Intervencion en enganche: entrenamiento en atencion
Intervención en enganche: entrenamiento en atención
Resumen
En la presente comunicación se expone la intervención profesional realizada con un deportista de Enganche (modalidad de la Federación de Hípica). La demanda que se recibe para iniciar el trabajo es de “estancamiento en rendimiento”, “problemas de autoconfianza” y resultados adversos en competición, así como de estados emocionales negativos hacía la misma. El deportista tiene 17 años y compite a máximo nivel en competiciones nacionales e internacionales. El objetivo es la clasificación para el Campeonato del Mundo. Se realizó una evaluación inicial con los siguientes instrumentos: entrevistas al deportista, al entrenador y a los padres, pruebas de lápiz y papel, y observación en entrenamientos. A partir de aquí se planteó una estrategia de trabajo, por un lado a nivel de entrenamiento de habilidades psicológicas específicas, y por otro a nivel de reorientación cognitivo-conductual. En esta comunicación nos centraremos en exponer el trabajo de entrenamiento atencional realizado. Se explicará como modificando pautas atencionales se consigue una mejora generalizada del rendimiento, así como una mejora en otras habilidades psicológicas, que con otro tipo de intervenciones resultaría más larga y costosa.
Introducción
En el presente trabajo expondremos el abordaje de un trabajo de atención a través de un caso práctico, con un deportista de alto rendimiento, en el deporte de enganche de caballos (modalidad de limonera). Para que el lector entienda mejor la metodología de este trabajo, haremos un breve resumen de este bonito deporte, pero a la vez tan desconocido para el gran público.
El enganche de caballos (enganche) es una modalidad de deporte hípico, incluido en la FEI (Fédération Equestre Internationale) que consiste en ejecutar una serie de ejercicios, a través de diferentes pruebas, en coche de caballos. Es el más antiguo de los deportes ecuestres competitivos, y se convirtió en disciplina de la FEI en el año 1970.
Existen tres modalidades de enganche:
– Limonera: Con un caballo.
– Tronco: Con dos caballos.
– Cuarta: Con cuatro caballos.
Las pruebas que componen un Concurso Combinado (serie de una o más pruebas) son:
Prueba A. Doma: Se celebra en una pista (de hierba o de tierra) de 100×40 mts., señalizada en su contorno con letras que le sirven de guía al competidor. En ella debe realizar un recorrido, normalmente obligatorio y estipulado de antemano, que se denomina reprise, y que consiste en la ejecución de diferentes figuras o movimientos que el caballo debe efectuar con el aire (estilo de movimiento o paso) especificado para cada una de esas figuras. (Fig. 1)
Figura 1
Figura 1.
Prueba B. Maratón: Esta prueba consta de tres secciones. La primera un recorrido por el campo (entre 5000 y 8000 metros) a paso libre (en torno a 15 Kms/h). La segunda, recorrido al paso por una pista o camino (800/1000 mts.) (en torno a 7 Kms/h), y una tercera consistente en un recorrido de obstáculos (6000/9000 mts.) a paso libre (en torno a 14 Kms/h).
Prueba C. Manejabilidad: Recorrido en una pista (70×120 mts) sorteando obstáculos formados por conos de plástico con una bola en el vértice, susceptible de ser tirada en el momento que se toca el cono con el coche. El recorrido mide entre 500/800 mts. y el número máximo de obstáculos es de veinte.
Figura 2.
Los campeonatos y concursos nacionales de máxima categoría (CANA), así como los concursos internacionales de enganche oficiales (CAIO), siempre tienen que incluir las tres pruebas. Sin embargo, los comités organizadores de los concursos internacionales (CAI) y de los concursos nacionales de categoría B (CANB) pueden incluir dos ó tres de estas pruebas, y en cualquiera de esos casos el maratón debe estar incluido.
En enganche solamente hay dos categorías de edad en las competiciones: jóvenes cocheros (12-16 años) y seniors (a partir de 16) donde compiten desde adolescentes de 16/17 años hasta adultos de 60/70. Este aspecto supone un hándicap añadido para los cocheros jóvenes, que se enfrentan en igualdad de requerimientos a cocheros con una amplia experiencia tanto en el deporte en general, como en la competición, y con muchos más años de conocimiento de las técnicas de enganche.
Hecha esta brevísima introducción del enganche, pasamos a presentar el caso, en los términos necesarios para que, sin alterar la claridad científica del mismo, se mantenga la confidencialidad y anonimato del deportista.
La demanda se produce en un deportista adolescente que, tras dos años de competición en el nivel senior, con resultados muy favorables, y una carrera muy rápida y positiva en cuanto a rendimiento competitivo, se encuentra en un momento de estancamiento en su trayectoria, relatando problemas de autoconfianza, y resultados negativos en competición.
El origen de esta situación, según todos los agentes implicados en este proceso, radica en un vuelco producido en una competición internacional. Por otro lado, era la segunda vez que se producía, lo cual acrecentaba aún más la problemática que generaría de por sí una situación de este tipo, en las circunstancias concretas del caso.
Método
El abordaje del caso, siguiendo la metodología propia de la psicología aplicada, se desarrollo en varias fases:
Evaluación y valoración del caso
Se realizaron entrevistas individuales con el deportista (cinco sesiones), con los padres (altamente implicados en la actividad deportiva del sujeto) y con su entrenador (una con cada uno, y una conjunta).
Pruebas de lápiz y papel: TAIS (Nideffer, 1976), Perfil Psicológico-Deportivo de rendimiento (Loehr, 1982) y SCAT (Martens, 1982)
Paralelamente, durante mes y medio, se realizaron sesiones de observación de entrenamientos, para entender las necesidades y las demandas específicas tanto del deporte como del deportista.
A partir de esta evaluación, a nivel deportivo, se obtienen los siguientes resultados, que presentamos resumidos:
– Perfil aceptable para el desarrollo competitivo, especialmente en fase de formación (como es el caso).
– Carencias en control del nivel de activación precompetitiva.
– Foco atencional inefectivo para el desarrollo de la tarea.
– Expectativas excesivas del entorno, respecto a su nivel de rendimiento.
A nivel personal, juegan un papel importante la edad del deportista, adolescente en fase de formación, y su actual situación académica, que en ese momento era de máxima exigencia, ya que se encontraba en 2º curso de Bachillerato, con expectativas de selectividad, y con un rendimiento académico excelente.
Objetivos
Una vez valorada la evaluación con todos los agentes implicados en el proceso, deportista, entrenador y padres, se plantean como objetivos de trabajo en el ámbito deportivo los siguientes:
– Mejora de habilidades psicológico-deportivas, en especial: activación, atención y autoconfianza.
– Mejora de rendimiento, orientada a continuar su carrera en el alto rendimiento.
– Volver a disfrutar de la competición.
Y como objetivo de resultado a largo plazo se había estipulado la clasificación para la siguiente edición del campeonato del mundo, a disputar dos años más tarde.
Propuesta de trabajo
A partir de aquí, se establece un plan de trabajo, programado en distintas fases y diferentes frentes. Por un lado un trabajo cognitivo-conductual que ayude y refuerce los aspectos más personales mencionados anteriormente, en los que no nos detendremos puesto que no son objeto de este artículo.
Por otro, elaborar el programa de mejora de habilidades psicológicas, siguiendo las teorías de la psicología del deporte en cuanto a programación deportiva y variables psicológicas intervinientes en deporte, (Williams, 1991; Weinberg y Gould, 1996; Olmedilla, Garcés y Nieto, 2002).
Para ello, recordamos en primer lugar que, tal como queda recogido en los objetivos, las principales variables a mejorar eran activación, atención y autoconfianza. En segundo lugar partimos de dos premisas importantes: por un lado, la relación existente y sobradamente conocida entre activación y atención (Landers, 1981; Kremer y Scully, 1994; y Boutcher, 2002), y por otro, la estrecha relación existente entre la focalización de la atención (correcto manejo de estímulos pertinentes), y determinadas acciones que se producen en situaciones de competición (Llames, 2010).
Partiendo de todo lo anterior, se decide empezar por un trabajo de manejo adecuado del foco atencional, inicialmente centrado en un elemento que estaba generando muchos problemas en la prueba de doma (que es la primera), y que a su vez era valorado por el deportista como el origen de su falta de confianza en dicha prueba.
Nuestra referencia en el trabajo de atención se centrara en la teoría de Nideffer (1989) sobre estilos y focos atencionales.
Procedimiento de cambio de atención
En las entrevistas iniciales, tanto con el deportista como con el entrenador, así como en las sesiones de observación de entrenamientos, se puso de manifiesto el rechazo que había a las figuras 4 y 6 de la reprise de doma (figura 3), y la interferencia que estás estaban causando en el total de la ejecución de la reprise. Estas figuras consisten en la realización de 4 círculos, a trote reunido, en ambas direcciones (derecha e izquierda), a una mano (esto es, con las dos riendas recogidas en una misma mano y el otro brazo extendido con el látigo en alto). La prueba de doma, como ya se ha mencionado anteriormente, es la primera y su puntuación es sumamente importante para el cómputo total del concurso.
Figura 3.
Este elemento compuesto por estas tres figuras encadenadas, en según qué condiciones (de caballo, de contacto,…), que no vamos a entrar ahora a detallar, requiere determinada fuerza física (de la que carecía en ese momento el deportista) y una gran maestría de ejecución, la cual si poseía pero no se manifestaba en competición, ya que se encadenaban múltiples errores, que daban como resultado una ejecución imperfecta e inadecuada, y por tanto un resultado negativo. Aún más, estas dificultades se veían acrecentadas por el desajuste atencional con el que el deportista abordaba las figuras.
El proceso de atención con el que el deportista afrontaba la prueba, era el siguiente: desde que entraba en pista su atención estaba centrada en la realización de estas dos figuras (atención interna, cognitiva). En las tres primeras figuras el deportista relataba no ser consciente de cómo las ejecutaba pues su atención estaba centrada en las figuras 4-6, “solo pienso en los círculos…”, “si seré capaz de hacerlos bien” (atención en el futuro, en vez de en los estímulos pertinentes del presente, necesarios para ejecutar correctamente).
Todo esto empeoraba en el momento que estaba realizando el segundo círculo (pequeño). En la figura 5, en el tránsito de L a I, el deportista llevaba un foco atencional interno: “ganas de acabar y salir de aquí”, “miedo a no poder mantener la postura técnica adecuada para sostener las riendas sujetas con una mano” (ya que hacer el agarre con dos manos penaliza la ejecución de la figura), así como pensamientos recurrentes sobre el análisis y evaluación de resultado continua del tipo de ejecución que estaba realizando. A esto debemos añadir que el esfuerzo físico que requiere esta figura acrecienta el cansancio muscular (especialmente en los brazos). Y todo esto unido, le llevaba, una vez más, a apresurar la ejecución trazando el círculo incompleto (achatado), y entrando en el círculo pequeño desde una posición excesivamente adelantada, lo que generaba nuevamente otra ejecución incorrecta a nivel técnico, y se producía un mal rendimiento con su consiguiente resultado negativo.
Si este conjunto de figuras 4-6 le “salían” bien en alguna competición, el resto de la reprise se ejecutaba perfectamente, en su nivel de rendimiento. Pero si en la realización de los círculos realizaba un mal ejercicio, el resto de la reprise se ejecutaba muy por debajo de su nivel de rendimiento real, valorado según los entrenamientos, y competiciones anteriores a la aparición del problema.
Partimos de considerar que si trabajábamos con estas figuras en un primer momento del programa, conseguiríamos rendimientos mejores tanto en las figuras anteriores como en las posteriores. Y por tanto centramos en este elemento la carga del trabajo.
Este foco de atención debía de ser corregido, y debíamos enseñar al deportista a mantener un foco externo, y centrado en aquellos estímulos pertinentes que facilitasen, a su vez, el gesto técnico de guiar al caballo.
Comprobamos que las guías (letras de los laterales de la pista) no eran suficientes, y por tanto se establecieron unas pautas de atención fraccionadas, que se repetían tanto para la figura 4 como para la figura 6:
– Dividimos los círculos en cuatro arcos: 1-2, 2-3, 3-4, 4-1.
– En la intersección de los círculos (L e I) se estableció un punto de inició (entrada) y un punto final (salida) de dicha intersección.
A partir de aquí se trabajó con el deportista en el entrenamiento del foco atencional adecuado:
1º. Se le pidió que atendiera solamente al trazado de la figura, y que no prestara atención a la postura de sus manos (agarre), a los movimientos o postura del caballo, ni a ninguna otra cosa que no fuera esta rutina establecida.
– Se le pidió que trazara visualmente el círculo atendiendo a los arcos que habíamos marcado anteriormente, y que atendiera a cada uno de los arcos de manera separada e independiente. Es decir al entrar en la figura solamente debía recorrer visualmente el arco 1-2, desde un punto establecido un poco antes de 2, debía trazar el arco 2-3,… y así sucesivamente.
– A su vez, se entrenó la intersección de los círculos en I para que fuera capaz de establecer visualmente un punto de inicio y uno de final de intersección en línea recta “vertical” (perpendicular a la cabecera de pista), evitando que trazara en “diagonal” a la cabecera de pista, lo que producía el achatamiento de los círculos, y por tanto la deformación de la figura.
2º. Posteriormente se metió en la rutina atencional, el momento y sitio de la pista donde debía atender a la letra guía. Este momento se marco como el inicio de la rutina y el inicio de la figura, de manera que era a partir de ahí donde íbamos a “pensar” en esa figura, y nunca antes.
3º. Se buscaron los puntos o momentos adecuados donde restablecer la atención de estímulos pertinentes que se habían eliminado en la fase 1. En ellos, el cochero debía hacer la revisión de su postura técnica (fundamentalmente agarre), así como a la postura del caballo. Estos puntos fueron establecidos con las propias indicaciones del deportista y de su entrenador.
Este trabajo se realizó inicialmente durante dos semanas en entrenamientos, y posteriormente se puso a prueba en competiciones nacionales.
Resultados
Los resultados con este tipo de intervenciones habitualmente son casi-inmediatos. El deportista aprende la ejecución correcta, manteniendo el foco atencional adecuado.
En nuestro caso, respecto a la rutina de entrenamiento atencional, después del periodo de entrenamiento anteriormente mencionado, se observó que el cochero mejoró en su ejecución técnica de las figuras mediante los siguientes parámetros:
– Respeto de los puntos de inicio y final de figura en la fase de intersección de los círculos, evitando el efecto de achatamiento de los mismos.
– Descripción del recorrido de la figura correcto, dibujando los círculos enteros en cuanto a trayectoria y tamaño.
– Mantenimiento de la postura “a una mano”, durante toda la ejecución de las figuras.
Respecto a los objetivos marcados al inicio del programa de trabajo, se constató:
En cuanto a las habilidades psicológicas se produjo una mejora en el manejo de foco atencional específicamente de estas tres figuras. Pero se constató una mejora, generalizada a todas sus ejecuciones, respecto a las variables de activación y autoconfianza.
Referido a rendimiento, se confirmo una mejoría considerable en la ejecución general de las reprises, que llevó asociado un aumento de resultados en un breve espacio temporal de apenas dos meses. Se ganaron dos competiciones nacionales en las que participó, y obtuvo pódium en una competición internacional en la que clasificó al caballo para el campeonato del mundo, obteniendo puntuación para el campeonato del mundo que se celebraba ese mismo año. Recordemos que el objetivo inicial era obtener puntuación para la siguiente edición de dicho campeonato a celebrar dos años más tarde.
En cuanto al tercer punto, recobrar el disfrute de la competición, se obtuvo desde la primera competición en la que participamos, puesto que había estado consiguiendo resultados satisfactorios en entrenamiento; pero se fue acrecentando a medida que su rendimiento y sus resultados mejoraron ostensiblemente respecto a los últimos campeonatos en los que había participado antes de iniciar el programa de entrenamiento en atención.
Discusión
A la vista de los resultados obtenidos a través del programa de entrenamiento expuesto en este artículo, así como de nuestra interacción con el deportista, y de la observación directa, tanto en entrenamiento como en competición resulta evidente que se ha producido una mejora en los objetivos propuestos en un principio, referidos a adquisición de habilidades psicológicas, y mejora de rendimiento.
Pero nos gustaría hacer una reflexión más cualitativa sobre las ventajas de este tipo de intervenciones, y sobre los beneficios de “utilizar el trabajo de atención como algo puntual, rápido y muy eficaz, a la hora de afrontar demandas que, en ocasiones y a priori, nada tienen que ver con problemas atencionales” (Llames, 2010). Recordemos que la demanda inicial parte de falta de confianza, que había aparecido como resultado de dos vuelcos, que se habían producido en ambas ocasiones en la prueba de maratón.
A través de nuestra experiencia en la práctica aplicada de la psicología del deporte, cada vez observamos más los beneficios que el trabajo puntual de mejora de focos atencionales tiene sobre todas las variables intervinientes en el rendimiento deportivo.
En este caso, partimos de una situación con mucha carga de falta de autoconfianza provocada en un momento inicial por dos vuelcos en competición, y posteriormente por la sucesión de fracasos en competición. Esta disminución de autoconfianza se une a niveles de ansiedad elevados (Weinberg y Gould, 1996), y finalmente acaba en un proceso descrito por Hardy (1990) como teoría de la catástrofe..
Son de sobra conocidos, tanto los programas, como las técnicas más usadas en psicología del deporte para la mejora de las habilidades intervinientes en el rendimiento (Williams, 1991; García Barrero y Llames, 1992; Weinberg y Gould, 1996), por lo que no nos detendremos en este artículo a exponerlo comparativamente, sino que solamente analizaremos las ventajas que, desde nuestro punto de vista, aporta el trabajo desde la intervención en atención.
En nuestro caso, establecer los estímulos pertinentes de atención en cada momento de la ejecución, sólamente para estas figuras, repercutió en varios aspectos diferenciados:
En primer lugar sobre el aspecto técnico. Nuestro deportista aprendió a ejecutar los círculos de una manera mucho más facilitadora para su técnica. Evitar el movimiento transversal de achatamiento del círculo, favoreció que la entrada en el círculo pequeño fuera perfecta, mejorando su postura gestual y técnica. El hecho de realizar un gesto técnico correcto, facilita a su vez que sea más fácil contrarrestar la carencia de fuerza física. Con esto estamos obteniendo dos beneficios que repercuten directamente sobre la dificultad de la figura: gesto técnico y fuerza física. Al disminuir la dificultad de la figura, las expectativas de éxito aumentan.
En segundo lugar, sobre la autoconfianza. En el momento que se consiguieron resultados de ejecución en estas figuras, descendió la preocupación por el error, y por tanto la atención en las figuras 1 a 3 se recuperó para los estímulos pertinentes a esas figuras. Consecuencia de ello es la mejora de ejecución también en estas figuras, por lo que automáticamente reaparece en nuestro deportista la confianza en su capacidad de ejecución.
En tercer lugar sobre la activación. Puesto que un foco importante de ansiedad estaba centrado en la ejecución dificultosa y errónea de las figuras 4 a 6. El hecho de minimizar esa ejecución errónea en dichas figuras produce un descenso en el nivel de activación del sujeto. El tiempo para regular el nivel de activación se reduce considerablemente respecto a si se hubiera trabajado con otras técnicas utilizadas habitualmente en psicología del deporte, como relajación muscular o entrenamiento autógeno.
Este efecto de encadenamiento que se da en las diferentes variables intervinientes en rendimiento, nos posibilita que trabajando un aspecto muy puntual y concreto, como en este caso la atención en tres figuras, se generalicen multitud de beneficios tanto a otras variables de manera específica (autoconfianza, activación), como al estado general del deportista (disfrute de la competición), y finalmente al objetivo último en deporte: el rendimiento y por ende el resultado competitivo.
Bibliografía
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Kremer, J. & Scully, D. (1994). Psychology in sport. London: Taylor & Francis.
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