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30 Sep 2013

Evolución de la flexibilidad de la musculatura isquiosural en futbolistas jóvenes

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El estudio tiene como objetivo estudiar la evolución de la flexibilidad de la musculatura isquiosural en las diferentes categorías del fútbol base.

Autor(es): Autor/es: Javier Sánchez Sánchez
Entidades(es): Universidad Pontificia de Salamanca
Congreso: X Congreso Internacional sobre la Enseñanza de la Educación Física y el Deporte Escolar
Pontevedra, 5 al 8 de Septiembre de 2013
ISBN: 978-84-939424-4-1
Palabras Clave: maduración, sit-and-reach, flexibilidad, fútbol

Evolución de la flexibilidad de la musculatura isquiosural en futbolistas jóvenes

Resumen:

El estudio tiene como objetivo estudiar la evolución de la flexibilidad de la musculatura isquiosural en las diferentes categorías del fútbol base. La pérdida de flexibilidad asociada a la edad y el desarrollo corporal, así como a la carga de entrenamiento (Espada, González y Mora, 2007), puede provocar problemas de ejecuciones técnicas (Álvarez, Casajus y Corona, 2003) y predisponer a la lesión muscular (Casais, 2011). Participaron 272 futbolistas pertenecientes a las categorías “infantil” (n=45; 12,91±0,28 años; 50,43±9,05 kg; 163,32±0,09 cm); “cadete” (n=65; 14,14±0,348 años; 57,60±7,74 kg; 198,21±0,07 cm); “cadete a” (n=51; 15,05±0,40 años, 61,09±7,02 kg; 172,29±0,05 cm); “juvenil” (n=55; 16,77±0,85 años; 65,35±8,32 kg; 175,16±0,06 cm); y “juvenil a” (n=56; 17,41±0,68 años, 67,30±6,87 kg; 175,24±0,04 cm). Todos realizaban al final de sus sesiones de entrenamiento un trabajo de estiramiento estático de grupos musculares principales, con especial atención a la región isquiosural para garantizar valores óptimos en esta zona. Se aplicó el test sit-and-reach para evaluar la flexibilidad de este grupo muscular (Wells y Dillon, 1952).  Se observa una tendencia a la involución (infantil, 27,9±3,7 cm: cadete “b”, 26,3±7,5 cm; cadete, 26,2±7,6 cm; juvenil, 25,6±8,1 cm; juvenil “a”, 23,4±6,5 cm). Existen diferencias significativas (p?0,05)  entre la categoría infantil y la juvenil “a”. Parece necesario aplicar programas de estiramientospara evitar el descenso en los valores de flexibilidad de la musculatura isquiosural, que están relacionados con una predisposición a la lesión muscular (Dadebo, White y George, 2004).

Palabras Clave: maduración, sit-and-reach, flexibilidad, fútbol.

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Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº22.

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Introducción

El fútbol es uno de los deportes más practicados entre los jóvenes, existiendo un número de escuelas y clubes de formación elevado en la mayoría de países (Sedano, Cuadrado y Redondo, 2007). Su popularidad ha provocado el interés de la comunidad científica, quién se ha preocupado por investigar qué aspectos pueden mejorar el rendimiento en esta disciplina (Calahorro, Torres-Luque, Lara y Zagalaz, 2011). Aunque el foco de acción de estos estudios se ha ubicado en la población adulta, en los últimos años se ha producido un intento por averiguar cuáles son los descriptores fisiológicos y psicológicos que anticipan el talento en futbolistas (Leite, de Arruda y Cossio-Bolanos, 2011). Esto no es tarea sencilla, en primer lugar debido a que en una población sin completar su maduración estas características están en continuo cambio (Malina, Eisenmann, Cumming, Ribeiro, y Aroso, 2004); y en segundo lugar, debido a que el resultado en fútbol depende de múltiples factores (Little y Williams, 2006), que configuran un complejo espectro representado por cualidades técnicas, tácticas, psicológicas y físicas que mantienen ricas y constantes interrelaciones entre ellas (Cossio-Bolanos, Portella, Hespanhol, Fraser y de Arruda, 2012).
Con respecto a los factores condicionales tradicionalmente se ha valorado la capacidad aeróbica, la habilidad para repetir esfuerzos breves de alta intensidad y la fuerza y potencia muscular (Chamari et al., 2005). El fútbol conjuga diferentes actividades de baja intensidad con sprints, saltos, golpeos de balón o acciones de uno contra uno  (Mohr, Krustrup y Bansbo, 2003). Todas estas actividades se podrán expresar con garantías cuando los niveles de flexibilidad son óptimos (Zakas, Galazoulas, Grammatikopoulou y Vergou, 2002; Witvrouw, Danneels, Asselman, D’have y Cambier, 2003). La flexibilidad se relaciona con el rango de movimiento disponible en una articulación o conjunto de articulaciones (Gleim y McHugh, 1997). Es importante inculcar desde las primeras etapas el hábito de estirar (Signorelli, Perim, Santos y Araujo, 2012), puesto que sino la flexibilidad disminuirá como consecuencia del desarrollo madurativo y la carga de entrenamiento (Espada, González y Mora, 2007; Santonja, Rodríguez, Sainz de Baranda, López-Miñarro, 2004). Además de la relación con rendimiento (Álvarez, Casajus y Corona, 2003), algunos estudios señalan que esta cualidad puede predisponer a la lesión muscular (Dadebo, White y George, 2004). Por lo tanto, este tipo de trabajo se considera una estrategia de prevención de la lesión (Casáis, 2011).
Especialmente interesante por su relación con la lesión durante la carrera, es el trabajo sobre la musculatura isquiosural (Henderson, Barnes y Portas, 2010). Aunque ha sido normal encontrar acortados estos músculos en el futbolistas, la musculatura de la cadera debe ser lo suficientemente flexible para evitar desajustes y daños musculares en el futbolista (Álvarez et al., 2003). Una musculatura acortada perjudica la acción muscular, y afecta a la correcta ejecución del gesto técnico (Ayala y Sainz de Baranda, 2008).  La realización de programas de estiramientos específicos puede mejorar la extensibilidad (Sainz de Baranda, 2009). Sin embargo, el entrenamiento de la flexibilidad no siempre está presente en los protocolos de acción del fútbol base, y en ocasiones no se desarrolla de la forma correcta (Leite et al. 2011). Los ejercicios debe realizarse de manera regular, utilizando métodos dinámicos y estáticos activos en las primeras etapas, y también métodos balísticos a medida que el futbolista se acerca a su etapa senior (Stojanovic y Stojic, 2011).
Para la medición de la flexibilidad, la prueba sit-and-reach ideada por Wells y Dillon (1952), es una de las más empleadas (Arregui y Martínez, 2001). Frente a las pruebas angulares, que son más precisas pero más sofisticadas en cuanto a material y aplicación (López, Sainz de Baranda, Yuste y Rodríguez, 2008), esta prueba se puede aplicar con facilidad y con una aparataje relativamente sencillo (Arregui y Martínez, 2001). Frente a los protocolos de evaluación de la flexibilidad que utilizan la prueba sit-and-reach en relación a la salud, no existen muchos que miden esta cualidad en el joven futbolistas (Sai-Chuen y Yuen, 2000). Hasta donde conocemos no se han realizado demasiados trabajos en relación a los cambios producidos como consecuencia de la edad y el ejercicio físico. Aunque la mayoría de capacidades mejora con la edad del sujeto, determinadas condiciones internas y externas al sujeto harán que la flexibilidad muestre una tendencia a la involución. El objetivo principal es analizar la evolución de la flexibilidad de la musculatura isquiosural en futbolistas de categoría infantil, cadete y juvenil, sometidos a un programa de estiramientos.

Material y método

272 jugadores varones, pertenecientes a las categorías “infantil a” (n=45; 12,91±0,28 años; 50,43±9,05 kg; 163,32±0,09 cm); “cadete” (n=65; 14,14±0,34 años; 57,60±7,74 kg; 198,21±0,07 cm); “cadete a” (n=51; 15,05±0,40 años, 61,09±7,02 kg; 172,29±0,05 cm); “juvenil” (n=55; 16,77±0,85 años; 65,35±8,32 kg; 175,16±0,06 cm); y “juvenil a” (n=56; 17,41±0,68 años, 67,30±6,87 kg; 175,24±0,04 cm). Los equipos infantiles tienen una carga de entrenamiento de 180 minutos semanales, los jugadores cadetes de 270 minutos a la semana y los juveniles entrenan 360 minutos por microciclo durante la temporada. En todos los casos se juega una partido en fin de semana. Todos los jugadores evaluados realizan habitualmente 10 minutos de estiramientos estáticos activos al final de cada sesión, con 30 segundos de trabajo por ejercicio dirigidos a los grupos musculares específicos del futbolista. Con respecto a la musculatura isquiosural se sigue el protocolo de estiramiento desarrollado en otros estudios (Ayala y Sainz de Baranda, 2008).
Antes de la toma de datos, los futbolistas menores de edad y sus padres fueron convenientemente informados de todo lo relativo al diseño del estudio, sus beneficios y riesgos, dando su consentimiento por escrito para formar parte de la experiencia. El trabajo fue diseñado de acuerdo a las directrices éticas enmarcadas en la Declaración de Helsinki.
En el estudio se ha tomado como variable dependiente la flexibilidad de la musculatura isquiosural, y como variables independiente, la categoría competitiva de los futbolistas. Se tomó el peso (Báscula TANITA BC-418MA “segmental”® precisión 100 gr) y la talla (tallímetro Holtex® precisión 1 cm, para la talla). Para estas medidas se utilizó la sala de usos múltiples cubierta. La temperatura fue controlada realizándose la medida con 18º C. Tras un calentamiento estandarizado de 10 minutos, compuesto por carrera continua suave y ejercicios de movilidad articular, los participantes realizaron la prueba sit-and-reach (cajón sit-and-reach Baseline® precisión 1 cm, 55x25x30 de medida). Al inicio el jugador se coloca sentado en el suelo, con la espalda pegada en la pared, las rodillas extendidas y los pies descalzos, con los dedos orientados hacia el techo y la planta del pie coincidiendo con el punto cero de la tableta de medición. El evaluado realizaba una flexión máxima de cadera, desplazando con los dedos de sus manos la regleta de marcación tan lejos como fuera posible. Para dar por buena la prueba la acción debía ser fluida, lenta y sin rebotes. Siguiendo las recomendaciones de  Hoeger y Hopkins (1992), usadas en otros trabajos similares (Leite et al., 2011), se registró el mayor valor de entre las tres tentativas.
Se calcularon los estadísticos descriptivos (media y desviación típica de la media) de la variable dependiente. Para el análisis intergrupo, tras comprobar la normalidad de la muestra a través de la prueba Saphiro-Wilk, se compararon los datos obtenidos en cada evaluación con la prueba t Student para muestras independientes. Se consideraron diferencias significativas cuando p?0,05. Para el registro y tratamientos de los datos se empleó un ordenador portátil Acer Travel Mate 5720, con el software Microsoft Office 2007 y el programa SPSS v.18.0.

Resultados

Los resultados de nuestro estudio muestra la involución que sufre la flexibilidad a lo largo de las diferentes categorías de edad en jugadores de fútbol base. Tal y como se refleja en la Tabla 1, los mejores resultados corresponden a los jugadores de la categoría infantil y los peores a los futbolistas juveniles de segundo y tercer año. Según la dinámica seguida por esta cualidad, se observa una primera fase crítica desde la categoría infantil al primer año de cadete. Posteriormente existe un descenso en los jugadores correspondientes a los equipos juvenil “a”, cuya edad está próxima a los 18 años. Nuestros resultados reflejan diferencias significativas entre el valore correspondiente a los jugadores de categoría infantil y los futbolistas juveniles “a”.
Tabla 1. Sit-and-reach en función de la edad.. Valores medios±desviación típica. * = diferencias significativas entre categorías; Niveles de significación: * = p<0,05 n= tamaño muestral

Contenido disponible en el CD Colección Congresos nº22

Discusión

Los niveles de flexibilidad en la articulación de la cadera son esenciales para el futbolista (Álvarez et al., 2003). Desde la perspectiva del rendimiento un buen rango articular permite, ejecutar acciones específicas con garantías, y desde el punto de vista de la prevención de lesiones, disminuye el riesgo de daños musculares (Casáis, 2011) y de recidivas (Gabe et al., 2006). Aunque estos argumentos han estado fundamentados en la población de futbolistas adultos, nos parece interesante incidir en la problemática asociada al déficit de flexibilidad para impulsar una atención responsable de esta cualidad en las etapas de formación. Algunos estudios desarrollados con futbolistas jóvenes reflejan valores muy pobres de elasticidad isquiosural medida con el test sit-and-reach (Sedano et al., 2004), con el sit-and-reach modificado (Correa, 2008)  o con la prueba de flexión profunda de tronco-cadera desde bipedestación (Álvarez et al., 2003). Los valores medios obtenidos en este estudio son superiores a los señalados en los trabajos anteriores, pero inferiores a otros existentes en la literatura (Leite, et al., 2011). Pensamos que estas diferencias pueden ser debidas a los años de entrenamiento y la cantidad y tipo de trabajo de flexibilidad desarrollado por los participantes en estos estudios.En cuanto al comportamiento de esta cualidad a lo largo del tiempo, los resultados obtenidos a través del test sit-and-reach revelan una tendencia de involución en relación a la edad de los sujetos. En el grupo estudiado y siguiendo la línea de lo que se ha señalado en otros trabajos, la flexibilidad es menor a medida que aumenta la edad

(Álvarez et al., 2003; Correa, 2008; Docherty y Bell, 1985; Espada et al., 2007; Leite, et al., 2011; López, Comella, Casa, Bayer y Arumi, 2003) y se progresa en la categoría de competición (Rubio, Rodríguez, Ávila y Villa, 2002). Tal y como sucede en nuestro trabajo, los valores de esta cualidad comienzan a descender a partir de los 13 años como consecuencia del aumento en el tamaño corporal del sujeto (Arregui y Martinez, 2001). La categoría cadete, donde las condiciones biológicas impulsan el desarrollo muscular, unido al entrenamiento de fuerza vía hipertrofia muscular de nuestros futbolistas, es un momento crítico en la involución de la flexibilidad. El resultado de ambos factores es un desarrollo asincrónico de huesos y músculos, que se manifiesta en una tensión creciente que dificulta temporalmente la flexibilidad (Leite et al., 2011). Aunque no todas las articulaciones evolucionarán por igual (Espada et al., 2007), en el caso de la flexibilidad de la musculatura isquiosural, la modificación en la proporción de las medidas de la pierna y el tronco, causan un deterioro en los registros de movilidad en los test que impliquen la movilización de esta articulación (Álvarez et al., 2003). Aunque tras la etapa crítica de los 13 años los valores pueden tender a mantenerse (Leite et al.,2011), en nuestro estudio la flexibilidad vuelve a tener un punto crítico en juveniles. Parece que el entrenamiento desarrollado en los equipos juveniles, no es suficiente para compensar los efectos de la carga de entrenamiento exigente y específica que se aplica a estas edades. Observamos una diferencia significativa entre los valores de la categoría infantil y juvenil, mientras que en otros trabajos las diferencias existen con la categoría alevín (Leite et al., 2011).
Además del efecto de la edad sobre la flexibilidad isquiosural de nuestros sujetos, la diversidad de funciones de este grupo muscular, junto con su carácter tónico-postural le hace propenso al acortamiento (Davis, Ashby, McCale, McQuain y Wine, 2005). Por otra parte el fútbol hace que los grupos musculares flexores y extensores de la cadera sean problemáticos por estar muy solicitados en la dinámica del juego (Álvarez et al., 2003). Este déficit de elasticidad es peligroso en el deporte (Casáis, 2011), por lo que se aconseja aplicar programas de intervención apropiados (Ayala y Sainz de Baranda, 2008). Existen en la literatura ejemplos de intervenciones que han conseguido mejorar el rango de estiramiento en la musculatura isquiosural en sujetos jóvenes (Nelson y Bandy, 2004; Rodríguez, Santonja, López-Miñarro, Sáinz de Baranda y Yuste, 2008; Santonja, Sainz de Baranda, Rodríguez, López,  y Canteras, 2007; Zakas et al., 2002). Para compensar las pérdidas asociadas a la edad se necesitan programas eficaces. Los modelos de intervención existentes se basan en ejercicios que se aplican según una duración y técnica determinada (Ayala y Sainz de Baranda, 2008). Aunque existen estudios que demuestran resultados contradictorios, parece que 30 segundos de estiramiento pueden ser suficientes para mejorar el rango de movimiento en una articulación (Provance, Heiserman, Bird, & Mayhew, 2006). Con esta duración el trabajo de situarse en las 6 series (Ayala y Sainz de Baranda, 2010), por lo que los jugadores de nuestro estudio deberían aumentar el volumen da trabajo para incrementar mejorar sus resultados en flexibilidad. Con respecto a las técnicas de aplicación, los ejercicios estáticos y dinámicos han sido utilizados en diferentes estudios (Merino y Fernández, 2009). Las prácticas estáticas son más eficaces (Ayala y Sainz de Baranda, 2008), y en concreto los trabajos estáticos activos pueden ser más apropiados para sujetos jóvenes. También se pueden incluir técnicas balísticas a medida que nos acercamos a la edad adulta (Stojanovic y Ostojic, 2011).

Conclusiones

La flexibilidad en la musculatura isquiosural disminuye a lo largo de la etapa de fútbol base. El entrenamiento específico del futbolista, unido a las condiciones biológicas de los sujetos provoca un deterioro en esta capacidad. Se deben emplear programas de intervención complementarios con el objetivo de reducir al mínimo las pérdidas de movilidad en la musculatura de la cadera, ya que valores por debajo del rango óptimo están relacionados con la lesión y la pérdida de rendimiento.

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