por equipos, estando cada guerrero a caballo y ataviado con una adarga y con cañas. Una cuadrilla luchaba contra la otra lanzado las cañas a los contrarios y cubriéndose con los escudos.
.. Equitación: El arte de la equitación no se difundió en la Península Ibérica hasta el periodo final del califato omeya, cuando los jinetes magribíes, inmigrados a Al- Andalus, enseñaron a sus correligionarios andaluces a montar a la gineta (Arié, 1994). Los restos artísticos de esta actividad son muy frecuentes en la iconografía nazarí, no sólo en las pinturas de la Sala de los Reyes y la casita del Partal, ambas en la Alhambra, sino incluso en la cerámica de la época. Además varios estudiosos granadinos escribieron obras sobre la equitación, destacando entre ellos Ibn Huldayl. Este autor, de la segunda mitad del siglo XIV, describe el origen del caballo, sus características, los cuidados que precisa, la forma de entrenarlo, como aprender a montar, etc. Lo más relevante, desde la perspectiva de la historia del deporte, es la descripción que hace de las carreras de caballo. En torno a ellas dice que los caballeros nazaríes solían apostar sobre la rapidez de sus corceles. En el extremo de la meta colocaban sobre una lanza los gajes o prendas para el vencedor, siendo el ganador aquel jinete que cogía dicha lanza (Viguer, 1977).
Conclusiones.
El estudio realizado ha permitido conocer, a partir de fuentes históricas específicas de la cultura nazarí, que actividades deportivas eran practicadas en el Reino
de Granada. Sin embargo, es importante resaltar que, además de estos deportes, existían otras actividades de carácter lúdico sobre las que existen muchos restos arqueológicos. En primer lugar los baños árabes, entre los que destacan los de la propia Alhambra y los de El Bañuelo. En segundo lugar el ajedrez, juego introducido por los árabes en la Península Ibérica, que era muy practicado en Granada. Los grandes expertos en este juego llegaban a gozar de fama y reconocimiento, como es el caso del letrado del siglo XIV Muhammad Ahmad Qurtba al Ru´si (Acosta, 1997). Por último, hay que resaltar la gran cantidad de juguetes para niños que se han encontrado en excavaciones realizadas en la Alhambra. Según Marinnetto (2006), han sido halladas figuritas que representan animales, piezas de una vajilla en miniatura y silbatos, que incluso podían utilizarse como reclamo para la caza. En cuanto a los resultados de esta investigación, hay que destacar que los participantes en las actividades deportivas de la época, eran mayoritariamente hombres pertenecientes a la aristocracia. Como afirma Salvador (2004), es lógico que la mayoría de actividades de índole deportiva del medievo sean propias de la nobleza, ya que era el estamento social que más tiempo de ocio poseía; además el carácter guerrero de esta casta permitió el desarrollo de muchas actividades exclusivas para el mantenimiento del guerrero y su equipo ante eventuales guerras. Por otro lado hay que resaltar que los juegos deportivos practicados en el Reino de Granada eran promocionados y controlados por los grandes señores de la ciudad, con objeto de entretener a la plebe y así mantenerla controlada. Esta misma finalidad se cumplía con los juegos rganizados en territorio cristiano (Ramírez, 2006), los cuales eran muy similares a los practicados en tierras granadinas. Este hecho habla de la interrelación social y cultural que existía entre ambas sociedades. Finalmente hay que subrayar la carencia de vestigios sobre actividades deportivas, no sólo nazaríes sino andalusíes en general. De acuerdo con Hernández (2006), una posible hipótesis al respecto sería la prohibición, que de forma progresiva, se hizo de las costumbres y diversiones musulmanas por parte de los Reyes Católicos y sus sucesores. Por todo ello será fundamental, para ahondar en el conocimiento sobre los juegos deportivos de la cultura hispano musulmana, estudiar los textos antiguos de origen andalusí que se conservan en países del Magreb.
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