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¿Eres un deportista sano y disciplinado? ¡Pues tómate una cerveza!
29 Jul 2017

¿Eres un deportista sano y disciplinado? ¡Pues tómate una cerveza!

¿Eres un deportista sano y disciplinado? ¡Pues tómate una cerveza!

Ya sé que algunos estáis dando saltos de alegría, pues creéis haber encontrado, en artículos como éste, la respuesta a vuestras plegarias, además de una excusa perfecta para seguir bebiendo cerveza como buenos españoles…

Que quede claro que con este artículo no trato de incitar, a nadie, a la bebida. Lo que intento es romper una lanza a favor de una bebida que, durante siglos, ha sido un referente gastronómico en, prácticamente, todas las culturas del mundo. Además, en la actualidad se ha demostrado que, con moderación, es muy sana, ya que aporta una enorme cantidad de nutrientes a nuestro organismo.

Aclarado esto y con permiso de mi compañero José Miguel Martínez Sanz, excelente profesor del Máster en Nutrición Deportiva de Alto Rendimiento, os voy a hablar de la cerveza como un complemento ideal en nuestra dieta diaria, para, en general, ayudarnos a mejorar nuestra salud.

Cada vez es más habitual ver que, tras eventos deportivos, principalmente de fondo (10 Km, media maratón, ultra trail…), se ofrece cerveza en los puestos de avituallamiento a los competidores. Esto, como casi todo en esta vida, tiene una explicación y una lógica: se ha demostrado, científicamente, que la cerveza es un excelente recuperador post esfuerzo.

Es cierto que hay infinidad de tipos de cervezas, con graduaciones alcohólicas desde muy bajas, hasta con una cantidad de alcohol suficiente como para tumbar a un elefante; las hay con más o menos anhídrido carbónico; de doble, triple o cuádruple fermentación; etc. Lógicamente, cuando hablo de una cerveza después de un entrenamiento intenso o de una competición deportiva, me refiero a una del tipo más común (lager, pale lager, pilsner…), con una graduación de entre un 4% y un 5% y en una cantidad moderada (un “quinto”, un vaso o, como mucho, un “tercio”). Todo lo que pase de ahí, lo consideraremos beber por “placer” o, si me apuráis, por “vicio”.

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¿Qué nos aporta la cerveza?

Es una bebida altamente hidratante, debido a que su contenido en agua puede llegar a rondar el 90%. De hecho, la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (S.E.D.C.A.) la incluye en el “Libro Blanco de la Hidratación”, como bebida hidratante y de elección en nuestra dieta diaria, siempre y cuando sea consumida con moderación y por adultos sanos.

Puesto que la mayoría de cervezas se elabora a partir de malta de cebada, trigo o, incluso, avena, nos aporta hidratos de carbono de absorción lenta y de índice glucémico bajo, los cuales nos ayudarán a reponer los niveles de glucógeno hepático y muscular, imprescindibles para generar energía durante esfuerzos de alta intensidad, principalmente anaeróbicos lácticos.

También aporta proteínas, las cuales, a su vez, contienen alrededor de 20 aminoácidos, tanto esenciales como ramificados (los famosos BCAa’s). Gracias a esto, nuestros músculos podrán recuperarse eficientemente tras el esfuerzo realizado.

Contiene gran cantidad de vitaminas, a destacar las del grupo B (B1, B2, B3, B6 y B9, especialmente), las cuales son importantísimas para el crecimiento y el funcionamiento normal de nuestro cuerpo, pues intervienen en el metabolismo de las proteínas, de los hidratos de carbono y de los lípidos, en la producción de energía, en el desarrollo óptimo de las diferentes actividades de los sistemas nervioso, cardiovascular y digestivo, etc.

Aporta numerosos minerales (más de 30), entre los que cabe destacar el silicio (Si), el potasio (K), el fósforo (P), el magnesio (Mg), el sodio (Na) y el calcio (Ca), todos ellos esenciales para la formación y el buen funcionamiento del aparato locomotor (huesos, articulaciones y músculos). He de aclarar, en referencia al sodio, que las cantidades que la cerveza aporta de este mineral no son altas, y, por tanto, puede ser incluida en dietas bajas en sodio para pacientes hipertensos.

Es rica en polifenoles, que son unos compuestos sintetizados de forma natural por las plantas, y que tienen un potente efecto antioxidante.

Contiene dos tipos de isoflavonas importantísimas: la genisteína y la diadzeína. Estas moléculas, también de origen vegetal, producen un considerable efecto estrogénico en la mujer durante la menopausia, pues protegen sus huesos, retrasando su deterioro. También juegan un gran papel en el mantenimiento del sistema cardiovascular, ayudando, entre otras cosas, a la disminución del colesterol “malo” (LDL).

Puede llegar a contener alrededor de un 15% de fibra alimentaria, con los consiguientes beneficios a nivel intestinal, que ello conlleva. De hecho, hay médicos que la recomiendan a pacientes con problemas de estreñimiento.

En su elaboración se incluye el lúpulo, una flor seca extraída de la planta humulus lupulus que, además de aportar el amargor característico de la cerveza y de contrarrestar el dulzor de la malta, estimula el apetito y produce un efecto sedante.

Y encima, es baja en kilocalorías; un vaso normal (de unos 200 ml) aporta, solamente, alrededor de unas 85 Kcal. Es por esto por lo que, sumado a todo lo anterior, cada vez más se incluye en dietas de adelgazamiento

¿Y respecto a la cerveza sin alcohol?

Si eres de los que, por los motivos que sea (principios, impedimento médico, religión…), no puedes consumir alcohol, no te preocupes, pues todas esas propiedades beneficiosas de la cerveza que he nombrado, no se encuentran en el alcohol que se produce durante la fermentación de ésta, sino en todos los ingredientes naturales con los que se fabrica. Podemos afirmar, entonces, que la cerveza sin alcohol sigue siendo cerveza, pese a no tener el componente alcohólico, así que ambas poseen, exactamente, las mismas propiedades beneficiosas.

La cerveza sin alcohol durante el embarazo.

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Está claro que, durante el embarazo y la posterior lactancia, los médicos recomiendan no consumir alcohol o hacerlo de forma muy moderada, con el fin de que no haya complicaciones, especialmente en el bebé. Será preferible, pues, hablar de cerveza sin alcohol, al referirnos a mujeres embarazadas.

La mujer embarazada suele presentar cuadros de estreñimiento, anemia, hipoglucemia, dolores articulares, etc. y, por consiguiente, debe asegurarse de estar bien nutrida e hidratada en todo momento (amén de practicar ejercicio físico adecuado a cada fase del embarazo, por supuesto). La cerveza sin alcohol, por tanto, puede ser una excelente aliada durante el estado de gestación.

En un estudio realizado por el área de Ginecología del Hospital Universitario “Puerta del Hierro” de Madrid, en el año 2014, y publicado por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (S.E.G.O.) bajo el nombre de “Mujer, Ginecología y cerveza”, se analizan los diferentes beneficios que aporta la cerveza en la salud de la mujer embarazada y, por extensión, a la de su futuro bebé.

La cerveza y las enfermedades degenerativas.

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Es un hecho que, con la edad, aumenta el riesgo de sufrir enfermedades físicas degenerativas tales como la osteoporosis, la artritis o la artrosis, además de otras de tipo mental (Alzheimer, demencia senil, ictus…).

Vista la cantidad de beneficios que aporta la cerveza, no es descabellado afirmar que previene o retrasa la aparición de muchas de esas enfermedades degenerativas, o que, al menos, alivia muchos de sus síntomas.

Ya sabes: si eres de los que piensa que si te tomas una buena cerveza, disminuirá tu rendimiento físico, te hará engordar o perjudicará tu salud, estás equivocado. Eso sí, como todo en esta vida, con moderación o sin alcohol…

Juan Fco. Marco Satorre
(Profesor de Alto Rendimiento S.E.F.D.)

Bibliografía.

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  • Palomar, A.: La despensa de Hipócrates. Los poderes curativos de los alimentos. 4ª edición. Ed. Txalaparta. Tafalla (Navarra), 2006.
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  • Pérez, T. y col.: Efectos de la cerveza durante la menopausia. Edición de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia. Madrid, 2015.
  • Williams, M.H.: Nutrición para la salud, la condición física y el deporte. Ed. Paidotribo. Barcelona, 2002.
  • Wolker, R.L.: Lo que Einstein le contó a su cocinero, 2. Ed. Robinbook. Barcelona, 2005.

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